BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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lunes, 12 de octubre de 2015

LEONARDO MORALES P., REALIDAD SIN TONALIDADES

Cuando el régimen actúa lo hace coordinadamente, y esta semana que recién termina aparecen dos declaraciones del régimen, casi que tomados de la mano, insinuándoles a los electores que hay una parte de los candidatos y de los partidos políticos participantes que pudieran desconocer los resultados, y en esa dirección descalifican a algunas instituciones que actúan inmaculadamente, por lo que cualquier reproche ofende.

Las encuestas no se totalizan, no sirven, al menos dentro de la democracia formal, para declarar ganadores o perdedores, sin embargo, contribuyen a saber la opinión de una sociedad en un momento determinado sobre asuntos públicos y también para corregir el curso de una determinada campaña política.  Los sondeos de opinión, que muchos usos tienen, ayudan a determinar la realidad que percibe la sociedad, esto es: “aquello que acontece de manera verdadera o cierta, en oposición a lo que pertenece al terreno de la fantasía, la imaginación o la ilusión.” Lo real, por lo tanto, es lo que existe efectivamente.
La realidad se corresponde con la matriz de opinión que los individuos tienen en un determinado momento vinculada a la evolución sociopolítica, económica y cultural de una determinada sociedad, de allí que Rovigatti afirme que: “La opinión pú¬blica matriz tienen por tanto una dimensión histórica, es un continuo hacer y rehacer del hombre.” Así las cosas, la realidad es una y solo una y quizás sea eso lo que angustia al régimen, pues, como vuelve a señalar el citado especialista: “Es en esta matriz donde se cuecen los grandes movimientos y las grandes transformaciones sociales.”
Esa realidad “confeccionada” por los propios individuos es la que hace reaccionar al régimen coordinadamente, casi que dirigidos a la perfección por el maestro Dudamel quien, con batuta en mano, hace que Maduro pida firmar un acuerdo de respeto de los resultados electorales, precisamente no fundamentado en los votos sino en las cifras dramáticas que ofrecen todas las encuestadoras sobre la credibilidad del régimen y por la convicción de que las cosas no variaran.
Pero la firma anhelada por Maduro- cosa que es un invento de campaña- no debe ser solo sobre los resultados sino sobre las garantias electorales que deben prevalecer en condiciones de igualdad para todos los participantes, para lo cual surgen una serie de interrogantes: ¿Firmaría Maduro un acuerdo en el que la campaña y las elecciones se realizarían sin estados de excepción? ¿Estaría de acuerdo Maduro y su partido, más concretamente su socio Cabello, en reconocer los resultados electorales y hacer la debida entrega de la AN sin que se produzcan saqueos ni vandalismo sobre los bienes de la nación? ¿Respaldarían la sanción del uso de los bienes públicos por parte de los candidatos del PSUV? ¿Respaldarían que las prórrogas, de ser necesarias durante el día electoral, fueran otorgadas por decisión unánime de los integrantes del CNE?
Hay muchas más interrogantes y quizás hemos debido comenzar por la más importante de todas a la luz de la baja credibilidad que las encuestas dan al régimen y a su jefe de gobierno: ¿Está Maduro dispuesto a firmar un acuerdo sobre respeto de las condiciones electorales y sus resultados frente a testigos de relevancia internacional? Lo cual implica que un acuerdo de esta naturaleza debería contar con la  presencia de un representante de la CAN, de la OEA, de UNASUR, de la Unión Europea, entre otros. ¿Haría realidad el gobierno un acuerdo electoral en conocimiento de que los testigos solicitaran presencia antes, durante y luego de los comicios?
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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sábado, 10 de octubre de 2015

LEONARDO MORALES P., REALIDAD SIN TONALIDADES

Cuando el régimen actúa lo hace coordinadamente, y esta semana que recién termina aparecen dos declaraciones del régimen, casi que tomados de la mano, insinuándoles a los electores que hay una parte de los candidatos y de los partidos políticos participantes que pudieran desconocer los resultados, y en esa dirección descalifican a algunas instituciones que actúan inmaculadamente, por lo que cualquier reproche ofende.

Las encuestas no se totalizan, no sirven, al menos dentro de la democracia formal, para declarar ganadores o perdedores, sin embargo, contribuyen a saber la opinión de una sociedad en un momento determinado sobre asuntos públicos y también para corregir el curso de una determinada campaña política.  
Los sondeos de opinión, que muchos usos tienen, ayudan a determinar la realidad que percibe la sociedad, esto es: “aquello que acontece de manera verdadera o cierta, en oposición a lo que pertenece al terreno de la fantasía, la imaginación o la ilusión.” Lo real, por lo tanto, es lo que existe efectivamente.
La realidad se corresponde con la matriz de opinión que los individuos tienen en un determinado momento vinculada a la evolución sociopolítica, económica y cultural de una determinada sociedad, de allí que Rovigatti afirme que: “La opinión pú¬blica matriz tienen por tanto una dimensión histórica, es un continuo hacer y rehacer del hombre.” Así las cosas, la realidad es una y solo una y quizás sea eso lo que angustia al régimen, pues, como vuelve a señalar el citado especialista: “Es en esta matriz donde se cuecen los grandes movimientos y las grandes transformaciones sociales.”
Esa realidad “confeccionada” por los propios individuos es la que hace reaccionar al régimen coordinadamente, casi que dirigidos a la perfección por el maestro Dudamel quien, con batuta en mano, hace que Maduro pida firmar un acuerdo de respeto de los resultados electorales, precisamente no fundamentado en los votos sino en las cifras dramáticas que ofrecen todas las encuestadoras sobre la credibilidad del régimen y por la convicción de que las cosas no variaran.
Pero la firma anhelada por Maduro- cosa que es un invento de campaña- no debe ser solo sobre los resultados sino sobre las garantias electorales que deben prevalecer en condiciones de igualdad para todos los participantes, para lo cual surgen una serie de interrogantes: ¿Firmaría Maduro un acuerdo en el que la campaña y las elecciones se realizarían sin estados de excepción? ¿Estaría de acuerdo Maduro y su partido, más concretamente su socio Cabello, en reconocer los resultados electorales y hacer la debida entrega de la AN sin que se produzcan saqueos ni vandalismo sobre los bienes de la nación? ¿Respaldarían la sanción del uso de los bienes públicos por parte de los candidatos del PSUV? ¿Respaldarían que las prórrogas, de ser necesarias durante el día electoral, fueran otorgadas por decisión unánime de los integrantes del CNE?
Hay muchas más interrogantes y quizás hemos debido comenzar por la más importante de todas a la luz de la baja credibilidad que las encuestas dan al régimen y a su jefe de gobierno: ¿Está Maduro dispuesto a firmar un acuerdo sobre respeto de las condiciones electorales y sus resultados frente a testigos de relevancia internacional? Lo cual implica que un acuerdo de esta naturaleza debería contar con la  presencia de un representante de la CAN, de la OEA, de UNASUR, de la Unión Europea, entre otros. ¿Haría realidad el gobierno un acuerdo electoral en conocimiento de que los testigos solicitaran presencia antes, durante y luego de los comicios?
Leonardo Morales P.
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sábado, 3 de octubre de 2015

PEDALEAR SIN DESTINO, LEONARDO MORALES P.

Con una pendiente de aproximadamente 20 grados ha intentado el gobierno remontar la cuesta. Pedalea y pedalea con la misma intensidad con la que en su época de esplendor lo hacía exitosamente el ciclista estadounidense Lance Armstrong. Pero nada, Maduro sigue detenido, por más intensidad que imprime al pedaleo no se mueve del mismo lugar, luce estático, inmóvil.

Tiempo atrás intentó modificar su estancamiento tratando de emocionar y movilizar al país alrededor de las sanciones impuestas por los Estados Unidos a una serie de venezolanos acusados de violadores de los derechos humanos; algún techo logró avanzar, nada importante, pero avanzó. Las firmas ficticias recogidas en respuestas al imperio quedaron en el imaginario colectivo y, tras intensos pedaleos, regreso al mismo lugar de partida.
Entre pedal  y pedal, primero Guyana apareció como antojo tempranero para luego, en ausencia de entusiasmo por la zona en reclamación, resurgió un impulso xenófobo contra los colombianos pero nada, todo  inmutable, los avances aspirados quedaron encerrados en una idea que, por  lo demás, nunca llegó  a prender en los corazones de los venezolanos.
La crisis del país es demasiado grande, profundamente grave como para lograr cautivar la atención del venezolano en asuntos cuya veracidad es demasiado endeble. Si el gobierno ha perdido legitimidad  es porque ha echado por la borda la confianza que por casi tres lustros brindaron importantes sectores de la sociedad venezolana. En estos tiempos, transcurridos los primeros 15 años del siglo XXI,  la credibilidad del gobierno y la de Maduro es comparable a la leyenda del Silbón.
El gobierno nada tiene que anunciar. Cuando ofrece la esperanza del socialismo  como vía para la reivindicación de los sectores más débiles de la sociedad inmediatamente salta a la vista como, tras administrar una renta petrolera extraordinaria, solo pudo sembrar pobreza y desesperanza: cuando anuncia aumentar la producción quiebra las pocas empresas venezolanas con compras en el exterior; cuando pretende poner orden la desbordada inseguridad que padecen los venezolanos los policías tienen que quitarse los uniformes por temor a un hampa mejor armada. Cualquier anuncio de Maduro es sinónimo de tragedia, de penuria y de desazón.
El gobierno y su conductor siguen pedaleando sin cesar, sudorosos y casi deshidratados se percatan que lejos de subir la cuesta del 20% de aceptación poco a poco retroceden, no hay cadena que les garantice el impulso. No hay anuncio que estimule un avance aunque este sea leve.  A casi dos meses de los comicios electorales los pronósticos son cada vez peores. Una irremediable derrota toca las puertas de Miraflores y los asientos de la Asamblea Nacional se prestan a recibir a una nueva mayoría.
Así ocurre cuando los gobiernos se enceguecen, cuando suponen que el ejercicio del poder es mera coacción, cuando se extravían del juego democrático que implica, entre otras cosas, considerar a todos los que juegan pero sobre todo que dicho poder es temporal.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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domingo, 27 de septiembre de 2015

LEONARDO MORALES P., FIN DE LA RETRECHERÍA

Mientras el drama de los pobladores en la frontera occidental de Venezuela, la que colinda con Colombia, se mantiene desde hace un mes como consecuencia del atentado del que fueron objeto unos efectivos militares, lo que llevó, como medida salvadora a los males de la  república por el oeste, al presidente Maduro a decretar  estados de excepción en algunos municipios  fronterizos.

Transcurridos los días, el gobierno sigue sin explicar convincentemente quienes fueron los agresores de los militares y mucho menos señalan las actividades que éstos desarrollaban al momento del altercado. Quienes en la frontera habitan sostienen sus tesis y difícilmente el gobierno se atrevería a confirmarla. Les interesa atribuir la culpa de la crisis venezolana al gobierno colombiano y a sus habitantes; en tiempos electorales siempre será válido acusar a un tercero, sostienen algunos, y así ha procedido Maduro y su combo.
La retrechería presidencial lo llevó a Vietnam y China, a cualquier cosa, pedir nuevos préstamos, adquirir nuevos compromisos, siempre a pedir jamás a ofrecer salvo petróleo.
Después de tanto zapateo tabasqueño se impone la realidad y la retrechería sede, todo tiene su final, nada dura para siempre, y Quito, capital del Ecuador, sirvió de escenario para que los presidentes de Colombia y Venezuela resolvieran dar un notición a los afectados por las medidas del gobierno venezolano: “restablecer progresivamente las relaciones diplomáticas”.
En Quito los presidentes resolvieron restablecer relaciones, que los embajadores ocuparan su lugar, y que distintas comisiones comenzaran a atender los problemas permanentes y sistemáticos de la frontera. En fin, se anunciaron medidas que hace ya bastante tiempo han adoptados los gobiernos de ambos países. Nada nuevo, por el contrario, tales medidas suponen que deben ser atendidas rutinariamente por ambos gobiernos y no deben ser tenidas como actividades excepcionales.
Desde cuando no existen los problemas fronterizos entre ambas naciones: hay los que van desde diferendos limítrofes aun no resueltos en su totalidad hasta aquellos que tienen que ver con el contrabando de un lado a otro, del narcotráfico y la  narcoguerrilla, que en algún momento tuvieron o tienen a Venezuela como zona de aliviadero. Acaso se olvidan los secuestros perpetrados por la narcoguerrilla comunista en territorio venezolano; los asesinatos cometidos por éstos en Carababo y la emboscada de la cual fueron objeto unos militares y empleados de PDVSA en el estado Apure con un saldo de una ingeniera y unos militares acribillados a tiros.
En Quito, Maduro y Santos se burlaron de sus nacionales al lograr un acuerdo que ya todo el mundo daba por descontado –reiniciar las relaciones diplomáticas-. Ambos, con enorme sinceridad les afirmaron a sus países que luego de años en el ejercicio del poder no se habían ocupado de los siempre difíciles problemas fronterizos. El show de Quito y sus insulsos acuerdos no requerían más de una breve y simple llamada telefónica.
Para Maduro, llegar a Quito implicaba considerar que “todo tiene su final, nada dura para siempre / tenemos que recordar que no existe eternidad”. Así, exactamente como reza la canción de Blades, un mes pudo Maduro, al menos eso cree, distraer al país sobre los gravísimos problemas económicos y sociales. La retrechería no dio para más y el 6D se inicia en principio del final.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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domingo, 13 de septiembre de 2015

LEONARDO MORALES P., CULPABLE: ¿EL VECINO?

El camino hacia las elecciones parlamentarias pautadas para el 6 de diciembre se viene desarrollando de acuerdo a las estrategias electorales de cada grupo político que postuló candidatos en la fecha acordada por el CNE. Desde hace bastante tiempo los partidos y sus candidatos ajustan sus estrategias e inician sus actividades para lograr el éxito electoral, que, en definitiva,  es lo que cuenta y lo que se busca.

En esas circunstancias, ha causado alarma la política, de la “culpa es de aquel no mía”, adelantada por el gobierno con los decretos de estados excepción en la zona fronteriza del occidente del país. Allí, pretende el gobierno, como estrategia electoral, atribuir a un enemigo externo el estruendoso fracaso del chavo-madurismo.
Venezuela no se está inaugurando como segunda patria para aquellos que huyeron de su país de origen en busca de nuevas y mejores oportunidades: los españoles en tiempos de la guerra civil; por miles provenientes de Portugal e Italia. Así, no muy pocos latinoamericanos disfrutaron de las oportunidades que brindó el país cuando esos países vivieron tiempos de férreas dictaduras, y, aún en estos tiempos, a pesar de la calamitosa economía, no ha dejado de ser una opción.
Atribuir a Colombia y a sus nacionales la culpa del fracaso económico y político de la revolución chavista es una absoluta estupidez. Imaginar que la razón de la inseguridad, violencia y criminalidad obedece a una suerte “nacionalidad perversa”, no lo es menos. Por cierto, que eso de atribuir a los  hermanos colombianos la razón de todas las desgracias que vive el país no le queda bien, ni mucho menos le luce, al más alto jerarca de la burguesía roja. ¡Qué pena con la familia!
Insistimos en que toda esta política está orientada a cohesionar al mundo chavista que se dispersó como consecuencia de la ausencia de políticas que eficazmente contribuyeran al sosiego colectivo. Maduro pasará a la historia como el individuo que “corrió las cortinas” para que el pueblo se percatará que el modelo era un fracaso y que él, jefe de gobierno, no tenía el coraje y mucho menos las ideas para dirigir políticas que garantizarán el bien común.
Se espera el desembarco de navíos cargados de comida para buscar confirmar que la política fronteriza dio resultados, sin embargo, en muy poco tiempo ese espejismo se volverá en su contra. Por lo pronto, los anaqueles no solo están vacíos sino que son eliminados porque ya no hay como ocuparlos con un solo producto. La criminalidad y la violencia del hampa avanza “a paso de vencedores”-saludos mandan desde la Cota 905 a la “Misión OLP”-; la divisa sigue volando alto y con viento a favor; la inflación, aun cuando Merentes la oculte, el pueblo la siente y la padece.
Con este decorado de fondo la oposición democrática que ha entendido hace bastante tiempo la ruta que debe transitar, que no es otra que la electoral-siempre será necesario aclararlo- cumple con lo que una elección de esta naturaleza implica: el contacto directo con los electores. Los divismos quedaron en el pasado, la relación entre candidatos, partidos  y electores debe darse constante y diariamente; la organización que emerja de esa relación diaria y la movilización que de ella se haga el 6D marcará la diferencia frente al fracaso que representa una la revolución que lleva al país a una crisis humanitaria.
Maduro, mientras tanto, a paso lento pero seguro y firme, sigue su marcha hacia el fracaso, exhibe el descalabro del modelo, el fracaso la revolución. Ni siquiera en la casita verde de la vecina Cúcuta, donde dicen que se le vio de joven, brindarán hospedaje para que se esconda del inmenso daño causado: a los de allá y a los de aquí.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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lunes, 7 de septiembre de 2015

LEONARDO MORALES P., SIN DISTRACCIÓN HACIA EL 6D

En toda democracia la concurrencia cíclica a procesos comiciales para elegir al presidente, gobernadores, alcaldes y representantes populares ante los entes legislativos es un hecho normal y forma parte de esta particular forma de gobernar una determinada sociedad, que supera o buscar solucionar sus diferencias y problemas a través del voto.

Con la aparición de la democracia representativa algunos obstáculos al ejercicio del voto de los ciudadanos fueron soslayados. Ya no existe, salvo en los pocos regímenes totalitarios,  restricciones al ejercicio del voto. Así la institución del voto se ha expandido a hombres y mujeres sin imponer condición alguna de propiedad o riqueza, si acaso, se establece un mínimo de edad para poder sufragar.
Algunos principios han sido desarrollados pues no se trata del ejercicio del voto en cualquier condición: el voto ha de ser universal, todos han de tener ese derecho; tiene que ser directo, eximiendo a terceros a que lo hagan por el titular de tal derecho; el elector debe hacerlo en privacidad, no está obligado a hacerlo público. Finalmente, el voto debe hacerse de manera libre de modo que nadie debe recibir  presión ni coacción de nadie para el ejercicio del sufragio.
El gobierno venezolano que atraviesa el desierto con el sol a las espaldas ha iniciado una serie de “operaciones electorales” que buscan degradar la calidad electoral, además de propender a vulnerar algunos de los principios ya señalados.
La desesperación gubernamental hizo que se impusieran un conjunto de medidas de orden judicial para arrancar las autoridades de algunos partidos para colocar a individuos afines a las políticas oficialistas o simplemente para  imponer ciudadanos generosamente atendidos de bienes escasos. Así, una suerte de cayapa se impuso sobre la tarjeta unitaria en la que van los candidatos de la unidad democrática, hoy altamente favorecidos con la opinión mayoritaria de los venezolanos.
A la par de estos ardides electorales en las que se han conjurados los distintos poderes del Estado, el gobierno desata toda una acción sobre las fronteras como mecanismo -dicen- de erradicar el desabastecimiento y la delincuencia, no obstante, a más de una semana de esos sucesos, los anaqueles continúan vacíos, y sigue sin disminuir los crímenes y atracos a lo largo y ancho del país.
Las últimas medidas del gobierno no persiguen remediar las angustias colectivas. El régimen transita una vía que busca deslegitimar el proceso electoral del 6 de diciembre. El estado de excepción impuesto en la frontera y que pretende ampliarse, solo busca impedir que el ejercicio libre del voto pueda producirse normalmente, además de entorpecer, la acción proselitista de los candidatos opositores en la campaña electoral.
Los parlamentarios a escoger el 6 de diciembre, inspirados en la teoría democrática liberal, que incomoda al régimen,  supone como señala Nohlen que  “…sin la abierta competencia por el poder entre fuerzas sociales y agrupaciones políticas, no hay democracia”. Así, los rasgos distintivos de unas elecciones competitivas pretenden ser maniatadas con medidas administrativas que imponen la presencia militar, ya no apolítica sino parcializada, activa y hasta deliberativa, para intimidar la fuerza política que en la actualidad viene a representar una esperanza de cambio y de reconciliación nacional.
El gobierno azuzado por su tentación totalitaria se desliza sobre una filosa navaja. Le cuesta mostrar al mundo su talante, su antiestético rostro, pero independientemente de los rasgos autocráticos del régimen, la obligación de la MUD, en conocimiento de sus amplias posibilidades de éxito, deberá estar orientada en la ruta electoral. Todo obstáculo, independientemente de su magnitud, deberá ser superado con la sabiduría y la certeza de un triunfo que cambiará el destino de la nación.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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martes, 1 de septiembre de 2015

LEONARDO MORALES P., MADURO Y LAS EXEQUIAS DEL POPULISMO CHAVISTA,

Las circunstancias del país son difíciles y nadie lo niega. 

El  gobierno  anda  con  la  “coctelera”  encendida  y la sirena a todo volumen. El frio que recorre la columna  vertebral de la alta jerarquía roja los tiene disparando a todos lados y no es para menos.

Los sondeos de opinión de agosto les heló la sangre: el 80% de los encuestados (IVAD) revelan que la  situación del país está entre mala y muy mala. Esta dramática percepción indica que los venezolanos ya no otorgan esperanzas a que el modelo  económico responda favorablemente a los intereses colectivos, por el contrario, sienten la necesidad de producir cambios inmediatos que permitan revertir lo que puede convertirse, hacia allá va, en una devastadora crisis social.

Sigue siendo el alto costo de la vida  y el desabastecimiento con 41% y 81.8% respectivamente, los temas que más agobian a la población seguido de la inseguridad que alcanza el 68.9%. La aventura socialista en Venezuela, a la luz de estos indicadores, ponen de manifiesto su inviabilidad. Nada que no se haya dicho antes.

La tragedia de Maduro y su gobierno es que estas cifras se consolidan cada vez más y, para colmo de sus aspiraciones de perpetuarse en el poder, deben concurrir a un proceso electoral el 6 de diciembre, teniendo como antecedente que el 87.2% de los venezolanos siente que el país va por la dirección equivocada.

El gobierno, próximo a recibir una derrota electoral colosal, lejos de buscar enfrentar el problema, de modificar el rumbo económico causante de esta devastadora crisis, huye con el rabo entre las piernas y pretende colocar las causas de su tragedia en terceros: en la guerra económica, que nadie creyó; en las empresas privadas, siempre  vigiladas y amenazas por el régimen; y ahora como muestra del desvarío, recurren al enemigo externo para justificar tan enorme fracaso.

El grave problema que atraviesa el país está conectado con un ejercicio populista de la gestión pública que se inició con el padre de la destrucción del país, en el momento en que las instituciones sociales y políticas existentes a finales del siglo pasado dejaron de cumplir su rol como garantes de un orden social estable.

Con Chávez el populismo venezolano tuvo un auge significativo. Él pudo resumir en su personalidad un liderazgo carismático, indispensable, aunque no suficiente, para sembrar esperanzas y ganar confianza y legitimidad en las ejecutorias del gobierno. Pero no solo el carisma era importante, pues requería de un Estado redistribuidor de renta a “mano suelta”, siempre escasas, para tranquilizar las aspiraciones de sus seguidores, generalmente sedientas de mucho más. El difunto presidente se deslizó entre lo que llamaríamos el populismo clásico y el neopopulismo, al incorporar una lógica de transgresión, descalificación y subversión del entramado institucional profundamente debilitado desde finales del siglo pasado. A todo ello contribuyó enormemente la postura antipolítica del pasado con las suyas, para soslayar las estructuras de representación.

Con Maduro la cosa es distinta. No quiso imprimir un cambio en la forma de gobernar y mucho menos introducir una reorientación en el rumbo económico, cuando era previsible lo insostenible del modelo. Quiso y sigue tratando de imitar y parodiar al difunto, pero lo hace mal. No es carismático ni ejerce liderazgo alguno en la sociedad. Quiere ser un gran redistribuidor de renta pero tiene las arcas vacías y el precio del crudo sigue bajando.

Maduro pudo imprimir un tipo de gobierno distinto pero su talento y las ataduras a recetas ideológicas fracasadas se lo impidieron. No se equivoca el 79.6% de los encuestados cuando califican su gestión -la de Maduro- como de mala y pésima.

Leonardo Morales P.
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domingo, 16 de agosto de 2015

LEONARDO MORALES P., TERCERAS OPCIONES, ENTRE ATORMENTADOS E INGENUOS

El proceso electoral que deberá realizarse el 6 de diciembre sigue su curso. Recientemente, los partidos políticos acudieron en cada entidad federal a hacer efectiva la postulación de sus diversos candidatos, como corresponde e impone la democracia formal.
En dos grandes bloques se centra la atención del electorado venezolano aun cuando también observadores de otros países siguen con detenimiento el agotamiento de un modelo que pudo mantenerse a cuenta del chorro de dinero que ingresó al país mientras el petróleo estuvo sobre los 100$.
Las elecciones parlamentarias venezolanas de acuerdo a los sondeos de opinión marcarán un punto de inflexión en el sistema político venezolano. No se trata de un cambio brusco ni violento del régimen político que, en fin de cuentas, es lo que cambia. Insinuamos una transición continua hacia un sistema que no reciba las perturbaciones que hacen inviable el gobierno de Maduro, en razón de ello, el nuevo sistema deberá buscar un nuevo punto de equilibrio.
El sistema electoral venezolano fue diseñado por los que hoy detentan la mayoría para producir organismos de representación con fuerte predominio de los grandes partidos o coalición de ellos, por lo que terceras opciones quedan técnicamente excluidas. El último sondeo de opinión de Datanalisis revela que la oposición superaría por cerca de 20 puntos al gobierno y las terceras opciones se diluyen al inclinarse los indecisos por alguno de los dos grandes bloques, pero mayoritariamente hacia la oposición. 
El grupo de partidos que se agrupan en la MUD lograron, una vez más, acordarse en torno a una oferta electoral unitaria pero además, en un esfuerzo de mayor calado político, que trasciende lo estrictamente electoral, anuncian todo un plan que implica acuerdos para el desempeño de los parlamentarios electos, así como también, la política que habrán de impulsar en una nueva AN con mayoría de los partidos democráticos.
LA MUD cumplió con sus electores, y quienes se presentan como alternativa distinta a ella frente al chavismo no son más que nuevos integrantes del “madurismo-ricardismo-cabellismo” que pretenden crear dudas acerca de la propuesta unitaria presentada por la oposición. Habría que decir, que la oposición, en una medida profiláctica, optó por sacudirse de un partido porque en ellas puso sus manos el gobierno a través de una operación judicial.
El empeño de tomar los resultados de las parlamentarias del 2010 para convertirlas en verdades universales revela una ligereza analítica que las descalifica, puesto que no es suficiente que aparezca una candidatura distinta a los bloques mayoritarios para que se convierta en una alternativa atractiva para los electores. Es necesario que las condiciones las favorezcan; resulta demasiado obvio que las condiciones de entorno de las elecciones del 2015 serán -y ya lo son- bastantes distintas a las del 2010, por lo que tomar el comportamiento electoral del 2010 como una verdad que se reproducirá nuevamente, es cuando menos una ingenuidad.
Quienes candorosamente insisten en querer replicar acontecimientos pasados al futuro también se han empeñado en hacer creer que vetustos partidos como el MAS y URD pueden servir como terceras opciones electorales. No creo que quienes así piensan lo hagan para beneficiar al gobierno, aunque lo hacen, más bien, sospecho que les atormenta el éxito de otros. Tan atormentados que frente a una mujer perfecta dirán que le sobra una pestaña o viceversa.
Los resultados electorales del 6D estarán signados por una intensa polarización. El país se encuentra dividido en dos sectores claramente definidos: el gobierno, que cae estrepitosamente en las encuestas, y otro, que aumenta sus simpatías en cada sondeo de opinión. En esas circunstancias, el nuevo cuerpo legislativo se conformará con dos bloques parlamentarios, uno, la MUD con mayoría, y otro, el oficialista, que debutará como minoría.
Nadie lo debe dudar, la oposición va unida y compacta a lograr el mayor éxito electoral nunca alcanzado en 15 años. Mientras tanto, algunos, muy pocos, seguirán en sus cuevas retocando argumentos para desestimular la opción opositora.
Será inútil…

Leonardo Morales P.
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sábado, 8 de agosto de 2015

LEONARDO MORALES P., PLOMO AL HAMBRE

La crisis económica del país ha llegado a todos los  rincones de la geografía nacional. No existe un poblado de Venezuela donde los ciudadanos no estén haciendo colas para lograr acceder a los alimentos o medicinas. No cabe duda que las colas han pasado a convertirse en un fenómeno que aturde a la sociedad venezolana.

La vida de la ciudadanía transcurre entre colas en las que se van gestando sentimientos, ideas y opiniones que en algún momento  tendrán una  manera de expresarse, y que estarán conducidas por las expectativas de quienes desde muy temprano se plantan frente a farmacias y demás lugares en los que se expenden artículos básicos para la subsistencia.
La nueva vida que el Socialismo del Siglo XXI ha diseñado para los venezolanos arranca cuando aún no ha salido el sol. Cuando ni siquiera los comercios están por abrir sus puertas largas colas esperan la orden de entrada. De allí en adelante nuevas dudas afloran: estarán los artículos necesitados, habrán aumentado de precio, cuántos se podrán adquirir…
El Plan de Soberanía Alimentaria se convirtió en un discurso que no consigue un correlato con la realidad. Anaqueles vacíos, niños a los que no se le conseguirán pañales y mucho menos la alimentación apropiada son el panorama agobiante de la sociedad cada vez más inquieta. Todos estos acontecimientos van colmado la paciencia y el sentido de solidaria convivencia. Cada quien se apresta a lograr lo suyo para los suyos.
El gobierno anuncia que pronto llenarán los anaqueles. Lo tiene que importar porque en estos 15 años destruyeron el aparato productivo y van por más. Se endeuda porque no tiene liquidez. Parecieran llamar a sus amigos allende las fronteras: te sobran caraotas, azúcar, café, leche, papel tualé. Bien, embárcalo y mándalo que después te pagó. Supone uno que éstos se preguntarán: ¿pagarán con las chapitas de Coca-Cola que no usarán por falta de producción?
La eficacia del gobierno está como los anaqueles y su legitimidad en igual proporción. Los venezolanos se sienten atropellados y obligados a vivir una vida que no tienen razones de valorar. La paciencia y la tolerancia a tanta injustica gubernamental comienza a dar signos de peligroso agotamiento.
Nadie apuesta a una explosión social  y mucho menos pueda acusarse a alguien de dirigirlas. Estos procesos ocurren sin liderazgos, se detonan y los individuos  se  ven inmersos en un estado del cual emergen unos sentimientos que de otra manera no aflorarían. Al suavizarse la intensidad de la protesta se ven las dramáticas consecuencias.
El gobierno no tiene como aliviar la desesperanza colectiva, no dispone de una narrativa que aliente confianza en el futuro, por el contrario, solo dispone del “monopolio de la  violencia legítima”, esto es, plomo al hambre.
¿Quiénes los acompañarán en tan penosa empresa?
Leonardo Morales P
@leomoralesP

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sábado, 25 de julio de 2015

LEONARDO MORALES P., BACHAQUEO Y PRECIO

Se dice que desde hace 15 años el país vive tiempos nuevos, lo que no implica que estemos hablando de tiempos buenos. Quienes auspiciaron estos nuevos tiempos lo hicieron fundamentados en que los venezolanos vivirían momento inimaginables.

Al poco tiempo de iniciarse el siglo XXI Venezuela comenzó a disfrutar de unos precios petroleros altos. Eran buenas noticias y abonaban a favor  de la esperanza prometida por los socialistas de estos tiempos, pero con las ideas marxistas que posibilitaron la caída del Imperio soviético y del Muro de Berlin.
Jamás David Ricardo, Adam Smith, Karl Marx, Milton Friedman, independientemente de su posición ideológica,  hubieran podido predecir que en pleno siglo XXI y luego del fracaso socialista en el mundo, aparecerían unos trasnochados líderes de un país tropical como el venezolano impulsando políticas cuyo fracaso era previsible.
Los altos ingresos producto de la renta petrolera del país no fueron suficientes para cumplir con la palabra empeñada: el fracaso económico de un país empalagado, hasta hace muy poco, de montañas de dólares alarman a la Venezuela productiva, esa que se ha mantenido en pie a pesar de las zancadillas gubernamentales, y a la no productiva que o fue quebrada por el mismísimo estado o aquel otro país que vive de una redistribución que no genera riqueza y que tampoco fue capacitada para incorporarse a la producción.
Lo único que va en descenso es el buhonerismo que ha venido siendo sustituido por un tipo muy especial de emprendimiento. Ahora las calles no se ven hacinadas de buhoneros que impiden el disfrute de calles y aceras de los transeúntes sino que ahora un nuevo sector económico llama la atención de muchos: los bachaqueros. Éstos han sustituido a los buhoneros, son un tipo de sector económico que progresa a pasos agigantados, al extremo que ofrecen productos alimenticios a precios que superan el precio sugerido, el regulado o el justo; con ellos se establece un nuevo tipo de precio: el precio real, el que paga el pueblo.
Con la medida gubernamental de alzarse con toda la producción privada para ser distribuida por la cadena comercializadora del Estado lejos de beneficiarse a los consumidores se impulsa el bachaqueo y se promueve la aparición del precio real que impone la especulación.
No pasará mucho tiempo para que la banca pública ofrezca créditos para este nuevo tipo de emprendimiento.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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martes, 21 de julio de 2015

LEONARDO MORALES P., DESCONCIERTO MADURISTA, CASO VENEZUELA

Desde que llegó el chavo-madurismo al poder, pisando ya casi 16 años, han gobernado sin obstáculos: han dispuesto de mayoría parlamentaria para que el Ejecutivo disponga de leyes habilitantes cada vez que se les antoje. Han nombrado a los titulares de los demás poderes garantizando de ellos la observancia a las directrices del jefe del gobierno, al punto, que han hecho desparecer en la práctica la separación de poderes que consagra la Constitución.
Al día de hoy un terror se cierne sobre el gobierno. Un intenso frio recorre incesante unos huesos que temblequean al ritmo que les imponen los sondeos de opinión. ¿Qué es eso de la opinión pública? ¿A quién se le habrá ocurrido inventar las encuestas, suerte de pronóstico acerca del mal que acecha a los gobiernos? ¿Cómo será eso de gobernar con la AN en contra y dirigida por Ramos Allup o Julio Borges? ¿Les dará por sacar a la luz pública los desagisados de Cilia, Cabello y otros?
Mientras intentan despejar innumerables variables sobre las circunstancias presentes buscan revertir lo que pareciera ser su inexorable futuro. La tragedia del presente y las consecuencias futuras no les permiten atinar en una política de gobierno y mucho menos electoral; sobre aquella, el desastre es monumental, y, sobre la última, se viene edificando una derrota de graves proporciones.
En lo que se comenta que una determinada encuesta ha señalado que el 84.3% de la población evalúa la situación del país entre mala y muy mala, inmediatamente se recurre al nacionalismo ramplón al grito de ¡el Esequibo es nuestro!, ¡fuera la Exxon! Se oirán consignas y bravuconadas siempre y cuando no se ponga en peligro los acuerdos con el Caricom. Boxeo de sombra, afirmarían los comentaristas.
Basta que Maduro oiga que el 68.8% de los encuestados consideren que su gobierno no actúa para resolver los problema del país, para que, una madrugada cualquiera, se decrete la Batalla de la Cota 905, flamante Zona de Paz, en la que jefes de bandas habían firmado un acuerdo de no agresión entre ellos -contra los demás todo- bajo el auspicio de un viceministro.
Seguirán oyendo las cifras que los enajenan, de modo que: retorcido en Miraflores pondrán en conocimiento a Maduro de que el 55% de los venezolanos cree que él y su gobierno son los responsables del desabastecimiento, y de inmediato solicitarán inhabilitar a algún candidato opositor.
Ante todas las cifras reaccionarán, pálidos y temblorosos, pero estarán reaccionando. No importa que sus reacciones no cambien la realidad, en fin de cuentas, algo hay que hacer. ¿Cómo se estremecerá esta burguesía roja cuando le recuerdan que solo el 22% se autodefinen oficialistas?
Al gobierno no le quedan muchos naipes en la mano para mantener el poder que han administrado todos estos años. El desvarío gubernamental no les permite visualizar lo obvio, lo que viene, que no es otra cosa que un nuevo tipo de relaciones políticas a la que el Ejecutivo deberá someterse por decisión popular.
Nada raro se asoma, en todo caso algo normal entre los demócratas, pero para los que acarician el autoritarismo este tipo de relaciones les resulta oprobioso.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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sábado, 11 de julio de 2015

LEONARDO MORALES P., ESEQUIBO ELECTORAL

Cada cierto tiempo, bien por el este o por el oeste, reaparece una suerte de malestar que rápidamente estremece a los venezolanos cuando presienten que territorialmente serán despojados, por el oeste, o que será ratificado, por el este, la pérdida de parte del territorio. Pudiera decirse que no ha habido gobierno que no haya tenido que lidiar con Colombia por los límites o con Guyana por una zona en la que mantenemos una histórica reclamación.

Maduro no podía escapar de esa suerte de maleficio: le tocó su momento y en buena hora, dirán algunos.
Guyana ha aprovechado las necesidades de los gobernantes venezolanos para dar pasos importantes en el ejercicio de soberanía sobre el territorio en reclamación. Chávez en la búsqueda de apoyo internacional, en particular del Caricom, mantuvo posiciones laxas sobre el particular, quedando prendado del más puro amor cuando en el 2007 el embajador guyanés espetó: "La confraternidad entre dos países socialistas implica abandonar el contencioso fronterizo, dado que los hermanos están llamados a vivir en paz". Tan empalagosas palabras hicieron temblar las canillas del galáctico, pero además, cómo ir contra Guyana de manera enérgica cuando en 1981 los cancilleres de Cuba y Guyana, en declaración conjunta señalaron: "Cuba le reconoce a Guyana la totalidad territorial, incluyendo la Guayana Esequiba o Zona en Reclamación".
Los guyaneses han hecho esfuerzos reiterados para ir desplegando proyectos en la zona en reclamación en las que retroceden por la acción del Estado venezolano, pero que las reinician cuando perciben la debilidad del gobierno en declaraciones como las que ofreció Chávez: "El Gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Además, les anunció, que ese tema sería eliminado en las relaciones entre los dos países.
Maduro no ha actuado de manera distinta y continúa con la misma política heredada. En su visita a Georgetown en agosto de 2013 solo acordaron solicitar a la ONU la renovación del jamaiquino Norman Girvan por otro período como mediador. En el resto de la declaración no existe referencia alguna a las pretensiones ya adelantadas por Guyana en la zona en reclamación.
Guyana se la puso a Maduro en “bandeja de plata”, en buena hora y en momentos en las que el gobierno se encuentra como todo en el país, escaso de política y de logros que presentar de cara a las parlamentarias de 2015. Y, ¿Qué mejor que el nacionalismo y el patrioterismo? ¿Cómo no aprovechar el enemigo externo?
¿Le dará resultado? Ya veremos aun cuando ya se sabe que el esfuerzo iniciado contra el decreto de Obama fue un rotundo fracaso. Lo cierto es que en la búsqueda del enemigo externo se consiguieron dos: por un lado, Guyana, el buscado, y, por otro, por el este, Colombia. Este aprovechó las ligerezas en los decretos de Maduro para solicitar reiniciar las discusiones limítrofes que están pendientes entre las dos naciones. Un grave problema porque este gobierno no sabe mascar chicle y caminar a la vez.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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domingo, 5 de julio de 2015

LEONARDO MORALES P., LA TARJETA UNITARIA

La oposición venezolana ha superado exitosamente el proceso de conformación de una alianza perfecta para concurrir unitariamente a los comicios electorales del 6 de diciembre. El escollo presentado luego de realizadas las primarias de tener que equilibrar paritariamente las listas con la participación de la mujer, será mucho más sencilla de superar para el lamento del oficialismo. Queda pendiente un obstáculo: la tarjeta unitaria.

En anteriores ocasiones he manifestado mi distancia con esa fórmula. He sostenido la importancia de los partidos políticos y la necesidad de todo lo que con ellos se identifica sea debidamente valorado, sin embargo, los tiempos que transcurren no son normales y bien vale la pena adecuarse para acercarnos lo más posible a los objetivos perseguidos.
La tarjeta unitaria permite comprometer a todos los partidos en la realización de una campaña en la que sus esfuerzos se centren en una sola tarjeta, y que, al menos por lo pronto, el deseo de favorecer una particular tarjeta de partido, queda postergada para otros eventos comiciales. Las circunstancias que vive el país requieren que todos los integrantes de la MUD remen hacia una misma dirección, pero también que dirijan su destino en un mismo barco.
En la búsqueda de una política coherente de cara al proceso electoral, si  en efecto quiere darse una sensación real de unidad, debe actuarse de tal manera que el conjunto de los integrantes de la alianza no desentonen en la promoción de un mismo mensaje, de una misma idea, de un mismo objetivo. La unidad democrática debe desempeñarse como los integrantes de una orquesta, cada quien tocando un instrumento y hasta una nota distinta pero que, la interpretación simultánea de todas ellas, constituyen una verdadera armonía: una unidad armónica.
La tarjeta unitaria viene a significar una voz, un objetivo, la identidad-instrumento en torno a la cual deben agruparse quienes participan en la MUD, para así satisfacer la demanda que el país democrático está reclamando para expresarse en los comicios parlamentarios, de modo que, no podrían los partidos políticos de la MUD hacer otra cosa que la de dar las mayores muestras unitarias que el país exige.
Ya el gobierno sabe de las potencialidades que supone la tarjeta unitaria. Francotiradores desde Carabobo se prestan para tratar de montar una conflagración con el TSJ para impedir que la oposición pueda agruparse en una sola tarjeta, como ya antes lo había hecho. Esta viene a representar la mayor evidencia de las morrocutudas debilidades del oficialismo, y de la enorme posibilidad que tiene la oposición de ganar con cierta amplitud el próximo 6 de diciembre.
Esperemos que aquellos a que aun mantienen dudas y que
siguen sin tomar una decisión favorable, entiendan que estos no son épocas de vacilaciones. Demasiado tiempo se ha perdido nutriendo egos  particulares y personalistas que colocan a un lado el interés nacional.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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lunes, 29 de junio de 2015

LEONARDO MORALES P., FIADORES PARA MADURO

La confirmación por parte del CNE de que las elecciones parlamentarias serían el próximo 6 de diciembre ha tenido, al menos, dos consecuencias. Por una lado, permite que la oposición democrática venezolano reconduzca su política, algo extraviada entre huelgas y solicitudes de fecha, hacia aquellos asuntos de verdadera relevancia para la gran mayoría del país. Y, por otra parte, pone en evidencia, lo que nos parece saludable, y ahora como un acto público y notorio, el pelaje autocrático del gobierno chavo-madurista.

La oposición de aquí al día electoral no debe distraerse en la satisfacción de las tentaciones personalistas sino centrar su atención en una política que presente a los venezolanos la ruta que debe seguirse, dentro de las pautas y reglas formales que impone la democracia, para superar el enorme grado de insatisfacción que ha ido creando la imposición de un modelo económico cuyo fracaso era previsible.
Ganar más curules que el oficialismo es un avance sustancial pero no es una suerte de varita mágica con la cual instantáneamente los desatinos de 15 años puedan corregirse, sin embargo, una mayoría parlamentaria representa el camino más apropiado para recuperar la institucionalidad del país, esto es, la independencia de poderes para que actúen de acuerdo a lo que establecen las leyes. Los parlamentarios, representantes del pueblo, a legislar y controlar al ejecutivo; el ejecutivo a actuar según las funciones dadas por la Constitución, el judicial a hacer velar por el cumplimiento de la leyes y el electoral a convocar responsablemente las elecciones cuando corresponde y conducirlas imparcialmente. Acabar con la concentración y el secuestro de las funciones de los poderes públicos que hoy reposan en manos de un Ejecutivo todopoderoso e insolente, es una tarea de primer orden para construir un promisorio porvenir.
Un aspecto relevante de la política hacia los próximos meses tiene que ver con una incesante denuncia, nacional e internacional, de los abusos y arbitrariedades que el gobierno adoptará para intentar revertir lo imposible: su derrota.
Con frecuencia e insistencia se ha afirmado que este es un gobierno autoritario, autocrático, al que le tortura tener que revestirse de democrático. Ya Maduro en un acto de extraordinaria sinceridad, franco consigo mismo y los suyos, ha dicho que: “Si la derecha gana, yo seré el primero en lanzarme a las calles”.
No es contra la derecha contra la compite Maduro sino contra un pueblo que sufre pacientemente, sin saber hasta cuando, los efectos de una política generadora  de desigualdades, exclusiones y de pobreza.
Ante de lanzarse a la calle, Maduro y esta burguesía roja cobijada en la revolución, deberán dar explicaciones del destino de los ingentes recursos cuyo destino esperan ser conocidos. La nueva AN deberá estar en la obligación de interpelar a ministros y altos funcionarios para que den explicaciones a la opinión pública, reina de todo orden democrático, eso sí, sin censura ni impedimentos de naturaleza alguna.
Por lo pronto, habrá que pedirle a Maduro fiadores, si acaso los consigue, para que firme un acta en el que se compromete a reconocer su derrota y el triunfo de las fuerzas democráticas venezolanas.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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domingo, 21 de junio de 2015

LEONARDO MORALES P., UNA POLÍTICA: ¿LA FECHA?

La fecha es un término que políticamente puede tener muchas significaciones, generalmente importantes. La fecha del nacimiento o muerte de Miranda tiende a ser recordada y conmemorada por la significación que tuvo para este y otros países. Como esas hay muchas fechas aquí y en otros países. Unas se celebran festivamente, otras sirven de recordatorio de un hecho ocurrido o de un evento que acontecerá.

En Venezuela “la fecha” ha adquirido una connotación política inusual. Andan algunas organizaciones políticas opositoras tras el pronunciamiento del ente comicial sobre la fecha en que se realizarán las elecciones parlamentarias, y en efecto, el CNE tiene por obligación Constitucional convocar y realizar unas elecciones para que el  5 de enero de  2016 se instale una nueva Asamblea Nacional.
Lo cierto es que el cuerpo normativo venezolano que rige la materia electoral no obliga al CNE a anunciar la fecha electoral con un lapso específico de anticipación, por lo que legalmente el Poder Electoral no estaría violando la ley. No se podría acusar legalmente a los integrantes del CNE de no actuar responsablemente, sin embargo, todo individuo que ocupa un cargo público, aun cuando no fuera electivo, no queda excluido del juicio colectivo. Desde esa perspectiva, advierte Díez-Picazo, hay, mutatis mutandis, una responsabilidad política difusa, que no es otra que la opinión de los ciudadanos, libres e iguales, respecto de quienes ejercen funciones públicas, que está perfecta inscrita en el concepto de democracia. Y, de ella nadie escapa, decimos nosotros.
Pero una cosa es preocuparse por “la fecha” y otra es convertirla en parte de la campaña electoral. Empeñarse en esto último revela un estado de desconexión profundo con la realidad nacional.
La oposición tiene amplias posibilidades de ganar los próximos comicios parlamentarios que serán convocados, entre otras cosas, por la grave crisis que vive el país. Es el gobierno quien mejor trabaja para que así sea: su inacción para corregir la enorme crisis económica es la que los lleva a la derrota, pero aun introduciendo correctivos, el tiempo no les da para que la angustia ciudadana desaparezca. Inflación y desabastecimiento de bienes esenciales llegaron para acompañar a los venezolanos por algún tiempo. No hay medidas que en corto plazo alivien la certeza de que el país va por muy mal camino y de que el culpable es Maduro y su gobierno.
Los sondeos de opinión pública ofrecen datos inobjetables. Datanalisis indica que el 84.3% de los encuestados aprecian que la situación del país está entre regular y muy mala, mientras que el 68.5% atribuye al Maduro no actuar por el bienestar de los venezolanos. Revela, además, que el 75.9% y el 83%  estarían en desacuerdo con manifestaciones de calle y guarimbas, respectivamente, lo cual pone de manifiesto que la preocupación nacional se centra en problemas muy distintos a los partidistas o, para no generalizar, de algunos partidos,.
Reestablecer una agenda que privilegie la conexión de la oposición democrática con los problemas reales del país, es fundamental para el logro de una mayoría parlamentaria que permita una transición que libere a sus ciudadanos de las presentes penurias.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
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lunes, 15 de junio de 2015

LEONARDO MORALES P., ¿QUIÉN FRACASÓ?

El líder socialista español -habría que aclarar que democrático- Felipe González estuvo por Venezuela sin lograr un pequeño éxito. Si acaso podrá decirse que la diligencia mejor realizada fue la entrega del merecido reconocimiento a Teodoro Petkoff del premio Ortega y Gasset. Así las cosas, bien pudiéramos decir que Felipe vino y se fue.
La salida de Felipe González de Venezuela es la expresión de una triple derrota. Con los presos políticos de Maduro en huelga de hambre no pudo adelantar ninguno de los objetivos planteados: no los pudo visitar y mucho menos ejercer su defensa. Los huelguistas han debido aprovechar la presencia del líder español para convertirlo en el amplificador mundial de la severa crisis que vive el país y de las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, pero prefirieron mantener una huelga que pone en peligro la salud y sus propias vidas: los huelguistas, actuando tan tercos y extremistas como el gobierno, perdieron una extraordinaria oportunidad para suspender una huelga que ha demostrado escasa utilidad, y nada indica que las cosas vayan a cambiar.
Pero la ida de Venezuela de Felipe González es una derrota terrible para Maduro; quienes se consideran un gobierno humanista y defensor de los derechos humanos no fueron capaces de concertar con el líder socialista los mecanismos para que este certificara el trato del cual son objeto los presos políticos. Tanto la fiscalía como la defensoría del pueblo, suerte de oficinas del gobierno y del PSUV, se desentendieron del caso, desaprovechando la posible intermediación que hubiera podido ejercer Felipe González para el levantamiento de la huelga de hambre que solo conduce a replicar un desenlace tan lamentable como el de Franklin Brito.
El gobierno sigue orientado en el mantenimiento de una lucha existencial, en el no reconocimiento del otro, en el afianzamiento de la idea schmittiana de amigo y enemigo, lo cual impide que el ejercicio deliberativo juegue un papel relevante en la superación y resolución de los conflictos, y, por otra parte, esta misma posición seduce a una parte de la oposición que cree estar cera de la palanca que dejará caer vertiginosamente la hojilla sobre el cuello de sus adversarios decapitándolos. Mientras que la intemperancia rija el comportamiento política, la paz y el sosiego social será una deuda pendiente.
Felipe González se fue sin cumplir los objetivos más gruesos pero seguirá libre junto un amplísimo grupo de exmandatarios iberoamericanos para seguir expresando preocupación por el deterioro de la calidad democrática en Venezuela y denunciando el desplazamiento continuo del gobierno hacia posiciones autoritarias.
Nota: Al finalizar este artículo (11/06-2:30 pm) leo por los medios digitales que Ceballos, en un ejercicio de racionalidad, desiste de la huelga. Bien
Leonardo Morales P.
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