La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Albert Einstein
"Los
partidos políticos forjadores de la moderna democracia representativa
venezolana fueron resultado de largos y difíciles años en la clandestinidad, el
exilio, cárceles y torturas"
El
título de este escrito implica "buenas y malas palabras", que, tal
como enseñó el profesor Ángel Rosenblat (bendito su recuerdo), son sabio
lenguaje popular producto de la realidad. La frase puede escucharse en todos
los tonos, gritada desde el callejero burlón hasta el susurro analítico en salas
y pasillos universitarios.
Los
partidos políticos forjadores de la moderna democracia representativa
venezolana fueron resultado de largos y difíciles años en la clandestinidad, el
exilio, cárceles y torturas. Incluido un Partido Comunista de cuerpo criollo
pero finalmente excluido del Pacto de Puntofijo por su ciega obediencia a la
Internacional estalinista. Eso permitió cuarenta años de progreso desde un
capitalismo liberal resistiendo continuos intentos golpistas, y, como todo
experimento inicial, un supremo esfuerzo de logro y error sujeto a cambios
totales o parciales por norma constitucional republicana.
Esa
cadena de reformas configura un proceso ignorado durante muchas décadas por
nuevas generaciones, mal o nunca educadas en conceptos libertarios, que hoy
coronan recibiendo una Constitución Nacional con el rostro de Hugo Chávez en su
portada. 5 millones de ejemplares distribuidos con el patrocinio de una secta
personalista del propio fundador del Partido Socialista Unido de Venezuela, un
pacto cuyo punto fijo no es el nombre casual de una quinta, como fue aquel de
1958, sino el de las izquierdas locales fracasadas, en o fuera de la subversión
armada, que sin criterio ni formación mínima, oportunistas de asalto al poder
absoluto, se ligan por 3 lustros dedicados a violar en forma sistemática
precisamente ese texto fundacional de la coexistencia sociopolítica en las
naciones civilizadas, el que posibilitó su acceso al Gobierno desde elecciones
no fraudulentas como sí han sido las siguientes hasta abril 14 de 2013. Hoy
repartido para manipular su esencia en aulasjaulas y justificar su ineficaz,
ilegítimo y corrupto capitalismo de Estado castrense.
Con
nuevos nombres para viejas taras, ahora sus fichas rojas dominan las ex
instituciones de base: Fuerzas Armadas hoy descabelladas por un militarismo,
también oportunista, mercenario y de muy cuestionable formación profesional;
Consejo Supremo Electoral, Congreso Nacional y Corte Suprema de Justicia, hoy
inmaduras y serviles al castrocubanismo.
Constituciones
aparte, el PSUV desgobierna por inspiración de los padrecitos Mao, Stalin y
Fidel y su jefe endógeno, golpista de vocación primaria disfrazado de corbata y
paltó para la ocasión electoral de 1999, a fondo su rey-dios-líder-comandante
sumiso al chulo, criminal y embrutecedor régimen cubano al que, sin el menor
escrúpulo, llaman de dignidad revolucionaria.
En
cambio, el duro proceso de enmienda legal sí fue toda una sacrificada epopeya
civil de alzas y bajas, victorias y derrotas a lo largo de doscientos años,
como lo demuestra Rafael Arráiz Lucca en sus estudios históricos de la nación
contemporánea, y más en lo puntual, desde su reciente Las constituciones de
Venezuela, 1811-1999 (Editorial Alfa, 2012). Volumen que, éste sí, en ediciones
populares de bolsillo, ya debería ser manual básico y consultivo del país
pedagógico, primero para maestros y profesores, luego adaptado a varios niveles
de la formación civilista en escuelas, liceos, todo instituto educacional
público y privado.
Es
la primera piedra para refundar una república civil.
Asignatura
muy pendiente.
¿Ilusoria?
¿Misión imposible? ¿Habrá quien lo patrocine? De usted, de nosotros depende.
alifrei@hotmail.com
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