"Cualquier
poder, si no se basa en la unión, es débil". Jean de La Fontaine
(1621-1695), poeta y autor de fábulas.
No me vengan a decir que no hemos hechos nada. Hemos resistido, hemos protestado, hemos denunciado, hemos votado. Y aquí voy al punto: cada vez la oposición democrática crece en número y poder.
Laureano
Vallenilla Lanz, el Ministro del Interior de Marcos Pérez Jiménez, sin duda se
destacaba más por su cinismo que por su sabiduría, pero supo dar el mejor
consejo al dictador, poco antes de salir huyendo del país cuando olfateó la
pronta caída del régimen. Vallenilla dijo: "Nadie puede gobernar con la
mitad del país en contra."
Pregúntenle
al finado, que dejó la vida tratando de imponer un modelo chavo-comunista en
Venezuela, con medio país resistiendo los embates totalitarios. Fidel Castro
pudo arrasar en un par de años porque contó con apoyo de una ciudadanía
hastiada de la dictadura de Baptista. Cuando vieron la verdadera entraña del monstruo disfrazado de mesías, la mayoría de
los opositores tomó camino al norte y abandonó la isla, dejándola a disposición
del barbudo dictador.
El
caso Cuba demuestra que una resistencia dirigida internacionalmente, con sus
líderes fuera, con apoyo de otros países, no tumban una dictadura, a menos que
haya una intervención militar. Solo lo hace un pueblo que enfrenta al poder
arbitrario, con fuerza, con ganas de ser libres.
El caso Venezuela es notable: han tratado durante 14 años hacer lo que Fidel hizo en meses y aún no culminan la labor de destrucción de la empresa privada, de las libertades personales y de la economía nacional. Solo a un loco o a un fanático se le ocurre querer imitar a la arruinada isla caribeña, cuyo régimen tomó un nuevo aire gracias al salvataje económico del gobierno revolucionario criollo, que da a los cubanos recursos que necesitan los venezolanos.
A
la resistencia de la oposición democrática, el régimen -que ahora es
"madurista"- lo llama desestabilización. A la oposición la tilda de
fascista, gracias a que la ignorancia de muchos de sus seguidores les impide
saber que cachicamo le está diciendo al morrocoy conchúo.
Los
opositores más radicales quieren más acción, pero afortunadamente para el
gobierno, esta oposición es democrática y no golpista como los del 4 de
febrero, que ahora tratan de que olvidemos su origen y condición.
A la hora de criticar muchos no recuerdan a los venezolanos que han perdido hasta la vida en esta lucha, son demasiados los que han puesto toda la carne en el asador contra un régimen que no cuida la integridad ni los bienes de sus gobernados. Miles de venezolanos han dedicado tiempo, esfuerzo y patrimonio a protestar, a marchar, a reunirse, a informarse, a plantar cara ante los abusos salvajes contra el sistema democrático en el que aspiran vivir. Cientos han resultado muertos, miles heridos. Pérdidas humanas, materiales, siglos de cadenas de posesión irrespetadas, derechos legítimos pisoteados.
Cuántos
venezolanos han protestado desde sus tribunas contra leyes infames que limitan
el libre albedrío consagrado en la constitución, cuántos médicos se han ido
porque el gobierno prefiere contratar cubanos, cuántos profesionales están
haciendo el futuro de otros países por la única razón de no pertenecer a la
secta que gobierna.
Pdvsa,
hoy fuera de la lista de las grandes empresas mundiales, perdió su capital
humano, el conocimiento obtenido en años de preparación y práctica, por culpa
de una acción caprichosa de un hombre que de un solo pitazo lanzo por el mundo
a 20.000 calificados profesionales que hoy trabajan en recónditos lugares del
planeta.
¿Se
olvidaron ya de los venezolanos perdieron su trabajo o la oportunidad de
tenerlo por estar en la infame Lista Tascón? Un país donde sus ciudadanos no
pueden ejercer su libertad sin tener consecuencias negativas, no es un país
libre.
A quienes creen que la oposición no ha luchado, que los venezolanos nos hemos dejado imponer un régimen de fuerza disfrazado de constitucional, les recuerdo todos los periodistas botados, vejados, amenazados, exiliados. Hagan un recuento de cómo uno a uno todos los periodistas y medios de comunicación que han luchado por las libertades ciudadanas, por el estado de derecho, por la institucionalidad, han sido infamemente tratados, la mayoría de ellos fuera de los medios masivos, en las filas de la resistencia.
No
me vengan a decir que no hemos hechos nada. Hemos resistido, hemos protestado,
hemos denunciado, hemos votado. Y aquí voy al punto: cada vez la oposición
democrática crece en número y poder.
Una
oposición que lucha contra un gobierno que ha anulado la separación de poderes
para actuar como un frente único frente a quienes pretendan desplazarlo. Un
poder inescrupuloso que utiliza los recursos, económicos y humanos
pertenecientes al estado para enfrentar a esa mitad del país que un gobierno
desnaturalizado en su función protectora de todos sus gobernados, trata como
los enemigos a destruir, pulverizar, borrar, volver polvo cósmico, como decía
con gran dulzura el finado.
Esto
es algo horrendo: que el Presidente de la República dirija sus primeras
palabras después de un proceso electoral que dice haber ganado, insultando,
denostando, descalificando a quienes no votaron por el partido de gobierno. El
bárbaro tratamiento contra oponentes políticos que además, son el pueblo que él
debe gobernar como dice la Constitución, "como un buen padre de
familia" tiene su punto más álgido en el desconocimiento de este grupo y
de los gobiernos que eligen con el voto certificado por ese CNE rojo que así
sea a regañadientes, debe reconocer que ganaron.
El
desconocimiento de mandatarios regionales y locales, de diputados de oposición,
a quienes se despoja ilegalmente de inmunidad, que son "invisibilizados"
desde todo punto de vista, castiga realmente al pueblo que los eligió, a
ciudadanos tan venezolanos y con idénticos derechos que quienes lucen la
franela roja.
Y
yo me pregunto, después de escuchar el discurso del habitante de Miraflores y los
escupitajos que barboteaba el diablodado de la Asamblea: ¿por qué esa furia
desbocada si, según ellos, ganaron? Porque ni todas las viles mentiras, ni las
ofensas, ni las amenazas van a borrar un hecho que hasta la
"irreversible" del CNE tuvo que admitir: el chavismo perdió
nuevamente la capital de Venezuela y además, las principales capitales del
país, las que concentran la mayor cantidad de pobladores y de poder político y
económico: Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, San Cristóbal, Maturín, Mérida. Y
la joya de la corona, por ser la cuna del finado y porque ese estado es
gobernado por el hermano del finado: Barinas.
Esa
es la calentera cruzada con rabieta que tienen. Aunque hayan ganado el 70 por
ciento de las alcaldías, la mayoría son de ciudades y pueblos pequeños, donde
siempre gana el oficialismo de turno, por su dependencia laboral y económica de
la administración pública. Si no me creen, vean en las páginas oficiales
resultados electorales de cuando los adecos o los copeyanos mandaban, para que
comprueben la votación de esos pequeños municipios plegados al
oficialismo.
La
jugada del gobierno de voltear el voto de la clase media permitiendo, con la
excusa de la "guerra económica", un desmadre que vació por saqueo o
por precios "justos" grandes y medianas tiendas fundamentalmente de
electrodomésticos y por departamentos, pareciera tener un efecto contrario, a
juzgar del comportamiento en las urnas de las ciudades más afectadas. Valencia
es un ejemplo: tal vez el núcleo urbano más conmocionado por el arbitrario
actuar de un gobierno que con irresponsabilidad suelta una jauría contra el
comercio, sin debidos procesos, no votó a favor de esta situación. Como que no
gustó hacer colas de hasta 24 horas, ser marcado como una res, no obtener el
producto que deseaba y sentir la humillación del mendigar.
Los
números de Miguel Cocchiola y la Unidad castigaron al avasallante poder del
gobierno local, con Ameliach haciendo campaña diaria por su candidato, con la
ciudad literalmente empapelada de afiches, con el candidato actuando ya como
gobierno, repartiendo títulos y beneficios, con la premisa de que era
"preferible" un alcalde revolucionario para que Valencia pudiera
tener recursos del gobierno central. Con todo esto más la campaña sucia desplegada
contra Cocchiola y contra la empresa que el levantó durante 40 años sin que
hasta ahora hubiera cuestionamientos a ella ni a su fundador, con este
candidato amenazado por el Presidente, por el alter ego de la AN y por el
Gobernador de ser encarcelado, allanado y perseguido. Con todo esto, Miguel
Cocchiola obtuvo el 54,24% de los votos frente al 44,28% rojo.
Pero
hay que escuchar el discurso del nuevo Alcalde de Valencia, tendiendo puentes
de diálogo, dando prioridad al bienestar ciudadano por encima de las diferencias
políticas, haciendo un llamado a la paz y a la concordia.
El
gobierno nacional y sus seguidores deben revisar los números: en casi todos los
municipios del país esta torta está dividida a medias y ya comprobamos que un
plasma no cambia deseos de democracia.
Ningún alcalde podrá gobernar su municipio con la mitad de los ciudadanos haciéndole oposición. Ningún gobernador (y tengo razones para creer que Ameliach quiere entender esto) podrá llevar adelante gestión de gobierno alguna si no cuenta con el capital humano y la buena voluntad de los gobernados. Ningún presidente tendrá jamás credibilidad, gobernabilidad ni autoridad moral frente a Venezuela, si cree que sólo es presidente de los suyos y enemigo a muerte de quien no le sigue.
El
gobierno "revolucionario" necesita lecciones de civilidad, de cultura
política, de tolerancia democrática y de respeto ciudadano. Mientras no cuenten
con todos los venezolanos, todos sus proyectos serán, como hasta ahora, un
fracaso. La oposición también tiene cédula venezolana. Y lo acaba de demostrar.
Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter: @charitorojas
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