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jueves, 9 de agosto de 2012

ALBERTO MEDINA MÉNDEZ, PERDER EL TEMOR, DESDE ARGENTINA

Hay que animarse a desterrar el miedo. El cambio viene cuando se dejan de lados ciertos temores. La apatía, el desánimo y la resignación, son aliados funcionales de quienes pretenden que nos quedemos en casa.
Ellos, los verdaderos conservadores, los que no quieren que nada se modifique, apuestan a eso, a que la gente se entregue, que la impotencia le gane a la voluntad y la desidia a las convicciones.
Los dueños de la política, esos que hicieron de esta actividad su espacio propio, ese lugar desde el cual someten a todos intentando convencerlos de que están ahí, en esa situación de mando, por la voluntad de los más, trabajan con ahínco y perfeccionan a diario esta idea de miedo.
Por eso intentan amedrentar, intimidar, asustar. El arte que conocen es ese, el de mantener a raya a la sociedad para que no se anime a desconocer ese poder que usan atemorizando a todos, imponiendo miedo y no respeto.
Ellos conocen este juego hasta en sus más mínimas expresiones. Saben del desencanto de la sociedad con sus decisiones. Conocen también el desprestigio que los rodea como clase dirigente.
Pero también entienden que para que ese poder siga vigente, la estrategia es evitar que los valientes triunfen. Por eso, de tanto en tanto, eligen alguna víctima, para desplegar sus armas y disuadir a los que se animan.
Su poder no se sostiene sobre la autoridad que le confieren sus cualidades,  conocimiento o talento, y mucho menos la que proviene de su integridad personal. Se les teme por lo que pueden hacer con el poder que disponen.
Una de las tantas herramientas que han desarrollado para aplicar sus perversas habilidades, es ocuparse de que la sociedad sienta culpa. Han hecho un culto de esta forma de hacer política y ejercer el poder.
La tarea consiste en que los ciudadanos de a pie, sientan que han cometido algún error en sus vidas, de orden legal, empresarial social y hasta íntimo.
Esquivar algún impuesto, haber recibido un favor estatal, tener un emprendimiento con cierta precariedad, contraer una deuda, haber pasado por tribunales, aunque sea como testigo, o porque no cometer el pecado de ganar mucho dinero y no contribuir con los humildes. A veces inclusive caen en aquello de hostilizar con cuestiones de la vida privada. Todo sirve para poner fuera de juego a los críticos, a los peligrosos, a los que son una amenaza para la continuidad de sus negocios políticos y económicos.
Se han especializado en esto de invalidar a los rebeldes recurriendo a lo que sea. Son muy buenos en ese esquema. Tienen los medios del Estado, cuentan con la información precisa y sobre todo no tienen escrúpulo alguno, ni mínimo código moral, para disponer de lo que sea y usarlo sin remordimiento alguno cuando de sus fines se trata.
Pero en realidad, todo eso que parece estar a su favor, se transforma en realmente importante solo cuando los ciudadanos, acompañan ese juego.
El temor al escrache, a la represalia del poder, a perder dinero u oportunidades por decir lo impropio, hace que los mas se llamen a silencio.
Dicen en privado lo que no se animan a repetir en público. Critican al poder pero no se animan a enfrentarlo en el terreno apropiado y concluyen haciendo lo que los poderosos esperan. El silencio y el manso repliegue.
En realidad, el arma de quienes imponen estas reglas, no es como parece, su supuesto poder, la información, los medios económicos y recursos del Estado. Su poder radica en nuestro temor. Es eso lo que los hace fuertes. No es lo que puedan decir o hacer, sino como impacta esa posibilidad en nuestras vidas cotidianas. Y en esto pasa a tener un rol clave, la comodidad, esa que nos hace aferrarnos al presente por el pánico que nos genera la incertidumbre del futuro.
Los héroes, esos que hicieron lo adecuado, lo necesario, los que se expusieron a todo, inclusive perdiendo las más de las veces, no midieron los pasos. Solo hicieron lo que sentían que tenían que hacer. Muchos de ellos perdieron mucho, inclusive sus vidas en el intento. Pero dieron la batalla, y gracias a ellos muchos hoy gozamos de cierta libertad, pero por sobre todo de un ejemplo a seguir.
No se trataba de seres humanos extraordinarios, sino justamente de seres ordinarios, cuya diferencia era que estaban dispuestos a hacer lo correcto, sin poner excusas mundanas, argumentos pobres desde lo intelectual, o supuestas cuestiones superiores que impidieran obrar en consecuencia.
A riesgo de repetir la frase, nunca más pertinente aquella que una película inmortalizara cuando el protagonista dijera “lo difícil no es hacer lo correcto. Lo difícil es saber qué es lo correcto. Cuando se sabe que es lo correcto, hacerlo es inevitable”.
Los poderosos lo son, no solo por ese arsenal que disponen de un modo ilegitimo cuando se apropian del Estado, sus dineros y recursos. Son poderosos, porque han quebrado moralmente a los ciudadanos, haciéndolos claudicar en sus convicciones, rendirse, resignarse, invirtiendo los roles.
Son ellos los que imponen esas reglas a los ciudadanos que le han delegado ese poder transitoriamente para administrarlo con equidad y criterio. Son los gobernantes quienes deberían rendir cuentas y tener temor.
En realidad lo tienen. Saben que cuando la sociedad despierta, su poder artificial de gobernantes a préstamo, se esfuma. Por eso se esmeran en asustar, en intimidar, en arrinconar a los ciudadanos.
El miedo es la matriz con la que gobiernan. Sin ella estarían dando explicaciones como corresponde. Pero es un papel que les queda incómodo y no les sirve a sus perversos objetivos.
Buena parte de esto pasa porque los ciudadanos bailamos a su ritmo. Hacemos lo que la política espera de nosotros, somos funcionales. Hay que intentar comprender la dinámica. Son ellos los que deben temer a los ciudadanos y no los ciudadanos al poder. Para eso hace falta coraje, sentido de la libertad y sobre todo, una alta dosis de dignidad. El primer paso es entenderlo, para que luego podamos estar dispuestos a enfrentar de modo personal e indelegable, esta decisión de animarnos a perder el temor.
albertomedinamendez@gmail.com

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lunes, 14 de mayo de 2012

JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A., EL DISCURSITO (I)

El discursito es la única herramienta que le queda a quienes se quedaron con nada para ofrecer.
Por aquello de lo disociado, es normal que por estos tiempos electorales el gobierno y sus seguidores comiencen a manejar un discursito según el cual la oposición anda en planes que buscan desestabilizar, crear zozobra, generar miedo, promover una invasión del imperio, desatar violencia y pare usted de contar.

Uno tiene que preguntarse por qué el gobierno insiste en esta práctica que lo deja ante los ojos del mundo como una institución venida a menos e incapaz de manejar los problemas de la sociedad que son de su competencia.

Es muy probable que en sus supuestamente frecuentes lecturas de textos especializados, el presidente y sus seguidores no se hayan tropezado con esa vieja máxima según la cual el Estado ostenta el monopolio de la violencia legítima. Que por lo tanto, es inadecuado para quien administra ese Estado decir a los cuatro vientos cual damisela indefensa en busca de protección que hay grupos que promocionan la violencia sin que medie acción alguna para impedirlo.

Lo cierto es que la violencia es el signo de este gobierno. Si algo ha crecido de una forma alarmante y dramática durante el siglo XXI en Venezuela son los grupos armados que retan al gobierno es diferentes ámbitos y terrenos. Podemos comenzar por esos grupos que en zonas populares de Caracas se enseñorean declarando territorios liberados. Y esto pasa a menos de dos kilómetros de palacio a vuelo de pájaro. Hemos visto al presidente hacer la finta de rechazar la existencia de estos grupos. Lo hemos visto ordenar la detención de uno de los pandilleros mayores sin tener el mismo éxito que tuvo, por ejemplo, con la jueza Afiuni.

La existencia de estos grupos es una bofetada al Estado de derecho en Venezuela. Resulta insólito que un gobierno deje que estas pandillas crezcan y se desarrollen de forma tal que en algún momento puedan poner coto a las acciones de cuerpos policiales en esos terrenos que dicen tener liberados. No vemos al presidente insultarlos o amenazarlos con la misma saña con la que lo hace contra venezolanos indefensos que se dedican a la producción o al comercio. Lo he dicho antes: aplaudiría de pie al presidente si llamara al pran que tiene en vilo a los vecinos de La Planta y lo sometiera de la misma forma que lo hizo con el representante del Provincial en cadena nacional.

Con lo de las cárceles encontramos otro triste ejemplo de instituciones en las cuales el gobierno perdió el control de la violencia. Al término de poder decir que en el sistema penitenciario venezolano existe una condición de ingobernabilidad: los reos liderados por pranes han impuesto reglas y condiciones por encima de la capacidad del gobierno de hacer cumplir lo que dicen las leyes al respecto. De ahí que las cárceles sean antros de violencia en los cuales el Estado está pintado en la pared. Y cuando digo Estado me refiero a todos los poderes implicados en esta problemática.

¿Y qué de la violencia que le toca vivir a los venezolanos 365 días al año 24 horas al día? Esa delincuencia desatada sobre la cual el gobierno no puede ejercer control alguno. Este problema se le escapo de las manos a un ministro que es capaz de decir que un ex magistrado se le fugó y no renunciar en el mismo acto. Un ministro al que vista su incapacidad lo despojaron del control de las cárceles. Un ministro que dedica parte de su tiempo a la campaña electoral mientras en cualquier rincón del país, mientras usted lee estas líneas apreciado lector, se está cometiendo algún tipo de acto delictivo.

He aquí la razón del discursito al que hacíamos mención al principio de este artículo. Un discursito dirigido a dos asuntos fundamentales: primero eludir la responsabilidad que estos incompetentes funcionarios liderados por el presidente han demostrado ante estos agobiantes problemas y segundo, establecer una agenda alternativa que ponga a la gente a hablar de cualquier cosa menos de los asuntos que le son urgentes y entre los cuales la violencia ocupa un lugar de primerísima importancia.

El discursito es una especie de cortina que se usa para esconder que no se ha hecho nada, absolutamente nada, para controlar la delincuencia. Peor que eso, trece años después ya nadie cree el intento de responsabilizar a otros, Pero, aún más grave, nadie les va a creer que tienen una propuesta nueva y diferente.

El discursito se convierte en una burda herramienta de comunicación política para que el pueblo y los medios se empantanen en una mediocre agenda alternativa que solo busca diluir las energías políticas en discusiones sin sentido que no van al centro de los problemas y sus origines.

Trece años más tarde no hay más nada que decir. Se acabaron los recursos humanos para nombrar nuevos ministros. La resolución de los problemas de la gente no es lo importante. La prioridad la tiene mantenerse en el poder a como de lugar para seguir dilapidando los dineros de los venezolanos en favorecer a otros países mientras aquí seguimos sufriendo las consecuencias de la marcha al pasado que emprendimos en 1999.

El discursito es la única herramienta que le queda a quienes se quedaron con nada para ofrecer.

@botellazo

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miércoles, 9 de mayo de 2012

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., PRESENTE Y FUTURO,

Llegarán gobiernos de transición que permitirán que en el país se institucionalice la libertad.

Se puede decir que hay dos fechas en la historia contemporánea de Perú que tienen enorme trascendencia: el 9 de julio de 1999 y el 22 de noviembre de 2000. Si bien la primera de ellas constituyó una jornada fatídica, fue uno de los puntos de partida para que la dictadura de Fujimori fuese desplazada por una era de esperanza y progreso, concretada en el segundo episodio con el retorno de Perú a la democracia.

El 9 de julio de 1999, la dictadura de Alberto Fujimori anunció su retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, agregando que su salida tenía efectos inmediatos. Aunque el órgano señaló que una medida así no era automática, el régimen mantuvo su posición arbitraria. Si bien llegó al gobierno a través del sufragio, Fujimori persiguió opositores, desconoció mandatos populares, destituyó jueces que no le eran cómodos, violó la Constitución para perpetuarse, manipuló las elecciones y lo más grave, creó una perversa red de corrupción junto a su asesor Vladimiro Montesinos. Meses después el gobierno colapsó y Fujimori renunció desde el exterior, aunque el Congreso terminó destituyéndolo.

Así llegamos al 22 de noviembre de 2000, momento en el que el Congreso peruano juramenta como Presidente encargado a don Valentín Paniagua, figura que logró devolver la institucionalidad, recuperó la democracia y desmontó el aberrante poder del miedo que Fujimori había sembrado. 

Cuando preguntan qué opinamos de los gobiernos que le dan la espalda a los entes multilaterales por el simple hecho de evitar críticas, manifestamos nuestra preocupación, pero sabemos que en el horizonte llegarán gobiernos de transición como el de Paniagua que permitirán que en el país se institucionalice la libertad y se respeten los derechos fundamentales.

luisdalvarezva@hotmail.com


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viernes, 13 de abril de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO / DEJEMOS DE TENER MIEDO Y LUCHEMOS POR EL PROGRESO

En la Venezuela actual –en la que la propaganda política es tan infalible como las ofertas de liquidación- el miedo es el rey, pues, de su graciosa voluntad depende la vida, hasta donde alcanzan a ver los ojos; el miedo es el presidente, al CNE y el que, por si las dudas, hace el escrutinio final.  Y, así, el verbo se hizo miedo, porque él es el origen de todo. El miedo es el que nos ata las manos; nos borra la memoria; nos espanta el sueño; nos hincha los pies; nos tapa la boca para que no opinemos. El miedo –tengo miedo de decirlo- es la excusa para no cambiar las cosas desde que aprendimos que más vale ladrón conocido que ladrón ganoso por conocer; y que en boca cerrada no entran moscas.
El miedo es tan eficaz, como cultura política, como ideología subyacente, como triple moral, que el mecanismo de defensa del individuo (da miedo saber que se le tiene miedo a todo) es reproducir la causa que lo promueve, porque da más miedo (que el miedo mismo) saber: qué se siente no tener miedo. Pero, tener miedo a ser libres no es lo mismo que tenerle miedo a la libertad, en tanto ésta es sólo el supuesto que nos faculta para: elegir dónde viajar; escoger el trabajo que más nos guste; comprar lo que queremos. Sin embargo, esa libertad, ese supuesto metafísico, desaparece cuando se mide lo ancho y largo del bolsillo, porque es la que nos impide ser libres.
Esa diferencia, aparentemente baladí, es la clave para transformar la sociedad venezolana antes de que sea demasiado tarde, o sea antes que le tengamos miedo a las dos cosas como si fueran una sola. Esto último lo ha aprendido, muy bien, el pueblo venezolano en 14 años de socialismo-comunismo; esto último lo ha vivido, muy mal, a fuerza de tanto ser un damnificado que sólo necesita estirar la mano para comer, o abrir el sobre para gozar la remesa. Por eso, surten efecto las amenazas que le hace en las elecciones: “si votas por los majunches, ya no recibirás más remesas”, y entonces tiene miedo a ser libre, tiene miedo a dejar de ser esclavo del dinero ajeno que – ¡Ah, dicha para que fuera eterna!- le permite ser esclavo del sistema, y del consumo visual, y del conformismo real.
britozenair@gmail.com

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domingo, 1 de abril de 2012

ANTONIO SEMPRUN / EL CAOS EN EL QUE CHÁVEZ CONVIRTIÓ A VENEZUELA


Cada individuo es responsable de elegir y luchar por el destino que desea vivir. 
- Antonio Semprun

Chávez transformó a Venezuela en un país donde sus ciudadanos se ven obligados a tener dos vidas, la que viven desde el momento en que diariamente salen de sus hogares para convertirse en acróbatas de las calles para evitar sus huecos, lidiar con el stress que genera librarse por un día más el no haberse convertido en una estadística de la inseguridad en un país en el que se perdió el respeto por la vida y la que deben vivir cuando regresan a casa después de un arduo día de trabajo donde se auto imponen un toque de queda, deben propiciarse su propia seguridad refugiándose en sus casas porque el estado responsable de brindársela es un órgano paralitico, ciego y cómplice.

La Venezuela de la vida diurna pertenece a la mayoría de los venezolanos de a pie que salen a ganársela cada día, mientras la Venezuela de la vida nocturna es la que desde hace tiempo le pertenece a la inseguridad desatada en el país, producto de la actividad de grupos armados por el régimen ó descontrolados como consecuencia de la oceánica ineptitud para combatirlos, utilizados como arma política para sembrar miedo en la población venezolana, grupos conformados por delincuentes de la calle e integrantes de los organismos de ''seguridad'' del estado, cada vez mejor organizados que hacen que la vida en Venezuela sea una ruleta rusa que se refleja en paginas rojas cada fin de semana.La revolución de Chávez convirtió a Venezuela en un gran clan de delincuentes que al mejor estilo de los carteles de la droga se disputan territorios, bandas que usan el poder desde el poder para delinquir, otras amparadas en la impunidad y la complicidad perpetran fechorías que les generan jugosos beneficios, las acciones acometidas por estas bandas tienen un mismo doliente que paga las consecuencias, el pueblo de Venezuela.

El gran logro de estos trece años de caos y desaciertos es un país donde viven dos clase de venezolanos, quienes se auto proclaman ''revolucionarios'' que viven en la Venezuela donde no pasa nada, donde todo está bien porque el dinero robado y el abuso de poder les pone una conveniente venda en los ojos y está la Venezuela en la que vive la mayoría de los venezolanos alejados del poder y de las tentaciones del dinero mal habido que enfrentan una tragedia cada día, luchan por sobrevivir en la Venezuela de los pocos mal llamados ''revolucionarios'' que se creen una raza superior por el hecho de obedecer sin protesta a un individuo que con dadivas ajenas les compró la vida.

En esta caótica realidad convirtió Chávez al país, un mandatario virtual que pretende desde la distancia gobernar los dos toletes de país que creó, el de los "revolucionarios" que en el más mínimo atisbo de inseguridad personal se venderán al mejor postor para conservar el status quo obtenido en el mercado negro del servilismo que los hace ''señores'' y el de la mayoría de los venezolanos cansados de tanta humillación y engaños a quienes se les va la vida luchando por vivir en un régimen que los desprecia pero que se aprovecha de ellos.La revolución bonita que Chávez creo es para unos pocos, para los que se le arrodillan y carecen de voluntad propia, el resto, la mayoría de los venezolanos viven llorando a sus muertos, tratando de defender lo que con esfuerzo han construido, resolviendo el día a día, viven en un clima de intranquilidad, sin sus necesidades básicas cubiertas, la razón de esta penuria para estos venezolanos no es porque sean flojos es porque no se vistieron de rojo. La Venezuela que quiere imitar a Cuba tiene trece años viviendo entre la incertidumbre, los rumores, la imaginación y los temores.

El país vive en un estado de secreto donde sus ciudadanos desconocen la realidad de lo que pasa en el país porque todo lo tienen oculto que es la única manera de evitar que afloren las triquiñuelas con las que se hacen todas la operaciones en este régimen, hasta la salud del mandatario se convirtió en un secreto de estado, circunstancia que solo ocurre en los gobiernos totalitarios.

coronelantoniosemprun@gmail.com

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martes, 21 de febrero de 2012

EMILIO CÁRDENAS (*): VENEZUELA, COMENZÓ UNA CAMPAÑA ELECTORAL DISTINTA DIARIO LA NACIÓN DE ARGENTINA)

Cuando apenas habían transcurrido algunas horas desde que Enrique Capriles Radonski fuera ordenadamente ungido como el candidato presidencial único de la oposición venezolana para las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, un no demasiado inesperado tsunami de insultos y agresiones personales se desató desde lo más alto del poder, en su contra.

Desde los medios de comunicación y las páginas electrónicas sometidos al control de Hugo Chávez, se lo tildó sucesivamente de: "sionista", "imperialista", "fascista", y hasta de "homosexual". Un fuerte sesgo de corte anti-semita en los comentarios parecería ser, desgraciadamente, el principal denominador común de los ataques. Y este es tan sólo el comienzo.

Esto obviamente supone no sólo una advertencia de corte intimidatorio al candidato presidencial, sino también una temprana negativa a la posibilidad de un debate civilizado de ideas y propuestas propio de los procesos electorales democráticos, al que se pretende reemplazar por la crispación y la descalificación personal sistemática.

Ocurre que Venezuela es hoy una de esas democracias patológicas, a las que Aleardo F. Laría denomina acertadamente como "democracias de audiencia". Aquellas que reducen a la política a un espectáculo, en las que el populismo desenfrenado deviene rápidamente el reverso de la democracia. Para ellas, según Laría, las elecciones son apenas una fachada democrática, porque con el uso partidista de los recursos del Estado y distintas formas de acoso perverso sobre los adversarios políticos se reducen al mínimo las posibilidades de generar un debate que resulte una expresión política pluralista real y madura. Debate que es esencial para permitir a todos elegir racionalmente. La confrontación de ideas se reemplaza por la organización de campañas negativas que apuntan esencialmente a la descalificación personal de los opositores al personaje que asume el papel de providencial y a su discurso único.

Para Chávez, que ejerce el poder desde hace ya trece largos años y pretende mantenerse en el mismo por seis años más, perder en las elecciones de octubre sería arriesgarse a que se detenga la marcha en el camino del autoritarismo progresivo ya iniciado. Hablamos de una estrategia de poder -evidente en distintos rincones de nuestra región- que, evitando las conmociones, conduce no obstante, aunque paso a paso, hacia el autoritarismo. Basada en aquello tan cierto de que el ser humano tiene una inmensa capacidad para acomodar el curso del pensamiento racional a sus intereses materiales inmediatos. Esta estrategia es la que hoy despliegan quienes -con anteojeras ideológicas- enfrentan un mundo nuevo con viejos -y fracasados- esquemas ideológicos, que terminarán, según enseña la historia, en la postergación de sus pueblos.

Ocurre que Chávez sabe que la intimidación ha funcionado en el pasado. Por aquello que algunos todavía denominan: el "síndrome de Tascón". Me refiero a lo sucedido en el 2004, cuando la oposición organizó un referendo. Recurrió para ello al procedimiento reglado de juntar millones de firmas, identificando a los peticionantes con su nombre y su número de identidad. Un legislador chavista, Luis Tascón, puso entonces en la "web" los nombres y documentación de los firmantes del pedido de referendo. Como consecuencia de ello, muchos que tenían un empleo público lo perdieron y decenas de miles que recibían algún subsidio del Estado dejaron de pronto de recibirlos. Venganza perversa, que todavía atemoriza a muchos.

Para poder usar esa técnica nuevamente, Chávez ahora está procurando indirectamente (a través de un sospechoso pedido de amparo) que el Tribunal Supremo de Justicia se haga de los cuadernos que se utilizaron en la primaria de la oposición, los que obviamente contienen la identidad y el número de documento de todos quienes participaron en ella.

Esto quizás sea imposible. Porque las autoridades electorales de la oposición, de conformidad con lo previamente anunciado públicamente para proteger a los tres millones de votantes que vencieron al miedo, incineraron ya la casi totalidad de esos cuadernos. Cumpliendo así con su compromiso previo expreso, que jamás fuera objetado por las autoridades electorales, ni por nadie.

Para Chávez, la decisión de la oposición de quemar esos registros es -cuándo no- "desestabilizadora". Pero al propio tiempo amenaza abiertamente a los opositores, al decir que "sabe bien quienes votaron en las primarias".

Teresa Albanés, la máxima autoridad en los cuadros de oposición que estuvieron a cargo de organizar y controlar las recientes elecciones primarias de la oposición unificada, ahora se niega judicialmente al requerimiento. Como era de esperar, pese a que ciertamente se arriesga a ser multada o detenida por su actitud. No obstante, parecería que las posibilidades de que de pronto pueda conformarse íntegramente una nueva y extorsionadora "lista Tascón" lucen remotas.

Nada será fácil, ni normal, en la contienda electoral que se avecina. Henrique Capriles Radonski y sus compañeros de tareas lo saben bien. Por experiencia. Desde que ya han vivido ese clima. Algunos de ellos, como el propio candidato presidencial, lo han hasta sufrido en carne propia. Capriles estuvo cuatro meses preso, mientras se oponía judicialmente a las acusaciones mendaces que se le hicieron desde el entorno inmediato del propio Hugo Chávez.

Un proceso electoral que presumiblemente será duro y patológico acaba de comenzar, del modo en que podía anticiparse. Con insultos de grueso calibre y con pasos y medidas perversas y persecutorias que parecen haber sido puestas en marcha desde lo más alto del poder. No obstante, el valor de quienes sean objeto de persecución e insulto se alimentará de una esperanza cierta, que hoy luce posible: la de recuperar la democracia extraviada y poder vivir con plenitud las libertades civiles y políticas esenciales. No es poco.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

http://www.lanacion.com.ar/1450226-venezuela-comenzo-una-campana-electoral-distinta
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jueves, 16 de febrero de 2012

CARLOS YEPEZ RIVAS: PIES DE BARRO

Y Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida (Genesis 2.7), lo hizo a su imagen y a nuestra semejanza.
Así nos hizo DIOS. El pasado 12F el Pueblo de Venezuela, tomo a un hombre que es hecho a su imagen y semejanza y lo doto, del honor, de responsabilidad, de bien. Muchos intentos en el pasado se habían dado y como todo hombre que emprende una actividad sin sabiduría, tiende a cometer errores, pero hemos aprendido y si antes los pies de esa construcción eran de barro, ahora son de solida piedra pulida por 3.000.000 de venezolanos. Toda una piedra fundacional.
Ese hombre tiene hoy en sus hombros el honor de representarnos, la responsabilidad de llevarnos a la meta encomendada y sin duda alguna lo hará bien.
Muchos retos se presentan por delante y eso requerirá de la ayuda decidida de 3.000.000 de venezolanos, habrá que dotarlo de recursos, habrá que dotarlo de dinero, abra que ayudarle en cada pueblo de esta gran patria, a que lleve el mensaje de UNION, de ESPERANZA, de PROGRESO; esa es nuestra responsabilidad en la retaguardia.
Lleno de esperanza me encuentro, lleno de emoción me siento, lleno de alegría estoy, ya que el hilo de la historia volverá a la razón, dejando atrás, la barbarie, la exclusión, el comunismo retrogrado, en fin dejando atrás los intereses de unos pocos, sobre muchos.
Venezolanos, no decaigan, no teman, no vacilen, no se pierdan, la hora a llegado, el adversario nos ha medido, nos ha tallado y nos tiene miedo, ahora somos mayoría.
"Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. El supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar." Sun Tzu.
Esperen todo del gobierno, no se sorprendan de lo que digan o lo que hagan, lo que sí es verdad es que ENGAÑARAN, venderán ILUSIONES, utilizarán tu IGNORANCIA, con el único fin de que sientas MIEDO, en el momento en que tengas MIEDO, ya te perdiste.
El valor de una persona no es sucumbir al miedo, es tener miedo y sobreponerse a él.

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martes, 14 de febrero de 2012

JUAN ANTONIO MULLER: AMENAZAS SIN FUTURO

Una marejada intrépida crece para enterrar las pretensiones de llevarnos al mar de la felicidad
En las últimas semanas el presidente Chávez y sus acólitos han incrementado sus amenazas contra los ciudadanos. A los refugiados de las lluvias que protestan en la calle por no haber recibido sus nuevas viviendas después de dos años de hacinamiento en sitios no aptos, los califica de contrarrevolucionarios y de hacerle el juego a la oposición política.

A los trabajadores que claman por el cumplimiento de sus contratos colectivos los humilla y les increpa su falta de espíritu revolucionario y su apego a los beneficios materiales propio de una sociedad capitalista.

A los banqueros los amenaza con expropiarles los bancos si no dan créditos agropecuarios a quienes él decida, olvidando que estas instituciones tienen como fin captar fondos del público y proteger esos fondos con inversiones seguras de bajo riesgo. A los empresarios de productos de higiene personal los amenaza con importar bienes de China con la velada intención de obligarlos a aceptar su decisión de bajarle los precios aunque ello produzca pérdidas.

Durante la apertura del año judicial y desde el Tribunal Supremo anuncia, desconociendo la responsabilidad constitucional de magistrados y legisladores, que hará una reforma al Código Orgánico Procesal vía Ley Habilitante. En la oportunidad de conmemorar la intentona golpista del 4F afirmó de manera insolente que las fuerzas armadas bolivarianas eran chavistas. Mientras, varios jefes militares lo adulaban y se pronunciaban a favor de desconocer los resultados electorales en las próximas elecciones si eran adversos a Chávez.

Por fortuna para el pueblo venezolano todas estas amenazas carecen de futuro. Una marejada intrépida va creciendo desde el pasado domingo 12F, para enterrar las pretensiones de llevarnos hacia el mar de la felicidad.

juaamilq249@cantv.net
juaam226@gmail.com

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lunes, 30 de enero de 2012

GUSTAVO YEPES: MIEDO AL MIEDO


Quien vive temeroso, nunca será libre. Horacio

El comandante tiene miedo. Se le nota. Él sabe que el cuerpo cobra, tarde o temprano, los excesos físicos, y que el destino también cobra, tarde o temprano, los otros excesos. Fresco tiene el recuerdo de sus amigotes que creyeron que el poder es eterno y el destino les cobró sus excesos de una manera muy cruel. Ni siquiera la espada de Bolívar los salvó y hay incluso quien piensa que esa espada ayudó al destino. Tanto miedo tiene, que cada vez se esconde más. Sólo se deja entrevistar por quien, sumiso y preso de sus propios miedos, le hace las preguntas que él le ordena. No deja que la gente, su “pueblo”, se le acerque, porque sabe lo que lo van a dejar en evidencia. Le tiene miedo a una dama que lo puso en su lugar, sin que pudiera reaccionar más allá de una balbuceante y gastada referencia a la poderosa águila y la insignificante mosca, sin imaginar el poder que puede tener una mosca. El problema no es su miedo, sino lo que hace con ese miedo.

Sus secuaces tienen miedo. Se les nota. Ellos saben que cuando él caiga, ellos también, irremediablemente, caerán. Tienen miedo cuando amenazan; esa es su defensa. Cada vez que se ríen de sus ocurrencias, no pueden evitar el rictus que los delata. Ellos saben que aquellos a quienes hoy humillan están en la bajadita, esperándolos, y eso los aterra. Tienen miedo de perder sus privilegios, ganados a punta de adulancia servil y de corrupción. El problema no es su miedo, sino lo que hacen con ese miedo.

Es evidente lo que hacen con ese miedo. Tratan de infundir miedo al enemigo; es decir, a los que no pensamos igual. Al final, especulan ellos, vencerá quien tenga menos miedo, y como no pueden controlar el suyo, hacen todo lo posible por aumentar el ajeno. Por eso es que algunos generales amenazan con sólo reconocer a quien los protege, por ahora. Por eso, ido Tascón, crean sus propias listas de personas humildes esperanzadas en obtener algo de la piñata, con la amenaza cierta de que no sólo basta con estar en la lista sino jurar lealtad para permanecer en ella. Lo que no saben muchos es que lo único importante para el régimen es la lista, para así convertir las esperanzas en grilletes.

Una de las tareas más importantes de quienes aspiran sacar por la vía democrática a alguien que no es demócrata, consiste en ayudar a que la persona común, los de a pie, venzan el miedo. Para ello, tienen que vencer sus propios miedos. No es posible que algunos no se atrevan a tocar, ni con el pétalo de una rosa, a quien los ha golpeado sin misericordia. El daño que se ha hecho no debe callarse. La mentira y la trampa no deben esconderse. No debemos permitir que la barbaridad de las elecciones parlamentarias se repita. En aquella oportunidad, cambiaron intencionalmente las circunscripciones electorales para sacar más diputados con menos votos, y lo lograron porque nadie se los impidió. Hoy nos están obligando a identificarnos con nuestra huella justo antes de votar, siendo esta la manera más eficaz de infundir miedo, y nadie se los está impidiendo.

Yo tengo miedo. Tengo miedo de que el miedo venza a muchos compatriotas que quieren un cambio y no se atreven porque pueden perder algo, sin darse cuenta de que van a perder el futuro. Tengo miedo de que seamos más y ellos logren  más votos, logrando así perpetuar a un hombre en el poder, en contra del deseo expreso del Padre de la Patria, el verdadero. Tengo miedo de que el proyecto castrista se imponga en nuestro país en contra de la voluntad de una mayoría paralizada por el miedo. Tengo miedo de que nadie lo impida porque tiene miedo.

Decía Herman Hesse: “Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.” La única forma de que sigan expropiando, robando, al país es que les concedamos ese poder.


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viernes, 27 de enero de 2012

GERARDO BLYDE: MIEDO AL CAOS


Miren el país que tenemos y verán que es a esta realidad a la que debe tenérsele miedo
Ha comenzado la campaña electoral para octubre de este año. No estamos solos en el patio quienes vamos a participar en nuestras primarias el próximo 12 de febrero para elegir a nuestros candidatos unitarios a Presidente, gobernadores y alcaldes. La artillería oficial e incluso el propio presidente-candidato Chávez no cesan de referirse a nuestros candidatos, a sus propuestas y a nuestro proceso. Ello señala a las claras que, cuando la Mesa de Unidad Democrática decidió convocar a este inédito proceso de primarias, tenía completa razón. La oposición ha puesto todos estos últimos meses la agenda nacional a la que el chavismo ha tenido que salirle al paso. Se han invertido los papeles lo que de ya por sí constituye un gran éxito para quienes no militamos en las filas del seudosocialismo que representa el Gobierno. El Presidente está reactivo ante cada acción que realiza la oposición.

Una de las acciones recurrentes que suele utilizar el Presidente cuando entra en campaña consiste en sembrar pánico, terror, miedo en la población. Suele para ello señalar que si él no estuviera o dejara de estar en el cargo que ocupa vendría el caos. Se vende a sí mismo como indispensable para la estabilidad del país. Señala que cualquier otro acabaría con cualquier esperanza que tenga un ciudadano de mejorar su vida y además descalifica a cualquier posible candidato a sucederlo, exponiéndolo como a un ser despreciable, que sólo busca su propio lucro e interés personal, entreguista a potencias extranjeras y alejado del sentimiento y las necesidades de los más necesitados.

En diciembre llegó a mi manos un muy buen libro del reconocido psiquiatra Luis José Uzcátegui titulado La Miedocracia. En efecto, vivimos en un régimen signado por el miedo y quien lo lidera se encarga a diario de profundizarlo. El autor señala: "Uno de los efectos del miedo es la dependencia que genera, algo enfermizo y paradójico, pues no es fácil entender la fijación que la mente hace con quien causa daño, pero sucede (... ) Es una sumisión que tiene una aparente faceta de voluntariedad, pero en el fondo no es más que un estado de servidumbre". No son pocos los casos en los que las víctimas de hechos violentos, como la violencia doméstica, sienten que son culpables de lo que les sucede y excusan a sus victimarios; la razón de esto siempre es el miedo.

Ese círculo vicioso que produce el miedo, la negación que por autodefensa realiza el ser humano de estarlo sintiendo y luego la justificación del hecho que le produce ese miedo, sólo se rompe cuando nos damos cuenta de que el miedo existe y que lo padecemos.

Desde las famosas listas excluyentes, con las cuales todos somos medidos en nuestra relación con el Estado, hasta las amenazas reiteradas de que vendrá el caos si quien nos gobierna no continúa en ese cargo, han sido formas explícitas de sembrar en gran parte de los venezolanos miedo a disentir y a expresar su inconformidad con lo que nos ha tocado vivir durante estos 13 años. Cientos de otros métodos han sido a diario usados en nuestra patria por este gobierno para infundir miedo. Es tan real que cuando alguien se rebela y sale a la luz pública oponiéndose con fuerza a alguna acción gubernamental, de inmediato la exclamación pública que primero salta es la de "valiente".

Cuando Chávez sea derrotado el 7 de octubre por nuestro candidato unitario no vendrá el caos, no desaparecerá el país, no desaparecerán los programas sociales rebautizados como Misiones, no se rebelará la Fuerza Armada a la decisión del pueblo, no habrá una guerra civil entre venezolanos. El candidato-presidente ampliará su muy bien estructurada campaña del miedo para intentar que sus partidarios acudan en masa a ratificarlo y para que una parte de quienes no lo siguen se inhiban, se petrifiquen, se abstengan de votar en su contra por temor al caos.

No perdamos el norte ni la visión real de lo que nos sucede. No vendrá el caos, ya vivimos en él. La vida hoy de cualquier venezolano vale menos que la de una persona en aquellos países que han sufrido guerras internas. Los programas sociales que hoy existen pueden mejorarse y superarse sólo redireccionando los inmensos recursos que se destinan hoy a otros países. La Fuerza Armada no desacatará el mandato del pueblo pues sus integrantes y sus familias también son pueblo.

Aquellos que son prisioneros del miedo que sienten deben entender que llevamos 13 años bombardeados por mensajes diarios que lo han sembrado. Esos mensajes ya reaparecieron y se volverán constantes en todos los días de la campaña. Miren a su alrededor el país que tenemos y a dónde hemos caído. Verán que es a esta realidad a la que debe tenérsele miedo y para cambiarla hay que votar.

gblyde@gmail.com / @GerardoBlyde

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