Orwell decía: "Lo verdaderamente aterrador del totalitarismo no es que cometa atrocidades, sino su ataque al concepto de la verdad objetiva: declarando su control sobre el pasado e igualmente sobre el futuro". Para ello se tiene que recurrir obligatoriamente a la corrupción del lenguaje, sobre todo al lenguaje político donde hay que distorsionar eventos y conceptos llamándolos de otra manera, se hace tarea fundamental generalizar particulares, extender significados hasta que ya no signifiquen nada, se establece una especie de circuito donde el pensamiento corrompe el lenguaje y el lenguaje corrompe el pensamiento.
De ello tenemos un rollo bien largo, pues desde el primer día que Chávez tuvo acceso a los medios de comunicación masiva no ha cejado en su intento por distorsionar la realidad, llamándose el gobierno de los pobres cuando los dirigentes de la revolución son los más ricos del país, autocalificándose de probos y morales cuando son los más corruptos, acusando a los demás de golpistas y fomentadores de la violencia cuando son ellos los que propician la violación de la ley y fomentan el terrorismo, llamar a una situación de "absoluta normalidad" cuando reina el desorden más absoluto. Como buen comunista, sabe del uso de las dos herramientas fundamentales de la argumentación marxista, el historicismo, que es una corriente de la filosofía que somete al ser humano a la tiranía de los vaivenes de la historia, a la lucha de clases, a la hegemonía de las superestructuras, se trata de una excusa (la historia) para justificar cualquier fracaso, acto violento, crimen o imposición de un gobierno. Y a la dialéctica, que es el viejo truco retórico de convertir un concepto en su contrario por medio de inconsistencias y trucos del lenguaje, el comunista hace uso de la retórica como fórmula para derrotar la lógica del discurso, es muy dado al uso de las etiquetas o "memes" con el propósito de descalificar o exaltar cualidades positivas en sus argumentos. Si a esto agregamos algunas técnicas de adoctrinación estalinistas, principalmente las referentes al uso del miedo y la promesa de la violencia, algunos trucos publicitarios y de campaña mediáticas goebbelianos, sobre la disposición masiva de la desinformación y la mentira, y las sofisticadas tesis gramscianas sobre la hegemonía, o cómo ablandar la conciencia de los hombres antes de robarle definitivamente su capacidad de discernimiento por medio de la saturación mediática, tendríamos ya de por sí un peligroso coctel para la manipulación y la falsificación de la realidad, pero ha sido con el pensamiento postmodernista, en especial con el estructuralismo, una forma de crítica que desmonta los conceptos y visiones del mundo (del lenguaje que es la base del pensamiento) a sus elementos más básicos con el fin de negarles consistencia, haciendo presa todo concepto de un origen ideológico, de esta manera es como se ha venido dudando sistemáticamente de la certeza y destruyendo la verdad, con la utilización de un lenguaje propio (al que denomino chavista) que nadie sabe qué significa pero sirve para manejar las pasiones más primitivas del ser humano.
Nuestros rojos endógenos han venido utilizando sobre la población todas estas herramientas de control del pensamiento, implacablemente, por diez largos años. Lo extraordinario del asunto no es que exista gente que crea, a estas alturas, que Chávez es un buen presidente y el hombre necesario, que su entorno lo tienen engañado, que todo lo malo que sucede es por culpa de otros, y que a pesar de las evidencias, haya gente capaz de darle su voto para que los sigan torturando, no, lo fantástico de esta historia es que hay una mayoría inmensa de venezolanos que está harta de Chávez y su circo y que quieran salir de él, y hay dos razones para este fenómeno, la primera, que existen medios de comunicación libres e independientes que con mucha valentía han encarado esta amenaza y mostrado la realidad sin miedo, a pesar de las sensibles bajas que hemos tenido. Segundo, que en el aparato comunicacional del Gobierno hay mucho mediocre, y lo que hacen es ponernos en sobre aviso cada vez que nos van a manipular. Aún así, el daño perpetrado es grande y tomará tiempo repararlo, empezando, porque trataron de hacernos creer que los venezolanos éramos socialistas, que nuestros aborígenes, que Cristo, Bolívar y todos nuestros héroes patrios eran socialistas, que el descubrimiento de América fue lo peor que nos pudo pasar, que los cubanos no vinieron a invadirnos por Machurucuto, sino a alfabetizarnos. Que Fidel y el Che son los epígonos de la libertad y la justicia, que los bolivianos, los cubanos, los nicaragüenses, los ecuatorianos y otros, tienen más derecho sobre nuestro petróleo que nosotros, que el país es de Chávez y su familia, que Chávez nos gobernará por siempre porque sin él, se acaba el mundo.
En sus estudios sobre el lenguaje y el poder, Foucault llegó a determinar que el poder no es solo represión, sino también incitación al discurso, a ese discurso alienante e intimidante que hace de un grupo político, un factor de poder generador de violencia. Roland Barthes remata esta idea recordándonos "que el fascismo no es impedir decir, es obligar a decir".
Es lamentable, pero este trabajo de lavado de cerebro ha funcionado en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, en algunos de nuestros jóvenes de zonas marginales y personas sin cultura, en nuestros militares y en los analfabetas funcionales debido a que no tienen una personalidad formada y sus defensas a la manipulación son mínimas, hay una generación de venezolanos allá afuera que va a necesitar ayuda para recomponer su psique dañada por estos criminales chavistas, que se dedicaron a hacerles creer que el socialismo bolivariano es una corriente política democrática, que somos borregos y que el mundo es un charco de odio, sobre todo lo digo por los profesionales de la comunicación que laboran en los medios del Estado y que de manera perversa y absolutamente consciente, usan sus conocimientos para dañar el alma del país, se trata de un grupo de criminales tanto o más peligrosos que los colectivos violentos que se encargan de "romper" los huevos para hacer la tortilla, y que, más pronto que tarde, tendrán que rendir cuentas de sus actos.
percival367@yahoo.com
De ello tenemos un rollo bien largo, pues desde el primer día que Chávez tuvo acceso a los medios de comunicación masiva no ha cejado en su intento por distorsionar la realidad, llamándose el gobierno de los pobres cuando los dirigentes de la revolución son los más ricos del país, autocalificándose de probos y morales cuando son los más corruptos, acusando a los demás de golpistas y fomentadores de la violencia cuando son ellos los que propician la violación de la ley y fomentan el terrorismo, llamar a una situación de "absoluta normalidad" cuando reina el desorden más absoluto. Como buen comunista, sabe del uso de las dos herramientas fundamentales de la argumentación marxista, el historicismo, que es una corriente de la filosofía que somete al ser humano a la tiranía de los vaivenes de la historia, a la lucha de clases, a la hegemonía de las superestructuras, se trata de una excusa (la historia) para justificar cualquier fracaso, acto violento, crimen o imposición de un gobierno. Y a la dialéctica, que es el viejo truco retórico de convertir un concepto en su contrario por medio de inconsistencias y trucos del lenguaje, el comunista hace uso de la retórica como fórmula para derrotar la lógica del discurso, es muy dado al uso de las etiquetas o "memes" con el propósito de descalificar o exaltar cualidades positivas en sus argumentos. Si a esto agregamos algunas técnicas de adoctrinación estalinistas, principalmente las referentes al uso del miedo y la promesa de la violencia, algunos trucos publicitarios y de campaña mediáticas goebbelianos, sobre la disposición masiva de la desinformación y la mentira, y las sofisticadas tesis gramscianas sobre la hegemonía, o cómo ablandar la conciencia de los hombres antes de robarle definitivamente su capacidad de discernimiento por medio de la saturación mediática, tendríamos ya de por sí un peligroso coctel para la manipulación y la falsificación de la realidad, pero ha sido con el pensamiento postmodernista, en especial con el estructuralismo, una forma de crítica que desmonta los conceptos y visiones del mundo (del lenguaje que es la base del pensamiento) a sus elementos más básicos con el fin de negarles consistencia, haciendo presa todo concepto de un origen ideológico, de esta manera es como se ha venido dudando sistemáticamente de la certeza y destruyendo la verdad, con la utilización de un lenguaje propio (al que denomino chavista) que nadie sabe qué significa pero sirve para manejar las pasiones más primitivas del ser humano.
Nuestros rojos endógenos han venido utilizando sobre la población todas estas herramientas de control del pensamiento, implacablemente, por diez largos años. Lo extraordinario del asunto no es que exista gente que crea, a estas alturas, que Chávez es un buen presidente y el hombre necesario, que su entorno lo tienen engañado, que todo lo malo que sucede es por culpa de otros, y que a pesar de las evidencias, haya gente capaz de darle su voto para que los sigan torturando, no, lo fantástico de esta historia es que hay una mayoría inmensa de venezolanos que está harta de Chávez y su circo y que quieran salir de él, y hay dos razones para este fenómeno, la primera, que existen medios de comunicación libres e independientes que con mucha valentía han encarado esta amenaza y mostrado la realidad sin miedo, a pesar de las sensibles bajas que hemos tenido. Segundo, que en el aparato comunicacional del Gobierno hay mucho mediocre, y lo que hacen es ponernos en sobre aviso cada vez que nos van a manipular. Aún así, el daño perpetrado es grande y tomará tiempo repararlo, empezando, porque trataron de hacernos creer que los venezolanos éramos socialistas, que nuestros aborígenes, que Cristo, Bolívar y todos nuestros héroes patrios eran socialistas, que el descubrimiento de América fue lo peor que nos pudo pasar, que los cubanos no vinieron a invadirnos por Machurucuto, sino a alfabetizarnos. Que Fidel y el Che son los epígonos de la libertad y la justicia, que los bolivianos, los cubanos, los nicaragüenses, los ecuatorianos y otros, tienen más derecho sobre nuestro petróleo que nosotros, que el país es de Chávez y su familia, que Chávez nos gobernará por siempre porque sin él, se acaba el mundo.
En sus estudios sobre el lenguaje y el poder, Foucault llegó a determinar que el poder no es solo represión, sino también incitación al discurso, a ese discurso alienante e intimidante que hace de un grupo político, un factor de poder generador de violencia. Roland Barthes remata esta idea recordándonos "que el fascismo no es impedir decir, es obligar a decir".
Es lamentable, pero este trabajo de lavado de cerebro ha funcionado en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, en algunos de nuestros jóvenes de zonas marginales y personas sin cultura, en nuestros militares y en los analfabetas funcionales debido a que no tienen una personalidad formada y sus defensas a la manipulación son mínimas, hay una generación de venezolanos allá afuera que va a necesitar ayuda para recomponer su psique dañada por estos criminales chavistas, que se dedicaron a hacerles creer que el socialismo bolivariano es una corriente política democrática, que somos borregos y que el mundo es un charco de odio, sobre todo lo digo por los profesionales de la comunicación que laboran en los medios del Estado y que de manera perversa y absolutamente consciente, usan sus conocimientos para dañar el alma del país, se trata de un grupo de criminales tanto o más peligrosos que los colectivos violentos que se encargan de "romper" los huevos para hacer la tortilla, y que, más pronto que tarde, tendrán que rendir cuentas de sus actos.
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SAÚL GODOY GÓMEZ
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