¿Qué es la fe? ¿Sirve para algo? o ¿es otro artefacto
descontinuado y caduco que nada tiene que decirle al
hombre de hoy?
A lo largo de la historia,
diversos personajes han marcado la existencia de la humanidad, de nuestra
humanidad, al punto que se ha podido llegar a consolidar como modelos o punto
de referencia.
Algunos personajes han
cambiado el rumbo de ella, ya sea en positivo o negativo; unos con su
inteligencia como Albert Einstein, otros por sus ideas, muchos hombres y
mujeres recordados por la fama que adquirieron en algún momento de sus vidas,
poder, dinero, bondad, egoísmo, belleza, escándalos, etc. Son innumerables las
razones por las que algún hombre o mujer de forma consciente o inconsciente
podría dejar una huella en la historia, en la existencia.
Sin embargo, detrás de cada
acto que el ser humano realiza, está
queriendo satisfacer el deseo de plenitud, de felicidad, de trascendencia que
tiene; todos buscamos y queremos ser grandes de una u otra forma desde el más
poderoso de los empresarios hasta el más humilde y abnegado obrero; detrás de
todo deseo de ser grande, está el deseo de realizar nuestra imagen y nuestra
mas profunda identidad… he aquí el primer trabajo de la Fe, en consonancia con
los anhelos antropológicos del hombre y la mujer del Siglo XXI.
La realización personal es
tal vez el mayor bien que produce en nosotros la Fe, puesto que la misma consiste
en la experiencia de encuentro que origina una confianza, una seguridad y una
fidelidad sin igual, de allí que la carta
a los hebreos la defina: "la
Fe es la certeza de lo que se espera y la evidencia de lo que no se ve" (Heb 11,1) sólo quien ha tenido
un Encuentro personal con el que origina esa experiencia de seguridad,
confianza y fidelidad: CRISTO.
Para poder entender entonces
como la Fe es el principio de la realización de la persona es necesario
comprender que la persona humana está pensada y configurada según la misma
naturaleza y dimensión de su creador, quien el más grande de los regalos,
imprimió como una huella dactilar su propia imagen y semejanza en cada hombre y
mujer (Gn 1, 26); ahora bien esta imagen y semejanza llegada la plenitud de los
tiempos tomo una imagen concreta, un rostro concreto, una raza, una nación, un
pueblo, un color, una historia, esa imagen se nos mostró en Jesús de Nazaret,
de tal manera que en resumen, vivir mi identidad es reproducir su imagen, es
transformarme en él. De aquí que podemos afirmar que todas esas ansias
antropológicas del hombre y la mujer de todos los siglos, de ser grande, de
marcar huella, de transformar al mundo, de tener poder, de SER ALGUIEN EN LA
VIDA, tiene respuesta plena en Cristo.
Para esto es la Fe, este es su sentido más humano y
profundo, porque “A los que de antemano
conoció los predestinó a reproducir la imagen de su hijo” Rom 8,29. Cristo NO
es un personaje más de los muchos que han marcado la historia, Cristo ES EL
PERSONAJE que marcó la vida y cambió el rumbo de toda la humanidad, una Vida
que habla por sí sola, una persona que fue capaz de mostrar con su vida al
hombre la Vida a la que está llamada a vivir, un ser que destiló y derrochó tal
Amor a todo aquel que le rodeaba que tras el encuentro con cada uno de ellos,
ninguna de sus vidas volvieron a ser las mismas.
Nosotros estamos hechos para
vivir lo mismo que Jesús. De todas las huellas que el hombre puede dejar en
esta vida, solo hay una que no se borra y que sus frutos son constructivos,
salvadores y redentores, y esa huella es la del Amor, el amor que Cristo nos
mostró, el Amor que Cristo encarno, que es su esencia como lo es la nuestra,
que llego a trascender su naturaleza y lo hizo Eterno, eternidad de la cual
nos0tros también participamos; sólo el
amor puede transformar y construir un mundo y hombres nuevos.
No estamos llamados a imitar a Jesús, puesto que sólo se imita algo que
no se es… Nosotros somos Cristo, estamos hechos semejantes a él, con su misma
capacidad, con su mismo dinamismo, con su mismo poder y fuerza, para esto sirve
la FE, para descubrirnos a profundidad, para encontrarnos con nosotros mismo,
para hacernos grandes al estilo y a la medida de Cristo. De tal manera pues que ayudar a otros a
descubrir su identidad y desarrollarla desde el encuentro y la amistad con la
persona de Cristo, es el mayor bien que
podemos hacer a la humanidad, desde lo
que somos, con nuestros aciertos y desaciertos.
Como familia cristiana, mAs allá de la denominación que uses, sería bueno acoger el llamado misionero que
día a día nuestra sociedad y el mundo de hoy, con gemidos inenarrables, nos pide y nos reclama “QUEREMOS VER A
JESÚS”, es decir queremos ver personas que viven y aman como Cristo. Por eso en
este Año de la Fe les invitamos a orar
esta Verdad, a orar como Cristo oraba; a dialogar, identificarnos,
comulgar con Él, es decir orar de tal
forma, que nuestra vida empiece a ser como la suya, el mundo de hoy lo que
necesita son hombres y mujeres que sin dejar la cotidianidad de sus vidas, sus
proyectos, cargos, quehaceres, trabajos no dejen de hacerlo, sino que lo
realicen pero al modo de Cristo.
En próximas entregas seguiremos profundizando sobre la vigencia y
actualidad de la experiencia cristiana y el desafío que supone presentarla sin el andamiaje del
“Cristianismo ambiental”
Equipo de Pastoral de Misiones Diócesis de Punto Fijo
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