La política moderna sigue buscando fórmulas, atajos, formas de entender lo que pasa, que le posibilite comprender la complejidad de los fenómenos sociológicos que hacen que el electorado siga a unos y abandone a otros.
Está claro que buena parte de América Latina está frente a uno de sus mejores momentos, y de sus máximas oportunidades, como probablemente nunca antes se haya presentado.
El mundo está cambiando. Algunos países numéricamente significativos, están intentando salir de la pobreza y lo están consiguiendo. Cuando una comunidad transita ese recorrido, demanda más alimentos y de mayor calidad. No siempre la oferta puede acompañar el ritmo de esa creciente demanda, lo que obliga a un incremento importante de la producción y un panora ma de buenos precios para lo que nosotros generamos.
En definitiva un escenario altamente conveniente, favorable y con proyecciones que muestran que esa tendencia se sostendrá firme durante varios años, probablemente por un par de décadas o tal vez más.
Muchos dirán que es un momento inmejorable y que nuestros países se encuentran frente a una ocasión única, probablemente irrepetible. Por eso, quienes desde la política pretendan seguir los patrones de siempre y apelar a perimidas tácticas serán superados por la nueva dinámica.
La sociedad, el electorado está buscando a los mejores “interpretes”, a los que entiendan de un modo acabado como funciona este nuevo mundo y sean capaces de proponer ideas inteligentes para sacarle el máximo provecho a esta envidiable situación.
Los que crean que la vieja receta del clientelismo seguirá funcionando indefinidamente corren el riesgo de equivocarse. Los que piensen que con la tradicional cuota de populismo alcanza, se pueden encontrar con una importante sorpresa.
Los ciudadanos están buscando líderes que sepan interpretarlos, que sean los mejores ejecutores de lo que viene. Si no logran comprender lo que pasa, tener una visión moderna respecto del momento que vivimos, no estarán en condiciones de ofrecer nada.
La política cambió. Ya no es la misma. Este escenario no es para los que creen que el futuro es una mera prolongación del presente. Las reglas que rigen las relaciones sociales se están modificando, y lo seguirán haciendo. Los políticos que no logren visualizar con claridad estas modificaciones en las relaciones de poder, estarán frente al comienzo del final de sus carreras.
Se viene un tiempo distinto para América Latina, se viene un cambio que nos excede y que ni siquiera lo pudimos imaginar. Se viene dando de este modo, con un sinfín de sucesos externos, ajenos a nuestra realidad, pero que tienen, cada vez más, un contundente impacto en la presente, y en el futuro.
Las formas de hacer las cosas, la capacidad de proponer ideas superadoras, de moverse de un modo distinto, de comprender lo que sucede, serán los nuevos ingredientes de la política que se está instalando entre nosotros.
Ciudadanos con menos temores, mas osados, capaces de tomar los beneficios del clientelismo, pero tener criterio propio a la hora de establecer sus preferencias, son algunos de los ingredientes de esta nueva manera de ver la política y la contienda electoral. Ejemplos abundan en elecciones generales y comunales, con líderes carismáticos y de los otros. Las viejas matrices del poder están cediendo frente a las que se empiezan a instalar.
Los políticos que no sintonicen esta música pasarán a la historia sin más. Su tiempo se agota. O recambian la mirada, se ajustan a lo que se viene, para pasar a ser dirigentes de utilería, descartables, obsoletos en el nuevo esquema.
La gente es más inteligente, menos miedosa, más pícara e informada. Por supuesto que aun conviven con nosotros el temor, la ingenuidad, la ignorancia y la torpeza, pero cuidado con generalizar y caer en las simplificaciones del pasado. El nuevo escenario es mucho más complejo, sofisticado y difícil que los del pasado.
Una luz de esperanza se abre paso. Y no es que estemos exentos de los errores del pasado, solo que ahora una nueva clase política tendrá que aflorar. Aun la más despreciable de sus versiones, deberá reciclarse para mostrar su capacidad de adaptación, porque con las viejas prácticas solo podrán desbarrancar y quedarán invariablemente fuera de juego.
A la sociedad le cabe apegarse fuertemente a esta corriente, profundizar estos pasos, acelerar los tiempos y ganar independencia de criterio, ese que le permite diferenciar a los corruptos de los honestos, a los capaces de los inútiles, a los genuinos e íntegros, de los capangas y perversos.
A esta dosis de optimismo, le falta la contraparte, la que deberemos aportar como sociedad, como ciudadanos, como electores, la inteligencia para agudizar los sentidos y percibir, de ahora en más, con meridiana claridad, y poder diferenciar a unos de otros.
América Latina tiene un futuro que es prometedor. Solo necesitamos encontrar a los mejores intérpretes de esa realidad, a los ejecutantes sobresalientes que precisamos para esta etapa, para poder respaldarlos con convicción y, para que estas circunstancias favorables se conviertan en la oportunidad de cambiar nuestra propia historia. Solo debemos buscar a los mejores intérpretes.
Alberto Medina Méndez - amedinamendez@gmail.com
www.albertomedinamendez.com
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