Da tristeza y genera honda consternación, advertir el grave daño que la displicencia gubernamental ha causado al turismo nacional (…) Tanto es así, que actualmente las agencias de viaje de países extranjeras, reconociendo el valor del turista, recomiendan evitar a Venezuela como destino. Antonio José Monagas
TURISMO DE “CAPA CAÍDA”
Aunque la frase “de capa caída” se origina en la imagen de una persona vestida desastradamente, la expresión refiere a quien habiendo sufrido menoscabo en su persona, hacienda o bienes, evidencia un deteriorado estado físico o económico. Tal condición da cuenta de un estado tan depresivo, que hasta el ambiente se contagia de la postración en la que cae la persona o la situación en cuestión. Es tan caótica la postura asumida, que termina hecho una pena. Y es, precisamente, lo que refleja el país cuando se advierte que buena parte de sus manifestaciones y circunstancias están convertidas en harapo. Están hecha polvo. Y el turismo, paradójicamente, es una de ellas.
Por donde alcance a otearse, las realidades hablan por sí solas. Una comparación sencilla entre tiempos separados por una o dos décadas, revela la gravedad que marca al turismo: su estructura, su funcionalidad, sus vinculaciones. Incluso, su concepción, su planificación, organización, administración y control. Pero esto no sucede por falta de voluntad o disposición de quienes han actuado como inversionistas, emprendedores, impulsadores, diseñadores y operadores de proyectos y responsables de manejos de instalaciones turísticas.
El problema viene suscitándose con marcado énfasis, desde que el país entró en una fase de vida política soportada en una visión ideológica extemporánea que en nada pareciera estar alineada con los preceptos democráticos que traza la Constitución de la República. En principio, cabe observar la absoluta ausencia de planes de desarrollo turístico que consideren el ordenamiento de su infraestructura, crecimiento, implicaciones y efectos medidos en el mediano y largo plazo a fin de armonizar la relación entre la oferta posible y la demanda real. De esta manera, podría dársele respuesta a un mercado turístico que viene determinándose por la intervención de factores puntuales de la economía. Aunque también, por las razones que convoca una cultura apegada a la movilidad que pautan programas sociales de organizaciones, comunidades o individuales que exaltan el entretenimiento como motivación de una vida sana.
Da tristeza y genera honda consternación, advertir el grave daño que la displicencia gubernamental ha causado al turismo nacional. La inseguridad que caracteriza las calles de cualquier ciudad o población venezolana, es causa de peso del referido problema. Tanto es así, que actualmente las agencias de viaje de países extranjeras, reconociendo el valor del turista, recomiendan evitar a Venezuela como destino. Además, las inversiones propias del desarrollo turístico han menguado notable y drásticamente. Y cómo si fuera poco, al lado de tan nefastas razones, hay que destacar una vialidad abandonada por falta de mantenimiento y señalización. O también, la indiferencia propia de una cultura social anémica que ha abonado un turismo apagado.
El caso de Mérida, otrora ciudad turística por excelencia, reconocida internacionalmente como uno de los aposentos que mejor dignificaban a Venezuela en el plano del turismo, dejó de ser ejemplo vivo. A pesar del esfuerzo que tienden los merideños con consciencia de turismo, los resultados son frágiles cuando se analiza el problema con alguna rigurosidad. La movilidad del sector ha bajado entre 60% y 70% en los últimos cuatro años desde que cerraron el aeropuerto y el Teleférico. Aunada a tan crítica situación, lucen las carreteras que llegan a la ciudad con inconvenientes de toda especie. La precaria funcionalidad del aeropuerto de El Vigía aunque con rango internacional, pero que en la práctica muestra un comportamiento anárquico con pocos vuelos y desatendido en toda su condición. Y a todo esto, debe agregarse la dejadez de un gobierno regional que sólo vive para el ejercer el proselitismo como si por eso la región podría convertirse en polo de desarrollo económico y social. Muy lejos quedó Mérida de ser la que fue. Más, si persiste en tenerse un turismo de “capa caída”.
VENTANA DE PAPEL
¿HACIA UN DESTINO INCIERTO?
No hay duda de los desafueros que vienen cometiéndose en nombre de los distintos “cuentos” con los que los funcionarios del alto gobierno intentan desarreglar la institucionalidad democrática venezolana. Frente a esto, bien puede asentirse que la situación-problema que tiene atascado al país, es la oferta simbólica de una panorámica imaginaria del país que para nada se corresponda con la realidad. Es decir, todo lo que estos personajes plantean como gestión de gobierno, es “más bulla que cabulla”. Incluso, desde el primer momento ya que sólo van tras un estado de letargo por el cual mantener un país entumecido. Los compromisos se reducen a pretensiones y las pocas que llevan a cabo, son usurpadas por quienes buscan en dicha oportunidad un negocio redondo a partir de la usura, la especulación y la ganancia fácil e inmediata.
De esta manera, emerge la corrupción y sus venenosas consecuencias que tienen al borde del colapso económico la administración pública. Precisamente, con tales criterios, la cacareada revolución sigue entendiendo que una gestión de gobierno se hace con meras representaciones de posibles realidades: maquetas, proyectos, cháchara y servilismo.
Buena parte del gasto público se lo lleva la publicidad que viene haciéndose desde que comenzó a hablarse de socialismo y revolución cuales adefesios conceptuales. Hoy, esta actitud que sólo genera inmensos gastos sin la menor justificación, tienen condenado al país a padecer de graves penurias pues ni de imágenes ni de frases puede vivirse. Menos, con el abuso de un discurso desplegado a través del sistema nacional de medios públicos. De seguir así, el país corre hacia un destino incierto.
INSÓLITO… ¿VERDAD?
El desgobierno que domina el país ha tomado decisiones tan absurdas, que los resultados obtenidos caen en la categoría de “insólitos”. Cabe aludir a algunos que quizás, quienes votaron por el oficialismo el pasado 7-O, no conocen. Entre otras realidades que causan profunda alarma, se tiene que el régimen ha construido en 14 países, en 10 años, más de 250 mil viviendas.
Mientras que en Venezuela, en 14 años, sólo van 160 mil. ¿Sabía que Venezuela es el único país del mundo en donde la seguridad del Estado está en manos de extranjeros? ¿Qué en estos 14 años sucedieron más del doble de asesinatos que muertos habidos en las dos guerras Irak-USA? ¿Que tan trágica cifra supera los 200 mil asesinados? ¿Qué la super tormenta “Sandy”, que asedió el noroeste de EE.UU. el pasado lunes, dejó un saldo de fallecidos que ni siquiera supera los de cualquier fin de semana caraqueña? ¿Qué el régimen ha gastado en armamento, en los últimos 6 años, 25 veces más que en salud y educación? ¿Qué en el país residen casi 30 mil cubanos que se encargan de tareas tan delicadas como cedulación, notarías, pasaportes y registros, además de los que fungen como entrenadores y médicos? ¿O es acaso que en Venezuela no hay capacidad profesional suficiente para atender y diligenciar tales tareas? Y pare de contar otras barbaridades y abusos más. ¿No es esto sorprendente?Insólito… ¿verdad?
“MOTÍN A BORDO”
Buena parte de la actual población venezolana, tienen en su genética política a la democracia como factor de vida. En consecuencia, no pareciera razonable que entrado un nuevo siglo, tiempo éste en que el desarrollo social y económico ha demostrado la viabilidad de modos de coexistencia política, determinantes a su vez de relaciones entre actores y factores públicos caracterizadas de ecuanimidad, tolerancia, justicia, pluralidad y solidaridad, pretendan aplicarse patrones de comportamiento condenados a la sumisión y por tanto a la humillación como forma de acción.
Las decisiones tomadas por el presidente del PSUV, en cuanto a ordenar militarmente quienes serían los candidatos a gobernador para las elecciones del próximo 16-D, está fuera de todo contexto que exalte la democracia y las libertades. Imponer personas rechazadas por la base partidista, es instigar problemas que podrían resolverse de manera distinta a la obtusa verticalidad seguida.
Razón hay en Mérida para que el ex gobernador, Florencio Porras, haya elevado su propuesta política a la consideración del electorado psuvista, principalmente. Que ello sirva para reconocer que las imposiciones presidenciales no tienen cabida alguna. Sólo promueven más rechazo al modelo lineal que Miraflores viene procurando. Esto bien debe entenderse como un necesario “motín a bordo”.
@ajmonagas
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