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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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martes, 13 de octubre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, CARTA PUBLICA A UN EXALUMNO, EL GENERAL MOTTA DOMÍNGUEZ

¡Hola, Motta!  Después de un racionamiento de casi 18 horas decidí escribirte unas líneas.  No, no pares de leer, porque no es una crítica a ti, ni te la escribe uno que es tu enemigo.  Es alguien que te reconoce tus muchos méritos, clara inteligencia y buena capacidad de decisión.  Si no estuvieras adornado con esas capacidades no me tomara la molestia de borronear estas cuartillas.  

Mantengo viva la imagen tuya como brigadier mayor y alférez mayor; un dechado de buena conducta, carácter riguroso y dedicación al estudio.  Con frecuencia saludaba a tus padres, siempre tan bien avenidos.  Él, recio, grandote.  Y ella, fina, delicada, comedida.  Ambos, tan corteses y simpáticos.  

Después de tu graduación tuve el honor de ser tu jefe en el Comando Regional Nro. 2.  En todas las comisiones y patrullas para las que te designé, actuaste con tesón, acierto y siempre ajustado a las normas, tanto militares como deontológicas.  En algunas, hasta riesgo de vida corriste.  Recuerdo que en una oportunidad te sumergiste, sin ayuda de equipos, solo a punta de pulmones, en el Lago de Valencia para buscar en el fondo un alijo de municiones de guerra y explosivos.  Eran varios cientos de kilos y los recuperaste.  Eso te costó un neumotórax que te tuvo en la condición de incapacitado por varias semanas.  ¡Pero cumpliste con la misión que te había encomendado!  

Tus hojas de calificación siempre te mantenían en el tope de tu promoción.  Después, ya estando yo en el retiro, me dio mucha alegría cuando fuiste enviado, con una beca Mariscal de Ayacucho, para estudiar otra carrera universitaria en los Estados Unidos.  Era el premio a una trayectoria intachable.  En todo ese tiempo mantuvimos contactos esporádicos, pero seguíamos sabiendo el uno del otro.  Entonces, ¿cómo puedo lanzar denuestos contra ti?  Pero creo que sí puedo seguir dándote algunos consejos.  Y me arrogo ese privilegio porque nunca te di una orden abusiva, ilegal, o indebida.  Creo que de mí no recibiste —tanto en la academia como en el desempeño profesional—sino buenas pautas y rectos ideales porque soy un fiel creyente del viejo apotegma que explica que “el mejor predicador es fray Ejemplo”. 

Estuvo larga la introducción; pero es que esta es una carta pública y sentía el deber de aclararle a aquellos que la lean que tú estás hecho de buena madera y bien formado.  La única tacha que pudiera hacerte es que, contrariamente a lo que se te enseñó, empezaste a actuar en política cuando todavía estabas uniformado y estaba prohibido por las normas.  Tú nunca me viste en esas a mí.

Tú no eres el culpable por el deplorable estado en que se encuentra el servicio eléctrico en el país.  Tú eres, si me permites el coloquialismo, el trompo servidor, el que recibe los “quines”.  Hay varios responsables.  Menciono solo al mayor culpable por el estado actual de cosas: el muerto fallecido.  A pesar de que desde 2002 se le presentó una cuenta explicando cómo debiera crecer el suministro eléctrico en los próximos quince años, y los pasos que había que dar para lograrlo, no hizo caso sino lo que le dio su real gana.  Dicen que entre los bienes recibidos de la Electricidad de Caracas —cuando esta empresa privada fue expropiada— estaban, en sus cajas, sin montar, dos turbinas de altísima capacidad para enfrentar el creciente consumo caraqueño.  ¿Qué hizo el comandante dizque eterno?  Pues regalarle una a Bolivia y otra a Nicaragua.  Por lo menos eso fue lo que se corrió en ese tiempo.  En todo caso, instaladas en Venezuela no están.

Me permito recomendarte —porque lo sensato, lo honesto, lo moral es decirle siempre la verdad al pueblo— que agarres al toro por los cuernos y reconozcas que te toca racionar porque la demanda es mayor que la oferta.  Nada de eso de que "el desespero de la derecha los está llevando a cometer acciones que perjudican al pueblo", como dijiste recientemente.  Tú sabes que eso no es verdad.  No tienes que entrar en muchas explicaciones de por qué estamos en este brete; todo el mundo lo sabe: las malas decisiones del finado, más la desacertada gestión de quienes te antecedieron, más la plata que se robaron en la coyunda entre altos funcionarios de la nomenklatura y los “bolichicos” nos trajeron a esto: no todas las turbinas de Guri funcionan, en Planta Centro ninguna lo hace, las planticas muy usadas que el régimen compró como nuevas ya se tiraron tres (si me perdonas otro coloquialismo), la falta de mantenimiento en las líneas —desde las de alta capacidad que salen de Guri, hasta las que van a los transformadores cercanos a nuestras casas— te obligan a racionar.  Te toca.

Dentro de este estado de cosas, ya que los venezolanos entendemos la situación, lo prudente, lo debido es: 1. Repartir equitativamente las cargas; nada de eso de que los interioranos suframos más apagones que los caraqueños; que los que pagamos puntualmente las facturas tengamos cortes más largos que quienes se roban la luz. 2. Publicar un cronograma de cortes en cada ciudad —con días, horas y duración—para que uno pueda precaverse.  Todos te lo agradeceremos; sobre todo los pocos industriales que todavía quedan con sus fábricas operativas.

Recibe un abrazo y mis deseos porque puedas prevalecer.

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
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martes, 6 de octubre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, EL CHOFER EN LA GRAN MANZANA

¿Cómo puede uno escribir en estos días haciendo abstracción de las “gloriosas jornadas” llevadas a cabo por el ilegítimo en los diferentes sitios a los cuales fue en la isla de Manhattan?  Y del Bronx, porque para él sería imposible terminar un día sin apelar al populismo aunque fuese una sola vez.  Al comentario de esto es que quiero dedicar las ochocientas palabras que me faltan.

Empecemos por el comienzo: la salida desde Maiquetía.  Mientras el papa Francisco, para cubrir una agenda más extensa, pues fueron varias ciudades y en dos países, Su Santidad se hizo acompañar de solo veinte personas y siempre utilizó aviones de aerolíneas.  El de por aquí, no: tenía que montar en el avión de Cubana –que uno por fin no sabe si es cubano o las letras son para despistar en la compra de otro avión de cuerpo ancho con dólares venezolanos- a una runfla de enchufados y de parientes.  Todos prebendarios.  Aunque no debiera sorprendernos, porque cuando va con la mano extendida, pero con la palma hacia arriba, a pedirle plata a sus panas Xi Jinping y Vladímir Putin, también se lleva a una runfla de familiares, enchufados y ministros.  Dicen las malas lenguas que en esos viajes esos especímenes ne-ce-si-tan ir porque tienen que abrir cuentas bancarias, depositar las más recientes coimas obtenidas y asegurarse unos pieds-à-terre, bien confortables y equipados, para cuando les toque poner los pies en polvorosa.  Pero, ¿Qué hacía alguien tan impresentable como la Fosforito en la comitiva?  ¿Iba a explicarles a las autoridades carcelarias del estado de Nueva York cómo es que se impone la paz en las cárceles?  ¿O fue a contarles lo sabroso que se pasa en la cama con un pran?  ¿Y a cuenta de qué estaba Nicolás Ernesto, el Junior, dentro de la delegación?  Porque el cargo que le regalo el papá –y que le queda inmenso- nada tiene que ver con las relaciones internacionales.  No sería a enseñar a tocar flauta –que es lo único que medio sabe hacer- a los músicos del Carnegie Hall.  Ellos sí que se le reirían en la cara, sin importar cuantos espalderos lo acompañaran.  Como esos dos ejemplos, muchísimos más iban en  séquito (o, más bien, comparsa), pero no es para mencionarlos a todos porque se me acaba el espacio y me falta lo medular: el discurso ante la Asamblea General.  O, pensándolo mejor, ante un diez por ciento de esa corporación -y estoy siendo generoso- porque lo que mostraban las fotos era una soledad asombrosa.

Además de los cuentos de camino de siempre –porque a lo mejor creía que los representantes en las Naciones Unidas son del mismo calibre que los diputados de su partido en el Consejo Legislativo de Delta Amacuro- tuvo la cachaza de exigir una nueva ONU.  Porque la actual está mal constituida.  Está cumpliendo 70 años, ha ayudado a resolver muchísimos conflictos internacionales, por ella han pasado luminarias, pero hay que acabarla y arrancar de cero.  ¡Y lo propone quien tiene a Venezuela, toda, convertida en un rancho!  Uno de las mismas que el que tiene él en la cabeza.  ¡Hay que tener chutzpah! (para usar, ya que estaba en Nueva York, una palabra del yiddish, tan oído en esa ciudad).  No ha sido capaz de organizar un gabinete ministerial que sirva, que no robe tanto y que tenga algo en la mollera, y va a la ONU a enmendarle la plana a casi doscientas delegaciones y reclamar una nueva forma organizacional.

La otra cosa notoria en el discurso fue la “participación”, a los cuatro gatos que estaban presentes, de que tiene la información de que la oposición podría apelar a la violencia el día de las elecciones.  Ese no es sino uno más de los muchos bulos que pone a correr para amedrentar a los timoratos.  En todos, tiene pruebas del complot para asesinarlo, para derrocar a su gobierno, etc., pero nunca los muestra.  Esta vez no es distinto.  Es solo una apelación al ardid de gritar: ¡Al ladrón, al ladrón! para que la gente busque culpables en otro lado.  Pero con un agravante: también puede ser una añagaza para justificar los desmanes que la Sala Situacional del G-2 le haya ordenado preparar para el día de la inmensa derrota, el 6-D.  Y ya salieron unos cuantos paniaguados a repetir la conseja.  Aquí en Valencia, desde donde escribo, ya salió un diputado -que uno tenía como el más seriecito de la manada roja- a decir que la oposición piensa hacer guarimbas en las fechas cercanas al día de las votaciones.  Para que lo sepan él y todos los que son como él; en dominó hay un precepto: juego ganado no se tranca.  Los que estarían muy dispuestos a darle una patada a la mesa y un palo a la lámpara son los que se saben vencidos.  Pues les tocará sobarse las escaras mentales mientras cantan la palinodia.

Se me acabó el espacio, ¡y tanto que me faltaba por comentar!  Desde la “locha” que echó la primera combatiente mientras hablaba el Papa -¡claro, para ella, Francisco no le da ni por los tobillos a Sai Baba!- hasta las frases cursis que abundan en la peroración oficial, como eso de “la siembra de” para embellecer lo que no quieren reconocer: que el pitecántropo barinés, Robert Serra, William Rara y otros ejemplares parecidos pelaron el pedal.  Tocará en otra ocasión…

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
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jueves, 1 de octubre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, CUANDO EL HISTRIONISMO DEVIENE EN IDEOLOGÍA…

Cuando el histrionismo deviene en ideología……sucede lo que está ocurriendo en Venezuela desde ya casi diecisiete años: el populismo se exacerba y acaba no solo con la economía, el debido proceso, la sana competencia, el buen orden social y el estado de derecho, sino que la buena educación, el respeto mutuo, las costumbres honorables y la decencia también se van al perol de la basura. 

Y todo, porque alguien que no debió pasar de animador de un circo, de vendedor de pócimas en una feria o, cuando mucho, locutor de una pequeña radioemisora barinesa se encuentra investido de poder y con miles de millones de dólares que él creía que eran suyos.  En esto último, se parecía al general Gómez, que no sabía diferenciar entre el erario y su hacienda.  Pero, por lo menos, el Benemérito tenía un respeto reverencial por el buen orden, la eficiencia y la inteligencia de los demás.  De hecho, recuerdo una ilustración dada por Arístides Calvani durante una clase durante  mi curso de Estado Mayor: “el presidente más dócil que ha tenido Venezuela fue Gómez”.  Cuando los 18 alumnos nos recuperamos del asombro, le pedimos explicaciones.  Y con su voz de barítono nos dilucidó la suspicacia y nos sacó de la perplejidad: como el general Gómez se reconocía como inculto, poco docto, se rodeó de las intelectualidades más preclaras de la Caracas de ese entonces y los designó ministros.  Y siguió Calvani con una larga lista de nombres: Gil Fortoul, Román Cárdenas,  Itriago Chacín, Caracciolo Parra, López Contreras y otros del mismo calibre.  Y concluyó afirmando que Gómez, humildemente, no contrariaba sino que refrendaba lo que su gabinete le presentaba. 
Caso contrario es el del charlatán de fiesta patronal que nos tocó por catorce años (y que algunos dicen que vive todavía).  El tipo sabía de todo; de agricultura, de relaciones exteriores, de educación.  Una vez, contado por él mismo en cadena, tomó un bisturí para hacerle una incisión a alguien que estaba en un quirófano.  Irresponsables tanto el médico que, por ponerse en la buena, le cedió el escalpelo, como el insensato que se mete en una sala operatoria en medio de una cirugía y practica un acto quirúrgico para el cual no tiene estudios.  Pero como sabía de todo…
Tanto sabía que nos dejó al “heredero”, un tipo safio e ignorante del cual no se conoce su nacionalidad.  Pero como “la patria es América”, no importa lo que diga la Constitución acerca de las limitaciones para poder acceder a ciertos altos cargos nacionales.  No en balde ha llegado a ser reconocido como “el ilegítimo”. 
Pero, a lo que íbamos: nos dejó a un inepto, a un iletrado para que la gente del común pensara: “no es como mi comandante”.  Es lo que yo he dado en llamar “el síndrome Solano López”, por aquello de “muera yo con la patria”.  El daño causado por el histrión original, dejándonos a un necio, soso —pero que se las echa de chocarrero para imitar al original—, ha sido tremendo para la vida de la república. 
No es que él sea el culpable de las largas colas frente a los abastos, de la infame salud pública, de la baja calidad de la instrucción que se imparte en las escuelas, de la claudicación ante el colonizador cubano; no, el culpable es el histrión original, el de las cadenas de seis horas que embobaban al pueblo.  Él fue quien con sus dispendios, su regaladera de plata, su populismo a toda vela, quebró a la nación.  El insustancial, ahora, lo que ha hecho es empeorar la situación, llevarnos al degredo, por no corregir el rumbo cuando todavía se podía salvar algo.
Del histrionismo desbocado, de los discursos para la galería, solo nos ha quedado la grave división social que sufrimos, el enfrentamiento visceral aun entre los miembros de una misma familia, y la generalización de la pobreza. 
Ya no existe clase media en Venezuela, todos hemos bajado uno, dos, tres peldaños en la escala de la economía.  ¿Será por diseño?  Probablemente; recordemos que la existencia de una vigorosa clase media es esencial para el florecimiento de la democracia.  Comparen Cuba con Dinamarca, a Israel con Corea del Norte, a Somalia con Bélgica.  Hasta las naciones que empezaron en ensayo democrático después de la caída —mejor sería decir, “tumbada”— del muro de Berlín, han progresado al paralelo del surgimiento de una clase media vigorosa; un solo ejemplo: Polonia. 
En todo caso, la pauperización nacional, nos lleva rumbo a Zimbawe, no hacia Suecia; ni siquiera hacia Grecia.  Pobres en todo, no solo en los bolsillos.  La falta de verticalidad de los magistrados en el más alto tribunal y en los juzgados de menos estatura, el sectarismo manifiesto dentro del dizque “poder moral” —minúsculas ex profeso—, la sumisión venal (y hasta supina) de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, son también muestras de una pobreza de la peor clase: la espiritual.  Y todo, por escoger a un chusco en vez de un estadista en las elecciones de 1998.  Aquellos polvos trajeron estos lodos…
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
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miércoles, 23 de septiembre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, EL CONCEPTO BOLIVARIANO DE LA JUSTICIA

Primero que todo, una aclaratoria: el título está referido a Bolívar y su alta percepción de cómo debe ser entendido el ejercicio de la juricidad; no a ese travestismo que desde hace dieciséis largos años ha estado arropándose con ese atributo, pero haciendo todo lo contrario a lo que predicaba el Libertador.  Son, sin lugar dudas, más bolivistas que bolivarianos.  Hecha la aclaratoria, entremos en materia. 
La mayor desgracia que ha ocurrido durante estos primeros años del siglo XXI en Venezuela —aparte de haber escogido dos ignorantes, sectarios, vengativos, que no supieron escoger sus ministros— es tener un Poder Judicial en el cual la mayoría de los jueces desconoce el derecho, cuida mucho su chamba, es venal y no se atreve a dictar sentencia sin haber recibido una orden o una aquiescencia del Ejecutivo.  Y, para más desgracia, los pocos que saben de derecho no lo ponen al servicio de la Ley, ni de la justicia, sino que se afincan en contra del débil jurídico.  Eso sí, siempre que este sea un miembro de la oposición.  Porque si es un copartidario de ellos, no hay sentencia condenatoria y, cuando mucho, les dirán en alta voz: “no lo vuelvas a hacer”.  Y luego, sotto voce agregan “a menos que me lleves de socio”.

Para esos jueces, casi todos sin tener la titularidad del cargo —otro instrumento para tenerlos sometidos— reseño algunas de las ocasiones en las que don Simón expresó el alto concepto que tenía de la justicia.  Hago reconocimiento expreso a don Miguel Hurtado Leña, uno de mis lectores, por haberme hecho llegar un escrito suyo en el cual abundan las explicaciones de como los “pensamientos de El Libertador, —en su mayoría convicciones cívicas y éticas— ponen en evidencia las contradicciones que existen entre el auténtico ideario bolivariano y la manera de gobernar, de hablar y de actuar” de los mangantes de ahora, quienes parecen “cada día más— todo lo contrario de lo que pensaba Bolívar (…) cuya preocupación constante fue “por la correcta administración de la justicia como el instrumento básico para preservar la libertad del individuo y la única garantía de los derechos ciudadanos consagrados en la constitución y en las leyes”.  Muchas de las citas que emplearé fueron sugeridas por el señor Hurtado.

Fue en un discurso pronunciado en Bogotá, en 1815, en ocasión de la incorporación de Cundinamarca a las Provincia Unidas, que Bolívar propuso como prioridad: “…el establecimiento de tribunales supremos, que (…) sometiéndose ciegamente a ellas en la distribución de la justicia, aseguren el honor, la vida y la fortuna de los ciudadanos. (…) La justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostienen la libertad y la igualdad”.  Luego, en 1817, siendo fiel a esta idea, en Angostura instauró una Alta Corte de Justicia porque estaba convencido de que esta era “la primera necesidad de la república,” ya que, a través de ella:
“…quedarán a cubierto los derechos de todos, y las propiedades, la inocencia y los méritos de los ciudadanos no serán hollados por la arbitrariedad de ningún jefe militar o civil, y ni aún del jefe supremo.  El poder judiciario de la Alta Corte de Justicia goza de toda la independencia que le concede la Constitución Federal de la República de Venezuela”.  Estoy seguro que ninguno de los jueces del horror, comenzando por la reina del Botox y terminando con la candidata a cónsul en Chile —cuyo nombramiento (si tuviésemos un gobierno serio y lo hubiese interiorizado) debiera ser abortado lo más pronto posible— no hubiese tanto preso inocente por expresar su pensamiento.

Después, en su discurso en Angostura Bolívar propuso: “Que los tribunales sean reforzados por la estabilidad y la independencia de los jueces; por el establecimiento de jurados; de Códigos civiles y criminales (…) dictados por la voz de la naturaleza, por el grito de la Justicia y por el genio de la Sabiduría”.  Eso tampoco lo acatan ni los magistrados ni los legisladores.  Quienes parecieran que están ahí solo para aprobar más y más créditos adicionales al gobierno.  Porque la función contralora está ausente del Palacio Federal; y la de elaborar leyes se la regalaron tanto al pitecántropo barinés como al ilegítimo ensañado con sus paisanos de allende el río Táchira.  De ocuparse de lo que en verdad les compete, en el Código Penal vigente no hubiese tantos artículos que penalizan los derechos de opinión y de manifestación.  Somos, para vergüenza nacional, uno de los pocos países en el mundo que todavía mantiene tal tipología delictual.  Todo, para complacer al manganzón de turno en Miraflores.  Con toda razón, don Miguel nos hace recordar que, alguna vez, la Fosforito exclamó: “somos la mayoría y, por lo tanto, podemos hacer lo que nos dé la gana”.  Me imagino que en ese momento, su diploma de abogada se cayó del clavito en la pared y se hizo añicos…

Cito a Hurtado nuevamente: “Era tal la convicción de Bolívar del respeto que se debía tener por la independencia de los jueces que, aún en los asuntos personales suyos, practicó y dejó sentado este principio (…) Cuando su hermana María Antonia, en 1825, lo instó a que escribiese desde su alto sitial al juez que seguía la causa en un pleito que la familia Bolívar sostenía (…) Bolívar le respondió desde Lima: ‘Yo no escribiré a ningún juez (…) por más que tú te empeñes.  No quiero exceder los límites de mis derechos, que, por lo mismo que mi situación es elevada, aquellos son más estrechos.  La suerte me ha colocado en el ápice del poder; pero no quiero tener otros derechos que los del más simple ciudadano.  Que se haga justicia y que esta se imparta si la tengo. Si no la tengo, recibiré tranquilo el fallo de los tribunales’”.  ¡Guaaao!  ¿Qué pensarán de esto tantos jerarcas del régimen que llaman a a jueces para favorecer a un pariente o a un copartidario?  Recientemente, han aparecido altos funcionarios con matutes de productos de primera necesidad, acaparados para enviarlos al “vecino país”.  Uno de ellos se hizo famoso por retratarse con dos machetes en las manos para “defender la revolución”.  ¡Ja!  Más cerca aún en el tiempo supimos de un malandro que utilizó la camioneta oficial de su mamá para robar, junto con otros compinches, una casa de familia.  Nos gustaría sobremanera poder leer en las noticias las sentencias que les sean impuestas.  Pero lo pongo en duda; son copartidarios del PUS.

Remato con otra afortunada concepción de don Simón: “De ordinario el Ejecutivo no es más que el depositario de la cosa pública (…) El Poder Judicial contiene la medida del bien y del mal de los ciudadanos; y si hay libertad, si hay justicia en la República, son distribuidas por este poder. Poco importa a veces la organización política, con tal que la civil sea perfecta; que las leyes se cumplan religiosamente y se tengan por inexorables como el destino.” 

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt

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jueves, 17 de septiembre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, EL QUE SE CANSA PIERDE

Confieso que —melindroso como soy con el empleo del idioma— estuve tentado a quitar el “que” galicado y sustituir titulando: “Quien se cansa pierde”.  Pero me aguanté las ganas por una doble razón: primero, porque esa forma de hablar es muy común entre los venezolanos, quienes compensan con simpatía, vivacidad y hasta retrechería las faltas de purismo en la conversación. Y, segundo, por respeto a quien puso de moda la frase, hoy preso político del régimen y víctima de la venalidad de una sayona que lo condenó sabiendo que ya tenía en su finísima cartera un pasaporte diplomático y, presumiblemente, bastantes billetes verdes acreditados en una cuenta.

Todos los diarios y noticieros radiales y televisivos del mundo decente han informado del hecho de manera prominente.  Porque es abochornante el hecho; pero los medios de otros países menos civilizados, y quizás comprados por testaferros del poder para lograr eso que ellos llaman “hegemonía comunicacional”, prefirieron soslayarlo.  Un ejemplo: “Últimas Noticias” prefirió destacar otras noticias, que, si bien eran medianamente importantes, no eran LA noticia en Caracas, en Venezuela y en todo el mundo.  Que lo hubiesen hecho “Vea” y “El Correo del Orinoco (que lo hicieron) no era de extrañar, pero que “Últimas Noticias la haya esquivado es muy diciente de lo bajo a lo que ha llegado la redacción de ese diario; ctualmente en manos de un periodista muy sagaz y bien formado pero hoy plegado a las huestes de la robolución. 

En todo caso, la aflictiva y vergonzosa noticia se supo por los pocos periódicos que no han caído en manos del régimen —por ahora, como dijo el muerto viviente— y por las redes sociales.  Fue por ellas que supimos cómo la en mala hora jueza desechó evidencias y rechazó testigos que demostraban la inocencia de Leopoldo. Y que, por el contrario, incluyó “evidencias” tan deleznables como las opiniones de unos presuntos especialistas en lingüística que dijeron que en las palabras de Leopoldo había un “mensaje subliminal”.  Por poquito no llamó para que actuara como perita a una de las intérpretes de señas que aparecen en el cuadrito a la derecha de la pantalla en los noticieros.

El nombre de esa “jueza” retumbará por muchos años como el baldón más horrendo en lo judicial y el ejemplo de deshonestidad más absoluta.  No importa cuántos años pase en la sinecura que consiguió en Chile.  Al final de esta, que por lo que presumo será más pronto que tarde, a su regreso a Venezuela —si es que se atreve—más de uno le escupirá (aunque sea en sentido figurado).  Yo sería uno.  Porque no se puede ser tan servil, tan vendida a los deseos del hegemón, tan arrastrada por la mera conveniencia pecuniaria.  Tuvo hasta el tupé de admitir la solicitud de los otros sayones, los de la Fiscalía, por el delito de incendio, cuando este no ocurrió (está demostrado que no hubo daños materiales en el sitio) y cuando, de haber sucedido, ya Leopoldo estaba en su casa, muy lejos del lugar de los presuntos hechos.  Tanto, que se me ocurre exclamar como lo hacía un orate furioso que había en Valencia (si los medios que publican mis escritos y los amigos que reenvían estos consideran inapropiada la oración, tienen mi permiso y hasta mi bendición para editarla), “¡hay que ver que esta hija de puta es bien hijueputa!”

Para protestar por esta injusticia, y muchas otras más, yo voy a marchar el sábado 19.  No importa cuántas amenazas hayan hecho los oficialistas, empeñados en incitar a los suyos a las acciones violentas.  Entre ellos, Jorge Rodríguez, quien por ser psiquiatra y ser alcalde no debiera incitar la división y el odio.  Pero que lo hizo este fin de semana en rueda de prensa, según reportaje que salió el domingo en todos los medios.  Quizás, por eso, es que más me empecino en ir a marchar.  A eso convoco a todos mis lectores, en cualesquiera de las ciudades donde estén.  Porque el que se cansa pierde.  Y a ver si con la fuerza que proviene del número de personas que marchan, los aupados por las incitaciones gobierneras se convencen de que nos asiste la razón.  Muchos de ellos, muy adentro, reconocen que la sentencia fue injusta; que lo que se quiere con ella es amedrentar.  Pero no lo lograrán.

Para finalizar, mis mejores palabras de reconocimiento y encomio para Lilian Tintori; todas sus intervenciones en defensa de su marido y padre de sus hijos —dentro y fuera del país— han sido impecables; no hay una palabra que sobre, ni nada que no sea verdad.  Chapeau para ella.  A su padre, Leopoldo López Gil, mi reminiscencia y aplauso por tantas cosas acertadas como las que ha escrito, más que por su hijo, en defensa de Venezuela.  Y a doña Antonieta, la nunca doblegada madre, los versos que Reiner María Rilke le dedicó a un antepasado suyo, el corneta Christopher Rilke: “Mi buena madre, siéntete orgullosa: yo llevo la bandera…”

Humberto Seijas Pittaluga
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miércoles, 9 de septiembre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, LO QUE OPINA UN AMIGO DE MUCHOS AÑOS

Y cuando digo “muchos años”, no exagero, tanto por los años que me honro en tenerlo como un fraternal amigo, y por los muchísimos que tiene de edad.  Porque Miguel Power va a cumplir 95 próximamente.  Es uno de esos venezolanos excepcionales por los conocimientos que tiene, la sabiduría que rezuma, los idiomas que domina, la capacidad para la toma de decisiones acertadas y la buena fe y el entusiasmo que le pone a todo.  Ya no sale mucho de casa; pero hasta hace relativamente poco, montaba a caballo y amansaba potros.  Para ir desde su Barquisimeto natal hasta Caracas para estudiar en la UCV —institución de la cual obtuvo un doctorado en ingeniería— tomo el tren que iba desde aquella ciudad hasta Boca de Aroa; allí abordó un vapor que lo llevó a La Guaira, y de ahí subió a Caracas.  O sea, que ¡es viejo!  Pero, ¡ah, malhaya que muchísimos de nosotros tuviésemos su claridad mental!  Su razonamiento es impecable, y su acervo, vastísimo.

Recientemente me envió un mail que quiero glosar para ustedes —nada más que un par de párrafos— a fin de que vean lo claro de su raciocinio lúcido de sus juicios.

En lo medular del mail, me dice: “Hoy me mueve una razón muy particular, la cual sobrepasa las barrabasadas a las que el gobernante nos tiene acostumbrados.  El viaje a la China pudo tener motivaciones para desfigurar el endeudamiento mendigante; pero noticias de hoy revelan que por sobre ese propósito está algo más pernicioso, atentatorio contra nuestra formación histórica, contra nuestra formación cultural y contra las raíces de origen occidental”.

 Su preocupación surge de que, entre sus muchos inventos para ponerse en la buena con nuestros asiáticos acreedores, el marido de Cilia se sacó de la manga la creación de un “Instituto Confucio para el estudio de la cultura y el idioma chinos”.  Entre las muchas cosas de ese convenio que preocupan al doctor Power, es la existencia de una cláusula por la cual, el fulano instituto nos va a mandar: “empresarios junto con otros de carácter educativo”.

Al respecto, el amigo opina: “No pienso que las sabias doctrinas de Confucio, pisoteadas por  la China durante  muchos siglos, puedan tener algún valor didáctico frente a la tozudez e ignorancia del gobernante actual.  Pero en otro sentido, creo que ese instituto, más los ‘empresarios de carácter educacional’ son apoyos, la sonda de  tanteo, para permitirle a China (entre otros tantos permisos) apoyar un programa de transculturación y de penetración del pensamiento chino para que se nos haga más fácil aceptar posibles cambios de orientación de nuestros modos de vivir”.

 Y sigue: “Veo con horror que mis  bisnietos deban recibir enseñanzas de un “empresario educacional” chino; cultura que —si bien tiene historia y grandes valores— está muy distante de nuestro modo de ser, de nuestra idiosincrasia latina y del hábito de muy vieja data de habernos acostumbrado a ver a los chinos manifestarse honradamente tras los mostradores de bodegas, las que hoy (por su laboriosidad, añado yo) crecen al nivel de automercados”.

Tanto que el muerto viviente habló de la “soberanía”; y tanto que el ilegítimo repite la cantinela.  Y cada vez tenemos menos.  Cuando mucho, lo que lograron fue cambiarnos de amo.  Si antes dependíamos en mucho de Estados Unidos, ahora estamos pignorados al gigante asiático, a quien le debemos hasta el modo de caminar.  Eso, al mismo tiempo que somos una colonia de Cuba —un país más pobre, menos poblado y menos extenso que el nuestro, Simultáneamente, le pedimos a Vietnam ¡que nos enseñe lechería y ganadería!, después de que las “expropiaciones” en el sur del Lago de Maracaibo acabaron con las empresas lácteas y el pie de cría que las sustentaba.  No olvidemos que todavía no han sido pagadas, y que: “expropiar sin pagar es robar”, como le explicó María Corina a Boves II en su cara.  Y que, entretanto obreros bielorrusos peguen bloques en construcciones, desplazando a mano de obra criolla.  ¿Cuándo los Estados Unidos nos perjudicaron así?  ¡Nunca!  Más bien, nos capacitaban en las diferentes destrezas industriales, en conocimientos gerenciales y en tecnologías de punta en medicina, computación y demás ciencias aplicadas.  

Las becas de “Alianza para el Progreso” y otros programas parecidos nos dejaron infinidad de profesionales de primera.  Y hasta algunos rojos-rojitos que conozco resultaron favorecidos con esas asistencias a universidades norteamericanas de renombre.  Nunca, a nadie, le preguntaron por sus ideas políticas.  O sea, nos ayudaban a progresar, a desarrollar al país, a culturizar a la nación sin pedir nada a cambio. ¡Qué distinto ahora!  Nuestros bisnietos —los ya nacidos de Miguel Power y los que algún día yo tendré— habrán de pagar las deudas que tan irresponsable y alegremente ha contraído el régimen para intentar quitarse de encima la derrota que se les viene en diciembre.  Y las que le siguen…

Gracias, querido amigo, por su carta.  Y termino dedicando a usted las mismas palabras con las que me alabó; usted “me proporciona la satisfacción de ubicarme en un ámbito donde encuentro sensatez, objetividad y visión político social que abren caminos para conocer la verdad de muchas cosas que apuntan al fondo de la realidad venezolana”.

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
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miércoles, 2 de septiembre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, NAZIS CRIOLLOS

Este artículo pensaba dedicárselo completo a la injusta, insensata e insensible decisión ordenada por el ilegítimo de expulsar de manera abominable a miles de colombianos de los estratos más humildes que vivían entre nosotros y que a nadie le hacían mal.  Pero surgieron dos hechos que siento la necesidad de comentar también.  Vamos de menor a mayor, entonces:

Ejemplo 1. Kilómetro 34 de la ARC, sábado 28, 10 de la mañana.  Hay tres columnas de carros avanzando lentamente porque en el kilómetro 30 hay una restricción por trabajos en la vía.  De repente, aparece una caravana compuesta por tres camionetotas negras, 4runner, nuevecitas, vidrios oscurísimos y sin placas y una camioneta pick-up que avanza, a juro, obligando a punta de cornetazos, sirenas ululantes y luces de emergencia destellantes, a que nos apartásemos a los que ordenada y pacientemente esperábamos nuestros turnos para avanzar.  Temerosos de que eso era causado por algo relacionado con la seguridad y defensa nacionales —a lo peor, Nikolai le había declarado la guerra a nuestros vecinos— o, de que fuésemos acusados de entorpecer el avance de la columna y, por tanto, reos de traición a la patria, nos apartamos como pudimos.  Y hete aquí que, al sobrepasarnos, todos pudimos observar que la camioneta pick-up que cerraba la columna llevaba como carga, en sus cajas originales, una refrigeradora, una cocina y otro artefacto que no pudimos determinar.  O sea, que lo más probable fuese que ninguno de los supuestos anteriores originaba los atropellos; que, más bien, se trataba de un jefe rojo, con sus escoltas, que iba apurado a una cita con su amante y le llevaba de regalo artículos de línea blanca.  Concluimos que era a la querida y no a la esposa porque la marca de los aparatos era “Haier”, chinos de medio pelo, y la casa de la legítima debe estar repleta de artefactos gringos, que son los buenos.  Uno, por aquello de “piensa mal y acertarás”, barrunta que el jefe y sus espalderos iban ataviados con los uniformes negros de la Gestapo (pero con boina roja, claro).  Porque en nada se diferenciaban sus tropelías de las de los esbirros de la Alemania nazi.  Prepotencia a millón en sus Toyotas nuevecitas; respeto por los ciudadanos, ninguno. 

Ejemplo 2. Jackie Faría, al ser entrevistada luego de la macilenta marcha “patriótica” convocada por el hijo de Boves II, dijo por todo el cañón que “solo le garantizamos los derechos humanos a las personas que estén legalmente en este suelo”.  O sea que —per contra— se le está dando luz verde a los funcionarios, uniformados y de civil, para que atropellen a quienes están de manera irregular entre nosotros.  Lo hace, al mismo tiempo en el que, sus copartidarios, de la boca para afuera, critican a los países europeos que tratan de poner algún control entre las masas de inmigrantes ilegales que les llegan del Oriente Próximo y de África.  Lástima que la Corte Internacional de Justicia de La Haya no actúa por notitia criminis y solo interviene por pedimento de alguno de los Estados miembros.  Porque esa chocante afirmación pudiera servir como material indiciario para enjuiciarla alegando uno o dos de los artículos del Estatuto de Roma.  Los derechos son inmanentes del género humano, con independencia de condicionamiento alguno.  Somos hijos de un mismo Dios; y el Creador no se pone boina roja, ni dice “¡Uh, ah!”.  Pero sale esta señora a decir que, a quienes no están legalmente en Venezuela se los coma el tigre. 

Ejemplo 3. Las imágenes que muestran los medios —excepto los confiscados por la “hegemonía comunicacional”— dejaron ver al mundo entero la saña “revolucionaria” contra humildes familias; como se derribó sus precarias viviendas; como sencillos, dóciles, y ya rendidos individuos fueron objeto de la vesania de algunos chafarotes; como ancianos y niños son forzados a atravesar el río Táchira con muy pocos de sus bienes materiales; y como un ridículo y burlón presidente, para añadir ludibrio a la ofensa, zangoloteó su creciente obesidad, al ritmo de la música colombiana por excelencia, la cumbia, bailando con la “primera combatiente” (quien, como toda una buena robolucionaria, calzaba zapatos de Salvatore Ferragamo).  Y después del estropicio que originó, con su cara muy lavada, agarra el avión de Cubana de Aviación y se va a las antípodas a seguir limosneando plata para dejar más endeudado al país.

Se dicen socialistas, pero solo llegan a nazis de medio pelo.  Por lo menos, los Nationalsozialisten legítimos buscaban el Lebensraum, el espacio vital para su desarrollo, mediante el aumento de su superficie; la caricatura fascistoide que nos desgobierna, por el contrario, lo que hace es perder territorio.  El muerto viviente, para congraciarse con los países del Caricom y obtener sus votos en los foros internacionales, soslayó el interés nacional, alegó que eso del Esequibo era una pendencia inventada por el imperio y dejó que los guyaneses se apoderaran y explotaran hasta lo indecible el espacio en disputa.  Platanote “descubrió” solo ahorita —luego de seis años como canciller y dos de dizque presidente— que teníamos un diferendo con Guyana.  Y eso, para apelar a la vieja táctica de poner a la gente a ver hacia afuera para que no se enteren de los desmanes de su desgobierno.

Sin duda, nazis; pero nazis de a locha…

Humberto Seijas Pittaluga
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viernes, 28 de agosto de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, ¡IMITA AL GRIEGO, CHICO! , SESQUIPEDALIA,

Nicky, ya que les has dado bastantes euros a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero —unos avivados  españoles que se chulearon al régimen, otros más—, pídeles que te pongan en contacto con Alexis Tsipras para que te explique cómo es que se renuncia a un cargo cuando alguien se da cuenta de que este le queda inmenso.  La campaña electoral de este populista griego no se diferenció mucho de las que llevaron a cabo el muerto viviente y tú: villas y castillos, el cielo en la tierra, cheques los quinces y los últimos sin tener que trabajar, a comer y beber sin pagar la cuenta.  Y a los helenos les tocó despertarse a esa ruda realidad que describe un refrán gringo: "there ain't no such thing as a free lunch" (no hay tal cosa como un almuerzo gratis); que ya no iban a poder seguir viviendo como noruegos pero con presupuestos deficitarios; que la Merkel les estaba tocando la puerta con la factura en la mano.  Pero Tsipras tuvo la decencia de reconocer que le iba a ser imposible cumplir y presentó su resignación a los pocos meses.  Cosa que no han hecho ustedes aunque ya van para diecisiete años quedando mal.  Eso no se hace.  ¡Renuncia, vale!  Es lo que debieras hacer. Y llevarte contigo al sartal de ineptos y de ladrones que tanto mal le han causado a Venezuela.

Pero no, tu irresponsabilidad te lleva a querer seguir en la manguangua.  Sin importarte si los medios son legales, o éticos.  Mantienes presos en mazmorras a personas decentes, inocentes, solo por expresar ideas contrarias a las que ustedes sustentan.  Y vuelvo a hacer la pregunta de hace varios meses y más de una ocasión: si el socialismo es tan bueno, ¿por qué han que imponerlo a los porrazos?  ¿Será que no es tan bueno, o que no es socialismo?  Millones de venezolanos creemos que es lo segundo; que ustedes se arropan con ese mote solo para embozar una primitiva ansia de poder que los subyuga.

En tu más reciente maniobra distractora, sacaste de la manga una excusa tonta para justificar una medida excepcional: lo de los militares heridos en la frontera, que no debió pasar de una mera acción policial localizada, lo has convertido en un casus belli de órdago: con denostaciones en contra de los colombianos (tus paisanos) y, lo que es peor, con un estado de excepción.  Como siempre, exageras.  Se te fue la mano.  Pero con una intención oculta: lo que buscas es, además de mantener a los venezolanos alelados, viendo hacia un enemigo inexistente, es tratar de impedir la paliza electoral que se te viene encima.  Se te olvida que a finales del 92, después de la insensata asonada de noviembre que ustedes, junto a militares felones, llevaron a cabo, Venezuela entera fue a las urnas en paz.  Y eso que la Constitución del 61 no era tan enfática como la vigente en lo que a derechos y garantías tenemos actualmente, ni existía la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción y sus expresas disposiciones a ese respecto.

Pero aun así, ordenas tropelías.  Porque déjame que te diga que eso que ordenaste de buscar “casa por casa” a los presuntos perpetradores del delito  —cosa que están haciendo actualmente las “tropas de ocupación” en la frontera— va contra el Art. 47, que garantiza la inviolabilidad “del hogar doméstico y todo recinto privado de persona”.  Porque no ha salido el decreto en la Gaceta Oficial.  Pero, aun así, lo hacen.  Claro que ya tenían el entrenamiento al llevar a cabo las famosas OLP, donde las tropas y los policías entran a sangre y fuego en las humildes casas de las barriadas.  Y, contrariando otro artículo, el 44, numeral 1 se llevan detenidos a decenas de personas sin que haya orden judicial y sin ser sorprendidas in fraganti.  Y con lo fácil que te es pedirle a los obsecuentes jueces del terror que te las extiendan a discreción.

Cerrar la frontera, declarar el estado de excepción e insultar a los colombianos es como dispararle a un tucusito con una escopeta calibre 12: una exageración.  Por las noticias hemos visto las filmaciones que les hacen a los venezolanos que se quedaron fuera del “sagrado suelo de la patria”, como le gustaba decir al Cabito II; sin poder ingresar al país a seguir haciendo sus vidas en paz.  Eso de dejar en territorio extranjero, desasistidos y hasta pasando hambre a nuestros paisanos (no tuyos) no es nada nuevo para ti.  Vienen a mi memoria los estudiantes que están varados en el exterior, sin una puya, debiéndole a cada santo una vela y viviendo de la caridad cristiana de algunas personas.  No te duelen.  Pero al manganzón del hijo tuyo y a la “primera combatiente”, cuando van al exterior sí los mandas forrados de dólares.  Y sin pasar por Cadivi.

Hazte un favor.  Y háznoslo a nosotros.  Pídele a alguno de los sicofantes que pululan alrededor de ti que haga una llamada a Grecia y que te comunique con Tsipras, pa’ que te explique cómo es la vaina.  Y cuando lo sepas, renuncia.  Pero más pronto que tarde, plis…

Humberto Seijas Pittaluga
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miércoles, 19 de agosto de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, EL PAÍS DEL ABSURDO

Hace tiempo que no me tocaba caminar de noche por una calle caraqueña.  La oscurana era impresionante.  Solo las luces de los carros que pasaban ayudaban a los peatones a evitar los numerosos huecos y la ausencia de tapas de visita en la vía. 

No andaba por un callejón del barrio El Chupulún, ni por los restos de Tacagua que debieron ser demolidos pero que todavía están habitados por gente de aspecto fantasmal.  No, iba por la avenida Teresa de la Parra, la arteria principal de Santa Mónica, una urbanización de clase media (tirando para baja últimamente).  Me tocó hacerlo porque mi carro estaba parqueado en el único estacionamiento que hay por allí, a unas cinco cuadras.  Enfrenté las tinieblas con la incierta seguridad que da el conocimiento de que el señor Glock iba al costado mío. 

Para hacer el cuento corto, llegué al parqueadero sin problemas; en el camino me encontré con personas que no tenían aspecto patibulario, era gente normal que iba a sus casas, o a la panadería, o a lo que sea, pero a quienes le parece que esa negrura es algo normal.  Ni en el pueblito hondureño más humilde; ni en ninguno de los caseríos del llano colombiano, ni en Iquitos, en lo profundo de la Amazonía y sin conexión terrestre con parte alguna he encontrado tanta ausencia de iluminación.  Y recordé con dolor las brillantes noches doradas que se divisan desde cualquiera de las colinas que rodean a San José de Costa Rica, un país sin el petróleo nuestro, pero con gente mucho más laboriosa y con gobernantes con más sentido cívico que cualquiera de los nuestros.

Al día siguiente, al pasar de Santa Mónica a Los Chaguaramos, la escena no desmerecía lo medio visto en la tenebrosidad de la noche anterior, solo que con la claridad diurna la cosa era más patética.  Verdaderas montañas de bolsas de basura, despedazadas por los perros realengos; calles rotas, sus brocales y aceras destruidos.  El decaimiento de su ciudad capital es un símbolo de lo que ha acontecido en todo el país.  Unas autoridades que parecieran haber sido hechas —todas— en el mismo molde de Jorgito Rodríguez: no se encargan de sus atribuciones sino que consumen su tiempo en hostilizar a sus adversarios, en buscar peleas con todo el mundo, en burlarse de la ciudadanía por los medios que debiesen ser del Estado y no del partido en el poder, en sobarle los egos a los tontos que todavía creen que “esto” es una revolución que los sacará de la pobreza.  Pobres ilusos encandilados por la abusiva propaganda lava-cerebros y preocupados solo por la sobrevivencia a niveles subsaharianos.

Un grueso de la población turbada, ansiosa por obtener lo más elemental para el día a día, no puede sentirse afligida por los verdaderos problemas de la nación: que, por ejemplo, la misma Fiscalía General reconozca en su informe del año pasado que el 99 por ciento de las denuncias por violaciones a los derechos humanos no llegaron a la fase de juicio. 

Tampoco se preocupan por algo que es más execrable: que por el contubernio entre el Ejecutivo, Pdvsa y el Banco Central, este no entregue el informe que le Ley le exige, que no se sepa nada (oficialmente) de las cuentas nacionales, de las estadísticas que son esenciales para programar el desarrollo del país. 

Sí les abruma que, hoy, el pago del condominio sea más alto que lo que pagaban de cuota por el apartamento.  Nada saben de que Provea predijo que a final de este año habrá diez millones de pobres. 

Contra ese estado de cosas es que hay que luchar.  Y para vencer hay que estar unidos.  Hay que vigilar para sobreponernos a las añagazas que invente el régimen.  Además, hay que evitar que por las rendijas de unas candidaturas independientes se nos puede escapar el triunfo.  Algunos de los aspirantes “por la libre” son personas muy meritorias y, por el contrario, la MUD asomó algunos nombres que chillan.  Por ejemplo: yo creo que Gómez Sigala ha sido uno de los diputados que le ha dado más lustre a la actual legislatura.  Y no creo que Ismael García sea de confiar, para nada.  Tránsfuga es tránsfuga, no importa si salta para nuestro lado.  Pero estamos en una coyuntura en la que, como dice Pero Grullo, “hay que arar con los bueyes que se tienen”.  Ante esas “alternativas” no debemos responder  con abstención, sino con voto masivo y con la tarjeta de la MUD, así haya que sufragar con un pañuelo en la nariz.  Solo votando en masa, y unidos, podremos prevalecer contra este régimen maula.  Después, podremos dirimir las diferencias internas.  Pero después…

Humberto Seijas Pittaluga
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martes, 11 de agosto de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, SI LO DICE ELLA… MARYCLEN STELLING

Recientemente, una connotada revolucionaria, Maryclen Stelling —una de los pocos de ellos a quien le reconozco inteligencia y sensatez por montones; tantas, que debiera repartirle un poco a sus correligionarios— remataba su artículo explicando que: “Es importante comprender y aceptar que han cambiado las condiciones reales y simbólicas, que el escenario no es el mismo, que hay descontento, apatía y un deterioro de la legitimidad; que política y discusivamente se observa un desgaste y pareciera necesario un  cambio de guión”.  Para llegar a esa conclusión, a lo largo de todo su escrito, hace un recuento de las condiciones reales en las que se encuentra el país y las sufre la nación entera.  Lo hace de forma sincera y casi completa.  No hay sino que estar de acuerdo con lo que describe y afirma.  ¿En qué no concuerdo?  Y por eso escribí más arriba: “casi completa.  En que no solo hay que cambiar el guión sino también los actores.

Eso que llaman “Socialismo del Siglo XXI” se rige (aparte de las puntadas que le daban al difunto fallecido y le dan a su “legatario”) por un guión que titularon “Plan de la Patria” y que cocinaron al alimón los rojos criollos, sus mentores de la gerontocracia cubana y los comunistas del Foro de Sao Paulo.  Solo ha servido para arruinar a la república y a sus ciudadanos, dividir a la nación en facciones pugnaces y regalar la soberanía a otros países.  ¿Cómo cambiar el guión sin relevar a los actores?  Lo ideal sería que ellos mismos reconocieran su incapacidad para sus papeles; entendieran que los abucheos de la platea aumentan diariamente y que los aplausos de la galería son cada vez más esporádicos y siempre menos entusiastas; aceptaran que quienes van a la función lo hacen porque les regalaron las entradas, no por los méritos de la obra. Que ya llegó la hora de bajar el telón y hacer mutis por el foro.

Pero eso es mucho pedirles a unos obcecados por el poder.  Y que no tienen la fortaleza de Boves II, quien estaba imbuido del “Síndrome Solano López”, por aquello de “muera yo con la patria”; que creía que si él no mandaba en Venezuela, esta ya no tenía razón de existir.  Y, pareciera que por eso mismo fue que recomendó al país votar por Nicky, su “heredero”: para que pereciera.  Los actuales mangantes no tienen ese tipo de firmeza —que era errónea, pero que el muerto viviente la tenía, no lo neguemos.  Por el contrario, estos parecen estar muy lejos del “Síndrome de Sansón y los Filisteos” —“me envaino yo, pero me llevo conmigo a un gentío”— y muy cerca de la prédica del “barbarazo” porque el queso que está en la mesa también quieren llevárselo.  “Caída y mesa limpia”, que llaman.  Todos, cuando la cosa se les ponga chiquita, se irán a paraísos fiscales que no tengan tratados de extradición con Venezuela.

Uno tiene la falsa impresión de que hay mucho improvisado tomando decisiones, porque lo que trasciende hacia nosotros son sus chambonadas.  Pero lo que hay es demasiados arteros en la nómina.  Las pocas informaciones que han logrado evadir la “hegemonía comunicacional” nos hacen saber de las inmensas fortunas, los obscenos lujos, las trapisondas para meter la mano en el tesoro nacional.  Hay que entender que acciones tan diferenciadas como las del BCV emitiendo montañas de dinero inorgánico y las “zonas de paz”, las del desaforado gasto público y la quiebra de las empresas públicas, las de las crípticas devaluaciones y la asociación con malandros, las de querer quebrar a la Polar y el “derribo” de aeronaves, todas tienen como norte el enriquecimiento de los capitostes del régimen

Por eso, doctora Stelling, es que hay no solo cambiar el guión sino sustituir a los payasos actuales y reemplazarlos por ejecutantes, intérpretes y figuras que puedan dar los pasos iniciales hacia la redención del país.  Cuando una persona tan impresentable como La Fosforito, siendo ministra, aparece en la cama de un pran; cuando una sucesión de funcionarios de Sanidad hacen contratos para adquirir medicamentos ya cercanos a sus fechas de vencimiento, y luego los dejan perder para justificar unos nuevos contratos; cuando nadie le ha metido la mano a los problemas de la falta de producción en las fincas expropiadas sin el pago previo que ordena la Constitución; cuando todo el mundo sabe quiénes son los que reciben dólares preferenciales y luego los venden con sobreprecio en el mercado paralelo; ha llegado la hora de relevarlos.

Eso es un proceso iterativo.  Que va a comenzar con las elecciones del 6-D, a las cuales tanto miedo les han demostrado —y por lo cual los “fieles ejecutores” han decretado y han cohonestado inhabilitaciones de personas y reemplazo de directivas partidistas.  Esas, por más trampas que tengan montadas, las vamos a ganar.  Después, cuando llegue la mitad del período presidencial, lo más probable es que vayamos a la defenestración del payaso que ocupó el puesto del dueño del circo cuando este se murió.  Y así seguiremos hasta que Venezuela ya no se parezca a lo que describe el “Canto 100” de Ezra Pound: “The canker corrupting all things … Syphilis of the State … Wart of the common-weal”…

Humberto Seijas Pittaluga
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miércoles, 5 de agosto de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, MIGUEL Y SUS “VERDADES”

No cabe duda de que el tipo generalmente está bien dateado.  Y ha hecho labor tratando de adecentar al régimen mediante denuncias de rojos ladrones —¿no será una redundancia?  Eso hay que agradecérselo.  Pese a su pasado izquierdoso y su cercanía con el difunto fallecido que no se iba a morir nunca, semanalmente señala algunas de las muchas lacras que sufre Venezuela y que pueden ser imputadas a capitostes oficialistas.  Pero, de cuando en cuando, se le va la sindéresis por el albañal.  Eso fue lo que sucedió en su columna del 31 de julio pasado.  Empecemos por señalar algunos de sus sinsentidos.

Comienza señalando una inquietud que nos arropa a todos: “¿Van o no  van las elecciones parlamentarias el 6D?”  Y sigue con un par de asertos que debieran formar parte del ADN colectivo venezolano:  “Siempre he sido partidario de  jugar limpio en los procesos políticos”; “un cambio sólo puede inspirarlo un  pueblo consciente. Lo otro es atenerse a una elite que bajo el pretexto  de conservar el poder, a como dé lugar, imponga las tramoyas sobre los  principios”.  Y continúa denunciando que “sobre la llamada maquinaria descansa la responsabilidad de  la manipulación”.  Pregona que prefiere “encarar  una derrota antes de disfrazarla y con el agravante de desconocer la  voluntad popular. Si los electores castigan un proyecto en las urnas es porque discrepan, por lo que es mejor (si ocurre) admitir un revés y  fortalecer la retaguardia para corregir lo que haya que corregir, de  tal manera de emprender el camino de la reconquista”.

Hasta aquí, todo muy bien. Veinte puntos.  Eso lo puede suscribir cualquier venezolano sensato, independientemente del color político que aúpe.  De ahí en adelante, son más los traspiés y los sofismas que otra cosa.  Parte dándole un cheque a Tibi y su combo: “Si en realidad  contamos con una estructura electoral transparente debemos depositar  nuestra confianza en ella y velar porque conserve su nitidez”.  ¡Hombre, Miguel, si hasta el más alelado sabe que eso no existe en Venezuela!  Las féminas del CNE no andan con chemises rojas porque ya sería el colmo; pero todas sus decisiones les son ordenadas desde más arriba y todas están diseñadas para desalentar a quienes no suspiramos rojo-rojito. 

Luego de un momentáneo ataque de sinceridad; admite que: a. “se ubicaba a los empleados públicos factibles de ser  presionados a la hora de votar el 6D”; b. “la prórroga del Registro Electoral” tenía como propósito inscribir a aquellos díscolos  que, por “el poco interés de las UBCH (…) no  fueron capaces de movilizar a los potenciales chavistas por  inscribirlos en el REP”; c. que tienen la idea de —en la “antesala del día de las elecciones (…) poner en  práctica medidas ‘económicas’ que no harán sino envilecer todavía más  al proceso revolucionario”; d. que: “amén de las distintas formas de torpedear al adversario (…)  una  instancia ulterior, la carta bajo la manga, es el cambio de la fecha  electoral” (…) es probable que faltando pocos días para el proceso electoral, el CNE anuncie su suspensión para después del 15 de  diciembre. ¿Pretexto? ¿Una situación de fallas técnicas que deben ser  revisadas? La postergación de los comicios puede ocurrir también en un  hipotético escenario de Estado de Excepción”.

Y al final, en una suerte de revolera, le propone a la “élite que se vale  del poder para su beneficio particular” que haga lo que él haría: “yo me prepararía para una derrota y comenzaría por fortalecer la  retaguardia popular (…) en caso contrario, insistir perdiendo es acelerar la decadencia del proyecto que dio nacimiento a la Quinta República”.  Aquí es donde la burra tumbó a Genaro: le atribuye a los mangantes condiciones y criterios democráticos; cosa que no es cierta sino en un muy bajo porcentaje de quienes militan en el PUS.  La inmensa mayoría solo cree en el poder por el poder; y que este hay que conservarlo por todos los medios, sin importar si son ilegales y hasta inconstitucionales.  Una ñinguitica de sus líderes creen en verdad en el socialismo —el que propiciaban desde hace medio siglo: el “real”, paro edulcorado con el eufemismo camuflajante de “Siglo XXI”—, pero los demás lo que son es un sartal de avivados que buscan donde medrar largo y “redituante”.  Y esa mayoría hará todo lo que esté a su alcance para seguir pegada a la ubre de la “res pública”.

Por eso, Miguel, precisamente, es que hay que hacer todo lo posible por sacarlos de Miraflores, la Asamblea Nacional y demás lugares en los que antes se encontraba instituciones y que ahora son sucursales del PUS.  Por eso, es que vamos a acudir masivamente a las urnas en diciembre —sea cual sea la fecha—, no porque confiemos en las chicas que mandan y desmandan en el CNE.  Ni porque creamos en las promesas de respetar los resultados que, de boca para afuera, pregonan los cabecillas de las bandas que operan desde las alturas del poder.   Vamos confiados en que el caudal de votos será tal que no habrá trampa que valga.  ¡Y prevaleceremos!

Humberto Seijas Pittaluga
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