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viernes, 26 de septiembre de 2014

RUBEN DARIO ACEVEDO CARMONA, ¿RECONCILIACION? SÍ, PERO CON CONDICIONES, CASO COLOMBIA,

Tan socorrida como la paz circula ahora la palabra “reconciliación”. El jurista Rodrigo Uprimny invita a pensar y debatir el significado de esta noción clave en la resolución de numerosos conflictos en la historia mundial.

Parte el columnista de una pregunta bastante controversial: “¿Podremos los colombianos reconciliarnos después de décadas de Guerra, polarización y atrocidades?” Su pregunta da por sentado que el país está en Guerra hace muchos años, caracterización compartida en amplios círculos académicos de izquierda y liberales “progres”. Que hemos sufrido arbitrariedades y atrocidades no genera gran polémica, pero, usar la categoría de guerra para referirse a unas “partes” tan disímiles como un estado y un gobierno legítimos de un lado y un grupo de criminales de Guerra, sí que amerita un buen debate.

Uprimny otorga, sin presentar un debido y mínimo soporte, a un proyecto de revolución comunista fracasado nacido en el apogeo de la Guerra Fría en la America Latina de los años sesenta, una calificación que tiene más de ideológico que de histórico y político. No se puede negar que hay un conflicto armado, porque las guerrillas no disparan flores ni divulgan ideales democráticos. Tampoco se puede desconocer que su pretensión de levantar al pueblo colombiano contra la “dictadura oligárquica” no tuvo eco, las cifras de favorabilidad para ellas nunca han superado el 3 o 4 por ciento. Los movimientos sociales y políticos de corte revolucionario y reformista se han visto más perjudicados que favorecidos por el accionar de las guerrillas.

Ahora bien, es válido preguntarnos ¿por qué los defensores del proceso entreguista de paz del gobierno Santos, en contravía de la rigurosidad que se requiere en el lenguaje político, utilizan esa retórica generalizadora sobre la violencia, las víctimas y las atrocidades que nos convierte a todos, por igual en victimarios y violentos? ¿Por qué plantean el problema como un asunto de reconciliacion?  Nos tendrían que demostrar que las FARC, el ELN y otros grupos ilegales, igual de terroristas, crueles e irrepresentativos han surgido como fruto de la persecución, la discriminación y la represión política y no de proyectos ideológicos revolucionarios comunistas.

Ahora bien, las guerras y los conflictos armados no terminan todos de la misma manera. Quiero decir que la idea de reconciliación no siempre es pertinente ni siempre significa lo mismo. Me imagino que nadie les enrostraría a los Aliados el no haber buscado la reconciliación con los Nazis, o a los pueblos que sufrieron el yugo soviético estalinista que no se reconciliaran con los invasores o a los que sufrieron a dictadores estilo Ferdinand Marcos, Anastasio Somoza o Nicolae Ceasescu que no los hubiesen perdonado. Y no es solo por un asunto de la correlación de fuerzas, de que en esas experiencias hubo un final de derrota, sino también por la existencia de unas abismales diferencias y heridas tan profundas que la única opción era la derrota o abatimiento del opresor o la expulsión del invasor.  Con esas ideologías y regímenes la humanidad democrática no podía desear la reconciliación. Agresores de esa clase fueron condenados a reparar a sus víctimas a pagar multas enormes a pedir perdón y a expiar sus crímenes en la cárcel y en algunos casos hasta con sus vidas.

La lucha contra el fascismo el nazismo y el comunismo, teorías y sistemas totalitarios, antidemocráticos y criminales que exterminaron y oprimieron a millones de personas en nombre de una raza, clase o nación superior, no clasifica como conflicto de exclusión o discriminación en los que sí se justifica pensar en términos de reconciliación. Más allá, la historia mundial registra casos de reconciliación después de guerras devastadoras como la de secesión norteamericana o la que se registró entre negros y blancos en Surafrica con el derrumbamiento del Apartheid.

En el caso colombiano la idea de reconciliación de sentido religioso que supone el retorno a un ideal mundo fraterno, no aplica, como bien lo reconoce Uprimny. Pero, de allí no se desprende que solo queden dos alternativas, la negación de su posibilidad alegando diferencias insalvables como ocurrió con el nazismo, el fascismo y el comunismo en algunos países, que supone la derrota total, el arrasamiento sin piedad de los enemigos del estado y de la institucionalidad, que algunos atribuyen perversamente, como la opción que propone el uribismo. Ni tampoco la de la impunidad que impulsa el gobierno Santos y sus adláteres en la academia, que significa pensar a los criminales de guerra y a genocidas como iguales al estado, que no expiarían sus culpas en prisión y que podrían ocupar cargos públicos y en organismos de representación popular.

Hay un camino realista que no se ubica en ninguna de las anteriores. Me refiero a una opción que atraviesa casi todos los discursos, pero, sobre la que hace falta observar mayor constancia, precisión y decisión. Se trata de la consabida justicia transicional que conlleva al reconocimiento y reparación de las víctimas por parte de las guerrillas, el estado ya lo está haciendo, a la petición pública de perdón, a la refrendación del compromiso de no repetición y de contribuir al esclarecimiento de verdades judiciales y a la entrega de las armas por parte de quienes, infructuosamente, pretendieron cambiar el orden de cosas a través de la lucha armada. Sería como tragar sapos en vez de los cocodrilos que pretende Santos.

Ruben Dario Acevedo Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc

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martes, 25 de febrero de 2014

JOSÉ MACHILLANDA, MADURO Y LA GUERRA CIVIL

Nicolás Maduro el 19F en un acto impulsivo e incontrolado, se atrevió a amenazar a los venezolanos con la toma militar del Táchira, mediante el uso y empleo del componente Aéreo, Ejército y Guardia Nacional para Liberar al Táchira del Fascismo Político. 

Poco antes, el Gobernador Ameliach había anunciado un “Ataque Fulminante” en la población de Valencia. 

Ambas actuaciones muestran una máxima irresponsabilidad e inconsciencia de estos dos actores políticos que, debido a su primitivo estilo y desconocimiento sobre el uso del elemento armado, criminalizan la protesta social y la elevan casi hasta declarar una hipotética Guerra Civil. Maduro y Ameliach, junto a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, se han convertido en bufos referentes del uso de la violencia armada a partir del 18 de febrero, para intentar amedrentar, contener y neutralizar la nueva protesta social que crece como consecuencia de su torpeza, de sus limitaciones y su desconocimiento de los Derechos Constitucionales, los cuales amparan a los ciudadanos venezolanos. Gravísima y equívoca conducta, porque estos actores políticos del postchavismo, no terminan de entender sobre la etiología y efectos de un conflicto social, que de forma irresponsable y con ligereza, se permiten hasta llamar públicamente a una Guerra Civil. 

Nicolás Maduro, Ameliach y Cabello son incapaces de aceptar que los venezolanos, después de quince años, están hartos y, en consecuencia, dispuestos a contener el primitivismo político y la herencia política de Chávez y sus ideas anacrónicas, sin sentido y lógica con respecto a la política y al sistema político venezolano. Por ignaros e indolentes, estos postchavistas no pueden comprender el vigor, la vitalidad y la responsabilidad de numerosos venezolanos que ya han expresado su convicción para producir un cambio por la vía constitucional, empleando, esta vez, el instrumento legítimo y político de la protesta social.

Los tres gobernantes, atormentados y llenos de pavor, emplean entonces la violencia política instrumentando al elemento militar y se asustan porque los demócratas reclaman un cambio de gobierno. Un cambio de gobierno porque lo que ha ocurrido durante los últimos 10 meses es un franco desgobierno. 

Franco desgobierno en el cual se ha privilegiado la propaganda y la guerra psicológica, porque no entienden de acciones políticas, ni políticas públicas, ni soluciones propias de gobernantes. Tampoco pueden admitir que la sociedad venezolana agotó su paciencia para tolerar a un grupo de militares y militaristas que como gobierno, son incapaces para resolver los nudos de angustia que vive la República, razón por la cual ha crecido y continuará creciendo la protesta social en Venezuela. La protesta social –sépanlo- es el recurso civilizado de los venezolanos para decirle “ya basta” al socialismo del siglo XXI. 

La protesta social constituye el instrumento idóneo para que el gobierno sepa, se entere y termine de comprender que sus acciones han sido permanentemente equivocadas y son contrarias y distantes a los intereses del venezolano. Los venezolanos no aceptan, no toleran y no quieren ni pueden entender que el recurso petrolero, o sea la renta petrolera, sea orientado en la región a diferentes gobiernos con déficit democrático, cercanos al postmarxismo, en vez de que los mismos sean orientados a las soluciones de los múltiples problemas que padecen los venezolanos. 

La protesta social igualmente rechaza el recurso de la militarización de la política y la militarización de la sociedad por ser contrario a la democracia, a la libertad y a la decencia; la protesta social es contraria al engaño y a la conducta irresponsable de un gobierno que habla de diálogo sin comprender que el mismo debe resolver las desigualdades políticas vinculantes. La protesta social definitivamente constituye el instrumento civilizado por excelencia para enfrentar la ideología del comunismo y el comportamiento populista y arbitrario que pretende desarrollar Nicolás Maduro excluyendo a más de la mitad de los venezolanos que rechazan su comunismo disfrazado de Socialismo del siglo XXI.

Por lo tanto, Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach no pueden pretender, frente a la protesta social, llamar a la Guerra Civil. Guerra Civil que a ellos les es cercana por su condición de golpistas como militares y radicales como comunistas en el ejercicio de la vida política. Para ellos el uso de la guerra civil es un pretexto ante su grave ineptitud, la usan para tapar su incapacidad por cuanto no han podido resolver el conflicto social venezolano. La Guerra Civil para ellos es un maridaje entre la violencia criminal organizada de sus colectivos armados como fuerzas paramilitares y el postchavismo; fuerzas paramilitares nacidas y fomentadas durante el gobierno de Chávez con la intención de emplearlas a futuro en esta Guerra Civil. Una Guerra Civil que como conflicto violento, se propone aislar y neutralizar las organizaciones políticas legítimas y naturales del Sistema Político Venezolano creando un campo para una situación de excepción en el sistema que sería apoyada por el Tutelaje Militar y la Cúpula Militar Sometida. 

Esa Guerra Civil supuesta daría pie para que recayera sobre todo el elemento militar la culpabilidad, insensatez e ineptitud de una pandilla de gobernantes que no tienen sentido de la Historia. La historia de la sociedad venezolana y también del sistema regional que como parte de la historia pasada y presente, están atentos y prestos para impugnar la absurda e incongruente intención política de gobernantes venezolanos representantes del postchavismo que pudiera generar un evento de características impredecibles en la ecuación política venezolana. 

El postchavismo y la Guerra Civil que anuncia Maduro y sus adláteres lo que enuncia es la incapacidad de ellos como gobernantes que siguen convencidos de una revolución y, por lo tanto, están sumamente cercanos creer en una Guerra Civil. Una Guerra Civil que no termina de comprender la visión, interés y propósito de la protesta social de la oposición. La oposición política venezolana, por el contrario, cree en la protesta social y está convencida de que no puede ni debe tolerar la tiranía de Maduro y su militarismo obsecuente, oposición política que además está convencida de que su protesta social y la Constitución son los pasos apropiados para la redemocratización de la República y su propuesta para hacerlo orillando la absurda invocación o engendro colosal de actores atormentados por la protesta categórica de los venezolanos.

La oposición política en protesta social está consciente de que la Constitución, así como ampara la protesta por legítima, facilita que la presión ciudadana conduzca a que Nicolás Maduro entienda que su falta de facultad para gobernar lo debe conducir a su renuncia. 

Ese es un panorama de reclamo que comienza a vislumbrarse en el Sistema Político Venezolano a partir de la dolorosa circunstancia iniciada el 18F y que se vive en todo el territorio nacional, con la generalización de la protesta social. Este gobierno ha decidido enfrentar con una brutal represión militar a la oposición política dando muestras de intolerancia, cobardía y falta de sentido de la historia a tal extremo que anuncia una Guerra Civil. Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach tienen que estar conscientes y contestes de que los repúblicos de Venezuela – más del 50% de los venezolanos – han decidido ejercer la protesta social quiéranlo o no ellos como gobernantes, y esto es así, debido a que los venezolanos y su clase dirigente en especial, están contestes de que hay una pérdida grave de legitimidad en el sistema político y en las funciones que cumplen estos actores políticos. A partir de esta pérdida de legitimidad, cualquier análisis del Sistema muestra un punto de fractura y un posible desmoronamiento del Estado, entonces no es la Guerra Civil la solución, ni mucho menos el uso del elemento militar contra la protesta social. 

Este grave momento irreversible del desmoronamiento del Estado no le queda otra alternativa que renunciar o negociar con la oposición política representada por la protesta social y entiéndase no se trata de que el gobierno de Maduro lo quiera, lo que ocurre es algo muy simple que se le olvido a Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach, y eso es que quienes son y representan el poder comitente o poder natural – más del 50% de los venezolanos- están reclamando un cambio de actores políticos en las funciones de gobierno y el mismo ocurrirá legítima y constitucionalmente por medio de la protesta social.

José Machillanda
jmachillanda@ceppro.org
@JMachillandaP

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jueves, 5 de septiembre de 2013

LENIN VALERO, SEÑOR, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS ANTE LA AMENAZA DE GUERRA, CASO SIRIA

Sentimos la amenaza de una nueva guerra. Las potencias mundiales mueven nuevamente sus piezas en el Medio Oriente.  

Ahora es Siria, el otro punto de encuentro de la muerte, el mismo suelo de Irak e Irán, la misma tierra de la antigua Mesopotamia, la de los sumerios, un pueblo de origen desconocido, que crearon una civilización muy avanzada, pero se enfrentaron constantemente en luchas por el control político y militar de toda su región, colaborando de esta manera para ser conquistados por pueblos extranjeros. Existieron 6 mil años antes de Cristo y hoy se mantienen en lo mismo. ¡Dios mío!, ten misericordia de nosotros, de ellos y del mundo entero.

Esa guerra nos afecta. En lo económico mucho más, aún cuando podríamos pensar que más bien nos beneficiaría por el aumento en el precio del petróleo, pero no es verdad. Una escalada de los precios del crudo, dispararía la inflación más allá de nuestros propios límites y pondría aún más en peligro nuestra seguridad alimentaria, producto de la poca producción que actualmente se registra en Venezuela y de las restricciones que las grandes potencias agrícolas del mundo ponen a la exportación de sus productos, para cuidar en mayores almacenes el autoabastecimiento de los suyos. En una guerra no gana nadie, ni el que vende las armas, ni el que vende los ataúdes. Ambos pueden morir también. Y más aún, si es con armas químicas como en Siria, donde la toxicidad del humo que despiden acaban con poblaciones completas como sucedió ahora en las afueras de Damasco, ordenado por el Presidente Bashar Al Assad, y como ocurrió en el norte de Irak con el ataque de Hussein con armas químicas a los kurdos, no hay humano que pueda aceptar tal desgracia, ni avalar tal tragedia.

Sobradas razones hay para frenar la guerra civil que vive actualmente el pueblo sirio con más de 100 mil víctimas y para juzgar con justa razón a quienes han cometido el delito de utilizar las armas químicas contra el pueblo sirio, terminantemente prohibido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los Estados Unidos saben que el área en conflicto (la antigua Mesopotamia), es como un cuero seco que si lo pisas de un lado se levanta de otro, pero también entiende que los intereses de Irán, Irak y Siria, son defendidos por su mayor proveedor de armas que es Rusia. Son muchas las variantes que intervienen en el conflicto, pero en lo más profundo del pueblo árabe está su religión. Eso se respeta, eso es sagrado para ellos y para nosotros. Sólo Dios sabe lo que ocurrirá en el transcurrir de los tiempos y es por eso que le pedimos que tenga misericordia de nosotros.

El llamado del Papa Francisco, es más que oportuno. Nos convoca a una jornada de oración y ayuno para este sábado de siete a doce de la noche frente la Basílica de San Pedro en Roma, pero al mismo tiempo sugiere que todos los fieles y las iglesias del mundo oremos y ayunemos por el pueblo sirio y por la paz del mundo. “Quiero hacerme intérprete del grito de paz que se escucha en el mundo, queremos que en esta sociedad nuestra, destrozada por divisiones y conflictos, estalle la paz. ¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y protegido. Vivo con particular sufrimiento y preocupación las diversas situaciones de conflicto que hay en nuestro mundo, pero en estos días mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por las dramáticas perspectivas que se perciben. Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas. Les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes que vi en los días pasados. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones del que no se puede huir!”, sentenció. Hoy Señor, en estos momentos tan tristes, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Leninvalero2@gmail.com

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miércoles, 17 de julio de 2013

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, ¿GUERRA CIVIL?

En los últimos 14 años, alrededor de 200 mil venezolanos han perdido la vida, a causa del hampa. Una cifra que sobrepasa el número de víctimas que se han producido en países en guerra.
Reconozco que el título de este artículo habrá hecho pensar a algunos lectores que comenzaría por abordar otro tema, por ejemplo a la de un tipo de salida a la crisis. Prefiero comenzar preguntándome si ¿se podría hablar de Guerra Civil en Venezuela?
Si el estatus de guerra se define por el número de pérdidas humanas, quiere decir que nos encontramos dentro de esa definición. Si lo define una realidad donde una sociedad civil se encuentra sometida al peligro de un cruce de balas incontrolado, que mantienen a la población en un estado permanente de inseguridad, encuadramos dentro de esa realidad.
Todo parece indicar que la situación tenderá a ser peor, ya que ninguno de los planes implementados por el régimen producen resultado.
Aquí se armó a un sector de la población civil, a cambio del apoyo al proceso que adelantaban de la mano de los Castro. Se seleccionaron los grupos más peligrosos y los personajes más violentos, hasta se les designo una “comandante” que murió como el turpial.
Grupos de irregulares con el objetivo de aterrorizar la población y con mucho tiempo libre, ellos terminaron por dedicarse a hacer productivo ese porte de armas.
Con el agravante que en determinados sectores populares los jefes de bandas terminan por convertirse en ídolos de muchos jóvenes desorientados. Una generación a la cual el sistema actual le concede pocas esperanzas de superación.
El régimen en el pasado amenazó con una guerra civil si perdía las elecciones, cabe preguntarse ¿que estamos viviendo actualmente los venezolanos? y ¿hasta cuándo?.
Muchos estudios existen para luchar contra la delincuencia, señalan que para atacar las causas es necesario mejorar los cuerpos de seguridad, la atención a la familia, fomentar el deporte, educar a los jóvenes, promover la creación de fuentes de trabajo, desarrollar programas culturales, entre otros.
En Venezuela es necesario sincerase. Para lograr la reconciliación de los venezolanos tienen ambas partes que desearlo, solo así podrán unirse en la búsqueda de una solución.
Sin voluntad política no será posible implementarla. El compromiso mayor le corresponde al Gobierno, quien tiene la responsabilidad y el deber de atender el problema.
La falta de esa voluntad, la indiferencia demostrada ante los dramas diarios que vive la población civil. El cinismo de los responsables de la seguridad del país, al intentar distraer la atención sobre la realidad que diezma la población, no tranquiliza a los venezolanos.
Se respira un aire de Guerra Civil, una especie de pacto con la muerte a la que se deja actuar impunemente. Podría sospecharse que la situación conviene a quienes permiten que continúe.
Como si existiese la voluntad de mantener una sociedad entera entre rejas, aquellas con las que cubre todas las puertas y ventanas de su casa, en un vano intento por alejar al enemigo.
Una sociedad que ha terminado por hacer de su ciudad un pasadizo en el que se desplaza rápidamente de un lado a otro, a fin de satisfacer las cosas más indispensables y evitar el peligro, De la casa al trabajo, del trabajo al mercado, llevar rápidamente los niños a la escuela y regresarlos, sin detenerse en los semáforos o en la esquinas, sobre todo si está comenzando la tarde. Mirando con insistencia por el retrovisor la cercanía de cualquier motorizado, que podría golpear tu parabrisas con un revolver.
Donde a pesar del “paraíso socialista bolivariano” muere un venezolano cada media hora. Situación que inquieta a padres y madres de familia, con horas de insomnio hasta que el último hijo regresa a casa, que les roba años de vida, producto del estrés y de la angustia. Que limita a las nuevas generaciones en su desarrollo personal, que arruina proyectos de vida.
Que impulsa a miles de ciudadanos a abandonar el país, buscando seguridad y calidad de vida, pero sobre todo dejando el control de Venezuela en las manos de quienes teniendo una responsabilidad, ni la asumen, ni la corrigen.
El venezolano entiende el peligro de perder los espacios democráticos. Digan lo que digan, este pueblo no ha descansado luchando por un cambio. Hemos escogido esta vía a pesar de que el gobierno siempre ha intentado desprestigiarnos, ha perseguido a nuestros dirigentes, muchos de los cuales han sido detenidos injustamente, otros golpeados de manera salvaje y muchos obligados a exilarse ante la falta de justicia en el país. En Venezuela se lucha de manera desigual, contra todo el aparato del estado y con instituciones que funcionan al servicio de un partido y no de la Nación.
La garantía de una salida, ha señalado la oposición, es que exista una alternativa, y que esta crezca constantemente con el apoyo popular. Una alternativa para una salida pacífica, electoral y constitucional.
Por su parte el gobierno utiliza estrategias fascistas porque no ha logrado sacar a la oposición de la línea democrática, pero no podemos perder ningún espacio de lucha, a pesar de las trampas, la única manera de probarlo, es obligarlos a repetirlas, ¡todo eso servirá en el futuro!
En muchas guerras mundiales se llegó a medidas extremas, supuestamente para evitar más víctimas. La solución de fuerza se ha vislumbrado como una posibilidad, en muchas de ellas.
Recordemos que el camino hacia la paz y la reconciliación, no pasa por la guerra necesariamente… Cuando estas cosas suceden es porque se cerró la posibilidad de dialogar, en ese momento se debe estar dispuesto a pagar el tributo y correr el riesgo del que llega por la fuerza, acceda a retirarse cuando sea el momento propicio para reinstalar la democracia.
La violencia es la cara más oscura de la lucha política, no es progresista, no enriquece al ser humano. Es lo contrario a la civilización. Lamentablemente un dialogo entre seres humanos, exige esa conducta en ambos bandos.
Detrás de una guerra quedan las heridas, la desolación, la muerte de muchos inocentes, con ella todo el mundo pierde, no hay vencedores…
Alguien señaló con acierto… “Con la guerra no se gana nada que no se tuviera, y se pierde todo lo que se tenía”.
Todas las partes deben medir bien las consecuencias, los pro y los contra de nuestras acciones y de nuestra responsabilidad.
Yo también una vez tuve un sueño, que todo el que se sentía venezolano asumía un compromiso con este pueblo, un compromiso por la vida.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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domingo, 9 de junio de 2013

FERNANDO FACCHIN B., AMENAZA DE GUERRA CIVIL

“Difícil es templar en el poder a los que por ambición simularon ser probos.” Salustio
Definitivamente, el oficialismo es la expresión de un neo-nazismo/fascismo, la insólita y amenazante expresión que señala que si no van presos Capriles y López, se convocará a una guerra civil, demuestra fehacientemente el uso del terrorismo de estado mediante la vulgar ostentación de un  poderío judicial y militar en fraude del estado de derecho, de ello dan fe, aparte de la amenaza de guerra civil, las recientes denuncias sobre torturas cometidas por la GNB y el ejército     para, sin escrúpulo alguno, anular los derechos básicos de los ciudadanos mediante la represión y las amenazas permanentes.
Lo dicho no es un síntoma de fortaleza, sino por el contrario, es el síntoma de gran debilidad, miedo que ahoga al oficialismo, que no puede sostener  el poder sin esos medios de terrorismo y delincuencia, es un gobierno en descomposición, en crisis permanente y,  para impedir su definitivo hundimiento, adopta el terrorismo y la apología del delito, en definitiva, no se defiende al ciudadano de los abusos del estado sino al estado de los “abusos” de los ciudadanos, impidiendo la utilización de las vías legales, pacíficas y democráticas, manteniendo un estado de aprensión permanente y violación impune de los derechos y libertades fundamentales con el uso indiscriminado de sus fuerzas represivas al mando de innobles militares.
La amenaza contra Capriles y López, puede ser el modo de expresar complejos psicológicos personales, frustraciones y resentimientos. Este tipo de “fraude al Estado de derecho”  utiliza constantemente los tribunales para neutralizar a sus oponentes, enfrentándolos a juicios penales de motivación política, pervirtiendo la justicia.
Mediante el terrorismo y la hegemonía comunicacional se  pretende coartar la libertad de pensamiento, pero ello no es posible,  por cuanto sin liberad de pensamiento no hay imaginación y sin imaginación no se puede conciliar la libertad con la equidad y sin equidad no hay futuro para nadie, la sociedad estará signada por la hostilidad y la perpetua amenaza  a su bienestar y seguridad.
La sociedad no debe perder el rumbo en la búsqueda del sentido en medio del caos y el horror como expresión clara del autoritarismo y la intransigencia autocrática de quien considera que basta contar con una mayoría pírrica en el parlamento para no tener que negociar con los adversarios, cuando la incapacidad para negociar frena la pluralidad, surgen posturas fundamentalistas que excluyen a la disidencia, se desconoce la diversidad humana, desconocen que en democracia se procuran formas para resolver las controversias y moderar las rivalidades sin apelar a la exclusión,  a la hostilidad, a la violencia,  el estilo de bravucón de pueblo y la volubilidad no favorecen la imagen de un liderazgo responsable y confiable, necesitamos tolerancia a la divergencia y respeto a la diversidad, debemos rechazar el fundamentalismo extremo personificado en alguien que niega toda posibilidad de dialogo, en un fanático con el que no se puede hablar, recordemos que una sociedad que rompe de manera rotunda con sus orígenes, su cultura y su historia democrática provoca un fundamentalismo radical que amenaza con llegar a punto de ebullición. 
ffacchinb@gmail.com

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viernes, 14 de septiembre de 2012

EL NACIONAL / EDITORIAL / ¿ GUERRA CIVIL ?

La tranquilidad que ofrece el candidato del oficialismo a los votantes ricachones es flor de un día porque ni siquiera controla a las pandillas que, con franelas rojas, atacan cobardemente a mujeres y ancianos.

El fin de semana el candidato del oficialismo se mostró bondadoso, pero sin abandonar su política del palo y la zanahoria. De acuerdo con la agencia Reuters, el Presidente afirmó: "Hasta a los ricos creo que les conviene que gane Chávez. Piénsenlo bien, señores (...) ¿A ellos les conviene una guerra civil? No le conviene a nadie. Hasta a los ricachones, a las familias ricas que les gusta la tranquilidad, les interesa que gane Chávez. Les invito a que voten por Chávez el 7 de octubre. Chávez les garantiza paz, estabilidad, crecimiento económico".
¡Ave María purísima! Ahora resulta que el diablo va a misa los domingos, confiesa y comulga para convertirse en ángel. Así estará de mal en las encuestas que sale a pedirle los votos a los "ricachones", disfrazado de ovejita cuchi cuchi incapaz de hacer daño a nadie.
Pero como los ricachones a veces no quieren entender su mensaje de paz, entonces los amenaza con un enfrentamiento feroz si pierde las elecciones: "¿A los ricos les conviene una guerra civil? No les conviene". Es verdad, los narcogenerales son ricos, a Diosdado se le nota en la cara la gordura de su prosperidad, a Ramírez ni se diga.
Al candidato oficialista tampoco le conviene, dicen los venezolanos, pues apenas oye un tiro, negocia y se rinde. De manera que la garantía que pretende dar no tiene base en su comportamiento en el pasado y menos ahora que tiene a la oposición latiéndole en la cueva.
Veamos lo que pasó con la caminata que organizó la oposición en Caracas, en la zona de La Pastora, a favor de Henrique Capriles. De inmediato aparecieron pandilleros y matones encapuchados, con armas que les suministra el Gobierno para atemorizar al pueblo. Es una prueba de la debilidad cada vez mayor del oficialismo y de su necesidad de amedrentar a los ancianos, mujeres y jóvenes que ejercen su derecho democrático de marchar y manifestar su simpatía por el candidato de la oposición.
La tranquilidad que ofrece el candidato del oficialismo a los votantes ricachones (así los llama con todo el desprecio del mundo) es flor de un día porque ni siquiera controla a las pandillas que, con franelas rojas, atacan cobardemente a mujeres y ancianos, porque saben que estos militantes y simpatizantes opositores no cargan armas ni tienen cómo defenderse de estos hampones políticos. Es la misma lógica que guía a los machistas cuando le pegan a sus parejas porque ellos son hombres y fuertes y las mujeres no pueden responder a esa violencia.
Con gente de esta ralea, pandilleros sin escrúpulos, es con la que cuenta el candidato del oficialismo para su pretendida guerra civil. Sabe que los militares serios y conscientes no saldrán a la calle a matar venezolanos sólo para que él siga en el poder.
Para decidir quién será el próximo presidente está el pueblo y sus votos. Miraflores debe acatar la voluntad popular y no declarar una guerra civil que sólo existe en la mente de Fidel Castro.
http://www.el-nacional.com/noticia/51714/10/guerra-civil.html

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sábado, 8 de septiembre de 2012

DIEGO ARRIA, HUGO CHÁVEZ ANTE SU DERROTA AMENAZA CON UNA MASACRE

Pretende convertir a La Fuerza Armada  en corresponsable de una acción criminal
A pocos días del siete de octubre; en conocimiento de los más recientes estudios de opinión independientes, en conciencia de su propio estado de salud y ante la evidencia del inminente triunfo de la candidatura presidencial de los factores democráticos que representa Henrique Capriles Radonski, el candidato a la reelección, Hugo Chávez, amenaza al pueblo venezolano con una masacre.
Chávez no necesita utilizar el término masacre. Cuando señala que al concretarse el triunfo de Capriles se desataría una guerra civil claramente promueve una masacre al incendiar los ánimos de sus seguidores más fanatizados. Chávez sabe perfectamente que para que exista una guerra civil deben existir, al menos, dos bandos armados; lo cual no es el caso en Venezuela. Las armas las tiene Chávez, su franquicia militar en manos de una cúpula vergonzosa y los diferentes grupos irregulares que surgieron bajo su auspicio. Llamar guerra civil a esta reacción fratricida y desquiciada de Chávez es esconder lo que realmente sería: una masacre.
Chávez, a pocos días de su derrota, prepara a sus seguidores más radicales para desconocer un resultado electoral inevitable. Si Chávez creyera que tiene más de veinte puntos de ventaja sobre Capriles y que su victoria del 7 de octubre es irreversible, no promovería, con su discurso incendiario y grosero, el fantasma de una masacre que falsa y cobardemente él llama guerra civil.
¿A qué estamos enfrentados los venezolanos? A un Jefe de Estado en proceso de desquicio acelerado, como lo confirma el hecho de promover una matanza, con el mismo ímpetu con el que ha promovido durante catorce años el odio y la violencia. Nunca antes, en América Latina los mandatarios han amenazado a sus ciudadanos. En el mundo, solo Hitler al amenazar a los judíos, Milosevic a los musulmanes o Gadafi a sus opositores se atrevieron a algo semejante a lo que nos ocurre aquí. El mundo ha oído claramente lo que pretende Chávez y por qué lo pretende, de igual modo, deben haberlo oído los integrantes de la Fuerza Armada que no pueden pasar por alto semejante amenaza, porque serían ellos, según Chávez, los encargados de ejecutarla.
darria@mac.com

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domingo, 2 de septiembre de 2012

PABLO DÓCIMO, SI NO GOBIERNA EL KIRCHNERISMO, ¿HABRÁ GUERRA CIVIL?, VENEZUELA Y ARGENTINA, DISCURSOS PREOCUPANTES

No es ninguna novedad que lo más parecido al gobierno kirchnerista es el gobierno de Hugo Chávez… y viceversa.
Más allá de que sean “socios estratégicos”, tienen en común muchísimas cosas: la prepotencia, el autoritarismo, la demagogia, la intolerancia, la elocuente aspiración a convertir un sistema republicano federal en totalitarismo; pero, sobre todo, la corrupción y la aspiración a mantenerse in eternum en el poder, al mejor estilo castrista.
Podríamos seguir describiendo muchos aspectos más que los hermana, como los más palpables que son las expropiaciones, el cepo al dólar y que ambos países, producto de la aplicación de una economía totalmente errada, lideran los índices inflacionarios mundiales y son de los pocos que no crecen, especialmente en Latinoamérica.
En definitiva, todo eso deviene, y conlleva, a aspirar al poder absoluto, por lo cual ambos gobiernos están inmersos en un círculo vicioso.
No debemos dejar de lado el enfrentamiento con la prensa no oficialista, la cooptación de medios de comunicación, la permanente propaganda política televisiva, Chávez, a través del canal que él mismo creó, Telesur; y Cristina a través de Canal 7, y lo más patético, el “Aló Presidente” de Chávez y las insoportables y maratónicas “cadenas nacionales” de nuestra Presidente.
Incluso, ambos fueron más allá de lo que haría cualquier persona medianamente normal.
Chávez apeló a un cáncer —que vaya uno a saber si realmente lo padece, o padeció— para dar lástima, y nuestra mandataria todavía sigue sacando réditos con el luto por la muerte de “Ël”. Hasta en esas miserias son iguales.
Otro dato no menor entre las similitudes de ambos países, es la creciente ola de delincuencia y no solo la negativa por parte del gobierno por solucionarlo, sino que además, en ninguno de los dos países lo reconocen.
En referencia a este tema, publicamos un artículo con fecha 31 de julio contando el por qué de la inseguridad, tanto en Venezuela como en la Argentina, demostrando que es parte de un plan perfectamente perpetrado.
Pero falta la frutilla del postre. Falta el final de la película. Y en este punto, invito al lector a que reflexione sobre lo siguiente: ¿Usted cree que, tanto Cristina como Chávez van a dejar el poder por el solo hecho de perder una elección?
El portal de noticias Infobae publicó declaraciones de Hugo Chávez que, como todos sabemos, se encuentra en campaña de cara a las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, y dijo lo siguiente: “La burguesía (oposición) eliminará las misiones de atención de la salud, la educación y alimentación que tiene el gobierno para los sectores pobres. Esto llevaría a una guerra civil, porque ¿quién puede pensar que el pueblo se quedaría con los brazos cruzados si le quitan los derechos adquiridos? El pueblo no se quedaría de brazos cruzados. Comenzarían las persecuciones contra el pueblo, comenzaría la represión, como en el pasado.”
Además, dijo que un eventual triunfo de la oposición “cerraría las puertas para el desarrollo” del país. Y argumentó que el logro más importante de su gobierno de casi 14 años fue consolidar la independencia nacional, que “es la puerta hacia el desarrollo”.
Y agregó: “Nosotros no vamos a permitir que se cierren de nuevo las puertas del futuro, de la justicia, de la patria. Estoy completamente seguro de que vamos a ganar, ya eso no se discute, eso está escrito con letras de oro. Va a ganar el pueblo, va a ganar Chávez, la revolución. Se trata de responder la pregunta de por cuánta diferencia va a ganar Chávez el 7 de octubre”.
Como podemos apreciar, el discurso chavista es un calco del discurso kirchnerista, no hay prácticamente diferencias entre las estupideces que dicen unos y otros.
Pero lo temerario de esto, no es lo incoherente del discurso en sí, sino que están advirtiendo que si no ganan ellos habrá una guerra civil. Son ellos o nada, es así de simple.
Por eso, relacione el artículo antes mencionado, relacione lo que están haciendo La Cámpora, el Vatayón Militante, analice lo que dicen Hebe de Bonafini o Luis D'Elía cuando abren la boca, y saque sus propias conclusiones.
http://www.periodicotribuna.com.ar/12278-si-no-gobierna-el-kirchnerismo-habra-guerra-civil.html

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jueves, 14 de abril de 2011

¿POR QUÉ GADAFI SIGUE EN PIE?. ANÍBAL ROMERO

La guerra, decía Clausewitz, es la  continuación de la política por otros medios. El éxito exige tener claro su fin político (qué se pretende lograr con la guerra), así como los objetivos militares derivados de tal fin (qué se pretende lograr en la guerra).

La guerra civil libia es un interesante caso de deliberada confusión acerca del fin político por parte de los aliados occidentales, confusión que ha degenerado en estancamiento, amenaza con prolongar la guerra civil y eventualmente producir una severa crisis humanitaria, es decir, precisamente lo que anunciaron que evitarían con su intervención militar.

Es obvio que el fin político de Washington, París y Londres ha sido desde el principio derrocar a Gadafi. No obstante, para disimularlo, reducir resistencias internas y minimizar los riesgos a sus precarias bases de apoyo doméstico, los dirigentes occidentales buscaron cobertura bajo una ambigua resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que estableció como fin político la protección de los civiles sin mencionar el derrocamiento de Gadafi. Fue descartada además de manera expresa la “ocupación” extranjera de Libia.
                           ESTRUCTURA DE LA ONU

En otras palabras, Rusia, China y la Liga Árabe admitieron la intervención, pero a medias, dentro de límites que complican en extremo el uso de tropas terrestres y el apoyo masivo a los rebeldes libios.

La OTAN se lanzó a la aventura confiada en que el uso avasallante de su poder aéreo daría suficientes ventajas a los rebeldes, conduciendo a un pronto colapso de Gadafi y su régimen. Pero los planes no marcharon como se esperaba. El poder aéreo no ha derrocado a Gadafi y los rebeldes libios han mostrado que carecen de la destreza militar y el respaldo político necesarios para forzar una decisión.

Varias lecciones se desprenden, hasta el momento, de la experiencia libia. Nuestra época no es la primera en la cual las democracias occidentales, sus dirigentes y electorados, deciden que la guerra clausewitziana ya no debería existir como instrumento legítimo de la política, y que la misma debe ser eliminada o convertida en herramienta “humanitaria”. En lugar de ser la continuación de la política, las guerras de hoy son la continuación de la bondad por otros medios. Entre 1919 y 1938 los electorados y dirigentes de la Europa democrática vivieron ilusiones semejantes, hasta que sus quimeras estallaron.

Como sostuvo Orwell, el peor enemigo de la claridad en el uso del lenguaje es la hipocresía. Las democracias occidentales de hoy se sustentan en la permanente demagogia de políticos que viven de una popularidad frágil y pasajera; son democracias complacientes que miman a electorados poco dispuestos a enfrentar verdades desagradables, bien sea en materia económica, de política internacional, u otras. Para consentir a sus caprichosos electores los políticos ya no hacen la guerra sino que contribuyen a “causas humanitarias”. El resultado de todo ello es que los desafíos a la seguridad internacional se multiplican y profundizan, como está ocurriendo en Libia y seguirá pasando desde Corea hasta Irán y el Caribe. Occidente se desarma sicológicamente y los enemigos de la libertad toman aliento para conquistar sus metas.

Es mil veces preferible un político realista y sin pretensiones moralizantes, que sólo recurre a la guerra si el fin está claro y los medios son adecuados, a supuestos idealistas y predicadores de presuntuosas banalidades. Y con respecto al dictador libio, recordemos a Maquiavelo: “Las ofensas deben hacerse todas de una vez, porque cuanto menos se repitan, menos hieren”.

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