BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

jueves, 8 de septiembre de 2011

CAROLINA JAIMES BRANGER : GOLPE BAJO "EL FANATISMO POLÍTICO TIENE LOS LÍMITES AÚN MÁS LEJOS DE LO QUE JAMÁS PENSÉ"

El 31 de agosto me sucedió algo que jamás pensé que alguien tendría la bajeza de hacer: burlarse de mi hija, una niña discapacitada, para atacarme a mí. El agresor, un tuitero que se autodefine como "ex funcionario Cepal-ONU, espec. en detectar fraudes económico-políticos. Perseguido x Neolib-fascismo y Concertación. Francotirador castro-chavista no remunerado" (sic).

Desde el lunes 29 en la noche, el susodicho comenzó a enviar tuits apoyando a Mario Silva y Jorge Amorín, quienes dedicaron buena parte del programa La Hojilla para leer, comentar y criticar mi artículo de ese día. Como yo celebro la diversidad, hasta retuiteé algunos de sus comentarios. El martes 30 siguió compulsivamente enviando tuits. Parecía un disco rayado. Me acusaba de ser "Disney", según él un pecado mortal, porque Walt Disney era de la CIA y representante del macarthismo. El miércoles 31 y quizás desesperado porque no lograba sacarme de mis casillas, colgó en Twitter el link de un video con el que participamos mi hija y yo en un concurso de Savoy y se burló. Le respondí de inmediato llamándolo "cobarde" y él respondió llamándome "histérica". Histérica no, pero sí una leona a la hora de defender a mis hijas. Y más si a quien tengo que defender es a quien su condición le impide hacerlo por sí misma.

Dicen que la gente mala es cobarde. Lo constaté de primera mano cuando el tuitero, en vez de reconocer que había tenido una infeliz iniciativa, insultó a diestra y siniestra a quienes intervinieron para defenderme. Final y tristemente alegó que él había querido "ironizar" sobre mi video de Savoy, pero no lo había visto. ¿Cómo puede ironizar sobre algo que desconoce? Después me acusó de hacerme la víctima, una "muy vieja y boba" táctica fascista.

Yo soy una persona frontal que dice y escribe lo que piensa. No espero -ni quiero- que todos piensen como yo. Confronto las ideas en base a argumentaciones. Por eso espero que se me trate de la misma manera. Y este fue un golpe bajo, muy bajo, el más bajo de todos. Así sería que en La Hojilla aclararon que nada tenían que ver con eso y que no conocían al tuitero. Por cierto, éste borró todos los tuits que tenían que ver con el caso.

Cuánto lamento que el debate político lleve a ciertas personas a usar como argumento lo peor que puede pasarle a una madre.

@cjaimesb

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JUAN CARLOS APITZ: EL PAÍS DE LA IMPUNIDAD

La impunidad cuestiona y viola el principio de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, base del Estado de Derecho moderno, garantizado tanto en la Constitución de Venezuela como en la legislación internacional de los derechos humanos.
Los medios de comunicación social independientes reportan al unísono que 563 cadáveres fueron trasladados a la Morgue de Bello Monte (Caracas) en agosto. En todo caso, la violencia criminal se disparó por causa de la impunidad.
La impunidad cuestiona fundamentalmente y viola el principio de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, base del Estado de Derecho moderno, garantizado tanto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como en la legislación internacional de los derechos humanos.
Ya la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en su art. 1 nos dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Por lo que, los derechos fundamentales enunciados en esa Declaración constituyen una especie de mínimo común denominador de las legislaciones de todos los países (por ejemplo en el caso concreto del derecho a la vida). Así, a la libertad personal corresponde el momento de la igualdad jurídica, que consiste en las situaciones en las que todos los ciudadanos tienen capacidad jurídica, lo que implica una capacidad de querer y actuar en los límites de las leyes, en su propio interés.
Al momento de la libertad política corresponde el de la igualdad política, característica del Estado democrático fundado sobre el principio de la soberanía popular no ficticia y, por consiguiente, sobre el sufragio universal. En fin, al momento de la libertad positiva, o libertad como poder, corresponde el momento de la igualdad social, llamado igualdad de ocasiones o de oportunidades, esto es, exigir igualdad de las oportunidades significa cabalmente exigir que todos los ciudadanos les sea atribuida no solamente libertad negativa o política, sino también la libertad positiva que se concreta en el reconocimiento de los derechos sociales.
Luego, cabría hacernos en este momento “revolucionario” la siguiente pregunta: ¿Igualdad entre quienes? Pues la citada Declaración Universal se refiere a la igualdad de los “derechos fundamentales” de todos los seres humanos. Afirmando la igualdad entre todos, y no sólo entre los que pertenecen a esta o aquella categoría de personas. Sin embargo, el dilema que se presenta en relación a los derechos fundamentales y los derechos humanos, no es tanto en el plano filosófico como en el plano jurídico, vale decir, cuál es el modo más seguro para garantizarlos, para impedir que, a pesar de las declaraciones solemnes, sean continuamente violados.
Advirtiendo que, una verdadera política igualitaria se caracteriza por la tendencia a suprimir en concreto los obstáculos que impiden que los hombres y las mujeres sean menos iguales.
Finalmente, la impunidad en Venezuela cuestiona además el concepto mismo de democracia existente en el país. Mismamente, tras trece largos años de violencia delictual sin culpables no queda más que concluir que apenas somos los sobrevivientes del país de la impunidad. La corrupción, la impunidad y la muerte son el sello distintivo de esta revolución de la desigualdad, por un gobierno fallido que ha llevado al Estado a no cumplir cabalmente con su papel. Lo peor es que, la olvidada impunidad de ayer es lo que desembucha la impunidad de hoy. 

twitter: @justiciapitz

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MERCEDES MONTERO: A DIEZ AÑOS DEL 11S-2001


Todos aprendimos ese día que a las organizaciones terroristas no les importa nadie ni nada
Recuerdo ese día como si fuera hoy. Debido a una visita al Reino Unido, tuve la oportunidad de contactar telefónicamente a unos amigos que viven en Gales. Mi amiga, quien al responder a mi llamada lo hizo con una voz atribulada me dijo que por favor viera en la TV, lo que estaba sucediendo con las Torres Gemelas de Nueva York. Al encender el televisor, vi a una de las torres envuelta en un humo negro: sin poder creerlo le pregunté si sabía como se había originado el incendio. Me contestó que un avión se había estrellado contra uno de los pisos superiores. No recuerdo cuanto tiempo después se desmoronó la torre, que se fue a tierra después de la segunda.

Para nuestro horror. vimos a un segundo avión estrellándose contra los pisos medios de la segunda torre, unos minutos después la torre se caía como un castillo de naipes, la nube de polvo era muy superior al humo y a las llamas. Supimos que no se trataba de un accidente sino de un ataque terrorista. Dos aviones no se estrellan ante los edificios más altos del mundo y símbolos del poderío norteamericano por casualidad. Sinceramente pensé que se había declarado la Tercera Guerra Mundial, me sentí aprehensiva. Mi amiga y yo no sabíamos que pensar y ciertamente habíamos quedado enmudecidas.

Seguidamente nos enteramos del ataque sufrido por el  Pentágono, edificación en la cual funciona el centro de la defensa del país más poderoso del mundo. Temimos entonces  que en cualquier momento la Casa Blanca también fuera atacada. Ese día nos dimos cuenta de nuestra vulnerabilidad, si tal ataque había tenido lugar en contra de USA, que podíamos esperar todos los demás. Después de todo y aunque no les guste a muchos, USA es el centro de poder mundial y  garantía de su  estabilidad.

La gente común no sabía quien había llevado a cabo el atentado, los organismos encargados de llevar a cabo las investigaciones antiterroristas de las grandes potencias, si tenían serias sospechas sobre la gestación de uno o varios atentados de esta naturaleza.

Las imágenes transmitidas por todas las estaciones de TV del mundo eran a cual más impresionantes, montañas de hierros retorcidos, cenizas y polvo cubrían una extensa zona que después sería conocida como “Ground Zero”, en esta habían estado levantadas las Torres Gemelas, las cuales vistas desde abajo no se alcanzaba a mirar el tope, y, los edificios aledaños que aún siendo muy altos resultaban pequeños comparados con las torres.

El centro de poder había sido objeto de una agresión en el mero corazón. Gente cubierta de cenizas deambulaba como zombies, miles de bomberos, policías, soldados armados con toda clase de equipos contra incendio y rescate se dedicarían a salvar vidas, perdiendo sus propias vidas en el intento, cientos nunca regresaron a sus casas y algunos desaparecieron pulverizados por las explosiones habidas resultantes de gases acumulados, llamas fuera de control. Las escenas de heroísmo de tales funcionarios harían que el público con justa razón los considerara héroes.

Nueva York quedaría por un día como una ciudad en suspenso, mucha gente tuvo que regresar a pié a sus casas, las líneas telefónicas se congestionaron, la gente estaba anonadada, lo impensable, lo increíble había tenido lugar en la “Gran manzana”. Se supo que el ataque había sido planificado y llevado a cabo por la organización terrorista Al Qaida, los pilotos de los aviones eran ciudadanos residentes y habían sido formados como pilotos en USA, país en el que también tenían a sus respectivas familias. Se supo que Osama Bin Laden parecía ser el líder de la operación. Después de su muerte en Pakistán se ha dicho que Osama era solo la fachada.

El mundo vio la sesión convocada en el Capitolio por el Presidente Norteamericano George Bush, en el cual los miembros del Congreso, tanto republicanos como demócratas dieron su apoyo irrestricto al Presidente, anteponiendo la defensa y los intereses del país a los partidistas. Los Estados Unidos de Norteamérica declararían estado de emergencia y duelo.

Fueron más de  tres mil las víctimas fatales de este ataque, aparte de todos los heridos y los que sufrieron severos traumas  psicológicos. Fueron millones de dólares en pérdidas, puestos de trabajo, negocios, oficinas. Se fue al suelo la seguridad en USA, sino también en el mundo entero. Todos aprendimos ese día que a las organizaciones terroristas no les importa nadie ni nada, para sus miembros no existe ni moral, ni principios, su concepto sobre justicia es el de dominación por la fuerza de la sin razón y la violencia.

El 11 de Septiembre 2001, todos la humanidad supo que el mundo había visto la declaración abierta de guerra de la infamia  contra el mundo libre, hemos visto como las piezas del tablero político mundial se han reacomodado, se definen unas nuevas  alianzas que a primera vista lucen inverosímiles, pero que tienen como explicación el  logro de un  objetivo común que no es otro que la suplantación de la libertad por la opresión, utilizando el discurso de la contradicción como forma de comunicación y  base de su relación.

Para quienes la defensa de nuestros principios es un punto de honor tenemos por delante una larga y contundente lucha para preservar no solo nuestra libertad y democracia, sino también la de aquellos que se empecinan en forma inconsciente en su destrucción, sin aparentemente darse cuenta que la propuesta de los terroristas sería el fin del respeto a los derechos y la justicia

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GUSTAVO LINARES BENZO: CENSO Y ELECCIONES

No hay dato del censo que ya el gobierno no tenga gracias al Saime, el Seniat y los registros y notarías
Fieles al lema de Gramsci, tutto e'polittica, el censo se ha vuelto otra batalla en esta guerra entre autoritarismo y democracia. Pero en este caso Gramsci tiene razón, un censo es una de las actividades más políticas que puede emprender una sociedad, sobre todo si es democrática. Un censo es establecer el número de los ciudadanos, los límites del cuerpo político.

Concretamente, los diputados se eligen en cada entidad federal "según una base poblacional del uno coma uno por ciento de la población total del país" (artículo 186 de la Constitución). Las regiones más pobladas tienen más diputados y al contrario, como acabamos de ver en las elecciones parlamentarias ganadas por la oposición. Así que al Gobierno le interesa que en las entidades tradicionalmente opositoras, que son las más grandes y prósperas del país y no por casualidad, la menor cantidad de gente se empadrone y así su peso político disminuya. Se trata además de una batalla que se da cada diez años, pues de aquí en adelante las proyecciones de población para cada evento electoral se harán con el censo actualmente en marcha.

Más aún. El situado constitucional se reparte "un treinta por ciento en partes iguales [entre las entidades federales] y el setenta por ciento restante en proporción a la población de cada una de dichas entidades" (artículo 167, 4 de la Constitución). A más población, más recursos. Recursos que van además a los gobernadores, principal baluarte de la oposición, cuyos gobiernos regionales aumentarán con toda probabilidad en las próximas elecciones. No hace falta decir que esa población se determina también de acuerdo con el último censo.

Las armas del chavismo son el miedo y la mentira. Ambas se usan a discreción en el caso del censo, pretendiendo hacer ver que con él nuestros datos serán instrumento de la persecución y represión oficiales. Al respecto, no hay dato del censo que el Gobierno ya no tenga gracias al Saime, el Seniat y la red de registros y notarías, entre tantas otras entidades de fiscalización. Luego, la regla de todo censo, y hasta donde es posible saber así seguirá siendo en éste, es que la data individual se recoge de tal modo que es imposible identificar después a sus emisores. De hecho, no hay que suministrar nombres reales ni números de cédulas a los empadronadores, ni es obligatorio dejarlos entrar en los hogares. Las preguntas, con las salvedades ya hechas notar por la oposición, son las mismas de los censos anteriores.

Nadie dude de que el Gobierno usará cuanto esté en sus manos para reprimir y amedrentar a sus adversarios, inclusive la data censal. Pero ésta no le aporta nada que ya no tenga y muchas más ventajas le da un censo donde las regiones opositoras aparezcan con menos población que la que realmente tienen. Porque el censo es una preelección, una suerte de preparativo necesario para las elecciones por venir. Para muestra el reciente censo en Estados Unidos, en el cual los partidos lucharon hasta el último momento por lograr la mejor figuración de los respectivos feudos.

Así que empadronarse es la mejor manera de ir acabando con el actual estado de cosas, con el cambio político que se obtendrá con votos, muchos votos.

glinares@cjlegal.net

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THAYS PEÑALVER: ¿LA OPOSICIÓN AL MATADERO?

El régimen ataca: "la oposición ha iniciado una campaña para deslegitimar desde ya al CNE y cantar fraude ante la victoria bolivariana en 2012". He revisado la prensa para ver quién, cuándo y dónde pero lo único que he encontrado es respeto y apoyo de todas las fuerzas democráticas serias hacia el CNE. A menos que, manifestar la preocupación lógica de quien ejerce su derecho a exigir mejores garantías, sea considerada "campaña para deslegitimar". 

Entonces, ¿pretende la revolución que nadie pida mejores garantías electorales, mientras nos dicen que ya ganaron como si tuvieran un sistema de votación anticipada, como en la Grecia Antigua? Que salga uno de los partidos defiendo al CNE como si no fuera un Poder, mientras nos dice que ganaron y con cuantos votos, sí es deslegitimarlo y además nos hacen sentir que vamos al matadero.

Pedir más y mejores garantías, es un derecho constitucional. Lo hicieron los alemanes y nadie los acusó de deslegitimar al CNE cuando ganaron en la Corte Suprema alemana, que declaró al sistema de voto electrónico como inconstitucional. Fue una conquista electoral que todo buen alemán pueda auditar su sistema, sin mas herramientas que su conocimiento. Que el sistema estuviera por encima de ese conocimiento o diseñado para que quien lo audite deba ostentar un doctorado en sistemas integrados, era violar los derechos del más humilde de los alemanes.

En Japón, líder indiscutible en tecnología, lograron que su modelo de votación sea manual (solo hay voto electrónico para prefecturas) de la misma manera que Italia y Canadá. En Bélgica lograron un sistema de auditoría espectacular. Holanda lo eliminó porque demostró vulnerabilidad, luego en Irlanda y Finlandia. Reino Unido y España utilizan el modelo manual. Todos estos fueron logros electorales, conquistados mediante protestas.

La mayoría de las naciones más avanzadas están dando marcha atrás o paralizando el e-voto, bajo el criterio de que: "es el futuro, solo si se mejora el presente". Porque en democracia, las protestas por los derechos, también forman parte del sistema electoral. La legitimidad es un asunto de confianza en el sistema y no en el árbitro. Por eso, donde existe el e-voto, los electores han conquistado nuevas garantías, como en Brasil donde lograron el sorteo de lotes enteros de máquinas el día de la elección, para una votación paralela con testigos de todos los partidos, la contratación de expertos auditores tecnológicos para todos los aspectos del proceso incluidos la supervisión montaje, colocación de sellos y auditoría de máquinas, la entrega de los códigos fuente del software a los partidos 180 días antes, competiciones de hackers pagados por su CNE y más de 50 (repito: cincuenta) procesos de auditoría y control previo, durante y posterior. En la India lograron un sistema de conteo de votos por "paquete" en presencia de los representantes de los partidos y su nueva máquina de votar. En Francia el modelo mixto de auditoría previo y posterior que dura 29 días. En todos existen los comités paritarios del registro electoral y los partidos participan en su respectivo CNE, vigilando cada detalle.

Ahora bien, los tiempos del 60-40 quedaron atrás, para ganar es vital, que nuestros líderes no caigan en el error de ¡Si discutimos nadie vota!, o ¡Pedir garantías es deslegitimar al CNE! Debemos exigir, en pleno ejercicio democrático que si tenemos que votar con el sistema brasilero o francés, que nos den las mismas garantías que tienen estos países y las que consideremos. Cuando se logre eso, habrá triunfado la democracia e importará poco si quien da los resultados, es el propio Presidente.

@thayspenalver
tpenalver@me.com

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EDDIE A. RAMÍREZ S: MERITOCRACIA

El Metro de Caracas, Edelca, Banco Central  y Pdvsa eran buenos ejemplos de empresas del Estado donde se respetaba la meritocracia. Ésta, según Nelson Olmedillo experto  en recursos humanos, se practica cuando  “se estimula al trabajador como ser humano hasta llevarlo a su máximo crecimiento profesional, intelectual y espiritual, en un ambiente de respeto y disciplina, con reglas de juego claras y conocidas. Se ofrece una carrera, un modo de vida, no un puesto, pero se le exige el cumplimiento de deberes y la observancia de una conducta apegada a los valores de la empresa. 

El mérito se utiliza como patrón de medida para establecer gratificaciones y sanciones, así como para identificar, seleccionar y formar a aquellos cuyas competencias y potencial lo destacan para los ascensos que les correspondan”.

La envidia y el resentimiento son los principales enemigos de la meritocracia. Esta situación  no es de extrañar, ya que en las empresas en las que se practica la meritocracia los sueldos y otros beneficios laborales tienden a ser superiores al promedio.

Como  el sistema meritocrático es manejado por humanos a veces  se cometen injusticias, pero éstas tienden a corregirse en el tiempo si la organización diseña los mecanismos adecuados. Desde luego siempre habrá algún descontento con las evaluaciones, ya que no es fácil aceptar las limitaciones naturales que tenemos. 

En esta época de mediocridad y sumisión, la marabunta roja intenta descalificar la meritocracia equiparándola con la presunción y privilegios. Ciertamente,  por el hecho de trabajar en empresas que aplican la meritocracia algunos trabajadores  se muestran prepotentes y altaneros,  defectos que también se presentan en otros ámbitos pero  que se hacen más visible en quienes pertenecen a un grupo fácilmente identificable.

Es imperativo predicar, practicar y defender principios y valores, entre ellos la meritocracia.   Dejar pasar los atropellos  a cuenta de que “no están dadas las condiciones” es de timoratos. 

Criticar a posteriori acciones de rebeldía  cívica cuando no tienen el éxito esperado constituye una deshonestidad intelectual. El nuevo gobierno que se instalará en enero del 2013 tendrá que reparar todas las instituciones, organismos y empresas del Estado, así como incentivar el regreso de los profesionales que emigraron. 

Una señal positiva que pueden dar nuestros precandidatos presidenciales sería la firma de un acuerdo en el que se comprometan a implantar la meritocracia,   desterrando de los entes del Estado la política partidista y los cargos de libre nombramiento y remoción. 

Como en botica: Algunos escribidores piensan que democracia es decir lo que quieren, pero se ponen rabiosos cuando se les dice lo que no quieren. El Informe de Pdvsa del 2010 evidencia lo que Gente del Petróleo ha denunciado reiteradamente: Pérdidas en el negocio de refinación, disminución de la producción, innumerables accidentes laborales, desfase de los proyectos de gas, desarrollo estancado de la Faja Petrolífera del Orinoco, elevado endeudamiento externo, deuda con proveedores y regalos de petróleo a gobiernos amigos del régimen. No creemos en una supuesta temprana  polarización; todos los precandidatos tienen méritos y ninguno debe ser descartado a priori. Aguardemos los debates. Nuestro reconocimiento al pundonoroso general institucional Ángel Vivas Perdomo y tarjeta roja para Didalco.   ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!   
       
eddiearamirez@hotmail.com   

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lunes, 5 de septiembre de 2011

FAUSTO MASÓ: A POLARIZAR, PUES (CASO LEY DE ALQUILERES)

Para impulsar la ley que acabará con el alquiler de viviendas, los diputados del PSUV se “colocarán” al lado de los inquilinos contra los defensores de la propiedad privada. Si la oposición aceptase esa falsa polarización perderá la batalla política. Suena bonito rechazar que la vivienda sea una mercancía y, a continuación, dejar a los venezolanos viviendo en la calle y sin mercancías en los supermercados.
En la vida real, el alquiler ha sido la solución para la mayoría, hay que defender a los que no encontrarán mañana apartamentos para alquilar, y recordar también que funcionarios chavistas, y hasta algún diputado, han colonizado la urbanización de La Florida, invadido a punta de billete palacetes, penthouses. No todos los chavistas viven sobriamente como los diputados comunistas a la Asamblea.
Esta ley la impulsan unos hábiles charlatanes: en el mundo entero gracias al alquiler los pobres viven dignamente, no porque la suerte los favorezca en la rifa milagrosa del Plan Vivienda Los constructores no destinarán parte de las viviendas que construyan al alquiler, para después perder estos apartamentos.
Con esta ley, Chávez sigue una tradición que nació en los primeros gobiernos de la IV República, olvida instituciones como las cédulas hipotecarias y los bancos hipotecarios que, en un país con poca inflación, financiaron millones de viviendas. Es mentira además que los inquilinos no hayan sido protegidos, desalojarlos ha requerido 4, 6 o 10 años.
Los debates fructíferos se inspiran en la realidad. La realidad venezolana es la caída de la industria de la construcción, que desde hace décadas no construye viviendas para alquilar: han sido los dueños de apartamentos de propiedad horizontal los que los alquilaban.
¿Dónde viven los jerarcas oficiales? Pregunten a los diputados. Tendrán sorpresas. ¿Dónde estudian sus hijos? ¿Inglaterra o Petare? Pagaremos la verborrea revolucionaria. Los que gobiernan no son marxistas, son charlatanes, pero la oposición estará en desventaja si en los debates les permiten apoderarse de temas como la patria, la igualdad, la lucha contra la pobreza, la dignidad. El chavismo no ha defendido los derechos de Venezuela sobre el lago de Maracaibo o el Esequibo, y ahora condenará a los venezolanos a vivir en palacios, los privilegiados, o en un rancho, la mayoría. Unos contados ­¿afortunados?­ tendrán viviendas construidas en lugares donde nadie quiere vivir…
El chavismo habla de un hombre nuevo en un lenguaje sugerente, pero falso. Se quiere que la gente trabaje por amor, por solidaridad. Demasiados jerarcas del chavismo lo hacen para enriquecerse desaforadamente.
Estamos pagando con la ruina este gobierno charlatán.
Cualquier debate en las nubes sobre capitalismo y socialismo lo ganará el chavismo, quedarían derrotados en la discusión si se comparase la prosperidad argentina, o colombiana, o chilena, o brasileña con la ruina venezolana. En estos países los sectores privados de la agricultura o la construcción han impulsado la economía. El chavismo plantea una polarización charlatana sobre modelos abstractos, nunca desciende a la realidad, se pregunta, por ejemplo, por la utilidad social del alquiler.
Hay una polarización falsa, el debate teórico de modelos; y una real y necesaria, la de discutir las experiencias latinoamericanas, demostrar cómo están prosperando países sin petróleo.
Hay que polarizar, pues. Sin miedo ni complejos.
Fausto.maso@gmail.com

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MARÍA CORINA MACHADO: “HUGO CHÁVEZ NI QUIERE NI PUEDE RESOLVER EL DRAMA DE LA INSEGURIDAD”

Desde el centro de Acarigua, la precandidata presidencial María Corina Machado, exigió al mandatario nacional, Hugo Chávez, a dar explicaciones claras y respuestas precisas a la inseguridad que cada hora asesina a un venezolano en cualquier región del país.
“1 mil quinientos bolívares fuertes mensuales gana un policía del estado Portuguesa y de allí los funcionarios tienen que pagar sus uniformes, botas, cascos, chalecos antibalas, reparar las motos de patrullaje y además colaborar con el entierro de tres o cuatro compañeros por mes”.
“Está es la radiografía de la policía de Portuguesa que contrasta con los 11 millones de dólares que ha gastado el presidente Chávez en armas de guerra para combatir a un supuesto enemigo externo”.
Para la precandidata presidencial “el Gobierno no logra combatir la inseguridad porque ha demostrado ser mal gerente.
“Este gobierno ha presentado 15 planes de seguridad y varios ministros del Interior y Justicia un ministro cada año y medio en promedio, recientemente crearon un Ministerio para Asuntos Penitenciarios y las cárceles todos los días presentan mayores conflictos. Esto demuestra que no hay una política criminal y un plan de seguridad¨.
Ella enfatiza que ¨Una muerte es suficiente para tomar acciones. En Zaraza, Guárico, encontré a un pueblo convulsionado y abatido por el crimen del señor Juan Ledezma un venezolano honrado, trabajador ,buena gente a quien lo mato el hampa y hoy su familia pide justicia y es una burla que la respuesta del gobierno después de 13 años es que en otros países hay más violencia”.
“Es inaceptable Presidente, al venezolano lo están matando en su tierra. Agosto de 2011 fue el mes con más alto índice de crímenes en el país en lo que va de año“.
¨Cinco mil personas custodian a un solo hombre el Presidente de la República y en Portuguesa 3800 funcionarios policiales custodian todo el estado esto se traduce equivale a un policía por cada 223 habitantes¨.

El monto tomado de la Memoria y Cuenta del Ministerio de la Defensa del año pasado indica
que la Fuerza Armada Nacional destinó 8,2 millones de bolívares para la seguridad
y protección de Chávez, sus familiares directos y altas personalidades durante la realización
de 367 actos en el territorio nacional y fuera del país.
María Corina recuerda que la seguridad del presidente Hugo Chávez y de su entorno cercano
significó al país un gastó de 9, 4 millones de bolívares durante 2010.
¨El Presidente necesita seguridad pero los venezolano para los que él sirve la necesitan aún más. No puede seguir gastándose el dinero en armas de guerra para atemorizar a la población “
María Corina conoce directamente la experiencia de otras ciudades como Río de Janeiro donde la Jefa Policial, Martha Rocha y su equipo ha logrado combatir la inseguridad en las favelas en las que operaban sin ningún control importantes bandas de narcotráfico y crimen organizado.
El proceso de pacificación comenzó mediante un masivo operativo y luego en estas “favelas” instalaron comisarías comunitarias, las cuales son apoyadas por la comunidad, acota.
¨Este proceso aplicado en Brasil demuestra que cuando hay voluntad política es posible resolver el problema de la inseguridad, incluso en las ciudades más peligrosas. Yo si tengo voluntad y sí es posible abatir la inseguridad en corto plazo¨
Vía Prensa MCM

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MURRAY ROTHBARD: SEIS MITOS SOBRE EL LIBERALISMO

Este artículo, publicado inicialmente en Modern Age, 24, 1 (Invierno 1980), pág. 9-15, como “Mito y verdad acerca del liberalismo”*, está basado en una ponencia presentada en abril de 1979 en el congreso nacional de la Philadephia Society de Chicago. El tema del encuentro fue “Conservadurismo y Liberalismo”.

El liberalismo es la corriente política de más auge hoy en América. Antes de juzgarla y evaluarla, es de vital importancia dilucidar precisamente en qué consiste la doctrina y, más en concreto, en qué no consiste. Es especialmente relevante aclarar unos cuantos malentendidos que la mayoría de gente tiene acerca del liberalismo, en particular los conservadores. En este ensayo enumeraré y analizaré críticamente los mitos más comunes en relación con el liberalismo. Cuando nos hayamos deshecho de éstos, entonces la gente será capaz de discutir sobre el liberalismo sin fábulas, mitos y malentendidos, y tratar con éste tal y como corresponde: de acuerdo con sus verdaderos méritos y deméritos.

Mito #1 Los liberales creen que cada individuo es un átomo aislado, herméticamente sellado, actuando en un vacío sin influenciarse con los demás.

Ésta es una acusación habitual, pero harto curiosa. En toda una vida de lector de literatura liberal no me he topado con un solo teórico o autor que sostuviera algo parecido a esta posición. La única posible excepción es el fanático Max Stirner, un alemán individualista de mediados del siglo XIX quien, sin embargo, tuvo una repercusión mínima en el liberalismo de su tiempo y posterior. Además, la explícita filosofía “la fuerza hace el derecho” de Stirner y su rechazo de todo principio moral incluyendo los derechos individuales, tenidos por “fantasmas mentales”, dudosamente le acreditan como liberal en cualquier sentido. Aparte de Stirner no hay nadie con una opinión siquiera remotamente similar a la que sugiere esta acusación.

Los liberales son metodológica y políticamente individualistas, desde luego. Ellos creen que sólo los individuos piensan, valoran y eligen. Creen que cada individuo tiene derecho a la propiedad sobre su cuerpo, libre de interferencias coercitivas. Pero ningún individualista niega que la gente se influencia mutuamente de forma constante en sus objetivos, en sus valores, en sus iniciativas y en sus ocupaciones. Como F.A. Hayek mencionó en su notable artículo “The Non-Sequitur of the’”Dependence Effect’”, el asalto de John Kenneth Galbraith a la economía de libre mercado en su best-seller “The Affluent Society“ se cimentaba en esta premisa: la economía asume que cada individuo llega a su escala de valores de un modo totalmente independiente, sin estar sujeto a la influencia de nadie más. Por el contrario, como responde Hayek, todos saben que la mayoría de gente no produce sus propios valores, sino que es instigada a adoptarlos de otras personas. Ningún individualista o liberal niega que la gente se influencie mutuamente todo el tiempo, y por supuesto no hay nada de nocivo en este ineludible proceso. A lo que los liberales se oponen no es a la persuasión voluntaria, sino a la imposición coercitiva de valores mediante el uso de la fuerza y el poder policial. Los liberales no están en modo alguno en contra de la cooperación voluntaria y la colaboración entre individuos; sólo en contra de la obligatoria pseudo-cooperación impuesta por el Estado.

Mito #2: Los liberales son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida alternativos.

Este mito ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo y asevera que los liberales “veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo”. El hecho es que el liberalismo no es ni pretende ser una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el significado subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia organizada. El liberalismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. El liberalismo, por tanto, es una teoría que afirma que cada individuo debe estar libre de invasiones violentas, debe tener derecho para hacer lo que quiera excepto agredir a otra persona o la propiedad ajena. Lo que haga una persona con su vida es esencial y de suma importancia, pero es simplemente irrelevante para el liberalismo.

Luego no debe sorprender que haya liberales que sean de hecho hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y que haya también liberales que sean firmes adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay liberales libertinos y hay liberales vinculados firmemente a la disciplina de la ley natural o religiosa. Hay otros liberales que no tienen ninguna teoría moral en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así porque el liberalismo per se no pregona ninguna teoría moral general o personal. El liberalismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales. Los liberales convienen con Lord Acton en que “la libertad es fin político más alto”, pero no necesariamente el fin más alto en la escala de valores de cada uno.

No hay ninguna duda acerca del hecho, sin embargo, de que el subgrupo de liberales que son economistas pro-mercado tienden a mostrarse complacidos cuando el libre mercado dispensa más posibilidades de elección a los consumidores, elevando así su nivel de vida. Incuestionablemente, la idea de que la prosperidad es mejor que la miseria absoluta es una proposición moral, y nos conduce al ámbito de la teoría moral general, pero no es una proposición por la que crea que deba disculparme.

Mito #3: Los liberales no creen en los principios morales; se limitan al análisis de costes-beneficios asumiendo que el hombre es siempre racional.

Este mito está desde luego relacionado con la precedente acusación de hedonismo, y en parte puede responderse en la misma línea. Hay liberales, particularmente los economistas de la escuela de Chicago, que rechazan la libertad y los derechos individuales como principios morales, y en su lugar intentan llegar a conclusiones de política pública sopesando presuntos costes y beneficios sociales.

En primer lugar, la mayoría de liberales son “subjetivistas” en economía, esto es, creen que las utilidades y los costes de los distintos individuos no pueden ser sumados o mesurados. Por tanto, el concepto mismo de costes y beneficios sociales es ilegítimo. Pero, más importante, la mayoría de liberales fundamentan su postura en principios morales, en la convicción en los derechos naturales de cada individuo sobre su persona o propiedad. Ellos creen entonces en la absoluta inmoralidad de la violencia agresiva, de la invasión de los derechos sobre la propia persona y propiedad, independientemente de qué individuo o grupo ejerce dicha violencia.

Lejos de ser inmorales, los liberales simplemente aplican una ética humana universal al gobierno del mismo modo que cualquier otro aplicaría esta ética a cada persona o institución social. En concreto, como he apuntado antes, el liberalismo en tanto que filosofía política que versa sobre el uso legítimo de la violencia, toma la ética universal a la que la mayoría de nosotros nos acogemos y la aplica llanamente al gobierno. Los liberales no hacen ninguna excepción a la regla de oro y no dejan ninguna laguna moral, no aplican ninguna vara de medir distinta al gobierno. Es decir, los liberales creen que un asesinato es un asesinato y que no deviene santificado por razones de estado si es perpetrado por el gobierno. Nosotros creemos que el robo es un robo y que no queda legitimado porque una organización de ladrones decida llamarlo “tributos”. Nosotros creemos que la esclavitud es esclavitud incluso si la institución que la ejerce la denomina “servicio militar”. En síntesis, la clave en la teoría liberal es que no concede excepción alguna al gobierno en su ética universal.

Por tanto, lejos de ser indiferentes u hostiles a los principios morales, los liberales los consuman siendo el único colectivo dispuesto a extender estos principios por todo el espectro hasta al gobierno mismo.

Es cierto que los liberales permitirían a cada individuo elegir sus valores y actuar acorde con ellos, y reconocerían en suma a cada individuo el derecho a ser moral o inmoral según su juicio particular. El liberalismo se opone firmemente a la imposición de todo credo moral a cualquier persona o grupo mediante el uso de la violencia – excepto, por supuesto, la prohibición moral de la violencia agresiva en sí misma. Pero debemos percatarnos de que ninguna acción puede considerarse virtuosa a menos que sea emprendida en libertad, habiendo consentido voluntariamente la persona. Como dijera Frank Meyer:

“No puede forzarse a los hombres a ser libres, ni puede forzárseles a ser virtuosos. Hasta cierto punto, es verdad, pueden ser obligados a actuar como si fueran virtuosos. Pero la virtud es el fruto de la libertad bien empleada. Y ningún acto, en la medida en que sea coaccionado, puede implicar virtud – o vicio”.

Si una persona es obligada por la fuerza o la amenaza de la misma a llevar a cabo una determinada acción, entonces ésta ya no supone una elección moral por su parte. La moralidad de una acción sólo puede ser el resultado de una decisión libremente adoptada; una acción difícilmente puede tildarse de moral si uno la acomete a punta de pistola. Imponer las acciones morales o prohibir la acciones inmorales, por tanto, no fomenta la moral o la virtud. Por el contrario, la coerción atrofia la moralidad porque priva al individuo de la libertad para ser moral o inmoral, y entonces necesariamente despoja a la gente de la posibilidad de ser virtuosa. Paradójicamente, pues, la moral obligatoria nos sustrae la oportunidad misma de actuar moralmente.

Es además especialmente grotesco dejar la salvaguarda de la moralidad en manos del aparato estatal, es decir, ni más ni menos que la organización de policías, gendarmes y soldados. Poner al Estado a cargo de los principios morales equivale a poner al zorro al cuidado del gallinero. Prescindiendo de otras consideraciones, los responsables de la violencia organizada en la sociedad jamás se han distinguido por su superior estatura moral o por la rectitud con la que sostienen los principios morales.

Mito #4: El liberalismo es ateísta y materialista, y desdeña la dimensión espiritual de la vida.

No hay ninguna conexión necesaria entre las adscripción al liberalismo y la posición religiosa de cada uno. Es verdad que muchos si no la mayoría de los liberales en la actualidad son ateos, pero esto tiene que ver con el hecho de que la mayoría de los intelectuales, de la mayoría de credos políticos, son ateos también. Hay muchos liberales que son ateos, judíos o cristianos. Entre los liberales clásicos precursores del liberalismo moderno en una época más religiosa que ésta encontramos una miríada de cristianos: desde John Lilburne, Roger Williams, Anne Hutchinson y John Locke en el siglo XVII hasta Cobden y Bright, Frederic Bastiat y los liberales franceses del laissez-faire y el gran Lord Acton.

Los liberales creen que la libertad es un derecho inserto en una ley natural sobre lo que es adecuado para la humanidad, en conformidad con la naturaleza del hombre. De dónde emanan este conjunto de leyes naturales, si son puramente naturales o fueron prescritas por un creador, es una cuestión ontológica importante pero irrelevante desde el punto de vista de la filosofía política o social. Como el padre Thomas Davitt señaló: “Si la palabra ‘natural’ significa algo en absoluto se refiere a la naturaleza del hombre, y en conjunción con la palabra ‘ley’, ‘natural’ remite al orden que es manifestado por las inclinaciones de la naturaleza humana y nada más. Por tanto, tomada en sí misma, no hay nada de religioso o teológico en la ‘Ley Natural’ de Aquinas”. O, como d’Entrèves escribió en el siglo XVII aludiendo al jurista protestante holandés Hugo Grotius: “La definición de ley natural [de Grotius] no tiene nada de revolucionaria. Cuando mantiene que la ley natural es el cuerpo de normas que el hombre es capaz de descubrir mediante el uso de su razón, no hace otra cosa que reafirmar la noción escolástica de una fundamentación racional de la ética. De hecho, su intención es más bien la de restaurar esta noción debilitada por el augustianismo radical de ciertas corrientes protestantes de pensamiento. Cuando asevera que estas normas son válidas en sí mismas, independientemente de que Dios las dispusiera, repite el aserto que ya fue proclamado por algunos de los escolásticos...”

El liberalismo ha sido acusado de ignorar la naturaleza espiritual del hombre. Pero uno fácilmente puede llegar al liberalismo desde posiciones religiosas o cristianas: enfatizando la importancia del individuo, de su libre voluntad, de sus derechos naturales y de su propiedad privada. Uno puede igualmente llegar al liberalismo mediante una aproximación secular a los derechos naturales, con la convicción de que el hombre puede alcanzar la comprensión racional de la ley natural.

Atendiendo a la historia, además, no está claro en absoluto que la religión sea un fundamento más sólido del liberalismo que la ley natural secular. Como Karl Wittfogel nos recuerda en su Oriental Despotism, la unión del trono y el altar ha sido una constante durante décadas que ha facilitado el imperio del despotismo en la sociedad. Históricamente, la unión de la Iglesia y el Estado ha sido en muchos casos una coalición mutuamente alentadora de la tiranía. El Estado se servía de la Iglesia para santificar sus actos y llamar a la obediencia de su mando, presuntamente sancionado por Dios, y la Iglesia se servía del Estado para obtener ingresos y privilegios. Los Anabaptistas colectivizaron y tiranizaron Münster en nombre de la religión cristiana. Y, más cerca de nuestro siglo, el socialismo cristiano y el evangelio social jugaron un importante papel en la marcha hacia el estatismo, y el proceder condescendiente de la Iglesia Ortodoxa en la Rusia soviética habla por sí mismo. Algunos obispos católicos en Latinoamérica han proclamado que la única vía hacía el reino de los cielos pasa por el marxismo, y si quisiera ser grosero diría que el reverendo Jim Jones, además de considerarse un leninista, se presentó a sí mismo como la reencarnación de Jesús.

Por otra parte, ahora que el socialismo ha fracasado de un modo manifiesto, política y económicamente, sus valedores han recurrido a la “moral” y a la “espiritualidad” como último argumento en pro de su causa. El socialista Robert Heilbroner, arguyendo que el socialismo debe ser coactivo y tiene que imponer una “moral colectiva” a la sociedad, opina que: “La cultura burguesa está centrada en los logros materiales del individuo. La cultura socialista debe centrarse en sus logros morales o espirituales”. Lo curioso es que esta tesis de Heilbroner fue elogiada por el escritor conservador y religioso de National Review Dale Vree, que dijo:

“Heilbroner está... diciendo lo que muchos colaboradores del NR han dicho en el último cuarto de siglo: no puedes tener libertad y virtud al mismo tiempo. Tomad nota, tradicionalistas. A pesar de su terminología disonante, Heilbroner está interesado en lo mismo que vosotros: la virtud.

Vree también está fascinado con la visión de Heilbroner de que una cultura socialista “promueva la primacía de la colectividad” antes que la “primacía del individuo”. Cita a Heilbroner con relación a los logros “morales y espirituales” bajo socialismo en oposición a los burgueses logros “materiales”, y añade acertadamente: “contiene un timbre tradicionalista esta afirmación”. Vree prosigue aplaudiendo el ataque de Heilbroner al capitalismo por no tener “ningún sentido de ‘lo correcto’” y permitir a los “adultos que consienten” hacer aquello que les plazca. En contraste con este retrato de la libertad y la diversidad tolerada, Vree escribe: “Heilbroner dice seductoramente que debido a que la sociedad socialista debe tener un sentido de ‘lo correcto’, no todo estará permitido”. Para Vree, es imposible “tener colectivismo económico junto con individualismo cultural”, y por tanto él está inclinado hacia un nueva fusión socialista-tradicionalista – hacia un colectivismo omnicompresivo.

Cabe apuntar aquí que el socialismo deviene especialmente despótico cuando reemplaza los incentivos “económicos” o “materiales” por los incentivos pretendidamente “morales” o “espirituales”, cuando aparenta promover una indefinible “calidad de vida” antes que la prosperidad económica. Si las remuneraciones son ajustadas a la productividad hay considerablemente más libertad así como estándares de vida más altos. Pero si se fundamentan en la devoción altruista a la madre patria socialista, la devoción tiene que ser regularmente reforzada a golpe de látigo. Un creciente énfasis en los incentivos materiales del individuo suponen ineluctablemente un mayor acento en la propiedad privada y en la preservación de lo que uno gana, y trae consigo una libertad personal superior, como atestigua Yugoslavia en las últimas décadas en contraste con la Rusia soviética. El despotismo más horrible en la faz de la Tierra en los años recientes ha sido sin duda el de Pol Pot en Camboya, donde el “materialismo” fue hasta tal punto desterrado que el dinero fue abolido por el régimen. Habiendo suprimido el dinero y la propiedad privada, cada individuo era totalmente dependiente de las cartillas de racionamiento de subsistencia del Estado y la vida no era sino un completo infierno. Debemos ser prudentes, pues, antes de despreciar los objetivos o incentivos “meramente materiales”.

El cargo de “materialismo” dirigido contra el libre mercado ignora el hecho de que cada acción envuelve la transformación de objetos materiales mediante el uso de la energía humana conforme a ideas y propósitos sostenidos por los actores. Es inaceptable separar lo “mental” o lo “espiritual” de lo “material”. En todas las grandes obras de arte, extraordinarias emanaciones del espíritu humano, se han empleado objetos materiales: ya fueran lienzos, pinceles y pintura, papel e instrumentos musicales, o la construcción de bloques y materia primas para las iglesias. No hay ninguna escisión real entre lo “espiritual” y lo “material” y por tanto cualquier despotismo sobre aquello material sojuzgará también aquello espiritual.

Mito #5: Los liberales son utópicos que creen que toda la gente es buena por naturaleza y que por tanto el control del Estado es innecesario.

Los conservadores tienden a añadir que, puesto que el hombre es vil por naturaleza parcial o totalmente, se hace precisa una severa regulación estatal de la sociedad.

Esta es una opinión muy común acerca de los liberales, si bien es difícil identificar la fuente de semejante malentendido. Rosseau, el locus classicus de la idea de que el hombre es bueno pero es corrompido por sus instituciones no era precisamente liberal. Aparte de algunos escritos románticos de unos pocos anarco-comunistas, que en ningún caso consideraría liberales, no conozco a un solo autor liberal que haya defendido esta postura. Por el contrario, la mayoría de escritores liberales sostienen que el hombre es una mezcla de bondad y maldad y que lo importante para las instituciones sociales es fomentar lo primero y mitigar lo segundo. El Estado es la única institución social capaz de extraer sus ingresos y su riqueza mediante coerción; todos los demás deben obtener sus rentas o bien vendiendo un producto o servicio a sus clientes o bien recibiendo una donación voluntaria. Y el Estado es la única institución social que puede emplear sus ingresos provinentes del robo organizado para intentar controlar y regular la vida y la propiedad de la gente. Por tanto, la institución del Estado establece un canal socialmente legitimado y santificado para que las personas malvadas cometan sus fechorías, emprendan el robo organizado y manejen poderes dictatoriales. El estatismo, así pues, alienta la maldad, o como mínimo los aspectos criminales de la naturaleza humana. Como Frank H. Knight mordazmente resalta: “La probabilidad de que los titulares del poder sean individuos que detestan su posesión y su ejercicio es análoga a la probabilidad de que una persona de corazón extremadamente benévolo devenga el patrono de una plantación de esclavos”. Una sociedad libre, por el hecho de no instituir una canal legitimado para el robo y la tiranía, desalienta las tendencias criminales de la naturaleza humana y aviva aquéllas que son pacíficas y voluntarias. La libertad y el libre mercado desincentivan la agresión y la compulsión y fomentan la armonía y el beneficio mutuo del intercambio voluntario, en la esfera económica, social y cultural.

Puesto que un sistema de libertad promovería la voluntariedad y desalentaría la criminalidad, además de deponer el único canal legitimado de crimen y agresión, cabe esperar que una sociedad libre padeciera de hecho menos violencia criminal y agresiones de las que padecemos actualmente, aunque no hay razón alguna para asumir que desaparecerían por completo. Esto no es utópico, sino una implicación de sentido común del cambio de lo que socialmente se tiene por legítimo y del cambio de la estructura de premio y castigo en la sociedad.

Podemos aproximarnos a nuestra tesis desde otro ángulo. Si todos los hombres fueran buenos y ninguna tuviera tendencias criminales, entonces no habría ninguna necesidad de un Estado, tal y como conceden los conservadores. Pero si por otro lado todos los hombres son malvados, entonces el caso a favor del Estado es igualmente débil, pues ¿por qué tiene uno que asumir que aquellos hombres que componen el gobierno y retienen todas las armas y el poder para coaccionar a los demás están mágicamente exentos de la maldad que afecta a todas las otras personas que se hallan fuera del gobierno? Tom Paine, un liberal clásico a menudo considerado ingenuamente optimista acerca de la naturaleza humana, rebate el argumento conservador de la maldad humana en pro del Estado fuerte como sigue: “si toda la naturaleza humana fuera corrupta, estaría infundado fortalecer la corrupción instituyendo una sucesión de reyes, a quienes debiera rendirse obediencia aun cuando fueran siempre tan viles...” Paine añadió que “ningún hombre desde el principio de los tiempos ha merecido que se le confiase el poder sobre todos los demás”. Y como el liberal F.A. Harper escribió una vez:

“De acuerdo con el principio de que la autoridad política debe imponerse en proporción a la maldad del hombre, tendremos entonces una sociedad en la cual se demandará una autoridad política completa sobre todos los asuntos humanos... Un hombre gobernará a todos. ¿Pero quién ejercerá de dictador? Quienquiera que sea el elegido para el trono con seguridad será una persona enteramente malvada, puesto que todos los hombres lo son. Y esta sociedad será entonces regida por un dictador absolutamente malvado en posesión de todo el poder político. ¿Y cómo, en nombre de la lógica, puede emanar de ahí algo que no sea pura maldad? ¿Cómo puede ser esto mejor que el que no haya autoridad política alguna en la sociedad?”

Por último, como hemos visto, puesto que los hombres son en realidad una mezcla de virtud y maldad, un régimen de libertad sirve para alentar la virtud y desalentar la maldad, al menos en el sentido de que la voluntariedad y lo mutuamente beneficioso es bueno y lo criminal es malo. En ninguna teoría de la naturaleza humana, por tanto, ya establezca que el hombre es bueno, malo, o una combinación de ambos, se justifica el estatismo. En el curso de negar que es un conservador, el liberal clásico Friedrich Hayek apuntó: “El principal mérito del individualismo [que Adam Smith y sus contemporáneos defendieron] es que es un sistema bajo el cual los hombres malvados pueden hacer menos daño. Es un sistema social que no depende para su funcionamiento de que encontremos hombres buenos que lo dirijan, o de que todos los hombres devengan más buenos de lo que son ahora, sino que toma al hombre en su variedad y complejidad dada...”

Es importante señalar qué es lo que diferencia a los liberales de los utópicos en el sentido peyorativo. El liberalismo no se propone remodelar la naturaleza humana. Uno de los objetivos centrales del socialismo fue crear, lo cual en la práctica supone emplear métodos totalitarios, un Hombre Socialista Nuevo, un individuo cuyo primer fin fuera trabajar diligente y altruistamente por la colectividad. El liberalismo es una filosofía política que dice: dada cualquier naturaleza humana, la libertad es el único sistema político moral y el más efectivo. Obviamente, el liberalismo – como los demás sistemas sociales – funcionará mejor cuanto más pacíficos y menos agresivos sean los individuos y menos criminales haya. Y los liberales, como la mayoría de la otra gente, querrían alcanzar un mundo donde más personas fueran “buenas” y menos criminales hubiera. Pero esta no es la doctrina del liberalismo per se, que dice que cualesquiera sea la composición de la naturaleza humana en un momento dado, la libertad es lo más deseable.

Mito #6: Los liberales creen que cada persona conoce mejor sus propios intereses.

Del mismo modo que la acusación precedente sugería que los liberales creen que todos los hombres son perfectamente buenos, este mito les acusa de creer que todos son perfectamente sabios. Pero como esto no es cierto con respecto a mucha gente el Estado debe intervenir.

Pero los liberales no asumimos la perfecta sabiduría del hombre más de lo que asumimos su perfecta bondad. Hay algo de sentido común en la afirmación de que la mayoría de los hombres conoce mejor que cualquier otro sus propias necesidades e intereses. Pero no se asume en absoluto que todos siempre conocen mejor sus intereses. El liberalismo propugna que cada uno debe tener el derecho a perseguir sus propios fines como estime oportuno. Lo que se defiende es el derecho a actuar libremente, no la necesaria sensatez de dicha acción.

Es cierto también, no obstante, que el libre mercado – en contraste con el gobierno – ha articulado mecanismos que permiten a las personas acudir a expertos que pueden aconsejar sensatamente acerca de cómo alcanzar los fines propios de la mejor manera posible. Como hemos visto antes, los individuos libres no están separados los unos de los otros. En el libre mercado cualquier individuo, si tiene dudas sobre sus verdaderos intereses, es libre de contratar o consultar a un experto que le ofrezca consejo en base a su conocimiento presumiblemente superior. El individuo puede contratar a este experto y, en el libre mercado, testar continuamente su competencia y su utilidad. Las personas en el mercado, por tanto, pueden patrocinar aquellos expertos cuyos consejos estimen más provechosos. Los buenos doctores, abogados o arquitectos serán recompensados en el libre mercado, mientras que los malos tenderán a ser desplazados. Pero cuando el gobierno interviene, el experto del gobierno obtiene sus ingresos mediante la coacción sobre los contribuyentes. No hay ninguna fórmula de mercado para testar su éxito informando a la gente de sus verdaderos intereses. Sólo necesita tener habilidad para adquirir el apoyo político de la maquinaria coercitiva del Estado.

Por tanto, el experto privado tenderá a florecer en proporción a su habilidad, mientras que el experto del gobierno florecerá en proporción a su destreza en obtener prebendas políticas. Además, el experto del gobierno no será más virtuoso que el privado; su única superioridad radica en el arte de conseguir favores de aquellos que retienen el poder político. Pero una diferencia crucial entre ambos es que el experto privado tiene todos los incentivos para velar por sus clientes o pacientes, obrando del mejor modo posible. El experto del gobierno carece por completo de semejantes incentivos; él obtiene sus ingresos de todos modos. Luego el libre mercado tenderá a satisfacer mejor al consumidor.

Espero que este artículo haya contribuido a limpiar el liberalismo de mitos y malentendidos. Los conservadores y todos los demás deben ser educadamente advertidos de que los liberales no creemos que los hombres son buenos por naturaleza, ni que todos están perfectamente informados acerca de sus propios intereses, ni que cada individuo es un átomo aislado y herméticamente sellado. Los liberales no son necesariamente libertinos o hedonistas, ni son necesariamente ateos; y los liberales enfáticamente creen en principios morales. Dejemos ahora que cada uno de nosotros se disponga a examinar el liberalismo tal cual es, sin temor ni partidismos. Yo estoy seguro de que, allí donde este examen tenga lugar, el liberalismo gozará de un auge impresionante en el número de sus seguidores.

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