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martes, 1 de noviembre de 2011

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ¿INCITACIÓN AL ODIO? ( PIDO LA PALABRA)

¿Incitación al odio?

Un sucinto análisis más allá del tiempo presente, deja ver la repugnante muestra de adulancia en el discurso de encumbrados oficiales en altas esferas gubernamentales quienes se han atrevido a desafiar otro resultado electoral distinto de aquel que pueda resultar de una decisión popular que devenga en la derrota del actual presidente de la República.
 
En lo que va de siglo XXI, la praxis política ha terminado por desfalcar importantes esfuerzos en torno al propósito de asentir la consciencia ciudadana en una sociedad zarandeada por los fantasmas de la consternación en todas sus manifestaciones. Desde los que asoman la inseguridad jurídica, hasta los que muestran las carencias, las tribulaciones y las injusticias. Y si a esto se suma el maniqueo derivado del cuadro de salud del presidente de la República, quien valiéndose de la situación busca azuzar emociones e incitar sensibilidades que busquen comprometer actitudes proselitistas que tiendan a favorecerlo en su afán por mantenerse en el poder, el cuadro político nacional pinta sombrías expectativas. Sobre todo después de jugarse “a Rosalinda”. O de apostar al hecho que podría significar su reelección mediante el solapado soborno de la fuerza militar  representado en el aumento de sueldo a dicho sector en un 50% y con efecto retroactivo.

Un sucinto análisis más allá del tiempo presente, deja ver la repugnante muestra de adulancia en el discurso de encumbrados oficiales en altas esferas gubernamentales quienes se han atrevido a desafiar otro resultado electoral distinto de aquel que pueda resultar de una decisión popular que devenga en la derrota del actual presidente de la República. Indudablemente, esto desbordó el malestar de la población venezolana toda vez que rechaza tan impúdicos anuncios que no reflejan otra cuestión distinta de lo que en política se denomina: régimen dictatorial.

Al lado de esta situación, el país político ha vivido recurrentemente el problema de anuncios de aumentos salariales cuyo monto, además de ser producto de una determinación que desconoce necesidades planteadas por el trabajador, reproduce una realidad humillante. Particularmente pues no sólo termina incumpliéndose, sino también luce insatisfactoria en términos de la aguzada inflación que afecta toda posibilidad de mejorar la calidad de vida del venezolano en cualquiera de las ocupaciones y oficios en los que modesta y abnegadamente labora.

Es así como maestros, profesores universitarios, profesionales de la salud, policías y demás actores sociales al servicio de la administración pública, en posiciones de mediano y bajo rango, pese a sus protestas y huelgas de hambre, son vapuleados por la verborrea presidencial al momento de prometer condiciones salariales que escasamente rayan en meras dádivas. Igual sucede con los situados, presupuestos universitarios y de corporaciones estatales toda vez que el alto gobierno no respeta la justa y necesaria distribución que debe realizar en función de deberes constitucionales y derechos políticos.

Comparar el grosero aumento del sueldo del sector militar, ya incrementado en un 30% (2008) y en 40% (2010) con el menguado salario del sector civil, incita un descontento atroz que termina creando una rotura social, aparte de la polarización política y sus nefastas consecuencias. Es pues que encubriéndose en ridículas argucias como las aludidas por “el arduo trabajo de los militares” (¿cuál), que “no tienen horario” (para qué), porque “no tienen sindicato” o porque ello obedece al “odio de la burguesía”, el presidente sólo está zanjando más aún la diferencias que ahogan este país entre hechos exclusión, corrupción, discriminación y perversión que han caracterizado la gestión política emprendida con la aviesa intención de derrumbar la democracia para sustituirla por una autocracia. Acaso ¿no es esto una traslúcida incitación al odio? ¿O es que sembrar discrepancia o disparidad en un país que supuestamente “es de todos”, no es incitación al odio?

VENTANA DE PAPEL

¿BOZAL DE AREPA O INCONDICIONAL?

No hay duda de que el presidente de la República continua obteniendo provecho del resentimiento nacional que ha inculcado su discurso de rabia y virulencia. La división y el enfrentamiento que ha dejado en la sociedad venezolana, es hoy caldo de cultivo de una posible confrontación entre sectores y actores políticos, económicos o sociales. De ahí que resulta de sumo peligro el hecho de que se haya dado un incremento del sueldo militar que, a toda vista, luce contrario al principio de igualdad que ordena la Constitución cuando alude a él entre los valores superiores del ordenamiento jurídico que traza los canales sobre los cuales Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, según lo estipula el artículo 2 de la Carta Magna.

Entonces, ¿qué pasaría si en medio de tan marcadas diferencias entre el sector militar y el civil se produce una confrontación animada por la declaración de rastrera sumisión de altos oficiales que sacrificaron su conciencia por una irracional y ciega obediencia? Sobre todo, cuando han convertido el poder en razón y sentido de vida. ¿O es expresión de lo que llaman “bozal de arepa” o es sólo el simple resultado de ser incondicional?

ACELERAR LA “REPOLARIZACIÓN”

¿Sabe usted lo que significa “acelerar la repolarización”? Aunque tal frase pertenece al intoxicante léxico del presidente de la República expresada el pasado viernes a través de una llamada telefónica a Venezolana de Televisión, VTV, su acepción es sinónimo de más separación entre los factores políticos que hacen vida activa en el país. No exactamente para referirse al crecimiento del denominado Polo Patriótico, como lo pretendió públicamente.

El mismo personaje que clama piedad ante el Santo Cristo de la Grita o aduce su fe católica ante el Dr. José Gregorio Hernández, sigue incitando el odio entre venezolanos por razones de burda politiquería que encubre con desviaciones que buscan hacer creer que “las nubes son de algodón de azúcar mezclado con leche”. Tanto que manifestaba telefónicamente que la posibilidad inalcanzable de acordar cualquier acercamiento con la oposición, “sería la muerte (…) ellos allá” y quienes quieran patria deben “seguirme”. ¿Acaso con criterios así de insidiosos podrá el país salir del atolladero que el propio régimen ha incitado con su manera retorcida de procurar cambios que atiendan el pensamiento bolivariano?

¿QUÉ MÁS IBA A PENSARSE?

Imaginar que la decisión de la Sala I de Apelaciones del Tribunal Supremo de (In)Justicia sería de conformidad con principios de justicia, resultaría un exabrupto del tamaño de una catedral. Y en efecto, así sucedió toda vez que el fallo declaró sin lugar la apelación introducida por la defensa legal del periodista Leocenis García, director fundador del crítico semanario Sexto Poder.

Esto quiere decir que tras la decisión conocida este viernes, el comunicador social seguirá privado de su libertad por inverosímiles razones que nadie, con alguna holgura mental y capacidad intelectual, se la creería. Y a todas estas, ¿dónde quedan las libertades políticas que supuestamente permiten la expresión, la opinión, la información y la comunicación sin más requerimientos que la veracidad y la objetividad? ¿Dónde están los derechos humanos cuando hablan en nombre de esas mismas libertades? Con razón que el examen por el cual pasó el estado venezolano representado por conspicuos funcionarios, no alcanzó ni siquiera la mínima nota. Venezuela desaprobó el examen. Muy a pesar de que quiso “copiarse” con al ayuda de representaciones compradas como la de Cuba cuyos alegatos a favor de Venezuela, fueron vergonzosos por mentirosos y descarados.

MUERE LA PROPIEDAD PRIVADA. Q.E.P.D.

Con la aprobación por parte de la bancada oficialista de la Asamblea Nacional, fenece el último reducto que, por ahora, contaba los propietarios de inmuebles para convalidar sus derechos constitucionales. Esta normativa además de desequilibrada en virtud del carácter desigual con el cual fundamenta sus criterios, es contradictoria por cuanto desdice del principio de justicia que sirve de razón a los valores que aduce la Constitución para exhortar las garantías que promueven el bienestar y el respeto hacia todo ciudadano, indistintamente de su credo, religión, sexo o postura político–ideológica.

Todo lo que refiere dicha ley, en lo grueso y en lo fino, defiende los intereses del inquilino por lo que resulta casi inmediato la posibilidad que tiene para arrebatarle al dueño del inmueble su propiedad sin consideración o alguna justificación de peso. Así que al beneficiar una sola de las partes, esta ley se convierte en una normativa que atenta contra toda legalidad que busque reivindicar la democracia en su terreno jurídico y social. De esta forma, muere la propiedad privada en el país. Q.E.P.D.

Antonio José Monagasa
monagas@cantv.ne

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lunes, 27 de junio de 2011

ALBERTO RECARTE: EL CASTRISMO: UNA HERENCIA ECONÓMICA CATASTRÓFICA.

Cuba es el país que más ayuda exterior, en términos absolutos y relativos, ha recibido del mundo al que intentó exportar su revolución.

En este trabajo, publicado en el número 135 de la revista Estudios Empresariales de Deusto Business School – Campus de San Sebastián, se expone la política económica del castrismo, sus concepciones y sus consecuencias. Esta comenzó siguiendo el dictado del Che Guevara pretendiendo eliminar hasta el mismo dinero. Luego se convirtió a la planificación central. De la Unión Soviética recibió abundantes subvenciones, pero su desaparición le obligó a adoptar incentivos. La Venezuela chavista volvió a garantizar la supervivencia del régimen dictatorial de los Castro. Por todo ello, Cuba es el país que más ayuda exterior, en términos absolutos y relativos, ha recibido del mundo al que intentó exportar su revolución.

La falta de un sistema económico mínimamente racional y eficaz explica su triste situación actual: su capacidad de producción mengua sin cesar y todo cuanto logra es mantener un nivel de vida mínimo. Lo más triste de todo es que a la oligarquía castrista lo único que les preocupa es reformar su economía para mantener su poder absoluto.

Hace mucho tiempo que no hay datos fiables, siquiera aproximados, sobre la economía cubana. Desde 1959 a 1969, el castrismo fue guevarista, empeñado en la destrucción de la contabilidad y del dinero como medio de pago. Tras el fracaso de la zafra de los 10 millones, en 1969, el castrismo se convirtió a la planificación soviética. Por unos años, hasta que la subida de los precios del azúcar en el periodo 73-76 y el aumento de la ayuda de la URSS permitieron a Castro involucrarse en las guerras africanas: Angola, Somalia, Etiopía y Eritrea fueron algunos de los países en los que hubo ejércitos cubanos desde 1976 hasta mediados de los ochenta. La economía cubana pasó a ser la de un país en guerra, volcada a la intervención exterior, sometida a las necesidades de los grandes ejércitos a los que acompañaban sanitarios y educadores. La perestroika de Gorbachov puso fin a las intervenciones exteriores del ejército cubano. La caída del muro en 1989 y la desaparición de la URSS dejaron a la economía cubana sin los subsidios soviéticos que supusieron, como mínimo, alrededor del 30% de su PIB anual desde 1970 a 1990. La economía cubana entró, entonces, en lo que se denominó un “periodo especial”, caracterizado por la adaptación a una situación en la que la ayuda soviética había desaparecido. Fue el segundo periodo desde 1959 –el primero ocurrió entre 1970 y 1976– en el que el líder máximo aceptó la introducción legal de algunos incentivos económicos, hasta que la conquista del poder por Chávez en Venezuela permitió, desde principios del nuevo siglo, recuperar subsidios del exterior y asegurar que la población no pasara hambre. Fidel Castro eliminó entonces algunas reformas e intentó retomar los principios guevaristas. Cuba volvió a ser “anti-capitalista” sin intentar, siquiera, la planificación. La enfermedad de Fidel Castro y los límites de la ayuda de Chávez obligaron, hace ahora alrededor de cinco años, por tercera vez a iniciar otra política de reformas para permitir que una mínima racionalidad elevara la producción y el comercio de alimentos y algunos otros productos básicos. Ésta ha sido la historia de la política económica del castrismo. El siguiente capítulo comenzará cuando muera el tirano.

«Lo único que preocupa a la oligarquía castrista es cómo reformar la economía para mantener el poder político absoluto de la nomenclatura.»

Mientras en el exterior discutimos sobre si el régimen castrista evolucionará hacia un modelo chino o vietnamita, en el interior lo único que preocupa a la oligarquía castrista es cómo reformar la economía para mantener el poder político absoluto de la nomenclatura, en la que participan la familia Castro, los mandos militares, la policía política y los burócratas del régimen. En la duda, se ha depurado a los que querían más cambios y más poder, y se ha optado, nuevamente, por la represión política y autorizado unas mínimas reformas para evitar las hambrunas.

En la Cuba castrista no hay estadísticas fiables, ni mediciones homogéneas de la actividad, ni un sistema de precios que permita asignar los recursos en función de su rentabilidad. Hay precios que no se han movido desde principios de los años 60, otros de los 70, los 80 y los 90, hasta precios actualizados –algunos, incluso, en dólares– para un pequeño conjunto de bienes de importación que se pueden adquirir por toda la población o por pequeños grupos, seleccionados con criterios políticos. Desde 1993 hasta 2004, en Cuba convivieron tres monedas: el dólar norteamericano, el peso cubano convertible –que tenia la misma cotización que el dólar– y los pesos nacionales, que tenían un tipo de cambio oficial de 24 pesos nacionales por 1 peso convertible. En 2004, aprovechando la mejoría que supuso la ayuda venezolana, se prohibió la circulación del dólar norteamericano. En 2005 el peso convertible fue revaluado un 8% en relación con el dólar. En 2011 se ha vuelto a la paridad peso convertible-dólar norteamericano para intentar mejorar la competitividad del sector turístico.

El único factor de homogenización para medir lo que se produce y lo que se invierte es el conjunto de precios del mercado negro en el que se comercializan dólares, pesos convertibles, pesos nacionales no convertibles y algunos bienes y servicios. En este mercado, la oferta y la demanda fijan precios; precios que, obviamente, dependen de la cantidad de pesos que pone en circulación el Banco Central, de la cantidad de pesos convertibles que tiene a la población –por transferencias de los exiliados a sus familias–, del suministro de productos alimenticios que se permite que los campesinos vendan en los mercados y algunos servicios que, legal o ilegalmente –en su mayoría– se comercializan también en esos mercados, y de la importación de bienes de consumo, duraderos y no duraderos, que lleva a cabo el Estado cubano y que legal –y sobre todo ilegalmente– terminan, también, en el mercado negro.

Estos precios, precios del mercado negro, no existen para las autoridades. De hecho, los responsables económicos no utilizan ningún sistema de precios para tomar decisiones económicas. Saben que los oficiales son ficticios. Las decisiones económicas se toman por los “planificadores” en función de las carencias; por ejemplo, la falta de carbón para poner en funcionamiento las centrales térmicas existentes, la falta de transportes para la población, la falta de camiones para mover mercancías, las faltas graves de alimentos, de medicinas, de camas de hospital o de quirófanos. Y, por supuesto, la falta de energía eléctrica. Los salarios, por su parte, se fijan para que la mayoría pueda pagar los mínimos suministros que se consiguen con la raquítica cartilla de racionamiento, con los que es imposible vivir. En eso consiste la política económica. En intentar resolver los cuellos de botella que se presentan y que nadie muera de hambre. El resto es un lujo. Lo es la alimentación no racionada, la vivienda, la electricidad, los libros, la atención hospitalaria, las medicinas, los coches y camiones, los carburantes, el vestido, el calzado…


«Nadie puede disponer de medios económicos suficientes para vivir al margen de lo que decida el líder máximo.»

El castrismo, como ideología, sólo tiene un dogma: que “el comandante” es el único cubano con capacidad para pensar y decidir lo que necesitan sus súbditos. El dogma tiene dos caras: la primera que el poder tiene que ser absoluto; la segunda, que nadie pueda disponer de medios económicos suficientes para vivir al margen de lo que decida el líder máximo. El gran enemigo es, en esta elemental ideología, la propiedad privada. Por eso se nacionalizaron primero y se estatizaron después todos los medios de producción, desde las fábricas hasta los comercios, desde la tierra hasta las oficinas o los medios de transporte. Fidel Castro se ha disfrazado con todo tipo de ropajes a lo largo de los interminables 52 años en los que ha ejercido la tiranía. Ha sido guevarista, soviético ortodoxo, golpista en América Latina, militar en África, colaborador de narcotraficantes, incluso cercano al sistema capitalista a mediados de los 70, pero siempre ha tenido claro un principio: en Cuba nadie debe poder ganarse la vida autónomamente de una forma continuada. Siempre ha tenido claro que la propiedad privada es el germen de la libertad de pensamiento. Y en Cuba sólo él se considera con capacidad para pensar correctamente y decidir lo que conviene a todos y cada uno de los 11 millones de cubanos.

En los tres momentos de mayor riesgo político y económico del régimen, el primero después del fracaso de la zafra de los 10 millones de toneladas, el segundo tras la desaparición de la URSS y, el tercero, el actual –con ayuda venezolana, pero limitada–, los responsables económicos, siempre dirigidos por Raúl Castro, han hecho algunas reformas que han consistido en permitir cierta libertad económica para producir alimentos, para comercializarlos y para abrir pequeños negocios. Vigilando siempre que ningún cubano pudiera tener demasiados ingresos. La propiedad privada sigue siendo, y es, el enemigo. A pesar de que cada vez que se liberaliza la actividad económica, aumenta la producción y mejora el bienestar de la población. La actividad normal, la pública, es ineficiente, pesada, corrompida, militarizada o cedida parcialmente a empresas extranjeras. Se administra por la burocracia castrista.

Con este “sistema”, por llamarlo de alguna forma, económico –algo que los progresistas de este mundo no entienden ni aceptan– lo llamativo es que en la Cuba castrista no haya hambrunas, que el nivel educativo asegure una formación entre baja y media y que el sanitario evite las epidemias y haya reducido al mínimo la mortalidad infantil. Algo que se consideran triunfos fundamentales en el exterior de Cuba, sobre todo por los que creen que esos triunfos se han logrado a pesar del “bloqueo” norteamericano. Un bloqueo que permite a Cuba comerciar con todo el mundo, excepto con Estados Unidos y con empresas norteamericanas. Que no ha impedido que Cuba suspenda pagos en rublos convertibles, en divisas de países occidentales y en moneda nacional, hasta el punto de que el tipo de cambio oficial del peso convertible es 24 veces el del peso con el que los cubanos se ganan la vida. Y que tampoco ha impedido que haya grandes inversores extranjeros, sean españoles (tabaco y hoteles), canadienses (níquel) o de otras nacionalidades.

«No existe ningún medio para medir el valor de la producción de bienes y servicios cubanos.»

Las instituciones internacionales, ya sean el FMI, el Banco Mundial, el Banco lnteramericano de Desarrollo –de ninguna de las cuales quiere ser miembro el régimen castrista– no pueden medir su PIB, ni la renta per capita de sus ciudadanos. Por más que se empeñen los organismos nacionales cubanos y las cátedras especializadas de las universidades norteamericanas, no existe ningún medio para medir el valor de la producción de bienes y servicios cubanos. Conscientes de esta limitación, los burócratas del régimen se dedican a elaborar y publicitar estadísticas de producción, en toneladas, metros u otras unidades físicas, de todo tipo de bienes. Que esos bienes se hayan producido, que tengan algún valor práctico, o que su calidad permita que se aprovechen, no es relevante para el régimen. Igual ocurre con los servicios. Lo importante para el régimen y sus estudiosos es resaltar que en Cuba no hay analfabetismo, y que se licencian anualmente decenas de miles de maestros, médicos e ingenieros. Lo que sepan no importa.

Hay que reconocer que el régimen ha conseguido la aceptación, por parte de los organismos interesados en la economía cubana, de que sus estadísticas se hayan traducido a un nivel de renta per capita y a un PIB nacional comparable con los del resto de los países, lo cual es un error imperdonable. En Cuba no hay precios. Todo es tan falso como lo eran las estadísticas de Alemania Oriental, que parecía ser una economía avanzada antes de que la reunificación pusiera al descubierto su miseria. En Cuba solo hay tres o cuatro objetivos económicos medibles. Siempre cuantitativos, nunca valorables monetariamente.

Sin embargo, no cabe duda de que mantener alimentada y formalmente educada a una población que ha pasado de 6 millones de habitantes en 1959 a 11 millones en 2010, sin un sistema económico digno de ese nombre, es un logro, que puede explicarse, en gran parte, por una serie de factores económicos que se exponen a continuación, pero que resultan insuficientes. Para explicar la supervivencia del régimen hay que tener en cuenta los factores políticos: la realidad de una tiranía bien organizada, que cuenta con el miedo, y con el terror continuo, para mantener mínimamente activos a todos los trabajadores cubanos. Los factores económicos por sí solos, aunque importantes, como se verá a continuación, no pueden explicar el mantenimiento de un régimen tan ineficiente como el cubano.

1.

Cuba era un país próspero en 1959. Con una moneda solida, convertible en dólares, con un nivel de analfabetismo de sólo el 21% (en España era de más del 32% ese año), con una cultura moderna, con un comercio exterior equilibrado y cada vez más diversificado, y, lo más importante, con un nivel de formación profesional de primer orden en muchos sectores, empezando por el educativo, el sanitario y el de la producción agraria. Por más que, políticamente, fuera un país corrupto, una auténtica república bananera.

Muchas de las infraestructuras existentes en ese momento (carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles y viviendas y otras edificaciones) siguen siendo utilizadas en 2011. En más de 50 años apenas se han construido 300.000 viviendas, de una espantosa calidad, mientras la población se ha doblado. Por eso los cubanos viven hacinados en las antiguas viviendas construidas antes del triunfo de la Revolución.

2.

Cuba es el país que más ayuda exterior ha recibido en el mundo, en términos absolutos y relativos, en estos 50 años. De la URSS, de los países del este europeo hasta su liberación y de Venezuela, desde que Chávez se hizo con el poder.

Ha sido una ayuda en forma de bienes físicos, como el petróleo, el trigo, los fertilizantes y el acero, o de construcción de fábricas –aunque con tecnología soviética– o de créditos para utilizar en los países del antiguo COMECON. Imposible calcular cuánto supuso esa ayuda. Ciertamente más del 30% del PIB desde finales de los sesenta hasta la desaparición de la URSS. Además de la ayuda directa, Cuba recibía créditos de los países comunistas. Sólo en créditos impagados, Cuba debía más de 30.000 millones de “rublos convertibles” a Rusia en 1991. Más del 100% del PIB cubano de ese año.

Por otra parte, la colaboración militar, que no aparece en ninguna estadística, ni en las soviéticas ni en las cubanas, multiplica lo recibido por Cuba, que tuvo en África ejércitos de miles de hombres a los que la URSS armaba pero a los que Cuba aportaba la tropa, junto con decenas de miles de educadores y sanitarios que nunca sabremos cómo se financiaban pero que posiblemente, en parte, se hacía con dinero cubano, a costa de la economía nacional. Son innumerables los casos que cuentan los exiliados de ocasiones en los que se “canibalizaron” plantas industriales para conseguir equipos para enviar a África. O del desplazamiento de técnicos y especialistas, a los que se “sugería” que pasaran unos años en algún país africano, aunque ello supusiera la paralización de otros proyectos imprescindibles para la economía cubana.

3.

A partir de 1971/72 Cuba se convierte, aparentemente, en una economía socialista más y los países occidentales, sus bancos y sus gobiernos, consideraron que el riesgo político había desaparecido. En apenas 10 años, Cuba se endeudó en más de 6.000 millones de dólares. En 1983, como resultado del deterioro de una economía que no fue capaz de soportar las guerras africanas y el suministro a la población de servicios médicos, educativos y de productos alimenticios sin ningún tipo de pagos ni de impuestos, así como de decisiones económicas incoherentes por parte de Fidel Castro, Cuba suspendió pagos en divisas. Veintiocho años después, en 2011, todavía no se ha sentado en la mesa de negociación con sus acreedores. Los créditos exteriores impagados, desde mediados de los ochenta, a los países de economía de mercado deben sumar, hoy, alrededor de 10.000 millones de dólares.

4.

Hasta la desaparición de la URSS, Fidel Castro no permitió el desarrollo del turismo, al que tachaba de corruptor. Después, en el “periodo especial”, cambió la política hasta el punto de que las “jineteras” y “jineteros” se convirtieron en uno de los mayores atractivos del turismo cubano.

5.

Desde entonces, desde 1991/92 hasta hoy, se ha permitido que en algunos sectores generadores de divisas –turismo (con el que se ingresan, en bruto, alrededor de 2.500 millones de dólares), tabaco y minería (níquel), básicamente– entrara inversión extranjera, aunque siempre en minoría, en empresas mixtas. La parte cubana está representada en esas empresas por la policía política, los militares o los burócratas más próximos a la familia Castro. Los ingresos de divisas, tanto de la inversión como de la actividad corriente, se utilizan para hacer las importaciones imprescindibles para cumplir con los objetivos que se marque el régimen, que nunca se sabe cuáles van a ser. Todo sigue, incluso hoy, dependiendo de las ocurrencias de Fidel Castro.

6.

El mayor generador neto de divisas es la comunidad cubana exiliada, que suman hoy alrededor de dos millones de personas y que transfieren a sus familiares alrededor de 1.000 millones de dólares anuales para que puedan sobrevivir. Esas divisas sólo se pueden gastar, en teoría, en los comercios públicos instalados por el régimen donde, a precios de expolio, los afortunados con un familiar generoso en el exterior puedan comprar bienes imprescindibles para sobrevivir.

Estos factores, la herencia del pasado, la ayuda y los créditos del socialismo, los créditos occidentales, las inversiones extranjeras en los sectores generadores de divisas, el turismo y las transferencias de los exiliados a sus familiares, explican el origen de los fondos de los que ha dispuesto, y dispone, el régimen castrista para permitir que la economía cubana siga renqueando.

La falta de un sistema económico mínimamente racional explica, a su vez, que esa ingente suma de factores positivos se haya traducido, solamente, en el mantenimiento de un mínimo nivel de vida, mientras la capacidad de producción autónoma de la economía cubana es cada vez más reducida. Hasta el punto de que incluso la producción de azúcar es un 70% inferior a la de 1959.

Pero las carencias económicas no se explican sólo por la irracionalidad del sistema económico. Desde 1959 ha habido otros objetivos que han absorbido una gran parte de los recursos disponibles:

1.

El aparato policial y represivo. Cuba es una dictadura en la que lo único que funciona es la policía, que utiliza la violencia y el miedo de una población sometida, a la que se obliga a trabajar por sueldos de miseria, así como para evitar cualquier tipo de contestación al régimen. Un aparato represivo de esta naturaleza ha absorbido, y absorbe, una gran cantidad de recursos económicos.

2.

El ejército. Durante muchos años el primero –o el segundo, tras Brasil– más poderoso de América Latina. Las guerras explican el papel de los militares en la Cuba actual. Los mandos manejan una parte sustancial de la economía generadora de divisas y controlan los sectores económicos internos más sensibles para el mantenimiento del régimen. Y siguen suponiendo un coste muy elevado para una economía en contracción o en estancamiento permanente.

3.

Las intervenciones en el exterior. No sólo en el pasado, en América Latina, Medio Oriente y África. No sabemos cuánto cuesta la presencia de militares, policías, médicos y otro personal sanitario y educadores en Venezuela. No es imposible que, si se pudiera valorar, el coste para la economía cubana fuera superior a los subsidios que recibe de Chávez. Pero, nuevamente, lo importante no es la economía sino lo que decida “el comandante”.

El factor clave, el que explica –como se ha expuesto anteriormente– que pueda mantenerse un régimen tan ineficiente económicamente, es el miedo. Los cubanos críticos con el sistema saben que si manifiestan sus opiniones tanto ellos como sus familiares perderán su trabajo, y que sus hijos serán discriminados en las escuelas y que no podrán estudiar en la universidad. Saben que tendrán que buscarse la vida en la economía informal o conseguir la ayuda de algún familiar que viva en el extranjero. Y si sus críticas suben de tono y se convierten en disidentes saben que ellos, y sus familias, serán golpeados aleatoriamente y encarcelados por tiempo indefinido.

El miedo del conjunto de los trabajadores y del resto de la población consigue, sin embargo, el mantenimiento de un cierto nivel de producción nacional, así como de intercambio y venta de lo producido en las empresas públicas a los precios que dicta el régimen. La economía cubana es un no-sistema económico, en el que los bienes y servicios se producen, se intercambian y se distribuyen en función de los precios –y en las cantidades– que decidan las autoridades. Que, a su vez, no tienen otro remedio que apoyarse en la práctica de 50 años de transacciones obligatorias para conseguir, finalmente, suministrar algunos bienes y servicios finales a la población, al ejército y al aparato represivo.

No hay nada más incierto que la forma en que terminará la dictadura castrista. Lo que sabemos de otros regímenes dictatoriales de países comunistas o del tercer mundo en los que el poder se ejerce, o se ha ejercido, con carácter exclusivamente personal, como Corea del Norte, China, Siria e Irak es que en todos los casos los dictadores intentan imponer una sucesión familiar, que puede tener éxito o no. En el caso de Cuba, Raúl, heredero de su hermano, no tiene sucesor. Su dinastía se extinguirá con la desaparición de ambos.

El poder se lo disputarán los militares y la policía política y el resultado es imprevisible. Pero parece difícil creer que un régimen tan personalista como el cubano pueda sostenerse sin grandes cambios, políticos y económicos.

«Todas las empresas generadoras de divisas ya se han repartido entre la policía, los militares, la familia y los burócratas más afines a los Castro. Habrá luchas entre esas mafias.»

Si hubiera una revolución, pacífica o violenta, el cambio económico sería inevitable. Si hubiera una transformación a la china, lo que sin duda quiere toda la nomenclatura cubana, habría en lo económico grandes cambios, incluyendo la privatización de la mayoría de los activos del sector público.

Pero el proceso de privatización no será como el de la Rusia de Yeltsin. Todas las empresas generadoras de divisas ya se han repartido entre la policía, los militares, la familia y los burócratas más afines a los Castro. Habrá luchas entre esas mafias, venganzas y reasignación de participaciones. Pero la nomenclatura intentará poner en valor sus activos abriendo la economía y privatizando para obtener, finalmente, patrimonios personales y no sólo corporativos.

Lo que es seguro es que, económicamente, Cuba pasará por una época caótica, en la que todo dejará de funcionar. Hasta que la libertad en la fijación de precios determine qué es y qué no es rentable producir. Un periodo de transición en el que desaparecerá una parte sustancial de la industria y en el que deberían producirse inversiones en el sector agrario –de una tierra que tendrá que ser propiedad de alguien– y en el sector del turismo, el más claramente competitivo. Una transición que tendrá que soportar una población envejecida demográficamente, que no contará con pensiones públicas cuando se retire ni servicios médicos mínimamente aceptables.

Tendrá, sin embargo, la posibilidad de apoyarse en las inversiones que pueda llevar a cabo la colonia cubana que vive en el exterior, que sabe que puede contar con un nivel de formación media de la población cubana, junto con un conocimiento exhaustivo de la situación de las infraestructuras y de los diferentes sectores económicos. Los capitales necesarios para ir reconstruyendo la economía existen en potencia. Lo que, lógicamente, no va a ocurrir es un proceso de inversión desde el exterior sin un proyecto político que ofrezca un mínimo de seguridad a todos, trabajadores, empresarios e inversores

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sábado, 16 de abril de 2011

POLÍTICA DE ESTADO. FERNANDO FACCHIN B.(ODIO Y MIEDO)

Las declaraciones de la Fiscal General de la República aparecidas en la prensa del martes 12, mediante las cuales informa sobre la imputación a un grueso número de venezolanos, civiles y militares, por los hechos del 11A, una jornada cívica masacrada por las balas asesinas de la revolución, eso demuestra, sin lugar a dudas, que para el gobierno nacional y sus áulicos, la política de estado está basada en los viles sentimientos del odio y la venganza.

De esta manera buscan atemorizar a la sociedad. K. Adenauer dijo: "En la política hay adversarios y correligionarios, estos últimos son los más peligrosos."

El gobierno ha desarrollado una política sustentada en principios, comportamientos, estrategias y directrices incompatibles con los fundamentos éticos de la democracia y los derechos humanos, se ha "politizado la justicia y, simultáneamente, se ha judicializado la política".

Esta es una práctica sistemática donde las instituciones fundamentales y los órganos del estado se han convertido en círculos de odio y venganza.

Es injusto que por odio político, se desfigure la verdad de la gesta patriótica del 11A.

Cuando el odio es muy intenso, coloca a quien odia por debajo del odiado, sin importar las causas que generen ese sentimiento. En el odio político hay una base de despotismo narcisista. El odio es una proyección visible exterior de lo invisible interior: se odia en los otros lo mismo que la persona odia en sí mismo.

Erich Fromm sostenía que "el odio surge como una respuesta ante una amenaza". La amenaza es el 2012.

La ceguera de un rencor que no perdona produce un sentimiento de repulsa muy intenso que no pocas veces cae en la misantropía, "actitud social y psicológica caracterizada por una aversión general hacia la especie humana".

Es mediocre ese sentimiento de odio expresado por el oficialismo en boca de la Fiscal. Enmascara carencia de otras motivaciones y argumentos que le den impulso. Hay innumerables citas sobre esa vulgaridad. Graham Green dijo que "el odio es carencia de imaginación".

Tennessee Williams escribió que "el odio sólo puede existir en ausencia de inteligencia". Y "cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga", decía Víctor Hugo. El odio y la venganza están camuflados con el caos del fracaso gubernamental manifiesto en los discursos mesiánicos y apocalípticos, que señalan que "sin mí el país se hunde", discurso heredado de la vecina Isla del Caribe.

Lo que en nuestro país se llama "revolución" no es una ideología, es una simbología asociada al culto de una persona que en la medida que se debilita y se aproxima su muerte política, como le está sucediendo, los pocos restos que todavía le siguen se preparan ya para su disipación definitiva, no es posible ante niveles tan bajos de demagogia, populismo, adulación, resentimiento y mentira sustentar un régimen en los estertores de su vida pública, parecen los muertos vivientes de las películas de terror, el jefe de la revolución requiere desesperadamente que se le profese o se simule profesar una lealtad incondicional y como tiene justificadas dudas de todo su entorno el pavor que ello le causa me permite recordar a Sófocles: "Para quien tiene miedo, todo son ruidos". El presidente sabe que sus "condicionales" cuando estén detrás del paraban para estampar su voto en el 2012 van a votar en su contra, por eso tiene miedo, mucho miedo.

No debemos cambiar la esencia de la justicia por el odio y la sed de venganza. El odio y la venganza como elementos comunes de las bajas pasiones, es signo de sociedades dominadas por un poder sin restricciones, hegemónico y excluyente.

Cambian los juicios y los adjetivos, cambian los personajes, pero no suelen cambiar la agresividad verbal y judicial contra la disidencia, persiste el odio, persiste la obsesión por dividir a los venezolanos, persiste la necesidad de sembrar la semilla de la discordia social.

Parecería que la revolución sólo conoce el lenguaje del agravio, la venganza y el odio. Siempre el odio, siempre el rechazo frontal, siempre dos bandos separados, siempre enfrentados por el veneno del resentimiento. Ese estilo de hacer política envilece y rebaja el nivel de nuestra vida cívica.

fernandofacchin@gmail.com
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domingo, 20 de marzo de 2011

VENEZUELA ES UN PAÌS DE DISCREPANCIAS. ZENAIR BRITO CABALLERO

Venezuela es un país que fue bendecido por el Creador al tener todas las riquezas minerales, materiales y humanas. Tenemos montañas, llanos, andes, costas y médanos, lleno de virtudes y de gente buena, pero al mismo tiempo de numerosos contrastes, discrepancias, contradicciones e ingratitudes. Con una amarga violencia, dura e injusta, generada por diversos factores, injusticia social, delincuencia, desempleo, discriminación, marginamiento, producto de una dirigencia nacional incapaz de grandes retos.

Con unos servicios de salud que dejan mucho que desear, hospitales con abultados déficits económicos, producto de un manejo administrativo torpe, clientelista y politiquero. Con una dirigencia política plagada de vicios, transmitidos a las nuevas generaciones, las cuales continúan poniendo en prácticas costumbres ancestrales mandadas a recoger en cualquier civilización pujante del mundo.

Un gobierno socialista-comunista causante de grandes males sociales y generador de conflictos desde hace más de 12 años, vengativo y con el rumbo perdido, dígase lo que se diga. Un chavismo, pues, inquisidor y de odios en una sociedad carente de amor. Sin embargo, Venezuela  es un país lleno de gentes, en su gran mayoría, magníficas, con un excelente valor humano, con recursos naturales, mineros, artesanales y económicos que cualquier nación envidiaría.
  
Por eso, pienso que el gobierno del  comandante debería en vez de estar haciendo campaña política y encadenando al país cada vez que se le ocurre,  pensar bien cuando trate de mejorar la imagen internacional de esta querida patria. Venezuela  requiere de proyectos universitarios coherentes, con visión nacional y extranjera, en busca de formar los profesionales del mañana, con una orientación diferente a la actual, ajena a las pasiones politiqueras, pues el gran problema de hoy son los "odios patológicos” y la retaliación política a la disidencia.

Por ello nuestras universidades requieren un presupuesto  justo acorde a las necesidades de cada una, un ajuste salarial según la onda inflacionaria a sus docentes, empleados y obreros, becas justas para los estudiantes y presupuesto digno para la investigación y la extensión.

Una corrupción que no respeta pintas, como se dice en el lenguaje popular, que día a día se va apoderando más de estratos respetables e importantes, porque la corrupción no tiene fronteras, no tiene diques que la atajen. No solamente está en el sector público, también viene penetrando los estamentos privados de la sociedad.

Abundan los inconvenientes para gobernar, empezando por las corruptelas incrustadas en el interior del gobierno socialista-comunista como se ha visto en los últimos 12 años, y la penetración del narcotráfico, que igualmente, como un veneno, hace estragos en la Justicia y en la política. A pesar de todo, existe un país colmado de cosas y proyectos buenos.

Una Costa Caribe alegre, pujante, en algunos aspectos y con pretensiones de convertirse en Región, para buscar mejores oportunidades de vida para esta y las próximas generaciones.

La zona caribeña, incluyendo la Isla de Margarita y la zona de Paraguanà cuentan con proyectos en materia turística, que generaría muchas divisas, especialmente para el puerto Libre. Las artesanías son otra virtud caribeña. Para muestra un botón: Santa Ana, La Asunción, Antolín del Campo, y en la zona larense la artesanía quiboreña y tintorero Se nos ocurre que mientras no haya seguridad nacional los numerosos proyectos diseñados tanto por el gobierno regional o municipal como por el sector privado se truncarían, por lo menos en un alto porcentaje, aspectos estos que preocupan a una sociedad con ambiciones de ubicarse entre los países líderes de Latinoamérica, por decir lo menos. Este país, pues, es encantador para vivir, por la calidad de sus gentes, de cualquier región que sea, de Caracas, de la Costa, de los Andes, de los llanos, de oriente o de occidente o de cualquier región del interior, es para nosotros, el mejor vividero del mundo, a pesar de la estigmatización que padecemos por culpa del mal gobierno socialista-comunista.

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿POR QUE CHAVEZ ODIA A POLAR?. MANUEL MALAVER

No es que no haya agotado mi capacidad de asombro, pero ver a Hugo Chávez regresar de Argentina, y sin haberse secado las lágrimas que presuntamente derramó por la muerte de su amigo y aliado, Néstor Kirchner, emprenderla contra Polar y su presidente, Lorenzo Mendoza, me ha colocado en la idea de que no diferencias políticas, sino odio personal, es que lo separa al teniente coronel del principal directivo de la más importante empresa privada del país.

Arrebato que podría explicarse si Mendoza y Polar se mantuvieran a la cabeza de un movimiento político opositor que buscara la caída del régimen, o que por trastienda, y entre gallos y medianoche, conspiraran con sectores militares, o de otra índole, para los mismos fines, pero que sepamos no hay nada parecido, y como fue tradición y cultura en sus fundadores, Polar sólo se enfoca desde hace cincuenta años en los objetivos para los que fue creada: la producción, procesamiento, distribución y ventas de alimentos.

Quiero subrayar que en este programa -que ya figuraba en sus bases constitutivas-, ha hecho historia, pues no sólo ha contribuido mejor que ningún gobierno a que la llamada seguridad alimentaria sea una realidad y no un sueño, sino que ha innovado creando productos como la harina pan que ha revolucionado la dieta de los venezolanos, a la par que participa en investigaciones agrotécnicas con resultados clave para que la agricultura en general, y la producción de alimentos en particular, mejoren su presencia, recurrencia y permanencia en las mesas de los hogares.

Y todo, confrontando y derrotando políticas económicas oficiales que iban, desde el control de cambio, hasta los controles de precios, pasando por licencias, permisos y decomisos que son como una carta de presentación de la corrupción venezolana de todos los tiempos.

Pero, Empresas Polar, igualmente, ha llevado a cabo iniciativas invaluables en la cultura y el deporte que sería prolijo enumerar y evaluar, sin olvidarnos de la obra social que se traduce en becas, aportes, ayuda personal y colectiva para instituciones benéficas, asistencia a comunidades para sus propios planes de desarrollo, y cobertura a pequeñas y medianas empresas que necesitan de asesorías y recursos para que los planes de sus fundadores no pasen del papel.

En otras palabras: que mucho antes del fin de la “Guerra Fría” que exponenció el interés del conjunto de los factores políticos y económicos mundiales por la suerte de los que menos tienen y de los más vulnerables y necesitados, ya Polar había andado un trecho largo en esa dirección, contribuyendo al surgimiento de la llamada “empresa social”, y por eso, independientemente de los modelos, partido y líderes que gobernaban el país, Polar ya era Polar, y simbolizaba esa voluntad venezolana de participar, de involucrarse en lo circunstancial, pero sin perder de vista que lo básico, lo permanente y lo esencial estaba en el trabajo que crea riqueza para que la solidaridad y la fraternidad no sean un fiasco.

La gran pregunta es: ¿cómo un gobierno como el de Hugo Chávez que, supuestamente, también tiene como fin el progreso y el bienestar de los venezolanos, y en particular, el de los que más sufren, el de los más pobres y los más vulnerables, no tiene como aliado sino como enemigo a Polar, no le tiende la mano para marchar juntos en el objetivo común, sino que hace todo lo posible por asfixiarla, estrangularla y desaparecerla, y por qué en lugar de incorporar sus experiencias a los planes con que pretende Chávez salvar a Venezuela, América latina y la humanidad, no hace sino negarla, presentándose él, que no ha hecho nada, o muy poco, como el norte y guía de la vida nacional?

La respuesta es sencilla y ofrece todo un decálogo del compartimiento de los demagogos que, hambrientos de poder, no tienen otro norte que granjearse apoyos entre los más pobres y los más necesitados para instaurar dictaduras y poderes omnímodos, fuerzas incontrolables y violencia extraconstitucional de la cual surja una sola voz y un solo mando.

Y no importa que para ello las recetas indiquen establecer regímenes autoritarios, militaristas y cuartelarios de derecha, que basándose en el solo argumento de la represión, la fuerza y la violencia cubran la ruta que hicieron los Gómez, Trujillo, Somoza, Pérez Jiménez, Franco, Videla y Pinochet.

Pero, también el modelo hacia la dictadura y el poder personal e incontrolable, puede encontrarse en las ideologías de izquierda, salvacionistas y redencionistas, que, partiendo de la urgencia de solucionar la pobreza, las desigualdades y las injusticias, concluyen, en el supuesto equivocado, que ello sólo es posible sino poniéndose al margen de la ley, construyendo el poder de élites que encabezadas por caudillos siembren el terror y el miedo, con sus correlatos el partido único y el pensamiento único.

Lenin, Stalin, Perón, Mussolini, Mao, Castro, son los ejemplos a seguir en este modelo, como que esgrimiendo la bandera de que sus atropellos y violaciones de los derechos humanos debían excusárseles porque se hacían a nombre de la justicia y la igualdad social, casi todos murieron empuñando las riendas del poder.

Y en ese contexto, no hay dudas que cualquier otro poder que coexista, subsista o sobreviva, sea político, económico, social, religioso o cultural, debe ser asfixiado, estrangulado, negado, perseguido, acosado, destruido y en la medida de lo posible, desaparecido de la memoria de la sociedad y de los hombres.

Sobre todo, tratándose de gobiernos corruptos, incompetentes y personalistas que eligiendo modelos inviables como el comunismo que segrega el totalitarismo marxista, tienen y temen verse confrontados con la eficiencia, la transparencia, la creatividad, el trabajo en equipo y el clima democrático que se respira en empresas como la que preside Lorenzo Mendoza.

De ahí que no dude que a medida que colapsa Pdvsa, que siga pudriéndose la comida que importa el gobierno, que el país descienda hacia los escalones más bajos en los índice de inseguridad y corrupción en el mundo, que las calles se hundan en la basura, y que la educación y la salud prácticamente no existan, Polar sea el infierno de Chávez, la pesadilla que no lo deja pegar los ojos y la sombra que lo acosa cada vez, que por su culpa, muere una familia tapiada en un barrio por la falta de vivienda, un niño fallece de desnutrición y en los barrios los ajustes de cuentas y el tráfico de droga ciegan la vida de niños, jóvenes, hombres, mujeres, ancianos y de seres humanos que ven con asombro adonde los llevó la utopía y el demagogo que les prometió el paraíso terrenal.

En estos últimos meses, hemos visto que trabajadores de Polar han salido a las calles para defender la empresa y denunciar el rencor y resentimiento que guían al presidente y a sus ministros en su guerra contra Polar, actitud que no puede ser más sincera, espontánea y patriótica y establece los parámetros hacia dónde conduce un gobierno colectivista como el de Hugo Chávez al país y hacia donde una empresa privada eficiente y exitosa, de enorme vocación social y tramada con la apuesta por el progreso, el bienestar, la libertad y la democracia.

Chávez, por el contrario, no ve sino las protestas de obreros que, bien porque la inflación les ha pulverizado sus salarios, por la caída de la calidad en sus empleos, o porque el gobierno se niega a discutir sus contratos colectivos, salen a la calle a clamar por el fin de una pesadilla que ya les lleva una fracción no solo larga, sino irrecuperables de sus vidas.

La paliza electoral del 26 de septiembre pasado es buena parte de ello, pues, ni siquiera de los obreros cuya participación política y sus votos son controlados por la burocracia estatal, puede decirse que mantengan otro propósitos político que restarle poder a la neodictadura de Chávez y sacarlo de la presidencia en las elecciones presidenciales del 2012.

Guerra cuyo centro está en la encrucijada de la destrucción de Polar por Chávez y su gobierno, o en su defensa por los millones de demócratas que sienten que no sólo simbólica, sino históricamente, es una pertenencia a la que no podemos renunciar, ni entregar.

manumalm912@cantv.net


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lunes, 25 de octubre de 2010

YES BABY, SOY UN PITIYANQUI. SAÚL GODOY GÓMEZ

Ya en otros artículos he mencionado algunas razones por las cuales el pueblo de Venezuela debería estar agradecido con EEUU en cuanto a su contribución con nuestro desarrollo, en especial por el trato que ese país ha tenido con nosotros en términos de amistad y buena voluntad en comparación con otros países del mundo. Tomando en cuenta la tormentosa actitud de nosotros hacia ellos, en una compleja relación amor-odio, sustentado en un terrible complejo de inferioridad, considero se nos han dado un trato de respeto y hasta preferencial, sin necesidad de haberlo declarado como tal.

Los comunistas venezolanos heredaron ese odio ancestral hacia los gringos motivados principalmente en razones históricas (muy mal fundadas) en ese virulento sesgo que representan como "el imperio", y en una solidaridad automática, programada como ideología por gobiernos forajidos y autoritarios, que en golpes de Estados y revoluciones sangrientas tomaron el poder en sus países, e hicieron de EEUU, el blanco de sus iras y frustraciones, entre otras cosas, porque representan la democracia y la libertad en el mundo.

Chávez ya venía envenenado por una mezcla de racismo y un odio inculcado por la propaganda cubana, antes de su llegada al poder, los gringos no le habían hecho absolutamente nada (al menos que haya sido abusado por un Marine en su juventud, que justificaría su aversión, y se tenga en secreto). Lo que queda claro es que, sumergido en acciones subversivas en contra del orden establecido y la Constitución Nacional, liderando finalmente, como ficha cubana, la revolución comunista en nuestro país, está convencido que los norteamericanos son la causa de todos los problemas del país y del mundo, y que lo que le habían hecho a su primera patria, que no es Venezuela, es imperdonable y necesita venganza.

Montado en estas contradicciones, entre las que resalta la necesidad que tiene Chávez y su revolución de los "sucios" dólares del Norte, que los reciben sin chistar por el cada vez menos petróleo que le vendemos, el chavismo se solaza en creerse independiente de sus influencias y a cada momento anuncia que se rompieron las cadenas de dependencia del imperio, sin ningún basamento comprobable los chavistas se consideran superiores moral e intelectualmente que los gringos y les parece un pecado mortal cada vez que EEUU se defiende de sus enemigos.

Venezuela se ha venido comportando como un país irresponsable de sus deberes con la comunidad internacional, su apoyo al terrorismo y al narcotráfico habla mucho de la ligereza con que toma su papel de país libre y soberano, exige mucho respeto, pero es sinvergüenza al momento de interferir descaradamente en los asuntos internos de otros vecinos, incluso militarmente, lo que lo ha llevado a ser visto como país forajido.

Especialmente para EEUU se ha convertido no solo en un problema de seguridad hemisférica, sino en una grave amenaza en contra de su seguridad interna, las relaciones cercana que sostiene con sus enemigos, Irán y las fuerzas fundamentalistas del Islam, la red terrorista que ha montado con las FARC, la ETA, el IRA, que abarca Latinoamérica, Europa y el Medio Oriente, el inconveniente aliento que le ha dado al régimen comunista cubano.

Es de destacar el financiamiento que han recibido los comunistas norteamericanos en Hollywood, en alcaldías en New York y otros Estados a los que se les ha dado petróleo prácticamente gratis, a cambio de simpatías por el tirano, se están investigando a los diferentes grupos bolivarianos que hacen vida en el seno de esa sociedad, sobre todo en las universidades desde donde se promocionan actividades antinorteamericanas gracias a los aportes del Gobierno para la promoción ideológica y la desestabilización y al apoyo que les presta la embajada venezolana en Washington, utilizando a las minorías, a los pobres de esas comunidades para sembrar el mensaje de odio de clases, y todo indica que el gobierno de Chávez, aparte de su discurso incendiario y de odio en contra del pueblo y el gobierno norteamericano, lo que está buscando es una confrontación de otra naturaleza.

En base a este constructo político-cultural en el que se sumergió, soportados por una serie de mitos sin ningún fundamento, siendo el principal la inminente "muerte" del capitalismo y el declive de EEUU como potencia mundial, Chávez se ha dedicado a hacerle una mala propaganda a los Yanquis, sin darse cuenta que él y su revolución son un subproducto, dependen y no pueden vivir sin los estrechos lazos que nuestro país ha tendido, por cercanía, por tradición con Norteamérica, empezando por la triste realidad, de que sin el soporte que nos brindan, el país se muere de hambre.

Estados Unidos de Norteamérica se ha convertido en el enemigo necesario, en la causa de todos sus errores y torpezas, en el insulto preferido para descalificar a sus adversarios, pero la familia inmediata de Chávez y sus camaradas del PSUV no pueden vivir sin la quimera del Norte, a la menor oportunidad se largan a Miami a gastar sus mal habidos dólares que tan generosamente Cadivi les otorga.

Tamaña hipocresía se ve coronada al acusar a pobres ONG's de la oposición de recibir dolaritos de alguna organización norteamericana para la promoción de la democracia, pero nada dicen de las maletas de dólares que ellos se reparten en Pdvsa para pagar sus campañas políticas, y que cosas, tienen el mismo origen. EEUU es un gran país y por mucho, los prefiero como amigos y socios que a los estafadores castristas de La Habana, los tiranos de Eurasia o a los misóginos y fundamentalistas islámicos de Irán, y en este sentimiento me acompañan una gran mayoría de venezolanos decentes y amantes de la libertad.

saulgodoy@gmail.com
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lunes, 14 de diciembre de 2009

POR AMOR AL ODIO, JUAN CARLOS APITZ

Recientemente, durante la 8ª graduación de bachilleres de la Misión Ribas, desde el Teresa Carreño, el Predicador del Odio expresó: "Aquí hay dos sectores enfrentados: la burguesía y sus aliados y el pueblo y sus aliados, y no hay reconciliación posible, no hay", y luego insistió, "hay que ubicarse, del lado de allá los burgueses, del lado de acá los trabajadores, los revolucionarios, los patriotas. Estamos en medio de una lucha histórica, de una lucha de clases". Toda una clase magistral de odio hacia los venezolanos pero también de miedo a Venezuela, que es irrevocablemente libre e independiente como lo manda nuestra Constitución. El fundamento del odio es el miedo. Odiamos lo que no podemos amar, tener o controlar.

Antes de la guerra, suele ser útil enseñar a la población a odiar a otra nación o régimen político. Es común inculcar en los soldados, el odio hacia el enemigo hasta lograr trastrocar lo odiado, deformando sus debilidades, sus amenazas y su realidad objetiva. El odio es con frecuencia el preludio de la violencia, eso explica la trágica muerte, a manos de pandillas armadas del oficialismo, del estudiante Jesús Eduardo Ramírez Bello, cursante del segundo semestre de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).

Cuando los jóvenes psuvistas adoptan posturas violentas en las calles y universidades, solamente reflejan la violencia institucionalizada de un Estado autoritario que incita y promueve el uso de la mentira y del odio como instrumento de poder. Lo uno es espejo de lo otro, uno alimenta al otro, generando un círculo vicioso de energía destructiva que termina en presos, heridos, muertos, dolor y más odio, que puede tardar generaciones en sanar. El odio y la violencia política jamás han sido ni serán herramientas legítimas de un verdadero demócrata.

Los políticos con delirios de poder, enseña la historia, auspician el odio colectivo, objeto de su cálculo político y manipulación en defensa de posturas dogmáticas y estrechas. Suelen adoctrinar con nuevas supersticiones y preconizar la aniquilación de un enemigo real o imaginario que, según su charlatanería, llevará a la solución definitiva de todos los males. Sin embargo, con métodos inhumanos no se puede construir una sociedad más humana, sin olvidarnos que todas las revoluciones, realizadas teóricamente por amor a la humanidad, han institucionalizado el terror en algún momento.

Si bien los promotores de la "revolución" invocan hermosas quimeras, quienes actualmente dirigen el odio y la violencia contra los venezolanos amantes de la libertad, en realidad no persiguen ideal moral alguno. La verdadera motivación de la actual violencia políticamente dirigida, es la obtención de mayores cuotas de poder económico.

La dinámica macabra del odio y la violencia política la dirigen el Predicador del Odio y unos siniestros personajes que, tras bastidores, se aprovechan del reclutamiento de mentes, emocional e intelectualmente carentes, para adoctrinarlas en la cultura del rencor. Esos son los verdaderos hilos de la actual violencia política. Esto se debe a que aún subsisten reminiscencias de la añeja idolatría por las ideologías, las cuales reducen la explicación del problema existencial del hombre en función de sus apetitos materiales.

La violencia política, venga de donde venga, es inaceptable en una sociedad democrática. Odio engendra odio, violencia engendra violencia. La convivencia civilizada es fruto de paz, tolerancia, respeto y comprensión… en una palabra, del amor. Pero de amor al prójimo, no de amor al odio.

JUAN CARLOS APITZ,
justiciapitz@hotmail.com
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