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jueves, 20 de marzo de 2014

TEODULO LOPEZ MELENDEZ, EL EPEJISMO DE UNA NOCHE EN ALTAMIRA

"y desaparece del Arauca el nombre de El Miedo

y todo vuelve a ser Altamira" 

Doña BárbaraRómulo Gallegos 

Es obvio que estoy usando para titular “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare, por la sencilla razón de haber sido lo que me asaltó automáticamente con lo sucedido en la Plaza de Francia la noche del 17 de marzo.

Es paradójico, pero no tanto, que se vaya hasta el maestro inglés para escudriñar en un proceso de psicología social del siglo XXI. De aquellos tiempos en que uno decidía leer completo a Shakespeare a estos en que uno recuerda la emblemática plaza se llama “Francia” parece haber pasado una eternidad. Al fin y al cabo Shakespeare no debe su grandeza a un azar y uno no tiene la memoria para recordar con exactitud la trama de la obra que citamos; menos las ganas.

Una toma militar desproporcionada en la madrugada y en la noche una aparición de señoras rezando, una convivencia nocturna que es calificada de entendimiento cívico-militar y un estallido de celebraciones por la reconquista del lugar, un festejo que se anuncia como actos de protesta que abarcarán desde lo cultural hasta el ejercicio democrático a ella y una proclama de un pueblo que sin miedo vuelve a la civilidad frente al militarismo. Así bien podría enunciarse lo acontecido desde la óptica de un espectador de los mercados de Londres donde Shakespeare complacía a los buhoneros de la época y a sus fieles compradores, mientras nadie oteaba que ese autor ejercía una penetración fuera de límites que le merecería la inmortalidad.

Bien podría leerse la obra desde otro ángulo: En el fondo la gente acude a celebrar el cese de la violencia que perturbó su sueño, lo martirizó con incendios y barricadas, con ataques a sus viviendas, con la presencia de la muerte y del abuso. Podría leerse como un agradecimiento por el cese de la perturbación y sí, como un pacto cívico-militar, como uno que hace evaporar esa realidad perturbadora y permite de nuevo la protesta que nada cambia. Esta lectura no agradaría a los “guarimberos”, pues bien podría entenderse como la aceptación al regreso de un Tomassi de Lampedusa que demuestra que todo ha cambiado para que sobre el asunto de fondo se establezca lapidaria la sentencia de que nada ha cambiado.

La interpretación de los textos es siempre polémica. Hasta en los métodos. El presente llega hasta la psicología social, pero para los lectores –y menos para ese historiador del futuro al que creo facilito la tarea- quizás lo importante sean las consecuencias políticas inmediatas y mediatas de un espejismo en una noche de Altamira, dado que las consecuencias sobre la evolución inmediata pasarán por las retóricas preguntas de quién ganó y no sobre la manifestación de un pueblo que anhela la paz –anhelo perfectamente comprensible- y que la practica reagrupándose en ella asumiendo los viejos fracasos, mientras condena los métodos violentos que, hay que decirlo, tampoco indicaban absolutamente nada en la evolución de esta triste historia de la cándida Eréndida.

Es que esta historia de Eréndida partió de los errores, de unos que fueron olvidados en honor a la vieja sentencia de que una vez montado el potro no conviene desmontarlo o de la realización de invocaciones al azar o a esas perturbaciones que en la historia suelen llamarse imprevistos. La catalogación es inmediata: mezcla de apresurados con timoratos, de coraje sin par que lleva el nombre de nuestros muertos y de reticencia cobarde de los pronunciadores de frases de ocasión, de un pueblo que perdió el miedo con un liderazgo que oculta el suyo, de una vocación libertaria con otra de acomodo. Y yo recordando que la plaza se llama Francia y otros soltándome  frases como “recuerda este es un saco de gatos” o eso de “recordar la plaza se llama Francia es de un intelectualismo fuera de tono”. Los senos de Marianne queden a buen resguardo.

El peregrinaje por el desierto hace ver espejismos. La sed insatisfecha, el aire refractando la luz, la interpretación de los observadores, el agua que está allá una simple ilusión. Los psicólogos sociales creo hablan de espejismos emocionales. La periodista Laura Weffer escribió un texto sobre la plaza que fue censurado, lo cual no entiendo porque en verdad era una penetración singular sobre la fauna humana, desde el que creía en la búsqueda de la libertad hasta el que solo buscaba compañía. Quizás la plaza no deba llamarse Francia. Debe ser recordada como Altamira, la de Gallegos.

Teódulo López Meléndez
tlopezmel@gmail.com
@TeoduloLopezM 

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domingo, 11 de noviembre de 2012

TEODULO LOPEZ MELENDEZ, EL CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

En su habitualidad de decir las cosas con discreción, pero de decirlas, el Partido Comunista Chino ha visto transcurrir su nuevo Congreso, coincidencialmente reunido un par de días después de la elección presidencial norteamericana.
Xi Jinping va a gobernar China
durante los próximos 10 años
De las cosas a mostrar el crecimiento del Producto Interno Bruto, a pesar de la crisis, y el consenso mantenido en la élite dirigente a pesar de algunas purgas. La dirigencia saliente –que China ha adoptado el buen hábito de cambiar los pañales- encabezada por el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao no ha ocultado las dificultades del modelo económico que requiere cambios, la urgencia de atender exigencias de legitimidad y de un cambio político que han dejado claro jamás pasará por una imitación de las democracias occidentales.
Cómo aumentar este ingrediente democrático sin abandonar el sistema de partido único es algo que resta inédito, quizás simplemente para las décadas por venir. Si algo hemos visto en China es una hasta hace poco incipiente protesta reflejo de un aumento de las desigualdades sociales. Si bien el partido, con 82 millones de miembros, maneja una espectacular red de contactos, no hay lugar a dudas sobre dos elementos peligrosos: nepotismo y corrupción. A las élites dinásticas se han alzado sectores populares a través de la Liga de la Juventud y algunos éxitos han logrado hasta llegar al politburó del partido.
Entre los tímidos cambios económicos parecen haber quedado claro una mayor vinculación del tipo de cambio con el mercado, un aumento de las inversiones en el exterior, la convertibilidad de la moneda, más fondo estatales en la industria no sin descuidar una mayor participación privada, una peculiar pues unos cuantos millonarios andaban entre los dos mil delegados al congreso. Si bien las exportaciones se han visto golpeadas por la crisis y por una debilidad en aumentar el consumo interno China creció este tercer trimestre un 7.4 %. Seguramente se las arreglarán para que el sector privado de la economía pueda competir en igualdad de condiciones con las empresas estatales. El Fondo Monetario Internacional cree que el crecimiento chino este 2012 alcanzará en definitiva un 8%. Al fin y al cabo la nación asiática mantiene un alto superávit comercial y, a pesar de todo, las exportaciones muestran aún buena cara, lo que indica que habrá ajusten lentos que corresponderán al nuevo presidente. El propósito, duplicar el ingreso per cápita tanto de la población urbana como rural para 2020.China es ya la segunda economía del mundo y se estima en 2016 supere a Estados Unidos, según las cifras  de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Es bajo estos indicadores que llega Xi Jinping a la secretaría general del PCCH y en marzo de 2013 a la presidencia. Deberá procurar, pues, un mayor cuidado del ambiente, alejar los fantasmas del nepotismo y de la corrupción, acelerar ese proceso de “democratización” sin copiar a occidente y estabilizar lo que la élite dirigente determinó, como poner más recursos en manos de los chinos para que consuman más.  
Una cosa ha quedado clara en el plano militar. China dedicará sus mejores esfuerzos en este campo al desarrollo de su marina de guerra, quizás porque el conflicto con Japón por unas pequeñas islas le mostró fallas a superar.
Una mirada final al desarrollo del Congreso del Partido Comunista Chino muestra una coherencia y una unidad en la cúpula que no desconoce ni trata de ocultar las tensiones abajo. Esa combinación de mercado y régimen político cerrado ha producido una necesaria apertura de ojos en buena parte de la población, mientras la corrupción ha causado malestar y los requerimientos sociales son cada día mayores. Sobre la base de su sólida economía en crecimiento se formularán pequeñas modificaciones que tienden a una mayor apertura hacia la iniciativa privada.
En términos generales el congreso nos ha dejado claro lo que hará China en los próximos años. Quizás las referencias a convertibilidad de la moneda sean escuchadas en Estados Unidos con especial agrado. En cuanto al mundo, podrán estar tranquilos unos cuantos países, dado que el gigante asiático no sólo mantendrá sus inversiones sino que las aumentará. Esas inversiones han sido claves para que América Latina no sufra la crisis económica.

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sábado, 26 de noviembre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LA PREFERENCIA POR LA COPIA

La realidad era claramente precisable, pues tenía sustancia, lo real era autónomo, estaba allí como esencia. La diferenciación entre esta sustancia llamada realidad y las apariencias era clara y precisa. Esa realidad provenía de la historia, es decir, de una existencia. En  pocas palabras, fuera de la historia no había nada a no ser especulación.

La “realidad” de lo “real” es hoy cosa muy distinta. Estamos inmersos en el afán de la desaparición y, por ende, lo que hemos hasta ahora denominado significaciones retrocede a un segundo plano. Esta situación es perfectamente definida por Baudrillard como “teoría de la simulación” o “patafísica de la otredad”

Desde que Nietzsche describió al mundo como apariencia se había insertó la idea de que la realidad no era más que un conjunto de interpretaciones humanas. En otras palabras, la especulación estética se alzaba como la única manera de preservación del hombre, de evitar la muerte que lo acechaba y lo acecha, puesto que lo humano sólo es sustentable en el arte y el único superviviente posible es el hombre-cultura.

Queda claro que entramos en una situación definible como alteridad radical producto directo de la desaparición. Si la realidad era un conjunto de interpretaciones humanas ahora se impregna de extrañeza y esas interpretaciones se ahogan en su propia impotencia. La “realidad” ha girado sobre sí misma, queda consumado el vértigo, y ha desaparecido.
 
A lo que ahora asistimos es al amoldamiento de lo real a la forma. Estamos dándole la vuelta a la bolsa, esto es, el mundo se ha desrealizado, la ausencia es la norma, la única hipótesis del hombre pasa a ser la forma. Ya estamos ausentes. La comunicación humana  se reduce a buscar lo que el otro no es. Un viejo texto criticado y olvidado, “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord, nos dice que frente a la pantalla contemplamos la vida de las mercancías  en lugar de vivir en primera persona.
 
Esta ha sido definida como la civilización del espectáculo y, sin lugar a dudas, lo es. Quizás el inicio de una explicación del porqué esté en la primacía de las mercancías en una sociedad que las produce, pero sobre la cual se devuelven a devorarla. Es obvio que esta también llamada civilización de la imagen conduzca a la muerte de la realidad. La imagen se ha aposentado sobre la realidad, la ha asesinado, tal vez porque como decía Feurbarch “nuestro mundo prefiere la copia al original”.
  
Ahora bien, es necesario precisar que el espectáculo es una formación histórico-social. El proceso ha pasado por un alejamiento del espectáculo de la realidad y por la eliminación de todo espacio de conciencia crítica y de toda posibilidad de desmitificación. El espectáculo se convirtió en sí mismo y se hizo imagen. Entramos, así, en la era de lo virtual. El simulacro es la nueva “realidad”, una sin sustancia. La realidad encontró el método para la evaporación en los medios de comunicación, en la tecnología, en los microchips. Cuando vemos la transmisión en directo de un suceso cualquiera a lo que estamos asistiendo es al paso de un meteorito errático en un espacio vacío. Por supuesto que todo va acompañado de otra desaparición, la del pensamiento. Ello porque la civilización de la imagen nos sobresatura, acumula sobre nosotros tal cantidad que no acumula nada, esto es, la acumulación se autodevora como un disco duro de computadora infectado por un virus. La respuesta es el vacío y la desaparición del pensamiento.

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domingo, 20 de noviembre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: EL PAÍS DE LO NO CALCULABLE

No podemos escapar aunque apaguemos la pantalla o nos refugiemos en una cueva. Admitamos que ya el eremita o el santo no son posibles. Desde que el hombre se hizo sedentario comenzó a defender un territorio y desde entonces no puede escapar de las obsesiones. Los desiertos ya no existen como espacio de fuga, entre otras cosas, porque no hay manera de fugarse. Somos, ahora, perfectos engranajes  de la gran máquina universal, o mejor, de lo que en otra parte he citado como gran condón universal. Derrida habla de un “fetichismo toxicómano”. Debemos admitir que los hombres tuvieron siempre la tendencia a mirar lo particular en desmedro de la totalidad.
 
INCALCULABLE
Los políticos son el ejemplo más patético de una participación degradada en la construcción del mundo plano. Los políticos, liquidados por la ineficiencia de las políticas públicas y por la absoluta falta de ideas, han sido absorbidos por los massmedia. Han pasado a ser antenas reproductoras. El intelectual debe entender que estamos ante el mundo de lo finito (encarnado en lo cotidiano por los políticos y la chatura de la pantalla) y que la tarea dura de mantener activo el pensamiento impone acciones que escapan de los viejos y obsoletos términos de “intelectual comprometido”. Los políticos pasaron a ser instrumentos que conectan la información con la mercancía. Tal vez podríamos decir que el intelectual debe atacar los efectos indeseados de lo massmediático, el principal el de la irrealización. En otras palabras, debe combatir el cansancio. Es la imitatio un enemigo a ser desbancado.
 
La filosofía ha procurado romper el esquema maniqueo. María Zambrano habló de la “razón poética”, una que tiene que vérselas con todo lo que ha sido menguado del espacio lógico. Si vemos bien, de ese espacio han sido eliminados infinidad de pensamientos y comportamientos, hasta el punto de imponerse, al menos en nuestro mundo occidental, una estrechez que inevitablemente condujo al abochornamiento actual. La tesis era, pues, reconsiderar a la metáfora y al símbolo como únicos vehículos del pensamiento. Si tomamos en cuenta que la filosofía más actual considera al mundo una trampa y al hombre un ser que la asume como mundo, podemos determinar como los mecanismos perversos de la “dicha” han podido ser injertados como nuevos sentidos.
 
Las viejas ideologías totalizantes se derrumbaron. Las premisas de un espíritu religioso dominando el siglo XXI resultaron falsas. La triunfante “literatura” de la auto-ayuda procura dar lecciones para el éxito dentro del sistema injertado. Todos, o casi todos, aceptamos que la democracia es el único sistema político aceptable y, a pesar de las perversiones que brotan de su seno, confirmamos que la libertad es la única posibilidad. En el plano político el hombre espera respuestas totales sin darse cuenta que ellas no existen, o son tan simples que no logran verlas. La primera de todas es que el hombre debe renunciar a la sociedad perfecta que las ideologías le ofrecieron y admitir que tal cosa no es posible. La segunda, que el sistema político llamado democracia sólo es perfectible en su continuo ejercicio y riesgo y que, como todo cuerpo, es susceptible de viejas y de nuevas enfermedades. La uniformidad debe ser combatida y ello pasa por la ampliación de la razón hacia eso que los filósofos llaman “lo no calculable” o “lo no condicionado”.

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lunes, 24 de octubre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LA TIERRA ES PLANA

La generalidad de los que se han dedicado a estudiar el aspecto jurídico del proceso de reorganización política del mundo coincide en que se está a mitad de camino entre el Derecho Internacional y el Derecho Constitucional.  Esto porque la organización supranacional, que como ya hemos dicho no es un Estado, ejerce poderes soberanos sobre los miembros que la integran. Esto, se puede encontrar una aproximación a la organización federal.
En cualquier caso se aborda el tema desde diferentes ángulos y si algunos insisten en “federalismo funcional” otros hablan de construcción federal sobre un plano particular, mientras otros niegan al Derecho la posibilidad de construir fórmulas políticas refiriéndose al proceso que describimos como una simple forma de cooperación administrativa.
La bibliografía sobre el tema es muy amplia. Lo que queremos brevemente destacar es que al mundo jurídico no se le ha escapado lo que sucede y que las palabras “supranacional”, “metanacional”, “construcción federal sobre un plano particular”  y muchísimas más van construyendo todo el entramado jurídico que habrá de presidir el mundo nuevo que crece ante nuestros ojos. La separación purista entre política y Derecho que algunos autores establecen carece de sentido. Para ello basta referirse a los padres fundadores de los primeros intentos de unidad europea, específicamente a Konrad Adenauer, que siempre fijaron en lo supranacional un antídoto contra los nacionalismos, contra el concepto de soberanía  y contra el egotismo, entendiendo esta última palabra “como un sentimiento exagerado de la propia personalidad”. Esto es, en la concepción original de avance hacia lo supranacional había un elemento y un propósito político claro derivado de las causas que llevaron al segundo gran conflicto mundial. Si ese propósito político no hubiese existido obviamente no existiría la discusión jurídica sobre el marco legal para envolver lo que estamos viendo.
Admitamos que la discusión bien puede continuar en el campo de la epistemología jurídica, pero siempre toda forma naciente debe partir del territorio de la ontología, esto es, del campo de la filosofía del Derecho. Las nuevas formas de organización política requieren, ciertamente, de un marco jurídico y ese marco se ha ido construyendo paralelamente a la materialización de las formas políticas. Las formas políticas nacientes han impuesto la necesidad del envoltorio jurídico. Bastaría, pienso, con  hablar de Derecho Supranacional. O tal vez recurrir a una expresión del sociólogo e historiador de las Ciencias Sociales Immanuel Wallerstein (“El moderno sistema mundial”), conocido por sus polémicas opiniones sobre el fin del capitalismo y tomarle prestada, de manera provisional, su frase de “inventar nuevas formas de escribir la historia”. O, para mostrar otra cara que, al fin y al cabo nos conduce siempre al territorio de la imaginación creativa como vía de comprender al mundo nuevo, al superoptimista Thomas Friedman y recordar con él que el mundo dejó de ser redondo (“La tierra es plana”)
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domingo, 9 de octubre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ : A PROPÓSITO DE TRES MUJERES NOBEL DE LA PAZ

Ellen Johnson Sirleaf -presidente de Liberia-, su compatriota Leymah Gbowee y la yemení Tawakkul Karman ganaron el premio del comité noruego. Las eligieron “por su lucha no violenta por los derechos de las mujeres”.
Por supuesto que los africanos se miran a sí mismos y es natural la multiplicidad de enfoques. Lo primero que habría que rechazar de plano es la división entre afrooptimistas y afropesimistas. Así lo hace el nigeriano Adebayo Olukoshi quien tiene una mirada multidimensional y señala como un avance la emergencia del pluralismo en los medios informativos en la década de los noventa, el florecimiento de las asociaciones civiles y de nuevos actores políticos, a lo que habría que sumar las transformaciones en la estructura demográfica con un creciente protagonismo juvenil, aunque otros factores, como el desempleo, los haya llevado a participar en acciones armadas. 
Olukoshi no obvia la exacerbación de la dicotomía rural-urbana con la aparición de todos los problemas que esto conlleva, el crecimiento de la intolerancia y la xenofobia, el de la economía informal, pero también el rápido acrecentamiento de interés sobre cuestiones como ciudadanía, los derechos individuales y grupales, y el papel del estado. Señala, igualmente, el colapso del rol central del estado y del sector público, la asunción del libre mercado y la no aparición de una clase media lo suficientemente fuerte como para realizar la transición democrática debido a múltiples factores internos y externos, entre los cuales cabe mencionar la crisis económica que afectó al continente y los realineamientos producidos por el cese de la guerra fría. Olukoshi se pregunta por las vías para retomar el crecimiento económico que define como    esencialmente  inclusivo y democrático.

Por su parte el político nigeriano Musa Abutudu mira más hacia el tema de la seguridad humana, asociada anteriormente de manera errónea a la seguridad del estado lo que llevaba a percibir a la oposición como una amenaza a la seguridad nacional,  señalando que las reformas neoliberales minaron al estado-nación y aumentaron los excluidos sociales con las consecuentes hostilidades. Para él el concepto de seguridad humana abarca todas las formas de privaciones económicas, contaminación ambiental, expansión de enfermedades infecciosas y no infecciosas.
El sociólogo de Zimbabue, Sam Moyo, dedica sus análisis a la cuestión agraria y campesina en el África austral. La crisis teórica en el estudio de África encuentra, por ejemplo a autores como Mkandawire, Zeleza y Mamdani. El florecimiento de la vida asociativa está en Chazan, Bratton y Diamond, como la llamada cuestión juvenil en la política de África es tema de Abdullah, Bangura, Mkandawire y Sesay.  En el terreno de la economía política vemos a Bates, Jackson y Roseburg, Callaghy, Kasfir, Young, Turner, Chabal, Ergas, Bayart, Chazan. Mamdani, Zeleza, Mkandawire, y Olukoshi, algunos nombres para el análisis de África.
En África el sistema bipolar del mundo fenecido con la Guerra Fría tuvo un profundo efecto como el estancamiento de la cooperación intra-africana, lo que tuvo consecuencias en la política, la economía y la sociedad. Se desarrolló así un concepto de seguridad basado en las relaciones interestatales que a su vez se convirtió en fuente de inseguridad ciudadana. Sería lamentable que el planteamiento de una guerra contra el terrorismo se convirtiese en un sucedáneo de la guerra fría o que la política del mundo desarrollado se centrase en asistencia militar. Toca a los africanos imponer la esperanza sobre el desorden.
Todos miran a la mujer como el pilar fundamental en la salida de África de su postración.

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domingo, 2 de octubre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: APELO AL PRAGMATISMO

Si bien la incertidumbre ontológica o la incertidumbre social o la incertidumbre económica pueden ser citadas como permanentes compañeras de viaje, ahora, en el fin de esta primera década de un nuevo milenio, como hacía muchísimo tiempo no sucedía, nos encontramos frente a un hombre herido de ausencia de perspectivas y sin estímulos para enfrentar su desnudez. La soledad frente al futuro parece maniatarlo.

Los grandes proyectos quedaron atrás y son mirados con una sonrisa picaresca que expresa aturdimiento, desolación y hasta burla por haberlos concebido. Algunos analistas hablan de un “miedo a la vida”. Tanto como los hechos históricos puntuales que nos tocó vivir  a finales del siglo XX, la evaporación de los supuestamente homogéneos cuerpos de doctrinas (ideologías) ha lanzado al vacío a importantes grupos carentes ahora del envoltorio protector, sin que un sano pragmatismo con ideas, o de ideas, termine por involucrarse en la conducción hacia una meta. La verdad se ha hecho, cada vez más, el viejo concepto nietzscheano.

El pragmatismo no puede ser leído como negación de lo utópico, más bien como el desatar de una imaginación sin carriles, entubamiento o corsés de ortodoxia. El pragmatismo con ideas que reclamo como motor alterno al movimiento humano lo concibo como un desafío novedoso al hombre como sujeto y actor de la cultura, como aquel –como tantas veces se ha dicho- que se empeña en dejar huella. La nanotecnología y la robótica en general, el apoltronamiento frente a la pantalla, la inmovilidad del trayecto pueden conducirnos a grandes cambios físicos, es cierto, pero en lo humano sigue sembrándose el único interés posible.

En la política conseguimos uno de los factores claves de la incertidumbre del hombre posmoderno. La política de la modernidad se agotó y con ella la forma claramente preferida, esto es, la democracia. El poder, por su parte, se ha hecho vacuo, es decir, inútil arrastrando consigo a las luchas por obtenerlo, como es lógico en todo proceso de degradación. Ya el hombre no mira a las formas políticas de organización social como paradigma emergente que siembre la posibilidad de un objetivo a alcanzar.

Quizás como nunca hemos dejado atrás el pasado sin que exista un presente, todo bajo la paradoja de un futuro que nos alcanzó con sus innovaciones tecnológicas de comunicación que hoy se han convertido en nuevos símbolos de status. La ausencia de verdades proclama como necesaria la reinvención del hombre, de uno que se debate entre una mirada resignada y un temor hasta ahora intraducible a acción creadora.

Los envoltorios protectores se diluyeron cual bolsas de plástico biodegradable. Las soluciones a las interrogantes se evaporaron. El hombre perplejo e incierto ahora ha descubierto que lo creado no era un eternum sino una contingencia histórica, un momento –tanto como puede concebirse un momento en la historia humana- y que en consecuencia se traslada al pasado. El peligro inminente es un nuevo poder totalitario que se aproveche de la incertidumbre. El peligro inminente es la pérdida de la voluntad de un hombre que preferiría dejarse dirigir antes que desafiar de nuevo al pensamiento.

El deterioro de lo social-político refuerza pues al hombre posmoderno en la incertidumbre. El depositario mismo y real del poder se ha hecho indefinible. El temor por el futuro colectivo se convierte –otra paradoja- en una angustia personalizada de autoescondite. Ante la falta de protección suplicamos por una, encerrados en envoltorios de fragilidad pasmosa. El hampa desatada –también un  fenómeno global, aunque en algunas partes cohacedora del necesario temor para el desarrollo de una revolución- incrementa de manera notable la inseguridad general que hemos llamado incertidumbre. Asistimos, entonces y como parte de la ruleta, con factores que siembran incertidumbre en procura de una legitimación falsa. Las acciones colectivas se tornan cada día más difíciles y que sólo vemos ante trastoques políticos puntuales, ante amenazas puntuales, y que de origen están condenadas a apagarse, como hemos sido testigos en los meses recientes.

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lunes, 26 de septiembre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LA PERMANENCIA DE LO HUMANO

Los futurólogos, cuyas descripciones exceden a la ciencia ficción, nos hablan de una industria y de una agricultura completamente robotizadas, lo que sucedería incluso con las guerras si es que ellas persisten en la agenda humana. Las cárceles desaparecerían sustituidas por microchips implantados, tal como hoy las pulseras electrónicas se asoman para controlar a quienes han delinquido. Terminará la discapacidad debido a prótesis inteligentes e inclusive las quemaduras con efectos desastrosos serían cosa del pasado ante la implantación de de una piel artificial sensible a la temperatura y al tacto. La nanotecnología habrá perfeccionado implantes sustitutivos de órganos o ellos podrán regenerarse a partir del propio cuerpo del afectado. Aquellas imágines de teletransportación se convertirán en realidad y podremos instalarnos un disco duro adicional para aumentar nuestra capacidad de memoria.
Podríamos detenernos en mil y un pronóstico de lo que las nuevas generaciones tendrán o vivirán, pero en algo podemos estar de acuerdo sin necesidad de disparar la imaginación hacia la fantasía y es en lo que plantea en sus ensayos sobre neuropolítica el Dr. Timothy Leary cuando nos asegura, además de que la meta suprema de la ciencia es la extensión indefinida de la vida humana,  que para que ello suceda se requieren dos cosas, la migración espacial y la elevación de la conciencia-inteligencia del hombre para que sea capaz de acceder a estos escenarios.
Así lo hemos dicho muchas veces: el futuro del hombre está en el espacio exterior, en convertirse en habitante de otros mundos, pero para ello, para su supervivencia, deberá romper los límites de su actual conciencia. Es posible que para lograrlo debamos marchar hacia un comunitarismo extenso que exceda a las agrupaciones de hoy, fundamentalmente basadas en la tecnología, como ya lo asoman las redes sociales y la degradación de viejas instituciones desde la familia hasta el Estado-nación. Esto es, podríamos estar marchando hacia una evolución artificial, lo que también podría establecer las nuevas diferencias entre los que los analistas del futuro llaman los “mejorados” y entre quienes se han negado a ello. La relación del hombre con las máquinas ha sido tema especulativo permanente entre los autores de ciencia ficción, como sucede en Matrix donde se funciona a base de chips en el cerebro.
No nos detengamos en detalles sobre nuestra apariencia, en si las computadoras nos harán más pequeños debido a la inmovilidad y nos pareceremos a los dibujos que se han hecho de supuestos extraterrestres que han estado por aquí en platillos voladores. La realidad es que para enfrentar el futuro en cualquiera de sus manifestaciones debemos aprender y aprender más rápido. Los países del futuro, si es que existen países como los conocemos, que tengan mayor probabilidad de éxito serán aquellos serán aquellos capaces de acumular más conocimiento y aprendizaje. En alguno de mis textos anteriores he estado insistiendo en lo que es ya una expresión común en las ciencias sociales de hoy: una sociedad del conocimiento. Para ello no nos podemos distraer en discusiones banales o en prácticas políticas añejas, olvidando que debemos crear aprendizaje organizacional y transformar todos los procesos escolares. Transformarlos para inculcar valores de lo humano, esto es, de lo que ha impedido la destrucción de nuestra especie y que hoy todavía llamamos así, valores, tales como ética, verdad, moral y sentimientos. Posiblemente lo que los antiguos griegos llamaron la Sophia, la sabiduría. El conocimiento no es la recepción de información, lo es de saberse a uno mismo y en consecuencia quedar educado para la vida. Cuando esto se logra entonces se busca el conocimiento y se adquiere para un sentido común de pertenencia. Más allá de los avances tecnológicos o de nuestro logro de conquista de nuevos mundos, será ello lo que haga posible la permanencia de lo humano.
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lunes, 19 de septiembre de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LA REFORMULACIÓN TRASCEDENTAL

Los cambios políticos, económicos y sociales están a la vista. La complejidad de lo que viene requerirá de desafiantes ideas y de un pensamiento continuo.  Lo que vamos a enfrentar, lo que ya estamos enfrentando, abarca profundidades que llegan hasta interrogantes sobre el sentido mismo del hombre. Uno de los primeros en planteárselo en estos términos fue Bertrand Russel en su libro ¿Tiene futuro el hombre? Russel andaba preocupado ante la aparición del armamento nuclear y por la Guerra Fría que amenazaba una confrontación destructora, pero sus planteamientos sobre la creación de una conciencia y de un gobierno mundial siguen allí. Las circunstancias se han modificado pero nos hemos encargado de crear nuevos peligros, como el que vemos prácticamente a diario: la ceguera ante un mundo que se acaba y la resistencia al nuevo que emerge.

La política es un campo esencial de acción y dentro de ella la de la filosofía política. Hemos repetido sobre la necesidad de un pensamiento complejo que cambie paradigmas y de nuevas respuestas abarcadoras a las dimensiones actuales del mundo en convulsión. Está claro que esas nuevas formas dependen del hombre y de su transformación, de su inmersión en la aceptación de la idea de un futuro que ya está en nuestras casas y que implican ideas como la unidad en la diversidad, transformación inmediata de los organismos multinacionales hacia la adopción de las nuevas maneras de expresión global, concepción de formas económicas para el desarrollo de lo humano y de muchas más que incluso dejan las estructuras de la organización para hendirse en conceptos sobre la evolución misma de nuestra especie.

Dentro de nuestra contingencia y limitaciones o entendemos que el objetivo es la búsqueda del bien común y la realización de la persona humana o seguiremos al garete, situación propicia para que un futuro no deseado juegue con nuestra suerte. Cuando comenzó el interrogatorio sobre qué podría hacerse con y desde el hombre subió el interrogatorio de qué debe hacerse con la organización social. Siempre está presente la necesidad de nuevas descripciones o como lo he llamado, la perentoriedad de una interrogación ilimitada. Lo que sí es cierto es que todo hombre debe tener que ver con una experiencia intelectual, desde los principios hasta las causas y efectos para hacer de la libertad una nueva reformulación trascendental. Al hombre del siglo XXI le es vital aprender a comprenderse, mucho más que en cualquier otro tiempo, porque más que en cualquier otro tiempo su permanencia no está garantizada.

teodulolopezm@yahoo.com

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lunes, 15 de agosto de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: DE LA DEMOCRACIA CONOCIDA A LA DEMOCRACIA POR HACER

La sociedad venezolana está omitiendo el replanteamiento de que es la democracia. Lo que no se renueva perece; lo que ante los ojos de la gente es ya conocido, con sus virtudes y vicios, carece de la atracción de la novedad. Hay que conceptuar para la demostración práctica de una democracia sin adjetivos, sólo ubicada en un contexto de tiempo: siglo XXI, con todo lo que ello implica.

La escasa influencia del pensamiento sobre la democracia en la democracia misma se debe a la crisis de todo pensamiento trascendente en un mundo de bodrios repetitivos, de insustancialidad y a la ausencia de lo que diagnostica de modo diferente a como se construyeron las ideologías derruidas. No se trata de un plano que se proclame poseedor de la verdad ni pretenda proclamar la solución de los problemas del hombre. Se trata de un conjunto de diagnósticos y de advertencias. Las clases medias, actores claves en toda acción política, sólo se movilizan cuando creen amenazados sus derechos. Son las clases medias el ejemplo de inacción funcional inducida por la pantalla-ojo o por los activistas políticos colapsados o el instrumento manipulable para los intereses particulares disfrazados de colectivos.

Bien podría argumentarse que la sociedad civil se ha convertido en un simulacro de lo social. El poder que amenaza con surgir en el siglo XXI trabaja –ya lo hemos dicho hasta la saciedad- con la velocidad y con la imagen, más con la velocidad de la imagen. Su alzamiento por encima de una sociedad civil débil le permite recuperar el sueño del dominio total, de la modelación de los “contemporáneos” (antes ciudadanos) a su leal saber y entender. Así, el poder de la dominación se hace total. En el campo del sistema político la democracia comienza a ser mirada como un impedimento, como un estorbo.
 
Hay nuevas formas de poder y también nuevas formas de política, sólo que la tendencia es a la eliminación de esta última, es decir, a un neo-totalitarismo. Debemos admitir que la nueva estructura política pasará por un entramado de redes de acción y presión. Lo que hay que entender es que la política dejó de ser un espacio de acción individual o uni-organizativo para convertirse en una gran red de redes de transmisión de información, creación de coaliciones y alianzas y en articulación de presión política.
 
En su postdata sobre Las sociedades de control, Gilles Deleuze nos recuerda el proceso, con Foucault, de las sociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX, en plenitud en los principios del siglo XX, donde el hombre pasa de espacio cerrado a espacio cerrado, esto es, la familia, la escuela, el cuartel, la fábrica y, eventualmente, la prisión, que sería el perfecto modelo analógico. Este modelo sería breve, apenas sustitutivo de las llamadas sociedades de soberanía, donde más se organiza la muerte que la vida. Deleuze considera el fin de la II Guerra Mundial como el punto de precipitación de las nuevas fuerzas y el inicio de la crisis de lo que llamamos sociedad civil. En otras palabras, entran con fuerza las sociedades de control que sustituyen a las sociedades disciplinarias. Virilio habla así de control al aire libre por oposición a los viejos espacios cerrados. El gran diagnóstico sobre este proceso lo hace, qué duda cabe, Foucault, pero es a Deleuze a quien debemos recurrir para entender el cambio de los viejos moldes a lo que él denomina modulaciones. La modulación cambia constantemente, se adapta, se hace flexible. La clave está en que en las sociedades disciplinarias siempre se empezaba algo, mientras que en las de control nunca se termina nada, lo importante no es ni siquiera la masa, sino la cifra. Es decir, hemos dejado de ser individuos para convertirnos en “dividuos”. He definido esta era como la de la velocidad, pues bien, el control es rápido, cambiante, continuo, ilimitado. Si algunos terroristas colocan collares explosivos a sus víctimas, la sociedad de control nos coloca un collar electrónico.

Esta república desanda, retrocede, recula, repite. Esta república marcha hacia cuando no era república. Volvemos a ser una posibilidad de república, una harto teórica, harto eventual, harto soñada por los primeros intelectuales que decidieron abordar el tema de esta nación y de su camino. Nos están poniendo en un volver a reconstruir la civilidad y en el camino de retomar el viejo tema de civilización y barbarie. Hay que plantear una democracia del siglo XXI, hay que dotar a este país de herramientas que le permitan salir de la inconsciencia de los retrocesos, hay que extinguir la mirada biliosa. Aquí lo que cabe es reconstruir las ideas, darle una patada en el trasero a la Venezuela decimonónica y a la Venezuela “sesentona” para hacerle comprender que estamos en el siglo XXI. Este país necesita pensamiento, no abajo-firmantes; esta nación necesita quien la tiente a la grandeza de espíritu, no amodorrados en silencio; este país necesita quien proyecte un nuevo sistema político, no quienes vengan a repetir el viejo lenguaje podrido o a convertirnos en objetos de estudio psiquiátrico. Ello implica abandonar viejos temas que se insisten en poner sobre el tapete evitando una discusión seria sobre los nuevos modos del deber ser del cuerpo social.

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martes, 26 de julio de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LAS DEBILIDADES DE UNA SOCIEDAD ENMASCARADA

Sobre el siglo XIX se fijaron las miradas de Tocqueville, Heine, Marx, Burkhard y Nietsche, por ejemplo. Hablaban de una sociedad inmersa en una crisis de legitimación crónica. El siglo XX dio paso a una pléyade de pensadores en medio de los conflictos más atroces. En este inicio del siglo XXI, antes que proclamar de nuevo la muerte de Dios, Stephen Hawking lo que hace es proclamar la muerte de la filosofía. Ahora lo que está deslegitimado y requiere con urgencia de pensamiento son las formas políticas. Hay que revisar, reafirmar o negar sus premisas básicas, desde la manifestación política de la filosofía. El momento es de transición con una caída de los partidismos conocidos y con un proceso de desideologización terminal. Algunos hablan hasta del fin de las constituciones.

Los discursos siempre giraron sobre la falta de legitimación. También ahora, con un cuestionamiento drástico a la representación, pero las teorías políticas decimonónicas tuvieron un efecto retardado, pero lo tuvieron, mientras en esta época vislumbramos la escasez de lo teórico y un esfuerzo no sólo por retener el presente sino, incluso, uno destinado a regresar a las viejas formas. Tenemos que admitir que las soluciones definitivas no existen y por ello hemos llamado a la democracia un ininterrumpido proceso de interrogación ilimitada. El tiempo presente ha determinado la imposibilidad de lo que denominaremos la parábola de la innovación y una interrogación muy profunda sobre la posibilidad de cambiar lo humano a través de la praxis política. El punto es que comienza a hablarse de la pospolítica, mientras otros nos empeñamos en un rediseño de la democracia. La crisis se debe a la caída de las viejas maneras de la política, sólo superable con un llamado a un retorno de la misma necesariamente envuelto en nuevas concepciones que pasan por un llamado a la ciudadanía activa.

La confusión es la norma, pero abajo, en la praxis constante, encontramos una que no se modifica y se niega a ser modificada, con las mismas aberraciones y contratiempos que nos han llevado en esta década a las conclusiones que manifestamos. Nos referimos a la ausencia de la concepción política, a un conjunto de ideas que puedan reestructurar el aparato democrático. Si en la crisis de lo político estamos señalando la década que termina es menester, entonces, plantear la repolitización como el camino, no sin advertir o recordar que el vacío está siendo llenado por algunas praxis revolucionarias disfrazadas de innovación del presente siglo y que irremediablemente conducen a la reaparición totalitaria.

La defensa y progreso de los derechos humanos había tomado una aceleración que parecía determinar los tiempos, pero la lucha antiterrorista los ha golpeado seriamente. La reciente crisis económica ha replanteado la necesidad de la actividad reguladora. Las virtudes de la globalización –por contraste con sus múltiples peligros- están siendo duramente golpeadas especialmente en Europa. La aparente calma –excepción hecha de las guerras locales que aún se libran- se debe fundamentalmente a la inexistencia de algo o de alguien que se aproveche. Saltan por los aires nacionalidad, partidos, viejas construcciones  y las respuestas provienen de prácticas de antaño  o de encerramiento a ultranza en las  maltrechas formas del presente. No es novedad alguna que los hombres se estén aburriendo de la política. Hemos hablado constantemente de un cambio de paradigmas que constituye, cierto es, una exigencia de cambio en las disposiciones subjetivas capaces de alterar el vector político. Ello se refiere, claro está, a que la descreencia se transforme en la convicción de crear realidad desde el pensamiento y desde un ejercicio colectivo de la inteligencia. No hay una conciencia político-filosófica de la posmodernidad. Hasta el último momento del siglo XX vivimos la obviedad de la crisis del constitucionalismo, del estado-nación y del pensamiento político clásico, sin que se produjese una multiplicad de miradas a los eventuales nuevos órdenes que por fuerza surgirían. Algunos llegan a plantear si los hombres sólo pasarán a ser un material necesario a una construcción tecnopolítica. Un antihumanismo creciente podría inducir en ese sentido, sólo que la lectura atenta de quienes en él incurren conlleva a admitir que llegan de retorno al humanismo por el camino de su negación.

Hemos tenido grandes avances en la informática, la tecnología espacial o la biología y en una creciente demanda a favor de los derechos de los homosexuales. Desciframiento del mapa genético, celulares con 3G, GPS y WiFi, la manipulación de embriones o la web 2.O, pero la política ha planteado retos que no han sido abordados con pensamiento complejo capaz de trazar coordenadas en este momento de la historia y de la cultura universal. Ha faltado, diría, la razón poética, esto es, la posibilidad de soñar las nuevas formas de organización comunitaria del hombre desde la luz de la conciencia hasta la creación de un cuerpo especular, lo que se llamaría la función imaginante.

La proclamación de la victoria de la técnica, la falta de sentido como nuevo sentido y la prevalencia del pensamiento débil debe ser contrarrestada con el fuerte resurgir del pensamiento. Es una caída vertical que venimos sufriendo desde más allá de esta década que termina en zona oscura. Si el ciudadano de este siglo deja de padecer como víctima y se decide a realizar las nuevas formas son bastantes probables los nuevos surgimientos, en especial en la política y en las ideas que deben envolverla.

Quizás podamos definir a esta sociedad como una enmascarada que vive su sojuzgamiento como víctima. Es menester transgredir la oscuridad. Se transgrede en momentos de crisis.

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lunes, 18 de julio de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: OCEANÍA, EL CONTINENTE DISCRETO

Oceanía es un vasto continente insular constituida por Australia, Papúa-Nueva Guinea y Nueva Zelanda, así como los archipiélagos coralinos y volcánicos de Micronesia, Polinesia y Melanesia, distribuidas por el Océano Pacífico, poblado de indígenas de diferentes ramas como los polinesios, melanesios, micronesios y papúes,  los mestizos,  una minoría de negros y mulatos y los descendientes de europeos. El idioma más hablado es el inglés, seguido del francés, mientras en las islas chilenas de Sala, Gómez y Pascua obviamente se habla el español, conservándose las lenguas indígenas. La religión predominante es el protestantismo, seguido del catolicismo y las creencias  indígenas.

OCEANIA
Geográficamente se le divide en Australasia (Australia, Tasmania y Nueva Zelanda), Melanesia (Nueva guinea, Salomón, Nuevas Hebridas, Nueva Caledonia), Micronesia (Las marianas, islas Carolinas, Islas Palaos, Islas Marshall) y Polinesia (Hawái al norte del ecuador, al sur archipiélagos Fénix, Toquelau, Samoa, Isla de pascua). Se estima su población en algo más de 34 millones de seres humanos repartidos en 17 estados independientes y en numerosas dependencias administradas por otros países o plenamente integrados a ellos, como el caso de Hawái con los Estados Unidos. Aparte de la agricultura tiene oro y carbón.

En el siglo XVI portugueses y españoles se repartieron estos territorios mientras los piratas holandeses e ingleses los acosaban. Sobre el siglo XIX se estableció la presencia británica y francesa y luego la japonesa, alemana y norteamericana, mientras en las últimas décadas de ese siglo y en las primeras del XX comenzaron a desaparecer las posesiones oceánicas. Las victorias militares norteamericanas hizo a Estados Unidos la potencia dominante en el Pacífico, con el establecimiento de numerosas bases navales.

Nueva Zelanda y Australia son los dos grandes países del continente, activos en las dos grandes guerras al lado de británicos y norteamericanos. Después del término de la Guerra Fría Australia ha procurado diversificar sus relaciones económicas en Asia. Seguramente la amenaza más grande para muchas islas oceánicas proviene del cambio climático bajo el temor de que algunas se hundan en las aguas provenientes de los deshielos.

Australia es el factor clave de la geoeconomía continental pues provee de materiales de primera importancia como minerales de hierro y manganeso a la industria del acero y la bauxita para la metalurgia del aluminio, amén del azúcar y algunos productos manufacturados, a ese gran bloque conformado por Japón, los NICs, Hong Kong (Región Administrativa Especial de China), Singapur , Corea del Sur , Taiwán y, más recientemente, Tailandia , Indonesia , Filipinas  y Nueva Zelanda.

La política exterior australiana es de discreto perfil, ajena a todo protagonismo, pero manejando con habilidad los escenarios del futuro. Junto a Nueva Zelanda forman parte de la Commonwealth of Nations. No obstante esos lazos parecen debilitarse entre los estrechos lazos con Estados Unidos y la pujante presencia asiática. Sigue conformándose con el aporte de numerosos inmigrantes, entre los cuales cabe mencionar ahora a los venezolanos. En términos generales la presencia de Oceanía en la economía mundial es pequeño dado que aporta apenas un 1.4 por ciento de la producción total. La gran isla ha procurado crear iniciativas tecnológicas y de innovación mediante un programa denominado Tecnologías Emergentes de Comercialización (COMET). No olvidemos que posee el mercado de Internet más extenso de Asia-Pacífico. Con la absorción anual de más de 120  mil inmigrantes muy calificados continúa su desarrollo.

La principal organización panregional es el Foro de las Islas del Pacífico (Pacific Islands Forum, en adelante PIF), nacido  en el año 2000 a raíz del Foro del Pacífico Sur (South Pacific Forum), que sucediera en su momento al South Pacific Bureau for Economic Cooperation. El PIF es el principal interlocutor de la región para asuntos de todo tipo. Otros países con influencia en la región son Japón y China, con problemas esta última por los fuertes lazos de algunos con Taiwán.

USA, China y Australia

Australia y Estados Unidos no encontraron en el USA-Australian Free Trade Agreement (AUSFTA), uno de mucha trascendencia. China actúa sin presionar, ante un inicial y suave interés australiano en la cooperación energética y uno de igual resistencia al ingreso de productos chinos actitud en rápida modificación. Australia mantiene también con otros productores Agrícolas mundiales (como Argentina y Brasil) el Grupo Cairns de Comercio y finalmente firmó con Estados Unidos un Tratado de Libre Comercio que no ha dejado de ser polémico en la política interna australiana.

Allí se debate la aceptación de la influencia china como una de las políticas a concretar en las próximas décadas. En efecto, ya la relación entre Camberra y Beijing crece aceleradamente. Los chinos aseguran que el establecimiento del área de libre comercio con Australia y Nueva Zelanda es fundamental para el desarrollo de la región Asia-Pacífico y para la liberación del comercio mundial. Australia, por su parte, ve incrementadas sus exportaciones al gigante asiático, mientras los miles de estudiantes chinos en Australia indican que las observaciones sobre la espera de décadas para el logro de unas relaciones estrechas parecen notablemente acortadas. En el plano de la energía, China, empeñada en convertirse en una gran potencia en el plano de la construcción de reactores nucleares, comenzará a importar uranio australiano. La cooperación en materia de gas natural licuado también ha sido establecida por un período de 25 años y la exportación de carbón se incrementa, lo que también presenta un paso estratégico en el resguardo de la seguridad de las rutas comerciales oceánicas, lo que no implica para nada una intención australiana de abandono de su papel en el Pacífico Sur.

Australia se está moviendo. Otra cosa no significa el Centro de Investigación en Tecnologías Verdes (GFreen IT), la investigación vía tecnología de la Información (eResearch), reducción de las emisiones de carbono y despliegue de banda ancha. Ayuda a estos propósitos la Red Académica y de Investigación de Australia (AARNet) y el Centro para Telecomunicaciones Eficientes desde el Punto de Vista Energético (CEET). Igualmente adelanta la construcción de un tren eléctrico de alta velocidad (A-HSV) para unir todo el territorio.

Estamos ante una política pragmática que teme al poderío militar chino y se cubre con el paraguas estadounidense, pero aumenta sus relaciones comerciales con China. Ya el porcentaje comercial de intercambio es superior al que mantiene con Estados Unidos, pero las inversiones norteamericanas en la isla del Pacífico Sur aún son superiores a las chinas, aunque el juego estratégico podría hacer cambiar ese balance. Habría que agregar que muchos analistas militares consideran que China ya ha transformado el balance en este campo en el Asia-Pacífico, mientras otros simplemente anotan que va en ese camino sin haberlo concretado aún.

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miércoles, 13 de julio de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LOS CAMINOS DE CHINA

Asia Oriental alberga a tres países con herencia cultural emparentada y con muchos rencores históricos entre sí: China, Japón y Corea. Aún subsisten las heridas de la colonización japonesa sobre Corea y la ocupación del territorio chino, pero también la división de dos de ellos. Allí están las Coreas y Taiwán. Es necesario, entonces, un entendimiento político mayor para que el Asia Oriental en su conjunto sea una fuerza determinante en la política mundial del siglo XXI y especialmente en los demás “mundos’ de este continente. No podemos adelantarnos a la posibilidad de unos acuerdos que hoy tocan lo más álgido de la región. En cuanto al terremoto y tsunami japonés todos los expertos indican sólo tendrán un impacto negativo en el comercio rápidamente recuperable por la demanda que exigirá la reconstrucción.

China planteó en su momento adherirse al tratado de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), sobre la base de la fórmula "diez + uno". Y Japón siguió su ejemplo, sugiriendo la fórmula "diez + tres" (China, Japón y Corea del Sur). No ha faltado quien proponga que China, Japón e India se conviertan en los pilares de una versión asiática de la OTAN.

Como ya hemos dicho, es posible que China se convierta en la primera economía mundial para el 2020. Su mezcla entre sistema económico abierto y sistema político cerrado aún presenta problemas, tanto en el sistema financiero como en el atraso de sectores colectivistas, en problemas de transporte y en una recurrente corrupción. Su acción en el medio internacional se nota en la influencia ejercida para aminorar la reciente crisis económica, procurar la reforma del sistema financiero internacional y contribuir a la recuperación.

Una de las mejores decisiones chinas ha sido el de poner límite de edad a sus dirigentes, los cuales deben retirarse a los 70 años. Ello permite el recambio generacional y creemos que ayuda al abandono de la obsesión por el crecimiento económico centrándose en los efectos de orden social y ambiental. Es posible también que China supere la concentración en las exportaciones y dedique tiempo a la conformación de un mercado interno sólido. Si atendemos a lo que dicen sus líderes actuales en efecto están apuntando a una pauta de consumo interno que sostenga el proceso. Encontramos a una China preocupada seriamente por el bienestar de su población, por un desarrollo científico autónomo, por el incremento de la eficiencia energética y por la protección del medio ambiente. Uno de los asuntos centrales será la creación constante de empleos.

En el plano exterior continúa tejiendo una red de influencia en todo el mundo, especialmente en Asia. Allí, como hemos mencionado, tiene el asunto de Corea del Norte, donde juega en todos los sentidos, manteniendo la ayuda económica parasitaria, presionando o no para la desnuclearización, pero preparándose igualmente ante la eventualidad de una reunificación. Busca proteger a Irán de sanciones de la ONU porque considera que la presión norteamericana sobre los persas forma parte de su política de contención a China. Desde 2009 es el principal socio comercial de Irán, aunque esté por detrás de Angola y Arabia Saudita en el suministro petrolero a su creciente voracidad. La Corporación Nacional China de Petróleo se mantiene en plena actividad inversora, como en el caso venezolano. El pulso con los Estados Unidos por la revaluación del yuan (renmimbi en chino) reaparece constantemente.

Con América Latina mantiene relaciones diplomáticas y económicas con casi todos los países, realiza inversiones ya vitales para este subcontinente y ha comenzado a otorgar créditos para el desarrollo. Con África igual, pero también forma parte de las misiones militares de la ONU y hecho inversiones en agricultura, sistemas de riego y de salud, involucrándose en programas del organismo mundial para mejorar la situación en Uganda, Ghana y Mozambique. Se ha involucrado en el espacio ex-soviético convirtiendo a Kazajstán en su segundo aliado comercial. Su presencia en las actividades de la ONU ha crecido notablemente. Se ha hablado mucho de la voracidad china por el petróleo. En efecto tal voracidad existe, pero también una conciencia de generar fuentes alternativas y de cuido al medio ambiente. Está claro que tal consumo de energía sigue siendo un tercio de lo que consume Estados Unidos.

¿Hacia dónde va China? Peter Franssen escribió un libro bajo este título, uno del cual se puede discrepar o coincidir, pero que, en cualquier caso, constituye una visión absolutamente necesaria para hacerse una idea clara sobre este país por la cantidad de valiosa información que contiene producto de una investigación a fondo. Si marchamos o no hacia una nueva guerra fría a mediados de este siglo, cuáles serán las inclinaciones finales del gigante chino o si asistiremos a una mejoría notable en el campo de los derechos humanos y de la vida democrática (hoy mancillados con la represión o censura contra Internet por miedo al contagio de las revueltas que sacuden a parte del mundo y con la intolerable prisión de buen número de disidentes) son cosas que están por verse.


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viernes, 17 de junio de 2011

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ: LA CULTURA EN EL MUNDO QUE APARECE

El enfoque cultural del proceso de globalización implica escapar de un economicismo trasnochado al que lo reducen algunos analistas. Si tenemos que mirar al mundo como un proceso multidimensional y a la cultura como el medidor supremo del desarrollo, podemos escapar de los simplismos. La construcción de una red de redes en diferentes planos interconectados debe llevarnos a una profundización de los peligros de homogeneización y al análisis de cómo la diversidad (tradiciones, lenguas, identidades) se insertan en esta nueva realidad global. El simplismo de que globalización es McDonald en cada sitio no parece apropiado para una investigación seria.

Una cosa es el comportamiento de los llamados centros del poder, tal como han existido y existen, y otra la diversidad repotenciada de manifestaciones culturales que se insertan en la globalización saliendo, algunas, del desconocimiento y haciéndose universales mediante los medios de la nueva comunicación horizontal.

Admitamos, no obstante, que el temor existía en algunos: la sepultura de la cultura local. Lo que ha pasado es todo lo contrario, se ha reordenado esa cultura y en muchos casos se ha hecho igualmente global. Lo que ha sucedido es que ha surgido una nueva manera de entenderla, entenderla desde lo global y lo más significativo, hacerlo a la inversa. Es obvio que los cambios culturales se producen en diversas áreas, como el trabajo y la comunicación y en todos los planos de la nueva ecuación, incluyendo en el interior de los territorios delimitados por la división llamada fronteras.

FENIX
No puede pretenderse que la globalización, y menos la cultura en su seno, sea un proceso homogéneo. Por el contrario, es necesario esperar contradicciones y conflictos. Todo es aquí fragmentario, diverso, por definir. La cultura tiene que ver con todo lo creativo y cuando diversos modos creativos o formas de crear o resultados creados se encuentran se produce un enriquecimiento global. Es obvio que ello conduce a una heterogeneización agudizada, pero una ya preexistente en la condición misma de existencia de las culturas que se encuentran.

Hay que admitir, no obstante, que el sacar el proceso de globalización de donde algunos pretenden encallejonarlo, esto es, en lo económico y luego, en menor cuantía, en lo político, para llevarlo al terreno de lo socio cultural, plantea exigencias epistemológicas de hipercomplejidad y exigiría el abordaje de temas como el caos, la autoorganización, los fractales y los conjuntos borrosos. Manuel Castells (La era de la información, la ciudad y los ciudadanos, La galaxia Internet) insiste, en un análisis volcado hacia lo comunicacional, en una “virtualidad real”, es decir, los símbolos se convierten en experiencia real y donde cambia el concepto de poder y hasta la razón lógica. Ello conlleva a lo que ya hemos señalado, a la construcción de redes como nuevas formas de poder y al renacer, en todo su esplendor, de la vida local. Es algo que podríamos llamar con Zigmunt Bauman (Liquid modernization, Globalization. The human consequences) el fin de la geografía, un fin que afecta desde el amor y los vínculos humanos hasta el arte mismo. Quizás sea Bauman el primero en haber utilizado el término “glocalización”, para poner de relieve los daños de una mirada unilateral, es decir, mirar sólo desde el punto global perdiendo de vista lo local.

Estamos, pues, ante una situación que hemos denominado de multiculturalismo lo que quiere decir una mirada multidimensional. Y, obviamente, ese rescate rechaza lo global como simple homogeneización. Al fin y al cabo, lo global multiplica las interdependencias.

Frederic Munné, (De la globalización del mundo a la globalización de la mente) analiza el tema manejando puntos como las relaciones no lineales, dinámica caótica, organización autógena, desarrollo fractal y delimitación borrosa. Brevemente: la globalización no es una sucesión lineal de causas y efectos, de manera que hay que leerlo como un hipertexto, insiste Munné, señalando que “un contexto lineal o no lineal muestra realidades distintas: en aquél, la incertidumbre es desconocimiento que emana de la información faltante, mientras que en este pasa a ser fuente de conocimiento entanto que emana de la información emergente”. Caótica, porque estamos ante un sistema hipersensible a las variaciones, aunque sean pequeñas, lo que indica que subyace el caos, lo que paradójicamente lleva a concluir que no se está en un desorden sino ante la génesis de un orden. La complejización aumenta la posibilidad de organización dado que en lo local pasa a residir la creatividad emergente, de manera que no hay posibilidad de repetición de mimetismo o de clonación, puesto que al fractalizarse la sociedad genera una iteración creadora.

Lo que garantiza el progreso humano es una dialéctica de las culturas. Esta navegación global de las mercancías tiene, pues, un efecto limitado, si bien dentro de esa limitación modifica comportamientos, como lo hemos señalado, desde el lugar del trabajo hasta la manera de ejercerlo, desde modificaciones en la vieja organización familiar hasta cambios en la psicología dado que ahora tendremos una preocupación global adicional a las antiguos intereses. Todo eso es verdad y no negamos la existencia de un peligro, como siempre existió en todo cambio de la organización del hombre, en todos sus paso, desde lo tribal, a la Ciudad-estado, al Estado-nación, sólo por mencionar tres.

No olvidamos serios problemas, como la concentración de un monopolio tecnológico, los derechos de propiedad intelectual, las patentes o hasta las acciones intencionales y planificadas dirigidas a absorber o a implantar. Hay que ejercer la defensa y ello pasa por la selección de lo que se quiere absorber desde un ángulo de la multiculturización lo que permita reestructurar en beneficio de un desarrollo humano sostenido.

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