No, no se trata de un error en la redacción
del titular. Tampoco es un chiste. Es ‘así’ como ha venido des-gobernando
Chávez a Venezuela desde 1999, un cantinflérico modo de dirigir a una nación
que, por ahora, realiza desde La Habana, vía twitter, con mayor intensidad
desde que no le ha quedado otra opción que reconocer lo que no quería aceptar:
que está enfermo, gravemente enfermo, y que le queda muy poco tiempo de
vida.
Pero eso -su salud- es harina de
otro costal, un tema que los demócratas debemos evitar por tres razones:
1º.-
Porque hacerlo es continuarle el jueguito promocional de auto-flagelación y
lástima, que es una estrategia comunicacional persuasiva inmersa en el proyecto
propagandístico castrista surgido desde las salas situacionales del G2, un
comando de espías instalado cómodamente en el Piso 10 del anterior Anauco
Hilton de Caracas.
2º.- Porque insistir
en comentar su cáncer nos desvía el objetivo central: demostrar, a propios y
extraños, el carácter comunista y profundamente corrupto del régimen que des-gobierna
en Venezuela. Y 3º.- Por elemental respeto a la vida privada de ‘ese señor’, un
respeto que no se merece porque ha sido precisamente él quien ha violado y
violentado todo recato y respeto a la privacidad y la propiedad privada de los
ciudadanos venezolanos y de las empresas, nacionales y extranjeras, en
Venezuela. Pero hay que abstenerse de
comentar su enfermedad por elemental sindéresis política y social: Para tener
autoridad moral en el reclamo de un respeto similar, a él y a cualquier
gobernante futuro.
Pero volvamos a sus modos de des-gobernar. El
modo bizarro, expresado en el titular de esta nota y con la jerga militar que
le es tan afín al léxico limitadísimo de Chávez, expresa el desorden de sus
ideas, un método incomprensible que es inevitable para quien, como el teniente
coronel Chávez, carece de sentido común y sindéresis política, así como también
carece de los conocimientos fundamentales de la gerencia pública. En
consecuencia, el teniente coronel Chávez no puede desarrollar las destrezas
administrativas que se requieren para entender las inmensas complejidades
involucradas en la administración pública de un país mono productor como
Venezuela, atascado entre la postmodernidad y el atraso, desarticulado y
sumamente complejo, y por eso... Primero dispara cualquier barbaridad, luego le
exige a sus ministros y colaboradores que apunten la munición disparada al
socaire, y casi inmediatamente
-precavido de la inutilidad de su esfuerzo- le pide a los militares afiliados al cártel
de Los Cuatrisoleados que ‘preparen armas’.
Probablemente estarás pensando que exagero.
Que no es posible que una persona tan... ¿elemental? con tan reducida
experticia y cortedad de visión pueda ser el Presidente de un país como
Venezuela, ahíto a más no poder de riquezas naturales, hermosos paisajes y una población
votante medianamente formada y forjada en los beneficios de la democracia
durante más de 40 años. Pero es así. ‘Eso’ es el presidente (con minúsculas)
que padecen los venezolanos y ‘esa’ es su manera de desgobernar. También puedo
escuchar las preguntas que te haces mientras me lees. Hace tiempo yo también me
hice esas mismas tres preguntas que siguen tan vigentes como aquella vez.
Permíteme que las formule y te las responda,
una a una:
PRIMERA PREGUNTA: ¿Cómo fue posible que
llegara a la Presidencia de Venezuela un teniente coronel tan... ’elemental’?
Chávez es el resultado -indeseable, pero
lógico- de un proceso de destrucción institucional que se inicia en Venezuela a
comienzos de 1983 con el llamado ‘viernes negro’, el primer aldabonazo a la
economía venezolana sucedido durante la
presidencia del socialcristiano Luis Herrera Campins para el período 1979-1984,
un evento que se profundiza durante el segundo mandato presidencial del
socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (1989-1993), gestión política que estuvo
marcada por el intento de salir de la profunda crisis económica y fiscal que
venía desarrollándose desde años anteriores, a través de un conjunto de
políticas de liberación de la economía, mal implementada y peor manejada, cuya
manifestación más dramática fue el denominado “Caracazo” en febrero de 1989 y
el desarrollo de una crisis política que produjo, en 1993, la suspensión en el
ejercicio de su cargo de Presidente de la República y Jefe de Estado y su
sustitución por el Dr. Ramón J. Velázquez, nombrado por el Congreso Nacional
(de mayoría simple socialdemócrata) para culminar su período.
Pero no todo fue nefasto. Fue también durante
esta segunda presidencia de Pérez que comenzó el proceso de descentralización
político-administrativa del país, gracias a la aprobación, en los últimos meses
del gobierno del Presidente Lusinchi, (1984 -1989) de las primeras reformas del
Estado por parte del Congreso Nacional. A pesar de ello, el cáncer
institucional había echado raíces en el país y las otrora sólidas estructuras
sociopolíticas de Venezuela comenzaron a derrumbarse, de adentro hacia afuera,
gracias a una muy bien orquestada campaña de desvalorización de esas
instituciones (partidos políticos, los más vilipendiados -¡Y con mucha razón!)
que condujo a la implantación de una ‘matriz de opinión’ sobre la que cabalgó
el caballo rojo-rojito de un Chávez mesiánico, que venía a obtener por las
urnas electorales lo que no consiguió con las urnas funerarias de los muchos
venezolanos que murieron por su mano, en la infausta y degradante tentativa de
golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Pérez en 1992.
Como el mismísimo segundo Jinete del
Apocalipsis, nuestro jinete llanero de tan criolla y vernácula cháchara, abrió
el segundo sello y luego de jurar serle fiel a la República y sus Leyes
(colocando su mano izquierda sobre una Constitución a la que grosera y
públicamente llamó ‘moribunda’) comenzó desde ese día a borrar la paz
institucional de la faz de la tierra venezolana, para que nos degolláramos unos
a otros, como habría sido su deseo más íntimo, y de seguro aún lo es.
Así, con esos modos tremendistas y cabalgando
el potro de la decepción y el desahucio institucional, llegó a la Presidencia
de Venezuela ese ‘ser elemental’. Llegó reptando por sobre los escombros de la
ruina institucional del país, al que tomó por asalto simbólico el mismo día de
su nombramiento, y más luego, al convocar a una Asamblea Constituyente en 1999
con la aquiescencia impúdica de jueces, magistrados, políticos e instituciones
públicas y privadas, es decir, con el silencio cómplice de ‘tutili mundi’, y
nos metió por los ojos una ‘quinta República’ que el silencio de historiadores
y comunicadores avaló.
SEGUNDA PREGUNTA: ¿En verdad es tan mala su
gestión, desde 1999 a la fecha?
Mala no. ¡Es malísima! De hecho, es tan mala que no debemos llamarla
siquiera ‘gestión’ sino indigestión política. Sí, sé que lo estás pensando de
nuevo, que exagero, que estoy desproporcionando los hechos para intentar
convencerte. Te aseguro que no necesito realizar ningún esfuerzo porque la
realidad es como una lápida de concreto que viene en caída libre, y que aplasta
al más optimista -y ciego- de los obsecuentes seguidores del régimen
chavista. La lista de desaciertos es
larga, (más de 1500 casos) densa (incluye cientos de violaciones a la
Constitución) y en muchos aspectos, digna de aparecer en el asombroso libro de
Ripley ‘Aunque Usted No Lo crea’. Voy a señalarte tres casos, solo tres
ejemplos del despropósito y la tozudez elemental que resultan impensables en
cualquier país del mundo con los tres requisitos básicos de gobernabilidad: Un
gobierno limitado y de origen democrático, un Estado constitucional con sus
tres Poderes públicos realmente independientes y el respaldo de una sólida institucionalidad
republicana.
Primer caso: La írrita refundación de
Venezuela:
El despropósito más grande de todos los que ha
ejecutado Chávez en este ex-país que antaño llamábamos ‘República de
Venezuela’, consistió en violar la Constitución vigente, aquella que regía
desde el año 1961 y que como verás sigue vigente. Se trata de un despropósito
para provocar una ruptura constitucional. Resulta y acontece que algunos
demiurgos insomnes, de esos que son fanáticos de la ‘letra chiquita’, y que se
dedican a leer qué es lo que ‘dice-el-papel’ incluso en el filo de la hoja, han
¿descubierto? algo que no podría suceder en ningún país serio del mundo, pero
que pasó en Venezuela: Violar la Constitución en su ‘constitución pétrea’, y
así sucedió aquí, en Venezuela, pues aquel texto constitucional de la mal
llamada ‘moribunda’, que para muchos abogados constitucionalistas aún está
vigente en Venezuela desde 1961, no se podía ‘mandar a morir’ así como así, ya
que además de tener sus propias reglas para ser modificada,(Artículo 245º que
reglamenta las enmiendas, Artículo 246º para reformas generales) sí hubiere
necesidad de ello, expresa de manera clara e inobjetable que nada ni nadie
podría dejar de observarla por algún acto de fuerza, o derogarla (es decir,
suplantarla por otro texto) y que aun cuando ello se hiciere no perdería su
estatus ni su vigencia. Esto está escrito expresamente en el Artículo 250º,
Título XI, De la inviolabilidad de la Constitución, cuyo texto reproduzco
‘ad-litera’ para asombrar a mis lectores internacionales, porque asumo que mis
lectores venezolanos esto ya no los asombra:
Título XI. De la Inviolabilidad de la
Constitución
Artículo 250º: Esta Constitución no perderá su
vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier
otro medio distinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad, todo
ciudadano, investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el
restablecimiento de su efectiva vigencia. Serán juzgados según esta misma
Constitución y las leyes expedidas en conformidad con ella, los que aparecieren
responsables de los hechos señalados en la primera parte del inciso anterior y
asimismo los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen
subsecuentemente, si no han contribuido a restablecer el imperio de esta
Constitución. El Congreso podrá decretar, mediante acuerdo aprobado por la
mayoría absoluta de sus miembros, la incautación de todo o parte de los bienes
de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al
amparo de la usurpación, para resarcir a la República de los perjuicios que se
le hayan causado.”
Tal como le sucedió a El adelantado don
Rodrigo Díaz de Carrera, célebre personaje de la maravillosa agrupación
argentina ‘Les Luthiers’, cuando Chávez refunda a Venezuela con la pretendida
5ª República, (falaz cuenta, porque no han existido 4 anteriores, solo una
desde 1811 a esta fecha) le acontece lo mismo que a don Rodrigo en la fábula
cantada, que viniendo de Sur a Norte, ‘funda’ a Caracas unos 50 años después que
lo hiciera don Diego de Losada en 1567.
Es decir, realiza una refundación írrita, solo que aquella es producto
de la deliciosa creatividad de unos artistas fantásticos, mientras que esta
otra, la de Chávez, es, amén de una mentira histórica, un atropello
constitucional absolutamente inaceptable, que a pesar de haber sido señalado
como írrita, la población venezolana lo ha consentido con su silencio, tal como
hizo el mismo Chávez cuando en abril de 2003 su Ministro de la Defensa... “le
solicitó la renuncia al cargo, la cual aceptó”.
Írrita o ilegal, nada le importó al muchachote
de la llanerísima poblada de Sabaneta de Barinas. Prevalido de la popularidad
de su reciente elección en diciembre del 98 y del populismo de sus ofertas
apenas comenzado el 99, convocó una Asamblea de ciudadanos, a la cual llamó
‘originaria’ pero a la que condicionó su participación creando el tristemente
famoso ‘portaviones de Chávez’, un modalidad de ‘kino político’, avalado por
las írritas autoridades ‘transitorias’ del Consejo Nacional Electoral
(integrado en un 95% por partidarios suyos) y con este ‘kino de Chávez’ entubó
a su favor la mayoría de los asambleístas, para que aquellos le validasen como
originario un texto de Constitución según sus expresas instrucciones. Entonces volvió
a ‘entubar’ la decisión del electorado al impedir que los ciudadanos votasen o
rechazasen el documento propuesto con posibilidad de escoger cuáles artículos
sí y cuáles no y en vez de ello realizó un evento refrendario por la totalidad
del texto, quitándole al ciudadano la oportunidad de elegir, aun cuando no de
votar.
¿En cuál país democrático del mundo, con un
Estado constituido con Poderes independientes y una sólida institucionalidad,
se permite que el Presidente violente la Carta Magna de la nación? ¡En ninguno!
Entonces, ¿Es Venezuela una un país dirigido por una democracia, regido por una
autocracia o está sometido bajo una dictadura? Frente a la inocultable y
flagrante violación del Artículo 250 de la Constitución de la República de
Venezuela ¿Cómo queda la nación frente a la Carta Democrática Interamericana,
suscrita por Venezuela el 11 de septiembre de 2001, en sesión especial de la
Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Lima, Perú? No
es poca cosa esta última interrogante porque La Carta Democrática
Interamericana declara de manera sencilla y directa: "Los pueblos de
América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de
promoverla y defenderla". Esta carta le aporta a los ciudadanos del
continente americano las coordenadas de acción para guiar su acción colectiva
cuando la democracia enfrenta peligros, pues ella establece los procedimientos
a seguir, no solamente cuando la democracia se interrumpe totalmente, como en
un golpe de Estado, sino cuando el orden democrático ha sido seriamente
alterado y la democracia está en riesgo, que es el caso que atañe a Venezuela
desde 1999.
Segundo caso: La ruina y el colapso de la
industria petrolera venezolana:
Para 1998, la industria petrolera nacional
funcionaba así: Las políticas de Estado emanaban del Ministerio de
Hidrocarburos y Minas, como ente gubernamental que fijaba los lineamientos
estratégicos ‘macro’ (aportes al I.S.R., regalías, etc.) sobre los que tenía
que rendir cuentas una empresa, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) en cuya
Junta Directiva estaban miembros del Ministerio y Ejecutivos veteranos de ‘la
industria’, quienes determinaban las metas y los lineamientos estratégicos para
cumplirlas. En aquellos entonces, PDVSA operaba como una empresa del Estado
pero con políticas de gerencia y productividad privadas. PDVSA llegó a estar
considerada entre las 10 empresas más productivas del mundo y una de las 5
primeras de su sector. Venezuela obtenía, con esa PDVSA las divisas que el
Gobierno necesitaba, la industria se fortaleció dedicándose a ‘lo suyo’:
Exploración, extracción, comercialización, e incluso la refinación para el
consumo interno, y como consecuencia de todo lo anterior, el teniente coronel
Chávez recibió, en 1999, una industria petrolera sólida, confiable,
financieramente sana y con un programa de expansión extra-frontera conveniente
y en marcha: Refinerías en USA, el Caribe y Europa, una excelente flota de
tanqueros, el Instituto de Investigación Petrolera más importante del
continente y ‘productos’ de marca propias, como la Orimulsión, con los que pudo
realizar convenios internacionales de comercialización.
Doce años más tarde PDVSA es una empresa en
ruinas. Una empresa que dedica 2/3 partes de sus ingresos brutos a unas
actividades ajenas a su condición de empresa petrolera: los programas políticos
de Chávez, que éste ejecuta sin supervisión de la Asamblea Nacional ni de la
Contraloría del General de la República. Doce años después es una empresa
técnicamente quebrada por la malversación de sus ingresos... Por el robo de los
ahorros y de los planes de jubilación de sus trabajadores... Por las
sobrefacturaciones milmillonarias... Por el abandono de los planes de
exploración y de recuperación secundaria... Por el desmantelamiento de su
instituto de investigación petrolera... Por las groseras y escandalosas daciones
y regalías de sus productos a otros países en condiciones de irrecuperabilidad
contable. En apenas doce años, PDVSA
pasó de ser una empresa sólida, confiable y financieramente sana, a ser una
empresa que pierde mercado, que emite papeles de deuda internacional, no para
invertir en lo suyo (exploración, producción, refinación, comercialización) No,
ahora PDVSA se endeuda para cubrir caja. Para subsistir precariamente. Para
continuar siendo la caja chica del teniente coronel.
En cualquier país medianamente organizado, con
una justicia independiente y una sólida institucionalidad, este caso bastaría
para iniciar un sometimiento a juicio a quienes hicieron quebrar a la única
empresa generadora de divisas y de prosperidad en un país mono-productor.
Bastaría este caso para un antejuicio de mérito al Presidente y a los
burócratas y ejecutivos responsables del colapso y de la ruina de la industria
petrolera, pero no en esta Venezuela chavista, que es ‘oscuridad de los suyos y
candil para los extraños’. No en esta Venezuela subsumida por el castro
comunismo, cuyo Presidente regala a manos llenas todo lo que necesitan Cuba,
Nicaragua, Bolivia, el Ecuador y los del CARICOM, mientras desangra la vaca de
la leche negra y sus ciudadanos ven con espanto y resignación que los altos
precios del petróleo no les favorecen en nada, pero sí y mucho, a otros
ciudadanos de países que se han aliado circunstancialmente a Chávez, tan solo
por ‘el excremento del diablo’ que brota de sus pozos y engorda su
petro-chequera.
Tercer caso: Una guerra civil no declarada:
En Venezuela, la muerte y la violencia se han
convertido en eventos comunes entre sus habitantes, pero desde 1999 se vive en
un estado de conmoción similar al de una guerra prolongada y de mediano
impacto, en una guerra civil no declarada, en la que han muerto, entre 1999 y
2011, más de 150.000 ciudadanos solo por homicidios, una cifra espantosa sí
tenemos en cuenta que no incluye enfrentamientos entre bandas, ni crímenes
pasionales, ni la ‘resistencia-a-la-autoridad’ (curiosa forma de ocultar los
enjuiciamientos ejecutados por las autoridades civiles y militares). Son, para
ser exactos, 150.011 homicidios cuya cifra tampoco incluye averiguaciones
pendientes por muertes sin resolver, tampoco incluye los muertos en los
establecimientos penitenciarios ni las muertes accidentales. Es decir, hablamos de 150.011 ciudadanos
inocentes asesinados por bandas armadas, por delincuentes organizados, y en
algunos casos protegidos por el des-gobierno del teniente coronel Chávez. Y no
hablamos de números aproximados ni de estimaciones estadísticas. No, hablamos
de la sumatoria de las cifras oficiales emitidas, mes a mes... año a año, por
el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas -C.I.C.P.C-
el único organismo oficial de detectives, adscrito al Ministerio del Poder
Popular de Interior y Justicia.
La cifra de homicidios, acumulada al año 2011
y relacionados exclusivamente con homicidios en Venezuela es de tal magnitud,
que para tener una idea de la verdadera significación se requiere contrastarla,
no con las cifras de inseguridad de otros países, pues eso sería una gran
injusticia pues muy probablemente aquellas cifras de otros países con índices
de homicidios relevantes (como México, Colombia, Brasil y Argentina) incluyen
en sus guarismos todos los asesinatos, mientras que las maquilladas cifras
venezolanas -150.011 homicidios entre 1999 y 2011- no incluyen todos los
homicidios, como se puede ver en la leyenda de las cifras del C.I.C.P.C. Para
abrirte los ojos, permíteme que compare esa cifra con las de algunas guerras
recientes:
·
Guerra civil no-declarada en Venezuela vs. Guerra de USA-Corea
(1950-1953): Compara los 150.011 asesinatos en una Venezuela presuntamente ‘en
paz’ frente a los. 25.000 soldados norteamericanos caídos en combate. La de
Corea fue una guerra entre Corea del Sur, apoyada por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), y Corea del Norte, apoyada por la República Popular
China, con ayuda de material militar de la Unión Soviética. La guerra fue el
resultado de la división de la Península Coreana por un acuerdo de los
victoriosos Aliados de la Segunda Guerra Mundial tras la conclusión de la
Guerra del Pacífico al final de la Segunda Guerra Mundial.
·
Guerra civil no-declarada en Venezuela vs. Guerra USA-Vietnam
(1959-1975): Coteja los 150.011 homicidios de ciudadanos inocentes durante 13
años, frente a 57.685 soldados norteamericanos muertos en combate en 16 años.
Cabe recordarte que esa cifra de caídos escandalizó a la sociedad estadounidense,
con tal intensidad y con tanto efecto, que el Gobierno de los Estados Unidos se
vio obligado a iniciar, El 27 de enero de 1973, las negociaciones de la
Conferencia de París, firmándose unos acuerdos por los que se establecía el
cese del fuego y la retirada estadounidense de Vietnam del Sur, hito histórico
que aconteció en abril de 1975, pues con él se consumaba la victoria total del
FNL y el fracaso definitivo de los Estados Unidos, con la toma de Saigón y la
unión entre el Norte y el Sur, proclamándose la República Socialista de Vietnam
en abril de 1976.
·
Guerra civil no-declarada en Venezuela vs. Guerra árabe-israelí en junio
de 1967: Contrasta la cifra de 150.011 inocentes venezolanos asesinados en
4.745 días, frente a 777 israelíes y 15.000 soldados de la coalición árabe
muertos en la Guerra de los 6 días.
La refundación írrita de la República, la
ruina y el colapso de la industria petrolera venezolana y la guerra civil no
declarada muestran cuan perjudicial ha sido la gestión política, económica y
social del teniente coronel Chávez y de sus obsecuentes seguidores para los
ciudadanos sobrevivientes en Venezuela. Son solo 3 de los 1500 casos que
evidencian el profundo daño, las más de las veces irreparables, que sus
acciones y sus omisiones de gobierno han producido tanto al país-Nación como al
país-Estado. Un daño que los venezolanos tardarán décadas en reparar, y luego
de reparados tristemente se encontrarán con que se ha tirado por la borda
inimaginadas oportunidades que no volverán, fabulosos recursos naturales,
financieros y humanos que no se recuperarán, y que ahora Venezuela es cien
veces peor que aquella con la que se tropezó Chávez en 1998.
TERCERA PREGUNTA: ¿Qué están haciendo los
venezolanos ante este terrible panorama?
Esta es la gran pregunta. Una, cuya respuesta
puede abrir o cerrar el compás de esperanza para una nación que está sometida,
no solo a los vaivenes de los desaciertos cometidos, sino que está avasallada
por las resultas de la enfermedad de un tirano, cuya gestión, sostenida por los
altos precios petroleros, le permiten desarrollar políticas populistas que ‘por
ahora’ le generan un sólido piso político que bascula entre el 45 y el 51% de
aprobación, dependiendo de a cuál encuesta se le dé credibilidad. A los venezolanos
que respaldan al teniente coronel Chávez se les está inoculando el virus de la
defensa a ultranza del régimen frente a su muerte inevitable o una incapacidad
física permanente que consolide un previsible resultado electoral adverso el
venidero 7 de octubre.
Pero la firme voluntad de cambio de una
mayoría opositora ha puesto sus esperanzas en al menos dos vías de acción: La
vía electoral y la vía de la resistencia civil. Quienes respaldan la vía
electoral apoyan la ejecución de unos comicios para los que se han reagrupado
tras la figura de un joven político, el Gobernador de Miranda Henrique Capriles
Radonski, seleccionado en febrero de 2012 como candidato a la presidencia de
las oposiciones políticas, en unas primarias convocadas por la Mesa de la Unidad
Democrática a la que asistieron, para sorpresa de propios y extraños y de
manera espontánea, más de 3 millones de ciudadanos inscritos en el Registro
Electoral Permanente. Quienes transitan por esta vía afirman poseer un
candidato legitimado, un programa de acción gubernamental conocido y
consensuado, y una mayoría circunstancial del electorado, pero se enfrentan al
fantasma de un Poder Electoral subsumido a la voluntad del teniente coronel, a
un registro de votantes nada transparente que no ha sido convenientemente
auditado y en el que se afirma (y se muestran evidencias) existen entre 2 y 3
millones de ‘votantes fantasmas’.
A esta porción muy significativa de ciudadanos
se opone otra, desde la misma acera oposicionista aunque con menos seguidores:
La facción de quienes abogan por la ejecución de una resistencia civil
permanente y prolongada a la que llaman ‘Guarimba’, palabra de uno de los
dialectos de las tribus que habitaban el Valle de Caracas antes de la conquista
que significa ‘territorio’ pero también ‘lugar apropiado para el refugio o la
protección.’ El objetivo de la ‘Guarimba’ consiste en paralizar la actividad
del país para crear un caos anárquico en las principales ciudades de Venezuela
con la participación de la ciudadanía, a fin de obligar al régimen al abandono
del poder por la presión de sus ciudadanos.
Todos contra todos: Los venezolanos que apuestan por la
‘Guarimba’ para defenestrar al régimen chavista califican de ‘conchupantes’ a
los que desean vencerlo en unas elecciones presidenciales, pues consideran que
le ‘hacen el juego’ de validación a un régimen que ha conculcado todos los
poderes del Estado y que ha demostrado una sólida vocación de tiranía. Por su parte, los ‘electorales’ acusan a los
‘guarimberos’ de carecer de sindéresis política y de un plan post-Chávez de
llegar a prosperar su estrategia. Ante éstos dos segmentos poblacionales, un
cada vez más reducido grupo de chavistas apuestan ‘el todo por el todo’ y
ciegamente por la continuidad de su enfermo comandante y a lo que llaman
‘revolución’. En este último grupo se encuentran muchos militares y altos
funcionarios de gobierno que perciben que con la muerte o la incapacidad
política de su líder, el proceso desaparecerá irremediablemente y con él las
prebendas y los apoyos con los que han amasado gigantescas fortunas y realizado
sus propias agendas de poder. Todos ellos temen cruentas represalias, tanto de
opositores como de sus seguidores y son los que, desde hace algunos años, están
poniendo barbas en remojo, como lo ha hecho el ex-Magistrado y militar Eligio
Aponte Aponte, hoy por hoy, en territorio de los Estados Unidos en calidad de
testigo protegido.
Indiferentemente el grupo al cual le apuestes
en la vertiginosa ruleta política de Venezuela, todo parece indicar que nada
está decidido. Que cualquiera de ellos tiene posibilidades para imponer su
agenda, pero mientras pasan los días y los escenarios políticos reacomodan las
estrategias de cada uno de ellos, una voz que cruza ‘el mar de la felicidad’
parece retumbar desde La Habana y ordena:
Preparados... ¡Disparen, apunten, preparen
armas!
andresmorenoarreche@gmail.com
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