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sábado, 4 de febrero de 2012

NAUDY SUÁREZ FIGUEROA: MARÍA CORINA PROPONE ROMPER COROZOS

Una buena razón para preferir a María Corina Machado como candidata de la oposición en las elecciones presidenciales de este año se deriva de que su programa de gobierno aparece como el que atiende de manera más directa a desatar uno de los más fuertes nudos del problema venezolano de 2012, el relativo al papel de la propiedad.

Interesado en una expresión que hiciera gráfica la idea de que una buena razón para preferir a María Corina Machado como candidata de la oposición en las elecciones presidenciales de este año se deriva de que su programa de gobierno aparece como el que atiende de manera más directa a desatar uno de los más fuertes nudos del problema venezolano de 2012, el relativo al papel de la propiedad, recibí este inesperado auxilio de un "Diccionario libre" que está a la mano en Internet y trascribo sin correcciones:

Corozo. El corozo es la semilla de una planta silvestre, la cual es tan dura que no se puede cortar, sino que hay que cortarla con un serrucho. De ésta se hacen unos anillos muy bonitos a los cuales llamamos "anillos de corozo". Cuando un asunto o trabajo es difícil de terminar, suele entonces decirse: "vamos a romper corozos".

Trece años de malogrado experimento de un socialismo del siglo XXI degenerado en un verdadero sancocho cruzado de militarismo en mucho heredado de aquel caudillismo criollo decimonónico que originó el expresivo refrán: "No me diga general, que yo a naiden l'he robao") y comunismo a la cubana, han llevado a patentizar el grado de vulnerabilidad que, frente a un gobierno con pretensiones políticas hegemónicas, pueden llegar a exhibir los distintos estratos sociales de nuestro país.

Si dividiéramos nuestra sociedad venezolana de hoy en tres clases sociales principales: la alta, la media y la baja, ésta podría ser la conclusión a que sería factible llegar hoy en torno a dicho asunto: que la clase alta (a lo menos, una parte importante de ella, a la manera de la bancaria), ha prosperado como nunca a la sombra del actual gobierno, a cambio de la práctica, por su parte, de una genuflexión política tan económicamente rentable como moralmente deshonrosa; que la media, haciendo gala del mayor nivel de resistencia frente a la alternación de ataques y halagos gubernamentales, ha devenido en verdadero muro de contención de las pretensiones totalitarias del mismo y, finalmente, que la baja ha sido la víctima privilegiada de una suerte de política de mendicidad inducida, destinada a convertir a los pobres en mendigos, porque se puede ser pobre e independiente de criterio político, pero difícilmente el beneficiario de un salario concedido, por interés político, bajo la forma de una "misión" gubernamental y ciudadano libre.

Esa clase media venezolana que ha luchado sin reposo por recuperar una democracia implacablemente rebanada durante 13 años, ese grupo social que ha puesto de su seno, en aras de la libertad, heridos y muertos, presos y desterrados, y del cual más de 20.000 de sus integrantes, empleados en la industria petrolera, sacrificaron, en gesto sin paralelo, por esa misma libertad, empleos de los mejores pagados del país, ha evidenciado el valor que puede alcanzar dicho sistema de gobierno para aquellos ciudadanos que conjugan la condición de propietarios, de trabajadores o empleados y de personas con educación adquirida (para comenzar, educación política).

Es dentro de ese cuadro donde resaltaría con valor de bandera sustantivamente distinta el capitalismo popular propuesto a los electores del 12 de febrero por María Corina Machado: se tratarìa de obrar, ya operado el cambio de poder, de modo que el mayor número posible de venezolanos llegue a alcanzar la condición de pequeños y medianos empresarios o lo que es lo mismo, de pequeños y medianos propietarios.

Que un designio como el expuesto pudiera entrañar un paso de siete leguas para el futuro de la democracia en Venezuela tiene a su favor la prueba de la experiencia: la historia política y social de las naciones enseña que una democracia estable únicamente ha sido posible en ellas cuando su evolución social ha desembocado en la conformación de una clase propietaria con fuerte componente demográfico.

Propiedad y libertad, propiedad e igualdad resultarían correlativas, como lo comprendieron ya los fundadores de nuestra República al garantizarlas en las Constituciones de 1811 y 1819.

Cabría, pues, repetir: si queremos que la coyuntura política actual se resuelva en un cambio que libre al país en el futuro de aventuras electorales nacidas de la desesperación, a la manera de la de 1998, debemos votar por una propuesta que, como la de capitalismo popular, brinde una base distinta y verdaderamente firme a la nueva experiencia democrática en puertas. Por una propuesta que, lejos de la superficialidad, la timidez y los complejos ideológicos, "rompa el corozo".

"Vota duro, tan duro como el corozo": he aquí una posible fórmula, mitad política, mitad botánica, para echar a andar en dicho nuevo camino.

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