Al final de sus días Fidel Castro ha encontrado el tesoro. Por décadas planificó cómo invadirnos, utilizó diversos métodos que le resultaron infructuosos. Los principios democráticos de los venezolanos, eran como una portentosa roca que evitaba la penetración del comunismo. Sin embargo, cuando menos lo esperaba saltó la liebre. Hugo Chávez fue hasta el Aula Magna de la universidad de La Habana en el año 1994 en donde se desató en elogios para el régimen antillano. Castro, un experto en la manipulación, sabía que aquella mente afiebrada y de temperamento díscolo, podía ser fácilmente controlada por su experiencia en el manejo de grupos.
El tiempo le dio la razón. Hugo Chávez se transformó en una marioneta en sus manos. Con él consiguieron el dinero para poder mantener al longevo gobierno cargado de muertes y fracasos monumentales, los inmensos recursos venezolanos llegaron para atiborrar el estómago insaciable de la horripilante dictadura del Caribe. Con suma habilidad fueron alimentando el ego de Hugo Chávez haciéndole creer que era la reencarnación de los justos, la espada luminosa de los pobres en pos de su triunvirato de gloria; fue cómodo manipular aquel hombre henchido de ideas calcadas de otros y que ponían en su boca para aplaudirlo en público y burlarse tras bastidores. Fidel Castro neutralizaba sus achaques manejando a los dos regímenes, increíblemente la administración venezolana no puso reparos para dejar que este actuara a sus anchas. Él concibió hasta los más mínimos detalles de cómo liquidar a una oposición que llenaba las calles con sus protestas gigantescas. Quien siempre ha tenido la última palabra en las decisiones trascendentales es el líder antillano. Chávez jamás contradice los dictámenes de su amo, obedece ciegamente y calla para repetir la cartilla que le prepara su dueño. Lo mira con una ilusión que parece arrancada de las épicas historias helénicas en donde el hombre común se arrastraba a los pies de sus dioses.
Paulatinamente lo fueron acometiendo todo. Oleadas de supuestos médicos y entrenadores cubanos vinieron a invadirnos. Tomaron los puestos claves en el organigrama del Estado. Penetraron las bases militares y colocaron a los uniformados nuestros en el triste papel de estar subordinados a un gobierno extranjero. Tomaron las notarías y hasta los pequeños espacios en donde puede medrar lo que nos corresponde. Con gran prepotencia ordenan y hasta hacen alarde de quien sostiene al presidente en Miraflores es el tenebroso G2 cubano. Actúan en las sombras espiando a dirigentes de la oposición y hasta en abierto contubernio con los grupos violentos que están en sectores claves y que reciben la colaboración de las FARC.
El cáncer presidencial le vino de perlas. Ahora minado en la salud y en sus posibilidades, el régimen caribeño arrasa con todo mientras esto se viene abajo. Debido a sus terribles dificultades orgánicas es un ser más permeable para lograr beneficios, ellos han puesto su deficiente sistema de salud oncológica para tratar de llevarlo lo más lejos posible mientras llenan sus cuentan con dinero venezolano.
Más allá de las lágrimas y la burda manipulación política. El gobierno venezolano es un traidor a la patria. Han entregado nuestra soberanía, recursos e intereses al régimen cubano. Fidel Castro hace lo que le da la gana con nuestro país. Venezuela manejada satelitalmente por una administración totalitaria y parásita que no tiene derecho a robarnos de manera tan descarada, pero si ellos son tan ruines e inmorales, peor son aquellos que le abrieron las puertas a estas sabandijas. ¡Es hora de salvar a Venezuela!
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