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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL REY ESTÁ DESNUDO, MANUEL BARRETO HERNAIZ

En 1837 el escritor Hans Christian Andersen publicó un cuento que le haría famoso, y llevaba por título "El traje nuevo del emperador". Sostienen los entendidos que el danés se basó en una historia española moralizante, escrita entre 1330 y 1335 por el Infante Don Juan Manuel en "EL Conde Lucanor". La fábula en cuestión nos narra que un par de malandros charlatanes llegaron al reino diciendo al rey que tenían una tela invisible que sólo los inteligentes podían ver. Tocado el orgullo intelectual del monarca y sumando a ello su debilidad por los trajes no se habló más: los supuestos sastres confeccionarían la prenda. El rey convocó a sus súbditos para que vieran en un desfile el traje no sin antes advertir que sólo los inteligentes podían ver la tela. De entre la multitud asistente un niño gritó con inocencia reveladora: "¡El rey está desnudo!"... y la parodia se desmoronó.

De este cuento se deducen varias moralejas: una de ellas la inocencia de los niños tal como se suele decir, siempre dicen la verdad, y la otra, que no por el hecho de que una mentira sea aceptada por muchos; tenga que ser cierta.

Tal como la fábula, en nuestro país esta ocurriendo lo mismo. Un niño, ya crecidito, desengañado, cansado de tantas mentiras, asqueado de tantas demagógicas promesas, ya transformado en crítico y razonable ciudadano, ha descubierto que el "rey se pasea desnudo" y ha sido engañado por los sastres, que le hicieron creer en sus grandes bondades, que sólo serían vistas por los "inteligentes", es decir, por los sempiternos vividores- de acá y más allá- contratados para exaltar el ego del rey.

En nuestro país está pasando algo semejante con el régimen. Simula gobernar, tener ideas, proyectos, políticas, estrategias, pero el asunto no pasa más allá de un ritornello de vacías promesas y de costosas campañas propagandísticas que ya no convencen ni a los más ingenuos.

El rey quedó al desnudo al no cumplir con las más básicas responsabilidades para con su pueblo. Quedó al desnudo al no dispensar una adecuada salud a los venezolanos, pues optó por el modelo cubano de Barrio Adentro y abandonó la estructura tradicional generando el deterioro de los hospitales; quedó al desnudo al fracasar su modelo educativo, pues de manera demagógica transformó las misiones en un aparato ideológico condicionado por la dádiva, sin desarrollar las políticas necesarias para que en los próximos años contemos con una población adulta bien preparada, junto a millones de niños, niñas y jóvenes en planteles de óptimas condiciones, recibiendo una educación de calidad.

El rey quedó al desnudo por dejar a un lado las dos responsabilidades fundamentales del Estado: brindar seguridad a los ciudadanos y castigar a aquellos que llevan a cabo actos criminales. Quedó al desnudo al utilizar como mecanismo recurrente la eliminación de los enemigos políticos por la vía de enjuiciamientos de todo tipo y en número ilimitado, la persecución, detención o amenaza "jurídica" contra líderes de la oposición y contra los estudiantes.

Quedó al desnudo pues se empeñó en violar los derechos inalienables de los ciudadanos.

Quedó al desnudo al derrochar más de 900 mil millones de dólares y llevar al país a una incontrolada inflación, y lo que no se podía eludir: la devaluación dentro de una economía de puertos que hará más pobres a los pobres...al punto de verse obligado a fraccionar los aguinaldos de los empleados públicos.

Quedó al desnudo pues olvidó que la educación es la base de todo, y que el cumplimiento de la ley es lo primero que debe respetarse, sin concesiones.

El rey quedó desnudo y sin embargo pretende gozar de popularidad y lo que es más sorprendente, afirma que sin él, la patria se pierde, sin embargo, más que verse las costuras - o los abultados chalecos antibalas - del traje del "rey", acá ha quedado al desnudo la cruda verdad, pues los niveles de insatisfacción cruzaron la barrera de lo insoportable.

Ahora, luego del grito del avispado muchachito, ni el rey ni sus secuaces, con sus demagógicas maromas, convencerán a los ciudadanos de las bondades de un régimen que ha quedado tan desnudo como la esperanza de aquellos ciudadanos enfermos de resignación, pobreza y frustración con quienes logró durante un buen tiempo articularse.

barretom2@yahoo.com
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EL DESEMBARCO. ANDRÉS HOYOS. EL ESPECTADOR (COLOMBIA)

ESTÁN POR TODAS PARTES, PONEN restaurantes, abren almacenes, instalan droguerías, invierten en negocios, compran apartamentos, perforan pozos y asisten con entusiasmo a cuanto evento.

Son el desembarco venezolano, así sus integrantes no vengan en barco, sino en avión.
Se les nota por los modales, los gustos y la energía que son burgueses acostumbrados a vivir bien y a trabajar. No se parecen a las demás migraciones vividas por nuestro país en las últimas décadas, motivadas más que todo por la penuria económica, por la falta de oportunidades y por la violencia. Claro, en ellas Colombia actuaba como exportadora masiva de gente, y valgan de ejemplo los cuatro millones de compatriotas que fueron a parar a la Venezuela Saudita que surgió tras el embargo petrolero de la OPEP.

No se necesita ser zahorí para saber que el desembarco de ahora es motivado por la seguidilla de calamidades que Hugo Chávez ha infligido a la mitad de los venezolanos. No son sólo los atropellos y despojos del régimen, sino la dramática inseguridad que se vive en toda Venezuela. Parecerá una ironía, pero hoy Colombia constituye un país seguro a ojos de nuestros vecinos. Tan sorpresiva nos resulta esta noción, que el otro día me veía yo diciéndole a una señora venezolana agraciada y sonriente que tampoco se sobreactuara y que no dejara que sus hijos anduvieran por Bogotá como si vivieran en Suiza.
Colombia, si descontamos los españoles llegados en la Conquista y en la Colonia, nunca fue un país de inmigrantes. Leía no recuerdo dónde que bajo la presidencia de Laureano Gómez tan sólo se les otorgó la ciudadanía colombiana a dos personas, una de ellas un cura español. Quizá sea una exageración, pero no de escala. A lo largo del siglo pasado vinieron del Medio Oriente pequeñas oleadas de sirio-libaneses y tal cual palestino. Antes y después de la Segunda Guerra Mundial llegó un pequeño y muy dinámico contingente judío, ahuyentado por el nazismo. Después ya no vino casi nadie, aparte de Fanny Mikey, de unos cuantos futbolistas y publicistas argentinos y de quienes se quedaban por accidente de casamiento.

Colombia, dado todo lo anterior, no tiene una política amigable a la inmigración y mucho menos otra que la fomente. Se dice con razón que los colombianos somos hospitalarios, pero eso ciertamente no incluye al Estado. Pensar, por ejemplo, que alguien tenga que aprenderse la espantosa letra del Himno Nacional para obtener la nacionalidad me parece de una crueldad extrema: cómo así que la Virgen sus cabellos arranca en agonía. Hace unas semanas la propia canciller Holguín desestimaba las opiniones de dos ilustres intelectuales nacionalizadas y, por ende, tan colombianas como ella, porque dizque eran “extranjeras” mal informadas. Mal informada ella.

Otro cantar es la catastrófica política de Chávez que en este caso favorece a Colombia. Resulta sencillamente criminal expulsar gente educada y productiva de un país en desarrollo a causa del delirio megalómano de un caudillo. No estoy diciendo con ello que los burgueses, venezolanos o de cualquier parte, sean almas puras, sino que dadas unas reglas de juego claras y establecidos unos límites serios e inteligentes, la burguesía genera empleo, desarrollo y bienestar, y que si la ahuyentas, hará lo mismo en otra parte.

En fin, por mí que siga el desembarco, así luego nos toque tolerar acepciones nuevas del muy raizal concepto de “arepa”.

andreshoyos@elmalpensante.com
@andrewholes
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¿QUIEN LE TIENE MIEDO A LA DERECHA?. POR ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA

¡Ay en Venezuela de aquel que piense y sea considerado de derechas! Nadie le tenderá la mano. Usted, querido lector, que considera que la propiedad privada es esencial, que rechaza al comunismo como el mal del milenio y que daría su vida por defender su libertad, ¿se atrevería a reconocer que es de derechas?
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"Los pueblos democráticos muestran un amor más vehemente y más durable hacia la igualdad que a favor de la libertad". Alexis de Tocqueville, La democracia en América

Dos fuerzas antagónicas han marcado la creación del mapa político de Occidente luego de la revolución francesa: el liberalismo y el socialismo. O, si se lo prefiere expresado de manera provocativa y llevado a sus extremos: las derechas y las izquierdas. Expresan, dicho asimismo provocativamente, las dos grande pulsiones políticas de Occidente desde sus orígenes: el anhelo por la libertad o el anhelo por la igualdad. La revolución fraAñadir imagenncesa le agregó un condimento de más valor propagandístico que real: la solidaridad. Con ese tercer ingrediente en los escudos de armas de la modernidad se pretendía abrirle paso a las doctrinas morales del iluminismo y expresar la voluntad integradora que campea en los esfuerzos revolucionarios del siglo XVIII: Liberté, Egalité, Fraternité.

El intento de los enciclopedistas por unir los dos términos de nuestros esfuerzos civilizatorios con la llama de la solidaridad pretendía superar un hecho palmario. Hasta la toma de la Bastilla no es la búsqueda e imposición de la igualdad el motor de la historia, como lo será luego de la revolución del 48 y del programa del Manifiesto Comunista. Para cuyos autores la lucha de clases era el combustible que movía el pesado carruaje de la historia y la igualdad, impuesta a sangre y fuego a costa de la libertad mediante la dictadura proletaria, el único camino para construir el futuro. Desde entonces, la lucha mortal entre los defensores de la libertad y los de la igualdad se convirtió en el nomos de la confrontación. Los primeros, atados al capitalismo, al libre mercado y a la libre competencia; los segundos, al socialismo y las dictaduras de ambos signos: comunismo o fascismo.

Desde la revolución francesa y el establecimiento del Estado moderno y el origen de la sociedad de masas, fundada en el desarrollo exponencial del capitalismo, esas dos fuerzas no cesaron de enfrentarse, tanto nacional como internacionalmente, dando lugar, a través de distintas constelaciones de intereses a las conflagraciones más devastadores de la historia humana.
Así, la historia de la humanidad, por lo menos en estos últimos dos siglos, es la historia cruenta, incesante y a veces devastadora de pueblos y continentes enteros movidos por esos dos grandes campos gravitatorios: la libertad y el liberalismo, de un lado, y la igualdad y el comunismo, del otro. Ellos han nutrido la dialéctica amigo-enemigo que sustenta a la política y al Estado moderno.

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Se han adelantado diversas hipótesis para explicar las razones del temprano desarrollo y prosperidad de unas naciones y la tenacidad en el atraso y el subdesarrollo de otras. Max Weber destacó antes que nadie y con inmensa perspicacia la interrelación entre las creencias y prácticas religiosas y el desarrollo del capitalismo, inmensamente más acentuado en los países cuya religión predominante fue el protestantismo, como lo expusiera en su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo. La acción benefactora de la Reforma sobre el espíritu de lucro y la legitimación de la ganancia coadyuvan sin duda y de manera notable sobre el desarrollo de la actividad empresarial, así como el desplazamiento de la relación del hombre con Dios hacia la esfera de su exclusiva y personal responsabilidad. De la que emerge el individualismo y la potenciación del espíritu de competencia.

Así, el capitalismo se desarrolla muchísimo antes y con muchísimo mayor intensidad y vigor en Inglaterra, en Alemania, en los Estados Unidos que en los países que a pesar de contar con ingentes recursos financieros, como la España imperial, ven trababa la iniciativa privada y el desarrollo del mercado y la libre competencia por el hondo arraigo, tanto en la esfera pública como en la privada, de las ideas y valores conservadores vinculados al catolicismo y el triunfo de la Contrarreforma. En las que el afán de lucro y la acumulación de riquezas constituyen pecados capitales.

En las sociedades protestantes no es la igualdad sino la libertad como fundamento de las oportunidades y la responsabilidad individual del individuo en su estricta soledad, el valor social y moral más apreciado. En la antípoda, la igualdad como suma exigencia del espíritu y la condena del capitalismo, la privacidad y la riqueza constituyen, en cambio el fundamento de la ética socialista. Por cierto, avalada justa o injustamente por las enseñanzas del Sermón de la Montaña, una de las más implacables requisitorias contra la riqueza y una correlativa y popularísima apología de la pobreza. Llevada al paroxismo en los dos intentos totalitarios del siglo XX: el fascismo y el comunismo. El rechazo y la aniquilación de toda diferencia, social, racial o religiosa se constituyen en los propósitos supremos del Estado policial. En la Unión Soviética, la pertenencia a una élite o una clase social. En la Alemania Nazi, el judaísmo. Para ambas formas de totalitarismo el enemigo fundamental fue el mismo: el individuo, la libertad, el liberalismo. Y no sólo el comunismo hizo del capitalismo su enemigo mortal. También lo era, potencialmente bajo el demonizado "judaísmo financiero internacional", del nacional socialismo.

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"La igualdad produce dos tendencias: la primera conduce directamente hacia la independencia, y puede de repente impelerlos hasta la anarquía; la otra, los lleva por un camino más largo , más secreto, pero más seguro, hacia la esclavitud." Alexis de Tocqueville, La democracia en América.
En pocas naciones de nuestra región ha primado tanto el igualitarismo por sobre la valoración de la libertad y el liberalismo como en Venezuela. En pocas, la existencia de una riqueza obtenida sin el esfuerzo de sus ciudadanos ha hecho menos imperioso y valorado el esfuerzo por propiciar la iniciativa privada, el individualismo y el acopio de riqueza lograda gracias al propio esfuerzo. En pocos han existido menos incentivos al desarrollo de la empresa privada. En ningún otro, en cambio, el predominio del Estado bajo las premisas del ogro filantrópico ha sido más relevante y omnipotente. En ninguno, la estatolatría nos ha mantenido al borde de un socialismo de facto como en el nuestro. Con el agravante de la sumisión de los ciudadanos al maná del Ogro Filantrópico, de los partidos a la lucha por su apoderamiento para disfrutar de la riqueza mediatizada por su intermedio y el Poder así conseguido, y de los sectores empresariales, para medrar a su sombra y depender de sus subsidios. De allí el mercantilismo imperante, y la frágil, quebradiza e impotente existencia del capitalismo venezolano. Cuyo empresariado lleva una patética existencia bajo la mole de sus complejos de dependencia y sumisión a los dictados del administrador de la riqueza petrolera.

No es el secretario general del Partido Comunista quien afirma no estar en contra de las estatizaciones llevadas a cabo por el gobierno del teniente coronel Hugo Chávez: es el presidente de Fedeindustria, el gremio que agrupa a los industriales venezolanos.

Esas son las razones estructurales de la debilidad congénita del individuo, de los sindicatos y gremios, de las academias y universidades, incluso y por sobre todo del empresariado frente al Estado. Alzado como el Golem de la tradición judía: un monstruo gigantesco creado por el hombre para su servicio, que se derrumba y lo aplasta como castigo divino.

Fue así desde la creación del llamado Estado mágico, nuestro Golem, al que hace referencia Alfredo Coronil, creado a instancias de Juan Vicente Gómez justamente en los albores de la emergencia de su principal dador de vida, la gigantesca y monstruosa riqueza petrolera. Que conjuntamente con el despertar de la modernidad y la emergencia de la democracia se convirtiera en la obsesión de la política y los partidos: apropiarse del Estado y tratar de domesticarlo para, con el concurso de esa exuberante y obscena riqueza intentar ponerlo al servicio del igualitarismo antes que al servicio de la libertad, comprar conciencias antes que imponer su desarrollo, satisfacer al individuo montando gigantescos enclaves clientelares antes que permitir el desarrollo de clases productivas y generadoras, no consumidoras de la riqueza social.
Todo ello bajo la más aviesa y siniestra de las creencias, convertida en fe religiosa: la de que los venezolanos, cualquiera él sea, por el solo hecho de haber nacido en Venezuela, es rico, pues es propietario del petróleo, un bien común. Y que su actividad política se agota en la exigencia de recabar su parte ante quienes administran al Estado. Que por ese sólo hecho posee la llave que atesora esas riquezas y vive sumergido, en consecuencia, bajo la tentación del robo, el desfalco y la apropiación indebida. Sin un solo control institucional, social o moral que lo castigue por ello.

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Manteniendo las debidas distancias de respeto a la probidad y espíritu democrático de los anteriores gobiernos respecto de esta dictadura de nuevo cuño, no existe, en rigor, diferencia sustancial entre éste y los anteriores gobiernos en cuanto a su respaldo ideológico. La hegemonía de ideas y creencias ha sido, en lo sustancial, la misma. Todos ellos han partido de esas falsas premisas. El de Chávez no ha hecho más que potenciar hasta la caricatura los afanes totalitarios del Estado benefactor, convertir el igualitarismo en terror de Estado y la apropiación del caudillo autocrático en amo y señor del Ogro filantrópico. Ha aumentado la voz de quienes consideran que tienen derecho a exigirle al administrador temporal del Estado casa y comida, sin ninguna contraprestación, como si tal cosa fuera un hecho absolutamente natural en un país petrolero. Y han desaparecido los pudores de las instituciones, ahora sin mayor problema arrodillados y sometidos hasta el escarnio a la voluntad del tirano.

Pero si observamos nuestra propia realidad, veremos que no existen diferencias ideológicas esenciales entre los distintos partidos. Sus diferencias no hacen a puntos existenciales, como el del papel del mercado, de la propiedad privada y del Estado en la economía general de la sociedad. Llevado a la caricatura podría afirmarse que en Venezuela todos somos de izquierda, todos creemos en el papel preponderante del Estado, todos quisiéramos repotenciar su supuesto carácter benefactor y privilegiar el igualitarismo sobre la libertad. ¡Ay en Venezuela de aquel que piense y sea considerado de derechas! Nadie le tenderá la mano. Usted, querido lector, que considera que la propiedad privada es esencial, que rechaza al comunismo como el mal del milenio y que daría su vida por defender la libertad, ¿se atrevería a reconocer que es de derechas?
sanchez2000@cantv.net.ve
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EL INSÓLITO CASO AFIUNI. ISABEL PEREIRA PISANI. A TRINIDAD JIMENEZ DESDE CEDICE

Los casos Afiuni, Simonovis, Vivas y Forero, están entre las manchas más negras de este Gobierno

A Trinidad Jiménez, para que se calle

Conmueve hasta las raíces asistir como testigo de piedra a la violación flagrante de los derechos humanos que está perpetrando el gobierno bolivariano con la jueza María Lourdes Afiuni. Bastó una orden desde arriba para que todas las fuerzas represivas del Estado se pusieran en marcha. El líder tronó ante la decisión libre de la jueza, a quien no ha podido comprobársele delito alguno, para que lo más cruel y duro de la violencia del Gobierno se desatara. Treinta años de prisión fue la condena anticipada y radiada por los medios de comunicación del Presidente. Solo le faltó agregar: no me importa si es inocente. Por supuesto el juez de la causa obedeció perrunamente, y aunque aún no hay sentencia firme todo indica que la condena del mandatario se cumplirá. Al final, el juicio se ha convertido en lo que los abogados califican como un proceso a un crimen sin cadáver. Es decir, no se encontró, no pudo demostrarse que la jueza Afiuni hubiese cometido falta alguna. Oigamos a la víctima: "Me considero una presa política porque en mi expediente no existe nada. Además, en cadena nacional el Presidente mandó a que me dieran la pena máxima y hasta dijo que era merecedora de un fusilamiento".

A pesar de la inexistencia de pruebas, el procedimiento represivo-punitivo se está cumpliendo inexorablemente, con castigo doble: el primero, intentar condenarla sin pruebas; y el segundo, ponerla al alcance de delincuentes que ella había sentenciado previamente: "No puedo negar que llegué muy asustada a este sitio porque había 24 internas que (yo) había procesado, de las cuales sólo quedan 13, y tienen delitos fuertes como homicidio, secuestro e infanticidio. El Poder Judicial está de rodillas, para ser juez o fiscal no se puede ser cobarde. Tarde o temprano mi caso servirá de ejemplo. Cuando otorgué la medida cautelar consideré que estaba entregando una llave al Poder Judicial para que se independizara; pero, esa llave la utilizaron para meterme presa. Son muchas cosas las que estoy sacrificando y lo que más lamento es el sufrimiento de mi familia, pero no me arrepiento de haber tomado esa decisión porque estaba cumpliendo con mis funciones".

Como si esto no fuese suficiente, ocurre la escena que supera al gobierno de Idi Amin Dada: la jueza presenta síntomas de enfermedad, hay que diagnosticarla. Los MILITARES que ejercen la custodia intentan imponer su presencia en los actos médicos, al ver rechazada esta conducta abusiva, los dignos representantes de nuestra Fuerza Armada asumen la bravía decisión de castigar a la juez AFIUNI apretándole al máximo las esposas. Como reseña la prensa: "Cuando le fueron a hacer la citología, el teniente insistió en que debían entrar los 50 guardias nacionales que la custodiaban. Fue una pelea hasta que por fin la dejaron sola con el médico. A la salida, le ajustaron las esposas. Llegó con las manos moradas al INOF, lo que le faltó fue que la golpearan". Purititos machos estos militares.

Las circunstancias y la poderosa fibra moral de algunas personas, sin embargo, están construyendo estos nuevos ejemplos de probidad: "No me arrepiento de haber sido juez. Yo sigo enamorada de mi carrera. Y voy a luchar para que el sistema de administración de justicia sea aplicado como debe ser. Tengo la tranquilidad de que no cometí delito. No tengo miedo, simplemente soy una mujer normal, como cualquier otra, que todos los días salía a trabajar, y un día no regresó a su casa".

A veces, durante los fines de semana cuando escucho rumores de música que vienen de otras partes, de lugares donde la gente festeja, se ríe, celebra la vida, pienso y me cuestiono ¿cómo es posible que estos abominables hechos estén ocurriendo ante nuestras narices, que lo sepamos y que podamos continuar como si nada ocurriera? El caso Afiuni, al igual que el de los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, están entre las manchas más negras de este Gobierno. Me formulo las siguientes preguntas, y quisiera que muchos lo hicieran: ¿puede la Ley torcerse contra el ciudadano?, ¿pueden los jueces ensuciar esa noble profesión salomónica?; y, quizás las más potente: ¿una vez más en la historia la fuerza militar, diseñada para defender la seguridad de los ciudadanos, está irremisiblemente determinada, sin ninguna conciencia, a ejecutar-respaldar las violaciones de este, nuestro esmirriado Estado de Derecho?

Trinidad Jiménez debería asomarse a estas realidades o callarse.

cedice@cedice.org.ve

@cedice
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LIBERTAD EN PELIGRO. CHILE LIBERAL

Si el precio de la libertad es la eterna vigilancia, hoy debemos seguir más atentos que nunca

El liberalismo es la filosofía política que defiende la libertad individual. La definición de libertad, en palabras de John Stuart Mill, consiste en "hacer lo que uno quiere".

El antecedente más remoto del liberalismo —al menos, en el sentido clásico de Chile Liberal— lo encontramos en el año 1215, en Gran Bretaña, cuando una disputa entre el rey Juan Sin Tierra y los nobles ingleses se zanjó con la firma de la mítica magna carta, una cédula real que limitaba la autoridad del monarca. La cláusula más trascendente de aquel documento es la número 39, que dice:

"Ningún hombre libre será detenido o encarcelado o privado de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos la fuerza contra él ni enviaremos a otros que lo hagan, sino en virtud de una sentencia judicial de sus pares y con arreglo a la ley del reino."


(No free man shall be taken or imprisoned, or be disseised of his Freehold, or Liberties, or free Customs, or be outlawed, or exiled, or any other wise destroyed; nor will We not pass upon him, nor condemn him, but by lawful judgment of his Peers, or by the Law of the land. We will sell to no man, we will not deny or defer to any man either Justice or Right)

Éste ha sido uno de los mayores logros del pensamiento occidental, y ha garantizado la libertad individual —y, con ello, el progreso ético y material— a todos los pueblos que han rechazado la tiranía y se han decidido a ponerle coto al poder del mandatario. Nadie puede ser detenido ni exiliado sin que el gobierno presente evidencias, y sin que haya un juicio y un debido proceso. Esta libertad ha estado con nosotros por casi mil años.

En Chile, como sabemos, el Tata se pasó a Juan Sin Tierra, la magna carta y los nobles por el traste: encarceló, mató, torturó, descuartizó, expropió, exilió y relegó, a quién se le dio le regalada gana. Y se jactó de ello. Y amenazó con que, si se le paraba la raja, lo haría de nuevo.

Otros han seguido el ejemplo del Tatita Colores. Jorgito Arbusto, más conocido como George Bush, abrió la cárcel de Guantánamo donde decenas de sujetos son detenidos sin asomo de debido proceso, donde al habeas corpus literalmente no existe. La tortura se practicó como si estuviesen en Villa Grimaldi, y también Jorgito se jacta de ello.

El verdadero triunfo del terrorismo ha sido éste: que occidente se destruya a sí mismo. Los terroristas no quisieron de por sí matar miles en las Torres Gemelas, ni decenas en Atocha o King's Cross. Sino que su objetivo final fue derruir los fundamentos de nuestras libertades, y volcar nuestro propio sistema de libertades en nuestra contra, y persuadir a las masas para que exijan la eliminación del debido proceso, hasta que clamemos nosotros mismos por más cámaras de vigilancia, más controles de identidad, más documentos de identificación, más aparataje policial, más PATRIOT Act, más leyes represivas. Como dice Mario Vargas Llosa hoy en El País:

"La consecuencia más grave de la amenaza del terrorismo suicida que planea hoy sobre el Occidente democrático y liberal, es que éste, en sus esfuerzos por defenderse contra la repetición de matanzas como las de las Torres Gemelas de Manhattan o la Estación de Atocha de Madrid, va renunciando a las grandes conquistas de la cultura de la libertad, reduciendo o aboliendo los derechos que garantizan la privacidad, el principio de que nadie es culpable mientras no se demuestre judicialmente que lo es, la prohibición de la tortura, el habeas corpus, el secreto bancario, el derecho de crítica, la libertad de expresión, y confiriendo a los cuerpos militares y policiales de inteligencia, especializados en la lucha antiterrorista, un poder que escapa parcial o totalmente al control de los órganos representativos del Estado de derecho como el Parlamento y el Poder Judicial. Mediante amenazas y chantajes, el terrorismo pretende, y por desgracia a menudo consigue, intimidar a autoridades y órganos de prensa para que renuncien a su libertad de información y de crítica y a veces a la simple verdad a fin de no ser víctimas de represalias, como se vio con el episodio de las caricaturas de Mahoma publicadas en un periódico de Dinamarca."

En Chile no estamos tan lejos. La nueva ley anti-terrorista pretende suprimir la presunción de inocencia y en la práctica facilita que cualquiera atestigüe en contra del acusado. Cuando comenzó la violencia mapuche, durante el gobierno de Bachelet, el entonces candidato Piñera exigió "mano dura". Hoy, como presidente, Piñera debiese darse cuenta que el extremismo mapuche no es terrorismo. La propia definición de terrorismo no es ese galimatías de "violencia empleada con fines políticos", sino que el terrorismo no tiene otro fin sino la destrucción por el puro gusto de destruir, y con un gran impacto mediático.

El violentista a favor de alguna causa mapuche que sea sorprendido en actos violentistas no debe ser confundido con un integrista de Al Qaeda. Banalizamos el propio concepto de terrorismo cuando trazamos un paralelismo así de estúpido.

Si queremos construir una democracia liberal, debemos empezar por reforzar los fundamentos de nuestras libertades, y no socavarlos con cámaras de seguridad, documentos de identidad, ni abstrusas justificaciones de la tortura o el arresto arbitrario. En Chile, la ley antiterrorista debe ser repensada por la "nueva derecha". En EEUU, la PATRIOT Act debe ser abolida urgentemente, y en el Reino Unido, ese bodrio legal llamado Acta de Prevención de Terrorismo del año 2005 debe ser de inmediato suprimido.

Luego de la irrefrenable oleada de leyes tiránicas que asolaron las libertades individuales en EEUU y el Reino Unido, un documental independiente llamado Taking Liberties fue la respuesta de la comunidad para expresar su rechazo al Estado Orwelliano comenzaba a erosionar todo lo construido desde 1215. A continuación, los invito a ver un exracto sobre el habeas corpus, instructivo y muy interesante:

Chile Liberal
chileliberal@gmail.com
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"NO SE PUEDE GOBERNAR DESDE EL MIEDO Y LA AMENAZA Y DE ESO HE VISTO MUCHO EN VENEZUELA". ALEJANDRO SANZ. GLOBOVISION. AAS

El cantante español Alejandro Sanz considera que Venezuela tiene “todos los recursos para ser una potencia en potencia, pero muy mal administrado”. A través de su cuenta en Twitter dio a conocer sus conclusiones de la visita al territorio nacional y aseguró que “el socialismo moderado tiene su sitio en la democracia y es necesario en la sociedad moderna pero el socialismo arcaico y totalitario tiene los días contados igual que el fascismo”.

Sanz, quien ofreció tres conciertos en Venezuela recientemente, señaló que “es un país maravilloso, tocado por la mano de Dios (…) Un país de gente buena y acogedora, bella y trabajadora que no encuentra aliciente muchas veces, pero que no progresa no por ganas”.

Indicó “que dentro del Chavismo hay gente moderada que cree en las políticas sociales y trata de mantener un equilibrio que es casi imposible de mantener porque dentro del chavismo existe una corriente radical y violenta que trata de acobardar al pueblo y a todo el que opine diferente”.

“Creo sinceramente que l@s violent@s están perdiendo la batalla. El socialismo moderado tiene su sitio en la democracia y es necesario en la sociedad moderna (igualdad de oportunidades) pero el socialismo arcaico y totalitario tiene los días contados igual que el fascismo. No se puede gobernar desde el miedo y la amenaza y de eso he visto mucho en Venezuela. Lo digo para l@s moderad@s de cualquier signo político. Por lo demás. Venezuela puede ser cuando quiera la perla de América. Buenas noches”, escribió.

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DESCEREBRAR AL PAIS. JAIME REQUENA

Las enfermedades del espíritu pueden ser peores que las del cuerpo: la esquizofrenia o el alzhéimer, por ejemplo. Nos anulan la razón, la diferencia con los otros animales, nos deshumanizan. Mucho nos quejamos de los innúmerables males materiales que nos asesta este infame gobierno y que no voy a enumerar por falta de espacio.

Pero creo que hablamos menos de la cantidad de materia gris que hemos venido perdiendo en acelerada progresión. Y no voy a referirme a la demencia que emana desde arriba y que todo lo envuelve, aun a los contrarios a esos desafueros sin tregua. Es otro tema.

Nos queremos referir a algo más tangible y hasta cuantificable, la pérdida de masa cerebral que está sufriendo el país y que es una de las maneras más deplorables y eficaces de negarnos un futuro.

En días pasados leí varias noticias aullantes en el sentido apuntado: la Unesco ha determinado que el 60% de la investigación científica y tecnológica que se hace en América latina se realiza en Brasil. Pero hay más que esa superioridad del hermano mayor: el 90% lo realizan cuatro países, Brasil junto a México, Chile y Argentina. Nosotros entramos en ese 10% con el resto de los países de la región. Y decía Jaime Requena, especialista en valorar la actividad científica, en una entrevista reciente, que en los años noventa estábamos entre los primeros países latinoamericanos en cantidad y calidad de nuestra investigación.

La Unesco, por supuesto, considera la muy insuficiente labor en el campo del conocimiento una de las rémoras mayores para alcanzar el desarrollo.

En otra noticia se informa que el poder adquisitivo del venezolano, según el Banco Central, descendió en un año en un 4,9%. Pero "el grupo ocupacional de profesionales, científicos e intelectuales" observó como su capacidad de compra se desplomó en 18,5%. Le pedimos que trate de pensar en conjunto los dos tópicos y los que siguen.

Hace unos días El Nacional tuvo como primer titular la aseveración de la Academia de Medicina de que 10.000 galenos se han ido del país en esta década de felicidad. El antetítulo indicaba quizás algo peor: miles de médicos express se incorporan a los hospitales. También leímos recién sobre el sablazo que le dieron al PPI, uno de los pocos apoyos a nuestros investigadores, que sacó del proyecto a más de dos mil investigadores. No se sabe con qué criterio ni con qué fines. Uno siempre prejuiciado los supone tenebrosos.

Si ese palo de agua, ese deslave reciente, lo encuadramos en los 25.OOO científicos que Requena calcula han emigrado (no pasan de 5.000 los que quedan en el país) y los centenares de miles de universitarios que se sabe afuera, la cosa parece apocalíptica. Y si le agregamos la persecución financiera y a bombazos de las universidades y prácticamente el desmantelamiento de las instituciones culturales podemos concluir que el cerebro patrio ha sufrido una catástrofe de notables proporciones y quién sabe cuánto tiempo costará recuperarlo. A lo mejor varias generaciones. FR.

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TRIBUNA LIBERTARIA., RAUL AMIEL - COMPENDIO OPINÁTICO.- 22/11/10 OPINIONES DE ALBERTO BENEGAS LYNCH (H), RICARDO MANUEL ROJAS Y CARLOS ALBERTO MONTA

"Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento." Eleanor Roosevelt

*¿POR QUÉ LAS IZQUIERDAS TRABAJAN TANTO?. ALBERTO BENEGAS LYNCH (H)
*¿QUÉ ES LA INFLACIÓN? . RICARDO MANUEL ROJAS
* RAÚL CASTRO Y EL GÉNIO DE LA LÁMPARA. CARLOS ALBERTO MONTANER

¿POR QUÉ LAS IZQUIERDAS TRABAJAN TANTO?. ALBERTO BENEGAS LYNCH (H) Es un hecho comprobable que los miembros de la tradición de pensamiento que provienen de las izquierdas dedican mucho tiempo al estudio y a la difusión de sus ideas, sea a través de centros de investigaciones, cátedras universitarias, publicación de libros, ensayos o artículos y, en otro orden de cosas, a la militancia partidaria y no partidaria. Sin embargo, también se observa un contraste muy grande con los esfuerzos muchas veces anémicos por financiar y trabajar en el estudio y la difusión de las ideas en las que se sustenta una sociedad abierta.

Hace tiempo escribí una columna titulada “El síndrome del poeta” donde apuntaba a mostrar que habitualmente en círculos de artistas, escritores de ficción, sacerdotes, escultores, músicos, poetas y equivalentes donde hay una gran sensibilidad y creatividad, sus integrantes tienden a rechazar las propuestas liberales y se inclinan por el socialismo. Si algún liberal se acerca a esos círculos con el propósito de elaborar sobre ideas sociales, la reacción puede resumirse con esta respuesta: “no me va a explicar usted el significado de la ley de la oferta y demanda, el proceso de formación de salarios, el multiplicador bancario, el librecambio, análisis fiscal o el teorema de la regresión monetaria, puesto que nosotros estamos en temas mucho más sublimes y alejados del burdo economicismo”. Sin embargo, cuando se pronuncian en temas sociales, sus aseveraciones resultan alarmantes y terminan perjudicando gravemente a quienes dicen quieren proteger.
Ahora bien, ¿por qué este contraste entre una y otra posición en cuanto al entusiasmo en el trabajo por parte de las izquierdas y tanta desidia entre quienes se dicen partidarios de la sociedad libre? Encuentro la explicación en lo que se denomina la “mística”, esto es, quienes siguen doctrinas envueltas en misterios y cargadas de contemplaciones a situaciones trascendentales y perfectas, muchas veces -a pesar del dictum marxista de que “la religión es el opio de los pueblos”- asimiladas a posturas religiosas afectadas y exuberantes linderas en el fanatismo. Me parece que esa es la clave de nuestra incógnita. Unos más fantasiosos y otros menos, todos los socialistas dibujan sociedades perfectas.
Así lo han hecho Sismondi, Saint-Simon, Owen, Fourier, Proudhon, Rodbertus, Lasalle hasta llegar a Marx (y antes Platón, Campanella, Moro y Harrington). Karl Marx y Engels prometen la abolición de estratos sociales y la división del trabajo, sociedad en la consignan en 1846 que cada cual “pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado y, después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos”. En definitiva Marx promete “a cada uno según su necesidad” en un estado idílico sin sobresaltos ni confrontación alguna donde la escasez carecería de sentido.

Esto se fabrica en la visión marxista con el expediente de la construcción del “hombre nuevo” desinteresado y, al mismo tiempo, autorrealizado, alejado de los venenos que impondría el régimen de propiedad privada (escribe con Engels en su manifiesto comunista de 1848 que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada”) y en la primera obra que escribieron en coautoría, en 1845, adhieren al materialismo determinista, lo cual arrasa con la condición humana, idea ya presente en la tesis doctoral de Marx sobre Demócrito presentada en la Universidad de Jena.

En todo caso, esta tarea arrogante de reconstrucción y rediseño del hombre y de la consiguiente ingeniería social siempre ha terminado en el Gulag con el espectáculo bochornoso de seres humanos escuálidos y hambrientos, en medio de la mugre y rodeados de alambrados de púa esperando ejecuciones sumarias, sometidos a todo tipo de ultrajes y vejaciones en el contexto de persecuciones implacables a disidentes, todo concebido y planificado por una cúpula de iluminados, enceguecidos por una soberbia superlativa que viven en la opulencia rodeados de alcahuetes y cortesanos-genuflexos. Y la historieta del “socialismo con rostro humano” constituye una grotesca contradicción en los términos, un imposible que pretende unir dos conceptos mutuamente excluyentes: la libertad y la servidumbre. Esto por más que, paradójicamente y haciendo caso omiso de los indecibles padecimientos a los que sus experimentos conducen una y otra vez, las izquierdas se arrogan el monopolio de los sentimientos de abnegación y magnanimidad, mientras que endosan la mezquindad y la malicia a los espíritus liberales.

De cualquier manera, la sola propuesta de “la felicidad perfecta” que proponen los socialismos hace que muchos incautos se dejen arrastrar por tamaño anzuelo y hacen que trabajen sin cesar para imponer la sociedad socialista. A esto debe agregarse que el cuadro socialista se aprecia en medio de razonamientos sobresimplificados y entrecortados que no hurgan en las consecuencias mediatas de sus políticas.

Por otro lado, el liberalismo o la sociedad abierta exige análisis detenido y propone algo mucho más prosaico y pedestre: trabajar, esforzarse y ahorrar para prosperar en un contexto de comerciantes que, para mejorar sus propios patrimonios, se ven obligados a servir a sus semejantes en un ámbito competitivo donde la contratara de la libertad es la responsabilidad por las acciones que cada uno lleva a cabo. Pongámoslo de esta manera: por un lado, se promete el paraíso terrenal y por otro la inocultable realidad de que dos más dos son cuatro y nadie parece dar la vida por semejante aritmética.

Pero es indispensable mirar el problema desde otro costado. Las faenas cotidianas en defensa de las autonomías individuales, indispensables por parte de cada persona que desea que se la respete, no pueden menospreciarse ni soslayarse. Probablemente no se trata de una “mística” pero no es menor el sostener que se trata nada más y nada menos que de la supervivencia de la condición humana, por lo que sin duda vale la pena esmerarse en trabajar diariamente. Es de esperar que las reacciones en esta dirección se produzcan en grado suficiente para que las personas con autoestima y sentido de dignidad puedan sobrevivir a los embates de un Leviatán cada vez más contundente y avasallador.

Por último, en estas lides debe tenerse en cuenta no solo el peligro intelectual de una doctrina totalitaria que arrasa con las libertades y despoja al ser humano de su esencia, sino que debe estarse prevenido de las trampas que permanentemente tienden los autócratas. En este sentido, ilustro la idea con el comportamiento del bufón del Orinoco que persigue sin piedad a toda manifestación de periodismo independiente en Venezuela. Pero las jugadas arrogantes a veces tienen sus sorpresas: al día siguiente de las elecciones parlamentarias el tirano caribeño del socialismo del siglo xxi después de su acostumbrada incontinencia verbal anunció que daba lugar a cuatro preguntas de periodistas y cuando pensó que todo estaba amañado se le filtró una de Andreina Flores... la pregunta que se hacía toda persona medianamente informada. Este interrogante hizo que el bufón de marras estallara de ira y mostrara más claramente el rostro repugnante de la intolerancia y la cobardía. Aquella corajuda periodista, en medio de reflexiones de alcahuetes y genuflexos como un tal Luis Bilbao (militante disfrazado de periodista) y de las preguntas rastreras y serviles (las otras tres permitidas por el poder) como la del corresponsal ruso, el cubano y la corresponsal de la televisión oficial venezolana, preguntó como era posible que con cantidad de votos similares a la oposición el partido gobernante haya obtenido treinta y siete diputados más que la alianza de partidos democráticos, si acaso éstos no tendrían razón de que las jurisdicciones electorales estaban dibujadas por las autoridades. Solo una muestra más de la mala fe del poder omnímodo y, afortunadamente, todo sucedió en cadena oficial para registro del mundo. Una muestra más de la kleptocracia, que no solo roba a través de confiscaciones de propiedades ajenas sino que roba representantes en la legislatura en una de las tantas fantochadas de las izquierdas en el poder.

¿QUÉ ES LA INFLACIÓN? . RICARDO MANUEL ROJAS

En las últimas décadas, muchos políticos –y economistas que avalan académicamente sus discursos-, se han empeñado en sostener que la inflación es el aumento de los precios. Ello es muy conveniente, pues permite echarle la culpa a alguien más que al propio gobierno por sus nefastas consecuencias (por ejemplo a los comerciantes que “suben” los precios, a los “especuladores”, a las variaciones del comercio internacional, etc.).


Sin embargo, la teoría económica más ortodoxa ha explicado desde siempre que la inflación es el aumento en la cantidad de dinero circulante en relación con los bienes disponibles. El aumento de los precios es una consecuencia de la inflación, al igual que la fiebre es una consecuencia de la infección. Son efectos, no causas; y el único ente capaz de generar inflación es el gobierno, al emitir moneda sin respaldo.

Pensando en esta distorsión del concepto, se me ocurrió consultar el diccionario de la Real Academia Española para ver cómo la define. Esto lo hice con cierto recelo ideológico, basado en el rechazo de que exista una autoridad política del lenguaje.

Ya en el siglo XVIII, los autores morales escoceses explicaban que las mayor parte de las instituciones sociales son el producto de una evolución espontánea que, si bien requiere de la participación humana, no son organizadas o diseñadas por ninguna autoridad o director. Adam Ferguson lo decía con estas palabras: “Las naciones tropiezan con instituciones que ciertamente son el resultado de la acción humana, pero no la ejecución del designio humano”. Es bueno recordar que tanto Ferguson como Adam Smith ubicaban entre estas instituciones que crecían espontáneamente, al derecho, el mercado, la moneda y el lenguaje.

Por eso probablemente el idioma inglés no tiene, como el castellano, una autoridad que se arrogue el monopolio de determinar el significado de las palabras que las personas utilizan. Al igual que en el mercado, existe una “mano invisible” que termina consensuando el significado de los términos entre los distintos diccionarios, sin que medie imposición de autoridad alguna.
Consulté en la página web de la Real Academia Española cuál es el significado de la palabra “inflación” en su acepción económica en la actualidad, y me encontré con esta definición: “Econ. Elevación notable del nivel de precios con efectos desfavorables para la economía de un país”.
Desalentado por esta diferencia entre la acepción “oficial” del término y su significado real, decidí consultar a la vigésima edición del mismo diccionario, del año 1984, y me encontré con que la Real Academia Española definía a la inflación de este modo hace veinte años: “Econ. Exceso de moneda circulante en relación con su cobertura, lo que desencadena un alza general de precios”.

Advertí entonces que los conceptos vienen siendo cambiados por la autoridad del lenguaje, del mismo modo que ocurría con el decálogo de la “animalidad” en la granja o con la neo-lengua de 1984, descriptos por Orwell.

Esta decisión del “dictador de la lengua”, resulta curiosamente operativa para los dictadores de la moneda, del mercado y del derecho, para usar los ejemplos traídos por Ferguson hace más de dos siglos.

El nuevo concepto impuesto arbitrariamente justifica que los gobernantes, como “dictadores monetarios”, sigan emitiendo moneda sin pudor, desligando este proceso de sus consecuencias inflacionarias; permite echarle la culpa del aumento de los precios a los comerciantes y por lo tanto intervenir como “dictador del mercado”, imponiendo “precios sugeridos”, cerrando la exportación de productos, etc., y como “dictador de la ley”, amenazando con la cárcel a quienes no acaten sus regulaciones, como ocurre con la ley de Abastecimiento en Argentina.

El punto de partida de todo ello es torcerle el sentido a las palabras, distorsionar los conceptos, y de ese modo evitar una discusión razonable sobre la realidad.

Pero como decía Francis Bacon, “la realidad, para ser comandada, debe ser obedecida”. Distorsionarla, sólo puede conducir al caos general, incluso para quienes piensan que el engaño es una forma aceptable de gobierno.

La causa de la inflación seguirá siendo el aumento de la emisión monetaria, aunque filólogos y políticos pretendan disponer otra cosa.

RAÚL CASTRO Y EL GÉNIO DE LA LÁMPARA. CARLOS ALBERTO MONTANER

En La Habana cuentan que Raúl Castro se encontró una vieja lámpara perdida en la azotea del Comité Central, la frotó y se le apareció el clásico genio. “Pídeme dos deseos”, le dijo la criatura. “¿No eran tres?” –preguntó Raúl extrañado. “La situación es muy mala –contestó el genio—y hemos reducido la cuota”. “Muy bien –dijo Raúl–, convierte el Hotel Nacional en un edificio de oro. Lo vendo y salimos de todas las deudas”. “No seas idiota, Raúl –le respondió el genio, que tenía muy mal carácter–. Eso es imposible. Yo soy un genio, no un mago”. Y agregó: “¿Cuándo has visto tú que un edificio se transforme en oro? Pídeme el segundo y último deseo”. Raúl suspiró, pensó un rato, y le dijo: “logra que el comunismo cubano sea eficiente y productivo para poder salir de la crisis”. El genio se le quedó mirando y contestó, resignado: “Bueno, ¿dónde está el edificio ése que quieres que te convierta en oro?”.

Raúl Castro está empeñado en que el comunismo cubano sea eficiente y productivo. No comparte el pesimismo del genio del cuento. Sus reformas no están encaminadas a crear libertades políticas y económicas, como esperaban los más ilusos, sino a salvar y relanzar el modelo socialista de economía planificada, dirigido por los sabios y bienintencionados burócratas del Partido, donde predomine la propiedad estatal de los medios de producción, ahora acompañado de cooperativas y de un tenue tejido microempresarial privado, también sujeto a los objetivos generales del Estado y bajo la estricta vigilancia del gobierno para que la acumulación de riquezas no sea excesiva. O sea, el mismo monstruo, pero imperceptiblemente mutado.
Para lograr sus propósitos, Raúl ha puesto en circulación un documento de 32 páginas titulado “Lineamientos de la política económica y social”, que será el foco de las discusiones hasta llegar al VI Congreso del Partido Comunista convocado para abril del 2011. Nada de exámenes políticos de fondo. Nada de cuestionamientos esenciales al sistema dictatorial que mantiene a los cubanos en una creciente miseria desde hace más de medio siglo. La discusión se limita al tema estrictamente económico.

Era previsible. Raúl no es un ideólogo. Ni siquiera se considera un político. Se ve como un gerente, un tipo pragmático, organizado, capaz de armar un equipo de trabajo, asignar responsabilidades, establecer calendarios y hacer cumplir las metas con mano dura. Siempre ha percibido a su hermano como un ser superior, genial, más inteligente que él, pero caótico, arbitrario, torpe en la elección de sus subalternos e incapaz de desarrollar planes a largo plazo. Piensa que sin Fidel no hubiera habido revolución, pero estima, como muchos cubanos, que por culpa de Fidel y de sus arrebatos anarcolocos la revolución es un desastre.

Raúl cree que él puede arreglar ese desastre. Será su gran victoria personal en la secreta competencia que mantiene con su hermano mayor. Durante toda su vida ha sido un segundón, un apéndice a veces humillado del Máximo Líder (a Raúl le llaman, en voz baja, el Mínimo Líder), pero ésta es su oportunidad histórica de ganarle esa batalla íntima y dolorosa y demostrar que él es capaz de triunfar donde el otro fracasó estrepitosamente. Aspira a que el escueto epitafio de la tumba mediática en que seguramente los enterrarán algún día, dirá: “Fidel Castro, que era el más listo y audaz, hizo la revolución comunista. Raúl, que era el más sensato y organizado, la salvó y consiguió perpetuarla tras la muerte de ambos”. Esa será su victoria.

Aunque la reforma es económica, el objetivo de medio y largo plazo es de carácter político. Raúl sabe que el fracaso material del gobierno es de tal magnitud que difícilmente el régimen sobreviva cuando él y Fidel no estén al frente de los cuarteles. Ya casi nadie cree en el sistema porque el sistema, como se le escapó a Fidel, “no funciona”. Para poder transmitir ordenadamente la autoridad dentro de las instituciones del Partido y evitar el derrumbe post mortem, hay que legitimar a la clase dominante aportando comida, vivienda, agua potable, comunicaciones, electricidad, transporte, ropa, salud, educación y un mínimo de diversión.

Hasta ahora han podido sobrevivir gracias a la caridad soviética, primero, y luego a la venezolana, pero Hugo Chávez es un tipo impredecible que puede desaparecer mañana, como ocurrió con la URSS. El sistema comunista cubano tiene que ser autosuficiente, especialmente si se mantiene el propósito de entronizar la dinastía dejando en el poder a Alejandro Castro Espín, coronel de los servicios de inteligencia e hijo y mano derecha de Raúl.

Pero todo es una fantasía. Su reforma del aparato productivo fracasará, como ocurrió con las otras seis anteriores que ha implementado el gobierno a lo largo de más de cincuenta años. Raúl cree que el sistema se salva si las empresas en poder del Estado se vuelven eficientes y rinden beneficios. Las va a operar con criterios comunistas, pero va a juzgar sus resultados con categorías del capitalismo. Eso es un disparate. Quiere que las empresas produzcan cada vez más con cada vez menos, que es la esencia de la productividad capitalista, y por eso en el plazo de dos años va a lanzar al desempleo a un millón trescientas mil personas, una cuarta parte de la fuerza laboral, sin advertir que el pecado original del modelo comunista está, precisamente, en la propiedad estatal de los medios de producción y en la existencia de un poder central planificador manejado por burócratas que toman las decisiones, determinan los precios artificialmente y aplastan la creatividad y el espíritu emprendedor de la sociedad.

Raúl supone que el modelo comunista se basa en ideas correctas hasta ahora mal ejecutadas. Morirá sin entender que las enormes deficiencias del comunismo real son la consecuencia natural de las ideas disparatadas de Marx, Lenin y el resto de los corifeos. Desaparecerá sin comprender el pesimismo del genio de la lámpara.

raulamiel@gmail.com

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