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Ramiro Valdés recorrió el Centro Telefónico de la playa de Siboney. |
NOTA: Este texto es una versión editada de la conferencia que CARLOS ALBERTO MONTANER preparó los días pasados a petición de la Fundación Educativa Carlos M. Castañeda, Herencia Cultural Cubana y el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
Voy a compartir con ustedes, resumidas, varias conversaciones interesantes que he sostenido con diplomáticos acreditados en Cuba y en Venezuela, con empresarios extranjeros que viajan a los dos países frecuentemente y mantienen relaciones con funcionarios de alto nivel de uno y otro régimen, y con familiares de miembros de las nomenclaturas cubana y venezolana.
También, claro, me voy a servir de informaciones suministradas por cubanos que trabajaron (y en algunos casos trabajan) en Venezuela en puestos de gran responsabilidad por cuenta del Gobierno de Raúl Castro.
Como quiero además homenajear a Carlos Castañeda –el más completo y eficaz periodista que haya tenido Cuba–, voy a volcar esta información en forma de preguntas y respuestas, la clásica fórmula de la entrevista periodística. Siguen, pues, diez preguntas que involucran a ambos países, con sus correspondientes respuestas.
¿Por qué, pese a la ayuda venezolana, la situación financiera de Cuba es tan mala y el Gobierno no cumple con los compromisos económicos establecidos con los empresarios radicados en la isla?
Cuba tiene una base productiva raquítica. El país produce muy poco y apenas exporta. El valor de lo que produce es mucho menor que el costo mínimo de lo que debe consumir para mantenerse de una manera razonable. Esa diferencia entre lo que produce y lo que consume suele solventarla con créditos que no paga o con los subsidios que recibe del exterior. Como consecuencia de estos incumplimientos, cada cierto tiempo tiene que llegar a arreglos con organismos internacionales a los que resulta muy oneroso engañar. De manera que, cuando se vencen los plazos de pago y el país tiene que afrontar esas grandes deudas, inevitablemente llega el momento en que deja de pagar a los empresarios locales o se apodera de los depósitos en divisas que hay (o había) en la banca local.
Desde hace casi un par de años estamos en uno de esos períodos de absoluta falta de liquidez. Pero las consecuencias de incumplir con los empresarios extranjeros locales o con los pocos exportadores que han extendido crédito a Cuba son muy severas. Quienes ya están en Cuba lamentan haber caído en la trampa.
Quienes son invitados a invertir se lo piensan cuidadosamente, porque ya saben lo que les espera. Venezuela no puede rescatar a Cuba de esta situación.
¿QUÉ OCURRIRÍA SI SÚBITAMENTE DESAPARECIERA EL SUBSIDIO VENEZOLANO Y CUBA DEJARA DE RECIBIR EL PETRÓLEO Y LOS PETRODÓLARES DE HUGO CHÁVEZ?
La respuesta a esta pregunta me la dieron con una expresión tajante: "Cuba volvería al Paleolítico. Sería peor que cuando desapareció el subsidio soviético, a principios de los años 90".
La dependencia económica de la isla con relación a Venezuela es absoluta. Si en los años 90 la capacidad de consumo de los cubanos se redujo en un 40 o 50%, ahora sería peor. Sobrevendría una etapa de hambruna.
¿POR QUÉ HUGO CHÁVEZ SUBSIDIA A CUBA DE UNA FORMA TAN DESMEDIDA, SI SE SABE QUE EN VENEZUELA HAY UNA FALTA CRÓNICA DE RECURSOS, PESE A LOS INGRESOS ENORMES QUE PRODUCE LA EXPORTACIÓN DE PETRÓLEO?
Los dos Gobiernos se necesitan. Para los Castro, Venezuela es una vaca de tetas inagotables. Tras el intento de golpe de estado del año 2002, Fidel Castro decidió sostener a Hugo Chávez en el poder a cualquier precio, para poder fagocitar los enormes recursos económicos venezolanos. A Hugo Chávez, en cambio, Cuba le aporta la inteligencia militar que le permite sostenerse en el poder. El Ministerio del Interior de Cuba ha montado un enorme aparato de investigación que mantiene bajo la lupa a todos los oficiales de las Fuerzas Armadas venezolanas, a sus familias, a los políticos y a los funcionarios importantes. La manipulación electrónica de los resultados electorales se hace desde Cuba, donde existe una notable Universidad de Ciencias de la Información, edificada en el mismo sitio en el que hasta el 2001 estuvieron las instalaciones de la base soviética de espionaje Lourdes, antigua sede de Torrens, una prisión de menores que conocí bien porque allí estuve preso cuando era un adolescente. Hace bastante tiempo que los dos países están unidos por la fibra óptica, capaz de transmitir un gran volumen de datos. Los fraudes se cometen en Cuba para evitar las indiscreciones de los venezolanos. La insistencia en la utilización de máquinas electrónicas para votar se debe a que pueden alterar los resultados, como demuestra el libro Los secretos del referéndum revocatorio de 2004, escrito por científicos y técnicos de primer rango.
Chávez sólo confía en los cubanos. Asimismo, los estrategas de la policía cubana elaboran los planes políticos y construyen los guiones represivos para mantener con vida a su principal y casi única fuente de ingresos. Esto se vio claramente tras la detención del ingeniero Alejandro Peña Esclusa. La inteligencia cubana quería eliminarle del panorama político porque estaba siendo muy eficaz en el terreno internacional. Sin ningún recato, sólo con el testimonio de un curioso personaje que, aparentemente, está preso en Cuba, inventó una historia increíble de terrorismo para encarcelarle. Casi todos los presos políticos que hay en Venezuela, empezando por el general Baduel, están presos como consecuencia de investigaciones, cálculos y recomendaciones cubanas.
¿CORRE RIESGOS CUBA AL PONER TODOS LOS HUEVOS EN LA CANASTA VENEZOLANA?
Por supuesto, corre unos terribles riesgos, que Raúl Castro no ignora, pero siente que no tiene otra opción que continuar enquistado en el presupuesto venezolano.
Las dos veces que Raúl Castro ha viajado a Angola lo ha hecho para buscar otro aliado económico capaz de suministrar petróleo en un momento de crisis y de absorber unos cuantos millares de profesionales, que pudieran ser alquilados en África por el Gobierno cubano en caso de que fallara Venezuela. Hasta el siglo XIX, Cuba fue una potencia negrera. Ahora, a su manera, sigue siéndolo. El papel que antes desempeñaban los esclavos negros hoy lo desempeñan los profesionales cubanos, especialmente los del sector de la medicina.
Tras sus dos viajes a Angola, Raúl Castro comprobó que los subsidios y las ayudas de Venezuela no tienen sustituto. El Gobierno de Angola no necesita del Ministerio del Interior de Cuba para sobrevivir.
¿TEME EL GOBIERNO CUBANO QUE HUGO CHÁVEZ PIERDA EL PODER?
Es lo que más teme, pero no lo descarta. Los analistas del Gobierno cubano situados en Venezuela han notificado a La Habana que el apoyo al chavismo es cada vez más precario. Han advertido de que Chávez está en franca minoría y su prestigio va cayendo en picada. Parte de ese sombrío análisis es lo que precipitadamente comunicó Fidel Castro a Hugo Chávez durante la última visita del venezolano a Cuba. La información que tiene
La Habana sobre las próximas elecciones al Parlamento venezolano revela que la oposición tiene una ventaja sustancial.
¿ACEPTARÍA CUBA UNA DERROTA DE CHÁVEZ Y, EVENTUALMENTE, SU SALIDA DEL PODER?
El Gobierno cubano haría cualquier cosa por tratar de impedir que eso sucediera. Eso incluye el fraude electoral, la intimidación de opositores, lo que sea. Pero Raúl Castro, con gran realismo, también sabe que, en última instancia, su policía política no puede controlar la voluntad de millones de venezolanos como hace con los cubanos. Por eso existen planes de contingencia para evacuar a los cubanos en caso de que el chavismo pierda el poder. Primero los concentrarían en un punto, quizás en la isla La Orchilla, y de ahí serían trasladados a Cuba por barco. Sería un pequeño Dunkerque, aquel sitio de la costa continental donde los ingleses reunieron a parte de su ejército para embarcarlo rumbo a Inglaterra tras una victoria de los alemanes.
Naturalmente, la forma de ese traslado dependerá de las circunstancias en que desaparezca el chavismo. Si es un desenlace violento, algo que hoy no parece probable, los militares cubanos desempeñarán un rol importante y activo, pero saben que su participación en el conflicto puede exacerbar el creciente sentimiento anticubano que hay en el país.
¿QUÉ PIENSAN LOS MILITARES CUBANOS DE LOS MILITARES VENEZOLANOS?
Piensan lo mismo que creían de los militares angoleños durante las guerras africanas: que son incompetentes, corruptos, indolentes y poco fiables. Es probable que todos los ejércitos de ocupación tengan este tipo de percepción acerca de los militares de los países que ocupan. Hace poco leía una descripción de la visión que tenían los ingleses de los militares hindúes en la época de la colonia: era la misma que hoy tienen los militares cubanos de sus colegas venezolanos. Se ríen con ellos, porque los encuentran simpáticos, pero también se ríen de ellos. Los desprecian como militares.
¿APRECIA RAÚL CASTRO A HUGO CHÁVEZ?
No. Raúl Castro ni siquiera se explica por qué su hermano Fidel sí valora al teniente coronel. Raúl Castro necesita a Hugo Chávez, pero no le quiere. Le parece un payaso. Le da vergüenza ajena. Parte de su afán de encontrar créditos en Estados Unidos, si se elimina esa restricción financiera del embargo, o de propiciar el turismo americano hacia la isla obedece a su afán de no depender de una manera tan decisiva de una persona por la que no siente el menor respeto, de cuya inteligencia y valor personal sospecha, y de cuyo destino final tiene grandes dudas.
¿COMPARTE RAÚL CASTRO EL PROYECTO DE ALBA Y LOS PLANES DE EXPANSIÓN DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, QUE HUGO CHÁVEZ DEFIENDE
Raúl Castro acompaña esos planes porque no le queda más remedio, pero no los comparte. En su análisis, Cuba ya pasó por esa experiencia imperial durante los primeros 30 años de revolución. En el camino quedaron miles de cubanos en los cementerios africanos, otros murieron en diversas aventuras radicales, y ninguno de esos sacrificios ha servido para mejorar la calidad de vida del pueblo cubano. Por el contrario: la isla se ha desangrado tratando de lograr objetivos políticos inalcanzables. Raúl Castro está de regreso de todas esas utopías juveniles. No es el caso de Fidel, que ni olvida, ni madura ni aprende. Incluso, hoy, que tiene que gobernar, está bastante decepcionado con las imprudencias de su hermano.
Son dos perspectivas diferentes. Hugo Chávez ve a Irán como un aliado frente a Estados Unidos. No necesita el petróleo iraní ni los recursos de Teherán. Su alianza con Ahmadineyad le proporciona una proyección internacional que, claro, valora. Además, la posibilidad de que Irán se convierta en una potencia nuclear con ayuda económica venezolana la percibe como una oportunidad de contar algún día con armas nucleares.
Sin duda, ha escuchado muchas veces a Fidel Castro que la única protección real contra "una agresión del imperio norteamericano" es la tenencia de armas atómicas. Por eso ha jugado imprudentemente la carta iraní. Carta que incluye el antisemitismo, los ataques a Israel, la alianza con Hezbolá, con Hamás y con cualquier grupo extremista que despliegue una política antioccidental. Para Raúl Castro, en cambio, Irán es sólo una fuente potencial de ayuda económica, pero no le hace muy feliz introducir a Cuba en un conflicto que puede derivar en una guerra imprevisible y agriar las relaciones entre La Habana y Washington. Sin embargo, su dependencia económica de Venezuela y las múltiples carencias de Cuba hacen que se mantenga firmemente vinculado a una alianza que le resulta peligrosa y de la que no está convencido.
Desde las declaraciones de Chávez donde afirma ser marxista y ordena a sus seguidores de leer el Manifiesto Comunista de Marx y Engels y sobre todo por el creciente aumento de las expropiaciones de industrias y tierras, ha surgido un debate sobre la pertinencia de calificar como comunista el proyecto ideológico-político del chavismo.
Obviamente, no estamos, "por ahora", en un sistema comunista, pero hay indicios bastante claros que ese es el objetivo del caudillo. Algunos intelectuales y políticos de la izquierda democrática, opuestos al régimen, se resisten en aceptar que el término comunista es apropiado para definir el proyecto
chavista.
En buena parte, el problema consiste en que el término comunismo se usa para designar dos fenómenos distintos:
1) la utópica sociedad futura sin Estado, según Marx, la última y definitiva etapa del desarrollo social de la humanidad, verdadero "reino feliz de los tiempos finales", donde imperará el lema "de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades";
2) los sistemas comunistas reales, que se implantaron durante el siglo XX, en diferentes países del mundo. La sociedad utópica al final de la historia, la que Lenin en su "Estado y revolución", llama la fase superior del comunismo, nunca ha existido y muy probablemente nunca existirá. Lo que ha existido es la fase inferior del comunismo. La gran ilusión, que movilizó a muchos en la búsqueda de una sociedad mejor, terminó en el espeluznante y trágico fracaso socio-económico y político, que procuró la muerte de decenas de millones de personas. Veamos brevemente cuáles son las características relevantes del comunismo real.
Se trata de un proyecto totalitario que busca la dominación total de la sociedad a través de la instauración de tres monopolios. El primero es el monopolio político que permite a un partido único, después de destruir el Estado de derecho, fusionar los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, "privatizar" el Estado, trasformándolo en un partido-Estado. El segundo monopolio es el ideológico, el partido-Estado acaba con el pluralismo de pensamiento, con el control de todas las fuentes de formación e información y el uso abusivo de la propaganda. El tercer monopolio es el económico que, después de destruir el principio de la propiedad privada de los medios de producción y de los mecanismos de mercado, busca el control de la absoluta mayoría de la producción y la distribución de los bienes, particularmente de los alimentos.
La conquista y el mantenimiento del poder comunista se asientan también sobre dos mecanismos adicionales:
1) la seducción, a través de la propaganda, las movilizaciones de masa, el culto de la personalidad del Jefe Máximo, el entusiasmo fabricado y organizado y los privilegios acordados a los miembros del partido;
2) la represión de los opositores y, en el totalitarismo comunista de alta intensidad, también de los indiferentes (ni-ni). Esta represión, obviamente puede tener diferentes niveles, desde la simple marginalización y estigmatización de individuos y grupos sociales hasta el terror de masa, los juicios trucados de la gran purga estaliniana (1937-38), los crímenes contra la humanidad y el genocidio de clase, como en la Camboya de Pol Pot (1975-79).
Chávez ha dicho que Venezuela va hacia el mismo "mar de la felicidad" de Cuba. Decida el lector por donde vamos, en ese camino.
ARROGANCIA Y FARC
En los regímenes autocráticos los jefes se creen sus propias historias. Comienzan con un cuento y al final el cuento se los come, ayudados por los que comen cuentos. El principal efecto es que piensan que tienen todo el poder y que les durará para siempre. El horizonte es siempre una línea que retrocede. Más que un fenómeno psicológico que captura a algunos líderes es una situación política real. Su voluntad cree derribar todo límite legal, moral o institucional, estimulada por cortesanos que mantienen su poder vicario en la medida en que le den fuelle al del jefe. Cuando el poder demuestra su limitación y su temporalidad, las rodillas se aflojan y el temple falla.
Chávez no ha sido una excepción al embrujo del poder, con dos acentos importantes: dinero a chorros y vocación expansionista; ambas características conjugadas para producir un personaje que carece de límites; que no entiende de reglas y que solo es detenido cuando siente un poder mayor que se le contrapone. El 4 de febrero de 1992 entendió primero que todos los demás oficiales el fracaso del golpe (aunque varios de éstos arguyen que primero se rajó y después fracasó la operación); el 11 de abril de 2002 fue quien, en contradicción con los que le pedían que no aflojara, ofreció la renuncia, pidió el vuelo a Cuba y la protección de las sotanas. Es posible que en ambos casos haya tenido razón; tal vez supo con esa intuición de los cazadores de fortuna y desvalijadores de viudas que no podía ir más allá, salvo comprometiendo el valor máximo del que podía disponer: su propio pellejo. Ya se sabe que el pellejo de los ególatras es el límite de todo heroísmo. Muchos piensan que el señor Presidente está chiflado, conseja que hace estragos entre chavistas y antichavistas; sin embargo, el sentido del peligro no lo había abandonado hasta ahora. Puede que en estos días esté sobreexpuesto, pero también es verosímil que un leve contacto con la realidad no le sea extraño.
LAS FARC.
De sobra se conoce lo ocurrido. La idea de Chávez de promover la revolución continental ha sido parte esencial de su proyecto. Esta idea lo ha llevado a establecer convergencias con todo aquel personaje, movimiento, club de vividores, sablistas, líricos violentos, partidos, a los cuales la música bolivariana -si paga, mejor- les haya sonado como sinfonía de querubines. Los contactos con los grupos guerrilleros de Colombia tenían la excusa de la contribución a la paz pero como es sabido solo buscaban potenciar su fuerza para convertirlos en protagonistas políticos, eventualmente electorales, para saldar la supuesta deuda de Santander con Bolívar, por la vía del golpe noble a la "oligarquía colombiana".
Hay algo más. Una de las necesidades políticas de Chávez ha sido el dejar de ser el clásico militar golpista latinoamericano para ser revolucionario a lo Fidel. Desde luego el padrinazgo del cocodrilo caribeño ha sido esencial, pero también la condescendencia con él de personajes y grupos de la izquierda mundial. Las FARC y el ELN han cumplido el papel de coro indispensable para dotarlo de legitimidad zurda al aportarle esa nebulosa aura guerrillera de la cual tanto necesita y carece.
También concurre otro hecho significativo. Chávez sabe que la estrategia acordada con Fidel es explotar al máximo ese carnero de oro que son las elecciones montadas en las insatisfacciones populares y con ellas, a través de procedimientos plebiscitarios, hacerse del poder total. Es la experiencia exitosa del barinés y de otros como él. Entonces, ¿por qué no enfrentar a la guerrilla que opera en el país o lo usa como santuario? Primero, porque no quiere tener críticos en el flanco siniestro por su necesidad de legitimidad en la izquierda más atrasada; segundo, porque si los motivos son justos -según su visión-, cómo condenarlos por sus métodos cuando sus fines son altruistas. Recuérdese cómo le espetó a la presidenta de la Corte Suprema de Justicia la noción según la cual si alguien roba porque sus hijos tienen hambre no se le puede condenar. Como extensión: si alguien mata, se alía con el narco, con fines elevados, ¡cómo no comprenderlos!
En esta opereta se requiere la amenaza del "imperio" como terrible Goliat que busca aproximarse con sus portaaviones. Como no puede hacerlo directamente, entonces el astuto gigante se vale de su marioneta colombiana para lograr el despropósito. Se sabe que todo esto no son sino tonterías: ni EEUU quiere ni puede invadir a ningún país de América Latina en estos tiempos; ni la dirigencia de Colombia está interesada en la aventura; ni el uso compartido de bases militares entre ambos países tiene ni el propósito ni la capacidad para hacerlo. Pero la narrativa heroica de una revolución sin Sierra Maestra y sin Cuartel Moncada necesita este capítulo para argumentarse como gesta, y no como el gobierno malo y maluco que es.
Este narrador dirá algo sobre el cual pueden saltarle en plan de polémica algunos opositores. Salpicado en agua bendita lo dirá: es posible que Chávez sí se haya distanciado hace poco de la guerrilla colombiana por los problemas que con claridad él ha expuesto, según los cuales el tránsito hacia Venezuela es "la excusa" del imperio para atacarlo. Pero no puede romper públicamente con la guerrilla porque se descalificaría en un sector que considera importante; por esta razón, en cierta medida es su rehén político. Esa ambigüedad es la que permite que otros niveles "revolucionarios" se sientan autorizados a amparar a estos grupos. No en balde el que insulta y veja a los que se le oponen, casi ha implorado, con lenguaje suavecito, a las FARC y al ELN que se dejen de esas cosas por el amor de Dios.
RENDICIÓN (DE CUENTAS).
La jugada de Uribe logró su objetivo sea en acuerdo con Juan Manuel Santos o no. Colocó a Chávez en una situación dramática desde la perspectiva internacional. Nótese que nadie lo ha defendido de la acusación; sus aliados han llegado a decir que están con él, pero sin defender su causa y no hay nadie que discuta los hechos, a lo más la oportunidad. Defenderse en razón del socialismo o de un proyecto político tiene su fascinación, pero hacerlo acusado de vinculaciones con grupos ex ideológicos, terroristas y asociados al narcotráfico, es otro cantar.
Chávez se encuentra en este jaleo. Ha olido los límites; se debate entre la arrogancia que lo caracteriza, precisamente ahora convertida en su última línea de defensa, y la evidencia aportada por Colombia que en vez de ser desmentida ha dado origen a una pataleta muy sospechosa. La ruptura de relaciones pasará, la guerra es difícil que exista (lo cual no excluye incidentes militares), lo que queda es una gravísima acusación escrita con tinta indeleble.
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