BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

martes, 8 de septiembre de 2009

* “MUJER CON OVARIOS”




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*UNASUR, AMÉRICO MARTIN,

Lo inquietante no es que haya salido mal parado de la cumbre extraordinaria de Bariloche, sino sus reacciones posteriores, que son --usemos la jerga del boxeo-- golpes telegrafiados. Tampoco es que UNASUR hubiese sido una tumba.

Los mandatarios reunidos en aquel balneario frenaron los extremos: los del ALBA, acaudillados por Chávez, no obtuvieron al menos una moderada satisfacción a sus exigencias, pero Uribe tampoco quiso encender el fuego de la injerencia bolivariana en sus realidades internas. Todos oyeron su grave denuncia, dada como al desgaire, sobre la presencia de Iván Márquez y Timochenko en Venezuela, y no obstante guardaron silencio, conscientes de que la entrada de una cuestión tan seria les impondría definiciones para las cuales no están preparados. Prefirieron dejar las cosas de ese tamaño.

En definitiva, Uribe no podía esperar una victoria superior a la que sin duda obtuvo, ni Chávez una derrota peor que la que sufrió, lo que nos lleva a la penosa conclusión de que UNASUR (siguiendo el ejemplo de la OEA) no está para hacer justicia, lo cual tampoco equivale a decir que no sirva para nada.

En Bariloche, y antes en Quito, la organización pomposamente fundada en la retórica cumbre de Margarita, sirvió cuando menos para contener las alucinaciones extremistas del ALBA. Es poco, pero peor es nada. No prosperó en Quito ni en Bariloche la condena o la simple crítica al acuerdo militar colombo-estadounidense. La diferencia es que en Bariloche se evidenció la fragilidad retórica del ALBA. Humo, vacío, oquedad. El chascarrillo de Alan García hizo sonreír a todos, menos a Chávez. Y en verdad, ¿para qué tomar por asalto militar el petróleo, si Venezuela le vende ``llave en mano'' a EEUU todo el que necesita? Además, carga el vendedor con la compleja administración del contrato colectivo y las subsecuentes protestas obreras. Mejor, imposible. Y, petróleo aparte, ¿en el supuesto delirante de una ``invasión'' no sería mejor hacerlo desde la IV Flota?

Quedó sin habla, lo que en su caso ya es decir. Desde la humilde tornavolta a Venezuela, su reacción era previsible, tenía precedentes. Recordemos: enmudecido en Santiago de Chile por las duras palabras que en tono imperioso le dirigió Juan Carlos I, se le ocurrió comentar: ¡Ay del rey si yo lo hubiera oído! En Bariloche anunció que en su portafolio llevaba pruebas irrefutables sobre la maquinación militar de EEUU y Colombia. Muy bien, ¿por qué no las presentó? ``No lo consideré oportuno'', fue su inaudible respuesta.

De cómo interpreta el hombre el estado de su propia política internacional ilustra su declaración en Libia sobre el fiasco de Honduras. Ya no se puede esperar el regreso de Zelaya porque --son sus palabras-- ni un solo militar ha desertado, la campaña electoral comenzó y el liberalismo desconoce al presidente derrocado. Atrás quedaron la insurrección inminente y el regreso desde Ocotal para el apoteósico recibimiento en Tegucigalpa. El brusco reencuentro con sus aliados ultraoceánicos encubre la humana necesidad de recibir loas en alguna parte. Si en Latinoamérica es inocultable su retroceso, espera que sigan rodilla en tierra sus explosivos aliados de Africa, Medio Oriente y la Belarús de Lukashenko, último tirano de Europa, como se le conoce. Con un baño de alabanzas exaltadas quizá supere el insomnio.

Pero a despecho de su despecho, en algo ha salido beneficiado. Puesto que por ahora UNASUR no pasará de la epidermis de los problemas, probablemente --cual los tres monos sabios del Templo de Toshogu-- no hablará, no oirá y no verá la bestial arremetida contra la democracia y los líderes de la disidencia, que ahora mismo está incendiando a la atormentada Venezuela.

AMERICO MARTIN
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*EL RUGIDO DEL RATÓN, EL ATERRIZAJE DEL “COMANDANTE VAQUERO” EN MAIQUETIA, HÉCTOR ÑAUPARI

Toda la mañana del pasado jueves 13 de agosto, los vuelos privados y comerciales del aeropuerto de Maiquetía sufrieron retrasos de hasta cuatro horas. Ejecutivos con citas en Panamá y Miami tuvieron que posponer sus compromisos. Diversas conexiones, a múltiples lugares del mundo, se perdieron.

Se pensaría que la razón para semejante atraso consistía en la llegada o salida del benemérito Chávez o la de Hillary Clinton. Pero no. Era el aterrizaje del “comandante vaquero” Mel Zelaya. Aún no sabemos si vino a charlar con su mecenas, o simplemente a acudió a gasear el jet y rellenarse la cartera con petrodólares. Porque si no fuera por Chávez, Zelaya estaría dando sus conferencias de prensa en alguna pensión barata de San José o, peor aún, de Managua.

Todo el mundo parece saber esto. Los ciudadanos de nuestros países reconocen el travestismo político y el apetito de poder de Mel. Quienes no lo entienden son los gobiernos, que siguen prohijando el protagonismo de Zelaya al amparo de la revolución bolivariana, la que no desean en sus países pero legitiman con sus desaciertos, los mismos que se agravan cuando vemos que las intenciones de Mel no eran el respeto de la República hondureña y a su constitución, sino regalarle su país a Chávez.

Es sorprendente que dichos gobiernos, en aras de defender un resultado electoral, minimicen el valor del estado de derecho. Además de equivocado, esto es muy peligroso: si, debido a las horrorosas violaciones al derecho y las leyes los pueblos insurgen contra un gobierno democráticamente electo, sus pares latinoamericanos no reconocerían esa insurgencia, a pesar de disponerse en las constituciones que han jurado defender. Pareciera que, defendiendo a Zelaya, desnudasen la oscura intención de atentar contra sus estados de derecho y pretender continuar en sus sillones permanentemente.

Este peligro se nos aparece, más terrible, cuando tomamos en cuenta que todas las constituciones de América Latina establecen, con sus matices, recortes a los mandatos presidenciales o vacancias a los primeros mandatarios cuando éstos cometen delitos contra sus cartas magnas. Para ello, se dispone un proceso previamente establecido, que involucra a los tres poderes del Estado, y que puede concluir con la continuación o recorte del mandato del Presidente. Además, como ya vimos, esas mismas constituciones reconocen el derecho de los pueblos de nuestra región a la insurgencia.

Sin embargo, la nueva doctrina de la OEA, aceptada sin atisbo de pudor por la mayor parte de nuestros líderes, sostiene que esos procedimientos de recorte del mandato o vacancia no tienen ningún valor, como tampoco el derecho constitucional a la insurgencia, y que los presidentes pueden concluir sus mandatos sin importar que violenten los derechos fundamentales de los ciudadanos, a quienes deben servir, o quiebren sus constituciones, encontrándose legitimados para cometer esos delitos por el solo hecho de ser elegidos. Nuestros pueblos deben tomar debida nota de esta medida, y actuar en consecuencia.

Claro está, hay otros peligros, ya éstos de orden político. Supongamos que el depuesto por su pueblo fuese Hugo Chávez o Daniel Ortega. En ese caso, la furia de Insulza será inmensa. ¿Tendría el mismo ímpetu si los colombianos botan a Uribe? ¿O los guatemaltecos a Colom? Apostamos que no. Para muestra, un botón: ¿Qué hace la OEA ante el flagrante despojo a Antonio Ledezma de la Alcaldía Mayor de Caracas? Un despojo en contra de la elección popular y del estado de derecho simultáneamente. Pero es Chávez, a quien el secretario general defiende, en lugar de la carta democrática, que hoy es violentada por su propio detentador.

La verdad es que la cobardía nunca nos va a otorgar dignidad. No olvidemos que no solo es cobarde quien no se atreve; también, quien se ensaña con los más débiles. Y como Honduras es pobre, pequeña y débil, los países que se dicen sus hermanos se ensañan imponiéndole sanciones y castigos cobardes, los mismos que no piensan ni un momento imponerle a sátrapas como Fidel Castro y Chávez mismo.

Con todo esto, brilla como el sol el coraje de los hondureños por defenderse, no de Zelaya, sino de Chávez. Los que vemos con algún detenimiento las protestas de los simpatizantes de Zelaya, observamos que no son muchos, pero cada día aparecen mejor pertrechados. Una manifestación de repudio al gobierno con gente traída de todos los rincones de Honduras es una operación costosa, como sostendría cualquier agitador político. Las costosas figuras en papel maché conque se burlan del gobierno no se pagan con colectas populares, máxime cuando las organizaciones gremiales y empresariales del país no están con Zelaya. Así, la pequeña Honduras, casi un ratón, ha rugido como un león al momento de defender no solo su estado de derecho sino su soberanía contra el intruso populista.

Los latinoamericanos de a pie apoyamos al país víctima, en tanto que sus gobiernos se han puesto del lado de sus agresores. Esperemos que la sensatez y no el cálculo político sea la que prime en las horas difíciles que viven nuestros hermanos hondureños. Entretanto, hondureños, estamos con ustedes.

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*CONTRADICCIONES REVOLUCIONARIAS: CHÁVEZ PA’SIEMPRE ¿ESO ES DEMOCRACIA?, POR: ANDRÉS SIMÓN MORENO ARRECHE

Una de las consecuencias más nefastas de la concentración del poder (de cualquier poder, en cualquier sistema) es la eternización del mandante. Quien se siente ‘ungido’ por el destino no acepta, ni si quiera concibe, la posibilidad que otro pueda desempeñarse en su lugar cimero, con igual performance o incluso mejor que él, y aunque haya llegado a donde está por el voto popular o por la aclamación de sus iguales, rápidamente olvida la legitimidad de su origen, el talante democrático que lo condujo hasta esa posición, y entonces se autoproclama, usualmente por vías de facto, transformándose en el primus imperator, cuya voz no ha de ser contradicha, y cuyo poder habrá de prolongarse ad infinitum.

La reelección permanente de cualquier mandato, en especial la del Presidente de la República transforma el ideal de la horizontalidad socialista protagónica, en la dependencia de un líder ungido y autoproclamado, que además afecta al Estado de Derecho y convertirá al sistema democrático en servidumbre del ciudadano o en mesianismo cuasi-autoritario, con respaldo de opinión.

Desde el momento en que se refrendó el pasado 15 de febrero la reelección del Presidente, se construyó el escenario para el enfrentamiento del pueblo contra la democracia, un pueblo que es instrumento de una clase política poco recatada frente a la moral pública y a la ley, y por un Presidente que controla toda la agenda política y que quiere ser él el Estado, versión caribeña de L'État c est moi.

La reelección coacciona el ejercicio del poder pues al aprovecharse de unos aspectos de la democracia como la participación, se distorsionan otros como el equilibrio de poderes, la alternabilidad y la libre circulación de las ideas. La reelección presidencial no es un auténtico proyecto político de transformación social o de desarrollo ciudadano. Es un proyecto para controlar los hilos del poder, en su manifestación más pura y a la vez más estéril. Un proyecto auto-referenciado, en el sentido de que el poder sólo se justifica si es para “mí”; de modo que desde el “mí” del gobernante, es que el poder adquiere algún valor, y deja de lado las necesidades de la sociedad, para dedicarse a las del gobernante.


El sociólogo Anthony Guiddens decía que el poder adquiría sentido si era para cambiar situaciones; para transformar relaciones, podría agregarse. Pero en Venezuela, el proyecto político de Chávez y poder ciudadano se divorcian a partir del afianzamiento del Presidente en el poder, con lo que comienza a desnaturalizarse el ejercicio mismo de este último, en lo que tiene que ver con su dimensión de buscar consensos y de apropiarse de los recursos para gobernar la sociedad.


El ánimo de prolongar el mandato de un gobernante, aún si es bajo los mecanismos de la democracia, se explica, o bien por el sólo interés de mantener el poder y sus ventajas, es decir, por el interés del gobernante y de su séquito, o bien por sostener un proyecto de largo aliento, que tiene como propósito la conducción transformadora de la sociedad, en ‘algo’ que se le tiene oculto a esa sociedad, como ha sido develado en Venezuela el aberrante proyecto social del Socialismo del Siglo XXI, que ni está contemplado en la Constitución de 1999, ni fue declarado como Visión de Estado, sino recientemente, luego de que el Presidente tomara control de las Instituciones democráticas que habrían de controlarle a él, gracias a una Asamblea Nacional sumisa y obsecuente.

Toda reelección lejos de consolidar la revolución, sólo pone de manifiesto su ausencia. Sostener que hay necesidad de una reelección indefinida para el mismo Presidente es sembrar en el vacío la justificación de un poder que se quiere conservar. Es quitarle de hecho la sustanciación histórica y real que toda revolución requiere para el natural ‘aggiornamiento’ que el tiempo y los cambios sociales obligan a enfrentar. En la historia de la política durante los últimos cien años no hay nada que justifique el entronque histórico entre un líder mesiánico y los colectivos que pretende dirigir. Por muy bueno que haya sido cualquier Presidente en cualquier democracia occidental, no hay nada que obligue a excluir a los demás personajes de la vida política por la sola razón de que fuesen incapaces congénitamente para aplicar proyectos y programas, iguales o distintos, para alcanzar los mismos objetivos de justicia, igualdad y paz social.

Chávez ¿Presidente constitucional o líder mesiánico?

Asumir que Chávez es un sujeto histórico insustituible, una figura providencial, es pisar los terrenos inmateriales e inaprehensibles del mesianismo. Y no simplemente los del interés terrenal y prosaico de una dirigencia política y de un Presidente sin estatura de estadista, aunque, dotado ciertamente de una extraordinaria capacidad histriónica para el mitin, el caradurismo de la mentira como política comunicacional de Estado y el accionar mediático.
En realidad, el reeleccionismo de Chávez, reúne tanto los ingredientes del interés mezquino, el de la simple conservación del poder por una élite política que quiere perpetuarse en medio de los vacíos de un proyecto, como los impulsos primigenios de un mesianismo en ciernes. Lo cual, de prolongarse como es su voluntad, ad infinitum, acarreará efectos políticos, institucionales y culturales de carácter regresivo, desde el punto de vista de la democracia. La consolidación de una figura en el poder, el mesianismo político, sólo es posible en estructuras sociales que nada tienen de democráticas pero mucho de totalitarias. Los efectos de la consolidación del poder en Chávez y para siempre tienen efectos a corto, mediano y largo plazo, que los venezolanos ya podemos apreciar en las instituciones del Estado, en el régimen político del Gobierno y hasta en la cultura de la sociedad.

La reelección permanente de Chávez en el poder no sólo afecta la arquitectura institucional de la revolución socialista, sino que distorsiona el juego democrático y la cultura de la alternancia política, con efectos que ya estamos viendo los venezolanos: Concentración del poder, supresión política de la participación ciudadana e involución de la democracia con desaparición de su condición ‘protagónica’.


La prolongación del gobierno de Chávez implica más y más concentración mayor del poder en manos del Presidente. Como hemos visto en los últimos diez años, la marcha inercial de los mecanismos con los que funciona el Estado, el momento crítico de las decisiones tiende a trasladarse hacia el Presidente; la prolongación de su mandato acumula todas las posibilidades de decisión en él, y el resultado ya está a la vista: Centralización administrativa, des-federalización, castración administrativa de las competencias de las Gobernaciones de Estado y asignación de recursos, programas y actividades a las regiones sólo y exclusivamente por el capricho o la benevolencia presidencial.

En el actual régimen presidencial totalitario, todos los caminos conducen, no a Caracas sino a Miraflores, al entorno del Jefe de Estado, a su ‘anillo cero’. Este último es el que lo conecta con el pueblo y establece una alcabala por donde se filtran necesidades de todo tipo y hasta la realidad cuando ésta debe ser del conocimiento del ‘mesías’, aunque a veces presenta fisuras como la que se observó en el ya famoso ‘Aló Presidente’ y entonces, el mesías se enteró, por mampuesto, que existe una cosa que se llama ‘ruleteo’ en los hospitales públicos, y las mujeres tienen que parir en las aceras, como animales.


La evidencia de que existe totalitarismo en la gestión pública del Gobierno es la mayor acumulación simbólica y material, en los recursos de la decisión y del poder. En primer lugar el fenómeno se presenta por una total subordinación del Poder Legislativo frente al Poder Ejecutivo, y al amparo de un sistema de incompetencia democrática, las actividades de la Asamblea Nacional se ocultan en lo que Guillermo O’Donnell ha dado en llamar una “Democracia Delegativa” que en Venezuela se evidencia en la Ley Habilitante con la que la Asamblea Nacional se auto defenestró, política y legislativamente.

Es decir, se trata de una no-democracia en la que la Asamblea Nacional abdica de su misión legisladora para ofrecerla al señor Chávez. Esta situación es una muestra fehaciente es la confirmación de que la actividad parlamentaria siempre se ha subsumido a la voluntad del Poder Ejecutivo, pero más abiertamente y con mayor descaro a partir del referendo aprobatorio para la reelección del Presidente.

Esta concentración afecta al régimen político, pues ha inclinado la balanza a favor del Presidente, afectando gravemente el Estado de Derecho, ése que formal y funcionalmente fija los controles frente a un centro de poder hegemónico, como es el de la Presidencia de la República. Se trata de controles y contrapesos que provienen de instituciones como la Corte Suprema de Justicia, la Contraloría General de la República, la Fiscalía General y el Conseja Nacional Electoral, organismos en cuya composición y titularidad influye descaradamente la voluntad del Presidente, y cuya autonomía ya no estará asegurada porque los titulares de esos poderes del Estado someten a estos órganos a una línea de sumisión frente al Presidente, facilitándole las condiciones favorables para ejerza su presión sobre ellos.

La excesiva subordinación de la Asamblea Nacional transforma la democracia participativa y protagónica en una democracia delegativa porque rebaja el debate público como proceso previo a las decisiones de Estado; pero la ausencia del control y del contrapeso de la Justicia y la Contraloría y de la Fiscalía, debilita profundamente el Estado de Derecho en Venezuela; de modo que ambos fenómenos van a degradar el concepto revolucionario de la democracia protagónica porque en la realidad se vive en una autocracia mesiánica.

El segundo efecto de la reelección indefinida del Presidente tiene que ver con el empobrecimiento del juego de opciones políticas, aún dentro del PSUV, por la legítima y constitucional aspiración de la conquista del poder; y con las restricciones en perjuicio de la alternabilidad política. Esta última constituye la posibilidad cierta de que otros factores políticos distintos al partido de gobierno, o aún dentro de éste, puedan acceder a la presidencia de la República dentro del juego libre y democrático del contraste de opciones, y dentro de los parámetros de unas reglas transparentes, previamente establecidas y respetadas.

La reelección atenta contra cualquier concepción socialista de Estado porque acrecienta las expectativas de servidumbre con relación al Presidente, convertido en Príncipe maquiavélico, permanentemente empeñado en conservar el poder. Cualquier dirigencia política, aun aquella que se define opositora y fragmentada en partidos y empresas políticas, sin un proyecto propio, como no sea la conservación de la representación parlamentaria, girará al en torno a quien garantice la conservación del poder. Lo hará por supervivencia, por el interés patronal de conservar lo que maneja. O por simple oportunismo, eficaz en cuanto implique mimetizarse bajo el halo que cubre a un gobernante, apoyado por la opinión y casado con sus causas, aunque ello signifique la traición a principios y valores democráticos.

La reelección presidencial de Chávez ha disminuido el debate político, no sólo en el colectivo, sino muy adentro del PSUV; ha reducido el sentido de la pluralidad del pensamiento político en las organizaciones que le apoyan, y desvanece las esperanzas de alternancia en el poder. Alternancia que no sólo encierra la ilusión del cambio sino el abanico de propuestas efectivas para ensayar otras propuestas, igual de válidas aunque enfrentadas ideológicamente a la tesis socialista del Presidente, para ser aplicadas en una sociedad, como la venezolana, apena en permanente construcción. El sólo hecho de que la reelección de Chávez encierre una sola línea de acción política ha mermado las propuestas alternativas dentro de su propio partido y le ha significado un precario crecimiento sin desarrollo, lleno por otra parte de sobresaltos y de situaciones azarosas que corroe a las dirigencias de base y pervierte la visión socialista del partico, como herramienta de emancipación popular.

Con la reelección indefinida de Chávez, se reeditará la continuidad en la sumisión transada por el PSUV y los otros partidos que lo secundan. Las consecuencias políticas ya han mostrado a la luz pública la cara oculta de ese entreguismo. Ya existe claudicación en las opciones de relevo en el Partido Único y obturación de alternativas para la renovación de los dirigentes de base. Es el estancamiento del juego de las alternativas que el sistema debe estimular, en vez de sofocar, tal como lo hace el Presidente Chávez con el razonamiento de que su presencia es necesariamente la única que puede garantizar la consolidación del socialismo en Venezuela. Eso y el híper presidencialismo soviético del camarada Stalin es lo mismo, pues en la Venezuela actual se vive, a partir del referéndum que aprobó la reelección indefinida de Chávez, una serie de deformaciones burocráticas que han reproducido nuevas situaciones de dominación y contradicción de clases, lo que convierte al Socialismo del Siglo XXI (plataforma ideológica de Chávez y del PSUV) en radicalmente opuestos a la filosofía autogestionaria y democrática del socialismo y visceralmente enfrentados a las propuestas o prácticas llevadas a cabo por referentes como Lenin y el partido bolchevique.


La domesticación de los partidos políticos que en su mayoría integran las mesas opositoras, comenzó mucho antes de la aparición de Chávez en la escena política. Se inició desde la debacle de ‘La Gran Venezuela’, pero con la afirmación del referéndum reeleccionario presidencial de febrero de este año, Chávez agrega el fenómeno de un trastrocamiento en el proceso de intermediación política con el Estado. Durante las décadas de la mal llamada Cuarta República (Manuel Caballero tiene mucha tinta derramada en la explicación histórica sobre la inconsistencia numérica de ‘las repúblicas’ del Estado venezolano) durante ese lapso, decíamos, los partidos, las oligarquías, los sindicatos y los parlamentarios se apropiaron, por vía del clientelismo, de la intermediación entre los ciudadanos y el Estado. Ahora se les arrebata con los Consejos Comunales manipulados organizativamente y financieramente desde Miraflores y el PSUV, lo que ha acrecentado la impronta política presidencial y su condición de único intermediario en todos los niveles. Se ha eliminado una porción sustanciosa de la interacción política de los ciudadanos con sus voceros naturales, aunque se mantiene parte de una burocracia regional, representada por las gobernaciones y las alcaldías, cada vez más constreñidas política y administrativamente.


Desde las organizaciones políticas que le dan sustento al Gobierno no se han percatado que la reelección presidencial de Chávez significa, para los partidos y la dirigencia política y social, un trastrocamiento en la intermediación de las vocerías y de las relaciones entre ciudadanos y dirigencias de base, pues la intermediación es, ahora, nominal y por ello vemos que ha desplazado a los parlamentarios, porque los mantiene subordinados a la voluntad presidencial. Es por ello que el juego de la competencia entre las diferentes organizaciones partidistas que apoyan a Chávez se empobrece por la abdicación de la intermediación política y de la voluntad de constituirse en la representación política de quienes les eligieron.

Todo esto no es otra cosa que involución de la cultura política venezolana. La reelección presidencial de Chávez significa la consolidación de un universo de actitudes reactivas para entender la sociedad, es decir, hay una involutiva cultura cívica, en la que los valores prevalecientes no son la libertad, la pluralidad de las ideas o la democracia, sino la consolidación de un proyecto político de reestructuración social, inexistente constitucionalmente hablando, pero vigente y rampante en el accionar del Poder Ejecutivo del Gobierno de la República.
En el discurso del Presidente Chávez, el “enemigo” no es la injusticia social sino Colombia y ‘las bases del Imperio’ en territorio colombiano. Pero hay que recordarle al Presidente Chávez que la desigualdad social existe porque el Gobierno ha sido incapaz para garantizar los principios básicos que establece la Constitución. La injusticia social no provoca los conflictos; son éstos los que no permiten conseguirla. La inseguridad en la que vivimos los venezolanos no es un engendro mediático ni una falsa percepción de la ciudadanía, son acciones concretas, cifras de fallecidos a manos del hampa, muchas veces promovida, por acción u omisión, por los organismos de seguridad ciudadana encargados de reprimirla.


En consecuencia, y dentro del discurso presidencial, no es una determinada forma de organización social, con sus estructuras de poder, las que encarnan la desigualdad, la pobreza y la carencia de progreso. Son la percepción equivocada de la ciudadanía, los agentes de la CIA y sus lacayos, los ‘pitiyanquis los accionantes del paro golpista petrolero ‘mesmo’ y, por extensión, los partidos y organizaciones sociales opositores los que producen los males en la sociedad. Por este descabellado discurso, con el que se debe luchar para lograr transformación (en realidad una no-transformación) es contra ‘el imperio’. Sólo ‘el imperio’ -desde la visión mesiánica del Presidente Chávez- es el culpable de la muerte de más de 150.000 venezolanos, a manos del hampa en los últimos 10 años y medio de su gestión. Sólo ‘el imperio’ carga con la responsabilidad de su ineficiencia en salud, educación e infraestructura física de la nación. Para el Presidente Chávez, el ‘Imperio Contraataca’ siempre y en todo momento.

Como vemos, se trata de un discurso que encuentra su asidero real en los atropellos inauditos que comete el mismo gobierno, por acción u omisión, pero que lleva en su mensaje la manipulada inversión de los valores, la de las relaciones sociales y la de los protagonistas que la encarnan, todos puestos al revés.

- El discurso del Presidente Chávez comporta un elemento de carácter omisivo, el de que las únicas reformas necesarias son las que le atornillan en el poder, y no aquellas que reduzcan la minusvalía de los ciudadanos frente al poder y su responsabilidad en lo social o lo político, pues consolidado el socialismo, el desarrollo sobrevendrá por sí solo.

- Chávez completa su paquete discursivo con la sacralización del Socialismo y la necesidad histórica de su sempiterna reelección. Con la reelección presidencial se garantiza, no el progreso del país, sino la consolidación de un proyecto político personal, profundamente estalinista. Con la reelección presidencial, Chávez se asumió como “el irreemplazable”, como otro caudillo más de la nefasta historia venezolana, que como aquellos, se asume poseído por la voluntad y la capacidad únicas para derrotar a un enemigo, ‘el imperio’, frente al que los demás aspirantes, presentes o futuros, del PSUV o de cualquier otra organización política, retrocederían o claudicarían.
Así ha construido Chávez su discurso y el del gobierno, que no es otro que la necesidad de su presencia y de su mensaje para garantizar los destinos de la Patria. En su Delirio sobre un inexistente Chimborazo, Chávez se nos presenta, epopéyicamente, para que los ciudadanos depositen en él sus anhelos de libertad no practicada. Convierte así en el paladín de una sociedad que se encamina hacia un socialismo más que utópico, no sólo por apellidarse ‘Del Siglo XXI’ (centuria que apenas comienza con la desaparición y el mimetismo del socialismo a nivel mundial), sino porque la utopía está en los referentes: Marx, Bolívar y Zamora, tres personajes que sería imposible hacerlos sentar en una misma mesa sin que se produjese un colapso.

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*ESTRATEGIA DE CHÁVEZ PARA SUMAR A CHILE AL “SOCIALISMO DEL SIGLO XXI”, CARLOS A. MONTANER

Hugo Chávez se está convirtiendo en el gran elector de los países del cono sur. En la tradición religiosa católica, cuando se reunían los cardenales para elegir a un nuevo papa, quien realmente seleccionaba al nuevo pontífice era el Espíritu Santo que los inspiraba. Ellos emitían su voto, pero el gran elector era el Espíritu Santo. Hugo Chávez es el Espíritu Santo del “socialismo del siglo XXI”. El elige a los papas. Hugo Chávez es el Espíritu Santo del “socialismo del siglo XXI”. El elige a los papas Primero fueron las maletas llenas de dólares destinadas al inefable matrimonio Kirchner, inesperadamente descubiertas en un aeropuerto bonaerense por una funcionaria honorable que se negó a ocultar el delito. Ahora parece que el coronel venezolano quiere hacer elegir en Uruguay a su amigo el tupamaro José Mujica, candidato del Frente Amplio, mientras en Chile apuesta por el senador Marco Enríquez-Ominami, quien encabeza una fuerza de izquierda radical escapada de la Concertación que gobierna al país desde 1990, cuando Patricio Aylwin asumió la presidencia.

EL CASO DE URUGUAY Esta vez los dólares chavistas no llegaron a Uruguay en burdos maletines sino disfrazados de un simple negocio. Algo habían aprendido del anterior escándalo. De acuerdo con la investigación llevada a cabo por el muy respetable semanario Búsqueda, la empresa Apliser S.A., fundada en enero de 2008, y cuyo primer presidente era un primo hermano de Lucía Topolansky, esposa de José Mujica, hizo imprimir en Uruguay 50,000 ejemplares de unos materiales relacionados con la topografía y catastro venezolanos, al costo de $6 por unidad, y los exportó a $498 a una oscura dependencia del Poder Popular para el Ambiente, un ministerio venezolano que es algo así como la Cueva de Alí Baba, lo que supuso un beneficio de 32 millones de dólares para los uruguayos. Por cada dólar invertido recibieron 83 de ganancia. Un negocio mejor y más seguro que vender cocaína. Era así, por cierto, como la URSS, por medio del KGB, financiaba los partidos comunistas europeos. La operación de compra de libros a Uruguay … necesitaba el visto bueno de Chávez
Naturalmente, la señora Topolansky ha negado con energía cualquier vínculo con esas trampas, mientras su esposo se mantiene relativamente silencioso, pero la investigación sigue su curso. Sin embargo, los expertos en las injerencias del chavismo en América Latina opinan que una suma de esa naturaleza, que requiere la aprobación de media docena de entidades oficiales, no es una simple estafa al golpeado patrimonio de los ciudadanos venezolanos perpetrada por unos uruguayos deseosos de ganar mucho dinero fácil y unos cómplices “bolivarianos” ladrones, sino una operación política de envergadura que inevitablemente necesitaba el visto bueno del coronel para poder ser perpetrada.

EL CASO DE CHILE La injerencia chavista en Chile ha tomado otro curso: el señor Max Marambio, hoy un millonario chileno que fue colaborador de los servicios secretos cubanos durante su largo exilio en Cuba, muy cercano a Fidel Castro, quien luego le permitió amasar una enorme fortuna mediante negocios en dólares llevados a cabo en el apartheid turístico instalado en la isla. Marambio, quien afirma sin ningún recato que Cuba es una democracia, se ha convertido en el director político de la campaña de Marco Enríquez-Ominami y, presumiblemente, en su mayor financiero. Enríquez-Ominami (incorporó el apellido de su padrastro), es un joven senador socialista muy radical, hijo de Miguel Enríquez, un dirigente comunista del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), quien murió en un enfrentamiento a tiros con la policía en 1975, cuando Marco era un recién nacido. El joven candidato se propone: “terminar con esta sociedad [la chilena] brutalmente clasista”. Tal vez lo logre.
En todo caso, Max Marambio, su hombre de confianza, no puede hacer otra cosa que lo que Cuba le exija, y no tiene otra lealtad que la que resulta de sus vínculos con Fidel y con el aparato policíaco cubano, como se comprobó en 1989, cuando sus íntimos amigos, los hermanos Tony y Patricio de la Guardia, coronel y general, respectivamente, veteranos en la lucha contra Pinochet, cayeron en desgracia, y él, Marambio, inmediatamente ratificó su subordinación a los cuerpos represivos de la isla y su apoyo incondicional a la dictadura. Tony fue fusilado y Patricio condenado a muchos años de cárcel, pero Marambio demostró que es un militante disciplinado y fiel a quienes lo hicieron muy rico.

Si Marco Enríquez-Ominami llegara a la presidencia del país con Max Marambio como su consejero áulico, será, sin duda, el triunfo del castro-chavismo en Chile, y el fin de las dos décadas de moderación y sentido común que, con diversos matices, han caracterizado a los cuatro gobiernos de la Concertación de centro izquierda que han ocupado el Palacio de la Moneda. El país volvería a la crispación de los años setenta y se perdería todo lo que tiene de notable y ejemplar el llamado “modelo chileno” para el resto de los latinoamericanos. Exactamente lo que desea que suceda el gran elector, enemigo a muerte de la dulce izquierda vegetariana chilena. Hugo Chávez, el gran elector en el Cono Sur

CarlosAlberto MontanerFirmasPress
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*EL "DESAMOR", JOSÉ TORO HARDY

La alquimia que unía a Venezuela y al galán comenzó a decaer. Explican los psicólogos que casi siempre son las mujeres las que toman la decisión final a la hora de un divorcio. Dicho sea de paso, son también las mujeres las que habían decidido iniciar la relación cuando aceptaron al hombre que las pretendía. Todo el romanticismo que rodeó aquel momento de enamoramiento inicial de la pareja se debía -aunque ellos no lo supieran- a la secreción de una sustancia llamada dopamina, un neurotransmisor que actúa a nivel cerebral.

Venezuela -mujer como su nombre lo indica- se había enamorado hace más de diez años de un seductor fantasioso que despertaba en ella una cascada de sensaciones estimuladas con palabras bellas e infinitas falacias, capaces de hacer caer a la sociedad en un estado que Ortega y Gasset definía como "imbecilidad transitoria" .

Pero el proceso bioquímico que mantuvo viva esa relación ha dejado de actuar. Nos explican los doctores Donald F. Klein y Michael Lebowitz del
Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que ese fenómeno que se llama "amor" comienza a desaparecer cuando disminuye la dopamina, responsable del sentimiento amoroso.

Aquel galán se quedó en puras palabras, engaños y mentiras. Con el tiempo, comenzó a montarle cachos a su enamorada. A la vez perdió también el interés en su propia casa, aunque en ella esperaba que le siguieran cocinando la comida y lavando la ropa. Se lanzó con ímpetu a otras conquistas y las infidelidades con algunas damas llamadas Cuba, Bolivia, Nicaragua, Argentina y muchas otras, pusieron en evidencia que ya no consideraba a su pareja suficientemente atractiva. Su prodigalidad con las otras se hizo legendaria y la chequera le sirvió para extender sus ímpetus amorosos más allá de la comarca, con lo cual se creyó cada vez más irresistible.

Durante mucho tiempo Venezuela se aferró a la ilusión de que aquellos devaneos serían pasajeros. Al fin y al cabo, entre parranda y parranda, el galán le dedicaba apasionados discursos y le regalaba alguna que otra bisutería con lo cual la engatusaba.

Pero tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Al fin los neurotransmisores que a nivel cerebral dan lugar a los arrebatos sentimentales, están dejando de actuar.

La alquimia que unía a Venezuela y al galán comenzó a decaer. No fue este último capaz de reemplazar la sustancia antes mencionada por otras que la ciencia denomina endorfinas, que hubiesen sido capaces de permitir que la pasión inicial se transformase en un sentimiento más sosegado de seguridad, de confianza, paz, de progreso y solución de problemas, creando un vínculo de apego mucho más sólido y duradero. Esas son las bases fundamentales de cualquier sociedad que se desarrolla y fortalece.

Lo que está ocurriendo ahora en el cerebro de Venezuela es otro proceso devastador e implacable, que se llama "desamor".

Aquel extraordinario escritor y humorista español que falleció en 1952, Enrique Jardiel Poncela, se refería al desamor en los siguientes términos:

"El amor es como la mayonesa: cuando se corta, hay que tirarlo y empezar otro nuevo".

Ya es inevitable. La atracción impulsada a nivel neuronal en el cerebro está desapareciendo. Mientras tanto el galán comprende ahora que aquel amor que creía suyo para siempre se le escapa como sal y agua de las manos. Comienza a dar síntomas de desesperación. No entiende lo que está pasando porque ni siquiera es capaz de reconocer sus propias culpas. Está perturbado y sus viejas tácticas no le funcionan. Y es que cuando una mujer dice "no" es "no" para siempre. Ya no es el corazón -que desplazando a la razón- creía que dictaba las órdenes. Ahora es el cerebro y resulta que el cerebro femenino en este aspecto es inflexible.

Ilustrativas son las palabras de Jacinto Benavente, cuando decía: "El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es ya para morir".

Pero la testosterona no le permite al empecinado ejemplar masculino, que para colmo de males ahora está arruinado, renunciar a su dominación. Si ya no lo puede lograr por las buenas, pretende intentarlo por las malas. A palos si es necesario. Por eso a Venezuela le están cayendo a palos por los cuatro costados.

Pero mientras más golpes recibe mayor es el rencor. A través del hipotálamo el sistema nervioso de la dama le está enviando mensajes de insatisfacción, que inevitablemente conducen a una frustración creciente, a una inevitable separación y, si el maltrato continúa, incluso al odio perenne. Eso precisamente es lo que progresivamente están reflejando las encuestas.

¡Pobre hombre!

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*CHÁVEZ, DE LAS GUERRAS DE AHMADINEJAD A LOS NEGOCIOS DE ZAPATERO, MANUEL MALAVER



“Los demócratas de Venezuela, España, América, Europa, Asia, África y Oceanía, solo tenemos un medio, una forma, herramienta e instrumento de manifestación y protesta y son las marchas mundiales contra los dictadores, violentos y terroristas como la que se organizó el viernes contra Chávez, y antes contra Marulanda, el recalentamiento global y las dictaduras de todos los signos.”

Que Hugo Chávez proclamara desde Damasco que Israel es un “estado genocida, asesino y enemigo de la paz” un mes después de haberle declarado una guerra comercial a Colombia y dos de intentar una frustrada invasión a Honduras, explica el repudio en su contra expresado en las incontables manifestaciones que se realizaron el viernes en el mundo y bajo el lema de “NO MÁS CHÁVEZ”.
Es bueno aclarar que Chávez había llegado a la capital de Siria invitado por el dictador de ese país, Bashar al Asad, procedente de Trípoli, Libia, donde había participado en la celebración de los 40 años de la dictadura de Muamar Gadafi, y un día después, el sábado, tomaba su avión privado, y seguía rumbo a Teherán, a reunirse con otro dictador, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad.
Allá, con toda seguridad, participaría en ruedas de prensa y mitines donde volvería a proclamar que Israel es un “estado genocida, asesino y enemigo de la paz”, y por tanto, como lo quiere, Ahmadinejad, “merece ser borrado del mapa”, por lo cual era inescapable que Chávez apoyara al programa nuclear de los ayatolacs y anunciara nuevos acuerdos para reforzar la cooperación militar venezolano-iraní.
De Teherán, el teniente coronel seguiría a Moscú, en la que pienso es la visita nº 12 o 14 en los 10 años de su mandato (más de una por año), a reunirse con su hermano Wladimir Putin y el socio del hermano, Dimitri Medveded, confesamente a gastar cantidades ingentes de petrodólares en aviones, submarinos, tanques y radares, dicen los analistas militares que prácticamente en chatarra, pero que Chávez juzga suficiente para amenazar a los opositores venezolanos, a los países vecinos y al mismísimo imperio norteamericano.
No se si antes, o después, pasó o pasaría a visitar a otros dos dictadores, su viejo y dilecto amigo, el presidente de Bielorrusia, Lukashenko, y a una nueva estrella en su colección de hombres fuertes, vitalicios y autoritarios, el presidente de Turmenistán, Gurbanjuly Berdymuyamdov.
No estaba seguro, eso sí, si entre tanto ajetreo, discursos, mitines, firmas de tratados y contratos, y encuentros en palacios, hoteles 5 estrellas, castillos y casas de gobiernos con príncipes, reyes, presidentes, primeros ministros y académicos encontraría tiempo para darse una vuelta por el Festival de Cine de Venecia, donde, el cineasta norteamericano, Oliver Stone, estrenaría un documental para presentarlo “como un hombre de paz”, “demócrata cabal”, “amigo de los pobres”, y “redentor social” y que se ha convertido para los gringos en un problema peor, más temible, que el pudo significar, Fidel Castro, durante “la crisis de los cohetes”, o “sus guerras de África”.
Y por esta conclusión de Stone puede afirmarse, más allá de toda duda razonable, que se trata de un documental de encargo, tarifado, nutrida y eficientemente pagado (¿10, 20, 30 millones de dólares?), de la misma credibilidad del que pretendió hacer Stone cuando las FARC le iban a entregar a Chávez “el niño Enmanuel”, de igual cinismo de aquel que le hizo a Fidel Castro (“Conversaciones con Fidel Castro”) para afirmar “que en Cuba se respetaban escrupulosamente los derechos humanos” mientras en sus narices se fusilaban sumariamente 3 humildes cubanos por intentar escapar de la isla y 70 periodistas eran condenados a penas que sumaban casi 400 años por delitos de conciencia, pero que cuadra muy bien con la egolatría de Chávez ( los venezolanos la llaman “Hugolatria”), quien pasa, rápidamente, de compararse con Bolívar, a sostener que es heredero de Mao, Fidel Castro y el Che Guevara.
Chávez cree, además, que es el enemigo principal, fundamental y esencial de los Estados Unidos, el campesino, hijo de maestros de escuela que nacido en un cambuche, rancho, cueva o cabaña del interior de Venezuela, recibió el mandato histórico de terminar la obra en que fallaron Lenin, Stalin, Mao, Kim Il Sung y los hermanos Castro.
Pero la cita que no se perderá Chávez por nada del mundo, a la que asistirá llueva, truene o relampaguée, para la que tiene todo el tiempo disponible y se cuidará de cumplimentar y honrar, es la que tiene pautada para el 11 del mes en curso en el palacio de La Moncloa con el presidente del gobierno español, José Luís Zapatero.
Aclaramos que es un encuentro que no estaba pautado en la agenda original y que Chávez solo asomó en Trípoli, pero con el rey, Juan Carlos, no con Zapatero.
De todas maneras, un cambio, un barajo, un esguince que nos conduce a la nuez, al núcleo, a la esencia o raíz de este artículo que no es otro que la pregunta: ¿Qué permite, en el mundo y la política contemporáneos, que un caudillo, un comandante, un jefe, decididamente militarista, enemigo de la democracia y amigo y admirador de dictadores como Gadafi, Bashar, Ahmadinejad, Putin y Lukashenko, que proclama que el estado de Israel es “genocida, asesino y enemigo de la paz”, y se identifica con el hombre que proclama su destrucción, sea recibido, saludado y celebrado por el presidente de una democracia constitucional como la española, respetuosa y garante de los derechos humanos, celosa de la independencia de los poderes y de la pluralidad y diversidad que deben imperar en toda sociedad moderna que se precie de tal?
Evidentemente, y sin más desvíos, que la respuesta es: NEGOCIOS, NEGOCIOS y NEGOCIOS, el virus que se ha convertido en marca de las democracia contemporánea, y según la cual, no importa la carga de represión, violaciones de los derechos humanos, muertos, torturados, exilados y heridos que un dictador cargue sobre los hombros, si puede llevar buenos negocios, “ mucho real” a casa.
Cuando digo “real a casa”, no me refiero a las ventajas que puedan significar para los habitantes de un país el que su gobierno tenga relaciones con tal o cual gobierno, sino a las ventajas para las corporaciones, para las transnacionales y empresas globales nativas, que son las que se llenan con los contratos que celebran con los hombres fuertes, con los autócratas y dictadores.
A este respecto, España y Zapatero son un caso emblemático, pues en la agenda de sus “negociaciones” con Chávez, no entra el expediente de los miles de españoles residentes en Venezuela que han perdido sus propiedades, pequeñas empresas, comercios, talleres, y fundos como consecuencia de expropiaciones “revolucionarias” que no se pagan, o se pagan como quiere el dictador, sino el puñado de transnacionales de las finanzas y las comunicaciones que sufren los rigores de la falta de divisas, porque Chávez las controla a través de un férreo control de cambio, y solo se las suministra a las que se portan bien o proceden de los países amigos.
Y sin duda, que esta es la causa del giro intempestivo del periplo de Chávez hacia la península ibérica, de la repetición de los “comprende Hugo, somos tus amigos, te apoyamos en todo a ti y a tus aliados, te comprendemos y no permitiremos que los enemigos de la revolución te despedacen”.
“Yo se que tú gritas a diario, en mitines y declaraciones públicas, que somos unos genocidas, colonialistas, asesinos, y culpables del peor crimen de lesa humanidad que se ha cometido en todos los tiempos, el descubrimiento, conquista y colonización de América, y que después de 500 años, ni el rey, ni yo, ni los 50 millones de españoles podemos escapar a ese estigma, y en cierto sentido tienes razón, pero no se trata de eso, sino de que las empresas españolas de Venezuela empiecen a cobrar sus dólares”.
“Los enemigos de la revolución” son los cientos de miles de demócratas venezolanos y españoles que todos los días manifiestan contra las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y los miles de españoles residentes en Venezuela expropiados, que llegaron en los 40 y los 50 huyendo de Franco, hicieron un patrimonio que pensaban legar a sus hijos y nietos, pero que ahora el émulo de Franco (un nombre que al parecer le da dentera a Zapatero) amenaza con arruinar y exilar de nuevo.
En todo caso, un tema para reflexionar y profundizar pero no en este artículo, ni por este periodista, sino por los pensadores que en Europa y América fatigan su tiempo analizando las extrañas características de una democracia que fue capaz de luchar y triunfar contra la amenaza de los totalitarismo en el siglo XX, pero no puede con sus propias lacras, corruptelas e inconsecuencias en el siglo XXI.
Y hablo de Fernando Savater, Giovanni Sartori, Norbert Bilbeni, Mary Kaldor y Ralf Dahrendorf del lado de allá. Y de este, Mark Lilla, Francis Fukuyama, Mario Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner, Mariano Grondona, Fernando Mires, Germán Carrera Damas, Heinz Sonntag, Colette Capriles, Antonio Sánchez, Aníbal Romero, Ángel Oropeza y Carlos Raúl Hernández, para solo citar unos pocos.
En otras palabras: que mientras llegan las reflexiones, los demócratas de Venezuela, España, América, Europa, Asia, África y Oceanía, solo tenemos un medio, una forma, herramienta e instrumento de manifestación y protesta y son las marchas mundiales contra los dictadores, violentos y terroristas como la que se organizó el viernes contra Chávez, y antes contra Marulanda, el recalentamiento global y las dictaduras de todos los signos.
Movilizaciones convocadas por un partido nuevo, como son las redes de millones de usuarios de Internet, los fratelli del Face Book y el Twitter, que pueden hacer lo máximo, porque conocen y dominan lo mínimo a través de la información.

Un movimiento de rechazo que también debe alcanzar a los jefes de estados y gobiernos democráticos que se hacen los locos contra los crímenes de las FARC en Colombia, las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Libia, Rusia, Bielorrusia, Irán y Siria, simplemente, porque los negocios son más importantes que los hombres, y las corporaciones que las sociedades.
De ahí que las próximas marchas deben ser contra los cómplices de los dictadores y por un llamado a los electores de sus países para que les retiren los votos.

MANUEL MALAVER
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*CHÁVEZ AL DESCUBIERTO, MARTA COLOMINA

A MEDIDA QUE AUMENTA LA REPRESIÓN
Y EL CIERRE DE MEDIOS,
CRECE EL RECHAZO.

Decir que el régimen de Hugo Chávez ha devenido en dictadura ya no es cosa de la oposición política nacional que hace tiempo denuncia el carácter totalitario y represivo del gobierno chavecista; tampoco lo es de la "derecha" mundial que viene lamentándose de la disolución de los poderes públicos bajo el control marxistoide y militarista de quien dio un golpe de Estado en Venezuela y hoy llama golpistas a quienes claman por las libertades democráticas por él conculcadas; y menos aún es cosa del imperialismo yanqui, el cual otrora veía en Chávez la reencarnación de Fidel y hoy, bajo el mando de Obama, lava las "culpas" del pasado yéndose a extremos como el de no reconocer el futuro resultado electoral de Honduras por llevarse a cabo bajo la responsabilidad de los poderes constitucionales hondureños, aunque sin la presencia del muy chavecista Zelaya. ¿Estará pensando la señora Clinton lo que habría sido de la democracia chilena si EEUU no hubiera reconocido el resultado del referéndum y de las elecciones realizadas bajo el régimen de Pinochet que puso fin a la dictadura?

Que el totalitarismo de Chávez es tan o más fuerte que el practicado por algunos dictadores se comprueba en el cierre de 34 emisoras de radio que hoy permanecen mudas en señal de que el silencio logrado a través de la represión y del abuso de unos poderes públicos obedientes y politizados, es el destino escogido por el régimen para quienes divulgan o critican sus desmanes. Cierre ilegal que no resiste el menor análisis jurídico. Previamente había cerrado RCTV y castigado con multas constantes la autonomía informativa del canal de noticias Globovisión. A un mes del cierre de esas 34 emisoras, pende amenaza similar sobre otras doscientas, algunas de las cuales (demasiadas para nuestro gusto) están aplicando una visible autocensura bajo la ingenua esperanza de que la guadaña roja no va a silenciar sus gargantas. Las brutales agresiones militares y policiales contra quienes protestan pacíficamente; el creciente número de presos políticos y el "ajusticiamiento" de líderes opositores a través de jueces cuyas sentencias cumplen las órdenes presidenciales ya son del dominio público mundial y reciben el rechazo más rotundo de los demócratas de varios continentes. Mientras la cronista escribe (jueves 7 pm), constata que en más de 60 ciudades, de 30 países, el viernes 04 habrá marchas en contra de Hugo Chávez.

Las condenas al totalitarismo y a las agresiones chavecistas han crecido estos días, y en su mayoría provienen de parlamentos, organizaciones y países a los que el mandatario venezolano consideraba sus "panas". El senado brasileño aprobó "un voto de repudio contra el presidente venezolano Hugo Chávez por la peligrosa escalada de estado dictatorial de su gobierno" y ordena su envío "a la Asamblea Nacional de Venezuela". Luego de hacer referencia al cierre de las 34 emisoras radiales, el documento expresa "el repudio a las medidas que socavan la libertad de expresión en Venezuela" y recuerda el cierre de RCTV en 2007. "Se sabe -dice la declaración del Senado de Brasil- que la verdadera razón de estos actos antidemocráticos fue política, dejando claro el peligroso totalitarismo que se instala en ese país", a la par que menciona el aberrante proyecto de ley de "delitos mediáticos" emergido de la politizada iniciativa de la fiscala general, como "una forma de manipular a la opinión pública al equiparar cualquier noticia de corte opositor a un crimen". Los senadores brasileños acusaron a Chávez de orquestar ataques a "la última emisora de TV que no fue cooptada o cerrada", en referencia a Globovisión. El Senado brasileño no ha aprobado la entrada de Venezuela a Mercosur, y tampoco el Congreso de Paraguay. Contra el cierre de las emisoras se unió el presidente Lula, al declarar que él "no haría lo que Chávez hizo con los medios", es decir, nunca los cerraría. Críticas similares expresó el Parlamento chileno por las que votaron socialistas y de otros partidos. Los exportadores colombianos rechazaron los "chantajes" del gobierno "dictatorial" de Chávez y pidieron a Álvaro Uribe "que adopte las medidas que considere necesarias contra ese país" (¿estallarán los explosivos de la laptop del guerrillero Reyes?). Prensa, radio y TV mundiales critican duramente el totalitarismo de Chávez, sobre todo el cierre de medios.

A un 38% cae la intención de voto a favor de Chávez y el 60% quiere que entregue el poder en el 2012. El rechazo a las antiguallas ideologizantes (incluido Fidel) sobrepasa el 80%. A medida que aumenta la represión y el cierre de medios, crece el rechazo. El encuestador Oscar Schemel registra lapidariamente esa caída: "El liderazgo de Chávez vive fatiga carismática". Fatiga al descubierto en la escualidez de las concentraciones oficialistas, hoy vivo retrato de que ya son minoría.

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* MIEDO, ANALITICA.COM, EDITORIAL, JUEVES, EMILIO FIGUEREDO, 03 DE SEPTIEMBRE DE 2009


La estrategia del miedo está en curso. Los cubanos saben mucho de eso, viven en el miedo desde hace más de cincuenta años. Ahora el gobierno, cuya popularidad mengua y que teme de perder el poder, decide transferir su miedo atemorizando a los ciudadanos con gases, prisiones, exilio, inhabilitaciones políticas, vejaciones, allanamientos, golpizas selectivas y quién sabe que más si esto no les funciona.

Pero sólo podra vencer si el miedo nos paraliza y nos convierte en eunucos políticos. Temer la agresión no es cobardía sino más bien prueba de racionalidad. Sólo los imbéciles e irresponsables no le temen a nada porque no avizoran las consecuencias de sus actos. Pero una cosa es tener miedo y otra dejarse vencer por él. Ahora más que nunca tenemos el deber, es más la obligación, por nosotros, nuestros hijos y nietos de protestar, de marchar y luchar para que se respete la Constitución, se exija la libertad de los presos políticos y se detenga la promulgación de leyes que van en contra de la paz social. El futuro del país está en las manos de los ciudadanos nunca en la de los súbditos. En este momento nadie puede ser indiferente, es hora de mostrar que se está dispuesto a luchar por la libertad, la justicia, la tolerancia y la inclusión.

Para ayudar a vencer el miedo hemos seleccionado algunas reflexiones de grandes pensadores sobre cómo afrontarlo. Estas pueden servir de guía en la larga lucha que hemos de librar con los que nos quieren convertir en súbditos mediante la aplicación del terror en todas sus formas.

Adelante, ahora más que nunca es hora de vencer el miedo, y de seguir construyendo la unión para ganar las elecciones de 2010.

Madame Curie: "Tener miedo es servir al adversario"

Horacio: " Al que vive temiendo nunca lo tendré por libre"

Séneca: "Aquél a quién pruebas con tu concesión tu cobardía no se dará por satisfecho, y querrá apoderarse de otras cosas, atreviéndose a más mientras menos te estime"

Shakespeare: "Estar furioso es no tener miedo, a fuerza de tenerlo,. Y en ese estado,la paloma dará picotazos al halcón"

Maquiavelo: "En plena crisis de miedo , lo más seguro es emprender la ofensiva"

Platón: "El hombre que es temido de muchos a muchos ha de temer"

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!NO MAS CHAVEZ!, EDDIE A. RAMIREZ S.

Felicitaciones a los organizadores de la concentración en Caracas. El evento fue muy exitoso. La concurrencia fue más de la esperada para ser un viernes a mediodía y no contar con el apoyo de los partidos políticos, ni de muchas ONG. Quienes se dicen políticos, solo por pertenecer a un partido, siguen fuera de sintonía. Ni convocaron, ni asistieron, con muy pocas excepciones. Quizá por no estar al día con los nuevos medios de comunicación, no percibieron que este era un evento de repercusión mundial.
Los dirigentes de un doce porciento de la población asumieron una conducta autista, por considerar que el eslogan de ¡No más Chávez! no era conveniente, sin detenerse a pensar que no es lo mismo que ¡Chávez vete ya! La idea era gritarle al mundo que millones de demócratas estamos cansados de que el teniente coronel se inmiscuya en los asuntos de otros países. No más Chávez en Colombia apoyando a la narco guerrilla y a una parcialidad política. No más Chávez regalando uno o muchos maletines llenos de dólares para apoyar la campaña electoral de Cristina Kirchner. No más Chávez regalando ambulancias a Bolivia. No más Chávez donando plantas eléctricas a Nicaragua. No más Chávez financiando el exilio de Zelaya y a grupos subversivos en Honduras. No más Chávez regalando nuestro petróleo a Cuba y a otros gobiernos. No más Chávez predicando en contra de Israel. No más Chávez comprando armas a Rusia. No más Chávez con relaciones amistosas con los principales dictadores del mundo, como Gadaffi, Mugabe, Ahmadinejad, Lukashenko y otros. No más Chávez insultando a quienes no están de acuerdo con sus ideas decimonónicas.

¿Es tan difícil entender que estos eran los objetivos de la concentración y no la solicitud de que nuestro dictador siglo XXI se vaya ya? Desde luego que queremos que salga del poder por haber violado muchas veces la Constitución, pero para ello deben darse las condiciones apropiadas, respetando nuestra Carta Magna. Mientras tanto, es de miopes no apoyar eventos que debilitan su imagen en el exterior. Deseamos fervientemente que nuestros partidos políticos se fortalezcan y que sus dirigentes se hagan acreedores a nuestro reconocimiento. Por ello muy pocas veces les hacemos reclamos, pero tienen que entender que hoy el pueblo venezolano no es el mismo del pasado. Quizá estemos equivocados, porque en un escenario tan complicado nadie es dueño de la verdad, pero la idea es que la Mesa de Unidad, a la cual apoyamos, considere las opiniones de quienes estuvimos en la concentración. Hoy en muchas partes del mundo se sintió el rechazo a quien quiere exportar su llamada revolución, lo cual nos complace.

eddiearamirez@hotmail.com
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