Algunos
miembros de la "casta" política Los liberales, que inventaron la
democracia y las libertades ciudadanas frente al despotismo, están siendo
políticamente exterminados en el mundo, acosados y perseguidos obsesivamente
por un totalitarismo cada día más fuerte. En el exterminio del liberalismo está
una de las claves del declive de nuestro mundo y de las crisis profundan que
están asolando la vida política.
Los liberales son, probablemente, los únicos
que entienden con plenitud la democracia y la libertad. El mundo político no
debería dividirse en derechas e izquierdas, sino en liberales y totalitarios.
Cuando la derecha prescinde del liberalismo, como ocurre hoy en España, termina
pareciendose a la izquierda como dos gotas de agua. Resucitar el liberalismo es
una medicina eficaz para acabar con el caos y la decadencia reinantes.
Recuparar a los liberales representa regenerar la democracia, pues sin
liberalismo la democracia no puede existir.
En
el mundo presente apenas quedan partidos liberales y los que existen son
agrupaciones generalmente débiles, acorraladas por los adictos al Estado y a la
política profesional. En España, ni siquiera existe un partido liberal solvente
y sus huellas culturales y políticas casi son imperceptibles, incluso en los
partidos de derecha.
Los
perros están acabando con las gacelas y las águilas que volaban alto y libres
están siendo abatidas con plomo. El primer zarpazo mortal al liberalismo se lo
dió el marxismo bolchevique, que le acusó injustamente de defender a los
burgueses y ricos y de aplastar a los abreros. La victoria marxista sobre el
liberalismo fue casi total, no sólo en el lado rojo del telón de acero, sino
también en el Occidente que se llamaba democrático, donde los estalistas y
totalitarios también tomaron en muchas ocasiones el poder, aunque disfrazados y
adaptándose superficialmente a las democracias.
En
sentido amplio, los liberales, partidarios del Estado en su mínima expresión,
fueron asesinados por los partidarios del Estado en su máxima expresión,
aquellos que querían engordarlo para manejarlo y expoliarlo. Los que creían en
la democracia, la libertad y el ciudadano fueron derrotados, desgraciadamente,
por los que amaban el poder y la esclavitud de los demás. Esa es, en buena
parte, el resumen de la historia política de nuestro mundo, en los tres últimos
siglos.
No
existe una escuela política que haya sido más tergiversada y denigrada que el
liberalismo. Sus adversarios, totalitarios en su mayoría, lo han masacrado a
base de mentiras, descalificaciones injustas y calumnias. La mejor definición
del liberalismo tal vez sea "El respeto irrestricto a los proyectos de
vida de los demás". El liberal no sólo tolera a los que piensan igual que
él, sino también a los que piensan distinto.
Ninguna
otra idea política como el liberalismo ha entendido mejor la naturaleza maligna
del Estado, un invento peligroso y voraz, capaz de acabar con el ser humano,
que sólo es saludable cuando se mantiene bajo control y reducido a su mínima
expresión. Conocedores del Estado como nadie, los liberales inventaron la
demcoracia precisamente para mantner al Estado bajo control, estableciendo un
complejo sistema de leyes y contrapesos cuyo fin último era cortar los dientes
al Estado y mantenerlo siempre encerrado en una jaula bajo muchos cerrojos.
Entre
esos cerrojos destacan una ley igual para todos, la separación e independencia
de los poderes básicos del Estado, para que se vigilen y controlen mutuamente,
el predominio del individuo y del ciudadano soberano sobre cualquier otro
elemento del sistema, la existencia de una prensa libre e independiente, capaz
de fiscalizar a los grandes poderes, la celebración de elecciones libres, donde
los ciudadanos puedan elegir, sin interferencias y con plena libertad, a sus
representantes, sin listas cerradas y bloqueadas, la existencia de una sociedad
civil fuerte e independiente del poder político, capaz de actuar como
contrapeso del poder y un control férreo sobre los partidos políticos y los
políticos, para que no caigan en las tentaciones tradicionales, que son la
corrupción, la arrogancia y el afán desmedido de poder.
El
siglo XX fue el siglo del Estado, donde el liberalismo quedó derrotado por los
estatalistas y totalitarios. Fue, también, el siglo de los partidos políticos,
que se adueñaron del Estado y eliminaron gran parte de las cautelas y garantías
impuestas por el liberalismo a la democracia. El resultado fue el siglo de la
violencia y del crimen, testigo de las dos guerras mas crueles y sangrientas de
la Historia humana y de decenas de millones de civiles asesinados por sus
propios gobiernos, no en los frentes de guerra, sino en las retaguardias,
víctimas de experimentos de ingeniería social, de opresión estatal, de envidias
y de odios culturales y étnicos.
Con
los liberales en el poder, eso nunca habría sido posible. El monstruo asesino
del Estado habría estado encerrado en la jaula de la democracia auténtica, sin
poder escapar y sin sembrar el mundo de injusticia, desigualdad, abuso y
cadáveres.
Cada
día me siento más liberal y lo soy no sólo por estudios y reflexiones, sino,
sobre todo, por experiencias personales acumuladas. Como periodista que ha
ocupado puestos destacados en la escena informativa internacional, he conversado
con decenas de jefes de Estado y de gobierno y con cientos de ministros y de
personajes poderosos, sin que nunca haya encontrado en ellos otra cosa de
arrogancia, avaricia, ansias de poder y desprecio por los ciudadanos, a los que
dicen servir y a los que tienden a considerar como sus verdaderos enemigos, tal
vez porque les tienen miedo, después de explotarlos y avasallarlos.
Si
las tesis de este artículo le parecen interesantes, de un paso más y visione un
par de veces el siguiente VIDEO. Es una hermosa lección de liberalismo capaz de
limpiar y mejorar este sucio mundo.
http://blogs.periodistadigital.com/votoenblanco.php/2012/04/27/idonde-estan-los-liberales-
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