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viernes, 4 de noviembre de 2011

URGENTE24.COM: LA REVOLUCIÓN NO SERÁ MARXISTA: CUBA AUTORIZA EL MERCADO INMOBILIARIO


Cierta la expresión de Whiston Churchill que indico que el camino mas largo hacia el capitalismo es el socialismo lo que equivale a decir que el camino mas largo hacia la prosperidad, el bienestar y la libertad lo construyen los sistemas que inhiben la libertad del ser humano para que luche por su propio progreso y el de sus semejantes.

PRESIÓN POR EL DÉFICIT HABITACIONAL

Con 11,2 millones de habitantes, Cuba tenía hasta 2010 un déficit de viviendas. El sueño de la casa propia no es socialista. Pero... ni siquiera el de la casa alquilada. En Cuba hoy faltan no menos de 600.000 unidades habitacionales. Y más del 50% de las construcciones en la isla están en mal estado

En Cuba amenaza con producirse la revolución más importante en los últimos años, y no será socialista: casa propia.

Cuba pondrá en vigor a partir del 10/11 nuevas normas que permitirán la compraventa de viviendas entre particulares tras décadas de prohibiciones, según informa este jueves el diario Granma.

Las nuevas normas reconocen la compraventa, permuta, donación y adjudicación de viviendas entre personas naturales cubanas con domicilio en el país y extranjeros residentes permanentes en la isla.

El objetivo de la medida es "eliminar prohibiciones y flexibilizar trámites relacionados con la transmisión de la propiedad de la vivienda", indica Granma, portavoz del Partido Comunista de Cuba (PCC, único).

También se pretende "contribuir a un reacomodo voluntario de los espacios habitables".

Según la nueva legislación, solo se podrá ser propietario de una vivienda como residencia permanente y otra en zonas de descanso o veraneo.

Los diferentes actos de transmisión de la propiedad se realizarán ante notario público en el municipio donde esté ubicado el inmueble y se aplicarán impuestos que Granma no precisa.

La compraventa de viviendas entre particulares forma parte del conjunto de ajustes económicos para "actualizar" el modelo socialista emprendido por el presidente, Raúl Castro, así como a su política de eliminar "prohibiciones".

Los problemas de la vivienda han sido durante décadas una "odisea" social, económica y burocrática para los cubanos que ahora, por primera vez en más de medio siglo de revolución, podrán comprar y vender casas de modo legal, al margen del mercado negro.

Con 11,2 millones de habitantes, Cuba tenía hasta 2010 un déficit reconocido de unas 600.000 casas, en parte por los destrozos que causaron tres huracanes en 2008.

Según datos oficiales, más del 50 por ciento de las construcciones en la isla están en mal estado y unos 8,5 de cada 10 edificios necesita reparaciones, a lo que se suman incumplimientos en los planes estatales de construcción.

El mes pasado el Gobierno de Raúl Castro también autorizó la compraventa de vehículos entre particulares.

Otra de las nuevas medidas que se esperan próximamente en la isla es la flexibilización de su política migratoria.

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lunes, 15 de agosto de 2011

HÉCTOR B. TRILLO: EL MERCADO Y LA CODICIA

"¿qué es el mercado? Acaso, solamente la codicia, la libra de carne 500 años después". - "Hechos Bolsa"" Rafael Bielsa y Federico Mirre (Perfil, 13/08/2011)

Iniciamos este comentario con una curiosa referencia de los autores que se citan y que intentan explicarse, o explicarnos, qué cosa es el mercado y así avanzar en el origen de la actual crisis financiera que aqueja al mundo.  Luego de algunas preguntas intentando, como tantos escribas, identificarlo, concluyen que tal vez sólo sea la codicia, para finalmente hacer una comparación con la libra de carne de "El Mercader de Venecia".

Para quienes tal vez no tengan presente la famosa obra de Shakespeare, es interesante refrescar esta historia, en verdad una comedia. Refiramos entonces el meollo del argumento.

Basanio, es un  noble veneciano que ha malgastado su fortuna, pide al rico mercader Antonio, amigo suyo, tres mil ducados para poder continuar dignamente su noviazgo con la rica heredera Porcia. Antonio, que ha empleado todo su dinero en especulaciones de ultramar, se propone hacerse prestar el dinero por Shylock, usurero judío a quien antes había insultado por la usura que ejercía. Shylock consiente en prestar el dinero bajo una condición: si la cantidad no es pagada el día fijado, Shylock tendrá derecho a tomarse una libra de carne del cuerpo de Antonio.

Descartemos de plano alguna intencionalidad respecto del hecho de que el prestamista fuera un usurero de tal o cual profesión de fe. En verdad, lo importante aquí es que se trata de un usurero y la manera en que da valor a una libra de carne, convirtiéndola en humana y del cuerpo del otro.

Realmente, de todos los ataques que hemos visto con relación al tema, éste parece ser uno de los más virulentos. Queda tal vez disimulado por la duda, por el acaso.  Pero la intencionalidad es tan evidente como conmovedora.

La codicia es, básicamente, el afán excesivo de riquezas. Determinar qué afán es excesivo y cuál no lo es, constituye una subjetividad perenne.

Entonces, lo que uno puede concluir de la afirmación transcripta es que se trata de una descalificación a partir de la cual el mercado vendría a ser, simplemente, una conjunción de codicia y usura infinitas.

Ahora bien, el artículo del que hemos tomado este párrafo hace referencia a la situación del mundo financiero por estas horas. Habla de "la doble dínamo de la necesidad y la codicia (con lo cual queda de lado el "acaso" convirtiéndose en certeza) multiplica  lo imposible y suma irracionalidad a las consignas que acuñan los sacerdotes de las finanzas".

La conclusión a la que arriba es la usual en estos casos: hace falta "límites claros, control severo y vigilancia ética" ¿A cargo de quién o de quiénes? No sabemos.

Porque la verdad es que si la codicia (suponiendo que podamos acordar sobre el punto en el que el afán de riquezas es excesivo) es parte de la naturaleza humana, resulta imprescindible acordar también sobre cuáles son los  seres humanos que carecen de ella, al mismo tiempo que condensan valores tales como la ética, los conocimientos suficientes para la maraña de controles requeridos, y la disposición justa, equitativa y razonable de los límites. Es decir, tenemos que encontrar a los notables e intachables sobrehumanos encargados de poner las cosas en orden, que como no somos ninguno de nosotros, no estamos en condiciones de encontrar, precisamente por nuestras propias limitaciones y carencias.  Una magnífica parábola para alguna otra obra del gran escritor británico.

No es intención nuestra aplicar golpes bajos, sabemos perfectamente del entramado de controles y de acciones que existen y se multiplican desde la creación del papel moneda, prácticamente. Pero lo cierto es que tales controles, tales entramados, tales acciones, son llevadas adelante por los propios congéneres de los que probablemente entren en el bando de los codiciosos. Con similares defectos y parecidas virtudes.

Hemos tomado el artículo de marras como un ejemplo de las infinitas opiniones que circulan en el mundo entero y que van en la misma dirección. La referencia a los "sacerdotes de las finanzas" es claramente despectiva, al tiempo que la "irracionalidad" si es tomada como locura es indicadora clara de falta de tino. Las finanzas del mundo están entonces en manos de "sacerdotes" que se manejan de modo irracional pues se enfrentan con una realidad que los oprime. La solución estará, como decimos, en manos de otros. Siendo tales otros, seres dueños de ética y valores que alguien definirá y otorgará. Pero que obviamente no podremos ser nosotros, mortales capaces de caer en el magma de la codicia. O en la avaricia del mercader.

Si los señores que manejan las finanzas resultan para estos autores sacerdotes que se manejan irracionalmente, cabe preguntarse por la racionalidad y el sacerdocio de tales autores.  Para decirlo más claramente: ¿son los escribas de la frase personas carentes de avaricia y de codicia y suficientemente lúcidas como para acusar e incluso juzgar a otros?

La situación de las finanzas en el mundo, y las reacciones que ha provocado en ciertas comunidades no debe intentar mejorarse apuntando contra financistas o evaluadores, sino buscando las causas del problema para apuntar a soluciones realistas. Y no es realista el planteo de que hay que encontrar seres capaces de contar con virtudes casi teologales para tomar las riendas.

La verdad de esta historia es que los Estados en su afán de gastar dinero que no han obtenido mediante la creación de bienes y servicios necesarios, han caído en endeudamientos insoportables y finalmente han decidido, con sus más y sus menos, salir a recortar beneficios.

Esta y no otra es la punta del ovillo. Y de acá es de donde hay que partir.

Se habla de separar el mundo en dos bandos, el de los comerciales y el de los inversionistas. Se pretende que si no se acaban los paraísos fiscales nunca se terminará el problema. Se insiste en la solidaridad de los ricos en favor de los pobres.  Y ya no digamos que se busca terminar con la fría ley del mercado porque eso va de suyo. Y finalmente se termina diciendo, con otras palabras, que ser mercader es malo, y que ser financista es peor.

Las consignas pueden resultar un canto de sirenas para los oídos de progresistas y humanistas. Y tal vez para el gran público. Pero no son realistas.

Porque el crecimiento y la multiplicación de déficit fiscales es consecuencia del gasto excesivo, y el endeudamiento es la causa de la existencia de bonos que terminan provocando el famoso "apalancamiento" que llevó, entre tantas otras cosas, a la llamada crisis de las hipotecas. Antesala del descalabro actual. Sólo antesala, porque el origen del problema es el intervencionismo que resolvió otorgar créditos a tasas subsidiadas para construir viviendas.

Que los Estados soberanos emitan moneda o títulos de deuda, es una consecuencia. Que los inversores intenten proteger sus patrimonios y ganar más dinero, también.

Que desde los bancos centrales se digiten las tasas de interés o se devalúen de manera directa o indirecta las monedas, responde a la intención de corregir los efectos del intervencionismo con más intervencionismo. Se gasta más de la cuenta, se emite deuda (o moneda, que es lo mismo), se digitan las tasas de interés, y luego se pretende que quienes intentan preservar lo suyo no especulen.

Ningún bien en este mundo tiene un valor asegurado. Y todos los intentos humanos por modificar su valor mediante artilugios financieros o monetarios, contribuyen a que los poseedores de los bienes (cualesquiera fueran estos) intenten poner a resguardo con mayor intensidad su patrimonio, por eso aumenta tanto el valor de los metales preciosos, por ejemplo. Estamos ante un verdadero galimatías.

En estas condiciones, ni los Estados dejarán de buscar soluciones mediante artilugios financieros y monetarios, ni las gentes dejarán de intentar proteger lo suyo.  He ahí el meollo de la cuestión.

El problema está, claramente, en aquellas economías que llevan años gastando por sobre sus posibilidades, endeudándose en consecuencia, y pretendiendo luego buscar "salidas" que no impliquen impopulares ajustes.

Tanto los EEUU como la Europa de la Unión Económica tienen dificultades por los enormes déficit y el altísimo endeudamiento.  Es decir, por haber gastado de más.  Las razones de tal gasto elevadísimo son muchas y no intentamos explayarnos en ellas. Pero sí mencionar que lo que genéricamente hoy se denomina "gasto social" es lo que lleva  a los autores citados a verter  apreciaciones como las que dan motivo a estas líneas.

Es decir, dado que han surgido protestas en España, en Grecia, en el Reino Unido,  en Chile y en otros lugares con motivo de los ajustes que los gobiernos pretenden llevar a cabo, son muchos los que opinan que tales ajustes no deben prosperar y sí buscarse fuentes de financiación para seguir gastando.

Normalmente, los llamados progresistas intentan cubrir los baches producidos  por los gastos excesivos mediante la aplicación de impuestos "a los que más tienen". Una categoría más o menos indefinida pero ciertamente vinculada a los aspectos centrales del funcionamiento económico de cualquier nación. La idea es que "alguien pague" y no que se redefina por qué se gasta y quién lo dispuso siendo que no había dinero suficiente para hacerlo.

Esta es la principal razón por la cual los capitales huyen de las naciones que más aprietan sus clavijas, y por supuesto la que sostiene la existencia de paraísos fiscales. El mercado de capitales que huyen es demasiado grande y tentador como para desaparezcan los receptores.

Por ende el ataque a los paraísos fiscales adolece también de una "falla de origen". Si huyen capitales de sus países de origen lo que hay que intentar hacer es evitar que huyan, no pretender que no tengan adónde ir, porque eso es prácticamente imposible.

Lo mismo podemos decir de cualquier dinero proveniente de operaciones ilegales de cualquier índole. Lo que deben hacer los gobiernos es resolver los delitos  y apresar a quienes los cometen. La solución es siempre atacar la causa. Por eso, el "enojo" con el mercado que trasunta el artículo que aquí comentamos, carece de lógica.

Los seres humanos somos lo que somos. Buenos, malos, generosos, egoístas, dadivosos, codiciosos, interesados, etc. Podemos pensar que la educación impregne una serie de valores que modifique o mejore ciertas tendencias y no está mal, al contrario. Pero dentro del marco de la legalidad, todos somos débiles y todos somos temerosos. Todos queremos conservar lo que tenemos; tanto material como espiritualmente.

Pero no es posible dejar de ver dónde está el problema si queremos soluciones. Los Estados no deben gastar más allá de cierto límite. Los funcionarios y gobernantes deben dejar de aplicar políticas muchas veces irresponsables porque les otorgan réditos políticos. Y si esto no ocurre, es porque tales gobernantes y tales funcionarios son tan codiciosos como cualquier hijo de vecino. Codician poder, codician fama, codician pasar a la historia como los nobles y generosos benefactores de sus pueblos.

Y cuando la papa llega a calentarse tanto que quema demasiado, la arrojan de sus manos y que alguien venga a arreglar el entuerto. Para ello nada mejor que culpar al mercado y a la codicia de...los otros.

Por eso es que los planteos deben tener el marco legal adecuado. Los gobiernos deben poner límites al endeudamiento de los Estados, no a las virtudes o los defectos de los seres humanos.

Deben propender a mejorar la productividad y no incentivar la comodidad cuando resulta improductiva.

Cuando una nación, una empresa, un hogar o lo que fuere gasta por encima de sus posibilidades se endeuda y finalmente quiebra. No es ningún misterio esto que decimos.

Antes de esa quiebra es posible que se presente una convocatoria o concurso de acreedores. Es decir, un default.

Las variantes inflacionarias o devaluatorias lo que hacen es quitar parte del patrimonio de toda la comunidad dejándole menos poder adquisitivo a todos los involucrados.

En nuestro país ocurrieron las dos cosas. Hubo devaluación con inflación y también default de la deuda del Estado. No es que acá no haya ajuste, como suele decirse políticamente.

Los bienes escasos y necesarios tienen un valor y esa es la esencia de la economía. La moneda de curso legal es el documento de pago, no la riqueza como también suele repetirse. La riqueza son los bienes y los servicios. El dinero es el pagaré. Pero en el mundo moderno, los únicos emisores de dinero son los Estados. Si el dinero pierde su valor hay que buscar el origen.

El mercado mueve los hilos invisibles de la ley de la oferta y la demanda. Son ellas las que definen el precio. Y ese precio se mide en una unidad de cuenta: la moneda.

Ajustar las leyes y las normas en general para que los Estados se vuelvan más eficientes y produzcan más a menor precio es la clave de la competencia.  El endeudamiento irresponsable de los Estados no es culpa de codiciosos mercaderes o usureros como el de Venecia. Pongamos las cosas en su lugar.


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lunes, 27 de junio de 2011

ALBERTO RECARTE: EL CASTRISMO: UNA HERENCIA ECONÓMICA CATASTRÓFICA.

Cuba es el país que más ayuda exterior, en términos absolutos y relativos, ha recibido del mundo al que intentó exportar su revolución.

En este trabajo, publicado en el número 135 de la revista Estudios Empresariales de Deusto Business School – Campus de San Sebastián, se expone la política económica del castrismo, sus concepciones y sus consecuencias. Esta comenzó siguiendo el dictado del Che Guevara pretendiendo eliminar hasta el mismo dinero. Luego se convirtió a la planificación central. De la Unión Soviética recibió abundantes subvenciones, pero su desaparición le obligó a adoptar incentivos. La Venezuela chavista volvió a garantizar la supervivencia del régimen dictatorial de los Castro. Por todo ello, Cuba es el país que más ayuda exterior, en términos absolutos y relativos, ha recibido del mundo al que intentó exportar su revolución.

La falta de un sistema económico mínimamente racional y eficaz explica su triste situación actual: su capacidad de producción mengua sin cesar y todo cuanto logra es mantener un nivel de vida mínimo. Lo más triste de todo es que a la oligarquía castrista lo único que les preocupa es reformar su economía para mantener su poder absoluto.

Hace mucho tiempo que no hay datos fiables, siquiera aproximados, sobre la economía cubana. Desde 1959 a 1969, el castrismo fue guevarista, empeñado en la destrucción de la contabilidad y del dinero como medio de pago. Tras el fracaso de la zafra de los 10 millones, en 1969, el castrismo se convirtió a la planificación soviética. Por unos años, hasta que la subida de los precios del azúcar en el periodo 73-76 y el aumento de la ayuda de la URSS permitieron a Castro involucrarse en las guerras africanas: Angola, Somalia, Etiopía y Eritrea fueron algunos de los países en los que hubo ejércitos cubanos desde 1976 hasta mediados de los ochenta. La economía cubana pasó a ser la de un país en guerra, volcada a la intervención exterior, sometida a las necesidades de los grandes ejércitos a los que acompañaban sanitarios y educadores. La perestroika de Gorbachov puso fin a las intervenciones exteriores del ejército cubano. La caída del muro en 1989 y la desaparición de la URSS dejaron a la economía cubana sin los subsidios soviéticos que supusieron, como mínimo, alrededor del 30% de su PIB anual desde 1970 a 1990. La economía cubana entró, entonces, en lo que se denominó un “periodo especial”, caracterizado por la adaptación a una situación en la que la ayuda soviética había desaparecido. Fue el segundo periodo desde 1959 –el primero ocurrió entre 1970 y 1976– en el que el líder máximo aceptó la introducción legal de algunos incentivos económicos, hasta que la conquista del poder por Chávez en Venezuela permitió, desde principios del nuevo siglo, recuperar subsidios del exterior y asegurar que la población no pasara hambre. Fidel Castro eliminó entonces algunas reformas e intentó retomar los principios guevaristas. Cuba volvió a ser “anti-capitalista” sin intentar, siquiera, la planificación. La enfermedad de Fidel Castro y los límites de la ayuda de Chávez obligaron, hace ahora alrededor de cinco años, por tercera vez a iniciar otra política de reformas para permitir que una mínima racionalidad elevara la producción y el comercio de alimentos y algunos otros productos básicos. Ésta ha sido la historia de la política económica del castrismo. El siguiente capítulo comenzará cuando muera el tirano.

«Lo único que preocupa a la oligarquía castrista es cómo reformar la economía para mantener el poder político absoluto de la nomenclatura.»

Mientras en el exterior discutimos sobre si el régimen castrista evolucionará hacia un modelo chino o vietnamita, en el interior lo único que preocupa a la oligarquía castrista es cómo reformar la economía para mantener el poder político absoluto de la nomenclatura, en la que participan la familia Castro, los mandos militares, la policía política y los burócratas del régimen. En la duda, se ha depurado a los que querían más cambios y más poder, y se ha optado, nuevamente, por la represión política y autorizado unas mínimas reformas para evitar las hambrunas.

En la Cuba castrista no hay estadísticas fiables, ni mediciones homogéneas de la actividad, ni un sistema de precios que permita asignar los recursos en función de su rentabilidad. Hay precios que no se han movido desde principios de los años 60, otros de los 70, los 80 y los 90, hasta precios actualizados –algunos, incluso, en dólares– para un pequeño conjunto de bienes de importación que se pueden adquirir por toda la población o por pequeños grupos, seleccionados con criterios políticos. Desde 1993 hasta 2004, en Cuba convivieron tres monedas: el dólar norteamericano, el peso cubano convertible –que tenia la misma cotización que el dólar– y los pesos nacionales, que tenían un tipo de cambio oficial de 24 pesos nacionales por 1 peso convertible. En 2004, aprovechando la mejoría que supuso la ayuda venezolana, se prohibió la circulación del dólar norteamericano. En 2005 el peso convertible fue revaluado un 8% en relación con el dólar. En 2011 se ha vuelto a la paridad peso convertible-dólar norteamericano para intentar mejorar la competitividad del sector turístico.

El único factor de homogenización para medir lo que se produce y lo que se invierte es el conjunto de precios del mercado negro en el que se comercializan dólares, pesos convertibles, pesos nacionales no convertibles y algunos bienes y servicios. En este mercado, la oferta y la demanda fijan precios; precios que, obviamente, dependen de la cantidad de pesos que pone en circulación el Banco Central, de la cantidad de pesos convertibles que tiene a la población –por transferencias de los exiliados a sus familias–, del suministro de productos alimenticios que se permite que los campesinos vendan en los mercados y algunos servicios que, legal o ilegalmente –en su mayoría– se comercializan también en esos mercados, y de la importación de bienes de consumo, duraderos y no duraderos, que lleva a cabo el Estado cubano y que legal –y sobre todo ilegalmente– terminan, también, en el mercado negro.

Estos precios, precios del mercado negro, no existen para las autoridades. De hecho, los responsables económicos no utilizan ningún sistema de precios para tomar decisiones económicas. Saben que los oficiales son ficticios. Las decisiones económicas se toman por los “planificadores” en función de las carencias; por ejemplo, la falta de carbón para poner en funcionamiento las centrales térmicas existentes, la falta de transportes para la población, la falta de camiones para mover mercancías, las faltas graves de alimentos, de medicinas, de camas de hospital o de quirófanos. Y, por supuesto, la falta de energía eléctrica. Los salarios, por su parte, se fijan para que la mayoría pueda pagar los mínimos suministros que se consiguen con la raquítica cartilla de racionamiento, con los que es imposible vivir. En eso consiste la política económica. En intentar resolver los cuellos de botella que se presentan y que nadie muera de hambre. El resto es un lujo. Lo es la alimentación no racionada, la vivienda, la electricidad, los libros, la atención hospitalaria, las medicinas, los coches y camiones, los carburantes, el vestido, el calzado…


«Nadie puede disponer de medios económicos suficientes para vivir al margen de lo que decida el líder máximo.»

El castrismo, como ideología, sólo tiene un dogma: que “el comandante” es el único cubano con capacidad para pensar y decidir lo que necesitan sus súbditos. El dogma tiene dos caras: la primera que el poder tiene que ser absoluto; la segunda, que nadie pueda disponer de medios económicos suficientes para vivir al margen de lo que decida el líder máximo. El gran enemigo es, en esta elemental ideología, la propiedad privada. Por eso se nacionalizaron primero y se estatizaron después todos los medios de producción, desde las fábricas hasta los comercios, desde la tierra hasta las oficinas o los medios de transporte. Fidel Castro se ha disfrazado con todo tipo de ropajes a lo largo de los interminables 52 años en los que ha ejercido la tiranía. Ha sido guevarista, soviético ortodoxo, golpista en América Latina, militar en África, colaborador de narcotraficantes, incluso cercano al sistema capitalista a mediados de los 70, pero siempre ha tenido claro un principio: en Cuba nadie debe poder ganarse la vida autónomamente de una forma continuada. Siempre ha tenido claro que la propiedad privada es el germen de la libertad de pensamiento. Y en Cuba sólo él se considera con capacidad para pensar correctamente y decidir lo que conviene a todos y cada uno de los 11 millones de cubanos.

En los tres momentos de mayor riesgo político y económico del régimen, el primero después del fracaso de la zafra de los 10 millones de toneladas, el segundo tras la desaparición de la URSS y, el tercero, el actual –con ayuda venezolana, pero limitada–, los responsables económicos, siempre dirigidos por Raúl Castro, han hecho algunas reformas que han consistido en permitir cierta libertad económica para producir alimentos, para comercializarlos y para abrir pequeños negocios. Vigilando siempre que ningún cubano pudiera tener demasiados ingresos. La propiedad privada sigue siendo, y es, el enemigo. A pesar de que cada vez que se liberaliza la actividad económica, aumenta la producción y mejora el bienestar de la población. La actividad normal, la pública, es ineficiente, pesada, corrompida, militarizada o cedida parcialmente a empresas extranjeras. Se administra por la burocracia castrista.

Con este “sistema”, por llamarlo de alguna forma, económico –algo que los progresistas de este mundo no entienden ni aceptan– lo llamativo es que en la Cuba castrista no haya hambrunas, que el nivel educativo asegure una formación entre baja y media y que el sanitario evite las epidemias y haya reducido al mínimo la mortalidad infantil. Algo que se consideran triunfos fundamentales en el exterior de Cuba, sobre todo por los que creen que esos triunfos se han logrado a pesar del “bloqueo” norteamericano. Un bloqueo que permite a Cuba comerciar con todo el mundo, excepto con Estados Unidos y con empresas norteamericanas. Que no ha impedido que Cuba suspenda pagos en rublos convertibles, en divisas de países occidentales y en moneda nacional, hasta el punto de que el tipo de cambio oficial del peso convertible es 24 veces el del peso con el que los cubanos se ganan la vida. Y que tampoco ha impedido que haya grandes inversores extranjeros, sean españoles (tabaco y hoteles), canadienses (níquel) o de otras nacionalidades.

«No existe ningún medio para medir el valor de la producción de bienes y servicios cubanos.»

Las instituciones internacionales, ya sean el FMI, el Banco Mundial, el Banco lnteramericano de Desarrollo –de ninguna de las cuales quiere ser miembro el régimen castrista– no pueden medir su PIB, ni la renta per capita de sus ciudadanos. Por más que se empeñen los organismos nacionales cubanos y las cátedras especializadas de las universidades norteamericanas, no existe ningún medio para medir el valor de la producción de bienes y servicios cubanos. Conscientes de esta limitación, los burócratas del régimen se dedican a elaborar y publicitar estadísticas de producción, en toneladas, metros u otras unidades físicas, de todo tipo de bienes. Que esos bienes se hayan producido, que tengan algún valor práctico, o que su calidad permita que se aprovechen, no es relevante para el régimen. Igual ocurre con los servicios. Lo importante para el régimen y sus estudiosos es resaltar que en Cuba no hay analfabetismo, y que se licencian anualmente decenas de miles de maestros, médicos e ingenieros. Lo que sepan no importa.

Hay que reconocer que el régimen ha conseguido la aceptación, por parte de los organismos interesados en la economía cubana, de que sus estadísticas se hayan traducido a un nivel de renta per capita y a un PIB nacional comparable con los del resto de los países, lo cual es un error imperdonable. En Cuba no hay precios. Todo es tan falso como lo eran las estadísticas de Alemania Oriental, que parecía ser una economía avanzada antes de que la reunificación pusiera al descubierto su miseria. En Cuba solo hay tres o cuatro objetivos económicos medibles. Siempre cuantitativos, nunca valorables monetariamente.

Sin embargo, no cabe duda de que mantener alimentada y formalmente educada a una población que ha pasado de 6 millones de habitantes en 1959 a 11 millones en 2010, sin un sistema económico digno de ese nombre, es un logro, que puede explicarse, en gran parte, por una serie de factores económicos que se exponen a continuación, pero que resultan insuficientes. Para explicar la supervivencia del régimen hay que tener en cuenta los factores políticos: la realidad de una tiranía bien organizada, que cuenta con el miedo, y con el terror continuo, para mantener mínimamente activos a todos los trabajadores cubanos. Los factores económicos por sí solos, aunque importantes, como se verá a continuación, no pueden explicar el mantenimiento de un régimen tan ineficiente como el cubano.

1.

Cuba era un país próspero en 1959. Con una moneda solida, convertible en dólares, con un nivel de analfabetismo de sólo el 21% (en España era de más del 32% ese año), con una cultura moderna, con un comercio exterior equilibrado y cada vez más diversificado, y, lo más importante, con un nivel de formación profesional de primer orden en muchos sectores, empezando por el educativo, el sanitario y el de la producción agraria. Por más que, políticamente, fuera un país corrupto, una auténtica república bananera.

Muchas de las infraestructuras existentes en ese momento (carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles y viviendas y otras edificaciones) siguen siendo utilizadas en 2011. En más de 50 años apenas se han construido 300.000 viviendas, de una espantosa calidad, mientras la población se ha doblado. Por eso los cubanos viven hacinados en las antiguas viviendas construidas antes del triunfo de la Revolución.

2.

Cuba es el país que más ayuda exterior ha recibido en el mundo, en términos absolutos y relativos, en estos 50 años. De la URSS, de los países del este europeo hasta su liberación y de Venezuela, desde que Chávez se hizo con el poder.

Ha sido una ayuda en forma de bienes físicos, como el petróleo, el trigo, los fertilizantes y el acero, o de construcción de fábricas –aunque con tecnología soviética– o de créditos para utilizar en los países del antiguo COMECON. Imposible calcular cuánto supuso esa ayuda. Ciertamente más del 30% del PIB desde finales de los sesenta hasta la desaparición de la URSS. Además de la ayuda directa, Cuba recibía créditos de los países comunistas. Sólo en créditos impagados, Cuba debía más de 30.000 millones de “rublos convertibles” a Rusia en 1991. Más del 100% del PIB cubano de ese año.

Por otra parte, la colaboración militar, que no aparece en ninguna estadística, ni en las soviéticas ni en las cubanas, multiplica lo recibido por Cuba, que tuvo en África ejércitos de miles de hombres a los que la URSS armaba pero a los que Cuba aportaba la tropa, junto con decenas de miles de educadores y sanitarios que nunca sabremos cómo se financiaban pero que posiblemente, en parte, se hacía con dinero cubano, a costa de la economía nacional. Son innumerables los casos que cuentan los exiliados de ocasiones en los que se “canibalizaron” plantas industriales para conseguir equipos para enviar a África. O del desplazamiento de técnicos y especialistas, a los que se “sugería” que pasaran unos años en algún país africano, aunque ello supusiera la paralización de otros proyectos imprescindibles para la economía cubana.

3.

A partir de 1971/72 Cuba se convierte, aparentemente, en una economía socialista más y los países occidentales, sus bancos y sus gobiernos, consideraron que el riesgo político había desaparecido. En apenas 10 años, Cuba se endeudó en más de 6.000 millones de dólares. En 1983, como resultado del deterioro de una economía que no fue capaz de soportar las guerras africanas y el suministro a la población de servicios médicos, educativos y de productos alimenticios sin ningún tipo de pagos ni de impuestos, así como de decisiones económicas incoherentes por parte de Fidel Castro, Cuba suspendió pagos en divisas. Veintiocho años después, en 2011, todavía no se ha sentado en la mesa de negociación con sus acreedores. Los créditos exteriores impagados, desde mediados de los ochenta, a los países de economía de mercado deben sumar, hoy, alrededor de 10.000 millones de dólares.

4.

Hasta la desaparición de la URSS, Fidel Castro no permitió el desarrollo del turismo, al que tachaba de corruptor. Después, en el “periodo especial”, cambió la política hasta el punto de que las “jineteras” y “jineteros” se convirtieron en uno de los mayores atractivos del turismo cubano.

5.

Desde entonces, desde 1991/92 hasta hoy, se ha permitido que en algunos sectores generadores de divisas –turismo (con el que se ingresan, en bruto, alrededor de 2.500 millones de dólares), tabaco y minería (níquel), básicamente– entrara inversión extranjera, aunque siempre en minoría, en empresas mixtas. La parte cubana está representada en esas empresas por la policía política, los militares o los burócratas más próximos a la familia Castro. Los ingresos de divisas, tanto de la inversión como de la actividad corriente, se utilizan para hacer las importaciones imprescindibles para cumplir con los objetivos que se marque el régimen, que nunca se sabe cuáles van a ser. Todo sigue, incluso hoy, dependiendo de las ocurrencias de Fidel Castro.

6.

El mayor generador neto de divisas es la comunidad cubana exiliada, que suman hoy alrededor de dos millones de personas y que transfieren a sus familiares alrededor de 1.000 millones de dólares anuales para que puedan sobrevivir. Esas divisas sólo se pueden gastar, en teoría, en los comercios públicos instalados por el régimen donde, a precios de expolio, los afortunados con un familiar generoso en el exterior puedan comprar bienes imprescindibles para sobrevivir.

Estos factores, la herencia del pasado, la ayuda y los créditos del socialismo, los créditos occidentales, las inversiones extranjeras en los sectores generadores de divisas, el turismo y las transferencias de los exiliados a sus familiares, explican el origen de los fondos de los que ha dispuesto, y dispone, el régimen castrista para permitir que la economía cubana siga renqueando.

La falta de un sistema económico mínimamente racional explica, a su vez, que esa ingente suma de factores positivos se haya traducido, solamente, en el mantenimiento de un mínimo nivel de vida, mientras la capacidad de producción autónoma de la economía cubana es cada vez más reducida. Hasta el punto de que incluso la producción de azúcar es un 70% inferior a la de 1959.

Pero las carencias económicas no se explican sólo por la irracionalidad del sistema económico. Desde 1959 ha habido otros objetivos que han absorbido una gran parte de los recursos disponibles:

1.

El aparato policial y represivo. Cuba es una dictadura en la que lo único que funciona es la policía, que utiliza la violencia y el miedo de una población sometida, a la que se obliga a trabajar por sueldos de miseria, así como para evitar cualquier tipo de contestación al régimen. Un aparato represivo de esta naturaleza ha absorbido, y absorbe, una gran cantidad de recursos económicos.

2.

El ejército. Durante muchos años el primero –o el segundo, tras Brasil– más poderoso de América Latina. Las guerras explican el papel de los militares en la Cuba actual. Los mandos manejan una parte sustancial de la economía generadora de divisas y controlan los sectores económicos internos más sensibles para el mantenimiento del régimen. Y siguen suponiendo un coste muy elevado para una economía en contracción o en estancamiento permanente.

3.

Las intervenciones en el exterior. No sólo en el pasado, en América Latina, Medio Oriente y África. No sabemos cuánto cuesta la presencia de militares, policías, médicos y otro personal sanitario y educadores en Venezuela. No es imposible que, si se pudiera valorar, el coste para la economía cubana fuera superior a los subsidios que recibe de Chávez. Pero, nuevamente, lo importante no es la economía sino lo que decida “el comandante”.

El factor clave, el que explica –como se ha expuesto anteriormente– que pueda mantenerse un régimen tan ineficiente económicamente, es el miedo. Los cubanos críticos con el sistema saben que si manifiestan sus opiniones tanto ellos como sus familiares perderán su trabajo, y que sus hijos serán discriminados en las escuelas y que no podrán estudiar en la universidad. Saben que tendrán que buscarse la vida en la economía informal o conseguir la ayuda de algún familiar que viva en el extranjero. Y si sus críticas suben de tono y se convierten en disidentes saben que ellos, y sus familias, serán golpeados aleatoriamente y encarcelados por tiempo indefinido.

El miedo del conjunto de los trabajadores y del resto de la población consigue, sin embargo, el mantenimiento de un cierto nivel de producción nacional, así como de intercambio y venta de lo producido en las empresas públicas a los precios que dicta el régimen. La economía cubana es un no-sistema económico, en el que los bienes y servicios se producen, se intercambian y se distribuyen en función de los precios –y en las cantidades– que decidan las autoridades. Que, a su vez, no tienen otro remedio que apoyarse en la práctica de 50 años de transacciones obligatorias para conseguir, finalmente, suministrar algunos bienes y servicios finales a la población, al ejército y al aparato represivo.

No hay nada más incierto que la forma en que terminará la dictadura castrista. Lo que sabemos de otros regímenes dictatoriales de países comunistas o del tercer mundo en los que el poder se ejerce, o se ha ejercido, con carácter exclusivamente personal, como Corea del Norte, China, Siria e Irak es que en todos los casos los dictadores intentan imponer una sucesión familiar, que puede tener éxito o no. En el caso de Cuba, Raúl, heredero de su hermano, no tiene sucesor. Su dinastía se extinguirá con la desaparición de ambos.

El poder se lo disputarán los militares y la policía política y el resultado es imprevisible. Pero parece difícil creer que un régimen tan personalista como el cubano pueda sostenerse sin grandes cambios, políticos y económicos.

«Todas las empresas generadoras de divisas ya se han repartido entre la policía, los militares, la familia y los burócratas más afines a los Castro. Habrá luchas entre esas mafias.»

Si hubiera una revolución, pacífica o violenta, el cambio económico sería inevitable. Si hubiera una transformación a la china, lo que sin duda quiere toda la nomenclatura cubana, habría en lo económico grandes cambios, incluyendo la privatización de la mayoría de los activos del sector público.

Pero el proceso de privatización no será como el de la Rusia de Yeltsin. Todas las empresas generadoras de divisas ya se han repartido entre la policía, los militares, la familia y los burócratas más afines a los Castro. Habrá luchas entre esas mafias, venganzas y reasignación de participaciones. Pero la nomenclatura intentará poner en valor sus activos abriendo la economía y privatizando para obtener, finalmente, patrimonios personales y no sólo corporativos.

Lo que es seguro es que, económicamente, Cuba pasará por una época caótica, en la que todo dejará de funcionar. Hasta que la libertad en la fijación de precios determine qué es y qué no es rentable producir. Un periodo de transición en el que desaparecerá una parte sustancial de la industria y en el que deberían producirse inversiones en el sector agrario –de una tierra que tendrá que ser propiedad de alguien– y en el sector del turismo, el más claramente competitivo. Una transición que tendrá que soportar una población envejecida demográficamente, que no contará con pensiones públicas cuando se retire ni servicios médicos mínimamente aceptables.

Tendrá, sin embargo, la posibilidad de apoyarse en las inversiones que pueda llevar a cabo la colonia cubana que vive en el exterior, que sabe que puede contar con un nivel de formación media de la población cubana, junto con un conocimiento exhaustivo de la situación de las infraestructuras y de los diferentes sectores económicos. Los capitales necesarios para ir reconstruyendo la economía existen en potencia. Lo que, lógicamente, no va a ocurrir es un proceso de inversión desde el exterior sin un proyecto político que ofrezca un mínimo de seguridad a todos, trabajadores, empresarios e inversores

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lunes, 2 de mayo de 2011

UN CUENTO DE HADAS REAL. ALEJANDRO A. TAGLIAVINI

Empezaré por el final: el futuro de la humanidad no pasa por la tediosa, trillada, discusión acerca de si se privaiza o se estatiza, sino por cambiar el primitivo y liberticida paradigma de autoridad actual, según el cual, ésta debe tener poder coactivo (el monopolio de la violencia) para ser tal. Mientras que este tipo de "gobierno" destruye, toda evidencia reafirma los argumentos científicos: la autoridad real, que logra objetivos del modo más eficiente, es moral, ergo, opuesta a la violencia, incluso en la defensa. Cualquier sicólogo serio sabe que las personas obedecen más a quien tiene autoridad moral que a quien empuña un arma. 

Kate Middleton realizó su cuento de hadas. Pero además, impuso modas, enriqueció a muchos que venden todo tipo de sourvenirs. El traje transparente con el que conquistó al Príncipe, que lució en un pase de modas benéfico, costaba € 35 pero se subastó por € 12.000. Danielle Helayel se hizo archifamosa por ser la diseñadora del vestido azul que Kate usó durante su compromiso, que se agotó en las tiendas. La cantidad de telespectadores de la boda se estimó en 2.000 millones. Esto sí que es influencia y capacidad de lograr objetivos, mucho más que la de cualquier político.

Cuando, en 1981, Antonio Tejero asaltó el Parlamento español, fue el Rey, y no el Presidente, el que detuvo el golpe. "Nuestra monarquía es garante del cumplimiento de la Constitución y democracia", asegura un intelectual español. ¿Cómo? ¿Un poder sin mando militar ni policial garantizando la supervivencia de otro que sí lo tiene? El monarca no "gobierna", "reina". "¿Por qué todavía existen (las monarquías), huérfanas de poder real?", se pregunta Joaquín Roy. "La explicación reside en... el 'poder blando'... etiqueta debida al politólogo de Harvard Joseph Nye,... (que es la) base de la influencia de... organizaciones desprovistas del impresionante poder ejecutivo de orden militar... Ese 'poder blando'... (es) respetado por el 'poder duro'", asegura Roy.

La iglesia Católica, y su Estado Vaticano prácticamente sin armas, es la institución más antigua de Occidente, sobreviviendo a todos los imperios incluidos los nucleares y, sin dudas, tiene mucho más autoridad real que cualquier fuerza armada, en términos de influencia histórica. En contraposición con las empresas estatales y su proverbial ineficiencia y corrupción, Internet ha sido construido sin nadie a cargo, guiado solamente por el liderazgo moral de personajes que hicieron aportes efectivos para su desarrollo.

Las sociedades no existen gracias a un Estado con "poder" policiaco capaz de "contener la maldad humana", sino porque naturalmente el hombre tiene vocación social y es, básicamente, moral: si todos salieran a robar, no habría guardias para detenerlos. El principio científico es sencillo (por el contrario, es incoherente afirmar que la violencia puede traer paz). Dicen M. Artigas y J. J. Sanguinetti, en su "Filosofía de la naturaleza", que los fenómenos naturales son espontáneos, porque son intrínsecos, surgen de suyo del interior de la persona. Por el contrario, la coacción al ser extrínseca, destruye a la naturaleza, humana, social y en general; y por eso se tiende a violar las leyes de los gobiernos: porque son antinaturales, destructivas. Por caso, para evitar impuestos, durante un año los ejecutivos de Yahoo, Apple y Google ganaron un dólar como salario, ¡pero millones en opciones y bonos!

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viernes, 29 de abril de 2011

CREER ES NO SABER. EMILIO LUIS GUERRA

Afirmaba el profesor Lidwing Von Mises, siguiendo los lineamientos de Karl Menger y toda la escuela de Austria que el individuo a través de sus acciones y omisiones, expresa valoraciones, y que al optar entre un bien u otro estaba determinado el precio no de un producto sino de todos los que existen en el mercado; y a este sistema de valoraciones se lo denominó "la teoría Subjetiva del valor", ya que no serían los bienes y servicios (incluido el trabajo) lo que da valor a las cosas sino que es el individuo , en relación a su contexto, es quien determina la cuantía valorativa de los siguientes bienes existentes; estableciendo los medios correctos para poder optimizar los escasos recursos ante los fines que el sujeto actuante va estableciendo.

Ahora bien, el mecanismo metodológico utilizado para la elaboración de la breve síntesis aquí esbozada, es subjetiva u objetiva?...definitivamente -para un real estudio ver "La Acción Humana" en su capítulo epistemologico-, el método aquí empleado es objetivo ya que las leyes logicas utilizadas por el autor nos permiten , de modo incuestionable, obtener un resultado gnosiológico correcto, Pero es aquí, precisamente, donde la eximie filosofa Ayn Rand descubre que esa metodologia cuando es aplicada por el individuo permite encontrar las repuestas científicas a los cuestionamientos, no solo económicos sino tambien metafísicos, epistemologicos, morales, políticos y estéticos de la filosofía, otorgándole a estas cuestiones las bases y cimientos necesarios, permitiendo establecer los fundamentos mismos del quehacer humano; siendo la tarea de la filosofía, escribió Rand , la de proveer al hombre con un punto de vista comprensivo de su vida. Este punto sirve como base, como marco de referencia para la totalidad de sus acciones, mentales y/o físicas, psicológicas o existenciales. Este punto de vista le informa sobre la naturaleza del universo con el cual ha de tratar (metafísica), le provee los medios con los cuales habrá de tratar con él, es decir los medios con los que habrá de obtener los conocimientos (epistemología), las normas a partir de los cuales elegirá sus metas y valores restantes en relación con su propia vida y carácter (ética), y en relación con la sociedad (política). En cuanto a los medios para concretar tal punto de vista, ellas son provistos por la estética .

Muchos autores creen, y precisamente porque "creen", y precisamente porque "creen" que lo objetivo se encuentra fuera del individuo actuante y la realidad; como si fuera algo que no puede saber que existe, y si existiese se torna inalcanzable para el supuestamente "limitado homo sapiens"; no hay nada mas erroneo que esta premisa, ya que ser objetivo significa ser un ser lógico y ser lógico es aplicar sus correspondientes leyes: A es A o principio de identidad es decir la unidad del ser consigo mismo, principio de no contradicción: No puede el A ser no A en el mismo tiempo y espacio, y ley del tercero excluido: No A no puede estar comprendido en A en relación al contexto que cada uno de nosotros experimentamos cotidianamente.

El hombre si quiere vivir conforme a la realidad, previamente deberá obtener tal conocimiento y para tal fin deberá utilizar su estructura mental lógica emparentandola siempre con la realidad. El objetivismo no busca la felicidad general, solo da las herramientas necesarias para que cada individuo obtenga la felicidad (aspecto moral), su propio bienestar (aspecto económico), entre otras, pero ante todo le permitirá obtener el enaltecedor título de individuo. El camino hacia tal meta existe y es el resultado de la preclara obra de una mujer que dedicó su vida para que la vida y la libertad de cada uno sea honrada en cada actitud que asumamos: Ayn Rand.

emilioluisguerra@gmail.com
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viernes, 14 de marzo de 2008

*LARRY NIEVES ESCRIBE: “EL CAPITALISMO FOMENTA LA PAZ”


*LARRY NIEVES ESCRIBE: “EL CAPITALISMO FOMENTA LA PAZ”


El capitalismo y el comercio fomentan la paz. Esta es una verdad de esas que nunca aprenderá usted en las escuelas del gobierno, ya que en estas se enseña que el comerciante y el capitalista son explotadores de la raza humana. Pero la realidad es muy diferente.

Ilustración reciente nos la proporcionó el reciente altercado entre los gobernantes de Colombia, Ecuador y Venezuela. Mientras los políticos amenazaban con desatar un conflicto bélico, donde ellos evidentemente no serían víctimas, quienes más preocupados estaban eran los comerciantes que día a día cruzan la frontera para comerciar con sus colegas del otro lado.

Y ahora, una vez que las aguas han vuelto a su curso normal, los comerciantes esperan continuar con sus relaciones pacíficas y estiman que durante el año 2008 cerca de 8 millardos de dólares en mercancías cambien de manos y crucen las amplias fronteras colombo-venezolanas. En ausencia de interferencia estatal y para-estatal dicha suma se multiplicaría fácilmente.

Es sólo la existencia de un ente de naturaleza violenta como el estado la que crea conflicto en las relaciones humanas. Por eso podemos decir que el capitalismo en su forma más pura es el verdadero promotor de la convivencia pacífica y la cooperación voluntaria entre los hombres. Y no es porque los comerciantes sean particularmente más pacifistas o comeflores que el resto de los mortales. Es porque ellos ponen en juego su capital cada día y simplemente no les conviene ninguna interrupción en sus labores diarias.

¿Se imagina usted qué hubiese sucedido la semana pasada si el comercio entre Colombia y Venezuela fuese inexistente o despreciable? Las presiones políticas por iniciar hostilidades hubiesen sido más fáciles de aceptar, puesto que habría poco que perder y en ausencia de comercio existirían pocos lazos interpersonales entre los pueblos a ambos lados de cada frontera. Bajo estas circunstancias hubiese sido más fácil (aunque todavía no trivial) vender la propaganda bélica y patriótica para convencer a la gente de aceptar una confrontación con sus vecinos. Es el hecho que las relaciones comerciales entre ambos pueblos se han mantenido robustas a lo largo de los años, lo que convenció a los políticos de ambas partes que había más que perder que ganar de una confrontación bélica y que mejor era resolver el asunto por medios diplomáticos.

Es momentos como estos que las sabias palabras del economista francés Frédéric Bastiat retumban por su veracidad y vigencia: si los bienes no cruzan las fronteras, los ejércitos lo harán.

Asegurémonos entonces de que los bienes sigan cruzando las fronteras, si es que queremos mantener la paz.