Me encanta escuchar la mentira, cuando ya sé toda la verdad. No tengo idea acerca de la autoría de la frase anterior, pero cuando llegó a mis ojos pensé de inmediato en la revolución. Mentira y revolución son una misma cosa.
MENTIROMETRO AL MAXIMO |
Desde Cuba Chávez habla de sabotaje eléctrico como la causa de los apagones en Zulia, al tiempo que anuncian medidas para controlar el consumo. Déjame entender esta vaina. La causa es sabotaje, pero vamos a racionar la energía. Para hoy se anuncian medidas para controlar o regular la demanda energética. El problema no es la producción ineficiente e insuficiente, es la demanda exagerada. El año pasado era la falta de lluvia –el niño- pues. A esa explicación se le ve la costura por todos lados. Mentiras encadenadas, una detrás de otra para justificar lo que no pueden justificar. Queremos energía, no excusas. Queremos resultados de un gobierno que no sabe producirlos.
Mientras eso sucede, las mentiras de la revolución giran en torno a la salud del presidente. Alguien afirma que cuando la información acerca de un evento está incompleta, las personas la terminan de llenar con las peores opciones. Aquí se rumora de todo, pues la información nunca fue clara, a tiempo, bien manejada y soportada. Una rodilla que lo retira de circulación por tres semanas, incluso de las cámaras de TV, de pronto se cura lo suficiente para trajinar en una gira por tres países, que termina en Cuba en una emergencia médica. El permiso que solicitare a la Asamblea, no mencionaba la fecha de regreso. Prefiero no comentar nada adicional.
En Casarapa, un urbanismo al este de Caracas, en la zona de Guatire, fallan los servicios desde que el gobierno tomó control de la compañía que lo hacía. No hacen nada derecho. Ahora la energía eléctrica, la basura y los servicios básicos no funcionan. Revolución e ineficiencia, son la misma cosa. Corrupción en la venta de cabillas, baja de la producción de cemento, promesas incumplidas, la goleta Leander y su fosa esperando por ser algo más que una valla de plástico en el Parque del Este. Los Hospitales en el suelo, las viviendas de fuerte Tiuna por comenzar y la montaña de mentiras sigue creciendo de tamaño.
Hoy le pedirán sacrificio al país, por la única vía que conocen, la de la regulación, prohibición y control, al mejor estilo de la revolución cubana. La culpa será de la oligarquía que consume mucha energía eléctrica o de los maracuchos que prenden los aires acondicionados. Hace una semana escuché de un chavista duro que la falta de agua en Caracas se debe a que los oligarcas llenan sus piscinas. Lucía convencido de la explicación, a la que agregó: claro, también es que no ha llovido.
Las mentiras se conocerán –más tarde o más temprano- y entonces yo disfrutaré escuchándola, bajo la premisa de que la verdad nunca pudieron esconderla. Al “mentirometro” de la revolución, se le acabaron las rayitas.
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