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miércoles, 13 de mayo de 2015

CARLOS E. AGUILERA A., EL CONTROL SOCIAL EN LOS REGÍMENES SOCIALISTAS

Según Avram Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista estadounidense, además de profesor emérito de Lingüística y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XXI y reconocido por su activismos político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y de la política exterior de los Estados Unidos, el elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

Esta estrategia de la distracción de la cual hace gala el actual inquilino del Palacio de Miraflores, es indispensable para impedir al pueblo interesarse por los conocimientos esenciales, en las áreas de la ciencia, economía, psicología, y cibernética. Chomsky expresa que es necesario mantener la atención del pueblo distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivado por temas sin importancia real. Se trata pues y ello lo pone en  práctica como buen discípulo Nicolás Maduro, quien en sus frecuentes apariciones televisivas pretende mantener a sus acólitos, ocupados todo el tiempo sin tregua para pensar, de vuelta a la granja como los otros animales, que cita Chomsky refiriéndose a un documento fechado en mayo 1979 y encontrado el 7 de julio de l986 en una fotocopiadora IBM, comprada en una subasta de material militar, y que trata sobre un “club de reflexión” que reúne personas extremadamente poderosas del mundo de las finanzas, economía, política, fuerzas armadas y de los servicios secretos de los Estados Unidos.
Un  país que como el nuestro, se encuentra inmerso en una difícil batalla por subsistir, debido a los graves problemas sociales, políticos, económicos y éticos que confronta, como consecuencia de las erráticas políticas de un régimen que con todos los recursos habidos durante los últimos 16 años, lejos de encumbrarlo a la cima del éxito lo ha llevado al borde de un profundo precipicio, que los más calificados economistas califican de insostenible, pero para quienes detentan el poder es una de las naciones más estables, pero, no se arredran en crear problemas para luego ofrecer soluciones, que nunca aparecen.
Otro de los métodos que refiere Chomsky y que denomina “problema-reacción-solución”, consiste en crear una “situación” prevista para causar cierta reacción en el pueblo, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. 
De allí el grito de guerra de Maduro, que se ha convertido en un lugar común: “la democracia socialista es del pueblo y para el pueblo, y este es el que manda”. Por eso, deja que se desenvuelva e intensifique la violencia urbana, para que el pueblo, sea el demandante de leyes de seguridad y políticas, en perjuicio de la libertad. O también como lo está haciendo en los últimos meses, crear una crisis económica para que sea aceptado como un mal necesario, que conlleva el retroceso de los derechos sociales.
La estrategia de la gradualidad que también refiere Chomsky consiste en hacer que se acepte una medida inaceptable y ello se aplica gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Vale decir, el ejemplo del aumento de la gasolina, pues de esta manera se hacer creer que las condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberales), fueron impuestas durante las décadas de los años 1980-1990.
Maduro es un fiel discípulo de Chomsky, pues sus teorías las aplica al pie de la letra, como la de diferir las medidas a adoptar, a fin de hacer aceptar una decisión impopular y presentarla como “dolorosa y necesaria”, y de esta manera obtener la aceptación pública en el momento que ésta sea aplicada. De esta manera es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente y luego, porque el pueblo, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo marchará mejor mañana”, y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Con ello se da más tiempo al pueblo, para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
Pocas veces, este columnista se ha recreado con programas y producciones (¿) que transmiten los canales televisivos en manos de un estado con el más absoluto poder mediático que conozca la historia venezolana  Cuando esto ha ocurrido, hemos observado que la mayor parte de la publicidad oficialista que en ellos transmiten, la intención o propósito está manipulada y para ello utilizan discursos, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Según Chomsky, cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantil. ¿Por qué?. De seguidas explica que si uno se dirige a una persona como si tuviese la edad de 12 años o menos, entonces en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico.
“Yo amo al Comandante eterno”, “Estoy dispuesto a dar la vida por la revolución socialista”, “El imperio es el causante de esta guerra económica”, “Fuera los apátridas, burgueses y traidores a la Patria”, son las consignas que cual vomitivo expelen a diario los fanáticos y enfermizos seguidores de la mal llamada revolución socialista y bolivariana del siglo XXI, víctimas de una clásica técnica utilizada por los regímenes comunistas, que les causa un corto circuito en el cerebro y les impide hacer un análisis racional  con sentido crítico. La utilización del registro emocional –según Chomsky – permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones o simplemente a inducir a extraños comportamientos, como los que ahora se observa a menudo en los llamados colectivos, que hasta han marcado su propio territorio, dentro de un estado  que se convierte en cómplice de los desmanes que estos perpetran.
El régimen que preside Maduro utiliza el aspecto emocional mucho más que la reflexión y pretende mantener al pueblo en la ignorancia y mediocridad, desconociendo que en los últimos años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos públicos y aquellos poseídos y utilizados por los gobiernos que se califican como socialistas, gracias a la biología, neurobiología y la psicología aplicada, que permite identificar en la mayoría de los casos, su interés por mantener el control sobre los individuos, o en otros términos sobre la sociedad.

Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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martes, 14 de octubre de 2014

NELSON ACOSTA ESPINOZA, LA POLÍTICA DE LAS EMOCIONES

Amigo lector, sin duda usted va a coincidir con la siguiente afirmación: la situación económica del país es desastrosa. Las exportaciones petroleras, por ejemplo,  han caído un 40% desde 1997 y la inflación es hoy la más elevada del planeta. Hay que añadir a estos indicadores, desde luego, los altísimos índices de inseguridad, desempleo, precariedad de la infraestructura y una corrupción desbordada que está limando las bases valóricas sobre las cuales debería descansar la gestión pública y privada.
En el marco de este panorama, podría resultar sensato evaluar las posibilidades del cambio político y electoral. Las condiciones objetivas señaladas, sin lugar a dudas, proporcionan elementos para la elaboración de propuestas programáticas e insumos para la actividad partidista y las rutinas electorales.
En cierto sentido,  la oferta electoral del bloque opositor en las pasadas elecciones presidenciales estuvo anclada en esta percepción. Que  bien pudiera ser calificada de "racionalista". Ahora bien, ¿qué queremos decir con esta expresión? ¿Es la razón en última instancia la que proporciona viabilidad a las ofertas de carácter político? Y, si así fuese, ¿cómo explicar el apoyo que suscita una práctica gubernamental incapaz de proporcionar bienestar a sus ciudadanos? ¿Es irracional la conducta política de los sectores populares?
Preguntas sustantivas cuyas respuestas pueden proporcionar  claves para desmontar la oferta del socialismo del siglo XXI y desplazar conductas opositoras que presentan dificultades para conectarse con las grandes mayorías de la población.
Veamos. Hoy en día, la lingüística, la neurociencia, la antropología, entre otras disciplinas, apuntan a demostrar que las circunstancia señaladas no son suficientes para esculpir y explicar una determinada conducta electoral ciudadana en un momento preciso. Estas disciplinas han permitido superar la dicotomía existente entre razón y emoción y su impulso ha dado pie para la formulación de la denominada "política de las emociones". 
En otras palabras, la "razón" requiere de la "emoción" y, ambos espacios, básicamente operan en la dimensión inconsciente de nuestro cerebro. Las creencias cuentan. Es necesario, entonces,  emocionar para convencer.
 En fin, la lucha política hoy en día es más cultural que otra cosa. El principal campo de batalla es el cerebro. Las neurociencias y  la neuropolítica aportan herramientas para librar esta contienda. Lo fundamental es comprender que no se puede practicar política en el siglo XXI con las herramientas conceptuales del siglo XIX. En definitiva ¿qué proporciona la neuropolítica? Esta especialidad ayuda a comprender como actúa el cerebro humano en su condición de electores, ciudadanos, frente a los estímulos de la comunicación política.
Los demócratas venezolanos tienen una ardua tarea por delante: conquistar los corazones de los venezolanos. Para triunfar se hace indispensable enmarcar sus propuestas a través del uso de un nuevo lenguaje que permita abordar al cerebro de los ciudadanos a través de sus emociones. Para alcanzar esta meta se requiere, ya lo hemos señalado, un nuevo lenguaje. Para ello sería imprescindible, igualmente,  explorar sus diversos  mundos de vida, en orden de obtener las expresiones apropiadas para alcanzar los corazones de la población.
Trasmitir pasión por los cambios, entusiasmo por las ideas e ilusión por los retos constituyen las llaves emocionales para conectar con los electores. Los venezolanos de a pié, desde luego,  quieren soluciones a sus problemas inmediatos, pero también horizontes y sueños.
La cultura popular y sus abigarradas locuciones, entonces, son fuentes indispensables para tejer la urdimbre de este nuevo discurso político. La política, ahora, es así.
Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64

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viernes, 17 de mayo de 2013

NELSON ACOSTA ESPINOZA, LOS TONTOS RACIONALES

A finales de la década de los ochenta tuve la oportunidad de asistir a un seminario en el cual se debatiría sobre el presente y futuro  de la democracia de aquellos años. En este taller se encontraban representadas las distintas parcialidades que hacían vida política en el país. Evento, desde luego,  que se daba en el marco de una situación conflictiva. Paros, inflación, fuertes demandas salariales y políticas. 
De hecho,  un escenario muy parecido al que estamos confrontando hoy en día. El tema predominante, en esa ocasión, era de carácter económico. Se pensaba que en la economía se encontraba la clave para poder desatar el nudo de la conflictividad social. Los actores en pugna, coincidían, desde sus respectivas perspectivas, que este era el campo donde debían desplegarse las posibles soluciones racionales a la crisis.
Traigo a colación este hecho, porque un sector importante de la dirigencia política de la época “pensaba” sus propuestas al interior de una marco cognitivo racionalista. La teoría de la elección racional era el instrumento utilizado para entender y, eventualmente, modificar el comportamiento social y económico del país. No voy a explicar o refutar esta opción teórica. El espacio no lo permite. Basta señalar que esta teoría ha sido disputada por muchos autores, como Amartya Sen quien en Los Tontos Racionales: Una crítica sobre los fundamentos conductistas de la teoría económica, sostiene que los principios de ese homo economicus, son los de un imbécil social, “un tonto sin sentimientos que es un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes ni compromisos”. La estrategia diseñada dentro de esta óptica resultó equivocada y, porque no, desastrosa.
El punto que deseo resaltar que ayer, al igual que hoy, existe una tendencia en nuestra clase política de no admitir en sus análisis la dimensión emocional y apostar fuerte por los marcos racionalistas. En general, quienes así piensan, se encuentran anclados en una concepción desapasionada de  esta actividad. Visión subsidiaria de una relectura parcial y radicalizada del pensamiento ilustrado. Ello explica el interés por concitar “consensos racionales” o defender la representación de grupos o individuos desde la categoría de intereses, individuales y/o colectivos.
El socialismo del siglo XXI es un ejemplo de este racionalismo. Se pretende desde el estado organizar a la sociedad sobre bases lógicas y racionales que garanticen la llamada “vida buena”. Ya sabemos hacia donde conducen estas políticas. Los venezolanos ya están sufriendo sus consecuencias.
Por otra parte, en otro extremo del espectro político persiste un gran desconocimiento del “cerebro político”. Esta ausencia se expresa en un prejuicio: la idea que la política es razón. En consecuencia, se asume, que las emociones distraen o alteran el núcleo principal de su planteamiento, vale decir las ideas, ideologías y propuestas. Sin embargo, el desarrollo de las neurociencias apunta en dirección contraria. 
En forma breve, esta orientación cognitiva podríamos resumirla en esta frase: el cerebro piensa lo que siente. En consecuencia, la clave para llegar al cerebro es acceder al corazón. . Si no llegas al corazón, difícilmente llegarás al cerebro. Esto es lo que se conoce como política de las emociones.
Las implicaciones de este concepto para la actividad política práctica son múltiples. Por ejemplo, ya no es posible pensar que una condición objetiva (clase, ingreso, etc.) por si misma genere conductas electorales comunes  y previsibles. Compartir el mismo ingreso o posición en la cadena de producción no presupone compartir las mismas emociones y sentimientos. El “cerebro político” no funciona de esa manera. Insisto, pensamos lo que sentimos. En consecuencia, se hace indispensable emocionar para convencer. Aquí se encuentra la clave para superar la polarización y alcanzar el éxito político.
Volvamos al punto inicial. El país se encuentra sumido en una crisis política, social y económica. El dispositivo político, en su versión socialista, se ha agotado. Se requiere formular un nuevo modelo. El necesario acuerdo que requiere su implantación pasa por construir un piso emocional que lo sustente. La oposición, entonces, deberá gestionar apropiadamente la política de las emociones. Esta fórmula proporcionará el impulso que  lleva a la acción y a la construcción del nuevo pacto político.
En fin, cuidado con los tontos racionales
autonomiaspoliticas@gmail.com

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domingo, 27 de mayo de 2012

CARLOS BLANCO, CAPRILES PUEDE GANAR, TIEMPO DE PALABRA

"Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse"
Capriles puede ganar. Sí puede ganar. Su campaña necesita ajustes y la victoria se hará posible.

DESEO DE CAMBIO DE LA MAYORÍA

El fundamento de la victoria es el deseo de cambio de la mayoría. No es que Capriles sea mayoría hoy, pero sí podría encarnarla para el 7-O. El deseo de cambio de quienes no quieren que continúe la situación actual está repartido hoy entre Capriles, indecisos y Chávez. ¿Chávez? Sí; hay ciudadanos que quieren cambio pero que no encuentran todavía en la candidatura opositora la posibilidad de conseguirlo y conservan la remota esperanza de que la relección del Presidente impida el caos.



El candidato opositor obtuvo en las primarias un laurel innegable por parte de la sociedad opositora; pero también recibió un mandato categórico; el país democrático le dijo: señor Capriles, lo hemos seleccionado para que reúna las fuerzas que hoy están dispersas en la oposición, en los indecisos y en sectores del chavismo; usted está designado para comandar la batalla del 7 de octubre. Las fuerzas están dispersas; las primarias lograron aglutinar las de la oposición pero no las otras; el mandato desde el 12 de febrero es que lo haga en este tiempo. 



¿Qué las encuestas dicen que Chávez hoy tiene mayor intención de voto? No es de dudar, pero puede perderla si Capriles cumple el mandato de juntar las fuerzas, hoy están desperdigadas, y que en otros momentos se han aglutinado. De junio a octubre hay tiempo para que la dispersión se convierta en un arma potentísima. La mayoría tiene que concentrarse para librar la batalla el día señalado; fundamentalmente la clase media que es opositora y debe votar por Capriles, pero si no se la moviliza lo hará desganada e incluso un sector puede no hacerlo. 



ABRIRSE A LA CRÍTICA. 



La idea de que la crítica debilita a la candidatura y a la oposición es falsa. Esa es una idea chavista: el caudillo le prohíbe a sus partidarios la discrepancia, porque eso supuestamente le daña. Ésa es una visión antidemocrática. 



Capriles y su equipo deben abrirse a las opiniones discrepantes porque algún gramo de certezas puede aportar; se les nota reacios a la crítica. El peor crimen que pueden cometer los que manejan la campaña es confiscarla y usar el chistecito, el sarcasmo y la descalificación hacia los críticos. 



El periodista Rafael Poleo ha dicho cosas duras en un estilo que le es propio. El grado de exactitud de lo que dijo es parte del debate, pero su derecho a decirlo no puede ser conculcado. Por cierto, acusarlo de ser parte de "la vieja política" no es sólo usar un término preferido del extinto Guillermo García Ponce sino tampoco advertir que todos los dirigentes importantes que rodean al candidato opositor, salvo Julio Borges y Leopoldo López, vienen de "la vieja política". 



LAS ENCUESTAS. 



Las encuestas están atravesadas por el miedo; son encuestas sin auditoría independiente y con fuentes de financiamiento que no son conocidas públicamente. Estas condiciones, entre otras, levantan sospechas. Sin embargo, si todas dicen hoy -no mañana o pasado, sino hoy- que Chávez es mayoría, lejos de armarse una pelea con estas empresas, lo que hay es que liberarse de la confiscación que han ejercido sobre la generalidad de los dirigentes políticos. No hay que olvidar que en las primarias las encuestas fueron usadas para promover una polarización que, al final, se tradujo en la disminución de las opciones de Pablo Pérez y en mucho mayor grado de las restantes. Ahora, en este nuevo escenario, Chávez las usa contra toda la oposición. Eso hay que pararlo. No se deberían usar las encuestas ni para promover la candidatura opositora ni para defenderse del uso que de ellas hace el chavismo. Las encuestas serias son las que se comportan seriamente y son discretas. 



AMPLITUD. 



La candidatura de Capriles tiene que ser apropiada por quienes no votaron por él en las primarias y desde luego por millones que no participaron en esa jornada. No basta que quieran hacerlo, el candidato y sus más cercanos colaboradores tienen que generar esa tendencia de inclusión real y no sólo formal. Hay una competencia soterrada por ver quién prevalece, por quién va a cosechar, de manera parcial, más frutos en la campaña electoral. 



El interés de las fuerzas democráticas es que Capriles desarrolle una campaña exitosa, que reúna la mayoría descontenta que existe y que gane el 7-O. Para un demócrata, en el marco de un régimen autoritario, no es consuelo llegar de segundos, como se consolaron los militares argentinos en la guerra de Las Malvinas. No hay un "second-best" en esta pelea agónica por la libertad. 



Todos los que no estuvieron o han estado con Capriles tienen que sumarse pero él y sus allegados deben promover una participación de iguales y desechar a los que andan cobrando facturas "los agravios" (en realidad las diferencias). Ojo, esto le consta personalmente al autor de estas líneas. 



CHÁVEZ ES EL CONTENDOR, POR AHORA. 



El candidato opositor no debe insultar ni a Chávez ni a nadie y nadie se lo ha propuesto. Esta pelea está representada por dos: el Presidente y Capriles; los dos están en el ring y no hay manera de que no se fajen role a tolete. No tiene que seguir la agenda de Chávez pero no puede hacerse el desentendido permanente frente al ninguneo, el desprecio, la ridiculización y el choteo. Esto no es un problema personal de Capriles, sobre si tiene cuero para que le resbalen las cosas o no; para cumplir el mandato recibido en febrero tiene que dirigir las huestes a las que se comprometió liderar, sin dejarse manosear. Puede ser gradual, bien pensado, rítmico, pero para lanzarse a un atrevimiento como es intentar ganarle a Chávez no le queda más que mostrar agallas. 



VALORES MÁS QUE PROGRAMA. 



Capriles necesita resaltar los valores que le son propios a los demócratas. No como estrategia electoral, sino porque son los que le permitirán contrastar con los antivalores de Chávez y el chavismo. Capriles representa la libertad, Chávez la opresión. Capriles representa la confianza, Chávez el miedo; esa confianza permitirá no solamente superar el terrible mal de la inseguridad y la violencia, sino también recibir inversiones extranjeras que ayuden en el reto del desarrollo. Capriles representa el esfuerzo, el trabajo y la creación. Chávez representa la destrucción. 



Allí está centro del debate. Competir con Chávez en ofertas carece de sentido porque si se ofrece 100, el caudillo ofrece mil. A lo que el Presidente no puede responder es a los temas de la libertad, la propiedad, la ausencia del miedo, la seguridad, la inclusión de los que son diferentes, el rescate de la soberanía nacional, el narcoestado, la defensa institucional de los militares. En este terreno Chávez es perdedor y aquí tiene Capriles inmensas ventajas. 



Estas son ideas para ayudar a que Capriles gane. Es posible y hay que hacerlo viable con amplitud... 



www.tiempodepalabra.com 


Twitter @carlosblancog

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