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viernes, 3 de octubre de 2014

CARLOTA SALAZAR CALDERÓN, EL “MOLINO DE VIENTO” DE LA “BIPOLARIDAD”

Cada persona decide, en su imaginación, contra quien luchar, pero cuando se trata de un Jefe de Estado, la cosa no puede ser a capricho. Don Quijote, el personaje de Cervantes, enloquecido por la lectura de los libros de caballería, luchó contra unos gigantes que no eran otra cosa que molimos de viento.  
El Presidente Maduro, siguiendo el legando de Chávez - y éste influido por Fidel - ha decidido luchar contra el imperio norteamericano para acabar con su poderío, que según él, avasalla a los pueblos del mundo, con lo cual plantea un panorama geopolítico internacional que contrapone el comunismo, ahora socialismo, contra el capitalismo, es decir, parafraseando a Huntington, un choque de ideologías, que protagonizaron Rusia y Los Estados Unidos en tiempos de la guerra fría. Rusia que pretendía hegemonizar a través del comunismo y el mundo Occidental en la implantación de la democracia liberal que tiene como modo de producción el capitalismo.
Sin embargo, desde el fin de la guerra fría cuando cae el muro de Berlín (1989) y de la disolución de la Unión Soviética (1990), la humanidad entra en otra etapa, la cual denomina Huntington el “Choque de Civilizaciones”, en contraposición con la teoría de Francis Fukuyama del “Fin de la Historia y el último hombre”, - en una interpretación hegeliana de que los procesos históricos deben tener definición y que el fin está en el mundo real, en las sociedades libres, que para Fukuyama es la democracia, pese a las contradicciones con la democracia liberal, de si en ella la vida es satisfactoria, por el tema de las drogas, delincuencia, contaminación… -.  
En “Choque de Civilizaciones”, su autor plantea que la política global durante la guerra fría se convirtió en bipolar, pero que postguerra fría, se ha vuelto multipolar y multicivilizacional. Estableciendo que el mundo queda dividido en tres partes: un grupo de sociedades, en su mayor parte opulentas y democráticas, encabezadas por los Estados Unidos, que durante la guerra fría se enzarzó en la rivalidad ideológica con las sociedades, que es el otro grupo,  comunistas, más pobres, asociadas a la Unión Soviética y encabezada por ella y el tercer grupo, es el llamado tercer mundo, formado por países pobres. En medio de estos sectores van naciendo potencias emergentes en Asia: China, Japón, India, Corea del Sur, que entran en escena en medio de una diversidad étnica, musulmana, budista, cristiana… pero con un crecimiento económico, tan importante, que impide a Estados Unidos, seguir siendo el amo del mundo.
De allí, que el equilibrio de poder entre civilizaciones está cambiando. Occidente va perdiendo influencia – ya no tiene justificación EEUU para invadir naciones, como sucedió en Centroamérica, con la excusa del comunismo -, al tiempo que las civilizaciones asiáticas van aumentando su fuerza económica, militar y política, el Islam experimenta una explosión demográficas de consecuencias desestabilizadoras – entre Hamás  y el Estado Islámico -, para los mismos musulmanes y sus vecinos. Mientras que los no Occidentales van reafirmando sus propias culturas y entran en conflicto con el mundo Occidental, el causante de todos sus males. La clave está en que los líderes mundiales acepten la naturaleza de la política global, con raíces en múltiples civilizaciones y cooperen para su mantenimiento, plantea este autor. Quien no entienda esta realidad, a mí juicio, está fuera de contexto.
El Presidente Maduro está luchando contra el “molino de viento” de la “bipolaridad”, cada día entrega Venezuela a China, sin ver que este país será en un futuro el gigante, el imperio, no Occidental. Sin hacer el análisis del zeitgeist (del espíritu de estos tiempos), que es el fortalecimiento del fundamentalismo representado en el grupo radical del Estado Islámico que pretende instaurar un Califato mundial y exterminar con el resto de las civilizaciones y culturas. Ese es el real enemigo, pero como Don Quijote el Presidente Maduro no lo ve, en su obsesión antiimperialista.
Carlota Salazar Calderón
carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar

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jueves, 12 de abril de 2012

ANÍBAL ROMERO / CULPA SIN CONTRICIÓN

Las recientes apariciones públicas del Presidente de la República permiten varias interpretaciones.
En primer término, en un plano humano elemental, resulta evidente que el jefe del Estado experimenta la perplejidad y miedo que la toma de conciencia de nuestra finitud suscita en cada uno de nosotros, en algún momento de nuestras vidas. Es un miedo normal, que en el caso de una persona acostumbrada al ejercicio del poder y rodeado de adulantes, seguramente se acentúa y multiplica.
En días recientes, Su Santidad el Papa afirmó que “la soberbia es la esencia del pecado”. Esta frase de Benedicto XVI permite, en segundo lugar, aclarar otro aspecto de la crisis individual de Hugo Chávez, y apreciar con mayor nitidez sus repercusiones institucionales. Me refiero al contraste entre, de un lado, sus plegarias al cielo, sus solicitudes a Dios para que prolongue su vida y su afirmación de que “ahora es más cristiano que nunca”, y de otro lado una trayectoria política que estos pasados años se caracterizó por sus ataques implacables a la Iglesia católica, sus ofensas a Cardenales, Obispos y sacerdotes, y su reiterada prédica marxista.
Nos enfrentamos a una  contradicción elocuente, que pone de manifiesto no solamente una falta de seriedad verdaderamente patética en cualquier ser humano, pero particularmente cuestionable en el caso de un personaje con las ansias de figuración histórica, permanente y prepotente actitud de perdonavidas y propensión a humillar a los otros, que siempre ha revelado el caudillo de la disparatada “revolución bolivariana”.
Lo más asombroso de todo esto (aunque tal vez ya nada proveniente de Hugo Chávez debería sorprendernos), es la absoluta incapacidad para la autocrítica que ha exhibido en sus intervenciones, rogando a la Divina Providencia la extensión de su existencia. Después de trece años de arbitrariedades y abuso del poder, de persecuciones e injustos encarcelamientos por motivos políticos; luego de más de una década durante la cual nuestra sociedad ha sido deliberadamente sometida a un proceso de división y propagación del odio; de un tiempo que ha visto morir violentamente a decenas de miles y la emigración masiva de otros tantos, así como el desmantelamiento de la estructura institucional y productiva que Venezuela había levantado con el empeño de varias generaciones. Después de este período de oprobiosa sumisión del país al despotismo castrista y de utilización caprichosa y sin controles de los recursos públicos, el Presidente de la República, llegada la hora de hacer un balance, se muestra tercamente renuente a abrir al menos una pequeña rendija que apunte más allá de la soberbia, el delirio y la autocomplacencia, y le posibilite comprender y asumir su culpa.
Esa culpa palpita en el corazón Venezuela. Ignoro si será juzgada en esta tierra o si tocará hacerlo al Autor del universo, más allá de nuestras limitaciones. Pero si bien la culpa, en un plano ético y político, es clara e inequívoca, de alguna contrición no se vislumbra ni atisbo. Por el contrario, y en forma cuasi-mágica y frívola, con un rosario bendito colgando del cuello, Hugo Chávez pide la intervención de Cristo para que le conceda años adicionales y proseguir así su obra destructiva.
En una dimensión adicional de las cosas, pienso que la muerte, no menos que la vida, exige de nosotros un esfuerzo de dignidad. Me pregunto si los familiares del Presidente, o los oportunistas que le circundan, captan la naturaleza poco digna de lo que estamos presenciando y procuran atenuarla. O quizás también tienen miedo.
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lunes, 23 de enero de 2012

FAUSTO MASÓ: 67%


 María Corina desbarató el discurso, acabó con las sonrisitas y mostró el lado flaco de Chávez que no soporta que lo critiquen, dictó una pauta para la próxima campaña. A pesar de lo que diga, el Presidente no acepta ningún debate público, sus seguidores lloran cuando le llevan la contraria

El viernes antepasado el Presidente le sonrió al país, el lunes siguiente volvió a su política de amedrentar. En esa oscilación entre ser amable o abiertamente amenazante Chávez lleva 13 años; todavía algunos se asustan cuando saca el pecho y marcha rodeado de generales. ¿Alguien oyó completo el discurso? Este cronista lo intentó, pero no pudo.

Dice que la seguridad es problema de todos, pide a sus ministros reunirse con los presidentes de las cámaras empresariales. Lo primero le sirve para distribuir culpas, no ser el gran responsable de la matanza semanal. Con lo segundo quiere ocultar la escasez de aceite, café, azúcar... Los dólares no alcanzan, o importan tan chapuceramente los boliburgueses que quiere reanimar la producción endógena y el empleo; algo semejante, salvando las enormes distancias, a la NEP de Lenin, cuando los soviéticos permitieron un poco de capitalismo.

María Corina desbarató el discurso, acabó con las sonrisitas y mostró el lado flaco de Chávez que no soporta que lo critiquen, dictó una pauta para la próxima campaña. A pesar de lo que diga, el Presidente no acepta ningún debate público, sus seguidores lloran cuando le llevan la contraria.

Chávez nos convenció de que no se encontraba al borde de la muerte. Recientemente, una reina de belleza venezolana que parecía curada, falleció.

Con una enfermedad como el cáncer no hay pronósticos exactos, pero de que vuelan, vuelan.

Chávez utilizó textos de Jorge Olavarría y Tarre Murzi para criticar los gobiernos de la democracia, ambos describían la corrupción del pasado. Se sentía sobrado, suponía que frente a cualquier pregunta aprovecharía su inmensa ventaja de tomar todo el tiempo que quisiera para responder. Todo le salió bien hasta que todo le salió mal, por culpa de María Corina. Había dicho frases bien fuertes contra el gobernador del Zulia, nunca hubiera permitido que lo tratasen igual.

Esta semana calificó a la oposición de antipatria, ¿cómo entregarles el poder, aunque ganen las elecciones, a los enemigos de Venezuela? El viernes del discurso Chávez insistió en que reconocería su derrota electoral.

Una nueva oposición saldrá de las primarias, más de los dos tercios de los que botarán el 12 de febrero, según una encuesta de Datanálisis, pertenecen a las clases D y E, donde están los votantes de Chávez.

Lo que afecta, emociona, exalta, preocupa, al electorado ABC, lo que le quita el sueño a la plaza Altamira, no es el tema de la campaña, a pesar de que a algunos les moleste recordar con insistencia esta verdad como un templo, el futuro está en el oeste, no en el este.

Chávez ha lanzado una ofensiva para opacar las primarias, la oposición no ha roto su unidad, como lo anunciaba el Gobierno. Algo está claro: el chavismo perderá numerosas gobernaciones y alcaldías.

En unos días se comprobará la capacidad, o la incapacidad, de algunos partidos para mover a su militancia a favor de un candidato que no sea de sus filas, se verá si todavía hay maquinarias en el país y si ciertos apoyos restan más que suman en una elección presidencial.

Los precandidatos han ensayado varios temas de campaña, al votar los electores demostrarán cuál es el camino a seguir frente a Chávez, si quieren un cambio radical o progresar.

Chávez asusta a los venezolanos con una vuelta al pasado, un nuevo gobierno que le quitase a la gente las misiones, las supuestas dádivas.

Los intelectuales y los políticos se burlaban del lenguaje estrafalario de Rómulo Betancourt dirigido al pueblo, a ese 67%. Por ahí va la cosa.

Fausto.maso@gmail.com

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