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sábado, 10 de octubre de 2015

FERNANDO FACCHÍN B., “VOLUNTAD POLÍTICO ELECTORAL”

“Voluntad política electoral” es una acepción muy amplia, no se limita   al derecho a elegir, incluye un conjunto de exigencias y de necesidades que afloran dentro de una sociedad y que no pueden interpretarse por completo sólo a la luz del voto político, por ello hay desarrollar un ambicioso programa que contemple, entre otros aspectos, un amplio debate plural en la campaña.  La importancia de la poderosa diversidad política existente,   debatir sobre el futuro de las nuevas generaciones y de Venezuela por parte de los candidatos quienes se dirijan a la sociedad para hacer saber sus propuestas y expectativas en caso de llegar a la AN.

La determinación del consenso exige la activación de nuevos canales participativos y de nuevas modalidades de expresión. El riesgo está en encontrarse en este aspecto con los procesos degenerativos de la vieja política, un sistema bloqueado que no garantiza una la participación oportuna y efectiva de todos los sectores.

La voluntad política electoral requiere del coraje de una acción orientada a dar sitio a los valores que respeten las instancias fundamentales de los sectores sociales.

Necesitamos la participación de todos, en todas partes. La oposición socialdemócrata tiene el potencial de conducir en una mayor coherencia la campaña electoral y debe tener la decisión para ponerlas en práctica. El éxito dependerá de la voluntad político electoral ciudadana.

Estamos con el tiempo en contra, pero  vemos la línea de salida del régimen. Ahora bien, es necesaria una unión político electoral efectiva para recorrer el camino del éxito, estimulados por una pasión sin límites, ejecutada con audacia, afrontando el alto riesgo que significa la motivación electoral.

Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin

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domingo, 18 de enero de 2015

LEONARDO ALFREDO MONTILLA DELGADO, COPEI 69 AÑOS

LEONARDO ALFREDO MONTILLA DELGADO
La Ley de partidos políticos, reuniones públicas y manifestaciones reza: “Los partidos políticos son agrupaciones de carácter permanente cuyos miembros convienen en asociarse para participar, por medios lícitos, en la vida política del país, de acuerdo con programas y estatutos libremente acordados por ellos” (Art 2 cita)

Uno de los grandes retos en los tiempos modernos para los demócratas venezolanos es  conectar  los principios democracia, gobernabilidad y calidad de vida, es hacer que las instituciones que brinda la constitución y las leyes  funcionen, es rescatar la independencia de los poderes, para que la gobernabilidad del Estado sea expresión de la legitimidad de un sistema que dé respuesta a la innovación en las nuevas tendencias ciudadanas, de la independencia de sus movimientos sociales, del amplio bagaje del conocimiento humano, de la libertad, Derechos Humanos, la tolerancia, la libertad de opinión, la justicia social y la vigencia de los partidos políticos como instancia de organización política de la ciudadanía de acuerdo a su libre pensamiento, forma de ser y decisión particular.
Según el Historiador y ex presidente Ramón J Velázquez, durante casi dos siglos, desde la Independencia hasta nuestros días, en Venezuela se han fundado más de trescientas organizaciones con fines políticos que se llamaron a sí mismas “partidos políticos”( Venezuela moderna, medio siglo de historia) algunos prevalecen en la sustentabilidad del espacio conquistado, otros desaparecidos en la historia, pero dejando su aporte como organización con fines políticos eje fundamental para cualquier sistema que se precie de democrático.
De esas organizaciones históricas está el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) agrupación política de expresión demócrata cristiana fundada por el ex presidente Rafael Caldera y otros exponentes que desde los liderazgos estudiantiles se convirtieron en voceros del socialcristianismo criollo.
Copei cumple 69 años al fragor del candelero político nacional; con aciertos y errores como todos los partidos políticos nacionales; con los socialcristianos podemos tener encuentros y desencuentros propios de la naturaleza democrática venezolana, siempre en la búsqueda permanente de justicia, equidad y más pluralidad. Sus aportes a la vida democrática han sido permanentes en el transcurrir de tantos acontecimientos  que han pasado desde aquel viejo 13 de Enero de 1946. Con su visión humanista cristiana construyeron históricamente una referencia organizativa importante que hoy contribuye claramente a evitar que las tendencias autocráticas del militarismo se impongan en la Venezuela de hoy.
Uno de los elementos politológicos que establecen la probabilidad de desarrollar un verdadero sistema democrático, donde el modelo alternativo constituya las formas de encuentro social para el bienestar colectivo es el rescate del  ejercicio militante y partidista, Copei camina en esa sintonía. Felicitaciones a todos mis amigos Copeyanos.
Leonardo Alfredo Montilla Delgado
montillaleoa@gmail.com
@LeoMontilla

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jueves, 1 de agosto de 2013

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, PIMIENTA IDEOLÓGICA.

Sería necesario analizar las carencias de la alternativa democrática. Quien piense que puede conducir mejor que ella, debería asumir el reto, en pasos muy sencillos: ganarse la gente, conquistar el triunfo y recibir el agradecimiento eterno. 


Pero hasta la llegada de los superhéroes de Kriptón, la oposición real que remontó hasta 50% por lo menos, que desafía poderes económico, político e institucional tan monstruosos, merece una evaluación positiva. Encajó una estrategia y un lenguaje que sacó la esperanza de las catacumbas donde el radicalismo y la insensatez quieren devolverla. Se le puede ubicar en la centro izquierda democrática, modernizadora y popular. Pero le falta pimienta. 

Que el PSUV se edifica sobre abusos, corrupción y clientelismo, es una explicación necesaria, pero no suficiente. Su fortaleza descansa también en que sus seguidores se sienten protagonistas de un “proceso histórico”, una “revolución”, tal como ocurre en todas los totalitarismos y populismos.

El gobierno se puede equivocar, pero “la revolución”, “la causa”, “la patria”, están por encima de los errores. Algunos hablan de una “etapa plebeya” del comunismo y el fascismo. Después el “pueblo” despierta en la peor de las pesadillas: una gerontocracia criminal y la sociedad envilecida por la chivatería y la prostitución inevitables.

Pero para derrotar una ilusión hay que crear otra. Lejos del “fin de las ideologías”, la democracia venezolana sucumbió por tener unos defensores manetos, pero también frente una ideología revolucionaria, marcada por el igualitarismo populista, el odio social que Rómulo Betancourt aplastó en los 60, porque compitió con el castrismo con una plataforma que tenía misma potencia simbólica e ideológica (¡venezolano siempre, comunista nunca!)

Betancourt: ideología victoriosa

Entre 1958-1998, la democracia fue para los venezolanos esa gran causa. Una ideología poderosa en la que se imbricaban la libertad, el progreso y la modernización, con los necesarios ingredientes emocionales que permitían la movilización popular. Por eso el gran rival del comunismo fueron siempre la socialdemocracia que Betancourt logró separar claramente del comunismo, y el social- cristianismo, -incluso a escala mundial-, y nunca los liberales, conservadores o “progres”. 

A diferencia de lo que ocurre hoy, cuando expulsan a Honduras y Paraguay, hizo expulsar a Cuba de la OEA. A diferencia de lo que pasa en Venezuela, la democracia del siglo XXI es democracia social o no es nada. Es la que existe en el planeta, libertad y cambios sociales. Algunos sectores identifican todavía lo social con populismo, demagogia, estatismo, confiscaciones, “antiimperialismo”, violencia, improductividad, control de cambios y precios, miseria.

Ideólogos confundidos se encargan de inventar oposiciones entre fantasmas: capitalismo vs. socialismo, reformismo vs. revolución, libertad vs. justicia, incluso izquierda y derecha, y demás tonterías subsidiarias. Los progresistas por mucho tiempo eran los “rosados” que se colocaban entre la socialdemocracia y el comunismo, a los que Lenin llamó la charca, “tontos útiles” de la revolución. Por eso el olor a Perón, Castro, Velasco, Ortega, Torres, Torrijos y toda clase de badulaques, terminators, e inútiles, como los dinosaurios de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

El progresismo tendría que identificarse claramente con la democracia social y contrastar el cementerio de cadáveres ideológicos. A partir de los 80 se produjo una transubstanciación esencial para la política contemporánea. Felipe González, Clinton y Blair, Mitterrand, Cardoso y Lula, Fernández, Carlos Andrés Pérez, Sánchez de Losada, Bachelet, hasta llegar a Torrijos (hijo) y Alan García,aggiornaron la idea de democracia social.

Globalización y democracia social

La izquierda rompió con el colectivismo y ahora sus componentes inseparables son democracia representativa, globalización, superación efectiva de la pobreza joint venture entre Estado e inversión de capital, propiedad, descentralización, cambio tecnológico y reforma educativa. Romper con viejos mitos del welfarestate le permitió a Clinton ser el mejor presidente de EEUU en el siglo XX. Colocó su país (ya Reagan había dado el empuje inicial) a la cabeza del mundo. Creó 20 millones de empleos y nace en su gobierno la Sociedad de la Información. González hizo el equivalente, e incorpora España a Europa. Esa renovación se frenó porque Zapatero, Papandreu, Soares, Obama (¿) y otros no hicieron los cambios necesarios, convirtieron al mundo en un trastorno, y los tres primeros son auténticas desgracias.

Con ellos la socialdemocracia y la democracia cristiana permitieron que los problemas se amontonaran hasta llegar a las lamentables circunstancias en que tiene que resolvérselos Merkel. Las grandes referencias pasaron ahora a Latinoamérica: Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Perú, y demuestran que ser de izquierda no debe implicar automáticamente ser tarado, pese a los esfuerzos para demostrar lo contrario desde Venezuela y el ALBA. 

El progresismo consiste en entrar al Siglo XXI, retomar el carril de la historia del que lo sacaron en estas dos décadas. Conquistar la democracia social.

@carlosraulher

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jueves, 12 de abril de 2012

DEMETRIO BOERSNER / SOCIALISMOS EXISTENTES E INEXISTENTES

Quienes anhelamos participar de modo práctico en la lucha por una Venezuela libre y justa, y nos ubicamos en el campo teórico socialdemócrata, basamos nuestras propuestas  en la percepción de realidades concretas, tales como el cambio climático, la crisis del capitalismo clásico y su reemplazo por modelos emergentes, el impacto de cambios técnicos y psicosociales en el ejercicio democrático, los reacomodos de la correlación de fuerzas estratégicas globales, el auge de neofascismos y amenazas terroristas, y nuestro propio drama de descomposición nacional.
Esporádicamente nos llegan las voces de una élite etérea (aunque no desinteresada) de estudiosos de teorías sociopolíticas “postmodernas” que, sin referencia a la “cochina realidad” en que todos nos debatimos, nos reprocha nuestra “banalidad” o “mediocridad” al basar nuestras propuestas en lo que realmente es, y no en lo que “debería” ser. Esa izquierda intelectual etérea quisiera que, en lugar de dar unos primeros pasos, siguiendo ejemplos reformistas de centroizquierda que han demostrado su eficacia en otros países, esperemos con los brazos cruzados a que ella nos suministre el modelo perfecto (engendrado en sus cerebros por una suerte de concepción inmaculada) de un socialismo postmoderno ideal,  ibre tanto de las lacras tiránicas del comunismo estalinista y post-estalinista como de las debilidades claudicantes que a veces caracterizaran a la socialdemocracia kautskiana, fabiana o bernsteiniana.
Sin embargo, tal “tercer tipo” de socialismo, desprovisto de fallas, jamás ha existido realmente, ni podrá existir salvo como producto de un proceso histórico de larga duración. Los únicos dos socialismos “realmente existentes” han sido y son hasta ahora el comunismo y la socialdemocracia. El primero fracasó históricamente cuando colapsó la Unión Soviética.  El otro –el socialismo democrático o socialdemocracia- ha tenido momentos gloriosos en las resistencias antifascistas y anticolonialistas, y notables éxitos en la construcción de una nueva sociedad, basada en una economía de mercado `pero orientada por los intereses y la voluntad democrática de los mayoritarios sectores laborales, populares y medios.  En Noruega,  Suecia y  otros países democráticos avanzados, construyeron Estados de Bienestar realmente post-capitalistas con elevados niveles de igualdad y calidad de vida.  En países en vías de desarrollo, ese modelo puede ser adaptado a las circunstancias de su etapa histórica.  En ambos casos, se puede avanzar, paso a paso, de la economía de mercado “capitalista” a una economía de mercado esencialmente “laborista” o socialmente democrática. Creemos que no existe otro camino. Su éxito depende de la amplitud y autenticidad de la democracia política que lo enmarque.
                                                                                                        demboers@gmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

martes, 10 de mayo de 2011

OBSERVACIONES ELECTORALES. EDDIE RAMIREZ (CASO CANADA)

Las recientes elecciones   en Canadá  dan pie para hacer algunas observaciones que pueden ser útiles a nuestra realidad,  guardando las distancias del caso y advirtiendo que cualquier extrapolación es aventurada. 

Stephen Harper
En esta gran nación, el pueblo elige a sus diputados y éstos designan al Primer Ministro, quien es el jefe del gobierno. La semana pasada, el partido Conservador ganó la mayoría de los escaños y el señor Stephen Harper, de 52 años, mantuvo su cargo de Primer Ministro.   Su partido obtuvo 168 diputados, 25 más que en la contienda del 2008. 

Sorpresivamente, el segundo lugar, con 103 diputados, lo ocupó el partido NDP (New Democratic Party) de orientación social demócrata, bajo el liderazgo de Jack Layton. 

En el tercer lugar quedó el otrora poderoso Partido Liberal, con solo 33 diputados, 44 menos que antes. El Bloque de Québec, de tendencia separatista, cayó abruptamente, sacando solo tres diputados, 46 menos que los que tenía y  por último el Partido Verde obtuvo por primera vez una curul.

Michael Ignatieff
En el caso del Partido Liberal, su líder Michael Ignatieff, distinguido académico de 64 años,  no pudo convencer a los simpatizantes de un partido  que tuvo en sus filas  a un Lester Pearson y  al que se le debe mucho del excelente sistema de seguridad social canadiense, pero que después de esos logros se fue acercando cada vez más a las políticas del partido Conservador. Ante la derrota, Ignatieff renunció como líder del partido. El otro renunciante fue Gilles Duceppe, de 64 años, quien al parecer no logró mantener viva la llama del nacionalismo de los francófonos de la provincia de Québec. Primera observación: Los sexagenarios que perdieron dieron paso a una nueva generación.

El partido Conservador volvió a ganar y obtuvo la mayoría porque su política económica fue acertada, evitando que la crisis en  los Estados Unidos y en Europa afectara significativamente a Canadá. Segunda observación: Los ciudadanos votaron  por quien resolvió problemas económicos que les atañen directamente.

El partido que más avanzó fue el NDP. Aunque se califica de social-demócrata, en la campaña no se mencionaron aspectos ideológicos. Presentó varios candidatos muy jóvenes, incluso uno de 19 años,  algunos de los cuales ni siquiera se tomaron en serio la campaña. Quizá podría especularse que el NDP fue favorecido por el voto castigo hacia políticos tradicionales. Algunos consideran positivo esta inyección de juventud.  Tercera observación: el electorado prefirió caras nuevas aunque no tengan experiencia, quizá frustrado por los “mayores”.

Layton, Ignatieff  y Duceppe ofrecieron su apoyo a Harper en asuntos que sean de interés nacional, sin  dejar de criticar cuando sea necesario. Cuarta observación: el liderazgo canadiense privilegia una convivencia sin complicidad, sobre la confrontación estéril.

Votacion Manual
La abstención fue e casi 39%. La votación manual se realizó en escuelas, sin suspensión de clases, sin policías y en menos de cinco minutos. Una hora después del cierre se informó que los Conservadores habían ganado y en media hora más se supo que obtuvieron la mayoría.  Quinta observación: Muchos ciudadanos no se sintieron  motivados a votar; las máquinas y el ejército  son innecesarios cuando impera el civismo.

Como en botica: Tenemos fecha, reglamento y varios buenos candidatos, ahora deben concretar sus mensajes y escuchar a la gente. Los “revolucionarios” son por naturaleza intelectualmente deshonestos. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!


eddiearamirez@hotmail.com

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martes, 4 de enero de 2011

AGONÍA Y MUERTE DE LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA. CARLOS ALBERTO MONTANER. TABANO INFORMA DESDE ARGENTINA

¿Quiénes la formaban? Fundamentalmente, el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre (APRA), el venezolano Rómulo Betancourt (AD), el costarricense José Figueres (Liberación), el guatemalteco Juan José Arévalo, el boliviano Víctor Paz Estenssoro (MNR), el dominicano Juan Bosch (PRD), los cubanos Ramón Grau y Carlos Prío (PRC) y el puertorriqueño Luis Muñoz Marín (PP).

Con Carlos Andrés Pérez muere también el último gran representante de la Izquierda Democrática, una corriente ideológica con vocación internacional que cuajó en América Latina a mediados del siglo XX.

¿Quiénes la formaban? Fundamentalmente, el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre (APRA), el venezolano Rómulo Betancourt (AD), el costarricense José Figueres (Liberación), el guatemalteco Juan José Arévalo, el boliviano Víctor Paz Estenssoro (MNR), el dominicano Juan Bosch (PRD), los cubanos Ramón Grau y Carlos Prío (PRC) y el puertorriqueño Luis Muñoz Marín (PP).

Todos, menos Haya de la Torre, que era el más culto y brillante, gobernaron en sus respectivos países. Todos, menos Muñoz Marín, sufrieron persecuciones y exilios. Todos, menos Juan Bosch, que en 1963 fue electo democráticamente y a los siete meses lo derrocaron los militares, hicieron reformas profundas que dejaron una honda huella en la sociedad de su tiempo. El primero de ellos que llegó al poder fue Arévalo en 1945, pero su obra de gobierno no tuvo continuidad en la convulsa Guatemala de aquellos tiempos.

¿En qué creían? Eran demócratas convencidos, antimilitaristas, nacionalistas, anticomunistas, intervencionistas, estatistas y, en alguna medida, pronorteamericanos. Se habían reconciliado con Washington y con el capitalismo. Pensaban que los males económicos nacionales se corregían con la mítica reforma agraria, la nacionalización del crédito y el control por el Estado de ciertos servicios públicos "esenciales". Aspiraban a formar clases medias nutridas y reclutaban a sus partidarios entre los trabajadores asalariados.

Naturalmente, eran keynesianos, al menos en el sentido de que creían que el empleo, la inflación y la creación de riquezas se podían modular mediante la manipulación del gasto público. Eran, también, cepalianos en lo tocante a la colocación de barreras arancelarias para provocar la industrialización mediante la paulatina sustitución de las importaciones por bienes producidos acionalmente. Confiaban en la planificación económica como el camino moderno hacia el desarrollo.

En realidad, la Izquierda Democrática era la expresión latinoamericana de la socialdemocracia europea. Procedía, como ella, de un polvoriento y ya entonces descartado análisis marxista, pero lo teñía con un fuerte componente antimilitarista porque en esa época, en Hispanoamérica, el gran enemigo era, en primer lugar, el ejército, al que había que someter a la autoridad civil. Había, sin embargo, otros tenaces adversarios: la oligarquía rural y, muy destacadamente, los débiles pero siempre insidiosos partidos comunistas pro soviéticos.

El ejercicio del poder no fue exactamente glorioso para la Izquierda Democrática. En general, tras la experiencia de varios periodos de gobierno en diversos países, la sociedad descubrió que el estatismo, la planificación centralizada y gasto público excesivo, conducían a la inflación, la corrupción de la clase dirigente coludida con los empresarios y cortesanos mercantilistas, a la creación de burocracias parásitas que obstaculizaban y encarecían la creación de riqueza, al atraso tecnológico y al crecimiento de la pobreza y la desigualdad.

Algunos políticos de la Izquierda Democrática, o sus sucesores, vivieron lo suficiente para rectificar los errores originales. El primero fue Víctor Paz Estenssoro. El hombre que en los años cincuenta hizo la violenta revolución nacionalista boliviana, en los ochenta, más sabio, regresó al poder para devolverle la autoridad a la sociedad civil de su país reduciendo el peso del Estado, controlando el gasto público y confiando más en el mercado que en las decisiones de los burócratas.

En Perú, Alan García fue un caso parecido. Su segundo mandato ha sido, felizmente, la negación del primero. Algo similar sucedió en Venezuela: Carlos Andrés Pérez regresó al poder en 1989 dispuesto a corregir los errores de su primer mandato (74 al 79). Lo hizo, muy acertadamente, pero las rencillas políticas, llevadas al plano judicial, consiguieron,  primero, sacarlo del poder, y luego condenarlo a arresto domiciliario, maniobra que desgastó peligrosamente la débil institucionalidad democrática venezolana.

En Costa Rica --donde más éxito tuvieron las ideas de la Izquierda Democrática a partir de la revolución de José Figueres--, Oscar Arias dedicó sus dos periodos presidenciales a tratar de corregir los errores parciales de la teoría inicial. Ya contaba con los copiosos análisis del premio Nobel de Economía James Buchanan y de sus discípulos de la Escuela de Virginia sobre el comportamiento pernicioso del sector público, más la impresionante obra de pensadores como Mises, Hayek, Gary Becker, Douglass North y otra media docena de gigantes. Sencillamente, el punto de partida estaba equivocado.

¿Qué paradigmas quedan vigentes en América Latina? Fundamentalmente, dos: Chile --el de la Concertación y el de Piñera, que es el mismo con matices diferentes-- y el alboroto chavista (nadie toma en serio la tumultuosa cleptocracia argentina). Ya no hay Izquierda Democrática. Se acabó.

Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
Para subscribirse envíe un mensaje a: tabano_informa-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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jueves, 2 de diciembre de 2010

HABLEMOS DE COMUNISMO 5. NELSON MAICA C. POLÍTICA

A la caída de la Urss, los partidos comunistas sufrieron mutaciones y divisiones en todo el mundo. Algunos adoptaron políticas reformistas, otros patrocinaron tácticas de oposición a la globalización capitalista, buscando estrechar sus lazos con las masas marginadas por el capitalismo consumista, y orientándose, distintos, hacia lo que se llamo el comunismo libertario.

Gran cantidad de simpatizantes del marxismo, en las décadas anteriores, apoyaron movimientos socialdemócratas en Europa y América latina.

En Cuba, la revuelta de 1959 fue conducida por ciudadanos que no pertenecían al Partido Comunista. Pero se convirtió en fuerza hegemónica en la medida en que la economía del país se hacía cada vez más dependiente de la Urss. Caída esta, Cuba, por una decisión supuestamente estratégica a mediano plazo de USA (dejarla como espejo para los países de la región), permaneció como un solitario bastión del comunismo en América Latina, aunque aceptando la participación de capitales privados extranjeros, sobre todo de países y que democráticos europeos, en su débil economía, centrada, durante un tiempo, en el turismo de Estado y, supuestamente, en drogas, armas, contrabandos, piratería, toma de rehenes, chantajes, etc.

En la República Popular China se han desarrollado profundas transformaciones en torno a una internacionalización y un modelo económico (gracias a la ayuda e inversión capitalista) que distan mucho de los principios políticos dictados por el comunismo que promulgan más débilmente cada día. Una mezcla de comunismo en el discurso político teórico y capitalismo en la práctica en, cada vez más, amplios sectores económicos. Un país dos sistemas. ¿?

Vietnam ha iniciado reformas en el mismo sentido de China. Los otros países socialistas de la actualidad son Cuba, Laos y Corea del Norte. Este último se ha destacado por el rechazo a reformas liberalizadoras y una defensa férrea de la economía socialista, aunque últimamente está adoptando mecanismos para permitir la entrada de capital extranjero. Todos aman el dinero capitalista. Los billetes verdes y no pueden vivir sin el mercado capitalista.

COMUNISTAS NO LENINISTAS: Son comunistas marxistas pero no leninistas, no creen ni siguen a Lenin. Son ejemplos tempranos Rosa Luxemburgo y Amadeo Bordiga. La corriente comunista-marxista que más profundamente se opuso al leninismo ha sido el comunismo consejista (de consejos). Sus principales teóricos han sido Antón Pannekoek, Paul Mattick, Otto Rühle, Helmut Wagner. El comunismo de consejos se proclamo antibolchevique y negó que el leninismo sea la continuidad del marxismo.

De hecho demuestra, cuando critíca la práctica del comunismo de partido, que esa practica es una corriente semiburguesa, que se opone al auto emancipación del proletariado y que el materialismo leninista tiene más que ver con el materialismo burgués que con el materialismo marxista o materialismo histórico. Es el camino del capitalismo plural al capitalismo de uno solo, del capitalismo al capitalismo.

Han existido otras agrupaciones como la Internacional Situacionista que ensalza el antibolchevismo, el comunismo de consejos y también una superación teórico-práctica de la división entre el comunismo marxista y el anarquista. Seguimos.

“Los empleados públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”.
Simon Bolívar, 1783 – 1830, Libertador de Venezuela.
Caracas, Venezuela, 10/02/07 – 30/11/2010 -
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miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA RESURRECCION ROJA. MAURICIO VARGAS (CASO LIBERALES COLOMBIANOS)

Si Cambio Radical y los liberales se unen, constituirían una gran fuerza en el Congreso en 2011.

Hace algunas semanas escribí en estas páginas que Juan Manuel Santos podía ser el reunificador del Partido Liberal si impulsaba un reencuentro de los antiguos rojos, hoy divididos en el liberalismo oficial, Cambio Radical y parte de 'la U'. Por ahora, en medio de los roces con el Partido Conservador, que seguramente no vería con buenos ojos la maniobra, el asunto parece aplazado en la agenda presidencial. Pero no así en la de su ministro del Interior, Germán Vargas.

Según lo reveló el jueves el jefe del liberalismo, Rafael Pardo, en entrevista con Yamid Amat, las conversaciones con Cambio Radical, el partido de Vargas, van bastante avanzadas y podrían conducir a que, muy pronto, las dos fuerzas políticas actúen como una sola bancada en el Congreso. Bancada que pasaría a ser casi tan fuerte como la de 'la U', tanto en el Senado como en la Cámara. Con 25 senadores y casi medio centenar de representantes, la nueva fuerza se convertiría en imprescindible para el Gobierno y en un jugador para tener muy en cuenta en las elecciones regionales del año entrante.

Semejante situación atornillaría a Vargas en el gabinete y le abriría un cupo a Pardo -o a otro peso pesado de las toldas rojas- en alguno de los nuevos ministerios que debe surgir cuando el presidente Santos use las facultades de reforma del Estado que le va a otorgar el Congreso.

Pero una unión como esta no puede reducirse a sumar congresistas y garantizar puestos. En la pasada campaña electoral, un esfuerzo similar que debía desembocar en una consulta interna entre Vargas y Pardo para una candidatura presidencial única se frustró por asuntos ideológicos, pues Pardo quiso subir al bus al candidato del Polo Democrático, Gustavo Petro, algo que Vargas consideró inaceptable.

Y es que entre los liberales, la tentación de coquetear con la izquierda ha estado latente por años, desde cuando Horacio Serpa asumió su primera candidatura en 1998. Por el contrario, en Cambio Radical, Vargas y sus amigos han levantado un muro de prevenciones frente a esa posibilidad, porque ni se identifican con la izquierda ni quieren que sus electores los vean en la misma foto. Los resultados de esta diferencia de actitud están a la vista: la base electoral del liberalismo (la clase media urbana, reacia a los acercamientos con la izquierda) no acompañó de modo masivo ni a Serpa en el 2002 y el 2006, ni a Pardo este año. En cambio, en la recta final de la campaña para la primera vuelta, un importante sector de esa franja centrista y urbana se volcó hacia Vargas y le garantizó la tercera votación más alta.

Las derivas izquierdistas de los liberales asustaron a muchos de sus votantes, y ahora que el Polo vive una grave crisis y que la principal líder del ala zurda del liberalismo, Piedad Córdoba, ha perdido su curul en el Senado, quizás llegó la hora de que Pardo y sus seguidores den el timonazo hacia la búsqueda del centro perdido. Para hacerlo, la coyuntura de juntar filas con Cambio Radical con unas propuestas que no estén ni en la izquierda del Polo ni en la derecha de lo más duro del uribismo, es ideal. Ojalá se decidan a hacerlo y el liberalismo, que más allá de sus muchos errores ha sido protagonista de importantes jalonazos progresistas en la historia colombiana, resucite de las cenizas a que sus veleidades izquierdosas lo redujeron.

Agregado. Tiene razón la Corte Suprema de Justicia -a la que en otras ocasiones he criticado- al cuestionar el asilo territorial otorgado por el gobierno panameño a la ex directora del DAS María del Pilar Hurtado. Sólo la Justicia puede decir si ella es culpable o inocente. Pero la sensación de que esta figura sagrada del derecho internacional pueda ser utilizada para evadirla, preocupa, y mucho.


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miércoles, 17 de febrero de 2010

LA DISYUNTIVA DE LA SOCIALDEMOCRACIA: ¿SOCIALISMO O DEMOCRACIA?, ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA

La soledad de la socialdemocracia venezolana en el contexto mundial es una prueba fehaciente de este contra sentido. Antes que respaldarla en su lucha contra la autocracia imperante, los partidos socialistas de la región, con la notable excepción del APRA, respaldan abierta o solapadamente al teniente coronel Hugo Chávez.

La muerte de dos iluminados próceres de la socialdemocracia mundial como Willie Brandt y Olof Palme, amen de la desaparición del escenario político de grandes líderes de la socialdemocracia latinoamericana, como Rómulo Betancourt y Raúl Haya de la Torre, han dejado en la más triste orfandad política e ideológica a la socialdemocracia mundial. Convirtiendo a la Internacional Socialista, su instrumento orgánico, en un fantasma inoperante, prisionero de organizaciones políticas absolutamente ajenas al social democratismo e incluso antagónicas entre sí en su accionar político. El eclipse de grandes líderes socialistas, como François Mitterrand o Felipe González, la decadencia de los socialismos democráticos europeos y la irrupción de una nueva oleada de castrismo en América Latina, de la mano del caudillismo autocrático más ramplón, han conducido a la debacle de las izquierdas democráticas en América Latina, permitiendo la hegemonía de un socialismo autoritario plagado de incrustaciones caudillescas y nuevas formas de regresión política, como el indigenismo. Las que han venido, a su vez, a presionar sobre los socialismos democráticos, empujándolos a una solidaridad automática en desmedro del contenido democrático de sus identidades. La soledad de la socialdemocracia venezolana en el contexto mundial es una prueba fehaciente de este contra sentido. Antes que respaldarla en su lucha contra la autocracia imperante, los partidos socialistas de la región, con la notable excepción del APRA, respaldan abierta o solapadamente al teniente coronel Hugo Chávez.

El Foro de Sao Paulo ha sido no sólo el instrumento del nuevo empuje del castrismo en América Latina, sino el factor clave de la penetración del marxismo en la Internacional Socialista. ¿Qué tienen de común el sandinismo nicaragüense con Acción Democrática, el principal partido social democrático venezolano? No sólo son incompatibles en sus proyectos estratégicos: son, en el momento actual, partidos que propugnan proyectos antagónicos. Uno, privilegiando la necesidad de restablecer o consolidar la democracia en Venezuela; el otro, estrictamente interesado en respaldar un gobierno autocrático y militarista como el propio de Daniel Ortega o el que pretende empujar a la clandestinidad a Acción Democrática, el del teniente coronel Hugo Chávez. Ambos declaradamente marxistas. ¿Qué los une? Una supuesta fidelidad al socialismo. ¿Qué socialismo? La internacional Socialista bajo el secretariado del chileno Luis Ayala no parece interesada en dilucidarlo. ¿Qué los separa? La valoración de la democracia. Y a pesar de una contradicción tan flagrante, uno y otro participan de una común organización internacional, de unívoca identidad ideológica: el socialismo democrático.

El caso del socialismo democrático chileno o el del supuesto socialismo democrático brasileño es paradigmático. Salvo la acción esporádica de Ricardo Lagos, que en su momento tuviera el coraje de enfrentar al teniente coronel – antes, es cierto, por motivos personales que por razones de ideología – el socialismo chileno no sólo ha respaldado mayoritariamente a Hugo Chávez sino que le ha cerrado las puertas a sus congéneres venezolanos sometidos a una feroz persecución policial. Llegando a extremos sencillamente repudiables. Al iniciarse la persecución del régimen contra los comisarios Lázaro Forero y Henry Vivas, por razones de estricta retaliación política, solicitamos al gobierno chileno, entonces presidido por Ricardo Lagos, les fuera concedido el derecho de asilo. La respuesta fue negativa. Luego de cinco años de un juicio amañado y violatorio de las más elementes normas jurídicas, fueron condenados a 30 años de cárcel. Dada su edad, prácticamente una condena a muerte.

El caso de Lula da Silva es aún más ominoso. Privilegiando sus intereses nacionales y su fidelidad al castrismo, no sólo ha estrechado al máximo su alianza estratégica con Hugo Chávez sino que ha llegado al despropósito de considerarlo el mejor gobierno de la historia de Venezuela en sus últimos cien años. Una afirmación tan peregrina, en boca del presidente de la octava potencia del mundo, no merece mayores comentarios.

Esta contradicción entre socialismo y democracia en el seno de la socialdemocracia latinoamericana y mundial encuentra una viva expresión en los avatares del socialista chileno José Miguel Insulza. Algún día, la presidenta socialista Michelle Bachelet o el ex presidente socialista Ricardo Lagos tendrán que explicarnos por qué razón un socialista chileno como el Secretario General de la OEA debió ser llamado a terreno y ser comprometido formalmente a defender las democracias en América Latina – cosa que no hiciera durante los primeros cinco años de su mandato - por un gobierno de derecha. Es una señal manifiesta de la crisis del socialismo democrático en América Latina.

Antonio Sánchez García
sanchezgarciacaracas@gmail.com
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