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domingo, 1 de enero de 2012

RICARDO VALENZUELA: AÑO 2012, ¿UN AÑO LIBERTARIO? (REFLEXIONES LIBERTARIAS DESDE MEXICO)


 “No hay esclavos mas encadenados que aquellos que creen ser libres permaneciendo en la opresión.” Voltaire

Como cada inicio de año, la mayoría de los mexicanos, al igual que gente alrededor  mundo, inicia una profunda reflexión y dirigiendo la mirada hacia el pasado, evalúan de alguna forma lo sucedido, lo que fue logrado o no logrado en el que termina. Pero más importante aún, enfilan brújula y compás hacia el futuro que ya hemos penetrado en este nuevo año, algunos atemorizados otros con esperanza, millones confundidos. Sin embargo, pienso que en esta ocasión este proceso es más importante que nunca—y lo digo no como cliché—lo digo con un total convencimiento y una sincera espontaneidad.

El mundo entero, a diferencia de hace 12 meses, se encuentra en una profunda recesión económica que afecta de forma especial a México. Los EU se encuentran involucrados en una guerra—la primera del siglo—totalmente diferente a todas las incrustadas en la historia. En México terminamos el penúltimo año de la administración del cambio en la cual depositamos tantos sueños y esperanzas. Sin embargo, surge la famosa pregunta que le hiciera Reagan al pueblo americano en su primer debate con Carter: ¿Están ustedes mejor que hace un año? Desafortunadamente creo la respuesta de casi todos los mexicanos sería un rotundo no. Pero he aquí lo irónico, por primera vez en muchas décadas no podemos ni debemos culpar “totalmente al gobierno.” 

Pero si nuestro análisis es lo suficientemente profundo, nos daremos cuenta de una tendencia aterradora: El esfuerzo mundial para el regreso del viejo Estado opresor, todolólogo, déspota y corrupto. Un evento que me recuerda el regreso de Perón a la Argentina en los 70s. Y más aterrador aun es que muchos de los mexicanos no sólo le dan la bienvenida, lo festejan. La actitud de multitud de nuestros compatriotas es similar a la de alegría de los hijos ante el regreso del padre autócrata, regañón, golpeador, pero el cual nos endulza cada domingo con nuestro raquítico semanario. Ese padre quien gritando los grandes sacrificios que hace “por sus hijos”, tiene aun ese gesto de generosidad para darnos lo suficiente para ir al cine.

Ante los fracasos de las “reformas neoliberales—tercera vía” en la mayoría de los países de América Latina, ese gran liberal Mario Vargas Llosa escribe: “Reformas tan profundas como las que América Latina necesita en economía, educación, justicia, simplemente no serán posibles, ni durables, si no las acompaña o antecede una reforma de las costumbres, de las ideas, de ese complejo sistema de hábitos, conocimientos, imágenes y formas que llamamos cultura. Porque en la cual vivimos no es liberal y ni siquiera del todo democrática. Sigue siendo populista u oligárquica, absolutista, colectivista, dogmática, mechada de prejuicios sociales y raciales, muy poco tolerantes para con el adversario político, amantes de las verdades absolutas, una de las peores formas de monopolio; el de la verdad.”

América Latina es una tierra fértil para la opción liberal. Pero esta no puede ser moderada, debe ser radical. Pues si no se va a la raíz de los problemas, la solución será efímera y lo estamos atestiguando en Argentina. Como la propuesta liberal está en contra del colectivismo y el estatismo que han sido las recetas de la izquierda a los males sociales, se le tilda de derecha. Pero eso ya no importa, las categorías de izquierda y derecha se han vaciado casi totalmente del contenido que alguna vez tuvieron, sobre todo después del desplome de la Unión Soviética. Una cosa es segura; la opción liberal no es conservadora. Es de profunda transformación de las sociedades como existen y como han existido a través de la historia.

Ya lo dijo Revel: “Como el liberalismo en América Latina no puede desarrollarse sin trastornos y tropiezos, ya que durante siglos el continente fue moldeado por el estatismo, el dirigismo, el socialismo, el corporativismo, los liberales no son pues en modo alguno conservadores, sino reformadores: renovadores de los hábitos establecidos y las ideas enraizadas. Más bien deberían de ser llamados revolucionarios.” Eso es, la alternativa liberal supone una revolución para éste país de las esperanzas postergadas. Una revolución que purifique el vocablo de connotaciones de sangre, muerte, demagogia y dogmatismo que tiene entre nosotros y lo impregne de ideas, sentido común, creación, justicia, racionalidad, libertad, pluralismo político y legalidad.

Nos dice James Allen que la mente del hombre es como un jardín que puede ser inteligentemente cultivado, o simplemente permitir que broten las ramas que lo conviertan en un campo salvaje; pero cultivado o abandonado, siempre dará sus frutos. Si se permite que las hiervas salvajes sobrevivan; una abundancia de ellas brotará para tomar control; el campo por lo mismo producirá eso: Espinosas ramas inútiles y venenosas el lugar de frutos y flores. Si se cultiva con amor y con las semillas de la libertad, finalmente seremos libres.

Este año para nosotros será la prueba para una de las agresiones liberales más importantes. Ron Paul, el único precandidato libertario para la presidencia de EU, a pesar de los bloqueos del establecimiento norteamericano, poco a poco a remontado las encuestas amenazando a los otros participantes y eso, provoca que cunda el pánico entre tanto en las filas de republicanos como demócratas.

Ron Paul es el maestro de algo importante para todos los libertarios, la tolerancia; creer en la relatividad de las verdades, estar dispuestos a rectificar el error y a someter siempre las ideas y las convicciones a la prueba de la realidad. Por eso el liberalismo es una filosofía, una doctrina, no una ideología. Porque la ideología es una forma dogmática e inmutable de pensamiento—algo que tiene mucho mas de religión que de ciencia—y la filosofía liberal, además de pluralista, es también cambiante, un sistema flexible que va modernizándose y perfeccionándose al compás de los avances del conocimiento y de la experiencia vivida.

Hay elecciones este año libertario en Mexico, EU, Venezuela, llevemos las ideas y acciones del Tea Party a nuestras naciones ávidas de libertad.

Quiero por este conducto hacer una invitación a todos los seres humanos amantes de la libertad, a los enemigos de los procesos, eventos, organizaciones que nos han negado la oportunidad de participar en la construcción de un mundo mejor, más prospero, más libre y sobre todo más justo, para que me acompañen en la jornada de la libertad este nuevo año que sin duda será la cultivación de un jardín que aporte frutos y flores, y ya no mas las espinosas hiervas que tanto han desangrado nuestro país. Esta es una invitación a la libertad similar a la de Octavio Paz cuando afirmó: 

“La historia de la literatura, del pensamiento y arte moderno es inseparable de la historia de la libertad. Allí donde perece la libertad, el pensamiento perece. La libertad es la sangre invisible que anima a la sociedad entera.”

Feliz año nuevo……en la libertad.

chero@cox.net
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miércoles, 3 de agosto de 2011

FEDERICO HERNÁNDEZ AGUILAR *: NI IDEOLOGÍA NI RELATIVISMO (REALIDAD LIBERAL) DESDE ECUADOR

Tan esquivo es el término "liberalismo", que don Gregorio Marañón expuso lo siguiente en uno de sus más celebrados libros: "Ser liberales es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin.

Si algo les disgusta a los socialistas de raíz marxista es que los liberales nos declaremos alérgicos a las definiciones dogmáticas y a los recetarios económicos. Convencidos como están de que los seres humanos sólo podemos transformar la historia al encarnar ideas concretas, los intelectuales izquierdistas reaccionan con ira o escepticismo cuando les intentamos explicar que el liberalismo no es, estrictamente, una ideología.

Es evidente que las personas tenemos ideas; lo peligroso es que las ideas nos tengan a nosotros. En otras palabras, ¿será posible que las ideas lleguen a condicionar de tal modo nuestra conducta que respiremos a través de ellas? Juzgo que es frente a la asombrosa complejidad de la mente humana que los socialistas marxistas prefieren los encasillamientos, en tanto que los liberales buscamos combatirlos.

El problema de las ideologías es su naturaleza restrictiva y reduccionista. Creen los materialistas históricos, por ejemplo, que existen leyes generales e inmutables a las que se somete el desarrollo de las sociedades. Por consiguiente, dado que las más íntimas motivaciones del individuo están condicionadas por esas leyes (todas ellas materiales, claro), los planteamientos que las explican constituyen una especie de "mediación" permanente entre la realidad y las acciones de las personas. Desde esta perspectiva tan rígida, por supuesto, absolutamente nada podría escapar a la ideología. Y de allí viene la propensión de esta izquierda doctrinaria a los razonamientos fastuosos, los simplismos antropológicos y las militancias cerriles.

Los liberales, en cambio, observamos que los seres humanos podemos actuar conforme a otro tipo de condicionamientos no materiales, y que a esa espontaneidad corresponde, si acaso, el mayor grado de libertad posible, no los apriorismos del historicismo marxista. Las recetas sociales y económicas cumplen, a nuestro juicio, el triste papel de atreverse a proponer rumbos unívocos a la gran suma de las acciones humanas, ignorando su carácter contingente, creativo, diverso.

La diversidad del pensamiento liberal, por ende, adquiere expresiones igualmente diversas. Tan esquivo es el término "liberalismo", que don Gregorio Marañón expuso lo siguiente en uno de sus más celebrados libros: "Ser liberales es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y, por tanto, mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fe, sino ejercerla de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio o, como por instinto, nos resistimos a mentir".

Se puede tener una actitud liberal ante la vida sin por ello "militar" de liberal. De hecho, a pesar de manejar discursos ideológicamente inclinados a la izquierda, abundan las personas que son, en la práctica, bastante más liberales de lo que se atreverían a admitir. Y también pululan quienes predican el liberalismo antes que vivirlo. De todo hay. Extrañarnos o asustarnos por estas contradicciones sería igual a desconocer la propia condición humana.

Si me preguntan a mí, los más profundos dilemas del pensamiento liberal están relacionados con los temas morales. Hay autores que postulan que el respeto a la libertad de conciencia debería conducir a las sociedades modernas a estimar como respetables todos los puntos de vista. Otros encontramos riesgoso que no se distinga apropiadamente entre el respeto que sin duda debemos tener por cada conciencia y el relativismo de considerar equiparables todas las jerarquías de valores, aunque choquen entre sí.

En el terreno de las relaciones sociales, la sola existencia de muchas "verdades" personales no puede significar que todas sean verdad. Ciertamente, entre dos sistemas axiológicos contrapuestos, es difícil aceptar que dé lo mismo decidirnos por cualquiera. Ni la libertad puede defenderse bajo tales premisas. La libertad de conciencia de quien piensa distinto a mí constituye un imperativo que me obliga a tratarle con el respeto debido, pero no me obliga a considerar respetables sus valores si éstos colisionan con mi propia conciencia.

El amplio abordaje de estos dilemas éticos podría garantizar la vigencia de las ideas básicas que están detrás del liberalismo y que podemos rastrear históricamente desde el sofismo de la Grecia clásica. Porque es perceptible que crecen dudas en torno a que ese relativismo moral que propone cierta corriente liberal progresista constituya una respuesta satisfactoria.

El brillante futuro del liberalismo, se teorice o no en él, descansa en su increíble robustez práctica, es decir, en la total congruencia de los pocos valores que propone con ese infinito campo de acción en que se desenvuelve la naturaleza humana. Y es por eso que resulta urgente heredar a las nuevas generaciones un concepto integral de libertad, sin disociarlo del respeto a la conciencia y del amor a la verdad.

* Escritor y columnista de El Diario de Hoy


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martes, 26 de julio de 2011

ALEJANDRO ALLE*: LIBERALISMO, A SECAS

El adjetivo "liberal", que según la definición de la Real Academia significa "inclinado a la libertad, comprensivo", suele producir fuertes reacciones emocionales, siempre más cercanas al hígado que al cerebro.

Napoleon Bonaparte
La palabra comenzó a utilizarse en España a inicios del Siglo XIX, donde se calificaba de "liberales" a quienes se enfrentaban a las tropas napoleónicas. Fue, paradójicamente, adoptada en las colonias españolas por quienes terminarían siendo beneficiarios indirectos de Napoleón: los padres de nuestras patrias, ante la debilidad de Fernando VII, optaron por cortar lazos con Madrid. Urgidos por la libertad política (y por la tributaria..., claro).

Ya desde los himnos nacionales de nuestros países, a la libertad se la invoca con un fervor religioso: el argentino, por ejemplo, comienza con "Oíd mortales el grito sagrado/ Libertad, libertad, libertad". Grito sagrado, nada menos.

Dicho entusiasmo no amainó, formalmente, en ninguna parte: en el departamento salvadoreño de La Libertad no se escucha a nadie quejarse de su bello nombre. Sólo un enajenado preferiría que se llamase La Esclavitud. O El Totalitarismo. Los autoritarios, sean de derecha o de izquierda, evitan ser tan obvios: prefieren apelar a la ridiculización de ciertos estereotipos.
Como el del supuestamente indefendible "laissez fair, laissez passer", expresión acuñada por el francés Jean-Claude Gournay, al hacerse eco del reclamo de ciertos comerciantes que con el "laissez faire" pedían libertad manufacturera a las autoridades. Es decir, que se los "dejara hacer".

Y con el "laissez passer" reclamaban libertad aduanera. Es decir, que se "dejara pasar" libremente las mercaderías en el comercio internacional, en un reclamo para que los gobernantes eliminasen barreras arancelarias decretadas para favorecer a ciertos pseudo-empresarios mercantilistas (autoritarios de derecha, tan frecuentes en nuestros barrios), que no querían competencia externa.

La manipulación dialéctica hizo que una enorme mayoría de personas instruídas asocie en la actualidad, equivocadamente, la expresión "laissez faire, laissez passer" con la apología del caos, con el egoísmo y con la anarquía. Con la miserable libertad del zorro en el gallinero. Triunfó el estereotipo. Perdió la libertad.

Mario Vargas Llosa, en una contundente definición de su pensamiento declaró "... el liberalismo no es una ideología, es decir, una religión laica y dogmática, sino una doctrina abierta que evoluciona y se pliega a la realidad en vez de tratar de forzar a la realidad a plegarse a ella ...".

Agregó luego "... hay liberales que creen que la economía es el ámbito donde se resuelven todos los problemas y que el mercado libre es la panacea que soluciona desde la pobreza hasta el desempleo, la marginalidad y la exclusión social. Esos liberales, verdaderos logaritmos vivientes, han hecho a veces más daño a la causa de la libertad que los propios marxistas, los primeros propagadores de esa absurda tesis según la cual la economía es el motor de la historia de las naciones y el fundamento de la civilización".

En la tarea de difundir los valores de la libertad, a los centros de pensamiento les corresponde un papel vital: llegar con poder de convencimiento a la opinión pública, para que ésta a su vez levante la vara de lo que una sociedad exige en materia de respeto a las libertades individuales. Desde las cosas más triviales hasta las más excelsas, porque entre un Estado kinder y un Estado cuartel la ruta está pavimentada.

Finalmente, así como provoca una sonrisa escuchar a quienes culpan de todos los males al "imperialismo yankee", también debe rechazarse que los problemas de El Salvador sean siempre culpa de algún caudillo foráneo. Confundidos, algunos hasta cambian el nombre de las calles (¡?).

La oferta de autoritarismo siempre va a existir en este planeta: hoy sudamericano, mañana quién sabe de dónde. La tarea, ardua, pues tendrá detractores de derecha y de izquierda, será generar mayor demanda de libertad.

Fortaleciendo en la opinión pública la demanda de libertad se reducirá el impacto de cualquier oferta de autoritarismo. Bienvenidos, jóvenes de Alternativa Liberal.
Hasta la próxima.

*Ingeniero. Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires). Columnista de El Diario de Hoy. 


alejandro_alle@yahoo.com

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miércoles, 23 de marzo de 2011

RETOS CONTEMPORÁNEOS DEL LIBERALISMO Y LOS LIBERALES I.

on muchos y muy complejos los retos que el liberalismo contemporáneo tiene que afrontar y a los cuales debe darles una respuesta adecuada. En esta participación comentaremos los que nos parecen más significativos, desde la perspectiva de México, un país de la periferia del mundo occidental, que como algunos dicen está en vías de desarrollo. No es pues, el punto de vista de un liberal del primer mundo avencindado en Estados Unidos o Europa. Por eso se trata de una postura ideológica liberal crítica. Por lo tanto, antes sde entrar a comentar los retos, habremos de empezar por señalar que el primeo de ellos, o el prerrequisito a los demás retos, es el de la actitud crítica y autocrítica que todo liberal debe tener respecto a sí mismo y al mundo en que le ha tocado vivir. Sin esa actitud autocrítica, el liberalismo pierde sin duda, mucho de su valor e importancia. la criticidad, junto con el individualismo y la libertad, constituyen los pilares del edificio liberal. Pr ende, de lo que se trata es de ser críticos con todo, incluyendo el propio liberalismo, que como toda teoría filosófica y postura ideológica debe estar en constante revisión para estar acorde a los tiempos y situaciones del presente. Lo peor que un liberal puede hacer es dormirse en sus laureles, volverse complaciente y apático. La defensa del individuo y de sus libertades y derechos no ha terminado y no hay visos de que esto suceda a corto o mediano plazo. Hoy nuevos problemas y retos se les presentan a los liberales, y ellos deben saber confrontarlos adecuadamente. De ahí la necesidad de insistir en la actitud autocrítica, seria y responsable. Superado el reto de la autocrítica, entonces puede afrontarse el desafío de critica a otras tendencias filosóficas e ideológicas diferentes al liberalismo, y superado estre otro reto, se puede criticar la situación actual, con la plena conciencia de que es la teoría la que se debe adecuar a la realidad sin perder su esencia fundamental. La prretención contraria es no sólo irracional y absurda, sino además inoperante en la vida real económica, política y social.

Entre los retos más significativos de nuestros tiempos, está sin duda la defensa del individuo, frente a las grandes organizciones públicas y privadas eimpersonales, que lo reducen a un número, a un papel ó a una función, olvidándose de que es una persona con una serie de características físicas, mentales, emocionales y afectivas que lo hacen único e irrepetible. Las grandes organizaciones tienden a masificar al individuo y a minimizarlo hasta considerarlo una pieza prescindible del aparato administrativo u operativo, violando así el principio de primacía del individuo. Recuperar, defender, mantener una alta valoración y consideración por el individuo y sus derechos y sus libertades, sigue siendo una tarea básica y fundamental, de primera importancia para los liberales. Y no se puede ni debe permitir que la organización o empresa, abuse de su poder por encima del individuo. De igual manera tampoco es persmisible que un individuo imponga despóticamente su autoridad y poder sobre toda una organización.

Otro reto, no menos importante es el de evitar la confusión entre libertad individual y egoísmo. La libertad individual, como sostiene la Proclama Liberal de 1981, sostiene que la libertad del individuo se da en el marco de la comunidad, del grupo y la sociedad, lo que ciertamente implica que el individuo habrá de ser responsable y solidario con los demás hombres de su sociedad. Recuerdese que la idea liberal es que quien es realmente libre, y pude llegar a ser y hacer lo que desea en la vida, está en mejor posición para promover y motivar a otros seres humanos para que hagan justo lo mismo, tratar de ser lo más libres posibles, dentro de lo que la situación permite. También está en mejor posición para ser más corresponsable y solidario. La libertad individual no se finca en la opresión de otros, sino en la libertad de los demás.  Así pues, ser liberal, sr individualista, no significa ser egoísta ni mezquino, ni irresponsable o insolidario.

http://pedro-soto.blogcindario.com/2011/03/00227-retos-contemporaneos-del-liberalismo-y-los-liberales-i.html

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martes, 8 de febrero de 2011

EL SOCIALISMO OFRECE EL CIELO Y DA EL INFIERNO. CARLOS R. PADILLA L. EN ANALITICA

La demagogia y el populismo son las artimañas preferidas de los que se hacen llamar socialistas para atraer a los incautos y fracturar los corazones de quienes no lo son tanto y creen que darle un mendrugo de pan a un hambriento soluciona todos sus problemas existenciales. Todo ello a cambio de la libertad y del libre albedrío con la engañosa oferta que desde el poder se podrá imponer, sin participación individual, en absoluto lo que todos tenemos que hacer para navegar hacia un ficticio  mar de la felicidad.

¿Qué no han ofrecido que después de llegar a la posibilidad de resolver no cumplen? La respuesta definitiva es: ¡todo!

Abundar en particularidades es ocioso. No podemos esperar que nos lluevan las soluciones.  Lo sensato es pensar como cada quien puede resolver sus problemas con una actitud emprendedora en busca de soluciones con una rentabilidad aceptable al nivel siempre creciente de nuestras necesidades espirituales, familiares, sociales y materiales.

La frase célebre del político liberal mexicano Benito Juárez, "Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", nos enseña que nadie puede tener el derecho de imponerle a otro, conductas mas allá de las que han sido aceptadas por todos pues la libertad es el fin político mayor y el derecho mas sagrado que el ser humano posee.

En el socialismo que conocemos, y parece no existir otro, el estado funciona bajo la premisa de que si un solo individuo es incapaz de usar su libertad eficazmente, a nadie puede admitírsele ser libre; pero la libertad es una condición de desigualdad que reconoce las diferencia estructurales inherentes al ser humano en temperamento, carácter, personalidad  y capacidad.  No somos iguales y ninguna ley puede hacernos. No es justo privar a nadie de su libertad por suponer que abusara de ella.

Solo con igualdad de oportunidades, sin esperar igualdad de resultados  evitaremos la represión ya que todo lo importante es creado por el individuo que trabaja en libertad. Si ponemos la igualdad jerarquizada por sobre la libertad acabaremos sin ninguna de las dos.

El principio que diferencia la libertad de la esclavitud es la acción voluntaria contra la obligatoriedad que nos obliga a no buscar a otro para culparlo de nuestros problemas.

El objeto y práctica de la libertad reside en la limitación del poder del estado. El ser humano no  es libre a no ser que el gobierno esté limitado. Aquí hay una clara relación causa-efecto tan clara y predecible como una ley física: Cuando el estado se expande, la libertad se contrae.

La libertad que el ciudadano disfruta no se mide por la maquinaria gubernamental bajo la que vive, ya sea representativa u otra, sino por la escasez de limitaciones que se le imponen. Lo que es siniestro es la facilidad con la que alguna gente pasa de decir que no le gusta algo a decir que el gobierno debería prohibirlo. Si tomas ese camino, no esperes que la libertad sobreviva por mucho tiempo.   Ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de nadie están a salvo cuando las leyes son hechas con criterio socialista.

Si sumamos la ausencia de libertad, el aumento de la regulación, el crecimiento desmesurado e ilimitado del ámbito de competencia del gobierno a la ineficiencia e improvisación permanente de una sola voluntad,  la sociedad es destruida inexorablemente con una velocidad pasmosa y su recuperación será inversamente proporcional en el tiempo a lo que transcurrió para ser arruinada, a menos que nos propongamos decididamente a  instaurar  la libertad, el respeto y la moral  como los valores mas altos para enmarcar el proceso de reconstrucción.

carlos.padilla.carpa@gmail.com

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miércoles, 2 de febrero de 2011

LIBERAL 4. NELSON MAICA C. EN ANALITICA

“Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos”.  (1783-1830) Libertador 

Continuamos. Precisamente, ha sido ese desprecio a lo distinto, a lo plural, a comprender y aceptar las aspiraciones ajenas, de los demás, el mayor impedimento para el ser humano y lo que siempre ha sostenido el socialismo, comunismo, colectivismo, primitivo, tal como lo sufrimos hoy en Venezuela. La negación de los derechos fundamentales del hombre.


Los grandes momentos de prosperidad de la historia se han dado siempre en sociedades liberales, complejas y multiculturales; jamás libres de problemas de convivencia pero sí colmadas de cultura y variedades.

Aquí, hoy, perplejos, atónitos, presenciamos la increíble usurpación del liberalismo, la intención de desglosarlo y de sustituirlo por el socialismo, comunismo, colectivismo primitivo, mal llamado socialismo del siglo XXI, por un militar golpista y su “grupito” y aliados de la misma calaña.

El socialismo, comunismo, colectivismo primitivo siempre se caracterizo por negarle la capacidad al hombre para gobernar sus propios asuntos, hoy, asombrosamente pregonan aquí mediaticamente una política social y moral dirigida a confundir al pueblo tratando de usar y abusar de mecanismos de corte claramente liberal, como el mercado, pero restringido, controlado, selectivo, usando el termino “mercado socialista”, “empresa socialista”, “hecho en socialismo”, etc. Tamaño contrasentido.

La defensa de la libertad religiosa, con la separación de la Iglesia del Estado y el apoyo a la libertad moral o la protección de la libertad científica, han sido siempre banderas del liberalismo.
En la actualidad realizan, los rojos, rojitos, castros comunistas, un inmenso esfuerzo de propaganda con los dineros públicos para trasmitir la idea de que son ellos, los usurpadores, quienes lucen el monopolio sobre el avance en este aspecto. Y el pueblo se hace el tonto útil.

Pero el sol no se puede tapar con un dedo. Se da, se evidencia la incoherencia de que pese a opinar que los ciudadanos pueden decidir sobre multitud de cuestiones de importancia, el socialismo de estos rojos, rojitos, pregona, entiende, sostiene y actúa para que la población no sea capaz de gestionar ni siquiera su propia renta.

Acaban de quitarle, en contra de su propia “bicha”, y limitarle las competencias a las gobernaciones y alcaldías y parroquias, etc. Lo contrario al texto constitucional y que vigente. Tratan por todos los medios de confundir cuanto significó y se entiende por liberalismo con lo que pretenden llamar socialismo del siglo XXI.
Pero no son únicos, hay unos conservadores que han ejercido históricamente cierto magnanimismo moral sobre los ciudadanos, quienes también hoy pretenden abrazar las ideas económicas del liberalismo. Recordemos que en 1917, en Rusia, el liberalismo de entonces, pacto con los socialistas comunistas.

Sostienen que el hombre debe gestionar sus recursos libremente y que el Estado debe abstenerse de regular la vida económica, pero que la sociedad civil es demasiado inculta e irresponsable como para decidir sobre determinadas cuestiones sociales y morales y, en consecuencia, la conducción de dichos asuntos se deja en manos de gobernantes y sin justificar de forma alguna su superioridad moral, ética o técnica. Pretenden un liberalismo económico, pero conservadurismo moral. Casi se unen con los topos rojos, rojitos.

La resistencia y la oposición de ahora pretende llegar al poder mañana y todavía no ha presentado las líneas estratégicas fundamentales que intenta seguir y respetar desde el poder. Ojo con esto.

Hay reformas urgentes pero que, nos da la impresión, de que nadie quiere ni nombrar porque sencillamente hay que revisar el papel de los partidos políticos y sobre todo del partido en el gobierno.

Es indispensable reformar el Poder Publico para que se convierta en una verdadera representación de lo Público, de lo común, del interés de todos.

Es esencial independizar los medios de comunicación públicos porque el motivo de su existencia es precisamente para ofrecer a los ciudadanos una información independiente y veraz. Evitemos una nueva edición del ministerio de propaganda nazi.

Es así mismo importante que el Tribunal Supremo de Justicia y la Fiscalía General de la Nación recuperen la independencia y el lugar que le corresponde y erradicar toda ingerencia sobre ellos.

Somos todos cómplices, hoy, de permitir al ejecutivo ampliar su poder a esferas que constitucional y legalmente no le corresponden y que dañan severamente los derechos y libertades de los ciudadanos y que atentan contra el modelo liberal que traemos, con sus necesarias modificaciones, desde 1830 y en contra de nuestro gentilicio. Es hora de rectificar a fondo y pronto.

Hace verdaderamente falta un Partido Político que haga bien cuanto le corresponde hacer en política y que sea capaz de realizar estas y las reformas que hagan falta; solo una iniciativa altruista, con valor cívico, acción de ataque a fondo y que no desee perpetuarse en el gobierno podrá concertar la valía del pueblo para acabar con estas pretensiones castro comunistas y abusos que de todos son conocidas pero a las que nadie se enfrenta con energía y decisión. Con “calle” como Gandhi, King, Mándela, etc.

Parece que todavía no estamos hastiados de toda esta vulgaridad en el poder y en la vida política del país y que denota y acentúa todos los días una carencia de cierto tipo de liderazgo, incluyendo a otros países de América. Parece que ya no tenemos estadistas sino politiqueros, populistas y camarillas y uniformados incultos golpistas.

El liberalismo ha sido y seguirá siendo fuente de ideas, germen de cambios. El individuo ha sido y es su esperanza. La fe en el ciudadano. El liberalismo aprende y aprenderá de sus errores. Y seguirá, seguramente, siendo superior y siendo una continua y genuina revolución porque brota precisamente de la naturaleza humana.

Y el liberalismo necesita de la nueva juventud idealista y con proyectos ambiciosos y humanistas para desarrollar nuevas políticas, sin contradicciones y a la luz del día. Necesita demostrar, una vez mas, que la vida política tiene dirección y sentido porque ahí esta el hombre, el individuo, el ciudadano.
Y esa juventud y ese ciudadano deberán, seguramente, tener el respaldo y el valor del pueblo que los elija y secunde.

Tips:
01.   Apure, “la otra orilla del apure”: fui, vi, escribo e invito: “vayan pa´ que lo vean”: el mas grande desastre en 12 años de gobierno rojo, rojito. Insólito: ¿Qué hacen los organismos competentes con las innumerables denuncias, incluso de los propios rojos rojitos, desde hace meses? Parece que se burlan de ellos, los maltratan, los ignoran, los consideran “cosas” no “gentes”. Los usan y “ellos tan tranquilos”, inconcebible. Allá no hay “renunciados”, “investigados”, “presos porque defalcaron los dineros públicos y/o cobraron obras fantasmas y/o mal ejecutadas”, “botados del partido y del gobierno”. Allá no se aplica la acomodaticia moral revolucionaria en ningún sentido. Nuevos ricos, si hay.

02.   ¿Qué hacen con los reales que les envían mensualmente? ¿A dónde van a parar? ¿Quién los tiene? ¿Por qué no le pagan puntualmente a los funcionarios, proveedores, servicios, etc? ¿Por qué no actúan los organismos encargados: contraloría, fiscalia, justicia, asamblea, etc, etc.? ¿Allá no vale nada la voz tronante del bolero más grande del mundo? Admitió, cosa rara, en cadena: Apure es un verdadero desastre…claro, pero ese desastre no es suyo, es de otro; pero la culpa es toda suya porque el lo coloco allí…”vallase gobernador, renuncie”…pero no corrige nada, no convierte esas palabras en acciones correctivas, tampoco su partido hace nada… todo sigue peor: inseguridad total durante todo su régimen, hasta dos secuestros Express en un solo día, crímenes horribles, nuevos; servicios públicos por el suelo y casi desaparecidos; guerrilla y narcotráfico a sus anchas y aparentemente protegidos por el propio régimen; complicidad que causa terror porque supuestamente las victimas reconocen en las calles y puestos oficiales a sus victimarios y temen por sus vidas; vías de comunicación, sfdo, sfdo pto paez, inservibles y mal reparadas y/o inacabadas; obras paralizadas, inconclusas, por falta de pagos, cemento, bloques, derivados del hierro, aluminio, plásticos, etc., y los pocos que llegan acaparados por roscas rojas rojitas; supuesto “mercado negro” rojo rojito de tierras, gasolina, alimentos, etc. Indetenible inflación. Todo un poema al desastre, al infierno. ¿Hasta cuando? Los apureños tienen la respuesta y la oposición y resistencia una ciclópea tarea y brillante oportunidad.

“Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos”. Simón Bolívar (1783-1830) Libertador de Venezuela.

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jueves, 13 de enero de 2011

SOBRE EL ORÍGEN DE LA PALABRA LIBERALISMO. ALBERTO PARDIÑO

Serían ellos los que acuñaron la nueva palabra "liberalismo", que en la lengua de Cervantes quiere decir, abierto y compresivo.

No fué la razón sino los sentimientos, los que hicieron a Europa alzarse contra los franceses cuando la invasión de Napoleón a este continente. Napoleón ya no estaba en condiciones de entender ésto. Dijo en una ocasión a Talleyrand: "Hay demasiados conventos", a lo que éste contestó: "Señor, sólo quedan conventos en Rusia y en España".

En 1807, Johann G. Fichte, en sus discuros a la nación alemana, definía a la nación por la lengua. Por tanto, la nación alemana, recuperando su lejano pasado de defender a Europa de la falsificación de ideales de libertad, se rebeló contra la invasión napoleónica. En Rusia y en España explotaron también los ideales de un pasado nacional y ambas naciones lucharon contra la invasión de los franceses. Así, el Patriarca Alejandro I, de Moscú, asumiendo que Rusia había recibido un llamado de Dios con la misión de devolver a la sociedad europea el órden moral  del que había sido privada, unió su patriotismo para luchar contra la invasión francesa.

Junto a estos sentimientos, los ilustrados españoles, pensaban que los ideales habían sido traicionados, y que era preciso conquistar la libertad. Serían ellos los que acuñaron la nueva palabra "liberalismo", que en la lengua de Cervantes quiere decir, abierto y compresivo. Luego se le daría una connotación política: en Europa, respeto a la ley de la "oferta y la demanda" (capitalismo); y en EEEUU en políticas izquierdistas. Esta es la historia del orígen de la palabra liberalismo.

Alberto Pardiño
albertopardino@bellsouth.net
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domingo, 9 de enero de 2011

SOBRE EL LIBERALISMO. UNA NUEVA FORMA DE HACER POLITICA

A la luz de lo que hemos venido describiendo, se sobre entiende que existe una auténtica confusión teórica sobre lo que ha sido y es la tradición liberal clásica. Tanto sus detractores que lo anatemizan acusándole de capitalismo radical como los que se autocalifican de liberales, reconvirtiendo y customizando sus ideas hasta darles una apariencia estética de falso liberalismo.

El liberalismo desde su nacimiento fue un baluarte en la lucha contra toda clase de tiranías absolutistas y totalitarias de ideario fascista, socialista, comunista, teológico, oligárquico o de cualquier otra clase.

El liberalismo, en realidad, es la búsqueda de un tipo de asociación política en la que la libertad y las expectativas individuales puedan realizarse con independencia del poder político. El liberalismo clásico trata de elaborar instrumentos políticos y constitucionales capaces tanto de reconducir el poder político a una dimensión controlable como de evitar sus futuras expansiones a costa de las libertades individuales. 

Un intento, que puede no ser compartido, pero en el cual se manifiesta el constante deseo de hacer que convivan las dos componentes fundamentales y antagónicas de la modernidad: el carácter natural de los derechos individuales y la artificiosidad del estado.

Los diferentes intentos de conciliar ambos términos han dado como resultado la constatación de que el mejor orden es el resultado, involuntario, de la generalización de las normas de conducta que han tenido éxito a lo largo de los tiempos, y no tanto el producto derivado de las opciones de los representantes de las mayorías, de lo que se deriva que la solución a este problema es una drástica reducción de las competencias de los gobernantes y del propio estado.

Sin embargo, y sería inútil pretender ocultarlo, los compromisos ideados hasta ahora por los representantes del liberalismo clásico han fracasado, en parte por una excesiva confianza en la capacidad del hombre de anteponer la satisfacción de sus necesidades futuras a las de las necesidades inmediatas. 

Una mayoría de individuos prefiere superar una situación de incertidumbre atribuyendo a alguien la potestad de crear artificialmente (o políticamente) aquella certeza a la que todo individuo o grupo social aspira y que se refiere a la futura realizabilidad de sus expectativas, aunque ello suela tener la consecuencia de aumentar el poder de los gobernantes.

Aunque basada en un compromiso, la solución del liberalismo clásico se apoya en una consideración realista del hecho de que el estado es una institución indispensable. Por lo tanto, “el compromiso con el estado” puede verse como la proyección y el resultado involuntario del deseo que tiene todo individuo dotado de un conocimiento limitado y falible y de tiempo y recursos también limitados, de fundamentar sus previsiones acerca de la futura satisfacción de las expectativas individuales. En otras palabras, de una condición natural de incertidumbre que jamás podrá ser superada.

No obstante, es preciso concluir que el expediente de la separación de poderes, tal como se ha concebido hasta ahora, no ha resultado eficaz. Además, la propia reducción progresiva de las competencias del estado no resuelve el problema de los posibles abusos por parte de quienes, a través de la legislación, deberían formular normas generales y abstractas acerca del disfrute de los derechos individuales, y por parte de quienes (poder ejecutivo) deberían establecer la escala de prioridades en la satisfacción de las expectativas. La adaptación de un sistema de normas a las nuevas situaciones acaba inevitablemente por atribuir un poder discrecional a quienes, por el título que sea, están llamados a desempeñar labores de gobierno.

Después de lo dicho y a pesar de todo, frente a la crisis del estado del bienestar, que es sustancialmente la crisis de la tradición liberal, las soluciones del liberalismo son comparativamente las mejores de todas y debemos seguir profundizando en ellas.
Bibliografía: Raimondo Cubeddu, Atlas del liberalismo, Unión Editorial.

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martes, 21 de diciembre de 2010

POR QUE SOY LIBERAL Y CREO EN EL CAPITALISMO. TOMAS PULIDO.VIDEO



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lunes, 13 de diciembre de 2010

LIBERALISMO Y EL RULE OF LAW. ARMANDO RIBAS – FORO REPUBLICANO

“Tanto más fuertes son los vicios del sistema que la virtud de los que lo practican” Alexis de Tocqueville

Aparentemente uno de los conceptos más confusos en el léxico político es el liberalismo. Tanto así que en Estados Unidos, el eje cuasi fundacional del sistema liberal, se les llama liberales a los socialistas. Y esta confusión es tanto más dramática por cuanto el sistema liberal y el socialista representan la antítesis política prevaleciente. Otros de los aspectos que nos lleva a la confusión es el del conservadorismo. En tanto que el liberalismo es un sistema el conservadorismo es una actitud valorativa frente a la vida. En otras palabras se puede ser liberal y conservador y liberal y no conservador respecto a supuestos valores preestablecidos en la sociedad. El conservadorismo implica asimismo la adhesión al status quo, y desde tal punto de vista se puede ser conservador y comunista nacionalista.

El pensar que un liberal debe aceptar el matrimonio homosexual, la libertad sexual o el aborto per se, es otra de las aberraciones de la semántica política. El liberalismo es un sistema político que parte del reconocimiento de la naturaleza falible del hombre. Y esa falibilidad se encuentra tanto en el ámbito de la razón como en el de las creencias. Podría decir que la idea liberal comienza con John Locke y la publicación de sus “Tratados del Gobierno Civil”, y la importante “Carta de la Tolerancia”. Fue entonces que a partir de la idea primigenia de la falibilidad de la naturaleza humana que Locke desafió la noción del derecho divino de los reyes y reconociera que “los monarcas también son hombres”. Por tanto estableció la necesidad de que se limitaran las prerrogativas del rey, a fin de proteger los derechos individuales a la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la propia felicidad.

En función de esas ideas se produjo en Inglaterra la “Glorious Revolution” en 1688, cuando empezara la transformación política inglesa, que le permitiera adelantarse a Europa, y surgiera la denominada Revolución Industrial. Esta última fue la consecuencia de la revolución ético política mencionada. Más tarde en pleno siglo XVIII David Hume, en su historia de Inglaterra reconoció el atraso y la falta de libertad en Inglaterra hasta la llegada de la Revolución Gloriosa. Partiendo entonces de criterios empíricos llegó a conclusiones similares a las de Locke y desarrolló lo que considero el criterio fundamental del liberalismo establecido por Hume: “Dado que la naturaleza humana es inmodificable, si queremos cambiar los comportamientos tenemos que cambiar las circunstancias”. Por esa razón igualmente sostenía la diferencia entre moral y justicia y escribió “si la naturaleza fuera pródiga y los hombres generosos la justicia no tendría razón de ser”. Y consecuentemente: “La estabilidad de la sociedad dependía de la seguridad en la posesión, la transferencia por consenso y el cumplimiento de las promesas”.

En esa línea continuó el pensamiento escocés con la llegada de Adam Smith. Diría que el pensamiento fundamental del maestro de los “Sentimientos Morales” fue el desarrollo de la idea de la mano invisible. Así dijo: “En la búsqueda de su propio provecho el individuo colabora con los demás. He visto muy poco bien hecho por aquellos que pretenden actuar por el bien público”. En estas sabias palabras se reconocía una vez más el principio liminar del liberalismo que es el derecho del hombre a la búsqueda de su propia felicidad. Tal es el reconocimiento jurídico de la eticidad de los intereses particulares que no son contrarios per se al interés general. Fue en ese sentido que Alberdi dijera: “El egoísmo bien entendido de los ciudadanos, es solo un vicio para el egoísmo de los gobiernos que personifican los estados”.

Fue esa línea de pensamiento la aceptada por los Founding Fathers, por más que probablemente dado el agnosticismo de David Hume jamás fue citado por ellos. Pero no podemos ver más que los principios del pensamiento de Hume en las declaraciones de James Madison en la Carta 51 de El Federalista donde escribió: “Pero que es el gobierno en sí sino la mayor de todas las reflexiones sobre la naturaleza humana. Si los hombres fueran ángeles ningún gobierno sería necesario. Si los ángeles fueran a gobernar a los hombres ningún control interno o externo sería necesario. Pero al formar un gobierno que va a ser administrado por hombres sobre hombres la gran dificultad yace en esto: Primero se debe capacitar al gobierno para controlar a los gobernados; y en segundo lugar obligarlo a controlarse a sí mismo”. Por tanto las mayorías no tienen el derecho de violar los derechos de las minorías.

Esa es la esencia del constitucionalismo americano. Ella constituye la estructura político jurídica que determina la libertad individual que es el “rule of law”. El rule of law es la denominación de una forma particular de lo que se conoce genéricamente como estado de derecho. Por ello me he permitido mantener esa denominación en su idioma original. Y en ese constitucionalismo surge la función preponderante de las instituciones judiciales, que en nombre de la Constitución son las encargadas de hacer respetar los derechos individuales y las limitaciones al poder político. O sea lo que se denomina la revisión judicial. Toda ley contraria a la Constitución es nula.

Lamentablemente este sistema ético-político-jurídico está confundido con un supuesto sistema económico denominado por Marx capitalismo y descalificado éticamente conforme a las falacias de las teorías de la explotación y de la alienación. Más tarde la descalificación fue extendida por Lenin al imperialismo como etapa superior del capitalismo. Es decir cuando los capitalistas ya no pueden explotar a sus conciudadanos exportan los capitales para explotar a los vecinos. Pero ya debiéramos haber aprendido, por más que el presidente Obama parece haberlo olvidado, que existe en la historia un solo sistema que permite la libertad y la creación de riqueza, y ese es el sistema liberal. (El rule of law).


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sábado, 18 de septiembre de 2010

¿HORA DE UNA REVOLUCIÓN LIBERAL?, HECTOR A. MARTINEZ

Estamos en pleno siglo XXI y los partidos tradicionales han comenzado a padecer de fatiga política, síntoma propio de esa etapa institucional que es precisamente, la senilidad doctrinaria. Y es que, aún con los resabios que los viejos nos heredaron, las nuevas generaciones ya no queremos pintarnos del color de esos bandos cuya

s banderas han flameado en la campiña latinoamericana al son de la perorata del bullanguero “líder” del partido. En Honduras, el ADN partidista ha comenzado a desnaturalizarse y es natural que ello suceda: si a estas alturas los políticos siguen pensando que los mensajes que inducirán a los votantes a seleccionar a los “elegidos del pueblo” puede ser el resultado de una teoría pavloviana de causa-efecto, encaramada en el perverso marketing social, están milenariamente equivocados. Los votantes necesitan que una organización política se defina en su pensar y en su actuar porque, para ambivalencias, ya tenemos suficiente.

Y de la imprecisión no escapa el Partido Liberal de Honduras que, desde luego, resiente el deterioro. La disolución de la fórmula centenaria que sus padres fundadores le inyectaron, ha comenzado a surtir su efecto decadente. Para ser optimistas, de la concepción originaria de Céleo Arias y Policarpo Bonilla, o mejor aún: de Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto, apenas queda un vago recuerdo. El credo fundador que fue una “exaltación de la

libertad y de los principios enaltecedores de la dignidad de la persona humana”, según reza la historia de ese partido, ahora sólo adorna panfletos. Y es que el problema sigue siendo la definición del rumbo. ¿Sabrán sus integrantes, veteranos y jóvenes, lo qué significa ser “Liberal”? Porque la militancia no basta si no se entiende ni se practica una doctrina. Orgullo para los liberales es afirmar que el PL es un partido pluralista, que abre puertas a todos los ideales y tendencias sin distingos, y ahí radica su crisis actual y la amenaza de un hipotético desmembramiento. Preguntamos, el pensamiento y doctrina del PL: ¿Deberá ser clásico; conservador o radical? Porque si se tiran por la primera opción, deberán hacer toda una revisión filosófica que obviamente deberá traducirse en un planteamiento sobre la economía de mercado, resguardada por una democracia no menos liberal. Y digo revisión porque, aunque la estructura demo-liberal sea el modelo adoptado en Honduras, el funcionamiento del mercado y de la democracia actual dista mucho de ser “liberal” en el sentido clásico de la acepción. Me imagino que esto provocaría reacciones negativas para evitar ser tachados de “neoliberales” por lo que buscarían una tendencia más centrista como la que hoy ostentan. Si el centrismo impera, la inclinación seguirá siendo una postura ambivalente que tanto daño le ha hecho al país cuando se le otorga “in sacris” una prioridad al Estado en la resolución de los problemas sociales y económicos y la empresa privada seguirá siendo algo menos que un feudo. Pero este estilo ¡ay! seguirá siendo el patrón hasta ahora practicado porque es el cuño que ha promovido una substancia heterogénea de izquierdistas y conservadores en el PL que no sabe a nada, más que a un populismo execrable. Un unto de profesionales universitarios de clase media calados en “tuxedos” que hablan de economía de mercado y de doctrinas clásicas, siempre y cuando se apliquen bastante lejos de nuestro país.

Y siempre habrá chance para las tendencias radicales como la que se ha colado actualmente –recuerde que el PL es pluralista-. Pues bien: de aquella ala izquierdista de antaño, tampoco queda nada: jóvenes empresarios; profesionales ex militantes del FRU, con una visión más conservadora, se han extinguido. Ahora contamos con una remesa sureña de refundadores que se han valido del partido para concretar otras ideologías enemigas del liberalismo, de la democracia y sus instituciones. Compare el pensamiento de Patricia Rodas con el de su padre y se va a dar cuenta de la sustitución abominable de un pensamiento alejado de la doctrina original. Socialismo y liberalismo son incompatibles.

Mientras se deciden, debemos recordarles a los dirigentes liberales que ya es hora de modernizar al partido con una concepción que vaya más allá de la teoría trazada en los viejos idearios. Que aunque las libertades individuales siguen siendo el progreso de una sociedad y la consolidación de un Estado de Derecho, la realidad exige el respeto por un mundo donde los individuos sean iguales ante la ley, sin que existan privilegios ni distinciones para algunos, ni la falta de oportunidades para otros. Y eso mis amigos, significa hacer una revolución que vuelva inmune al partido contra la infección de cualquier alimaña ideológica que se precie de ser “liberal”. Porque entonces van a seguir cayendo en el error que ya cometieron un día y que les está costando peligrosamente hasta la propia existencia.

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miércoles, 7 de julio de 2010

DEFENDER LO INDIVIDUAL POR ENCIMA DE LAS IMPERTINENCIAS DEL ESTADO, CARLOS R. PADILLA L.

En Venezuela y en todo el planeta existen personas, que sin tenerlo consciente, poseen una concepción del mundo, de la vida y del ser humanos dentro de lo que se ha denominado el pensamiento liberal. También los hay que se confiesan liberales pero carecen de la importante disposición de agruparse con quienes están en la misma línea de pensamiento para emprender, desde las ideas, la acción de conseguir una sociedad mas equilibrada para todos.

Hay igualmente quienes pensando como liberales se afilian a grupos en los que se practican esquemas de doctrinas totalitarias o que pretenden imponer desde su ideología un modelo preestablecido para el mundo.

El liberal es un ente práctico y se limita a extraer consecuencias de las variables que observa en la sociedad, y luego propone objetivos que con alta probabilidad de cumplimiento tendiendo a que estos contribuyan a alentar la ocurrencia de ciertos resultados beneficiosos para la mayoría. Ello siendo tolerante de otros criterios y dispuesto a convivir con lo que le disgusta para preservar la convivencia pacífica. Sabe que el destino obedecerá a su propia iniciativa emprendedora y que el éxito individual de cada quien dependerá la superación de la sociedad.

Un liberal tiene que someter su conducta a la tolerancia de los demás criterios y debe estar siempre dispuesto a convivir con lo que le disgusta. Defiende la libertad y la responsabilidad individuales como valores supremos y a una legislación que garantice la existencia de la propiedad privada para que la libertad y la responsabilidad puedan ser realidad.

Un liberal propugna la existencia de un estado de derecho conformado por leyes universales enmarcado en una constitución que salvaguarde los derechos inalienables de cada individuo fomentado la meritocracia sin que nadie tenga privilegios.

Un liberal cree en un mercado abierto a la competencia y sin controles de precios como la forma más eficaz de realizar las transacciones económicas y de asignar recursos. Sin el diseño arbitrario que se da en las sociedades colectivistas diseñadas por “ingenieros sociales” y dirigidas por comisarios.

Un liberal cree en la democracia representativa como método para la toma de decisiones colectivas, con garantías de que los derechos de las minorías no puedan ser atropellados ante la supremacía de una sociedad civil formada por ciudadanos.

Un liberal busca un estado limitado con un gobierno que se ocupe de funciones básicas y compuesto por servidores públicos obedientes a las leyes con el compromiso de rendir cuentas con arreglo a la ley y estar sujetos a la inspección constante de los ciudadanos.

Estamos seguros, como lo expresamos en el primer párrafo, que muchos pensamos así. Nos quedan los caminos de la búsqueda de una participación conjunta, de un soliloquio individualista o de la entrega en las garras del totalitarismo. Somos libres para escoger; pero debemos escoger el camino de la necesaria convergencia para alcanzar para Venezuela una Democracia Liberal que consagre el principio de vivir con bienestar y libertad.

carlos.padilla.carpa@gmail.com
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domingo, 24 de enero de 2010

LIBERAL, HIJO, LIBERAL..., JUAN CARLOS APITZ

En días recientes mi hijo mayor, Juancito, inquiría sobre el vaporoso piso ideológico de la oposición democrática venezolana, dada la aparente nitidez ideológica del gobierno nacional. No me sentí cómodo hablando por los demás pero alegué en defensa propia que:

A diferencia del marxismo, o de los fascismos, el liberalismo, en verdad no constituye una dogmática, una ideología cerrada y autosuficiente con respuestas prefabricadas para todos los problemas sociales, sino una doctrina que, a partir de una suma relativamente reducida de principios básicos estructurados en torno a la defensa de la libertad política y de la libertad económica ¬¬-es decir, de la democracia y del mercado libre- admite en su seno gran variedad de tendencias y de matices.

Entonces, mi hijo repreguntó: ¿Cuáles son esos principios básicos? A lo que respondí: la defensa de la economía de mercado (también denominada "sistema capitalista" o de "libre empresa"); la libertad de comercio (librecambismo) y, en general, la libre circulación de personas, capitales y bienes; el mantenimiento de un sistema monetario rígido que impida su manipulación inflacionaria por parte del gobierno; el establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todos los seres humanos -incluyendo aquellos que formen parte del Gobierno- estén sometidos al mismo marco mínimo de leyes entendidas en su sentido "material" (normas jurídicas, básicamente de derecho civil y penal, abstractas y de general e igual aplicación a todos); la limitación del poder del Gobierno al mínimo necesario para definir y defender adecuadamente el derecho a la vida y a la propiedad privada, a la posesión pacíficamente adquirida, y al cumplimiento de las promesas y contratos; la limitación y control del gasto público, el principio del presupuesto equilibrado y el mantenimiento de un nivel reducido de impuestos; el establecimiento de un sistema estricto de separación de poderes políticos (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) que evite cualquier atisbo de tiranía; el principio de autodeterminación, en virtud del cual cualquier grupo social ha de poder elegir libremente qué organización política desea formar o a qué Estado desea o no adscribirse; la utilización de procedimientos auténticamente democráticos para elegir a los gobernantes, sin que la democracia se utilice, en ningún caso, como coartada para justificar la violación del Estado de Derecho ni la coacción a las minorías y disidentes; y el establecimiento, en suma, de un orden mundial basado en la paz y en el libre comercio voluntario, entre todas las naciones de la Tierra.

Tratando de resumir, le dije al retoño, que el liberalismo y la economía de libre mercado son el sistema político y económico más eficiente, moral y compatible con la naturaleza del ser humano. Recordándole a Juan Pablo II, quien al preguntarse si el capitalismo es la vía para el progreso económico y social contestó: "Si por 'capitalismo' se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, el mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de 'economía de empresa', 'economía de mercado', o simplemente 'economía libre'..." (Centessimus Annus, cap. IV, num. 42).

Ya para concluir, lo miré fijamente a los ojos, sin miedo y sin ninguna vergüenza, y convine: "soy liberal, hijo, liberal; a mucha honra".

Juan Carlos Apitz
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domingo, 13 de abril de 2008

*CARLOS ALBERTO MONTANER ESCRIBE PARA EL NUEVO HERALD: “EL CAMINO DEL DESASTRE”


*CARLOS ALBERTO MONTANER ESCRIBE PARA EL NUEVO HERALD: “EL CAMINO DEL DESASTRE”


HUGO CHÁVEZ VA A ESTATIZAR LAS SIDERÚRGICAS Y LAS GRANDES FÁBRICAS DE CEMENTO DE VENEZUELA.

Hugo Chávez va a estatizar las siderúrgicas y las grandes fábricas de cemento de Venezuela. En lugar de hacer una revolución comunista, la está comprando a plazos con su río particular de petrodólares. No se propone fusilar a los capitalistas sino, simplemente, comprarles sus propiedades. Ya lo hizo con la electricidad de Caracas y la compañía de teléfonos, y planea repetir el ejemplo con todos los sectores importantes de la economía. El ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales, cada uno a su ritmo, van por el mismo camino.

Esta gente es incapaz de aprender de la experiencia ajena. En las veinte sociedades más prósperas del planeta todo el aparato productivo cae dentro del ámbito privado. Son países permanentemente estimulados por la competencia y regidos por el imperio de la ley. En este tipo de sociedad el rol del Estado es clarísimo: no es un jugador, sino un árbitro justo y un factor de estímulo que crea las condiciones para que surjan empresas cada vez más sofisticadas y complejas que le agreguen valor a la producción. ¿Cómo logran esos objetivos? Hay cinco tareas básicas:

• Generando un marco legal que atraiga a los inversionistas y favorezca la supervivencia de las empresas.

• Perfeccionando el Poder Judicial para que los inevitables conflictos que surgen en el curso de las relaciones humanas puedan solucionarse rápida y razonablemente conforme al derecho.

• Favoreciendo el desarrollo general de la educación y la salud para propiciar la disponibilidad de un robusto capital humano capaz de sostener un aparato productivo de complejidad ascendente.

• Manteniendo los equilibrios macroeconómicos con una prudente política fiscal y monetaria.

• Concesionando o ''tercerizando'' todos los servicios que puedan realizarse en el ámbito de la empresa privada.

Le corresponde al gobierno decidir cuáles son las infraestructuras que se necesitan construir o los servicios que se deben poner en marcha. Sin embargo, la experiencia nos enseña que la manera más eficiente y económica de convertir estas necesidades en obras duraderas es adjudicar su ejecución, manejo y mantenimiento a empresas surgidas en el seno de la sociedad civil. ¿Por qué? Hay, por lo menos, cinco razones que explican por qué el Estado es un pésimo empresario:

• Porque siempre es más costoso e ineficiente. Las empresas públicas, en general, son enormes focos de corrupción. En el peor de los casos, los políticos y funcionarios venales se apoderan de tajadas sustanciales de los presupuestos. En el mejor, convierten a las empresas públicas en sitios dedicados a contratar y favorecer amigos y partidarios, sobredimensionando las plantillas con trabajadores innecesarios.

• En las empresas públicas no es posible establecer fórmulas de incentivar a los buenos trabajadores o de penalizar a los incompetentes. Como nadie se beneficia o perjudica directamente con los resultados de la gestión de los trabajadores, se destruyen los fundamentos de la meritocracia.

• La empresa pública es mucho más vulnerable que la privada cuando surgen conflictos laborales. Despedir a un mal trabajador del sector público suele ser un calvario. Corregir su indisciplina es punto menos que imposible. Dado que cualquier enfrentamiento entre el empleador y el empleado tiene un costo político, la tentación de la administración pública es siempre a ceder, incluso ante las situaciones y demandas más injustas.

• La empresa privada tiene incentivos positivos y negativos para cumplir las metas pactadas en los contratos (el lucro si hace bien su trabajo y multas que pueden llegar a la pérdida de la concesión si defrauda a los usuarios), mientras que el Estado carece de esos mecanismos de recompensa o punición. Cuando un Estado es el responsable directo de brindar cierto servicio y no cumple o cumple mal sus objetivos, pareciera que nadie es responsable de esos fracasos. En cambio, si esos servicios se pactaron con una empresa privada a la que le fueron adjudicados mediante un contrato transparente y detallado, cualquier incumplimiento tiene nombre y apellido e inmediatas consecuencias negativas.

• Si partimos de la base de que uno de los objetivos clave de los gobiernos es estimular la creación y sostenimiento de un tejido empresarial denso y creciente, una de las vías para lograrlo es concesionar, ''tercerizar'' todo aquello que pueda realizarse en el ámbito privado. Esto, además, tiene otro componente adicional muy beneficioso: una parte de los beneficios del concesionario regresa al tesoro público por la vía de los impuestos.

Hoy sabemos, en fin, cómo se alcanzan la prosperidad y el progreso colectivos. Chávez, Correa y Morales van en dirección contraria. Por el camino que han elegido van a hundir más a sus pueblos.


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