Pasar a la historia como el
mandatario que logró hacer la paz con uno de los grupos guerrilleros más
antiguos del mundo, y como reflejo ser postulado al Nobel de la Paz, es la
mayor debilidad de Santos en la posible negociación con la guerrilla.
El ego de Santos puede implicar
el fracaso del país. Estamos a punto de repetir algunos de los errores de la
administración Pastrana, seguramente no con un Caguán evidente, pero sí con una
generosidad exagerada y equivocada con la guerrilla.
Stalin decía que “toda
generosidad del adversario debe ser vista como debilidad”.
Decir que la guerrilla está
acabada es una exageración, pero también lo es decir que es muy poderosa.
En realidad es un grupo
diezmado, con reducida capacidad de ataque, incapaz de tomarse el poder por las
armas.
Un grupo que solo puede
recurrir a métodos terroristas, que como su nombre lo dice, busca aterrorizar a
ciertos reductos de la población y generar percepción de poder, pero nunca
podrán aniquilar la población.
Decir que la guerrilla es un
cáncer sería exagerado. Es mejor verla como una gripa que requiere antibióticos
que se deben aplicar en forma disciplinada.
Los dos gobiernos de Uribe
aplicaron dos dosis de antibióticos, algo poco usual, pues lo más común era la
pendularidad: un gobernante aumentaba los ataques de la guerra y el siguiente
buscaba la paz.
Confieso que mi voto fue por
Santos, por no votar por otro, y una de las razones de mi decisión fue que yo,
seguramente por mi falta de conocimiento, asumí que Santos continuaría el proceso
de Uribe.
Para mí era una tercera dosis
de antibióticos que debilitaría a la guerrilla hasta tal nivel que la
negociación sería la vía más rentable para ambos lados.
Me equivoqué con Santos y
Santos se equivoca al abordar las negociaciones con la guerrilla como lo está
haciendo.
Santos debería preguntar a los
abuelos y ellos le dirían que “el que muestra las ganas, no come”. Santos ha
demostrado en forma absurdamente evidente las ganas de negociar y con eso
debilita su capacidad de negociación.
La guerrilla estaba mucho más
necesitada de negociar en la época de Uribe para defenderse de los ataques
generalizados.
Hoy, debido a la estrategia
militar de Santos y a los múltiples anuncios de la negociación con ella,
empieza a mostrar menos deseos de negociar para no perder poder en la mesa de
negociación. Además necesita aumentar sus ataques para llegar a la negociación
con mayor poder y aumentar en la población la sensación de la urgencia de la
paz.
El marco para la paz es otra
versión de las leyes habilitantes de Chávez.
Es un cheque en blanco que
Santos quiere que le firmen para poder tener el poder suficiente en la
negociación.
Es entregar todo el poder a una
persona que si fuese sabia y justa, no tendríamos por qué preocuparnos.
La mala noticia es que yo veo a
Santos como una persona que solo tiene lealtad a sus propios propósitos, que
trabaja solo en su agenda personal y que está dispuesto a negociar con el
diablo sin titubear y sin ver malos resultados para otros.
No quisiera estar con Santos
perdido en una isla y escasos de alimentos. Él engordaría y yo moriría de
hambre.
Pocos están en contra de tener
un país en paz, pues este país con paz es un país imparable y atractivo para
las inversiones mundiales.
Lo que tenemos que analizar es
el costo de lograr esa paz y el proceso de negociación seleccionado.
Fuente: El Colombiano
(Colombia)
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