*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “
Sobre los liberales y la campaña electoral venezolana es poco lo se puede decir. Ninguno, es el único candidato liberal a la presidencia, y por ninguno propondrán votar los liberales de verdad y que tengan una adecuada percepción de la realidad. Unos pocos, por deshonesto oportunismo los más de entre ellos, y por una errónea percepción los menos, apoyan algún candidato socialista en contra de otro. La realidad es que en las circunstancias presentes carece de sentido para los liberales de verdad llamar a votar por un candidato socialista opositor que compite desesperadamente en populismo con el no menos socialista gobernante, argumentando que fuera “el menos malo” y disfrazar eso hablado de su popularidad, su carácter de político “regional”, de demócrata, o cualquier otra cosa por dos poderosas razones:
La realidad es que no es alguno “el menos malo” en el sentido de que no hay alguno que sea “el menos socialista”. Sólo ninguno es “el menos malo” en ese sentido. En la elección presidencial de Venezuela en el 2006, cualquier candidato opositor de entre los inscritos es igual de malo que el que pretende sustituir porque es igual de socialista. Eso lo decimos los liberales que no imitamos al avestruz, de una u otra forma.
En las condiciones institucionales y políticas que prevalecen en el país actualmente, una candidatura de ese tipo no tiene la capacidad de llegar al poder y sostenerse en él cambiándolas, porque la contraparte tiene el poder y la voluntad política de impedirlo por todos los medios a su alcance. Eso lo dicen hasta los socialistas opositores más serios, organizados, disciplinados y con mayor experiencia política acumulada en Venezuela. Que aunque no nos gusten, son los adecos.
Sería excesivo para un simple artículo el intentar una lista de los errores del socialismo opositor que han ocasionado estas condiciones, pero si es necesario recordar que el enorme poder de que goza el socialismo en el poder y que le conduce a asumir seriamente el proyecto de mantenerse en el mismo indefinidamente, es más resultado de los errores del socialismo opositor que de los aciertos del socialismo en el poder. Rosales es el más reciente de esos errores, por las mismas razones que lo fue el candidato de la “Unidad” Francisco Arias Cárdenas. Y sin importar que se llegue a su mejor y prácticamente imposible escenario, como al peor y prácticamente inevitable, o cualquier variante intermedia más o menos probable, así lo descubrirán sus nuevos partidarios circunstanciales, cuando sea tarde.
Se podría entender la conveniencia táctica del famoso “mal menor”, aunque no fuera más que por la alternancia en el poder – de hecho sería, acaso la única – si las condiciones objetivas no lo anularan. Pero lo anulan. Por lo que es difícil de entender es la confusión de lo fundamental con lo accesorio en de las filas liberales cuando enfrentamos una escalada de socialismo radical que completará, hasta la depauperación, el empobrecimiento material y moral que tan adelantado le dejaron aquellos socialistas “moderados” que lo precedieron. Las batallas perdidas que se libran son las propias cuando son inevitables, no las ajenas. Y la batalla entre socialistas siempre nos es ajena a los liberales. En lugar de plegarse por temor al futuro a un falso mal menor, el liberalismo en Venezuela tiene que construir su propio camino hoy. O no tendrá futuro.
La democracia no es más que un método razonablemente incruento de tomar decisiones y los liberales lo hemos encontrado siempre conveniente en aquellas situaciones en que otro, teóricamente mejor, es prácticamente inaplicable. Pero así como todas las personas deben tener el derecho de votar e intentar ser electos, sin más limites que la minoridad y la residencia, no todas las cosas se pueden someter de forma legitima a la voluntad de la mayoría, con lo que no todos los conflictos tiene una solución legitima por la vía democrática. El conflicto entre cinco violadores y una victima no se puede solucionar por medio del voto, porque los derechos inviolables de la victima minoritaria están por encima de la voluntad mayoritaria de los violadores. El crimen de la mayoría contra la minoría sigue siendo un crimen. Por lo mismo no se puede admitir como legitima ninguna decisión mayoritaria que viole los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad de quienes no han violado la Ley común. La realidad puede obligarnos a someternos a la tiranía, porque la tiranía es una cuestión de grados, y algún grado de tiranía será tolerable para muchos, aunque la vean como lo que es, sólo en la medida que los peligros inherentes al esfuerzo de su supresión les parezcan mayores amenazas que los que de ese grado tiranía en particular. También será defendible y conveniente para los serviles que se empeñen en no verla como lo que es, con independencia que la venda de sus los ojos sea en los menos el privilegio o en los más la ignorancia. Y será intolerable para otros que estimen los riesgos inherentes a su supresión son menores que las amenazas de la tiranía sobre ellos. Cualquier tiranía se sostiene fácilmente cuando los primeros son muchos más que los últimos. Y es por ello que todo proyecto totalitario requiere un control absoluto de la educación y la cultura. El liberalismo puede aceptar el hecho de la tiranía de la mayoría como parte de la realidad en una democracia ilimitada en que la voluntad de la mayoría no se detiene ante los derechos individuales. Puede y debe luchar por suprimir completamente tal tiranía por medios incruentos en la medida que ello sea posible, y debe, ante todo, cambiar la opinión general que permite la aceptación tácita sobre la que se sostiene. Pero lo que no puede hacer frente a la tiranía – si pretende realmente suprimirla – es “legitimarla” conceptualmente en el proceso de combatirla.
Cualquier forma de socialismo democrático es una forma de tiranía, pues es la violación de derechos naturales inalienables aún cuando se establezca por voluntad de la mayoría. El que a las victimas se les permitiera emigrar no la legitima en forma alguna. La función política del liberalismo es actuar en y sobre la realidad para transformarla en la medida de lo posible. Pero eso no pasa por empeñarse en no ver circunstancias perfectamente reales. Y menos por proponer el someter el conflicto entre cinco violadores y una victima a referéndum, con la excusa de que la victima disconforme pudiera emigrar después.
La política es una ciencia compleja que requiere de mensajes simples, claros, coherentes y atractivos; no de propuestas que a fuerza de intentar ser simples contradigan los principios sobre los que pretenden fundarse. La realidad de la política es la realidad del poder, quienes entienden eso pueden avanzar en ella, los liberales que no entienden el significado de eso, aunque lo repitan palabra por palabra convencidos de lo contrario, no pueden; pero pueden retrasar y dificultar, como de hecho hacen, el avance político del liberalismo. El socialismo se construyó quitándolo al individuo la soberanía sobre sí mismo y consecuentemente transfiriendo el control de la riqueza de la sociedad al Estado. El liberalismo no se impondrá sin tomar el camino contrario, y así como el camino contrario pasa por recuperar la soberanía del individuo sobre si mismo, primero en la opinión, para luego establecerla en las instituciones, tal transformación requiere para sostenerse la transferencia gratuita y universal de la propiedad y con ella del completo control real de todos los activos mercantiles del Estado a los ciudadanos. Y eso es sólo el principio.
BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL
LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
viernes, 1 de febrero de 2008
*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “
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*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “
Sobre los liberales y la campaña electoral venezolana es poco lo se puede decir. Ninguno, es el único candidato liberal a la presidencia, y por ninguno propondrán votar los liberales de verdad y que tengan una adecuada percepción de la realidad. Unos pocos, por deshonesto oportunismo los más de entre ellos, y por una errónea percepción los menos, apoyan algún candidato socialista en contra de otro. La realidad es que en las circunstancias presentes carece de sentido para los liberales de verdad llamar a votar por un candidato socialista opositor que compite desesperadamente en populismo con el no menos socialista gobernante, argumentando que fuera “el menos malo” y disfrazar eso hablado de su popularidad, su carácter de político “regional”, de demócrata, o cualquier otra cosa por dos poderosas razones:
La realidad es que no es alguno “el menos malo” en el sentido de que no hay alguno que sea “el menos socialista”. Sólo ninguno es “el menos malo” en ese sentido. En la elección presidencial de Venezuela en el 2006, cualquier candidato opositor de entre los inscritos es igual de malo que el que pretende sustituir porque es igual de socialista. Eso lo decimos los liberales que no imitamos al avestruz, de una u otra forma.
En las condiciones institucionales y políticas que prevalecen en el país actualmente, una candidatura de ese tipo no tiene la capacidad de llegar al poder y sostenerse en él cambiándolas, porque la contraparte tiene el poder y la voluntad política de impedirlo por todos los medios a su alcance. Eso lo dicen hasta los socialistas opositores más serios, organizados, disciplinados y con mayor experiencia política acumulada en Venezuela. Que aunque no nos gusten, son los adecos.
Sería excesivo para un simple artículo el intentar una lista de los errores del socialismo opositor que han ocasionado estas condiciones, pero si es necesario recordar que el enorme poder de que goza el socialismo en el poder y que le conduce a asumir seriamente el proyecto de mantenerse en el mismo indefinidamente, es más resultado de los errores del socialismo opositor que de los aciertos del socialismo en el poder. Rosales es el más reciente de esos errores, por las mismas razones que lo fue el candidato de la “Unidad” Francisco Arias Cárdenas. Y sin importar que se llegue a su mejor y prácticamente imposible escenario, como al peor y prácticamente inevitable, o cualquier variante intermedia más o menos probable, así lo descubrirán sus nuevos partidarios circunstanciales, cuando sea tarde.
Se podría entender la conveniencia táctica del famoso “mal menor”, aunque no fuera más que por la alternancia en el poder – de hecho sería, acaso la única – si las condiciones objetivas no lo anularan. Pero lo anulan. Por lo que es difícil de entender es la confusión de lo fundamental con lo accesorio en de las filas liberales cuando enfrentamos una escalada de socialismo radical que completará, hasta la depauperación, el empobrecimiento material y moral que tan adelantado le dejaron aquellos socialistas “moderados” que lo precedieron. Las batallas perdidas que se libran son las propias cuando son inevitables, no las ajenas. Y la batalla entre socialistas siempre nos es ajena a los liberales. En lugar de plegarse por temor al futuro a un falso mal menor, el liberalismo en Venezuela tiene que construir su propio camino hoy. O no tendrá futuro.
La democracia no es más que un método razonablemente incruento de tomar decisiones y los liberales lo hemos encontrado siempre conveniente en aquellas situaciones en que otro, teóricamente mejor, es prácticamente inaplicable. Pero así como todas las personas deben tener el derecho de votar e intentar ser electos, sin más limites que la minoridad y la residencia, no todas las cosas se pueden someter de forma legitima a la voluntad de la mayoría, con lo que no todos los conflictos tiene una solución legitima por la vía democrática. El conflicto entre cinco violadores y una victima no se puede solucionar por medio del voto, porque los derechos inviolables de la victima minoritaria están por encima de la voluntad mayoritaria de los violadores. El crimen de la mayoría contra la minoría sigue siendo un crimen. Por lo mismo no se puede admitir como legitima ninguna decisión mayoritaria que viole los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad de quienes no han violado la Ley común. La realidad puede obligarnos a someternos a la tiranía, porque la tiranía es una cuestión de grados, y algún grado de tiranía será tolerable para muchos, aunque la vean como lo que es, sólo en la medida que los peligros inherentes al esfuerzo de su supresión les parezcan mayores amenazas que los que de ese grado tiranía en particular. También será defendible y conveniente para los serviles que se empeñen en no verla como lo que es, con independencia que la venda de sus los ojos sea en los menos el privilegio o en los más la ignorancia. Y será intolerable para otros que estimen los riesgos inherentes a su supresión son menores que las amenazas de la tiranía sobre ellos. Cualquier tiranía se sostiene fácilmente cuando los primeros son muchos más que los últimos. Y es por ello que todo proyecto totalitario requiere un control absoluto de la educación y la cultura. El liberalismo puede aceptar el hecho de la tiranía de la mayoría como parte de la realidad en una democracia ilimitada en que la voluntad de la mayoría no se detiene ante los derechos individuales. Puede y debe luchar por suprimir completamente tal tiranía por medios incruentos en la medida que ello sea posible, y debe, ante todo, cambiar la opinión general que permite la aceptación tácita sobre la que se sostiene. Pero lo que no puede hacer frente a la tiranía – si pretende realmente suprimirla – es “legitimarla” conceptualmente en el proceso de combatirla.
Cualquier forma de socialismo democrático es una forma de tiranía, pues es la violación de derechos naturales inalienables aún cuando se establezca por voluntad de la mayoría. El que a las victimas se les permitiera emigrar no la legitima en forma alguna. La función política del liberalismo es actuar en y sobre la realidad para transformarla en la medida de lo posible. Pero eso no pasa por empeñarse en no ver circunstancias perfectamente reales. Y menos por proponer el someter el conflicto entre cinco violadores y una victima a referéndum, con la excusa de que la victima disconforme pudiera emigrar después.
La política es una ciencia compleja que requiere de mensajes simples, claros, coherentes y atractivos; no de propuestas que a fuerza de intentar ser simples contradigan los principios sobre los que pretenden fundarse. La realidad de la política es la realidad del poder, quienes entienden eso pueden avanzar en ella, los liberales que no entienden el significado de eso, aunque lo repitan palabra por palabra convencidos de lo contrario, no pueden; pero pueden retrasar y dificultar, como de hecho hacen, el avance político del liberalismo. El socialismo se construyó quitándolo al individuo la soberanía sobre sí mismo y consecuentemente transfiriendo el control de la riqueza de la sociedad al Estado. El liberalismo no se impondrá sin tomar el camino contrario, y así como el camino contrario pasa por recuperar la soberanía del individuo sobre si mismo, primero en la opinión, para luego establecerla en las instituciones, tal transformación requiere para sostenerse la transferencia gratuita y universal de la propiedad y con ella del completo control real de todos los activos mercantiles del Estado a los ciudadanos. Y eso es sólo el principio.
Sobre los liberales y la campaña electoral venezolana es poco lo se puede decir. Ninguno, es el único candidato liberal a la presidencia, y por ninguno propondrán votar los liberales de verdad y que tengan una adecuada percepción de la realidad. Unos pocos, por deshonesto oportunismo los más de entre ellos, y por una errónea percepción los menos, apoyan algún candidato socialista en contra de otro. La realidad es que en las circunstancias presentes carece de sentido para los liberales de verdad llamar a votar por un candidato socialista opositor que compite desesperadamente en populismo con el no menos socialista gobernante, argumentando que fuera “el menos malo” y disfrazar eso hablado de su popularidad, su carácter de político “regional”, de demócrata, o cualquier otra cosa por dos poderosas razones:
La realidad es que no es alguno “el menos malo” en el sentido de que no hay alguno que sea “el menos socialista”. Sólo ninguno es “el menos malo” en ese sentido. En la elección presidencial de Venezuela en el 2006, cualquier candidato opositor de entre los inscritos es igual de malo que el que pretende sustituir porque es igual de socialista. Eso lo decimos los liberales que no imitamos al avestruz, de una u otra forma.
En las condiciones institucionales y políticas que prevalecen en el país actualmente, una candidatura de ese tipo no tiene la capacidad de llegar al poder y sostenerse en él cambiándolas, porque la contraparte tiene el poder y la voluntad política de impedirlo por todos los medios a su alcance. Eso lo dicen hasta los socialistas opositores más serios, organizados, disciplinados y con mayor experiencia política acumulada en Venezuela. Que aunque no nos gusten, son los adecos.
Sería excesivo para un simple artículo el intentar una lista de los errores del socialismo opositor que han ocasionado estas condiciones, pero si es necesario recordar que el enorme poder de que goza el socialismo en el poder y que le conduce a asumir seriamente el proyecto de mantenerse en el mismo indefinidamente, es más resultado de los errores del socialismo opositor que de los aciertos del socialismo en el poder. Rosales es el más reciente de esos errores, por las mismas razones que lo fue el candidato de la “Unidad” Francisco Arias Cárdenas. Y sin importar que se llegue a su mejor y prácticamente imposible escenario, como al peor y prácticamente inevitable, o cualquier variante intermedia más o menos probable, así lo descubrirán sus nuevos partidarios circunstanciales, cuando sea tarde.
Se podría entender la conveniencia táctica del famoso “mal menor”, aunque no fuera más que por la alternancia en el poder – de hecho sería, acaso la única – si las condiciones objetivas no lo anularan. Pero lo anulan. Por lo que es difícil de entender es la confusión de lo fundamental con lo accesorio en de las filas liberales cuando enfrentamos una escalada de socialismo radical que completará, hasta la depauperación, el empobrecimiento material y moral que tan adelantado le dejaron aquellos socialistas “moderados” que lo precedieron. Las batallas perdidas que se libran son las propias cuando son inevitables, no las ajenas. Y la batalla entre socialistas siempre nos es ajena a los liberales. En lugar de plegarse por temor al futuro a un falso mal menor, el liberalismo en Venezuela tiene que construir su propio camino hoy. O no tendrá futuro.
La democracia no es más que un método razonablemente incruento de tomar decisiones y los liberales lo hemos encontrado siempre conveniente en aquellas situaciones en que otro, teóricamente mejor, es prácticamente inaplicable. Pero así como todas las personas deben tener el derecho de votar e intentar ser electos, sin más limites que la minoridad y la residencia, no todas las cosas se pueden someter de forma legitima a la voluntad de la mayoría, con lo que no todos los conflictos tiene una solución legitima por la vía democrática. El conflicto entre cinco violadores y una victima no se puede solucionar por medio del voto, porque los derechos inviolables de la victima minoritaria están por encima de la voluntad mayoritaria de los violadores. El crimen de la mayoría contra la minoría sigue siendo un crimen. Por lo mismo no se puede admitir como legitima ninguna decisión mayoritaria que viole los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad de quienes no han violado la Ley común. La realidad puede obligarnos a someternos a la tiranía, porque la tiranía es una cuestión de grados, y algún grado de tiranía será tolerable para muchos, aunque la vean como lo que es, sólo en la medida que los peligros inherentes al esfuerzo de su supresión les parezcan mayores amenazas que los que de ese grado tiranía en particular. También será defendible y conveniente para los serviles que se empeñen en no verla como lo que es, con independencia que la venda de sus los ojos sea en los menos el privilegio o en los más la ignorancia. Y será intolerable para otros que estimen los riesgos inherentes a su supresión son menores que las amenazas de la tiranía sobre ellos. Cualquier tiranía se sostiene fácilmente cuando los primeros son muchos más que los últimos. Y es por ello que todo proyecto totalitario requiere un control absoluto de la educación y la cultura. El liberalismo puede aceptar el hecho de la tiranía de la mayoría como parte de la realidad en una democracia ilimitada en que la voluntad de la mayoría no se detiene ante los derechos individuales. Puede y debe luchar por suprimir completamente tal tiranía por medios incruentos en la medida que ello sea posible, y debe, ante todo, cambiar la opinión general que permite la aceptación tácita sobre la que se sostiene. Pero lo que no puede hacer frente a la tiranía – si pretende realmente suprimirla – es “legitimarla” conceptualmente en el proceso de combatirla.
Cualquier forma de socialismo democrático es una forma de tiranía, pues es la violación de derechos naturales inalienables aún cuando se establezca por voluntad de la mayoría. El que a las victimas se les permitiera emigrar no la legitima en forma alguna. La función política del liberalismo es actuar en y sobre la realidad para transformarla en la medida de lo posible. Pero eso no pasa por empeñarse en no ver circunstancias perfectamente reales. Y menos por proponer el someter el conflicto entre cinco violadores y una victima a referéndum, con la excusa de que la victima disconforme pudiera emigrar después.
La política es una ciencia compleja que requiere de mensajes simples, claros, coherentes y atractivos; no de propuestas que a fuerza de intentar ser simples contradigan los principios sobre los que pretenden fundarse. La realidad de la política es la realidad del poder, quienes entienden eso pueden avanzar en ella, los liberales que no entienden el significado de eso, aunque lo repitan palabra por palabra convencidos de lo contrario, no pueden; pero pueden retrasar y dificultar, como de hecho hacen, el avance político del liberalismo. El socialismo se construyó quitándolo al individuo la soberanía sobre sí mismo y consecuentemente transfiriendo el control de la riqueza de la sociedad al Estado. El liberalismo no se impondrá sin tomar el camino contrario, y así como el camino contrario pasa por recuperar la soberanía del individuo sobre si mismo, primero en la opinión, para luego establecerla en las instituciones, tal transformación requiere para sostenerse la transferencia gratuita y universal de la propiedad y con ella del completo control real de todos los activos mercantiles del Estado a los ciudadanos. Y eso es sólo el principio.
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EL REPUBLICANO LIBERAL
*IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO ESCRIBE EN SU PARANINFO: “SI, ES POR USTED QUE VAMOS”
*IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO ESCRIBE EN SU PARANINFO: “SI, ES POR USTED QUE VAMOS”
Mire no se si usted por estar ocupado conspirando recuerda pero hasta 1998 vivíamos en un país con un sistema de gobierno conocido como democracia al estilo occidental, representativo y alternativo. Perfectible. Cada cinco años, normalmente, la oposición se convertía en gobierno. Gobierno y oposición se reunían con frecuencia para tratar de darle solución a los problemas más importantes del país. La oposición criticaba y el gobierno muchas veces escuchaba. Se podía ver un arco iris alrededor de una mesa de dominó. El sistema económico era más o menos liberal con una buena dosis de participación del Estado. De tanto en cuando aparecían los controles de precio y controles de cambio. La burocracia era en muchos casos ineficiente y corrupta pero se hacían cosas. Se construían casas y carreteras, escuelas y universidades, dispensarios y hospitales. Se daba créditos sin discriminar entre los beneficiarios. El Poder Judicial era medianamente independiente. Coexistían jueces corruptos, complacientes y parcializados políticamente con jueces idóneos, independientes y autónomos. Había tribus y había bufetes probos. En el Poder Legislativo estaban representadas todas las tendencias políticas. Al Poder Ejecutivo no le era fácil imponer su voluntad, tenía que negociar la aprobación de leyes y muchas salían a pesar de la incomodidad del gobierno. Los ministros eran interpelados. En el órgano electoral estaban representados los partidos más importantes lo que hacía que sus decisiones fueran bastante aceptables por las partes. El presidente de ese organismo era siempre un ciudadano más o menos independiente. La trampa no era fácil de hacer. Se tenían resultados confiables y a tiempo. La fiscalía y la contraloría estaban en manos de gente con independencia de criterio y un tanto ajenas al partido de gobierno. Se enjuiciaban altos jerarcas de la administración. Había varios chinitos de recadi. Se cambiaba el gabinete de verdad, verdad. Ministros, gobernadores y demás funcionarios públicos declaraban sobre sus respectivas áreas sin tener que esperar que el presidente hablara primero. La descentralización iba tomando fuerza. Gobernadores y alcaldes tenían un grado importante de autonomía. Las asambleas legislativas controlaban a los funcionarios estadales. Los militares estaban en los cuarteles y además de echar su jaladita para ascender tenían que aprobar unos cursos, ser evaluados por comisiones adhoc y finalmente, para los grado superiores, ser sometidos a la consideración de una comisión del Congreso. Los sindicatos y demás gremios protestaban sin pedir permiso al gobierno. Fedecámaras hacía otro tanto. O se firmaba la contratación colectiva o había paros. Existía una tripartita. La inseguridad no era tan insegura. Los buhoneros no eran tantos. El presidente pedía permiso para salir y para gastar y para regalar. La sindéresis era normal en los jefes de Estado. No se peleaban con sus colegas de otros países. Las cadenas eran collarcitos. En los medios de comunicación del Estado había periodistas de todos los colores. En fin que hasta esa fecha teníamos un país más o menos normal; con muchos problemas pero con muchas propuestas de soluciones. Era un solo país. El este y el oeste se entendían.
Pero resulta que ese país que teníamos se comenzó a desmoronar a partir de 1999, justo cuando usted se encaramó en el coroto. Su primer acto fue precisamente irrespetar la constitución vigente, esa que llamó la moribunda. Acto seguido se burló de un grupo de venezolanos cuando le madrugó con el decreto de la convocatoria a referendo consultivo sobre la constituyente. Y a los dos días hizo apología del delito. Se uniformó. A partir de entonces el país comenzó a vivir una pesadilla que cada día se hace más horrible, más peligrosa. De las palabras pasó a los hechos. De las amenazas a las acciones. Los poderes comenzaron a desaparecer. Se conformó lo que llamamos una vez el “santísimo pentágono”. Un solo jefe en cinco poderes. Descabezó la jerarquía militar y politizó a la FAN. Se empeñó en acabar con la empresa privada y la propiedad privada y los sindicatos y los gremios. Estructura paralela. Presupuesto paralelo. Malversó los fondos del Estado. Propició el nacimiento de los círculos bolivarianos y las esquinas calientes. Indujo a la separación entre el este y el oeste. Creó las milicias y los grupos armados del gobierno. Cuba y Venezuela una sola nación. Cubanos hasta en la sopa. FARC y ELN en Miraflores. Patria, socialismo o muerte. Las cadenas se hicieron interminables. Tiñó de rojo todo el aparato del Estado. Ordenó las litas de Tascón y Maisanta. Desmanteló PDVSA. Carnavalizó los procesos electorales y usó los recursos del Estado para comprar la conciencia de muchos y trampear las elecciones con la anuencia de su poder electoral. La Justicia la convirtió en su justicia. Mandó silenciar a la contraloría. Desunió a la familia venezolana. Desunió al país. Desunió a los países de Sur América. Se peleó con casi todos los otros presidentes. En fin que todo lo puso patas arriba y hasta el queso que había en la mesa se lo comió.
Por eso y mucho más, tal como usted mismo lo señaló recientemente, después de que se ganen casi todas las gobernaciones y mas de cien alcaldías y para evitar que haya guerra en el 2009 y sigamos teniendo país, tendremos que ir lo antes posible, Constitución mediante, por usted. Téngalo por seguro.
Iolaizola@cantv.net
Mire no se si usted por estar ocupado conspirando recuerda pero hasta 1998 vivíamos en un país con un sistema de gobierno conocido como democracia al estilo occidental, representativo y alternativo. Perfectible. Cada cinco años, normalmente, la oposición se convertía en gobierno. Gobierno y oposición se reunían con frecuencia para tratar de darle solución a los problemas más importantes del país. La oposición criticaba y el gobierno muchas veces escuchaba. Se podía ver un arco iris alrededor de una mesa de dominó. El sistema económico era más o menos liberal con una buena dosis de participación del Estado. De tanto en cuando aparecían los controles de precio y controles de cambio. La burocracia era en muchos casos ineficiente y corrupta pero se hacían cosas. Se construían casas y carreteras, escuelas y universidades, dispensarios y hospitales. Se daba créditos sin discriminar entre los beneficiarios. El Poder Judicial era medianamente independiente. Coexistían jueces corruptos, complacientes y parcializados políticamente con jueces idóneos, independientes y autónomos. Había tribus y había bufetes probos. En el Poder Legislativo estaban representadas todas las tendencias políticas. Al Poder Ejecutivo no le era fácil imponer su voluntad, tenía que negociar la aprobación de leyes y muchas salían a pesar de la incomodidad del gobierno. Los ministros eran interpelados. En el órgano electoral estaban representados los partidos más importantes lo que hacía que sus decisiones fueran bastante aceptables por las partes. El presidente de ese organismo era siempre un ciudadano más o menos independiente. La trampa no era fácil de hacer. Se tenían resultados confiables y a tiempo. La fiscalía y la contraloría estaban en manos de gente con independencia de criterio y un tanto ajenas al partido de gobierno. Se enjuiciaban altos jerarcas de la administración. Había varios chinitos de recadi. Se cambiaba el gabinete de verdad, verdad. Ministros, gobernadores y demás funcionarios públicos declaraban sobre sus respectivas áreas sin tener que esperar que el presidente hablara primero. La descentralización iba tomando fuerza. Gobernadores y alcaldes tenían un grado importante de autonomía. Las asambleas legislativas controlaban a los funcionarios estadales. Los militares estaban en los cuarteles y además de echar su jaladita para ascender tenían que aprobar unos cursos, ser evaluados por comisiones adhoc y finalmente, para los grado superiores, ser sometidos a la consideración de una comisión del Congreso. Los sindicatos y demás gremios protestaban sin pedir permiso al gobierno. Fedecámaras hacía otro tanto. O se firmaba la contratación colectiva o había paros. Existía una tripartita. La inseguridad no era tan insegura. Los buhoneros no eran tantos. El presidente pedía permiso para salir y para gastar y para regalar. La sindéresis era normal en los jefes de Estado. No se peleaban con sus colegas de otros países. Las cadenas eran collarcitos. En los medios de comunicación del Estado había periodistas de todos los colores. En fin que hasta esa fecha teníamos un país más o menos normal; con muchos problemas pero con muchas propuestas de soluciones. Era un solo país. El este y el oeste se entendían.
Pero resulta que ese país que teníamos se comenzó a desmoronar a partir de 1999, justo cuando usted se encaramó en el coroto. Su primer acto fue precisamente irrespetar la constitución vigente, esa que llamó la moribunda. Acto seguido se burló de un grupo de venezolanos cuando le madrugó con el decreto de la convocatoria a referendo consultivo sobre la constituyente. Y a los dos días hizo apología del delito. Se uniformó. A partir de entonces el país comenzó a vivir una pesadilla que cada día se hace más horrible, más peligrosa. De las palabras pasó a los hechos. De las amenazas a las acciones. Los poderes comenzaron a desaparecer. Se conformó lo que llamamos una vez el “santísimo pentágono”. Un solo jefe en cinco poderes. Descabezó la jerarquía militar y politizó a la FAN. Se empeñó en acabar con la empresa privada y la propiedad privada y los sindicatos y los gremios. Estructura paralela. Presupuesto paralelo. Malversó los fondos del Estado. Propició el nacimiento de los círculos bolivarianos y las esquinas calientes. Indujo a la separación entre el este y el oeste. Creó las milicias y los grupos armados del gobierno. Cuba y Venezuela una sola nación. Cubanos hasta en la sopa. FARC y ELN en Miraflores. Patria, socialismo o muerte. Las cadenas se hicieron interminables. Tiñó de rojo todo el aparato del Estado. Ordenó las litas de Tascón y Maisanta. Desmanteló PDVSA. Carnavalizó los procesos electorales y usó los recursos del Estado para comprar la conciencia de muchos y trampear las elecciones con la anuencia de su poder electoral. La Justicia la convirtió en su justicia. Mandó silenciar a la contraloría. Desunió a la familia venezolana. Desunió al país. Desunió a los países de Sur América. Se peleó con casi todos los otros presidentes. En fin que todo lo puso patas arriba y hasta el queso que había en la mesa se lo comió.
Por eso y mucho más, tal como usted mismo lo señaló recientemente, después de que se ganen casi todas las gobernaciones y mas de cien alcaldías y para evitar que haya guerra en el 2009 y sigamos teniendo país, tendremos que ir lo antes posible, Constitución mediante, por usted. Téngalo por seguro.
Iolaizola@cantv.net
*RAFAEL GALLEGOS CASTRO ESCRIBE EN 2001: “HARAKIRI PETROLERO”
*RAFAEL GALLEGOS CASTRO ESCRIBE EN 2001: “HARAKIRI PETROLERO”
A medida que iba cayendo el muro de Berlín —cual strip tease de piedras— el socialismo desnudaba su proverbial ineficiencia. Paso a paso gritaba su totalitarismo, represión, hambrunas, escasez... su fracaso. El mundo dijo: nunca más. Sin embargo, los “revolucionarios” venezolanos compraron esas piedras, no como recuerdo, sino para reconstruir —pedazo a pedazo— otro muro idéntico, en Venezuela. Puro demodé… cual pavo “ye ye go go” que en pleno 2008 se paseara por las calles de Caracas con pantalones tubitos y brincapozos, con un radio transistor en la oreja y en su inocencia creyera que se la está “devorando”. Puro fracaso en producción, distribución, libertades; puro subdesarrollo.
En materia petrolera el fracaso ha sido digno de Ripley. La Pdvsa de hoy no es ni la sombra de la del 2003, cuando realizando la mayor lobotomía empresarial de que se tenga noticia, botó a 23.000 empleados. O sea… descerebraron la industria pivote del país y la convirtieron en la punta de lanza de la implosión de este proceso. Mataron la gallina de los huevos de oro. Y el mismísimo presidente se jactó de ser el responsable de ello. La Pdvsa postlobotomía apenas produce un poco más de dos millones de barriles por día y en barrena, cuando debería producir más de cinco. Nos damos el lujo de producir un Kuwait menos de petróleo todos los días, o un Irak, o un Irán… tres millones de barriles diarios tirados por la borda. Como si algún rey de Arabia Saudita tuviera la desfachatez de provocar desaguisados que disminuyeran su capacidad petrolera desde diez millones de barriles diarios hasta cinco o seis… y encima, se jactara de ello. Hasta el viejo Rockefeller se asombraría al observar como los “revolucionarios” venezolanos han agregado una tercera Ley a su máxima: el mejor negocio del mundo es una petrolera bien administrada, el segundo mejor una petrolera mal administrada. Jamás imaginó una petrolera que —¿ tercera ley?— se ahogara en su propio petróleo.
AHÍ ESTÁ EL DETALLE
Ahora la Pdvsa postlobotomía forma cooperativas fugaces, mantiene misiones; construye centros de diagnóstico, viviendas en el extranjero; fabrica neveras, licuadoras y mesitas con unos adornos de lo más lindos. Importa sandías de Ecuador, bananas de Centroamérica, choclos de Bolivia, porotos de Chile, leche del imperio, granos del imperio, azúcar del imperio, carne del imperio y pollos del imperio. Cuando las cosas se ponen difíciles abre el congelador de Colombia. La famosa ex segunda petrolera del mundo —¿dónde quedarán los lichers?— quedó para los parches de emergencia de la “revolución”. Los deslenguados dicen que cambia petróleo por catedráticos en Cuba… petróleo por comida en Nicaragua, mientras los propios empresarios nicaragüenses dicen que no están preparados para ello… y la última innovación para derrotar la escasez es cambiar petróleo por la alimenticia coca boliviana para cubrir los deficitarios estantes venezolanos con el lema: “si no se le quita el hambre, duérmala”. La verdad es que si la coca fuera tan alimenticia no habría tanta desnutrición en Bolivia. Una petrolera “revolucionaria” que —ahí está el detalle, diría Cantinflas— produce de todo... menos petróleo. ¿Algún “revolucionario” se responsabilizará por hacer una industria energética de primera que maximice la producción petrolera mientras se hace comercial el carro de hidrógeno y acaba con el mercado de gasolinas, y además nos prepare una petroquímica pivote del gran desarrollo industrial que sostenga a la Venezuela del siglo XXI?
Puro Harakiri. Nos vamos convirtiendo —desde lugares privilegiados— en un exportador más de la OPEP. Saquen cuentas. Si sólo producimos 2,300.000 barriles diarios, consumimos internamente 600.000 y colocamos en condiciones preferenciales 300.000 barriles… apenas nos quedan para exportar en condiciones de mercado MENOS DE MILLÓN Y MEDIO DE BARRILES DIARIOS. A este paso, en pocos años apenas exportaremos un millón. ¿Será culpa del imperio… del capitalismo… de la oligarquía? No, puro harakiri. Que paradoja, el país con mayores reservas petroleras en el mundo convertido en un productor marginal de petróleo. ¿Habrá algún responsable “yoprovoquéelparo”?
Antes de la lobotomía, en tiempos de la segunda petrolera del mundo, cada trabajador petrolero producía 73 barriles diarios, hoy apenas produce 20 barriles. De pivote del desarrollo a punta de lanza de la implosión. En lugar de sembrar fue más fácil nadar en la abundancia petrolera. Nadie les explicó que el que nada en petróleo… se ahoga. Glub, glub, glub… hasta con la manito afuera. Parafraseando al amigo Eddie Ramírez, la Pdvsa roja está en rojo… un rojo tan colorado que como el chapulín tendrá que gritar: y ahora ¿quién podrá defenderme? Francamente, creí que tenían más astucia.
(El autor es ingeniero y consultor gerencial)
gallegos.c@hotmail.com
A medida que iba cayendo el muro de Berlín —cual strip tease de piedras— el socialismo desnudaba su proverbial ineficiencia. Paso a paso gritaba su totalitarismo, represión, hambrunas, escasez... su fracaso. El mundo dijo: nunca más. Sin embargo, los “revolucionarios” venezolanos compraron esas piedras, no como recuerdo, sino para reconstruir —pedazo a pedazo— otro muro idéntico, en Venezuela. Puro demodé… cual pavo “ye ye go go” que en pleno 2008 se paseara por las calles de Caracas con pantalones tubitos y brincapozos, con un radio transistor en la oreja y en su inocencia creyera que se la está “devorando”. Puro fracaso en producción, distribución, libertades; puro subdesarrollo.
En materia petrolera el fracaso ha sido digno de Ripley. La Pdvsa de hoy no es ni la sombra de la del 2003, cuando realizando la mayor lobotomía empresarial de que se tenga noticia, botó a 23.000 empleados. O sea… descerebraron la industria pivote del país y la convirtieron en la punta de lanza de la implosión de este proceso. Mataron la gallina de los huevos de oro. Y el mismísimo presidente se jactó de ser el responsable de ello. La Pdvsa postlobotomía apenas produce un poco más de dos millones de barriles por día y en barrena, cuando debería producir más de cinco. Nos damos el lujo de producir un Kuwait menos de petróleo todos los días, o un Irak, o un Irán… tres millones de barriles diarios tirados por la borda. Como si algún rey de Arabia Saudita tuviera la desfachatez de provocar desaguisados que disminuyeran su capacidad petrolera desde diez millones de barriles diarios hasta cinco o seis… y encima, se jactara de ello. Hasta el viejo Rockefeller se asombraría al observar como los “revolucionarios” venezolanos han agregado una tercera Ley a su máxima: el mejor negocio del mundo es una petrolera bien administrada, el segundo mejor una petrolera mal administrada. Jamás imaginó una petrolera que —¿ tercera ley?— se ahogara en su propio petróleo.
AHÍ ESTÁ EL DETALLE
Ahora la Pdvsa postlobotomía forma cooperativas fugaces, mantiene misiones; construye centros de diagnóstico, viviendas en el extranjero; fabrica neveras, licuadoras y mesitas con unos adornos de lo más lindos. Importa sandías de Ecuador, bananas de Centroamérica, choclos de Bolivia, porotos de Chile, leche del imperio, granos del imperio, azúcar del imperio, carne del imperio y pollos del imperio. Cuando las cosas se ponen difíciles abre el congelador de Colombia. La famosa ex segunda petrolera del mundo —¿dónde quedarán los lichers?— quedó para los parches de emergencia de la “revolución”. Los deslenguados dicen que cambia petróleo por catedráticos en Cuba… petróleo por comida en Nicaragua, mientras los propios empresarios nicaragüenses dicen que no están preparados para ello… y la última innovación para derrotar la escasez es cambiar petróleo por la alimenticia coca boliviana para cubrir los deficitarios estantes venezolanos con el lema: “si no se le quita el hambre, duérmala”. La verdad es que si la coca fuera tan alimenticia no habría tanta desnutrición en Bolivia. Una petrolera “revolucionaria” que —ahí está el detalle, diría Cantinflas— produce de todo... menos petróleo. ¿Algún “revolucionario” se responsabilizará por hacer una industria energética de primera que maximice la producción petrolera mientras se hace comercial el carro de hidrógeno y acaba con el mercado de gasolinas, y además nos prepare una petroquímica pivote del gran desarrollo industrial que sostenga a la Venezuela del siglo XXI?
Puro Harakiri. Nos vamos convirtiendo —desde lugares privilegiados— en un exportador más de la OPEP. Saquen cuentas. Si sólo producimos 2,300.000 barriles diarios, consumimos internamente 600.000 y colocamos en condiciones preferenciales 300.000 barriles… apenas nos quedan para exportar en condiciones de mercado MENOS DE MILLÓN Y MEDIO DE BARRILES DIARIOS. A este paso, en pocos años apenas exportaremos un millón. ¿Será culpa del imperio… del capitalismo… de la oligarquía? No, puro harakiri. Que paradoja, el país con mayores reservas petroleras en el mundo convertido en un productor marginal de petróleo. ¿Habrá algún responsable “yoprovoquéelparo”?
Antes de la lobotomía, en tiempos de la segunda petrolera del mundo, cada trabajador petrolero producía 73 barriles diarios, hoy apenas produce 20 barriles. De pivote del desarrollo a punta de lanza de la implosión. En lugar de sembrar fue más fácil nadar en la abundancia petrolera. Nadie les explicó que el que nada en petróleo… se ahoga. Glub, glub, glub… hasta con la manito afuera. Parafraseando al amigo Eddie Ramírez, la Pdvsa roja está en rojo… un rojo tan colorado que como el chapulín tendrá que gritar: y ahora ¿quién podrá defenderme? Francamente, creí que tenían más astucia.
(El autor es ingeniero y consultor gerencial)
gallegos.c@hotmail.com
*VÍCTOR MALDONADO C. ESCRIBE EN EL CORREO DEL CARONÍ: “EL CABALLO DE CALÍGULA”
*VÍCTOR MALDONADO C. ESCRIBE EN EL CORREO DEL CARONÍ: “EL CABALLO DE CALÍGULA”
Viernes, 01 de febrero de 2008
Alcibíades el bello estuvo en el centro de la vida política de Grecia. Su mejor biógrafa, Jacqueline de Romilly, nos lo muestra determinando la política de Atenas; después la de Esparta, y por último la de los sátrapas persas. Leyendo su historia, uno se da cuenta del rol que desempeñó en la ruina de Atenas, por dos razones que todavía hoy muestran una vigencia innegable. En primer lugar porque encarnó el imperialismo ateniense en su forma extrema y conquistadora, y en las imprudencias que provocaron su caída. En segundo lugar porque es la figura arquetípica de aquel que antepone la ambición personal al interés común. Alcibíades es la desmesura.
Mimado, caprichoso y lunático, Calígula ejerció el poder imperial con crueldad y terror. Obsesionado con el juego morboso de decidir quién vivía y quien moría, terminó totalmente desconectado de la realidad, haciendo burlas de las instituciones clave de Roma. Cuenta la leyenda que incluso intentó nombrar a su caballo Incitato como cónsul y miembro del senado romano. Calígula es la crueldad.
Pasión, celos y necrofilia son las claves para entender la vida de Juana I de Trastámara, apodada La Loca. Tercera hija de los reyes católicos, se enamoró perdidamente de Felipe el Hermoso, Archiduque de Austria. Cuenta la leyenda que eso sucedió en el primer encuentro, pero que al poco tiempo Felipe perdió el interés en la que ya era su esposa, lo que provocó en Juana una celopatía incontrolable. Muerto Felipe, la reina enloqueció definitivamente. Ante el asombro de toda su corte, comenzó una larga procesión para llevar el cadáver de su esposo desde Burgos hasta Granada; durante las noches de ocho largos meses toda Castilla la vio recorrer el trayecto, sin querer separarse de su amado, sin cambiarse de ropa, sin lavarse, arropada por una melancolía irreversible. Juana es la pasión descontrolada.
Todos ellos locos egregios, unos más extremos que otros en la línea de la excentricidad, la pérdida de sentido de la realidad, la imposibilidad de discriminar entre lo importante y lo accesorio, o entre lo sublime y lo ridículo, reducidos por tanto a la repetición febril de conductas y al balbuceo sin sentido de temas transformados en obsesiones. La desmesura en la ambición de Alcibíades, la crueldad destemplada de Calígula, la pasión excesiva de Juana, son simples muestras de los caminos por los que se conduce la insensatez. ¿Cuál puede ser la diferencia entre cada una de sus conductas, e intentar colocar al país en el trance de descubrir las causas de una muerte ocurrida hace ciento sesenta y ocho años? ¿A qué tipo de locura estamos sometidos, cuando en el medio de la mayor catástrofe económica y social, el presidente designa una comisión especial encabezada por el vicepresidente de la República e integrada por diez ministros, el fiscal general y el presidente de un instituto autónomo para conocer las verdaderas causas de la muerte del libertador?
Mientras el alto gobierno se ocupa de arqueología forense, la realidad insiste en imponerse a todo aquel que la quiera ver: Muestra cómo aquí y ahora están muriendo 40 venezolanos todos los días, se están robando un vehículo cada 10 minutos, hacen falta cerca de dos millones de nuevas viviendas, estamos abatidos por el dengue y la malaria, por la inflación y el desabastecimiento, por la corrupción y la mentira. ¿Acaso el presidente no tiene suficiente conexión con una realidad que le pide a gritos que atienda los verdaderos problemas del país? ¿Acaso no siente que el ridículo, cual espíritu burlón lo está rondando? ¿Acaso no sabe que a nadie le interesan las razones por las cuales murió Bolívar, que resulta mucho más fructuoso ocuparse del presente nacional? Por lo que se ve, Alcibíades, Calígula y Juana La Loca son los fantasmas que rondan el palacio en las noches de insomnio del Presidente.
victormaldonadoc@gmail.com
Viernes, 01 de febrero de 2008
Alcibíades el bello estuvo en el centro de la vida política de Grecia. Su mejor biógrafa, Jacqueline de Romilly, nos lo muestra determinando la política de Atenas; después la de Esparta, y por último la de los sátrapas persas. Leyendo su historia, uno se da cuenta del rol que desempeñó en la ruina de Atenas, por dos razones que todavía hoy muestran una vigencia innegable. En primer lugar porque encarnó el imperialismo ateniense en su forma extrema y conquistadora, y en las imprudencias que provocaron su caída. En segundo lugar porque es la figura arquetípica de aquel que antepone la ambición personal al interés común. Alcibíades es la desmesura.
Mimado, caprichoso y lunático, Calígula ejerció el poder imperial con crueldad y terror. Obsesionado con el juego morboso de decidir quién vivía y quien moría, terminó totalmente desconectado de la realidad, haciendo burlas de las instituciones clave de Roma. Cuenta la leyenda que incluso intentó nombrar a su caballo Incitato como cónsul y miembro del senado romano. Calígula es la crueldad.
Pasión, celos y necrofilia son las claves para entender la vida de Juana I de Trastámara, apodada La Loca. Tercera hija de los reyes católicos, se enamoró perdidamente de Felipe el Hermoso, Archiduque de Austria. Cuenta la leyenda que eso sucedió en el primer encuentro, pero que al poco tiempo Felipe perdió el interés en la que ya era su esposa, lo que provocó en Juana una celopatía incontrolable. Muerto Felipe, la reina enloqueció definitivamente. Ante el asombro de toda su corte, comenzó una larga procesión para llevar el cadáver de su esposo desde Burgos hasta Granada; durante las noches de ocho largos meses toda Castilla la vio recorrer el trayecto, sin querer separarse de su amado, sin cambiarse de ropa, sin lavarse, arropada por una melancolía irreversible. Juana es la pasión descontrolada.
Todos ellos locos egregios, unos más extremos que otros en la línea de la excentricidad, la pérdida de sentido de la realidad, la imposibilidad de discriminar entre lo importante y lo accesorio, o entre lo sublime y lo ridículo, reducidos por tanto a la repetición febril de conductas y al balbuceo sin sentido de temas transformados en obsesiones. La desmesura en la ambición de Alcibíades, la crueldad destemplada de Calígula, la pasión excesiva de Juana, son simples muestras de los caminos por los que se conduce la insensatez. ¿Cuál puede ser la diferencia entre cada una de sus conductas, e intentar colocar al país en el trance de descubrir las causas de una muerte ocurrida hace ciento sesenta y ocho años? ¿A qué tipo de locura estamos sometidos, cuando en el medio de la mayor catástrofe económica y social, el presidente designa una comisión especial encabezada por el vicepresidente de la República e integrada por diez ministros, el fiscal general y el presidente de un instituto autónomo para conocer las verdaderas causas de la muerte del libertador?
Mientras el alto gobierno se ocupa de arqueología forense, la realidad insiste en imponerse a todo aquel que la quiera ver: Muestra cómo aquí y ahora están muriendo 40 venezolanos todos los días, se están robando un vehículo cada 10 minutos, hacen falta cerca de dos millones de nuevas viviendas, estamos abatidos por el dengue y la malaria, por la inflación y el desabastecimiento, por la corrupción y la mentira. ¿Acaso el presidente no tiene suficiente conexión con una realidad que le pide a gritos que atienda los verdaderos problemas del país? ¿Acaso no siente que el ridículo, cual espíritu burlón lo está rondando? ¿Acaso no sabe que a nadie le interesan las razones por las cuales murió Bolívar, que resulta mucho más fructuoso ocuparse del presente nacional? Por lo que se ve, Alcibíades, Calígula y Juana La Loca son los fantasmas que rondan el palacio en las noches de insomnio del Presidente.
victormaldonadoc@gmail.com
*FORO DE ILDEA. “LA SOCIEDAD CIVIL ES CLAVE PARA FORTALECER LA DEMOCRACIA”
*FORO DE ILDEA. “LA SOCIEDAD CIVIL ES CLAVE PARA FORTALECER LA DEMOCRACIA”
En esta conferencia internacional participaron como oradores: la arquitecta Aixa Armas; Carlos Tinoco, ex ministro de Turismo de Venezuela; Milos Alcalay, ex embajador de Venezuela ante la ONU, Lester Toledo coordinador de Fedeve y miembro del Movimiento Estudiantil Venezolano y Carlos Ponce, profesor en la Universidad Central de Venezuela y directivo del Movimiento Mundial para la Democracia.
Ciudad de Panamá.- Los miembros de Consorcio Desarrollo y Justicia participaron ayer en el foro "Venezuela: un reto a la democracia latinoamericana", organizado por el Instituto Latinoamericano de Estudios Avanzados (Ildea).
El Instituto Latinoamericano de Estudios Avanzados (Ildea) esta integrado por un grupo de profesionales liderados por María Mercedes Chelle de Corró, cuyas conferencias le ofrecen al ciudadano panameño la posibilidad de estar al día en los acontecimientos políticos, social, económicos y culturales tanto nacional como internacionalmente.
En esta conferencia internacional participaron como oradores: la arquitecta Aixa Armas; Carlos Tinoco, ex ministro de Turismo de Venezuela; Milos Alcalay, ex embajador de Venezuela ante la ONU, Lester Toledo coordinador de Fedeve y miembro del Movimiento Estudiantil Venezolano y Carlos Ponce, profesor en la Universidad Central de Venezuela y directivo del Movimiento Mundial para la Democracia.
Los venezolanos expusieron la realidad venezolana vista de distintos ángulos: el internacional, la perspectiva de la sociedad civil, el movimiento estudiantil, la necesidad de formar una Red Latinoamericana y la Organización Consorcio Desarrollo y Justicia.
Al ser consultado sobre la agenda ciudadana de los venezolanos después de los resultados del 2 de diciembre el Dr. Carlos Ponce expuso la necesidad de ocuparse de los sectores menos favorecidos es decir ocuparse de la política sin dejar de lado el desarrollo, sobre todo cuando los índices de desarrollo humano han subido a Venezuela del puesto 49 al puesto 86.
Por su parte la arquitecto Aixa Armas afirmó en su conferencia que la Sociedad Civil es clave para fortalecer la democracia, informando que los ciudadanos venezolanos empoderados y activos se han dado a la tarea de organizarse para emprender la tarea de reconstruir a Venezuela en paz y democracia.
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