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lunes, 2 de febrero de 2015

LUIS EDUARDO MARTÍNEZ HIDALGO, 23 DE ENERO

El pasado viernes 23 de Enero, oficialistas y opositores conmemoráramos por igual, el aniversario de la caída de la que confiamos haya sido la última dictadura que padeció Venezuela.
En la madrugada de ese día, en 1958, activada huelga general y en la calle masivas protestas a la par del pronunciamiento de varias unidades militares, se produce la huida del general Marcos Pérez  Jiménez.
No fue un hecho casual el que dio al traste con una década de tiranía.
El 24 de Noviembre de 1948, un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas detuvieron al Presidente legítimo de Venezuela, el Maestro Rómulo Gallegos, quien apenas 8 meses antes se había convertido en el primer Jefe de Estado electo en comicios universales, directos y secretos de nuestra historia patria, y lo aventaron al exilio, disolvieron al Congreso Nacional y al partido Acción Democrática, persiguiendo a sus líderes para encarcelarlos o desterrarlos.
Fue la ambición pura y simple la que provocó la asonada e hizo retroceder al país a estadios que se creían superados. Una Junta Militar primero, un presidente títere después y finalmente el gobierno unipersonal de Pérez Jiménez, confiscaron las libertades públicas y persiguieron con saña a quienes se le oponían. Leonardo Ruiz Pineda, asesinado a tiros en una calle de San Agustín en Caracas, Alberto Carnevalli muerto de mengua en un camastro de la penitenciaría general de San Juan de Los Morros, Antonio Pinto Salinas, masacrado por una comisión de la Seguridad Nacional cerca de Valle la Pascua, Castor Nieves Ríos, abaleado luego de horas de torturas y enterrrado en tuma anónima, el capitán Wilfrido Díaz Omaña, el Teniente León Droz Blanco, los monaguenses Domingo Turmero Barrios, Manuel y Manuelito Reyes, fueron sólo algunos de los mártires que entregaron sus vidas por el retorno de la democracia como fueron miles los perseguidos entre ellos Luis Alfaro Ucero y Moises Marcano -que lideraron la lucha clandestina en el oriente venezolano-, los prisioneros que sufrieron en los campos de concentración  de Guasina y Sacupana, ubicados en el delta del Orinoco.
La dictadura lucía sólida, a pesar de la férrea resistencia, a la cabeza de ella Acción Democrática, apoyada como estaba en un feroz y sanguinario aparato represivo, hasta que se entendió de lo necesario de unir todas las fuerzas de la sociedad en procura de reemplazar al régimen y recuperar la democracia plena.
El inicio del fin lo marcó la convocatoria a un proceso electoral amañado, bajo la modalidad de referéndum, organizado por un Consejo Supremo Electoral totalmente identificado con el oficialismo de entonces. en el cual el pueblo venezolano debía votar Si o No por otorgarle cinco años más de gobierno a Pérez Jiménez y la ratificación de los Diputados al Congreso Nacional, Asambleas Legislativas y a los Concejales de la totalidad de los Municipios. El 15 de Diciembre de 1957 pocos acudieron a las urnas con lo que los resultados, 93,64 % a favor del Sí, provocaron la indignación general
Obreros y empresarios, campesinos y citadinos, civiles y militares, hombres y mujeres de cualquier edad y condición social, bajo la conducción de la Junta Patriótica, integrada por dirigentes de todas las organizaciones políticas a la fecha, consolidaron una unidad que fue perfecta y tras semanas de frenético activar, lograron lo que parecía imposible: la caída del déspota.
Seguramente podemos sacar muchas lecciones del 23 de Enero de 1958, pero la más importante, sin duda, es entender que fue esa unidad perfecta  la que hizo realidad el logro de  lo que parecía un sueño.
Eran muchas las diferencias las que separaban a los adecos y a los comunistas de aquellos tiempos pero las pusieron de lado para unirse en procura de alcanzar el objetivo superior de una Venezuela democrática, sin perseguidos, ni perseguidores.
Eran muchos los agravios que los urredistas recordaban de los copeyanos y muy distintas sus visiones de país pero los ignoraron para unirse en pos de una nación sin presos políticos.
Era mucho lo que los obreros podían imputar a tantos empresarios que fueron complacientes por años con la dictadura pero lo olvidaron para unirse tras un país donde todos hicieran posible la prosperidad y el bienestar común.
Era mucho el recelo con que los civiles veían a los militares, en nombre de los cuales gobernó Pérez Jiménez, lo que no impidió el acercamiento para encontrarse con que los hombre de uniforme compartían idénticos deseos de cambio.
Que el 23 de Enero de 1958 no se quede en solo discursos sino que sea permanente presente entre quienes hoy demandamos una Venezuela distinta. En tal sentido, nos atrevemos a recordar el llamamiento del 13º Pleno de Comité Central del II Congreso del PCV urgiendo “la formación de un amplio frente nacional anti-continuista por la amnistía, los derechos ciudadanos y las libertades democráticas”.
Luis Eduardo Martínez:
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve

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martes, 27 de enero de 2015

CLAUDIO FERMÍN, FALSAS CELEBRACIONES DEL 23 DE ENERO

Comenzando el año 1958 la protesta contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez fue general. Los muertos, los desterrados y los presos los habían puesto Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela a lo largo de diez años. Pero el país, a fuerza de golpes y frustraciones había tomado conciencia de la gravedad del asunto. Otros partidos se sumaron a presionar y reclamar por la Democracia. Y al final, los políticos ya no estaban solos en esa lucha.
La Nación toda alzó su voz y se movilizó contra los intentos continuistas de los violadores de los Derechos Humanos. Los estudiantes fueron a la calle. Los militares se alzaron. El Colegio de Ingenieros, la Asociación de Periodistas, la Iglesia, las federaciones obreras y los empresarios, se unieron en un solo hombre para derrocar al dictador. El 23 de enero Pérez Jiménez huía, echado por un pueblo que lo repudiaba.
Quedaba así depuesto un régimen que mantuvo campos de concentración, que reprimió inclementemente al pueblo, que hizo de la tortura su marca de identidad, que asesinó dirigentes sindicales, agrarios y políticos que reclamaban democracia. Que instauró un sistema sanguinario.
Son falsos los torturadores de hoy, los encubridores y promotores de asesinos de estudiantes y de manifestantes quienes marchan por las calles celebrando el 23 de enero.
Esa jornada de 1958 fue contra verdugos como ellos.
La chispa final fue la convocatoria de un plebiscito que tuvo lugar el 15 de diciembre de 1957. Una vulgar maniobra de Pérez Jiménez para reelegirse. Eliminó de un plumazo las elecciones que debían efectuarse para esa fecha y se declaró ganador. Sobre esa trampa electoral que repetía violaciones a la Constitución, usurpación de funciones, alteración de resultados y engaños a los electores, como había ocurrido en 1952, el dictador blindaba su poder.
Son falsos también quienes hoy elogian el 23 de enero de 1958 y no son más que delincuentes electorales, tracaleros que amañan registros de electores, hacen del voto asistido un mecanismo de coerción, otorgan miles de miles de cédulas de identidad a extranjeros para disponer de un electorado cautivo, dirigido y controlado por el partido de gobierno. Es un engaño que quienes han hecho de la trampa en las elecciones su código de viveza y mantienen un sistema institucionalizado de ventajismo en el Consejo Nacional Electoral pretendan mostrarse como admiradores de una fecha cuyo origen es la protesta contra un fraude electoral.
La rosca militar depuesta no se quedó tranquila en 1958. Estaban perdiendo el poder. Se levantaron, con el general Jesús María Castro León a la cabeza, contra la Junta de Gobierno presidida por Wolfgang Larrazábal reclamando la eliminación de Acción Democrática y del Partido Comunista. Exigían instaurar la censura previa y un gobierno tutelado por las Fuerzas Armadas. En fin, querían el regreso a la dictadura.
Después, instalado el gobierno electo por el pueblo, se alzaron Castro León y Moncada Vidal en la frontera con Colombia. Ese mismo año terroristas internacionales atentaron contra la vida del presidente Betancourt. Se sublevó Edito Ramírez desde la Academia Militar en febrero de 1961 y el 25 de junio de ese año grupos militares se alzaron en Barcelona. Todos empeñados en desconocer la voluntad del pueblo.
Año luctuoso el de 1962. Causaron más de 500 muertos y 1000 heridos en los alzamientos dirigidos por Molina Villegas, Vegas Castejón y Fleming Mendoza en Carúpano y por Ponte Rodríguez, Medina Silva y Víctor Hugo Morales en Puerto Cabello. Insistían en otro modelo de dictadura militar, reconstruir el oscuro mundo de privilegios a su favor, asociados con intereses extranjeros.
Es de farsantes que los personajes más conspicuos del militarismo que desgobierna a Venezuela desde hace dieciséis años estén al frente de los actos de celebración del 23 de enero. Ese fue un movimiento que construyó un gran frente democrático para impedir el regreso del militarismo, de gente como ellos.
El espíritu unitario que sirvió para derrocar la dictadura fue el hilo que cosió las costuras de partidos políticos antes enfrentados y los unió en defensa de la Democracia. Betancourt logró algo inédito: los perdedores gobernarían junto al ganador de las elecciones de 1958 y los demócratas se unirían para recuperar el país. Eso fue el Pacto de Puntofijo: un compromiso colectivo por hacer respetar los resultados electorales, por gobernar conjuntamente alrededor de un programa previamente acordado.
Empresarios y trabajadores fueron llamados por el gobierno para integrar directivas de empresas del Estado y de institutos públicos. Se dio inicio a la cultura de la tripartita. Fue un gobierno de inclusión.
También por eso es una grosera simulación que el militarismo de hoy, sectario y arbitrario, excluyente y promotor del odio entre trabajadores y empresarios, ande pavoneándose por las calles celebrando el 23 de enero, cuando esa jornada de 1958 fue una de amplitud, de cooperación y de fraternidad, no de discriminación y de exclusión como “la lista de Tascón”, los cierres de empresas, las invasiones y expropiaciones selectivas, la promoción del odio social y del partido único en desmedro del legítimo derecho a la participación política de todos los venezolanos.
El 23 de enero de 1958 fue una jornada de la democracia contra el militarismo. Fue el triunfo de la amplitud de los partidos políticos, en transparente muestra de civilismo, contra el espíritu sectario de quienes hacían de dueños del poder. Fue un momento de ejemplar convivencia y solidaridad entre empresarios y obreros para acordarse en estrategias y acciones de crecimiento de la economía. Fue el inicio del consenso como método en la toma de decisiones públicas.
El 23 de enero estuvo sustentado en premisas filosóficas y éticas diametralmente opuestas a las que han servido de fundamento a los gobiernos de Chávez y Maduro. Por más que intenten falsificar la historia y hacer política a punta de propaganda y lavado de cerebros, lucen como intrusos en una celebración que siempre será una bandera contra el militarismo, la corrupción, la violación de los derechos humanos y el espíritu sectario en la política.

Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin       

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lunes, 26 de enero de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., SENDAS DE DEMOCRACIA

El 23 de Enero es uno de los momentos históricos que siempre dará variables para analizar y que puede ser estudiado desde diversas perspectivas. La gesta heroica que obligó a que una dictadura cruel y represiva abandonara el gobierno sigue recordándose, lamentablemente no con la efervescencia debida, 57 años después de ocurrida.

Sobre el 23 de Enero de 1958 irrumpe la unidad, no solo para enfrentar democráticamente a la dictadura, sino para trazar las líneas de la nueva Venezuela que debía imperar, en la que se alcanzara una satisfacción plena de las necesidades del individuo en un escenario puramente democrático y bajo el amparo de un marco general de convivencia y respeto.

No pudo la siembra del miedo, la macabra política de delación, la persecución al disenso y la militarización de la sociedad frenar los ímpetus de grandeza de una sociedad que se cansó de la imposición y el atropello. Ni el silencio de la prensa, a través del rojo de los lápices de la censura, pudo evitar que la ciudadanía se enterara que detrás del supuesto orden nacional imperaba un régimen corrupto y derrochador.

Tampoco  lograron las cárceles, los rines y las panelas de hielo de la lúgubre Seguridad Nacional silenciar un grito que pedía libertad y que se negaba a aceptar que los logros económicos, no tan marcados como algunos señalan, justificaban el tormento a quienes osaban criticar el régimen o simplemente discrepaban de algún funcionario.

Izar las banderas del 23 de Enero es rendir tributo a los que dieron su vida combatiendo una oprobiosa dictadura militar y es homenajear  a una dirigencia política que gallar damente, y dando ejemplo de compromiso y madurez, entendió que la única manera de salir del régimen era trabajando mancomunadamente con objetivos claros y luego, una vez superadas las tinieblas del perezjimenismo, trazar un gran acuerdo unitario que sentara las bases de una gran Venezuela.

Luis D. Alvarez V
luisdalvarezva@hotmail.com
@luisdalvarezva

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domingo, 25 de enero de 2015

CLAUDIO FERMÍN, 23 DE ENERO, CONSENSO ENTRE DEMÓCRATAS

CLAUDIO FERMÍN
A fines de 1957, Pérez Jiménez anuncia ante el Congreso la realización de un plebiscito. No habría elecciones. Vulgar maniobra para reelegirse. Abuso que se sumaba a recurrentes violaciones a la Constitución y a una década de terror, de asesinatos desde el gobierno y de violaciones de los derechos humanos

A fines de 1957, Pérez Jiménez anuncia ante el Congreso la realización de un plebiscito. No habría elecciones. Vulgar maniobra para reelegirse. Abuso que se sumaba a recurrentes violaciones a la Constitución y a una década de terror, de asesinatos desde el gobierno y de violaciones de los derechos humanos.

El plebiscito se realiza el 15 de diciembre. Pérez Jiménez se declara ganador. Ese fue el detonante para que un país cansado de la sanguinaria dictadura militar protestara desde los más variados frentes.

La Junta Patriótica, constituida en junio por la Unión Republicana Democrática y por el Partido Comunista de Venezuela, se ampliaría en agosto con la participación de Acción Democrática y de Copei. Llaman a las Fuerzas Armadas a manifestarse. La Fuerza Aérea se alza en Maracay el 1° de enero de 1958.

Los estudiantes protestan seis días después. También manifiestan el Colegio de Ingenieros, la Asociación de Periodistas, las federaciones obreras y los empresarios. El 21 de enero se produce la huelga de la prensa y estalla la huelga general. El 22 se sublevan oficiales en la Escuela Militar y el 23 de enero huye el dictador.

La Junta de Gobierno que lo sucede convoca elecciones, libera los presos políticos y los exiliados, luchadores de décadas que habían enfrentado cárceles, persecuciones y destierros, regresan al país.
Políticos de experiencia se ponen de acuerdo y el 31 de octubre de 1958 Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática suscriben el Pacto de Punto Fijo. Se comprometen a respetar el resultado electoral, a gobernar juntos y suscriben un programa mínimo.

Gana Betancourt las elecciones y Venezuela cambia. Algo sin antecedentes: Acción Democrática integra gobierno con los perdedores URD y Copei. El canibalismo es sustituido por la cohabitación política para defender la democracia.

Enfrentan alzamientos militares y guerrillas financiadas y tuteladas desde Cuba. Incorporan a trabajadores, empresarios y a la Iglesia en venezolanista frente.

Le entregan al país una nueva Constitución impulsada y suscrita por todos los factores políticos, no por la trasnochada imposición de autócrata alguno. El consenso se convierte en herramienta de gobierno en una sociedad que desconocía ese método de conducción.

Por todo eso, el 23 de enero es una fecha histórica trascendente, que no admite falsificaciones.

Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin

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viernes, 23 de enero de 2015

GOLFREDO DAVILA, RECONCILIACION NACIONAL, EL NUEVO PACTO

El 23 de enero de 1958 comienza a ejecutarse el pacto de punto fijo, este 23 de enero de 2015 se pondrá a prueba nuestra maduración política, para construir un nuevo pacto entre los venezolanos, cuyo primer paso es la reconciliación. Al juzgar por el verbo y la conducta de los jerarcas del poder, tendrá que ser un proceso librado fundamentalmente en el seno del pueblo.

Si en aquel momento hubo necesidad de un pacto político fundamentado en la construcción de un modelo de democracia representativa, que devino en el llamado bipartidismo de AD y COPEI y que en el transcurrir del tiempo se deterioró y se agotó, hoy, como consecuencia del fracaso estruendoso del régimen actual, es tarea de primer orden para la sociedad democrática, reconciliar a la familia venezolana e iniciar un nuevo pacto social y político de largo aliento, que vaya más lejos de un reacomodo partidista y que se desmarque de la polarización. Se trata en principio de un gran acuerdo que incluya a los trabajadores, los profesionales, el movimiento estudiantil, los intelectuales, la sociedad civil organizada, las ONGs, los empresarios, los productores del campo y la ciudad, la base social chavista, las organizaciones comunitarias en todas sus expresiones, las iglesias y los partidos políticos. Estas son las fuerzas motrices para llevar acabo la unidad nacional. Es básico entender lo señalado, estaríamos fritos si la dirigencia política sigue actuando a la vieja usanza.

No puede verse la reconciliación con prejuicios, los que piensan que con ella se eludiría la justicia contra los corruptos, contra los que han hundido al país, o contra el crimen y la violencia no han entendido su propósito, todos sabemos que los crímenes y los actos de corrupción no prescriben. Cuando se llama a reconciliar la familia venezolana, es porque sin darnos cuenta, caímos en la trampa de la división y la polarización, con las que sólo se beneficiaron las hegemonías, esta obra politiquera fue inducida por los corruptos para atornillarse en el poder, además muy en el fondo de nuestras conciencias tenemos que admitir que no hubo ni hay razones para estar confrontados y que nunca hubo un fundamento para el odio entre sectores del pueblo que siempre han padecido las mismas calamidades.

El llamado a la reconciliación tiene su base en aquel principio de la democracia, que es el respeto por el otro, la aceptación y reconocimiento del otro en su dignidad y en la diferencia, esta es la premisa para entendernos en cualquier proceso. Como quiera que viene una transición y para que esta tenga éxito, el liderazgo del país tiene que actuar con prudencia, con sagacidad para poder aislar los extremos de un lado y otro, que en el corto plazo no estarían en capacidad de asumir un cambio con moderación. Se dice esto por cuanto, sectores minoritarios del campo opositor interiorizaron tanto la violencia que asumen conductas similares a las de los representantes del régimen. No nos extrañe que el G2 cubano infiltre esos grupos para azuzar acciones que terminen por favorecer al poder. Están fuera del poder y descalifican e insultan a todo aquel que piense distinto a ellos, o a quienes tengan el menor rasgo de cordura y paciencia; le dicen traidor a todo aquel que llama a la protesta pacífica y democrática, ¿cómo actuarían con cierto poder?

EL pacto para este 23 de enero tiene su base en el respeto y en el propósito de conversar, en la aceptación de nuestras diferencias, en hacer hincapié en las coincidencias para llegar a acuerdos y en convencernos que todos somos necesarios para sacar este país del caos.

Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila

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miércoles, 21 de enero de 2015

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, EL GOBIERNO PROVISORIO DE 1958

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ
Luego del derrocamiento de la dictadura militar el 23 de enero de 1958 se conformó en el país un Gobierno Provisorio al cual la historia debe reconocer su alto sentido democrático y la forma ejemplar como alcanzó sus objetivos nacionales. Se hizo indispensable en atención a los intereses del país la existencia de un gobierno serio, responsable, legalista, integrador, con significativa autoridad moral y política.

Entre sus importantes logros se encuentran la elaboración y promulgación de la Ley Electoral; la instrucción de conductas acordes con los valores democráticos; la promoción del diálogo y la unidad nacional; la adopción de medidas contra el peculado; el otorgamiento de garantías de equilibrio político, imparcialidad, civilidad, compromiso con el Estado de Derecho;  la defensa de la moralidad pública y el reconocimiento de las libertades ciudadanas.
Entre sus prioridades, tal y como lo expresó el doctor Numa Quevedo, meritorio Ministro de Relaciones Interiores, se hizo preciso: “el aseguramiento de los bienes adquiridos por el ex Presidente depuesto, y para detener preventivamente a aquellos funcionarios que la opinión pública señala como presuntos culpables de delitos cometidos contra la integridad y la dignidad humanas”; igualmente adoptar medidas que permitieron restablecer: “la confianza nacional en la probidad administrativa del Gobierno”; conjurar de manera efectiva: “la herencia recibida, que se apoya en un trípode que suma adulación, represión y corrupción”; la exigencia a los gobernadores y demás autoridades de una: “ escrupulosa imparcialidad entre las distintas corrientes de opinión”, basada en un: “comportamiento equilibrado” para: “darle al debate el cauce clarísimo que impone la democracia”.
La orientación política del Gobierno Provisorio de 1958 estuvo a la altura de las exigencias nacionales el cual supo escribir para bien de Venezuela una página honrosa de virtud republicana.

Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599

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domingo, 26 de enero de 2014

MILOS ALCALAY, 23 DE ENERO DÍA MUNDIAL DE LA LIBERTAD, BRÚJULA DIPLOMÁTICA

Más de 100 delegados de 60 países se dieron cita el 23 de Enero en Taipei, capital de Taiwan para conmemorar los 60 años del Día Mundial de la Libertad, institución fundada por Corea del Sur, Filipinas y Taiwan, quienes invitaron a Japón, Vietnam, Tailandia, Hong Kong, Macao y movimientos democráticos de Asia, con el fin de enfrentar la expansión del Comunismo y denunciar las tensiones de la Guerra Fría y para defender la causa de la libertad, la democracia y la paz en el mundo.
En la década de los 90, bajo los auspicios del Ex Presidente José Figueres de Costa Rica y seis Vice Presidentes de la región, se incorporo América Latina a la Liga Mundial para la Libertad y la Democracia (WLFD) en la ciudad de San José, a la que se sumaron -además de los países asiáticos-  nuevos países miembros de  África, Europa, Australia y Nueva Zelandia para reafirmar su fe en la democracia y para luchar contra el totalitarismo y el autoritarismo en el mundo.
A raíz del nuevo Milenio, la WLFD bajo la Presidencia de Yao Eng-chi, concentro sus actividades en reforzar el respeto y la defensa de los derechos humanos, poniendo un claro acento en combatir al terrorismo, la agresión, el imperialismo, el totalitarismo y toda forma de autoritarismo.
Con el fin de fortalecer la presencia latinoamericana, en la celebración del 23 de Enero se incorporaron dos nuevos miembros de nuestra región en la Directiva: el Diputado  Felipe Salaberry Soto de Chile, y el Consejero del Poder Judicial Federal de México, Cesar Jauregui.
En representación de América Latina tuve el agrado de ser el orador de orden en la Plenaria del Evento en cuya presentación  resalté que la fecha del Día Mundial de la Libertad y la Democracia, tiene una significación especial para Venezuela, ya que ese dia representa una epopeya en la que la unión de los partidos democráticos, la sociedad civil, los trabajadores, los empresarios, los medios de comunicación y los militares institucionales, en 1958 lograron derrocar al régimen militar represivo y violador de los derechos humanos de Marcos Pérez Jiménez. Pude resaltar los efectos benéficos del pluralismo que permitió llevarle a la población Venezolana progreso, justicia social y vigencia de los derechos humanos, para surgir como modelo opuesto a los regímenes militares de derecha como los de Trujillo, Stroessner, Somoza y tantos otros dictadores de Centro y Sur América, y en oposición al modelo totalitario comunista exportado por Fidel Castro desde Cuba.
La democratización del Continente tomó como ejemplo al modelo venezolano, que además se constituyó en tierra de asilo para los perseguidos de América Latina, logrando que al constituirse la democracia en sus países,  se consolidara el Sistemas Interamericano de Derechos Humanos,  la Carta Interamericana Democrática, el Desarrollo y la Integración.
Lamentablemente hoy Venezuela sigue siendo un modelo, pero esta vez en el sentido contrario: se trata de exportar el “socialismo del Siglo XXI”  arremetiendo contra las libertades, instaurando a través del ALBA a regímenes que se disfrazan de “democracias” pero vulneran la democracia.
El Día Mundial de la Libertad se volverá a celebrar el próximo 23 de Enero del 2015 en la República Federal Alemana, fecha en la que esperamos llevar la voz de un hemisferio que ama la Libertad.
@milosalcalay

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viernes, 24 de enero de 2014

DOUGLAS JÁTEM VILLA, EL 23 DE ENERO MÁS EXIGENTE

La de 2014 es la fecha más exigente hasta hoy para celebrar el día de la democracia en Venezuela por cuanto, luego de tantos años continuos de deterioro general, los venezolanos nunca hemos vivido tan carentes de ese derecho esencial, y más aún, nunca han sido tan numerosos los venezolanos que aprecian negativamente el futuro de nuestra sociedad.
Se sabe que la caída de Pérez Jiménez el 23 de enero, dio paso a la elección de Rómulo Betancourt por el voto popular, y a partir de entonces, a 40 años de elecciones con resultados respetados y que desalentaron golpes militares, a poderes públicos con aceptable independencia, especialmente el Congreso de la República,  y en términos generales, a realizaciones positivas y frustraciones ciudadanas, todo lo cual hizo de la Venezuela de enero de 1999 una mejor sociedad que la de enero de 1958, aunque inferior a la situación estelar que registró en algún momento intermedio de esos 40 años, la cual hizo de nuestro país un caso admirable de democracia y progreso en América Latina.
Lamentablemente, la democracia nacida en 1958 no llegó a consolidarse y el sistema partidista se deterioró gravemente, hasta el punto de dar paso a un intento de acabarlo y sustituirlo con un modelo comunistoide totalmente reñido con la idiosincrasia venezolana, y a que hoy se registren condiciones de vida muy inferiores a las de 1999, y obviamente a las de los años 1970´s, tal como lo demuestran claramente, entre otras, las inhumanas realidades de cifras de asesinados, de colas vergonzosas por la escasez derivadas del avanzado grado de destrucción de la economía nacional, de carencia de servicios indispensables, y tantas otras calamidades, incluyendo la clara y desmedida intervención extranjera, especialmente cubana, en nuestros asuntos. Contrariamente, alguien dirá, apoyándose en las cifras que produce el CNE, que una mitad de los venezolanos está satisfecha con la situación actual, pero tomando en cuenta los votos que por las varias circunstancias conocidas, pero no corregidas, no responden a una elección consciente y libre, se puede decir sólo una minoría integrada por usufructuantes del poder, por partidarios ideológicos del régimen y por antagonistas de la democracia sectarios y radicalizados, aprueba la experiencia venezolana de los últimos quince años.
Pero lo más importante no es esta comparación de respaldos, sino el pesimismo o la falta de optimismo que se está haciendo una característica nuestra, por cuanto de ello depende nuestro comportamiento como ciudadanos venezolanos.
Se reconoce que nuestra condición de vida es dramáticamente mala, y por otro lado que es muy difícil abatir la causa principal de esta tragedia, la cual es el comportamiento del régimen, el cual luce en control fuerte del país y en capacidad de enfrentar victoriosamente al sector democrático.
Todavía más, se tiene que reconocer la durísima tarea y el largo tiempo que significa para nuestra sociedad, tan deteriorada y vulnerada en su tejido social, recuperar el país una vez desplazado el actual régimen.
Pero nuestro problema tiene solución, nuestra enfermedad tiene cura, algo que es complejo, pero no imposible, sobre todo por la mitad de venezolanos que todavía se mantiene en la lucha sin dejarse derrotar por el pesimismo y que es fuente de optimismo, mitad que se tiene que incrementar confrontando la gestión destructiva del gobierno y construyendo una opción liberadora, verdadera y totalmente unitaria, democrática más allá del ámbito exclusivo de los partidos, los cuales deben abrirse a la conciencia libre de los militantes, para captar a esos venezolanos que deben votar en forma consciente y libre, y en definitiva para tener la fuerza y la capacidad de vencer al gobierno.
Es difícil ser optimista, pero es mejor que ser pesimista, y además se vive mejor y con más paciencia y perseverancia siendo optimista.
Douglas Jatem
djatem@gmail.com

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lunes, 11 de febrero de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PIDO LA PALABRA, PAÍS DE ABSURDOS, VENTANA DE PAPEL


La política criolla está afianzada en la trampa y en la compra-venta de consciencias cuyo único propósito es minimizar cualquier posibilidad de vitalidad que pueda sostenerse sobre la muralla de la democracia.
PAÍS DE ABSURDOS
Los avatares de la política estremecen inexorablemente las realidades de forma pasmosa. No hay manera de evitarlo. Sobre todo, cuando la política se confunde con el totalitarismo como razón de la inopia que caracteriza sus ideas y su praxis. Por desgracia, Venezuela se convirtió en la mejor representación de tan contrariado libreto. Tras cualquier acción de los actuales gobernantes, puede encontrarse una importante cuota de animosidad de perverso efecto por el cual se busca causar el peor de los males que en política puede darse. Es decir, el exterminio moral, la aniquilación social y la ruina económica del adversario. Sólo por el exiguo hecho que significa pensar en contrario a la pauta del esquema de poder dominante.
En política, no siempre es posible demostrar que “querer hacer, es querer poder”.  Son incontables las tramoyas con las que cualquiera puede toparse a la vera del camino. Particularmente, quienes reconocen, como lo esgrimió William Shakespeare, que “la política está por encima de la conciencia” un tanto para explicar que el ejercicio de la política requiere honestidad, tolerancia, respeto y dignidad.
Hoy, Venezuela es la más increíble expresión de anomia. Políticamente, el país  se redujo a un nivel que avergüenza reconocerlo luego de haber alcanzado sitiales internacionales de referencia democrática. La anomia o mejor dicho, la incapacidad que padece la estructura política de proveer lo necesario para lograr las metas preestablecidas a instancia de una sociedad que clama calidad de vida en lo social y económico, causó el desvío de las normas sociales lo que ha devenido en un país ausente de gobernabilidad. Fundamentalmente, por lo que ha significado no poder superar los embates de la actual situación política a la que se han sumado condiciones de franca ilegitimidad a partir de las cuales el régimen se ha valido para hacer de las suyas. O sea, para descargar sobre el país un pesado fardo de problemas cuyas consecuencias parecieran haber fracturado el Estado democrático y social de Derecho y de Justicia sobre el cual se irradian valores de vida, de moralidad y de libertad.
El país se ha establecido sobre bases de odio y rencor, los dos únicos componentes cuyos agregados están asociados con una política arraigada en la persecución, la mentira, la usurpación y el arrebato de derechos y propiedades. Pero al mismo tiempo esta política está afianzada en la trampa y en la compra-venta de consciencias cuyo único propósito es minimizar cualquier posibilidad de vitalidad que pueda sostenerse sobre la muralla de la democracia.
Precisamente, en medio de tan indignos eventos que contradicen el apostolado de precursores y libertadores, cuyo pensamiento es izado como justificativo para refrendar el populismo vigente, lo que se tiene ya no es un país asentado en propuestas de justicia y libertad. Extrañamente, hoy es un país de absurdos.
                           VENTANA DE PAPEL
CICLISTAS TOMARON EL CÓNDOR (POR EL PICO)
La perseverancia de quien hace más de veinte años llegó a tierras venezolanas proveniente del Reino de Bélgica, tomó forma y brindó calor a través de uno de los deportes más exigentes: el ciclismo. Pascal Mullebrouck, mejor conocido como “Belgabike” tiene en su laborioso haber la organización de aventuras de cicloturismo cuyo objetivo es la recreación mediante la práctica deportiva del ciclismo.
Esta forma de ocupar el tiempo a través de la bicicleta, despierta no sólo el entusiasmo por disfrutar del paisaje y de la naturaleza. También, el compromiso ante la vida toda vez que constituye uno de los medios más efectivos para reflexionar en la medida que el ciclista es capaz de analizarse de cara a los retos que deben enfrentarse día a día.
Comprender esta filosofía de vida, permitió al Belga instituir estos ciclo-paseos a manera de animar todo un colectivo de deportistas dispuesto a compartir conversaciones y objetivos que se tradujeran en motivos de encuentro. Esta ha sido la razón para que por quinta vez, la carretera Trasandina entre Mérida y el Pico El Águila (Collado del Cóndor), fuera tomada por más de quinientos ciclistas en nombre de un proyecto de vida y un ideal de reciedumbre. Trepar casi dos kilómetros y medio en bicicleta, representó un importante esfuerzo que evidenció tenacidad, coraje y vitalidad. Este nuevo reto al Collado del Cóndor, dejó ver cómo los ciclistas tomaron el Cóndor (por el pico).
SIN SOL, NO SON FERIAS DEL SOL
El sol pareciera comprender otras necesidades, antes que las que endosan su nombre con el único propósito de animar un ensordecedor jolgorio que para nada se corresponde con el clima político que sofoca a Mérida y al país. Mientras nativos y foráneos, con holgura económica suficiente, ingresan a espectáculos de exigente factura para divertirse al máximo, el país político se cae a pedazos. Al mismo tiempo, la economía nacional tiende a derruirse cuando otros países dan muestra de ventajas que apenas hoy día han alcanzado sobreponiéndose a las condiciones que Venezuela detenta como secuela del atropello del cual es injustificada víctima.
Aunque esta consideración no coincida con la lógica propia del esquema mental de quien pueda actuar con indolencia ante la situación de crisis que indiscutiblemente padece el país, hay razones para cuestionar no tanto la realización de eventos populares que exalten el carnaval como esparcimiento, como los excesos que se dan alrededor de ciertos festejos que lucen desmesurados en términos de su costo. Alguien habría dicho que todo es “miche y circo”. Más aún, el sol pareció haberse condolido de esta situación pues ha estado, en buena parte, ausente. Y es que sin sol, no son ferias del sol.
4 FEBRERO NO ES 23 ENERO
La comparación entre el 4 Febrero de 1992 y el 23 Enero 1959, es casi írrito. O sea, sin la fuerza necesaria para que devenga en una paridad salvo por lo que constituyó un evento de corte político. Pero ni sus razones ni sus hechos son semejantes puesto que no sólo se circunscriben a tiempos distintos, sino que además derivan en respuesta diferentes.
De entrada, la violencia es un indicador que el 4–F determinó el nivel sangriento de los acontecimientos lo cual difiere de los resultados que marcaron el 23-E. Por otro lado, este día tuvo como marco el júbilo que caracterizó un amanecer sin la figura del dictador militar. Mientras que el 4–F representó un día de desdicha, de la desesperación propia de un combate que derivó en la injusta muerte de algunos cientos de venezolanos que rindieron su vida a una causa desconocida aunque cruelmente ordenada.
Cualquier posibilidad de comparar ambas fechas, puede conducir o a un empalagamiento de sandeces con la única intención de adular el militarismo propio de regímenes presuntuosos y desatinados como el venezolano, toda vez que sigue la orientación de un obtuso socialismo, o a un equívoco de onerosas implicaciones que simplemente se convertiría en un documento más en el anaquel de una hemeroteca. Debe admitirse que “gimnasia no es magnesia”. Estos quiere decir que el 4 de Febrero no es 23 de Enero.
antoniomonagas@gmail.com

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miércoles, 23 de enero de 2013

VLADIMIR VILLEGAS, 23 DE ENERO, EXCLUSIÓN Y SECTARISMO

Los posibles sucesores de Chávez, si es que éste no puede reasumir las riendas del gobierno, no miden las consecuencias de creer que los demás no hacen falta, que la constitución y las leyes están supeditadas a los que mandan y no al revés. Que el espíritu del 23 de Enero se apiade de ellos y los haga entrar en razón, antes de que sea tarde
El 23 de enero de 1958 significó para Venezuela el fin de una dictadura corrupta y criminal, como suelen serlo todas o casi todas las dictaduras, y la huída del sátrapa Marcos Pérez Jiménez apenas fue la señal para que todos los movimientos conspirativos que caracterizaron los últimos días de ese oprobioso régimen derivaran en una inmensa marea popular de júbilo, por el paso que se estaba dando hacia la libertad y la democracia.
El espíritu del 23 de Enero fue de unidad, de reconocimiento entre todos los factores civiles, militares, partidistas, sociales, estudiantiles y laborales que hicieron posible esa victoria.
La unidad surgió como la consigna sagrada, como el mandato colectivo que serviría de fórmula mágica para impedir el retorno del dictador y su camarilla militar cívica que le sustentó durante un período en el cual la tortura, el destierro, y las más diversas violaciones a los derechos humanos, entre ellos el de la libertad de expresión, se hicieron cotidianos.
Ese espíritu unitario, de inclusión, de integración, duró poco. Con la derrota electoral de Wolfgang Larrazábal ante Rómulo Betancourt se inició un nuevo ciclo histórico en nombre de la unidad nacional, pero con la expresa exclusión de sectores que fueron determinantes en la resistencia contra la dictadura, entre ellos el Partido Comunista de Venezuela, organización que, junto a la aguerrida militancia de Acción Democrática, puso la mayor cantidad de muertos, torturados, confinados y presos.
Ese sectarismo, aderezado además por los errores infantiles de la izquierda, PCV, MIR y sus derivados, llevó al país a la violencia, y los primeros lustros de la democracia dejaron lamentables saldos de muerte, torturas, represión y otras violaciones a derechos humanos, más allá de los logros en materia social que no pueden desconocerse, aunque luego se desvanecieron bajo el fuego lento de la corrupción y de políticas económicas desastrosas.
Así llegamos a los tiempos del chavismo. Ha habido logros en lo social, los sectores populares se sienten reconocidos. Los excluidos de siempre encontraron un interlocutor con el cual se han conectado, y eso no puede desconocerse.
Pero también la exclusión y el sectarismo han tenido protagonismo en todos estos años, por más que ahora se pretenda reivindicar el espíritu del 23 de Enero de 1958. Y no hay mejor manera de traicionar ese espíritu de unidad que gobernar bajo el signo de la prepotencia, de la confrontación permanente y de pregonar la idea de que aquél que no se pliegue a los designios del mesías y de sus apóstoles rojos rojitos es enemigo de la patria, agente del imperio o simplemente un desecho humano. Ni siquiera en un momento como este, caracterizado por la lamentable circunstancia de salud por la cual atraviesa el Presidente, se ha ablandado la coraza sectaria que sirve de uniforme al PSUV.
Ayer la unidad se impuso para salir de una dictadura, porque se llegó al convencimiento de que sin ese paso era imposible conquistar el triunfo.
Hoy no encontramos salidas ciertas a la violencia, a la muerte prematura de decenas de jóvenes y trabajadores a manos del hampa; a la inflación, a un modelo económico que ha profundizado la dependencia de la renta petrolera. El llamado a diálogo que se hizo en tiempos de campaña electoral se volvió sal y agua. Los posibles sucesores de Chávez, si es que éste no puede reasumir las riendas del gobierno, no miden las consecuencias de creer que los demás no hacen falta, que la constitución y las leyes están supeditadas a los que mandan y no al revés.
Que el espíritu del 23 de Enero se apiade de ellos y los haga entrar en razón, antes de que sea tarde.
vvillegas45@gmail.com

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JOSE PONS, IRONÍAS DEL 23 DE ENERO.

Las angustias del sector oficialista por ver la salida del pueblo en esta fecha conmemorativa de la democracia venezolana, no los deja comprender nada de estos esfuerzos que logró en la historia de la Patria, la salida del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Cuyos protagonistas fueron muchos de los venezolanos forjadores de las libertades en épocas de dictadura.
Las torpezas son tan grandes, que cuando levantan tal bullicio y logran invertir grandes cantidades de dinero, por cierto del peculio nacional; no entienden que como venezolanos si se logran sumar al orgullo de la lucha nacional por la salida del tirano;  pero a saber, que esta lucha forjó los condicionantes posteriores de la Venezuela de hoy: PAN, TIERRA Y TRABAJO, como  “UNA VENEZUELA LIBRE Y DE LOS VENEZOLANOS” sellan tal fecha como gloriosa de nuestro calendario histórico.
Que errores se cometen en esta turbia revolución militarista y menos que cualquier cosa, bolivariana. Cuando salen a la calle a celebrar una fecha de la Venezuela contemporánea, no comprenden que afirman con sus acciones, todas las luchas que representaron tales esfuerzos de los verdaderos líderes venezolanos, pensadores, poetas, intelectuales, militares y un pueblo cuyo fin, fue liberar a la Patria de todo aquello que pudiese interferir en su soberanía, como sus libertades.
El 23 de Enero`58 es una fecha simbólica de Venezuela y sus Partidos Políticos, de Acción Democrática, URD, Copei, un gran sector militar y una Junta Patriótica que se sumó para lograr consolidar en Venezuela, la Democracia y la República. No es un cuatro de febrero inspirado en la traición a la Patria y su Constitución; el oprobio que vivimos de esa fecha como es la entrega de la soberanía de nuestra Nación, a un país tercermundista y arrodillado a una vil dictadura militar. 
Venezuela en esta bandera del 23 de Enero, muestra de lo que somos hecho los venezolanos. Nuestra valentía, orgullo y fortalezas que en nada se parecen a esta suerte de salteadores apátridas que buscan entregar la Patria y encadenar las libertades. Donde la República del porvenir petrolero, de la amplia base, como del progreso, que eran las trompetas de las políticas que articulaban la dinámica institucional. Hoy, son las tristes notas de la  dependencia, la pobreza, el entreguismo y la crisis socioeconómica, que no son más que las muestras de la ignominia revolucionaria.
Salgan si, la gran caravana del oficialismo es para los demócratas la esperanza y el orgullo del bien logrado. Celebren el 23 de Enero que apenas hace dos años satanizaban, profundicen en sus raíces y como verán y entenderán que fue un acto histórico de libertad real, no una suerte de asonada militar fracasada por los reales protagonistas de la Patria,  un ejército con visión democrática leales a la Constitución, de ayer y de hoy.
joseponschene@hotmail.com

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ANALÍTICA PREMIUM, 23 DE ENERO, EL ESPÍRITU ACORRALADO, EDITORIAL

ANALÍTICA PREMIUM

EDITORIAL
23 DE ENERO
EL ESPÍRITU ACORRALADO

Ese espíritu sigue en el fondo del alma venezolana, actualmente acorralado por indiferencia, corrupción, facilismo, complicidad y aburguesamiento. No ha muerto, ni el chavismo ha sido su sustituto  porque ni lo entiende ni lo desea, pues el chavismo excluye y el espíritu del 23 de enero es esencialmente incluyente
El 23 de enero de 1958 concluyó militarmente un proceso que se formó y creció por el desgaste y errores  del equipo civil que conducía al mismo tiempo la estrategia política y la feroz represión de la dictadura del general Pérez Jiménez, y por el progresivo crecimiento de la resistencia civil clandestina encabezada por dirigentes de Acción Democrática y el Partido Comunista, principalmente, y miembros de Copei y otros sectores.
Fueron los militares, señores de las armas, quienes dejaron al régimen sin poder; fueron los medios de comunicación y las organizaciones partidistas los que fortalecieron la matriz de opinión y de convicción popular del nunca más una tiranía militar y el avance indetenible hacia la democracia. 1958 fue un año nervioso, de eventos diarios, de intensos contrastes políticos, de varios intentos militares de adueñarse del poder. Pero durante todo ese año fue formándose también lo que vino a llamarse "espíritu del 23 de enero", que fue la real amalgama de la Venezuela nueva, que nació formalmente aquella madrugada de la fuga de Pérez Jiménez.
Espíritu que fue la voluntad de unión de todos con un objetivo común: establecer la democracia. Con ese espíritu como bandera de las mayorías, partidos, empresarios, ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos y militares construyeron la democracia venezolana que sobrevivió los intentos castrista y comunista por un lado, y de militares trasnochados por el otro, de adueñarse del país, y se convirtió en el motor de desarrollo social, económico y cultural más formidable y eficiente de la historia nacional.
No fue el espíritu del 23 de enero el que se desgastó, fueron dirigentes y voceros con ambiciones necias los que perdieron fuelle y brújula hasta terminaron que perdieron el país y el pueblo que confiaban en ellos. Ese espíritu sigue en el fondo del alma venezolana, actualmente acorralado por indiferencia, corrupción, facilismo, complicidad y aburguesamiento. No ha muerto, ni el chavismo ha sido su sustituto  porque ni lo entiende ni lo desea, pues el chavismo excluye y el espíritu del 23 de enero es esencialmente incluyente. Sigue allí, acorralado pero vivo, esperando que estudiantes como los de 1928 y políticos y dirigentes obreros, profesionales y empresariales como los de 1958, lo rescaten.
Envíe sus comentarios a editor@analitica.com
informes.premium@analitica.com

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NELSON ACOSTA ESPINOZA, RECICLAR EL ESPÍRITU DEL 23 DE ENERO, OBSERVATORIO VENEZOLANO DE LAS AUTONOMÍAS,

El 23 de enero del año 1958 es una fecha emblemática. Se celebra no tan solo la caída de una dictadura de diez años, sino, igualmente, el inicio de un proyecto político. El Pacto de Punto fijo proporcionó sustentabilidad a la democracia que se reiniciaba en ese año. Por primera vez en la historia del país, actores políticos, corporaciones privadas, la institución eclesiástica y el mundo sindical se acordaron en proporcionar apoyo a este proyecto democrático.
Este acuerdo se concretó en los siguientes puntos: defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral; gobierno de unidad nacional. Esto es, considerar equitativamente a todos partidos firmantes y otros elementos de la sociedad en la formación del gabinete ejecutivo del partido ganador y programa de gobierno mínimo común. Los firmantes fueron los representantes de Acción Democrática, Unión Republicana Democrática y el partido Social Cristiano COPEI. Desde luego, este compromiso político se acompañó con un proyecto económico y de desarrollo que giraría en torno a la creación de una industria sustitutiva de importaciones, expansión de la educación y salubridad pública y creación de polos de desarrollo.
Forma parte del conocimiento común el hecho del agotamiento de este acuerdo y sus perversiones que dieron inicio a la crisis de gobernabilidad que aún padecemos. No vamos a insistir sobre este punto. Si vale la pena resaltar un aspecto. En esos años se consolidó una cultura política democrática que ha servido de contrafuerte y ha resistido empujes autoritarios de distinto signos.
En la actualidad el mundo político se encuentra polarizado. Dos acuerdos expresan esta dicotomía: Polo Patriótico y Mesa de la Unidad Democrática. Extremos mutuamente excluyentes que practican con fervor lo que he denominado endogamia política. Esta práctica es sumamente peligrosa. Primero, amenaza los esquemas de convivencia social y achica los espacios comunes y necesarios para la negociación y resolución de los conflictos presentes en la sociedad. Segundo, el no reconocimiento del otro en cualquier direccionalidad, es una práctica antidemocrática y abre caminos para la profundización de los mecanismos autoritarios. Vencer estas mañas endogámicas y salir al encuentro del otro debería constituir punto de partida en la búsqueda de un acuerdo nacional.
Esta nueva celebración, entonces, debería dar pie para la formulación de un nuevo arreglo. Desde luego, para ser exitoso, deberá trascender los intereses electorales y las mañas endogámicas. Estamos hablando de un nuevo relato político que pueda interpelar a toda la población y que ajuste cuentas definitivas con el centralismo asfixiante que caracterizó a la llamada IV República y con ese nuevo centralismo comunal que intenta implantar el gobierno bolivariano.
Dos términos definen esta urgencia: reconciliación y compromiso histórico. El primero, lo interpretamos como la necesidad de reconciliarse con la diversidad cultural que constituye el país. Esta tarea no debe concebirse exclusivamente entre actores políticos. Es necesario tomar nota de las particularidades culturales que definen nuestras identidades regionales. En fin, este discurso político debe federalizarse.
El segundo, debe servir para crear una plataforma que propicie la despolarización. Hacer esfuerzo imaginativos para ubicar temas de interés común que puedan dar inicio al deshielo político. En otras palabras, rescatar el espíritu del 23 de enero implica transitar sobre estas sendas señaladas. No es tarea fácil, nunca la ha sido. Sin embargo, los tiempos por venir se muestran proclives para reciclar el espíritu del 23 de enero de 1958.
autonomiaspoliticas@gmail.com

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sábado, 19 de enero de 2013

JAVIER VÍLCHEZ, EL 23 DE ENERO CELEBRAMOS EL DÍA DE LA DEMOCRACIA

El 23 de enero de 1958, Venezuela vivió una de sus más hermosas faenas libertarias cuando un movimiento cívico-militar derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, quien se marcha a República Dominicana a bordo del avión presidencial "la Vaca Sagrada", a pesar de que un mes antes, se había efectuado un plebiscito para prolongar su mandato, darle cierta solidez a su régimen y legitimidad ante las Fuerzas Armadas. 
Sin embargo; ya se había acelerado un profundo proceso de deterioro que terminó 23 días más tarde con su caída, el derrocamiento de la dictadura se convirtió en una causa nacional, pues al conocerse la noticia el pueblo se lanzó a las calles, saqueando las casas de los adeptos al régimen; atacando la sede de la Seguridad Nacional, linchando a varios funcionarios, destruyendo la sede y los equipos del periódico oficialista El Heraldo.
El Palacio de Miraflores se convirtió en el sitio de reunión de los sublevados y de innumerables dirigentes políticos y personalidades, quienes procedieron a nombrar una Junta de Gobierno Provisional que reemplazara al régimen derrocado. La Junta la constituyeron el Contralmirante Wolfang Larrazabal, como Presidente, y los Coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate. Al amanecer del día 23, los venezolanos celebran la caída de Pérez Jiménez, a la vez que protestan por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate, reconocidos miembros del depuesto régimen; quienes fueron obligados a renunciar y reemplazados el día 24 de enero por los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. Para facilitar el trabajo de la Junta de Gobierno y restablecer la democracia en Venezuela, se designó también un gabinete provisional compuesto por juristas, empresarios y ejecutivos, reservándose a un militar, el Coronel Jesús María Castro León, el Ministerio de la Defensa.
Posteriormente, la Junta de Gobierno convoca a elecciones para diciembre de ese mismo año; se liberan presos políticos, se amplía la Junta Patriótica con sectores independientes, se ratifica en la presidencia al periodista Fabricio Ojeda; se abre el proceso de castigo a los personeros del gobierno saliente y regresan los exiliados.
Esos días sellaron una nueva etapa en la historia de la Venezuela contemporánea. El 23 de enero de 1958 se considera un triunfo del pueblo. Ese día, turbas enardecidas salieron a las calles, en todo el país, a celebrar la caída del régimen y a tratar de acabar con los funcionarios que se habían ensañado en la persecución política durante toda la década. Miembros de la terrorífica Seguridad Nacional fueron linchados; otros se escondieron por largo tiempo o escaparon al exterior.
http://www.cultura.luz.edu.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=201&Itemid=208
@culturaLUZ

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