Por todas partes se cuelan encendidos
discursos enarbolados por el concepto de “patria” sin aclararse su alcance,
contenido e implicaciones.
¡EN EL PURO CARAPACHO!
¿Qué no decir del término “patria”? Mas,
cuando lejos de toda noción que explique su significado en el plano de lo
jurídico, histórico y emotivo que puede sentirse por la tierra natal o adoptiva
ordenada como nación, desde los cenáculos del poder se incitan situaciones que
maltratan al otro Solamente, por el hecho de exigir vivir apegados a los
derechos fundamentales. Sobre todo, al dar cuenta que estos exhortan el sentido
de ciudadanía. O más aún, la condición de ciudadano que debe imperar en medio
de toda consideración que exalte el concepto de “patria”. El problema es que su
acepción se desvió de la dirección que inspiró luchas que, en otrora,
reivindicaron ideologías democráticas.
Con el tiempo, el concepto de “patria” se vio
revolucionado por causa de la dinámica que le imprimió la política emergente
del llamado siglo de las luces, bajo la influencia del pensamiento ilustrado
que signó el siglo XVIII. Pareció haberse entendido el concepto de Voltaire
quien en su Diccionario Filosófico, señaló que “se tiene una patria bajo un
buen rey, no bajo uno malo”. O “donde uno está seguro de su fortuna y de su
vida”.
De alguna forma, comenzó a fraguarse que la
patria no era la tierra natal de los ancestros. Que comprendía las
instituciones, las leyes y costumbres. Se admitió que no hay patria sin
ciudadanos, sin libertad. Se arraigó aquel sentimiento de que se ama a la
patria de la que se es ciudadano y en la que se pueden decidir sus leyes. Ya lo
había indicado Montesquieu que “bajo el despotismo no hay patria, otras cosas
la suplen, el interés, la gloria, los servicios al príncipe”. Es decir, que se
tuviera por patria un ámbito impregnado de valores morales. Particularmente, en
el terreno de los derechos humanos.
Sin embargo, tan profusos ideales tuvieron
dificultades en cuanto a su manejo político. Su concepción tendió a excluir a
las clases trabajadoras, campesinos sin tierra y obreros. De hecho, Marx y
Engels, en el Manifiesto Comunista (1848), apuntaron que “los obreros no tienen
patria”. Esa denuncia revelaba la exclusión que padecían las mayorías y las
exigencias del acceso de las clases trabajadoras a la ciudadanía. No obstante,
el tiempo no ha sido lo suficientemente condescendiente. Luego de casi dos siglos,
estos problemas siguen padeciéndose.
En la actualidad, el término “patria”
continúa sirviendo para obnubilar condiciones asediadas por el populismo
demagógico. Éste ocupa casi todo el entorno de la semántica y la dialéctica
empleada por la politiquería para emprender acciones que, al emocionar como
parte del discurso político, deforma el pensamiento que sustenta afectos,
lealtades y expectativas. Sólo su mención, causa retracción y hasta
encogimiento que moldea en el iluso o furibundo una conducta cuyo nivel de
manipulación es capaz de forjar mitos peligrosamente traumáticos en lo
político, social y en lo cultural. De ahí su capacidad superior para despertar
el poder de la emoción y la pasión, por encima de la razón. Pero también, de
ahí su fuerza para articular mentiras que son, en lo mundano, instrumentos de
perversión de los cuales se vale el dirigente político de ocasión para infundir
el patriotismo que su aberrada causa necesita para espesar su poder.
En Venezuela, esta práctica le ha sido útil
al régimen para que, con base en sus mediáticas proyecciones (de fracasos),
haya podido enquistarse en el poder. Aunque sin la legitimidad que corresponde
tanto al momento, como al propósito o intención aludida por el mismo gobierno.
Por todas partes se cuelan encendidos discursos enarbolados por el concepto de
“patria” sin aclararse su alcance, contenido e implicaciones. Actos públicos,
ceremonias de honor, ritos solemnes y cultos al recuerdo del héroe de
fustigadora mirada, se organizan por doquier impulsados por esa orgullosa y
arbitraria discriminación montada en el término “patria” convencionalismo éste
al que apela la disfrazada doctrina revolucionaria.
El régimen no tiene la menor idea que las
circunstancias dominantes, llevaron a que el término “patria” fuese golpeado
por la conciencia egoísta de quienes se han opuesto al desarrollo de la nación.
Para mayor desgracia, tan retorcida realidad igualmente ha servido para frenar
la conciencia del venezolano cuyo sentimiento democrático descansa en el sentido
de ciudadanía, de libertad y de derechos. Así se tiene que la manoseada noción
de “patria”, usurpada por el régimen a los fines de sus intereses socialistas,
no sólo es la confirmación casi ingenua de la pérdida de individualidad en
beneficio de una propuesta de poder alevosamente elaborada con la exclusiva
intencionalidad de imponerse a la fuerza sobre el resto de la sociedad. Para
ello, se han valido de términos que fácilmente conmueven susceptibilidades al
incitar emociones y sentimientos. Pero estos gobernantes no se han percatado
que al concepto de “patria”, lo dejaron hueco, pelado. Es decir, en el puro
carapacho.
VENTANA DE PAPEL
¡PROTESTAMOS!
Verdaderamente, que el régimen no ha sabido
manejar la crisis política y económica que su ineptitud generó desde casi
entrado el siglo XXI. Muy a pesar de la apuesta que lanzó el equipo de
gobernantes militares, convencidos del cuento de armar un gobierno de factura
socialista y revolucionaria. Aunque decían que su proyecto respondía al ideario
bolivariano. Pero sólo sirvió para engañar incautos. También, para captar
tontos útiles, maliciosos y ávidos facinerosos necesarios a la hora de
emprender la tarea de arruinar al país.
Por esa causa, la población que votó a favor
de tan infortunada fórmula electorera, está hoy decepcionada. Y quienes
adversaron tal propuesta, con mucha más razón. Actualmente, ese rechazo se ha
generalizado en virtud del grado de desastre al que llevaron al país de manera
tan rápida. Las universidades no escaparon de tan indigno maltrato. Luego de
distintas protestas por tan reiterativo motivo, los universitarios vuelven a
las calles a elevar su molestia “por un salario justo que permita vivir con
dignidad (…) Por el incumplimiento de los derechos laborales de los
universitarios (…) Por la crisis presupuestaria que enfrenta la comunidad
universitaria (…) Por el desabastecimiento de los productos de la cesta básica
y los medicamentos (…) Por la escasez y las largas colas para la adquisición de
productos de primera necesidad (…) Por la inseguridad pública”.
Por eso los profesores universitarios, al
lado de los empleados profesionales, trabajadores asociados en los diferentes
sindicatos universitarios y movimientos estudiantiles, configuraron la
Intergremial Universitaria en toda Venezuela para así seguir expresando el
malestar por tantos y humillantes desprecios demostrado a través de afrentosas
decisiones tomada en contra de la universidad autónoma venezolana. Por eso y
muchas otras razones vinculadas con la educación del venezolano, ¡PROTESTAMOS!
UNA DULCE MADRE A QUIEN LLAMAN: MAMADULCE
Agradecer cualquier atención, cariño o
entrega al ser que ha consagrado la vida de otro ser, pudiera ser una actitud
propia de quien sabe reconocer el tamaño de tan gratificantes momentos. Pero
agradecer a la mujer el regalo de la vida, no es un asunto de fácil hechura. A
pesar de que para el mundo de las formalidades existe un día dedicado a la
madre, es insuficiente si acaso ello se ve a través de la gratitud entendida
como el valor que mejor expresa la cualidad a partir de la cual toda persona se
crece en espiritualidad, bondad y generosidad.
Todos los días deberían dedicarse a agradecer
la vida. Pero también a la vida, por permitirle a cada quien el significado
glorioso de nacer. Pero sobre todo, agradecer a la mujer que alumbró el camino
biológico para dar vida a la vida. Tan trascendental es su función que un
anónimo escribió “Como Dios no podía estar en todas partes a la vez, creó a las
madres”. De esa forma, no resulta muy difícil comprender que madre es aquella
mujer que viendo a su hijo sin poder caminar, lo cargaría en sus brazos. O que
si no pudiera respirar, le daría hasta su último aliento.
El eximio poeta Andrés Eloy Blanco, escribió
de su madre
“...ella es el único rito que no cambia con
las distintas religiones; la única Embajadora de la Suprema Abnegación; la
imagen y forma unigénita de santidad; y desde el Paraíso hasta hoy, a través de
la sangre y de las ruinas, el único surco que no ha dejado de dar flores”.
Sin que la poesía sea la única manera de
exaltar la virtud de madre, salta al papel la emoción de volcar en cada palabra
el sentimiento que se forja en todo hijo al reconocer en su madre la mujer que
siempre estará ahí para levantarlo de tropiezos y caídas. Porque así como lo
expresara Guillermo Muñoz, “cuando no se tiene donde acudir, ahí estarán los
brazos de la madre siempre abiertos para recibir a su hijo”, también lo siente
todo hijo que comprensa el sentimiento maternal. Que este exordio vaya como brizna
al viento hasta que llegue a las manos de una dulce madre a quien llaman:
MamáDulce.
ADEFESIOS QUE EMBROLLAN
En los actuales momentos en Venezuela se está
discutiendo un proyecto de ley sobre “conocimiento libre”. En medio de ello,
luce necesario detenerse por cuanto tan ilusa intención encierra estupideces
que son necesarias revelar para entender a fondo el asunto y así aclarar el
carácter oscuro que demolería el principio de la construcción del conocimiento
como creación individual o colectiva. Pero que responde a derechos inalienables
como el de propiedad intelectual, derechos morales y patrimoniales de autores,
creadores e inventores.
Este problema estaría situando al país como
bastión del autoritarismo de aprobarse una normativa que atropelle valores y
fundamentos sobre los cuales descansa la libertad más importante, aparte de la
que enaltece la vida. Y es la de expresión del pensamiento e ideas por cuanto
de su esencia se erige la creatividad como fuerza propia para exponer lo que a
bien puede estructurar la mente humana.
El conocimiento es ciertamente liberador.
Pero de ahí a dejar ser manoseado por cualquiera, mediante argucias gubernamentales, es una grotesca diferencia
que apunta a confinar libertades. Al final, son crudos y perversos adefesios
que embrollan.
“Cuando se gobierna a desdén de valores
morales, los símbolos patrios se convierten en camándulas de uso vulgarmente
populista para provecho de intereses demagógicos”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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