Comenzamos
riesgosamente con una afirmación: parece ser que estamos en tiempo de unidad;
pero sin definir esa unidad. Parece ser que el tiempo de los partidos
políticos, por ahora, no es este.
Es
hora de entender que para los venezolanos, en general, “la unidad es necesaria”
y después, los partidos y otras organizaciones de presión acumuladora y
distribuidora.
Ningún
partido político se va a declarar antidemocrático o anti unitario, sectario,
excluyente, exclusivo. Es la práctica democrática, la amplitud y hacer dejación
de intereses mezquinos y personalistas, lo que se ha convertido en una demanda
tan apremiante de la sociedad
democrática venezolana en su conjunto que actuar en contrario, se pagaría bien
caro, sobre todo si la gente lo percibe como una burla o irrespeto al valor
emocional de la unidad, máxime si además trae como consecuencia, la perdida de
las elecciones.
¿Estamos
seguros de cuál es la forma, la manera, en que los electores quieren, hoy,
participar, quieren unidad? No. Pero para estos efectos declarativos, sin
embargo, partimos del supuesto de que, dada la actual situación especial del
país y los sentimientos recogidos de viva voz a lo largo y ancho del país,
interpretamos que un amplio sector de los electores (según encuestas rondan el
45%) no aceptan ni al gobierno y a la MUD, quieren participar mediante
denominaciones de “movimientos”, más cercanos al día a día, y que los partidos
pueden ayudar a conformar, a constituir.
El
ciudadano actual, a nuestro entender y comprender, quiere ser protagonista,
empático, con ilusiones personales compartidas, con el suficiente ánimo como
para rescatar lo que éramos y perdimos, acercarse a un futuro de paz y de mutuo
respeto, para hacer realidad sus sueños más preciados y ambiciosos; y no quiere
estancarse y mucho menos desgastarse en la diatriba de cuán importante pueda
ser una elite partidista y darle prioridad, ganancias a esos partidos,
electorales, prioridades, grupales, antes que al resurgimiento de la democracia
plural, participativa, incluyente y su ejercicio pleno.
Los
partidos, en estos momentos, como tales, y como los están percibiendo parte de
los electores, desde los más grandes hasta los más pequeños, no son la única
vía para la movilidad electoral y para obtener ganancias netas electorales,
caragos por elecciones.
Sostenemos
que es y sigue siendo la política, la palabra, el discurso, el mensaje, la
trasmisión de la emoción, la pasión y la identidad con la psiquis emotiva
personal del electoral, lo que puede hacer posible ganar elecciones.
Es
un lugar común, se afirma a cada momento, y lo repetimos: los partidos
políticos tienen un papel fundamental que deben ganar cada día para
desempeñarse en el caso de una transición democrática, bien adelantada o bien
dentro de la ruta señalada en la Constitución y Leyes en nuestro país.
Ojo.
Hemos constado el hecho de que algunos movimientos sociales, de manera pública y notoria se
manifiestan o bien contra los partidos y/o en contra de sus decisiones y/o
actuaciones, en contra de publicitados dirigentes políticos o no, incluyendo
algunos, muy pocos por cierto, medios de comunicación convertidos en especie de
actores políticos o como los denominan ahora operadores políticos.
Ante
tal hecho y, por ahora, manifestamos lo siguiente: creemos que no hay porque
sentir recelo, y mucho menos “armarse” de una prédica anti-partido, por el
hecho de que los partidos desarrollen plenamente acciones ligadas a su razón de
ser y existir.
También
creemos que los partidos políticos de un país tienen la obligación de promover
los valores democráticos, el respeto de los derechos humanos, la práctica de la
convivencia en la pluralidad, y muy celosamente, el derecho al disenso y la
tolerancia.
Sin
duda, esta función es la más importante de los partidos y refuerza la necesidad
que tienen las democracias de conservarlos y perfeccionarlos.
Sin
partidos que organicen y estructuren, en alguna medida la competencia por el
poder en todos los niveles del gobierno, la democracia será imposible. Tampoco
sin el apoyo, trabajo, movilización e incorporación entusiasta y convergente de
los partidos con la ciudadanía, la sociedad venezolana y su pueblo, el triunfo
electoral para cualquier oposición, será posible.
Tal
como dijimos al comenzar, parece ser que las condiciones políticas y sociales
de la actual Venezuela, imponen la unidad, la concertación, la integración de
todos los factores que puedan motivarse para el cambio democrático, y objetivamente no son los partidos los
únicos, e inclusive, los que estén en mejores condiciones subjetivas y
objetivas, para abrogarse en lo particular y de manera excluyente, tamaña
tarea.
Pero
la actual unidad MUD, tal como se ha concebido, organizado, integrado y
comportado, está lejos de una praxis ética y honesta; está lejos de
desprendimientos, de espíritu de contribución, de claridad para valorar y
sustantivar el triunfo electoral del 2015, lo que niega la construcción de una
identidad prestigiosa y de empatía con
el elector, que además se constituya, en un requisito previo y vinculante a la
posibilidad del mantenimiento de la democracia y de su propia vigencia
existencial.
Basados
en lo dicho anteriormente y porque hoy, un amplio sector de la población y
electores, los ciudadanos no militantes de partidos, juntos y actuando
estrechamente con quienes si militan, y en empatía con todos los sectores,
clases, profesiones, estratos y actores públicos relevantes en distintos
niveles partidistas y de las organizaciones sociales no-partidistas, y
seducidos por el valor y la emoción de otra vía, también unitaria, pero con
otro signo, responsable y consecuente, donde se integra lo novel con la
experiencia, los planes con ejecutorias probadas, son factores claves que
pueden concretar el anhelado triunfo electoral en el 2015 y en ese sentido,
próximamente lo anunciaremos a la nación.
El
papel histórico de los partidos en los procesos electorales democráticos, son,
además, una justificación para su existencia. Pero al tratarse de funciones tan
elevadas y de tan particular exigencia, se corre el riesgo de no estar a la
altura de las circunstancias.
No
podemos olvidar en ningún momento la apremiante necesidad de ideas y propuestas
de desarrollo social integral, productivas, para erradicar la imposición “de
esclavo y de mendigo” en que este régimen castro comunistas pretende convertir
a los ciudadanos venezolanos.
Tampoco
podemos olvidar que la inteligencia emocional existe y juega un papel
fundamental en la decisión de votar, porque la gente no es estúpida, tonta,
torpe, para no darse cuenta de que la están “conquistando” o “mareando” con
mentiras y promesas falsas.
Las
organizaciones que venimos trabajando en la constitución de esa otra unidad,
otra alternativa ciudadana, creemos estar a la altura de las circunstancias, en
un máximo esfuerzo por la recuperación de la democracia en Venezuela.
Sin
embargo hacemos votos porque, ojala, haya un intento serio por parte de los
partidos de llegar a arreglos ciertos, de modificar las reglas del juego
político para obrar, ello en primer lugar, conforme a esas nuevas reglas y realidades,
y cuando se entienda que la transición, de la tiranía a la democracia, es,
también, una revisión de la mayor parte de sus prácticas político-partidista.
Ojala
no se actúe, como lamentablemente se aprecia, en la búsqueda de un beneficio
político-partidista y, además, con corta visión.
La Unidad es la que hace la fuerza: las palabras claves son la exaltación en la asistencia, reglas claras, respeto y cimentación de confianza; pero no la Unidad que nos está presentando la organización electoral MUD.
Entendemos
que puede ser un hito histórico el actual momento, por eso decidimos dar este
paso que puede ser como aquel que dio un hombre un día en la luna y a donde
ahora hasta se va de tour. Las ideas primero; los hechos después.
Nelson Maica
nelsonmaica@gmail.com
@jupiterxc
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