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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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domingo, 2 de agosto de 2015

EDUARDO GUZMÁN PÉREZ, MILITARISMO, PODER Y CORRUPCIÓN.

André Guide: Todas las cosas han sido  ya dichas, pero como nadie escucha, hay que volver a empezar.

Que de  cosas  de la historia de este país, mi país, tu país, el país de nadie. La próspera Venezuela Modélica que quedo en orfandad de conducción y mando, pero eso sí,  en “democracia para y por el pueblo”,
Una vez que el presidente Marcos Pérez Jiménez quien nos  sacó, y afortunadamente, del miserable país que heredo en 1952 de la famosa como esta  “Revolución de Octubre”, y de todas  las anteriores, Y decide abandonar el poder  la  madrugada del 23 de enero del 58, y óiganme, en donde los gringos jugaron un papel trascendental,  Pérez Jiménez , previo  un acuerdo  con su compadre el Cnel. Pedro Jose Quevedo  le recomienda: “Compadre pongan a Larrazábal al frente de la Junta  que es el oficial  más antiguo en jerarquía” y Quevedo lo hace,  otro desastre.
Algo así como aquello que 12 años atrás  al medio día del  19 de octubre de 1945, le dijo el Presidente Medina al rendirse en el Cuartel Plaza  a manos del  Tecnel Marcos Pérez Jiménez, jefe visible del movimiento militar , le dijo Medina: “Comandante no le entreguen el gobierno a lo adecos gobiernen Uds. con una Junta Militar”. Pérez Jiménez no podía, espero tres años.   En ese instante  histórico  del 23 de enero del 58 se puso fin a 57 años de gobiernos de los cinco  dinastas andinos que nos habían gobernado para bien o para mal.-1898-1957.
Los  resultados de esa decisión  de Pérez Jiménez fue  un desastre: El difunto al final  y ahora el imputable.  Y de seguidas ya el país en manos de una Junta,  es negociado a espaldas del pueblo, pero eso sí,  en su nombre en  un contubernio político  falaz en los que Rómulo era experto y enseño a Caldera, aprueban la Constitución presidencialista, representativa  y centralista del 61.  Un traje hecho a la medida para apoyar la llamada “democracia de los partidos” que era lo que vendían, “por y para el pueblo.” 
Luego de 40 años del ensamble AD-Copei- izquierda trasnochada hoy en el poder y militares,  vean  en que   desemboco ese desastre en 1998 y las consecuencias que estamos viviendo;  de eso que ellos llegaron a llamar: “la más perfecta democracia de America latina,” y  pensaron que para salvarse fusilaron a  CAP en otro contubernio falaz propio de los adecos y copeyecos/masistas, que  era la solución y se coló el difunto,. 
Y hoy, tras 15 años  de un “régimen revolucionarios y bolivariano” como aquel de la otra “Junta Revolucionaria de Gobierno” presidida por Betancourt-1945-47-,  diseñada por Rómulo Betancourt cuando a lo Chávez se prestó para derrocar a Medina y asaltar el poder, propinándole el  sangriento  antihistorico y perverso golpe militar en 1945 que fue un salto al vacío.
Hoy, el  país, el mismo de 1945-1947 y de tantas otras épocas pasadas “revolucionarias” de  nuestra nada  hermosa historia política militarista instaurada por Bolívar en este país, o ex país yo no sé. 
Lo que si es cierto, es que   el régimen del Pacto de Punto Fijo  está viviendo su fin con el llamado régimen cívico militar castro comunista, en  este   monumental funeral”, 
De un régimen  que  según  mi amigo Jose Machillanda Pinto es: “….Un proceso político  que a partir de 1999 está atado a la violencia cercano al militarismo y con uso del radicalismo político. En la medida en que estos tres elementos han mostrado su ineptitud e incapacidad para ejercer la política, aparece la militarización de la política y la militarización de la sociedad… El militarismo hecho poder político hoy. 
Pero  lo que si no creo ni puedo admitir  de Jose, es que diga que: “El 6 de diciembre es una cita para la civilidad, es un hecho civilizatorio propio de países desarrollados que entienden el hecho electoral como una oportunidad para premiar o castigar un gobierno siempre y cuando haya cumplido con resolver las demandas prescritas y pospuestas de un cuerpo social.
Jose, mi coronel amigo. Eso es en otro país y en otras culturas, ¿pero aquí?  Por Dios  Jose ¿Ud. has visto a un gobierno comunista de los habidos en el mundo, salir del poder electoralmente o perder elecciones? y aquí menos,  Señores !!!Alea jacta est
Jose Eduardo Guzman Perez
guarauno2000@gmail.com
@guzmanperez1

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jueves, 26 de marzo de 2015

ENRIQUE MELÉNDEZ , Y LLEGÓ EL COMANDANTE GALÁCTICO…

         Nadie se imaginó en aquel momento de euforia cuartelaria; cuando Chávez gana la presidencia de la República que su paso por el poder iba a significar hasta la pérdida de una parte del territorio nacional, si nos fijamos en lo que está ocurriendo con Guyana; a propósito del proyecto de exploración petrolera que adelanta con la Exxon Mobil de EEUU en el llamado territorio marítimo del Esequibo, y sobre lo cual se han disparado las alarmas entre los internacionalistas; que no entre la gente del gobierno; que, por el contrario, parece de lo más tranquila; no obstante, hace ya más de una semana que la compañía transnacional estadounidense inició sus trabajos de exploración en dicha zona, y está por verse cuál va a ser la reacción de los militares de este lado, y quienes el año pasado interceptaron un buque petrolero, que pretendía explorar la zona, y lo retuvieron en Margarita.

         Porque yo le oí a Hugo Chávez confesar que él aceleró los preparativos de la rebelión, como él la llamaba, del 4 de febrero, porque le había escuchado decir a Carlos Andrés Pérez, que él estaba dispuesto a permitir una cierta convivencia binacional en la zona del golfo de Venezuela con nuestra hermana República de Colombia; que es en lo que en la práctica sucede; tomando en cuenta que estamos ante la frontera más caliente de la América Latina, como se ha señalado, y desde allí del golfo hasta Cúcuta. Claro, aquí el problema de fondo fue el maridaje Chávez-Castro, y ya se sabe que una de las mayores provocaciones que le hizo Fidel Castro al gobierno de Rómulo Betancourt fue el de cuadrarse desde un principio con Guyana, cuando éste en su segundo gobierno, y una vez independizada Guyana de Inglaterra, replantea el tema del Esequibo, y el cual había quedado congelado desde, prácticamente, el siglo XIX, y para lo cual hizo una alianza con el entonces presidente de Guyana, Jedi Jagan que se decía marxista, aunque no comunista; tomando en cuenta, además, que a Guyana se le considera del Caribe; de la media luna del CARICOM, y Castro comenzó a acusar a nuestro país de expansionista, a lo largo de los diferentes gobiernos que se fueron sucediendo, y uno diría en estas circunstancias, que allí en el fondo no dejaba de estar presente una proyección suya, y de lo que se conoció como el castrocomunismo.
         Hasta que llegó el “comandante galáctico”, y mandó a parar más de un siglo de resistencia, digamos, diplomática que se había tenido con la hermana República; desde que se dicta el famoso Laudo Arbitral; muy citado por estos días, porque Venezuela sale de allí muy mal parada, a causa de una jugada sucia que le hacen entre gallos y medianoche en un tribunal internacional; una patraña que se viene a descubrir por una infidencia, digamos, histórica, y que es lo que le da pie al gobierno de Betancourt, para replantear el tema, y que se mantuvo durante los gobiernos de la República civil; momentos en los cuales Fidel Castro metía la cuchara aquí y metía la cuchara allá, a medida que se llevaban a cabo los reclamos y las negociaciones, al respecto; despechado porque Betancourt nunca le quiso hacer caso a sus locas aventuras, precisamente, de financiar la expansión del castrocomunismo por toda la América Latina con la ayuda del petróleo venezolano.
         Incluso, en el interín hubo un episodio un tanto trágico; que fue el empeño de un grupo de habitantes de esa zona del Esequibo, que plantearon una rebelión, con respecto a la metrópoli Georgetown; por cuestiones de índole racial; para solicitar la anexión a Venezuela, pidiéndole a su gobierno, incluso, la protección; habida cuenta del temor que abrigaba ese pueblo de ser masacrado, a consecuencia de su gesto; sólo que el Estado venezolano no estaba en capacidad de meterles la mano por el momento, y hacer valer la acción de la anexión. El propio Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno casi llega a un acuerdo de neutralizar dicho territorio, a condición de declararlo parque ecológico binacional, y como recuerdan los internacionalistas el antiguo Comité Ejecutivo de Acción Democrática se lo echa para atrás. He allí al grado de resistencia al que se había llegado, en ese sentido, y esto porque Venezuela tenía razones muy bien fundadas para considerar que esa zona formaba parte de su territorialidad; sobre todo, porque Gran Bretaña se la había arrebatado de una manera muy arbitraria; cuando entonces este país comenzó a considerarse el dueño de los mares, y fue cuando le dio por posesionarse de estrechos, islas; al tiempo que ocupaba territorios, como el Esequibo; porque, asimismo, se había hecho dueña del diseño de los mapas del mundo, y que es por donde comienza su arbitrariedad, con respecto a nosotros. En la Venezuela de hace un siglo había la costumbre en las casas de familia de tener dos retratos: uno de Juan Vicente Gómez y el otro de Antonio Guzmán Blanco, y la gente decía que lo que había comenzado el uno en términos de civilización, el otro lo había terminado; aunque no dejaba aquél de quejarse por el hecho de que, tomando en cuenta la ilustración de Guzmán Blanco y el semianalfabetismo de Gómez, había sido una lástima para el país que la cosa no hubiera sido al revés, y, en lugar de ser Guzmán Blanco el primero, no había sido Gómez.
         Que es lo mismo que nos vuelve a jugar el destino en esta oportunidad; sobre todo, a partir del momento en que Chávez hizo ver que para él este tema de la reclamación del Esequibo dejaba de ser prioritario; influido, quizás, por los criterios geopolíticos de Castro, que es por donde deja entrever su poco escrúpulo de patriota; si tomamos en cuenta que, precisamente, por aquí se había iniciado el saboteo de Castro a la línea de resistencia que Betancourt, como habíamos dicho, había asumido de nuestra tradición republicana, una vez que llega a la jefatura de Estado.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

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lunes, 23 de febrero de 2015

CARLOS BLANCO, LA RENUNCIA DE MADURO

Esta exigencia es compartida por una porción mayoritaria de ciudadanos, chavistas y opositores. Se ha objetado que el susodicho no va a querer renunciar y que al colocar la decisión a su arbitrio, si no le da la gana, pues no le da la gana.

Las renuncias son voluntarias cuando alguien muy enfermo toma conciencia del colapso; o, si está sano, al aspirar una mejor posición, y tal vez cuando desee retirarse al descanso aunque no sea el eterno. Del resto, las renuncias son “ayudaítas”, al exigirla el jefe al empleado, caso en el cual éste atiende el requerimiento si el costo de no hacerlo es mayor que el beneficio.

Fernando de la Rúa de Argentina, Alberto Fujimori de Perú, Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa de Bolivia, Jamil Mahuad de Ecuador, Richard Nixon de EEUU, Hugo Chávez en Venezuela (el Alto Mando Militar le exigió la renuncia, “la cual aceptó”), entre muchos otros, renunciaron por la presión de las fuerzas sociales y porque, al final, les resultaba menos costoso irse que quedarse. De eso se trata: dada la catástrofe del país, el camino para el cambio del régimen pasa por la renuncia de Maduro.

Solicitar la renuncia no es golpismo, recuérdese que los que hoy están en el poder se la solicitaron a CAP II y a Caldera II. Algunos -hoy ancianos- también a Rómulo Betancourt. Lo que debería acompañar la salida de Maduro es el nombramiento de un Vicepresidente equilibrado que se encargue, junto a un gobierno de unidad nacional, de conducir el país hacia las elecciones presidenciales, limpias y libres, en el marco de la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados. Ya existe una propuesta de Acuerdo para la Transición.

¿El objetivo de la renuncia colide con las elecciones parlamentarias? No. Si se obtiene la salida en el corto plazo corresponderá programar las elecciones presidenciales y también las de la Asamblea Nacional. En el supuesto de que no se logre la renuncia de Maduro pronto y se imponga la agenda electoral, pues se iría a esas elecciones –primarias generales mediante- con el propósito de convertirlas en paso adicional para el cambio del régimen y, con los previsibles fraudes, en un nuevo motivo para exigir su reemplazo. Por cierto, en caso de imponerse la agenda electoral tal vez el único estímulo para aminorar el desencanto sea el de concebir las elecciones como vehículo adicional para exigir la renuncia.

Es suicida para el país esperar a 2019 para el cambio. Éste se logrará si la salida constitucional de Maduro se convierte en objetivo nacional compartido.

Carlos Blanco G.
cblanco@bu.edu
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com

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miércoles, 26 de noviembre de 2014

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, SUMA DE INCONGRUENCIAS, UN FRACASO LLAMADO VENEZUELA (X)


JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA
No puede haber democracia sin capitalismo ni burguesía, ni se puede llegar al socialismo sin pasar por el capitalismo. No entenderlo explica la suma de  incongruencias en nuestra historia.
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Por su formación marxista Betancourt conocía el “materialismo histórico”, que se resume en estas palabras: las relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad, la cual constituye la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política de cada etapa histórica. A esta  sincronización entre la estructura económica y la superestructura político-jurídica la han denominado más recientemente “ley de la congruencia”(Toffler). Lo contrario es la incongruencia o desincronización.
Deduzco entonces que Betancourt se dio cuenta de la incongruencia que venía arrastrando la República desde su creación, causa de la inestabilidad política y de la sucesión de fracasos. Los padres de la patria trasladaron a nuestro país las instituciones político-jurídicas del capitalismo entonces emergente con la revolución industrial que elevó a la burguesía a la categoría de clase dirigente, después de derrocar el absolutismo real. Constitución, república y democracia son creaciones de la burguesía, construidas sobre la base de la economía capitalista. Pero aquí, para la fecha de la independencia, no había capitalismo ni burguesía. Los padres de la patria eran terratenientes esclavistas que dominaban en una sociedad semejante a la feudal.
Ni entonces ni después en siglo y medio de historia republicana tuvimos una revolución industrial que implantara el capitalismo y a la burguesía como clase dirigente. Ello explica que la Constitución y las instituciones republicanas fueran entelequias o superestructuras sin base económico-social. La realidad política era el caudillismo militar, rémora del feudalismo, adoptando la presidencia imperial como forma de gobierno. Al no existir capitalismo ni burguesía tampoco podía haber proletariado o clase trabajadora, ya que unos existen por los otros. Y al no existir burguesía ni proletariado, no hubo contrapeso social al caudillismo militar, porque ambos son, en una sociedad capitalista, los poderes fácticos o de hecho que enfrentan el absolutismo.
Lo anterior explica que, ya curado de lo que llamaba “sarampión juvenil”, Betancourt trazara en 1945 la estrategia para echar las bases de una democracia estable incorporando a la incipiente burguesía industrial, que se estaba formando a la vera de la inversión extranjera en petróleo, y promoviera su crecimiento mediante la industrialización, base del capitalismo, para lo cual fue creada la Corporación Venezolana de Fomento (CVF). El acierto de esta estrategia se comprobó cuando la burguesía industrial participó en el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez y el líder del empresariado, Eugenio Mendoza, formó parte de la junta de gobierno de la transición democrática y luego fue suscritor del Pacto de Punto Fijo. Así comenzó el proceso de hacer congruente la democracia con la estructura económica y la clase social que le dieron origen, capitalismo y burguesía. En consecuencia los gobiernos de 1959 a 1974 (Betancourt, Leoni y Caldera) impulsaron aún más la industrialización con la política de sustitución de importaciones y exención de impuestos por años a las industrias que se instalaran en el país. Entusiasmada la burguesía nacional fundó el movimiento “Pro-Venezuela” (presidido por Alejandro Hernández), con su lema: “compre venezolano”.
Pero en 1975, al disparate de hacer dueño del petróleo al presidente imperial se le agregó el de construir un Estado Empresario, que ha sido el fracaso total. Sólo trajo derroche y corrupción en proporciones jamás vista. Y, al mismo tiempo, socavó las bases sociales de la democracia, facilitando su caída al impedir que burguesía y proletariado se consolidaran como poderes fácticos independientes del gobierno. Desde entonces vivimos en un estado de extravío ideológico. Somos el único país donde todos los partidos son socialistas, ninguno se propone implantar el capitalismo aún estando en la etapa de la globalización capitalista. Somos el único país en el cual ningún partido se identifica con el capitalismo que impera en todas las potencias económicas, incluyendo a China.
Aprendamos la lección: Todos nuestros fracasos políticos se han originado en no entender que la democracia requiere del capitalismo como base económico-social. Por ello la llaman democracia burguesa. Y no entender los comunistas lo más elemental del materialismo histórico: sin  pasar por el capitalismo no hay socialismo posible, si acaso se llamará así la etapa histórica que suceda a la vigente en el mundo. De allí el desastre actual.
Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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domingo, 16 de noviembre de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, ELECCIONES, EJERCICIO LIMPIO, CIVICO Y CULTO, ROMULO BETANCOURT

“Tengo confianza en el pueblo, en el buen pueblo de Venezuela, y en el sentido de responsabilidad de los partidos democráticos, tanto de los defensores y colaboradores del actual gobierno como de los que le hacen oposición, y por eso no me cabe la menor duda de que el año que viene, año de comicios, no será una etapa de pasiones encrespadas y de violentas diatribas, ni mucho menos de motines, sino de civilizada y ejemplarizante contrastación de ideas políticas y de programas administrativos. Ese proceso de comicios se realizará dentro de un ambiente cabal y total ejercicio de las garantías constitucionales…” Romulo Betancourt, 1962

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA
     Para el 31 de diciembre de 1962, año en que hubo de enfrentarse a dos serios intentos sediciosos para derrocar el gobierno constitucional, en ambas oportunidades coludidos unos pocos elementos desorbitados de las Fuerzas Armadas con sectores de la extrema izquierda antivenezolana, los cuales el país repudió masivamente con claras y enérgicas formas, el Gobierno de Coalición procedió a tomar las medidas en el orden interno y en el internacional, que se requerían cuando fue evidente que Cuba se había convertido en base de proyectiles atómicos soviéticos, armas nucleares que fueron retiradas y que hicieron más consciente a Venezuela de que era uno de los objetivos políticos y militares de la Unión Soviética y de los partidos que sirven a su ambiciosa política de dominación ecuménica, mundial.

     Como país productor de petróleo, que aún en los días de la desintegración del átomo y la posible utilización de la energía nuclear con fines pacíficos, continuaba siendo el más codiciado y necesitado de los combustibles para movilizar los aparatos industriales y bélicos de las grandes potencias. Venezuela, según afirmaba el Presidente Betancourt, estaba plenamente consciente de que no producía bananos, sino petróleo, y de que siendo cualquiera el gobierno que presidiera el país debía mantenerse en un estado de alerta. Venezuela era y seguiría siendo una zona operacional, con prioridad inmodificable, para los enemigos de la democracia y para los fieles devotos del comunismo.

     Ante los brotes insurreccionales, como los que se vivían en esta época, Venezuela debía defenderse no sólo de los entes antisociales que cometen crímenes individuales, también y de manera especial, en un país donde el acceso al poder mediante el hecho de fuerza había sido tradicional por parte de quienes pretendían utilizar las armas que le entregó confiada la República para derrocar gobiernos legítimamente constituidos. Tradicionalmente se había intentado y logrado derrocar gobiernos para utilizar el poder como instrumento de las apetencias de mando y de enriquecimiento ilícito de un hombre o de una camarilla. Y el intento de trasladar a Venezuela la situación tiránica cubana era vista como contradictoria e indigna de la noble nación que conquistó su independencia a costa de un raudal de sangre y sacrificios, y que ahora había devenido un simple peón en el ajedrez de la política comunista internacional.

     Quienes participaron en los brotes facciosos –que dejaron un saldo de muertos y heridos- fueron entregados a la jurisdicción de los tribunales militares de acuerdo con las leyes de la República, y tuvieron derecho a la defensa; unos fueron excluidos de responsabilidad, otros condenados a presidio. Rómulo fue claro: “Surgen ya voces pidiendo amnistía para ellos. Mientras yo sea Presidente de la República no será sobreseída su causa… Lo más fácil para un gobernante en vísperas de dejar el poder es dar muestra de humanitario espíritu frente a los autores de motines y sediciones, dejándole a su sucesor la peligrosa herencia de la impunidad del crimen político. Tengo demasiado sentido de la responsabilidad conmigo mismo y con la historia para proceder así. Estoy consciente de que por esta línea de conducta, indesviable e inmodificable, caerán sobre mí rencores familiares e individuales imborrables, pero gobernar con sentido de lealtad al país no es, en mi concepto, eludir responsabilidades, sino asumirlas ante la propia consciencia, ante la nación y ante la historia... Las dificultades afrontadas por el país y el gobierno en 1962, no fueron obstáculo, y ello demuestra la confianza de los venezolanos en su gobierno y en el empeño de éste en cumplir una acción administrativa eficiente, para la recuperación económica y el saneamiento fiscal”.


     En cuanto a la economía nacional, en franca recuperación, las estimaciones preliminares realizadas permitían asegurar que por primera vez desde 1959 Venezuela había alcanzado un crecimiento del producto per capita al lograrse un crecimiento total algo superior al 6%. Las cifras correspondientes a los permisos de construcción en la zona metropolitana y en las capitales de los Estados durante los diez primeros meses de 1962 mostraban un aumento del 65% con respecto a 1961. Tal recuperación había permitido disminuir significativamente el desempleo, aumentándose el poder adquisitivo de la población. El Banco Central de Venezuela cerró con superávit al colocarse las reservas internacionales en 575,4 millones de dólares, reflejando una nivelación de nuestros pagos al exterior y en los ingresos de divisas.

     La deuda pública disminuyó, se pagaron 200 millones de dólares (50%) del empréstito de abril. Se había comenzado la producción y exportación de acero. El presupuesto de 1963 (Bs. 6.225 millones) era el primero sin déficit desde hacía muchos años que regiría a Venezuela; se aumentaron las inversiones y el otorgamiento de créditos al sector privado y quedó asegurado el financiamiento del 90% del total de inversiones públicas que para el primer año preveía el Plan de la Nación 1963-1966, en consulta y reajustes indispensables con el sector empresarial y las organizaciones de trabajadores. Todo ello generaba una manifestación visible e innegable en las alegres pascuas que se celebraban, donde el comercio vendió más que en ningún otro diciembre de la historia venezolana.

     El mejoramiento visible de la situación económica; la confianza en que el país había tramontado sus anteriores etapas de dificultades y de recesión; el aumento evidente del empleo y el margen de cada vez menos trabajadores desocupados; todo trajo euforia navideña, con una alegría que no se decretó, y que obedecía a un régimen, con sus aciertos y errores, atento a la preocupación fundamental por el bienestar de la colectividad.

     Cabe destacar que hacia fines de año hubo una proclamación del Presidente Kennedy sobre regulaciones para el ingreso de petróleo extranjero en el mercado estadounidense. No siendo un satélite al servicio de ninguna potencia mundial, el gobierno se preocupó, no se quedó con los brazos cruzados e incitó a la realización de reuniones de alto nivel en defensa de los intereses del país. Betancourt llamó a Kennedy y se creó una comisión que en 48 horas logró que tales regulaciones no afectaran al petróleo venezolano, estableciéndose además acuerdos y mecanismos que impidieron a futuro que tal espada de Dámocles –dependiendo de lo que la Casa Blanca resolviera unilateralmente sobre la colocación del petróleo crudo y residual venezolano en Estados Unidos- siguiera guindando cual guillotina sobre los gobiernos venezolanos.

     De forma igualmente enérgica culminaba con éxito la acción introducida por el Gobierno de Venezuela ante los tribunales de Estados Unidos, de acuerdo con un tratado internacional suscrito en 1922, contra el dictador derrocado el 23 de enero de 1958. Se buscaba extraditarlo para ser juzgado por la Corte Suprema de Justicia. Se buscaba dejar bien claro que el delito de apropiación indebida de dineros fiscales y el uso de la fuerza pública con criminales propósitos, no se quedan sin sanción. Pérez Jiménez ya estaba detenido por mandato judicial en una cárcel norteamericana, esto era algo que sólo podía realizar un régimen integrado por venezolanos que ni se habían enriquecido ilícitamente, ni habían utilizado contra sus opositores los procedimientos inexcusables de las torturas y los asesinatos. En Venezuela estaban vivos y sometidos a juicio quienes intentaron contra la vida del Presidente Betancourt.

     El año de 1963 iba a tener una significación muy especial para Venezuela. Se iba a realizar en la historia de Venezuela un hecho que era normal y rutinario en los países de régimen democrático y representativo estabilizado. Por primera vez un Presidente directa y libremente electo por el pueblo iba a presidir unas elecciones en que habría de sucederlo otro Presidente directa y libremente electo por el pueblo. Tras el esfuerzo para lograr que la administración pública realizara labor eficaz y de que se erradicara de Venezuela la bochornosa tradición del peculado y del tráfico de influencias,  se pasaba a adecentar las costumbres políticas del país. Se acababa con la tradición de que los jefes de Estado se reeligieran para perpetuarse en el poder, o que situaran en Miraflores, para sucederles, a un hombre que les fuera dócil, para manejarlo como los directores de marionetas manejan los hilos invisibles de sus personajes.La Constitución prohibía la reelección, y explícitamente señalaba que quien hubiese ejercido la primera magistratura no podría aspirar a ella sino diez años después de la expiración de su mandato.

     Dijo Rómulo: “Pero tampoco habrá continuismo personalista. Presidiré unas elecciones con absoluta imparcialidad y al país le digo, con esa buena fe y con esa cruda franqueza que me ha caracterizado, que no tengo ni tendré candidato para las elecciones próximas… Mi decisión es clara e inmodificable. El funcionario ejecutivo que interfiera o presione en favor de un candidato de sus simpatías, será destituido, cualquiera que sea su rango o jerarquía. 1963 es la culminación para mí de una dilatada vida pública y aspiro, con una confesa intención de pedagogía cívica, a que seré apto para demostrarles a los venezolanos cómo un gobernante es capaz de presidir imparcialmente unas elecciones y de no pretender seguir gobernando, después de su salida de Miraflores,  por la interpósita mano de un dócil instrumento suyo elevado a la primera magistratura... Ha sido este un país de turbulenta historia, y el cual ha sido señalado, negativamente, por la paradójica circunstancia de que habiendo sido la cuna del Libertador no haya podido vivir sino en muy escasos períodos de su historia republicana dentro de un régimen de libertad ordenada y de sistemas de derecho estables. Ello nos obliga, muy particularmente, a demostrar que este período constitucional próximo a concluir en 1964 no es un paréntesis transitorio de normalidad institucional en un país donde tantas veces la dictadura autocrática rigió la cosa pública. El proceso electoral, por propio sentido de responsabilidad nacional y por responsabilidad americana, debe ser un limpio, cívico, culto, ejercicio de democracia… El ejemplo que se dio en 1958 de tres candidatos a la Presidencia de Venezuela, cuando no utilizó ninguno de ellos el lenguaje de la violencia ni las injurias personalistas, debe repetirse en 1963. Tengo confianza en el pueblo, en el buen pueblo de Venezuela, y en el sentido de responsabilidad de los partidos democráticos, tanto de los defensores y colaboradores del actual gobierno como de los que le hacen oposición, y por eso no me cabe la menor duda de que el año que viene, año de comicios, no será una etapa de pasiones encrespadas y de violentas diatribas, ni mucho menos de motines, sino de civilizada y ejemplarizante contrastación de ideas políticas y de programas administrativos. Ese proceso de comicios se realizará dentro de un ambiente cabal y total ejercicio de las garantías constitucionales…”

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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domingo, 3 de agosto de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, EL CARUPANAZO, UN FRACASO CASTRO-COMUNISTA

“El régimen democrático procede con métodos democráticos. He dicho reiteradamente, y repetirlo no es ocioso,  que por la composición de este gobierno y por la filosofía inmodificable del hombre que lo preside, aquí no utilizaremos procedimientos de paredón ni iremos contra lo más respetable en el hombre, que es su dignidad. Pero la experiencia universal y la más reciente, la trágica, dolorosa experiencia cubana, están demostrando que los regímenes democráticos deben llevar su tolerancia hasta ciertos límites y no aplicar métodos de excepción sino los pautados en las rígidas normas de la ley para defender la convivencia social  y su propia supervivencia”. Rómulo Betancourt, 4 de mayo, 1962

    
La ciudad oriental de Carúpano fue la primera experiencia de conjunción castrense-comunista, bajo la dirección del capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas y el marxista Guillermo García Ponce (designado jefe de operaciones militares del Partido Comunista).  Fue a la medianoche de 4 de mayo de 1962 cuando se levantó el Batallón de Infantería de Marina “Mariscal Sucre, anclado en Carúpano, y el Destacamento Nº33 de la Guardia Nacional del mismo puerto. La insurrección estuvo comandada por el capitán Villegas, el mayor Pedro Vargas Castejón, el teniente Fleming Mendoza, Douglas Bravo y Germán Lairet.  Participaron en ese movimiento el comunista Eloy Torres y el mirista Pedro Duno. Villegas declararía posteriormente que el ideólogo de la torpe sublevación había sido Simón Sáez Mérida.

     El Presidente Betancourt pudo haber repetido la expresión del Libertador respecto a ser “el hombre de las dificultades”, ya que –además de la obra de gobierno acelerada que comenzaba a colocar a Venezuela a la altura del siglo 20- enfrentaba a la violencia, a la oposición militar del perezjimenismo rezagado, la guerrilla y la insurrección de izquierda que se acentuaron durante los primeros meses de aquel agitado año. Los hombres y voceros de la discordia no daban tregua, pero Rómulo estaba resuelto a darles la pelea.

     Las pintas que se colocaron en las calles, “Renuncia Rómulo”, recibieron su respuesta: “ni renuncio ni me renuncian”, más por convicción republicana que por fanfarronería venezolana. Pese a la salud algo estropeada por el atentado contra su vida, había ánimos y fuerza para no bajar la guardia frente a los conspiradores de las Fuerzas Armadas y los camorristas del Partido Comunista y del MIR, que este año comenzaron a actuar en estrecha conexión. Era la primera vez en Venezuela que el morbo marxista o el ideario izquierdista penetraban el mundo de los cuarteles, donde antes hubo siempre un rechazo categórico al comunismo. Era la influencia nefasta de la llamada revolución cubana o acaso del nasserismo.

     Iniciado el año de 1962, hubo manifestaciones violentas y sangrientas en el centro de Caracas, con un trágico balance de muertos y heridos, más los daños a la propiedad. Quizás la desesperación de los conspiradores obedecía al respaldo popular que tenía el Gobierno de Coalición, que se ampliaba con la obra de gobierno. El 13 de febrero de 1962, los partidos de la coalición, las centrales obreras y sus bases sindicales habían convocado a una gigantesca manifestación de respaldo con motivo del tercer año de gobierno. Y a esto había seguido una serie de giras administrativas a la provincia para la inspección de obras en marcha, la inauguración de otras y para otorgar los títulos de propiedad a los campesinos beneficiarios de la reforma agraria, hechos con los que se labraba el verdadero y auténtico poder popular, suerte de escudo contra la violencia de los dos extremismos y muralla infranqueable para conspiradores, guerrilleros y terroristas.

     Los servicios de inteligencia habían comenzado a detectar las conexiones entre militares y civiles comprometidos con la insurrección. También había registros de contactos con urredistas y arsistas, que habían entrado en el menestrón de la oposición parlamentaria. Las guerrillas de estudiantes, profesores, intelectuales y gente de oposición empezaron a germinar en algunas regiones del país (Mérida, Sucre, Falcón, Portuguesa y Trujillo). Después de unas vacaciones alucinantes en La Habana, hasta Fabricio Ojeda publicó una carta anunciando que abandonaba el Parlamento para ingresar en la guerrilla.

     El Gobierno de Coalición tenía información de que los viejos comunistas como Gustavo Machado, Jesús Farías y otros menos viejos como Pedro Ortega Díaz estaban en cierta forma en contra de la lucha armada porque consideraban que no estaba planteada en Venezuela ese tipo de oposición, y mucho menos para alcanzar el poder. Conociendo de los incautos que creyeron en las prédicas comunistas de García Ponce,  el gobierno iba midiendo sus andanzas conspirativas y de penetración de las Fuerzas Armadas. Al igual que “el barcelonazo”, “el carupanazo” iba a extenderse por muy poco tiempo. 
     Los sublevados del batallón de marina hablaron en nombre de un denominado “Movimiento de Recuperación Democrática” y prometieron “restablecer las libertades conculcadas por el gobierno de Betancourt”. García Ponce no acudió a la cita de las armas, pero sí estuvieron como “asesores políticos” Eloy Torres y Sáez Mérida. Bastó un ligero movimiento envolvente para neutralizar y vencer a los facciosos (como veremos más adelante).

     Rómulo sabía que el “comando” de esta nueva y breve escaramuza había adoptado: la llamada “línea de la chispa”, mejor conocida como la tesis de Lenin, quien aseguró en sus días de conspirador contra el zar que “la chispa incendiaría la pradera”. Una teoría que ampliaría posteriormente Guevara. Es decir: que bastaba dar el primer paso para que la revuelta tomara cuerpo en todo el país.

    El mismo 4 de mayo de 1962, el Gobierno de Coalición promulgó el decreto que esperaba la población ante los desórdenes que venían ejecutándose a instigación de la izquierda. Rómulo había esperado que la anterior sustitución de las garantías constitucionales iba a significar la creación de un clima de paz, de concordia, de respeto y de acatamiento de las normas legales para todos los sectores políticos del país.  Y ahora los hechos desmentían lamentablemente esas presunciones y comprobaban que el Poder Ejecutivo estaba en lo cierto al sostener la tesis de la existencia de grupos políticos empeñados en que en Venezuela no rigieran las normas del sistema democrático y representativo de gobierno, sino otras que fueran calco de las vigentes en la desventurada Cuba.

          Viendo cómo continuaban los motines y las algaradas dentro de recintos estudiantiles, cómo se asesinaba a mansalva y por la espalda a hombre uniformados o a simples ciudadanos (hechos que luego muchos olvidarían), cómo se pasaba de la propaganda de guerra a los intentos de crear grupos guerrilleros en el país (intentos que fracasaban gracias al esfuerzo coordinado entre las Fuerzas Armadas y el campesinado nacional), el Gobierno de Coalición se había conformado con apresarlos y someterlos a juicios.

     Pero al sucederse el movimiento cubanizante en esa madrugada de mayo, el gobierno procedió de inmediato a tomar medidas militares, cercando a Carúpano con fuerzas de tierra y mar. Las fuerzas navales tomaron el Puerto de Carúpano. Por tierra desde Cumaná se llegó hasta el muelle de Cariaco y a las puertas mismas de Carúpano (Batallón Mariño) y por la carretera Caripito-Carúpano llegaron efectivos de la Guardia Nacional, de las Fuerzas Armadas de Cooperación; todo reforzado por las compañías del batallón Urdaneta, acantonado en Ciudad Bolívar, y del batallón Sucre, acantonado en Maturín. 

     Al respaldo inmediato de las Fuerzas Armadas se agregaron las mayorías venezolanas integradas por los partidos de la coalición, las fuerzas políticas de la oposición no comprometidas con la aventura extremista, los sectores empresariales y obreros, y la inmensa masa de venezolanos que querían mantener en el país un sistema continuo de gobiernos electos y de derecho.

     Rómulo reafirmó su promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución y que utilizaría las armas entregadas por ella en manos del Poder Ejecutivo para defender a las instituciones democráticas de los totalitarismo de cualquier signo. “Cuando los sucesos de San Cristóbal hubo energía para defender las instituciones democráticas de Venezuela del totalitarismo reaccionario; ahora habrá la misma energía, la misma firmeza para defender a las instituciones democráticas de Venezuela y el porvenir de la nacionalidad de los totalitarismos seudorevolucionarios:, dijo Rómulo a la nación el mismo 4 de mayo.

     Igualmente, al pasar unos días, agregó: “El régimen democrático procede con métodos democráticos. He dicho reiteradamente, y repetirlo no es ocioso,  que por la composición de este gobierno y por la filosofía inmodificable del hombre que lo preside, aquí no utilizaremos procedimientos de paredón ni iremos contra lo más respetable en el hombre, que es su dignidad. Pero la experiencia universal y la más reciente, la trágica, dolorosa experiencia cubana, están demostrando que los regímenes democráticos deben llevar su tolerancia hasta ciertos límites y no aplicar métodos de excepción sino los pautados en las rígidas normas de la ley para defender la convivencia social  y su propia supervivencia”.

      El Presidente Betancourt ordenó la represión de los insurrectos y la detención de alrededor de mil comunistas y miristas. Ordenó también el enjuiciamiento ante los tribunales de 138 dirigentes de la extrema izquierda. Golpe por golpe, sin vacilaciones. 

     La chispa del “carupanazo” no prendió y los cabecillas militares y civiles fueron detenidos y procesados; se ordenó la ocupación del PC y del MIR. En esto actuó con mucha diligencia el nuevo ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez, quien ya había demostrado su singular vocación para reprimir los estallidos de violencia y terrorismo.

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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viernes, 1 de agosto de 2014

LUIS UGALDE, LA SALIDA DEL GOMECISMO

En menos de cuatro años se disolvió el poder gomecista que a finales de 1935 era total; Gómez salió del poder y el país salió del gomecismo. Muerto el dictador, la salida fue rápida, relativamente incruenta y con un recorrido impensable. ¿Qué papel juega el liderazgo opositor con la presión de gente en la calle, y el del gobierno que trata de mantenerse cediendo y enfrentando a sus inmovilistas? Ver los hechos para aprender política.

Muere el dictador Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935 y asume la presidencia López Contreras, su ministro de Defensa que, con “calma y cordura”, encauzará ejecutivamente la transición de la Venezuela dictatorial que se resiste a morir (los gomecistas duros ven a López como traidor). 

Entender a aquella oposición plural que, saliendo de las cárceles, del exilio y de la clandestinidad, avanza incierta entre dolores de parto. López proclama su fidelidad a Gómez y protege a sus familiares enviándolos al exilio, mientras permite el regreso de encarcelados y exiliados, y hasta los nombra ministros. 

Los intelectuales opositores, encabezados por Andrés Eloy Blanco, publican en la prensa su “manifiesto” con exigencias de cambios democráticos y sociales. La oposición empieza a definirse en agrupaciones y embriones de partidos como ORVE, PRP, UNR… 

La Federación de Estudiantes Venezolanos, con Jóvito Villalba al frente, se pone los pantalones largos y con lenguaje radical exige al gobierno un cambio total sin ambigüedades. 

La gente sale a la calle en marchas multitudinarias, a sol y sombra de tolerancia y represión. El 13 de febrero de 1936 el río desbordado de gente, (30.000 personas en una Caracas que no llegaba a 300.000 habitantes), marcha desde la UCV (esquina San Francisco) hasta la Gobernación y luego hasta Miraflores. 

López Contreras recibe una comisión encabezada por el rector y el estudiante Jóvito Villalba, quien exige cambio total del gobierno, con exclusión de todos los gomecistas, libertades democráticas y sindicales… 

López da buenas palabras y algunos golpes de timón audaces, como sacar al general Elbano Mibelli de la cárcel de La Rotunda y colocarlo al frente de la Gobernación de Caracas. 

Las grandes protestas de febrero obtienen la sorprendente respuesta del “Programa de Febrero” (21-2-36) con lista de necesidades y cambios, elaborada por opositores (se atribuye a Caracciolo Parra Pérez, Alberto Adriani y a Diógenes Escalante). Nuevo gobierno con ese programa y con hombres que han pasado por la cárcel y el exilio.

Eran los cambios que urgían; la Constitución antidemocrática podía esperar mientras se adelantaban las transformaciones… 

Queda el paso desagradable de la elección presidencial para 1936-43). Los recién encandilados por la utopía todavía no distinguen el camino de su meta, rechazan el Congreso gomecista y exigen de inmediato una Asamblea Constituyente (¡!) o nuevo Congreso elegido con voto popular. 

Pero otros temen una reacción dictatorial si fuerzan los cambios, comprenden la transición y ven con realismo la elección gomecista de López. Rómulo Betancourt dirá “hay que aceptar la reunión del Congreso gomecista con el pañuelo en la nariz”. En los jóvenes la política empieza a sembrarse con la utopía, pero solo nace cuando saca su tren de aterrizaje para transformar lo necesario en posible y lo posible en real. No pocos (ayer y hoy) se estrellan catastróficamente en el primer intento de aterrizar su utopía.

Y así, con dos pasos adelante y uno atrás, se desarrollan las grandes manifestaciones de junio de 1936, la inédita huelga petrolera de diciembre, las nuevas leyes y prácticas represivas anticomunistas con las que cualquier opositor era tachado de “comunista”, como hoy de “imperialista”. Siguen nuevos exilios y clandestinidades… A pesar del poder militar y de las leyes dictatoriales, el gomecismo agoniza y la democracia va naciendo en la gente; más tarde vendrá el cambio de Constitución y la elección presidencial de 1941. 

Hoy, con más razón, no es la Constitución lo que le duele a Venezuela, sino su sistemática violación desde el poder. Más bien la Constitución actual es un arma de los demócratas para exigir cambios en el gobierno. 

Todos los demócratas a una exigiendo y actuando una decena de puntos claves. La salida del gomecismo se origina desde dentro con López Contreras que evoluciona, presionado por las circunstancias y por una oposición que denuncia, protesta y dialoga al mismo tiempo. 

Ya habrá tiempo para leyes, elecciones presidenciales, constituyentes con discursos prometiendo –una vez más en nuestra historia– la ilusa “refundación” de la República. 

Lo hemos hecho con más de 20 constituciones pensando que lo importante es la utopía sin tren de aterrizaje, cuando lo necesario es cambiar la realidad y la gente desterrando prácticas que violan sus esperanzas y bloquean sus capacidades realistas de lograrlas. Por ahora, militarismo en maduración.

Luis M. Ugalde O. s.j.
lugalde@ucab.edu.ve

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domingo, 15 de junio de 2014

ISA DOBLES, LA MEDIOCRIDAD SIN LÍMITES

“A Betancourt van a llevarlo a Santo Domingo; Chapita Trujillo quiere darse el gusto de meterlo en un caldero de agua hirviendo y oírlo chillar como las langostas cuando se cuecen“. Así, clarito, lo cuenta en sus “conversaciones” Oscar Zamora Conde, edecán, amigo, hombre leal de Rómulo.

Los mismos sentimientos expresados por el difunto cuando en su impetuoso discurso de campaña pedía las cabezas de los líderes adecos para freírlos en un calderón de aceite – sentimientos que alimentan los que no pueden enfrentar nunca sus complejos, sus debilidades y amarguras.

Mi padre, Alejandro Oropeza Castillo, trató de convencerlo que no fuera. Pero Rómulo esgrimió lo mismo de siempre: ”Van a creer que tengo miedo”. Que nunca tuvo.

Éste no era el primer ataque que sufriría. Nunca hubo duda alguna de la participación de Trujillo, esa historia era ya muy larga. Sus quemaduras fueron muy graves, muy dolorosas. Época terrible de América.

El país estaba en vilo… esperando ver al Presidente, como apareció, impresionante: las manos vendadas como guantes de boxeo; los labios sangrantes, casi cerrados los ojos.

Uno lo veía allí, a horas apenas de aquella explosión, y lo que recibía venía de aquella fuerza íntima, de aquella convicción del reto por cumplir, que no podías menos que escucharlo y grabar en la mente la visión histórica del momento.

“Estoy hablándoles desde mi cama de enfermo. Tendré que ser breve, entre las heridas leves que recibí ayer una quemadura en el labio me dificulta la modulación de las palabras. Quiero decirle al pueblo de Venezuela que debe tener confianza en la estabiidad del gobierno que eligió para cumplir su mandato como he venido diciendo y hoy reitero al pueblo que esa oportunidad y coyuntura deben servirnos para que hagamos un exámen de conciencia. Los enemigos del avance democrático y desarrollo economico de la nacion no han sido definitivamente vencidos… sino derrotados”.

Chapita tuvo historial, evidencias ciertas... ¿Y aquí? Venezolanos escarnecidos, humillados, amenazados que esperan poner entre rejas aunque con ello profundicen su propia tumba. ¡Y Jorge Rodriguez como portavoz. Por Dios! La mediocridad ciertamente no tiene límites.

Isa Dobles
dobisa@cantv.net
@IsaOropeza


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martes, 22 de abril de 2014

JOSÉ R. AVENDAÑO T., ARS Y LA SEGUNDA DIVISION DE AD

   En estas páginas el señor Alberto Rodríguez Barrera hizo un análisis de la segunda división de AD en 1961. En dicho análisis comete inexactitudes históricas y colofón, algo perverso, que a más de cincuenta años de los hechos narrados, merecen otra interpretación que la suya.

  
El año 1946 significo para el país un proceso evolutivo que transformó definitivamente, de manera positiva, la historia política del país. En ejercicio del gobierno producto de los sucesos acaecidos el 18 de octubre del año anterior, se discutió la conveniencia de hacer una Asamblea Nacional Constituyente que le otorgaría un nuevo y definitorio parangón constitucional. Esta decisión acertada fue discutida ampliamente, tanto a nivel ejecutivo como en el rango interno de AD. Luego de hacer pública la convocatoria a elecciones e instalada la Asamblea hubo un aspecto adjetivo que provocó un enfrentamiento interno entre Rómulo Betancourt, Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno y máximo líder, indiscutible, de AD, con un joven que ejercía la Presidencia del Estado Yaracuy, luego diputado a la Asamblea Nacional Constituyente y quien venía de ejercer la Presidencia de la Federación de Estudiantes de Venezuela FEV. La discrepancia consistía en el carácter que debería definir a Venezuela como República o como Estado Federal y dentro de este federalismo la forma de  como deberían ser electos los Presidentes de Los Estados. Es decir, si deberían emanar producto de elecciones directas regionales, o por el contrario, deberían ser electos por designación del Presidente de la República.
Esta primera diferencia, indudablemente, ideológica surgida entre ambos significó y trajo consecuencias definitorias en la vida de AD. El Federalismo y la elección directa de gobernadores estaban consagrados en las tesis originarias del partido y antes de llegar al gobierno dicha premisa no era discutida por ninguno. Triunfo, como era de esperarse, la tesis oficial, cuyo modo de proceder en las constituciones de 1953 y 1961 estuvo vigente hasta los finales de la década de los años 80, cuando se volvió a plantear de manera pública la elección directa de los gobernadores y se consagro de manera definitiva hasta la actualidad.
   Esta confrontación de ideas surgidas entre Rómulo Betancourt y Raúl Ramos Giménez, provocó a nivel interno  estupor, porque se horadó y confrontó la autoridad del máximo dirigente, cuando su ascendencia y liderazgo parecía inquebrantable. Tambien ocasionó que se empezaran a nuclear alrededor de Ramos Giménez, importantes sectores del partido a nivel nacional y regional que empezaron a ver con preocupación cómo el partido dejaba de lado posturas ideológicas por cálculos pragmáticos. No era que Raúl propiciaba un concepto ideológico distinto al que tenía AD, a quien siempre consideró idónea para lograr un proceso de liberación nacional genuino, sino la necesidad de la consecuencia doctrinaria. 
Esta diáfana posición también ocasionó un entendimiento circunstancial ideológico entre Betancourt, quien ya desde la década del 30 se había distanciado definitivamente de lo que significaba la Tercera Internacional y fundamentalmente los postulados estalinistas, y algunas personalidades que militando en AD, tenían un pensamiento y concepción marxista leninista. Esta corriente, se estructuró formalmente en la década del 50 y efectivamente planteaba a nivel interno una confrontación ideológica que contrariaba los postulados originales de AD y que dio origen a la primera división producida en abril de 1960 a través del MIR.
   La primera crisis interna de AD comenzada en 1946 por los motivos ya enunciados y otros sobrevinientes, culminó de manera áspera en 1948 cuando - por instrucciones de Rómulo Betancourt, líder máximo del partido pero fuera ya de la Presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, porque la presidencia era ejercida por Rómulo Gallegos – ordeno, luego de debates internos y la aplicación del remoquete de arsistas, por aquello de “permítanos pensar por usted”, la expulsión definitiva de AD a importantes líderes emergentes, como lo eran Jesús Ángel Paz Galarraga en el Zulia, más de sesenta en el Estado Mérida, Yaracuy, Lara, Falcón, Miranda y Distrito Federal entre otros Estados. El único que no fue expulsado, sino pasado a Tribunal Disciplinario y sustituido como Secretario General del Partido en Caracas, fue Raúl Ramos Giménez. A los pocos días de esta primera crisis importante del partido, aconteció el 24 de noviembre de 1948 con  el derrocamiento de Rómulo Gallegos como Presidente Constitucional de Venezuela. Ese mismo día, Ramos Giménez, líder cuestionado por la mayoría de su partido fue a Maracay con Valmore Rodríguez, Presidente del Congreso Nacional, y otros con la finalidad de impedir la ruptura constitucional tratando de constituir gobierno. Fueron detenidos y encarcelados. Estando preso en la Cárcel Modelo de Caracas orientó a sus seguidores  a que se incorporaran de inmediato al partido en la clandestinidad y que todos  los esfuerzos se destinaran al derrocamiento de la dictadura incipiente. Que en época de legalidad, de nuevo se replantearían los problemas y las causas de la caída del gobierno.
  En 1950 y contrariando el veto impuesto por Betancourt de no permitirle el ingreso clandestino a Venezuela por intermedio del aparato partidista, decidió ingresar por su cuenta y riesgo al país a través de la Goajira acompañado de Jesús Ángel Paz Galarraga, quien fue apresado en Maracaibo y detenido hasta la caída de la dictadura. Raúl siguió rumbo a Caracas donde se incorporo al aparato clandestino con la aprobación libre de presiones de Leonardo Ruiz Pineda, Secretario General.
   En el ejercicio de la actividad clandestina fue fiel ejecutor de su posición política de no procurar enfrentamientos internos. Estuvo al frente del sector del partido encargado de los contactos con militares activos, demócratas y no afectos a la dictadura donde hizo importante gestión de liderazgo. Para ese entonces también había surgido una corriente interna ya estructurada, identificada con el marxismo leninismo. Ruiz Pineda designo a Ramos Giménez, sobre quien no podría acarrearse dudas sobre su posición interna por sus antecedentes, para mediar con algunos de los jóvenes marxistas y procurar  lograr acuerdos que no entorpecieran la lucha clandestina debido al enfrentamiento con otros jóvenes que no compartían la ideología neo comunista como Manuel Alfredo Rodríguez, JJ Álvarez y Juan Pablo Peñaloza.  De los primeros, el Curro Guillen, José Vicente Abreu y Manuel Caballero, abandonaron el partido y se incorporaron al Partido Comunista. El resto de esos jóvenes, otros no tanto, comprometidos con el marxismo leninismo siguieron hasta 1960 en AD y formaron tienda aparte con el MIR.
   Para 1957 y 1958 estaba previsto el ingreso al país de manera clandestina algunos dirigentes, para ese entonces con el visto bueno de Betancourt, la mayoría del ARS o arsistas. El 23 de enero abortó esos planes. El regreso a la democracia y a la legalidad partidista aconteció vertiginosamente, se nombraron autoridades internas consensuadas y hubo necesidad de designar candidato presidencial. Rómulo Betancourt resultó el candidato y pese a algunas reservas que fueron planteadas en la Convención Nacional con hidalguía y sin oportunismos, el arsismo con su jefe a la cabeza fue pieza fundamental en el triunfo electoral de 1958. AD tenía tres corrientes internas delineadas. La vieja Guardia, seguidora incondicional de Rómulo Betancourt, la “mafia” o rosada dirigida por Domingo Alberto Rangel y el ARS, dirigido por Raúl Ramos Giménez.
   La escisión del MIR de 1960 declarado marxista leninista esta clara y no tiene discusión, efectivamente existía un conflicto ideológico cuya consecuencia era perfectamente predecible.
   El ARS planteaba una actitud crítica a lo interno, donde ya se observaban desviaciones, con una actitud solidaria con el régimen en lo externo, consciente de la delicada situación de inestabilidad política reinante. Internamente había venido consolidando una mayoría indiscutible en los diversos estamentos del partido. A nivel militar en 1959, por ejemplo, había cerca de un centenar de oficiales y sub oficiales en retiro y disponibilidad que habían perdido su carrera y venían de cárceles y exilio por ser consecuentes en la lucha anti dictatorial. Recuperada la democracia y Betancourt presidente en ejercicio se planteo que era incuestionable, desde el punto de vista legal, ético y político la reincorporación de esos oficiales y sub oficiales a las Fuerzas Armadas. El Presidente de la República, oída la recomendación del Comandante General del Ejercito general Marco Aurelio Moros, se oponía a tal decisión. Raúl Ramos Giménez, a la sazón Presidente de la Comisión de Defensa del Senado procuró y obtuvo que la medida fuera aplicada y la mayoría de esos oficiales y sub oficiales  fueron reincorporados y tuvieron una actitud destacada en la lucha por el mantenimiento de la democracia atacada desde la extrema derecha y la extrema izquierda.
   1960 y 1961, en sus respectivos procesos internos significaron la consolidación de una  mayoría arsista en los cuadros de dirección política (CDN y CEN) sin que ello significara aplicación de aplanadora  alguna, respetando  jerarquías de personalidades no copartidarias.
    La convención Nacional pautada para 1962 presentaba un cuadro irreversible afecto al arsismo, esa realidad palpable revestía de una importancia crucial para el partido y para el país, como lo era la designación del candidato presidencial del partido para las elecciones de 1963. Esa mayoría arsista no significaba que consecuencialmente el candidato y seguro Presidente de la República iba a ser Ramos Giménez, pero, obvio, era una posibilidad, por cierto no procurada por Raúl. Esto encendió las alarmas en Miraflores, se instruyó con precisión a darle la “patada a la mesa” e inducir la división y de esta manera sacudirse definitivamente de personas cuestionadoras.
   En 1964 y 1965, luego de la derrota electoral, Raúl Ramos Giménez, con su alta calidad humana y sus dones de jefatura política incuestionables, hizo pública su decisión de incorporar a sectores de la izquierda, derrotados política y militarmente en el proceso de insurrección armada, con el propósito de constituir un partido de izquierda no comunista cuyo ideario político e ideológico fue el llamado Nacionalismo Revolucionario. El PRIN se constituyo con el arsismo original, sectores provenientes del MIR encabezados por Domingo Alberto Rangel y de La escisión de URD dirigidas por Luis Miquilena y José Vicente Rangel. Esa experiencia unitaria, conformada por un equipo político impresionante para la época, naufragó y se deshizo en forma amistosa, acordada con sindéresis y desprendimiento para no protagonizar espectáculos dolorosos ante la opinión pública.
   Raúl Leoni fue presidente; Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa no pudieron serlo; Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi fueron Presidentes; Luis Piñerúa Ordaz, Luis Alfaro Ucero y Claudio Fermín no pudieron serlo. Esto fue producto en parte y como consecuencia por los hechos narrados en este artículo para que cada quien, con la tranquilidad y frialdad que conlleva el tiempo transcurrido,  saque sus propias conclusiones.
Raúl Ramos Giménez falleció el 26 de abril de 1973, lúcido, activo y preocupado por  el ahondamiento de la Crisis Nacional,  siempre dispuesto a seguir luchando con sus principios e ideales de siempre.
   A manera de colofón. La identificación y consecuencia a los principios no se pueden contrastar, ceder ni negociar ante pragmatismos acomodaticios  elevados  a rango de doctrina  porque vulneran principios éticos y de honestidad política irrenunciables. Ser auténtico consiste en armonizar lo que se predica con lo que se practica.
Jose R. Avnedaño T.
cheye@cantv.net
@CheyeJR

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viernes, 11 de abril de 2014

DAYANA CRISTINA DUZOGLOU L., “LA COMPLEJIDAD DE UNA TRAICIÓN”

"Y la verdad es que nosotros no podemos pensar, en estos momentos precisos, en organizar una acción violenta que venga de los cuarteles a la calle, porque la inmensa mayoría de los oficiales afectos a las ideas democráticas han sido dados de baja, o no tienen mando de tropas, o están en la cárcel o el destierro, o traicionados por el tirano. Si no es posible organizar una acción de este tipo, no nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante. Esa acción debe ser conducida hacia una encrucijada en que ya no sea tolerable por el país la existencia de un régimen de usurpación, y la cólera popular se exprese en forma tan avasallante que ya no puedan detenerla las bayonetas". ROMULO BETANCOURT, 1954.

Por muchos meses mandé a reposar mi pluma porque pensé que la Mesa de la Unidad se merecía un voto de confianza, aunque sus omisiones y silencios hablaran por sí mismas.  Pero llegamos hoy a una encrucijada necesaria, en donde podemos ver con claridad la complejidad de una traición que fue gestada por pseudolíderes y pseudonotables desde la llegada del sátrapa al poder, quienes fueron perfeccionando sus máscaras pero hoy gracias a Dios, andan desnudos mostrando un espectáculo repugnante.  Oxigenar a un Dictador mediante un diálogo mientras el mismo está en pleno ejercicio de la represión no es un gesto de democracia, es un gesto de cobardía y sumisión que muestra que se está “rodilla en tierra” ante los Castro y ante un Narco Estado que tiene sus tentáculos en todos lados. La red de información de José Vicente Rangel tiene en su nómina medios de información de todo tipo, que simulan ser de “oposición” y son solo parte activa, cómplice, ramificaciones del G2 Cubano.

Pero todo poco a poco va saliendo a la luz. Venezuela esta despierta y de pie y ya conoce a sus líderes, líderes que como Leopoldo López están dispuestos a morir presos si es necesario antes de hacerle el juego a una tiranía, los que no venden su alma al diablo como Ledezma, que de buena fe quiso inyectar a la Unidad valores democráticos e impulsar un cambio pero creyendo en la Unidad necesaria jamás fomentó la complicidad. Y María Corina, la valiente venezolana que tiene al Castrocomunismo acorralado, al pueblo de su lado y a los traidores desesperados. También es importante destacar la valiente posición de un patriota como Henrique Salas Römer, quien con sabiduría expresa: “Esta no es una lucha entre ricos y pobres, es una Guerra entre quienes quieren ESCLAVIZARNOS y quienes luchan por la LIBERTAD”

El Castrocomunismo desestima la verdadera reserva moral que es mayoría en Venezuela. Los estudiantes, con agenda propia de libertad, tienen al mundo de su lado, los Castro creen que vivimos en esa pequeña Isla que tienen por cárcel y que la globalización no es un hecho y están acostumbrados ahora a comprar conciencias con narcodólares y  petrodólares, porque de eso se trataba su “revolución comunista”, de imponer miseria y destrucción a través de la adicción que produce el dinero proveniente del narco tráfico, adicción y destrucción igual o peor a la que producen las drogas.

Invito a leer este excelente artículo para quien quiera ver las cosas en perspectiva: “Las patas de la MUD” http://verboactivo.blogspot.co.uk/ por Beltrán Angarita ( a quien no conozco pero realmente traduce la verdad en sus letras) e invito a quienes tienen liderazgos con credibilidad que hagan un pronunciamiento formal en contra de la traición que se viene perpetrando, la verdadera unidad superior promovida por el patriota Diego Arria tiene que ser conformada, es el momento. Venezuela Soberana, Junta Patriótica Estudiantil, FIM, G400+, Proyecto Venezuela, ABP, VP, Vente Venezuela, Causa R llevan la bandera. Nuestro destino está escrito, Venezuela SIEMPRE será libre, democrática y Republicana y los traidores y los que siempre se han vendido al mejor postor por un platico de caviar de mala calidad (primero a la guerrilla comunista que siempre fue una farsa de unos tiranillos que hoy son poder y contra poder pagándose y dándose el vuelto, después conspiraron con Chávez quien siempre tuvo un proyecto comunista, ahora le sirven al Narco), quedarán en el triste basurero de la historia.

MUD en inglés significa “lodo”. Que en su lodazal se revuelquen los que siempre subestimaron a nuestra Tierra de Gracia. Venezuela ES OTRA.

Dayana Cristina Duzoglou Ledo
dduzoglou@gmail.com
@dduzoglou

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