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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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miércoles, 29 de julio de 2015

BEATRIZ DE MAJO, XI, LA REVOLUCIÓN DE LOS VALORES, CHINA HOY,

Una purga sin clemencia forma parte destacada y visible de la agenda de gobierno de Xi Jinping desde que se instaló en Beijing hace poco más de dos años. Un rescate de valores desde lo alto del poder se ha estado instaurando en este tiempo y la lucha anticorrupción ha pasado a ser la bandera del gobernante que se está diferenciando de sus predecesores a través de un ejercicio de adecentamiento de la función pública.

 El último hecho protuberante fue el arresto , hace pocos días, de un miembro del partido comunista, Ling Jihua, quien además había tenido la alta responsabilidad de ser asistente directo del presidente Hu Jintao. Este funcionario simbolizaba todos excesos que es posible cometer desde el poder lo que, en la opinión del Xi, socaba la legitimidad del propio partido. El asunto es que ya se cuentan por decenas los miembros de la elite comunista investigados o privados de libertad habiendo rodado, para esta hora, cabezas de figuras muy connotadas dentro, incluso, de los altos rangos militares.
Sería una ligereza pensar que el nuevo gobernante intenta imponer su poder y desplazar a quienes le hacen sombra en el Partido Comunista, como sus detractores quieren hacer ver. Los movimientos recientes por poner a un lado las manzanas podridas provienen más bien de un ejercicio valiente de rescate de valores que –al hurgar en  la Historia china- es evidente que provienen de las teorías confucionistas sobre el comportamiento del individuo y del Estado. Así lo acaba de reseñar un interesante trabajo de análisis político del prestigioso semanario ingles The Economist.
Al abrazar la Revolución Comunista, Mao Tse Tung abandonó el legado de valores del   Confucionismo, la tendencia de pensamiento abrazada por los chinos con pasión a lo largo de cientos de años. Mao consideraba que las tesis de Confucio habían sido las causantes de las desgracias sufridas por China durante siglos. Al distanciarse de la sabiduría confucionista consiguió alejar a los altos personeros gubernamentales de principios de comportamiento harto valiosos para el ejercicio del poder: probidad en el manejo del estado, la rectitud, la rendición de cuentas.  
Confucio preconizaba una moral política que no se distancia de una moral personal ya que, al contrario de lo que usualmente se piensa, su corriente de pensamiento no fue nunca una doctrina para las masas sino, más bien, una ideología para la elite. El nuevo socialismo de Mao, que no se diferenciaba en mucho de otros movimientos socialistas occidentales, barrió con aquellos valores e impuso un orden autoritario sin asideros morales.
Xi Jing Pin viene de regreso y los movimientos de adecentamiento de los cuadros de gobierno y del estamento militar van en el sentido de recobrar para su sociedad valores puestos en vigilia desde mediados del siglo pasado. El hombre que acumula en su batuta la conducción del gobierno de la gran potencia china, la dirección del partido comunista y la presidencia de la Comisión militar Central, está determinado a imponer el rescate de principios milenarios. Pero la revolución de la conciencia que preconiza es mucho más que un acto firme de ejercicio de poder.  Lo que Xi plantea es escribir un nuevo capítulo en la historia política de su país, retornando principios morales que el pueblo chino había abrazado con pasión de su padre espiritual y que el Comunismo simplemente enterró.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo

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lunes, 19 de enero de 2015

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, TIEMPO DE PRINCIPIOS Y VALORES

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ
En estos días sombríos que vive la República se acumulan sucesos que obligan a reflexiones profundas sobre el presente y el futuro inmediato. Dos de ellos están referidos a personas humanas, tan queridas como valiosas, desaparecidas físicamente pero siempre presentes en el recuerdo y en el respeto al importante legado que nos dejan.

La primera en fallecer fue la Hermana Francisca en Maracaibo. Ana Josefina Tobón, colombiana de nacimiento, pero con más de cuarenta años en Venezuela, fundadora y regente de la Casa de la Misericordia. Se trata de una institución especial, dedicada a lo que su nombre indica. Me correspondió ayudarla para su inauguración y posterior desarrollo, bien como Gobernador  en 1991, bien como entrañable servidor de la Hermana en todo cuanto fuera necesario. La quise mucho, como tantas personas y familias que tuvieron la fortuna de contar con su asistencia y permanentes oraciones.

Sin habernos repuesto de su fallecimiento, nos llegó la información de la muerte del gran amigo y compatriota Alberto Quirós Corradi . Golpe fuerte. No pude asistir ni al entierro, ni acompañar a la familia durante la cremación, por estar en Maracaibo por varios días. Pero no logro recuperarme. Mucho se ha escrito sobre su vida y su obra en los diversos campos en los que dejó sello imperecedero, más allá del servicio cumplido en la industria petrolera. Consejero, asesor y excelente analista de la realidad diaria de todo lo cual dejaba constancia en su columna semanal de opinión. Misión cumplida, podríamos decir.

Pérdida irreparable para esta nación necesitada de hombres como Alberto y para quienes tuvimos la fortuna de ser amigos entrañables. Para Yolanda y los hijos, un fuerte abrazo solidario. El patrimonio humano del país sufre una importante baja.

De lo tercero hablaremos con más calma y serenidad. Se trata del señor Maduro, de su extraño peregrinaje de mendigo nacional, del terrible fracaso registrado y del creciente deterioro de su gobierno, del régimen y de la propia República. Un caso extremo de pena ajena y propia que obliga a replantear a fondo, la urgente necesidad de un cambio inaplazable.

Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz

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viernes, 19 de diciembre de 2014

PEDRO PABLO FERNÁNDEZ, ¿CUÁNDO FUE QUE NOS PERDIMOS?


PEDRO PABLO FERNÁNDEZ
La semana pasada, regresando de Cojedes, encontramos una larga cola. Un camión había volcado y estaba siendo saqueado por una poblada mientras un hombre con una herida en la cabeza suplicaba que no se llevaran los cauchos. El hecho me recordó aquel camión de carne que chocó contra el puente de Los Ruices en Caracas, en el que la gente trepaba para llevarse su pedazo mientras el chofer agonizaba.

Demostraciones tristes de la pérdida de valores que hemos sufrido. En esos momentos la solidaridad, el amor al prójimo, el valor de la vida de un ser humano igual a mí brillan por su ausencia. Es la demostración de una sociedad individualista que le rinde culto al dinero.

El otro día, estando con mi hija de 10 años, me llamó un amigo muy querido de Santa Cruz del Este. Un hombre bueno que ha trabajado duro toda su vida, pero que en los últimos tiempos la ha pasado mal. Me dijo que su mamá se estaba muriendo y no tenía dinero para viajar a Güiria: “No tengo un bolívar, se va a morir la vieja y no me voy a poder despedir”.

Quedamos en vernos en Concresa y ahí, muy afectado, me repitió lo mismo frente a mi hija, quien lo escuchó con una carita muy triste. Le entregué un dinero y me dijo: “No sabes cómo te lo agradezco”, y le conteste: “No tienes nada que agradecerme, lo hago con todo cariño”. Nos dimos un abrazo y se fue. Entonces mi hija me dijo: “Pobrecito”, a lo que respondí inmediatamente: “Todos los seres humanos en este mundo sufrimos y tenemos problemas. No quiero que sientas lástima, lo que quiero es que te des cuenta del valor que tiene el dinero. Si yo te comprara a ti todo lo que tú quieres no tendría para darle, y te quiero a ti mil veces más que a él, pero para mí es mucho más importante haberlo podido ayudar a que vaya a ver a su mamá enferma que comprarte una muñeca más. Ella me preguntó: “¿Por qué le dices que no tiene nada que agradecer?”, y le contesté: “Ayudarlo a que pueda ver a su mamá me hace feliz y él no tiene que agradecerme por algo que me está haciendo feliz a mí también”.

Aurelio me dio una oportunidad única de enseñarle a mi hija en qué consiste la felicidad, y él no tiene ni idea del favor que me hizo.

Los valores que yo trato de inculcarle a mi hija son los que me enseñaron mis padres y son la esencia de lo que somos los venezolanos. Nos perdimos en algún momento y tenemos que volvernos a encontrar.

Pedro Pablo Fernández
@pedropabloFR
pfernandez@ifedec.com

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martes, 26 de agosto de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., VALORES DE UNA VERDADERA DEMOCRACIA

En una verdadera democracia, el Jefe de Estado está obligado a garantizar la estabilidad institucional, además de proteger los derechos y libertades de los ciudadanos, a quienes debe su cargo institucional.

El Jefe de Estado de un país debe trabajar afanosamente para que la lucha política no deteriore las instituciones democráticas y por tanto, para que no se legisle en contra de la separación de poderes, de la estricta independencia judicial o de los derechos de cada ciudadano a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la igualdad ante la ley. La persona que ejerce la Jefatura de un Estado debe garantizar el pluralismo democrático, como única alternativa viable institucionalmente para que, actuando con independencia política, las diversas fuentes del poder sean minimizadas ante posibles alteraciones de la institucionalidad.

Las funciones de un Jefe de Estado son importantes, porque sencillamente es la esencia misma en una sociedad civilizada, y solo se consigue extensa y abiertamente, cuando las instituciones respetan los derechos individuales, por encima del poder político, por cuanto son “derechos inmanentes a la naturaleza del hombre libre” y, por tanto, inalienables por el poder político y previos a cualquier Constitución, lo cual significa que un Jefe de Estado debe velar siempre por la protección efectiva de los derechos civiles de todos y cada uno de los ciudadanos y exigir que exista estricta sujeción a la Constitución y funcionamiento de todas las instituciones. Ello significa que por ser uno de los pilares centrales que sostiene la Constitución, el Jefe de Estado tiene la responsabilidad máxima y debe evitar que degeneren las instituciones en contra de los derechos y libertades de los ciudadanos.

Parecen olvidar quienes detentan el poder desde hace 15 años, que la democracia es un sistema de gobierno en el que los ciudadanos tienen los siguientes derechos y libertades: a) elecciones libres y competitivas b) Libertad de expresión y de organización política. C) Libertad de prensa y de cultos. D) Un poder legislativo atenido a defender el orden social. Con la violación de la propia Constitución o “La bicha”, como la calificó indignamente el extinto Chávez, estamos en presencia de un sistema de gobierno que contradice las justas aspiraciones de la mayoría del pueblo venezolano y los hechos – por nombrar solo algunos – saltan a la vista como la censura a los medios de comunicación y a sus protagonistas los hacedores de la noticia, a quienes se les expone al escarnio público, además de responsabilizarles por todo cuanto supuestamente afecta a la tan mentada revolución socialista del siglo XXI . A ello se suma la utilización de la fuerza militar, para reprimir a quienes protestan contra la políticas (¿) del régimen.

Olvidan también  estos socialistas de nuevo cuño, que existe una particularidad del sujeto sapiente que se adentra en el conocimiento del mundo que le rodea y de su propia vida, que se refleja en la realidad circundante del entorno social. Es evidente el afán que tienen por aprobar una nueva Ley con la que desaparecería el Colegio Nacional de Periodistas, la cual permitiría el libre ejercicio de nuestra noble profesión – la más hermosa como diría el fallecido Premio Nobel, el Gabo García Márquez -, a personas sin la más mínima formación académica, a las que ya vemos en las televisoras públicas asumir más el papel de inquisidor que de periodista. Obviamente desconocen que la objetividad e interacción fluye a través de la actividad práctica del periodismo que orienta, forma, intercambia vivencias, conocimientos, emociones, pensamientos y que la labor de comunicar es conceptuada como el hecho social omnipresente y permanente, actividad que la asume al informar, el periodista, quien revestido de ética maneja la información y opinión exponiéndose a riesgos, malas interpretaciones y falsos compromisos.

Como periodistas profesionales concebimos la encrucijada que se nos presenta, cuando en el alto gobierno se tornan irascibles, por el solo hecho de dar a conocer a la opinión pública, hechos reñidos con la conducta que deben mantener quienes prestan sus servicios en las distintas dependencias, empresas, instituciones del estado y de las Fuerzas Armadas, los cuales suceden a menudo en los últimos tiempos, y que la sociedad en una democracia está obligada a conocer, pues se aplica no sólo a la información u opinión que tiene acogida favorable, sino también a las que ofenden y escandalizan.

Molesta acaso, que los medios de comunicación por su propia naturaleza y función de mantener informada al colectivo nacional, publiquen informaciones que ponen en entredicho la capacidad, operatividad y competencia en el manejo del poder. Pretenden silenciar hechos como el del presupuesto nacional aprobado para el 2014, el cual ascendía a más de 552 mil millones de bolívares, pero que entre enero y agosto la Asamblea Nacional aprobó 197 créditos adicionales, por una cifra mayor a los 280 mil millones de bolívares, tal como lo denunció el diputado  Elías Matta; que los bonos de la República y de Pdvsa mostraron una fuerte caída en los mercados internacionales, luego de una semana en la que el valor de los títulos descendió de manera inusual hasta seis puntos en promedio ante las expectativas negativas de los inversionistas por la ausencia de toma de decisiones económicas del gobierno; que el Frente de Víctimas contra la Represión y el Foro Penal Venezolano en Carabobo, denuncien que varios de sus integrantes, así como detenidos en agosto son blanco de persecución, intimidación y abuso sexual; que el ministro para la Alimentación, Hebert García Plaza, informe que fueron detenidos 15 trabajadores de la red Mercados de Alimentos (Mercal), por su presunta participación en el delito de desvío de alimentos, especialmente de carne; que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, denuncie la detención de un ciudadano por supuestamente “incitar al odio”, a través de la cuenta en Twitter @Anonymuswar, o que, finalmente, Nicolás Maduro reitere su ataque contra la oposición acusándoles de estar incitando al pueblo para que se “arreche” y salga a la calle. ¿Esto último, acaso no es una instigación a la violencia?. ¡La salsa que es buena para el pavo, también  es bueno para la pava!

No podemos imaginar a nuestro pueblo sin una actitud reflexiva, y sin la libertad individual, uno de los pilares esenciales de toda sociedad democrática, la cual basa su progreso amparada en los pilares que la fundamentan, entre otros, la libertad de expresión, que es silenciada muchas veces con el sonido de las balas, atentados, secuestros y todo abuso de poder con los que se pretende acallar la voz y la pluma de periodistas anhelantes de grandes ideales, en el marco de la objetividad, información veraz y oportuna y el respeto a la moral e integridad de las personas.

Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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martes, 8 de julio de 2014

PABLO ROMERO, CAMBIO CULTURAL Y VALORES, DESDE URUGUAY

Entre las tareas claves que la actividad política supone, se encuentra la de tomar decisiones que definan los valores culturales deseables para la sociedad. Existe, pues, un vínculo indisoluble entre el actor político y los valores culturales, lo cual no solamente supone una fuerte responsabilidad ética, sino una preparación intelectual acorde a la complejidad del asunto. Desafío aún mayor en tiempos globales, en los cuales el aceleramiento de los cambios nos enfrenta a nuevos horizontes y lo valorativo se vuelve una necesidad para la comunidad en su conjunto.

La globalización, ese tiempo histórico que nos toca vivir, ha dado un nuevo giro al viejo debate entre valores universales y relativos. En el campo cultural, se ha virado de su concepción más tradicional -donde cultura se  igualaba a civilización, se planteaban diferentes grados culturales en los individuos y entre las sociedades, se proponía un canon universal y se hablaba en términos de cultos e incultos, alta y baja cultura- al giro que los estudios antropológicos le dieron al asunto, priorizándose la idea de diversidad y postulando que todas las culturas tienen el mismo valor. 
En esta perspectiva, no existen grados de valor cultural, en la medida que todo es cultura y todos somos cultos. Aquí los valores culturales, pues, no son universales sino relativos a cada cultura. La concepción postmoderna acentuará esta mirada y nos pondrá nuevamente frente a un dilema de larga data en la historia del pensamiento.
Mario Vargas Llosa, en una exposición titulada Discurso de la cultura –a la cual, por cierto, se puede acceder a través de la web- plantea el debilitamiento del concepto de cultura, en la medida de que si todo es cultura, ya nada lo es, proclamándose abiertamente en contra del relativismo cultural y sus consecuencias. El valorar, el sopesar, el elegir, parece haberse convertido en mala palabra, en algo propio de “conservadores” y “autoritarios” y es, al menos, políticamente incorrecto sostener que determinados valores culturales son preferibles a otros. La diversidad cultural parece haber devenido en una incapacidad valorativa y, a partir de esa situación, la decadencia de los valores culturales se convirtió en un signo de nuestra época. Se ha impuesto la mirada de que “todo vale lo mismo”, lo cual -dirá el premio nobel peruano- no ha significado más que decir que “ya nada vale”.
Por otra parte, la idea de un canon universal siempre ha supuesto una mirada elitista y la marginación de toda expresión cultural que no estuviera en sintonía con esa medida de todas las cosas. Y los juegos de poder parecen emerger allí más claramente, en tanto, en definitiva,  ¿quién establece el canon y bajo qué legalidad?
El fuerte acento en la diversidad cultural ha dotado a nuestras sociedades de una mayor riqueza y ha permitido escabullirnos del autoritarismo de la considerada a sí misma elite cultural.
Ambos posicionamientos llevados a su extremo -ya sea el autoritarismo cultural del universalismo o el relativismo que ya nada valora- parecen ser fieles representantes del agotamiento de un momento u otro del transcurso de los más recientes cambios culturales de nuestra humanidad. En ese vaivén pendulante de conceptos hegemónicos que suele mostrar la historia, los cambios culturales de la globalización posmoderna parecen haberse inclinado fuertemente a favor de un relativismo que ha ido exacerbando su postura y que, sin embargo, comienza lentamente a generar un movimiento en contrario.
El aporte innegablemente positivo de los estudios antropológicos en el campo de la cultura, el beneficio conceptual y democrático de la idea de diversidad cultural, son valores que han llegado para quedarse, pero que en su propio devenir han instalado el germen de la vieja tradición universalista de marcar límites valorativos, en tanto comienza a operar socialmente el reclamo de escapar a las consecuencias de su radicalización.
Aunque Vargas Llosa pueda sonar demasiado fatalista, no parece estar tan errado en su presunción de que los cambios culturales de las últimas décadas no han hecho más que debilitar el concepto de cultura, hasta el punto de casi darle muerte. 
¿Estamos frente al “fin de la cultura”? Ciertamente, no, pero quizás como en ningún otro período de tiempo, el desafío es enorme, porque la sociedad se ha complejizado como nunca antes y la diversidad ha aflorado con toda su magnitud -aunque en un movimiento global que en su contracara tiende también a envasar, caricaturizar y homogeneizar esa misma heterogeneidad que proclama, alienta y genera- y el valorar, el discriminar positivamente entre los diversos grados de valores en juego, pasa a ser la tarea central  que tenemos por delante.  Y esta conlleva el regreso a un ejercicio fundamental para la salud democrática de toda sociedad: el debate fundado en la capacidad argumentativa, donde la pluralidad de miradas de todos los actores involucrados se pone en juego dialécticamente y se cristaliza en tomas de decisiones surgidas a partir de la consagración de los mejores argumentos. Y con la mirada apuntando al campo ético y a la mejor construcción posible de un factor que resulta más decisivo que el capital económico en esta sociedad del conocimiento: el capital cultural.
La labor es compleja, en la medida que se debe oscilar entre dos procesos por momentos complementarios, por momentos contradictorios, característicos de la globalización cultural: por un lado, uno que visualiza los procesos de cambio cultural en los niveles globales, y, por otro lado, aquel que considera el contexto local de cultura. Se rescatan y se acentúa la defensa de las identidades culturales autóctonas, a la par que el movimiento global abre las puertas a la convivencia en un bricolaje de identidades, a la composición cultural híbrida. No la tienen sencillo quienes de algún modo están en el primer frente de esta batalla entre los cambios culturales y los valores.
¿Y quiénes son aquellos que están en ese primer frente? ¿Qué actores constituyen lo público, son determinantes en la producción y circulación de los valores culturales y proyectan las posibilidades de enriquecimiento del capital cultural en una sociedad?  Entiendo que existen al menos cinco actores fundamentales, relacionados y en modo alguno interdependientes: el núcleo familiar, las instituciones educativas, los medios de comunicación, los gestores culturales y los actores políticos.
Y en buena medida cualquier proyecto político inteligente y deseable para el bien común de una sociedad contemporánea, debe construir sus políticas culturales sobre la base de enfrentarse al desafío desde una óptica ética que atienda la problemática de manera integral, o sea, incorporando decididamente a esos otros actores.
Como sea, en tiempos donde el valor supremo de lo cultural parece estar arraigado en lo divertido, lo simpático, lo espontáneo, lo fresco, lo efímero e incluso lo decididamente chabacano no será sencillo apelar a una subjetividad ávida de “consumir” otros  “productos” culturales, aquellos cuyas huellas escapen al mero divertimento de ocasión y, en definitiva, marquen valores positivos en la comunidad. Pero esto es parte vital, justamente, del desafío que todo actor político toma al momento de asumir su rol. Hay una larga tarea de reconstrucción por delante y hacia allí es donde debe orientarse la tarea.
Se abren en nuestro país, a partir de una nueva instancia electoral, renovadas posibilidades de abordar una coyuntura que es adversa en el plano cultural. Los principales problemas que el país está padeciendo en materia educativa o incluso en materia de seguridad pública, tienen que ver básicamente con esta cuestión de la desvalorización del capital cultural, con la debilidad del entramado que conforma el espacio cultural-ético. Fallará toda política de gestión o proyecto técnico en áreas como la educación y la seguridad -temas que la ciudadanía ha puesto en el tapete como su principal preocupación-, sino es abordada desde el concepto central que es el del fortalecimiento del capital cultural, abordaje que requiere ir más allá de la mirada meramente economicista o del modismo de la diversidad carente de valoraciones con que se han sustentado estas políticas en los últimos años. Una cultura de valores y valores culturales que fortalezcan la idea de convivencia y bien común es la propuesta que debe encabezar una política cultural que logre superar las actuales dificultades. Articularla y ponerla finalmente en juego es el desafío por el que se debe estar trabajando desde ya y más allá de banderías político partidarias. Desde el aporte de ideas apostamos a construir junto al otro, porque cualquier otro camino resulta simplemente inútil y supone la pérdida de oportunidades de mejorar como sociedad.

Pablo Romero
pablorg@montevideo.com.uy

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viernes, 17 de enero de 2014

LEONARDO MORALES P., VALORES DEL “HOMBRE NUEVO”

Las estadísticas señalan que durante el año pasado hubo cerca de dos docenas de miles de muertes violentas. Venezuela no está en guerra pero los fallecimientos a manos del hampa son de tal magnitud que cualquiera podría pensarlo.
Esa violencia no es exclusiva de las zonas urbanas, de las capitales de estados. No, los asaltos, robos, asesinatos y otros delitos ocurren con asombrosa frecuencia en cualquier poblado venezolano. No sería exagerado afirmar que poco a poco nos vamos quedando sin espacios seguros donde refugiarnos y sentirnos amparados.
Tristemente nos vamos acostumbrando a esta realidad: nos despojamos de cosas de valor para salir a la calle, evitamos transitar por parajes solitarios, nos autoimponemos un toque de queda y normas para sobrevivir en este peligroso país donde nos tocó nacer.
La muerte, esa que le inflige un ser humano a otro, que le arranca la vida en contra de su voluntad, lo vemos como normal, no nos extraña. En fin de cuentas es un muerto más, un número que se agrega a las estadísticas. Así lo vemos en los medios de comunicación: tantos taxistas muertos en el mes tal; tantos policías asesinados en lo que va de año, etc.
La sociedad, la opinión pública en general no reacciona hasta que el afectado es alguien por el cual se ha sentido afecto y estima. El asesinato de Monica Spear y su esposo a manos del “hombre nuevo” que se ha ido formando en estos años estremeció el letargo en el cual se encuentra sumida la sociedad. Pocos días después, otro crimen tan abominable como el comentado, aparecieron asesinados en su apartamento de Casalta III un digno profesor de la UPEL y su señora madre.
Este gobierno que ha adelantado más planes contra la criminalidad, todos fracasados por ciento, que años ejerciendo el poder, sabe de su alta responsabilidad en esta materia. Expeditamente convocó a un combo de artistas para que solicitaran afanosamente no politizar el caso de la ex-reina de belleza, mientras que un ocurrente cantante atribuyó tal desgracia a la IV República.
Ambas posturas son absolutamente inaceptables. Por un lado, este gobierno, entre otras cosa fue electo, y esa es la aspiración de todos los electores independientemente sus simpatías políticas, para garantizar el orden y la seguridad dentro del territorio nacional. De tal modo que los niveles de inseguridad y violencia que se aprecia en el país adquieren un componente político. El problema de la violencia y la criminalidad no es un asunto privado sino público Por otra parte, habría que recordar que llevamos 14 años de un gobierno en el cual su discurso inspira y genera violencia: freír las cabezas en aceite, pulverizar, no volverán, fascistas y un ritornelo de expresiones destempladas y agresivas. Buena parte de los delincuentes, unos menores de edad y otros muy jóvenes, - infractores de la ley diría el gobierno- se formaron viendo cadenas televisivas cargadas de odio, intemperancia y violencia.
Así se fue formando el hombre nuevo en la revolución chavista. Vaya valores.
El gobierno convocó gobernadores y alcaldes para discutir sobre el asunto. Hubo cambio de ministros y jefes de policías. ¿Eso servirá para algo? En muy poco tiempo lo sabremos.
@leomoralesP

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viernes, 11 de octubre de 2013

ELINOR MONTES, ESTA LUCHA ES POR LA DIGNIDAD

Esta es una lucha por el respeto de la dignidad humana. Si la sociedad recupera los valores morales la prosperidad y el bienestar vendrán por añadidura.

El ilegítimo en sus discursos convoca a “cuidar la formación diaria de las nuevas generaciones,… la doctrina y la ideología", “hay una guerra psicológica”, “el día que nuestra Patria deje de creer en su propia fuerza, ese día comienza la disolución de lo que somos y lo que fuimos” y amenaza con radicalizar la revolución “si continúa la guerra económica, política y eléctrica”.

Como le es propio, el régimen con mentiras y medias verdades intensifica el odio hacia “los burgueses-la derecha-el imperio yanqui” (es decir, quienes no lo comparten) y cohesiona sus filas contra éstos, a quienes transfiere la culpa de las consecuencias de la guerra que ellos, los comunistas, libran para mantenerse en el poder, expandirlo a otras naciones y justificar la radicalización que intensificará la miseria moral y material que padecemos.

Lo más terrible de los totalitarios comunistas es su habilidad para dar sensación de poder a quienes son considerados por ellos cosa desechable y usar el poder para posicionar su pensamiento único mediante el engaño, la manipulación, la traslación al contrario de sus culpas y delitos y la perversión de los valores: convierten la mentira en verdad y el amor en odio; hablan de paz, libertad, justicia e igualdad mientras hacen la guerra, controlan, reprimen, cometen las injusticias más graves y discriminan; aparentan bondad mientras promueven la maldad; hablan de humanismo mientras destruyen la humanidad y hablan de Cristo mientras niegan los valores cristianos y sustituyen la adoración a Dios por la adoración a la revolución y su líder; el Papa Pío XI en su Encíclica Divini Redemtoris sobre el Comunismo Ateo, cita diversos pronunciamientos de la Iglesia Católica contra el comunismo, entre ellos al Papa Pío IX, en su encíclica Qui pluribus: «[A esto tiende] la doctrina, totalmente contraria al derecho natural, del llamado comunismo; doctrina que, si se admitiera, llevaría a la radical subversión de los derechos, bienes y propiedades de todos y aun de la misma sociedad humana».

La labor de la gente decente es combatirlo, sembrar y mantener los valores morales y desenmascarar a los comunistas.

Los comunistas temen perder el poder porque la gente deje de creerles y de temerles y quienes no lo comparten deberían temerle a que la gente pierda la noción de dignidad, el criterio para juzgar entre el bien y el mal y se inmovilice por miedo.

Esta no es una lucha por el problema de la basura, los huecos, la inflación o la escasez como pregona la dirigencia opositora en su campaña para el 8D. Esta es una lucha por la dignidad de la persona humana, por el amor, por la verdad, por la libertad, por la justicia, por la igualdad, por la paz, por la humanidad, por la vida. 

Los flagelos que padecemos son consecuencia de la ausencia de valores morales en gobernantes y gobernados. Si los recuperamos la prosperidad y el bienestar vendrán por añadidura.


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viernes, 4 de octubre de 2013

OSCAR BASTIDAS DELGADO, LAS FALSAS COOPERATIVAS VENEZOLANAS

En anteriores artículos nos referimos a las cooperativas de maletín y a las 320.000 fallecidas como consecuencia de las políticas erráticas del Tte. Coronel (r) Hugo Chávez en su afán de politizarlas como  puntas de lanza de su proceso dizque revolucionario. 

Las sobrevivientes de ese proceso, no más de 20.000, de actuar, o son genuinas y funcionan por el esfuerzo de sus asociados, o falsas. Esta problemática debe verse desde la óptica de la identidad cooperativa, recuerdese que las cooperativas poseen la doble dimensión: asociación – empresa que les concede un doble anclaje local centrado en las personas. Acotación N° 1: Las falsas no asocian, se constituyen por interés crematístico de una persona o un pequeño grupo. Obvio, las cooperativas de maletín son falsas.

La propiedad conjunta y de gestión democrática de la dimensión empresarial debería impulsar el trabajo en equipo en todo lo que en la empresa pudiera establecerse: fijación de objetivos;  decisiones, gestión, y actividades conjuntas; y distribución equitativa de excedentes. Acotación N° 2: Impulsores de falsas llenan el mínimo de 5 asociados para constituirlas con familiares y amigos para blindarse y cuando contratan personal son empresas explotadoras disfrazadas de cooperativas.

Pero las cooperativas deben funcionar sobre valores y principios como guías de acción. En las falsas las decisiones de ingreso, aportes y gestión las toma el dueño o el grupo dominante; no existe interés por la formación y la capacitación, ni por la integración y la comunidad. Acotación N° 3: Un dueño o grupo dominante decide todo y realiza actividades extrañas al objeto estatutario. ¡Ni hablar de impulsar la autogestión!.

Por último, las falsas generan lucro. El lucro es propio de quienes buscan retribuir s inversiones y se riñe con el acto cooperativo, una cooperativa genuina desarrolla responsabilidad social sin buscarlo pero sin generar pérdidas. 

Dos preguntas son claves para determinar si se está ante el lucro: 

1.- ¿Quién produjo el bien o servicio que generó el monto a percibir por la persona u organización?, y 

2.- ¿Quién se apropia de ese monto?. Si las respuestas a ambas coinciden en la misma persona lo percibido es excedente y de lo contrario es lucro.

Numerosos cooperativistas rechazan cobrar montos apropiados por temor a ser calificados de capitalistas cuando realmente una unidad monetaria puede ser lucro y millones de ellas no serlo. Acotación N° 4: El “no lucro” no contradice la necesaria creación de riquezas ni el deseo humano de mejorar niveles de vida siempre y cuando los ingresos sean resultado de una alta calidad del trabajo en medio de una competencia con empresas similares, cooperativas o no, y operando con valores y principios. Quien desee lucro debe buscar una forma jurídica diferente de la cooperativa.

Con lo explicado, un analista puede precisar las falsas. Falsas son las de maletín, como se afirmó, pero también las constituidas como de trabajo-asociados con claras intenciones de beneficio personal en cuanto a exoneraciones impositivas, educativas y de salud propias de las genuinas cooperativas y detrimento de quienes aportan su fuerza de trabajo. Entran en este conjunto varias de recolección de basura y limpieza; de instaladores de líneas telefónicas, eléctricas y acueductos; de construcción y mantenimiento de vías y edificios públicos; de transportistas de hidrocarburos y de personal de empresas públicas; y de ensamblaje de motos y artículos electrodomésticos, entre otras.

Falsas son las de transporte con avances que pagan rentas; las que fungen como taxis con motos (mototaxis) y no llevan registros de asociados; las financieras y de seguros que olvidan el mutualismo y son caparazones de aseguradoras y vendedoras de vehículos privadas que se benefician de las “economías de escala”; las supuestas de consumo dedicadas a venta de alimentos, y las dedicadas a la compra-venta de papelería, de artículos electrodomésticos y de repuestos de vehículo.

Sin ser taxativos, falsas son todas aquellas que: 1.- Realicen a conciencia actividades diferentes a las estatutarias y al espíritu del Acto Cooperativo  como las mercantiles; 2.- Mantengan premeditadamente bajos los montos de los certificados de aportación para cubrirse de posibles acciones legales; 3.- Disfracen relaciones de dependencia laboral; 4.- Usen tetaferros, y oculten activos o vacíen de activos la empresa para eludir responsabilidades ante posibles demandas; y 5.- Evadan impuestos, logre apoyos, contratos y créditos  que con otra figura no obtendría.

Es oportuno recordar que las cooperativas de maletín y el resto de las falsas toman impulso a raíz del boom cooperativo impulsado por un primer mandatario sin concepto y direccionalidad; a su llamado respondieron ciudadanos de buena fe, otros por viveza criolla, otros con intereses políticos como los militantes de círculos bolivarianos, pero también directivos de empresas públicas, particularmente de PDVSA y de las empresas de Guayana que obligaron a proveedoras  a constituir cooperativas o convertirse en ellas, a cambio de algunos beneficios.

La Superintendencia de Cooperativas (Sunacoop) y el SENIAT tienen la palabra. Fiscalicen esas cooperativas, aplíquenles el peso de la ley, obliguen a sus dueños a pagar impuestos acumulados, y ciérrenlas definitivamente.   

Prof. Oscar Bastidas Delgado (UCV).

@oscarbastidas25.

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miércoles, 5 de junio de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ , SALVAR A LA REPÚBLICA

La historia de nuestras luchas civiles por la implantación de la República y la preservación de sus valores de libertad, derecho y democracia, ha sido permanente, representativa de una auténtica voluntad política.

Cuando Bolívar escribió, al triunfar en Carabobo, para los hombres de su tiempo y el nuestro: "Ya, pues, sois libres..." expresaba el aparente fin de una agónica lucha que demandó inmensos sacrificios en una guerra cruel  y prolongada. "Ya, pues, sois libres..." y para así lograrlo, varias veces había caído la República, varias veces fue preciso restablecerla, derrota tras derrota, victoria tras victoria, hasta el último extremo de la determinación humana y patriótica. Difícil ha sido sostener los principios republicanos y detener los arrebatos de la fuerza, presente tantas veces en nuestra historia atentando contra  nuestros derechos.
El autoritarismo en el poder, opuesto a la praxis de una República, ha proclamado falsamente su nombre, mancillado su carácter, materializando de diversa manera su desconocimiento.
Los hechos autocráticos de Páez, de Monagas, de Julián Castro, de Guzmán Blanco, entre otros, agraviaron en diversos episodios la majestad de la República. Por su parte, Cipriano Castro, autócrata y dictador también, al triunfar su revolución restauradora, observó sin cumplir lo que Venezuela ha requerido desde el siglo XIX: "...restablecer el acatamiento de la ley, la veneración al hogar, el respeto a la propiedad, la práctica de los principios republicanos, la franqueza política, la tolerancia a todas las opiniones, la pulcritud fiscal y el progreso en todas sus manifestaciones...". Prometiendo que: "...depositados ya en los parques nacionales los elementos de la guerra confiados a nuestra lealtad, nos estrechemos las manos en fraternal congratulación de paz bendita y perdurable...", para así: "...apagar por siempre la hoguera de la anarquía, de tanta pasión innoble, causa eficientes de nuestro atraso en la marcha triunfal de la civilización...". Gómez, consecuencia suya, se encargó de destruir esos propósitos, imponiendo una infame dictadura que no ha sido la única.
No obstante que los déspotas aluden siempre a los principios republicanos, sus hechos son opuestos, evidencian en definitiva el carácter arbitrario y desconocedor de sus gobiernos.
La existencia de una República fundada en la soberanía, la libertad y la independencia, en la mejor administración de justicia, en el bien común, con verdaderos derechos y garantías políticas, en la unión y la convivencia nacional, en la presencia de un gobierno subordinado a la ley, responsable, popular, que asuma sus deberes y límites, respetuoso del federalismo y de la división de los poderes, forma parte de la esencia principista de nuestro sistema político desde su nacimiento en el año 1811.
No puede renunciarse en Venezuela a esos mandamientos, entre ellos, la libertad civil, la independencia política, la soberanía del pueblo, la existencia de la Representación Nacional, la preeminencia de la ley, la convivencia social... El sistema republicano es opuesto a cualquier forma de ejercicio del poder que desconozca sus principios, bajo todas las formas autocráticas contrarias a su esencia.
El centralismo, por ejemplo, avasalla nuestro carácter republicano, y más cuando desde la formación los Estados estos reivindicaron su autonomía y su relacionamiento entre iguales en el marco de la organización política. El municipio es el fundamento de nuestro sistema republicano y democrático, no solamente por su historia, sino por su sentido de ciudadanía que ella inspira, próxima a la democracia, fuente primaria de la soberanía.
La República representa además en Venezuela por su origen y significación, un hecho de profunda encarnadura democrática, ya que antes que alcanzar la libertad y la independencia erigimos el sagrado principio de la soberanía popular. Igualmente, nuestros primeros legisladores establecieron un sistema político que opuso todos obstáculos al ejercicio arbitrario del poder, inspirado en los derechos del hombre y del ciudadano, fundamentos del orden social en el mundo moderno.
Destruir a la República es atentar contra la base misma del patriotismo, la memoria de nuestros fundadores, magistrados y héroes, legisladores y ciudadanos. Por la creación de una República la patria combatió, enfrentó a sus tiranos, destruyó sus cadenas, sacrificó a sus hijos, erigió sus derechos. 
La República fue el mandato que ratificó la soberanía popular tan pronto fuimos independientes. Y cuando Miranda la vio destruir, sentenció firmemente: "... esta indolencia es criminal (...), es menester desterrarla para siempre de una sociedad de hombres que han jurado tantas veces ser libres o morir. Nadie, nadie, nadie debe dejar a cargo de otro el deber sagrado...", el deber sagrado que es la patria, que es al mismo tiempo la República, gobierno de la ley, el que hace imperar para todos los derechos de sus ciudadanos libres.
Jfd599@gmail.com

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jueves, 27 de diciembre de 2012

JOSE ERNESTO PONS BRIÑEZ, 2013: RETOS CONCILIADOS EN DEMOCRACIA.

Recuperar el respeto y la promoción de la inviolable dignidad de la persona humana y de todos sus derechos, logra visualizarse como un reto que suena realmente a una revolución, basada en un gobierno que antepone cualquier debate para ocuparse sobre los temas que realmente hoy por hoy interesan a los ciudadanos. Éxito, bonanza, una economía sustentable y un desarrollo ciudadano, familiar y social digno. Deberá ser lo que nos ocupe desinteresadamente a la dirigencia política venezolana.
En esto, impulsar el reencuentro con los valores morales, tan bien enunciados por José Ingenieros en sus obras, del Hombre Mediocre y la de Valores Morales de este autor, convirtiendo en mensurables tales fuerzas que impulsan al mundo. Valorar la cultura del trabajo y de la colaboración solidaria en la producción y gestión de la riqueza, dando así al juego real de un Estado que ubicándose en el rol que exige la sociedad, logra ser el facilitador increíble en la articulación de la vida ciudadana.
Por lo tanto, revalorizar la ciudadanía  y responsabilidad social por la comunidad, se inicia en una básica relación primaria y  psicosocial de la sociedad: el ciudadano, la familia y la comunidad. Inicia la cuenta regresiva de las equivocaciones transcurridas en los últimos años en la Patria de Bolívar. Por lo tanto, se aclara la visión de país que deseamos todos y cuyas injusticias dependerán de órganos moralmente solventes. No de lo que hoy vemos y tenemos!!!
Sin pretender presentarnos fanáticos en lo religioso o lo místico; buscar en la práctica social y convertimos en discípulos de la verdad, lograríamos el mejoramiento social de las parte que la conforman. Sellaríamos el bien y la utilidad en el reconocimiento de los otros. El respeto social, comienza con modelamientos éticos de nuestros dirigentes políticos, padres de familia y en cada una de las profesiones, sin esto, no se logra asirse el camino del cambio necesario.
Estos urgentes desafíos decantarían acciones y actitudes sociales que realmente lograrían conciliar las partes que se adversan  la competencia de quien lo haga mejor sería la base del discurso y la praxis social y político generarían los primeros pasos en la generación de un país, desarrollado y justo. Sin obviar la crisis del Estado a nivel mundial, estos pasos lograrían por lo mínimo una vida digna y la satisfacción en la procura existencial.
Estamos ante un desafío gigantesco, pero como todo proceso complejo, consigue en factores básicos el inicio de un cambio en la Nación. Voluntad de un nuevo y comprometido liderazgo, libre de prejuicios. Familias conscientes que aportan soluciones, una academia entregada al crecimiento serio de una economía que obligatoriamente incluya temas de sustentabilidad, cambio climático y contaminación atmosférica. En esta fase cada uno de nuestra juventud, cada uno de los profesionales, cada madre o padre de familia tiene que estar activamente involucrado. Sumando al cambio eres vital.
joseponschene@hotmail.com

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domingo, 27 de mayo de 2012

CARLOS BLANCO, CAPRILES PUEDE GANAR, TIEMPO DE PALABRA

"Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse"
Capriles puede ganar. Sí puede ganar. Su campaña necesita ajustes y la victoria se hará posible.

DESEO DE CAMBIO DE LA MAYORÍA

El fundamento de la victoria es el deseo de cambio de la mayoría. No es que Capriles sea mayoría hoy, pero sí podría encarnarla para el 7-O. El deseo de cambio de quienes no quieren que continúe la situación actual está repartido hoy entre Capriles, indecisos y Chávez. ¿Chávez? Sí; hay ciudadanos que quieren cambio pero que no encuentran todavía en la candidatura opositora la posibilidad de conseguirlo y conservan la remota esperanza de que la relección del Presidente impida el caos.



El candidato opositor obtuvo en las primarias un laurel innegable por parte de la sociedad opositora; pero también recibió un mandato categórico; el país democrático le dijo: señor Capriles, lo hemos seleccionado para que reúna las fuerzas que hoy están dispersas en la oposición, en los indecisos y en sectores del chavismo; usted está designado para comandar la batalla del 7 de octubre. Las fuerzas están dispersas; las primarias lograron aglutinar las de la oposición pero no las otras; el mandato desde el 12 de febrero es que lo haga en este tiempo. 



¿Qué las encuestas dicen que Chávez hoy tiene mayor intención de voto? No es de dudar, pero puede perderla si Capriles cumple el mandato de juntar las fuerzas, hoy están desperdigadas, y que en otros momentos se han aglutinado. De junio a octubre hay tiempo para que la dispersión se convierta en un arma potentísima. La mayoría tiene que concentrarse para librar la batalla el día señalado; fundamentalmente la clase media que es opositora y debe votar por Capriles, pero si no se la moviliza lo hará desganada e incluso un sector puede no hacerlo. 



ABRIRSE A LA CRÍTICA. 



La idea de que la crítica debilita a la candidatura y a la oposición es falsa. Esa es una idea chavista: el caudillo le prohíbe a sus partidarios la discrepancia, porque eso supuestamente le daña. Ésa es una visión antidemocrática. 



Capriles y su equipo deben abrirse a las opiniones discrepantes porque algún gramo de certezas puede aportar; se les nota reacios a la crítica. El peor crimen que pueden cometer los que manejan la campaña es confiscarla y usar el chistecito, el sarcasmo y la descalificación hacia los críticos. 



El periodista Rafael Poleo ha dicho cosas duras en un estilo que le es propio. El grado de exactitud de lo que dijo es parte del debate, pero su derecho a decirlo no puede ser conculcado. Por cierto, acusarlo de ser parte de "la vieja política" no es sólo usar un término preferido del extinto Guillermo García Ponce sino tampoco advertir que todos los dirigentes importantes que rodean al candidato opositor, salvo Julio Borges y Leopoldo López, vienen de "la vieja política". 



LAS ENCUESTAS. 



Las encuestas están atravesadas por el miedo; son encuestas sin auditoría independiente y con fuentes de financiamiento que no son conocidas públicamente. Estas condiciones, entre otras, levantan sospechas. Sin embargo, si todas dicen hoy -no mañana o pasado, sino hoy- que Chávez es mayoría, lejos de armarse una pelea con estas empresas, lo que hay es que liberarse de la confiscación que han ejercido sobre la generalidad de los dirigentes políticos. No hay que olvidar que en las primarias las encuestas fueron usadas para promover una polarización que, al final, se tradujo en la disminución de las opciones de Pablo Pérez y en mucho mayor grado de las restantes. Ahora, en este nuevo escenario, Chávez las usa contra toda la oposición. Eso hay que pararlo. No se deberían usar las encuestas ni para promover la candidatura opositora ni para defenderse del uso que de ellas hace el chavismo. Las encuestas serias son las que se comportan seriamente y son discretas. 



AMPLITUD. 



La candidatura de Capriles tiene que ser apropiada por quienes no votaron por él en las primarias y desde luego por millones que no participaron en esa jornada. No basta que quieran hacerlo, el candidato y sus más cercanos colaboradores tienen que generar esa tendencia de inclusión real y no sólo formal. Hay una competencia soterrada por ver quién prevalece, por quién va a cosechar, de manera parcial, más frutos en la campaña electoral. 



El interés de las fuerzas democráticas es que Capriles desarrolle una campaña exitosa, que reúna la mayoría descontenta que existe y que gane el 7-O. Para un demócrata, en el marco de un régimen autoritario, no es consuelo llegar de segundos, como se consolaron los militares argentinos en la guerra de Las Malvinas. No hay un "second-best" en esta pelea agónica por la libertad. 



Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse pero él y sus allegados deben promover una participación de iguales y desechar a los que andan cobrando facturas "los agravios" (en realidad las diferencias). Ojo, esto le consta personalmente al autor de estas líneas. 



CHÁVEZ ES EL CONTENDOR, POR AHORA. 



El candidato opositor no debe insultar ni a Chávez ni a nadie y nadie se lo ha propuesto. Esta pelea está representada por dos: el Presidente y Capriles; los dos están en el ring y no hay manera de que no se fajen role a tolete. No tiene que seguir la agenda de Chávez pero no puede hacerse el desentendido permanente frente al ninguneo, el desprecio, la ridiculización y el choteo. Esto no es un problema personal de Capriles, sobre si tiene cuero para que le resbalen las cosas o no; para cumplir el mandato recibido en febrero tiene que dirigir las huestes a las que se comprometió liderar, sin dejarse manosear. Puede ser gradual, bien pensado, rítmico, pero para lanzarse a un atrevimiento como es intentar ganarle a Chávez no le queda más que mostrar agallas. 



VALORES MÁS QUE PROGRAMA. 



Capriles necesita resaltar los valores que le son propios a los demócratas. No como estrategia electoral, sino porque son los que le permitirán contrastar con los antivalores de Chávez y el chavismo. Capriles representa la libertad, Chávez la opresión. Capriles representa la confianza, Chávez el miedo; esa confianza permitirá no solamente superar el terrible mal de la inseguridad y la violencia, sino también recibir inversiones extranjeras que ayuden en el reto del desarrollo. Capriles representa el esfuerzo, el trabajo y la creación. Chávez representa la destrucción. 



Allí está centro del debate. Competir con Chávez en ofertas carece de sentido porque si se ofrece 100, el caudillo ofrece mil. A lo que el Presidente no puede responder es a los temas de la libertad, la propiedad, la ausencia del miedo, la seguridad, la inclusión de los que son diferentes, el rescate de la soberanía nacional, el narcoestado, la defensa institucional de los militares. En este terreno Chávez es perdedor y aquí tiene Capriles inmensas ventajas. 



Estas son ideas para ayudar a que Capriles gane. Es posible y hay que hacerlo viable con amplitud... 



www.tiempodepalabra.com 


Twitter @carlosblancog

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