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sábado, 21 de diciembre de 2013

ALEK BOYD MUERE HUGO CHÁVEZ, NACE EL CHAVISMO

Con o sin el expresidente, el chavismo es una plataforma viable, y es la preferida por los venezolanos. De eso ya no queda duda


No eran pocas las interrogantes que existían sobre si el chavismo era viable. Se especulaba. Se decía “una vez que no esté Chávez esto se cae como un castillo de naipes.” El chavismo sin Chávez, como se dio a conocer la figura, era algo que existía en la bruma del futuro. Intangible e insondable. La creencia era que sólo Chávez tenía el carisma, la ascendencia, y presencia como para cargar a espaldas su movimiento político. Durante su vida nadie le hizo sombra en la política venezolana, mucho menos dentro del chavismo. Los colaboradores que mantuvo en derredor eran vistos como simples correveidiles, mandaderos, individuos sin poder ni discreción para tomar decisiones de relevancia alguna.

Cuando se supo de su enfermedad fatal, muchos en la oposición, aun cuando no lo reconocían en publico, se regocijaron. Comenzaron a salivar, creyendo que la desaparición física del caudillo daría al traste con su “revolución Bolivariana”. Comenzaron a contar los pollos. Se convencieron de que el momento había llegado. Sin Chávez en escena, ninguno de sus adláteres podría mantener el chavismo unido, por cuestión de gravitas, o falta de ella. Ni Maduro, ni Cabello, menos el dizque todopoderoso presidente de PDVSA Rafael Ramirez, eran vistos como “hombres de Estado”, al estilo Hugo Chávez. Esa era al menos la creencia...

Pero han sucedido una serie de elecciones, desde la muerte de Chávez, que no dejan lugar para las dudas. El chavismo se ha consolidado en el 2013 como la fuerza política preferida de la mayoría de los venezolanos. Ya no se trata de un líder que exudaba carisma actuando cual porta-aviones de una plataforma política repleta de mediocridades, y de personalidades grises que no despiertan ni un mal pensamiento. No. Estamos en presencia de un movimiento que, con o sin líder galáctico, bate en elecciones a quien quiera que la oposición decida lanzar al ruedo.

En el 2006, estuve tres meses trabajando como asesor de la campaña del entonces líder de oposición Manuel Rosales. Desde entonces se han proferido todo tipo de criticas a esa candidatura, se ha dicho que era imposible esperar una victoria con tal candidato, de hecho el mismo Rosales está exiliado en Perú. La oposición luego pensó que estaba dictando cátedra de democracia cuando organizo las primarias para escoger al contrincante de Chávez. Henrique Capriles gano dicha contienda, y básicamente es lo único que ha ganado desde entonces. Ya ha sido derrotado tres veces, en corta sucesión, por Chávez y por Nicolás Maduro. Como líder de oposición no ha podido hacer mella alguna en la popularidad del chavismo.

Por ello debe reconocerse, sin ambages, que éste año pronto a terminar ha sido el año en el que el chavismo nació como fuerza política. Ya no está el encantador de serpientes, el líder supremo, no obstante sus delfines han demostrado, al menos, que la oposición en cualquiera de sus formas es minoría. Debido a la singularidad de la correlación de fuerzas políticas y poder real en Venezuela, esta neo realidad augura un futuro bastante incierto para Venezuela, que no para el chavismo.

Y antes de que se esgrima el argumento del ventajismo del Gobierno en materia electoral como justificación de las recurrentes derrotas electorales de la oposición, es imperativo recordar que la oposición tiene como pilar ideológico el no cuestionar seriamente la forma en la cual se llevan a cabo los procesos electorales en Venezuela, y a las autoridades que administran y organizan tales procesos. Por tanto, si dichos procesos son buenos para reclamar victorias también deben serlo para reconocer que el chavismo, con o sin Chávez, es una plataforma viable, y es la preferida por la mayoría de los venezolanos.

De eso ya no queda duda.

Alek Boyd
alek.boyd@gmail.com

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jueves, 7 de noviembre de 2013

ALEK BOYD, EL FATUO DISCURSO DE SOBERANÍA CHAVISTA

El comandante, que no dejaba de aludir a la autonomía de Venezuela, confió a Cuba detalles de identidad de todos los ciudadanos venezolanos.

Una de las palabras favoritas del extinto Hugo Chavez era soberanía. En la constitución que la Asamblea Nacional Constituyente le hizo a la medida en 1999, el término es incluido en el primer artículo. La palabra se repite 20 veces a lo largo del documento, a diferencia de las seis de la constitución anterior (1961). El discurso de Chavez está plagado de soberanía: alimentaria, territorial, tecnológica, petrolera, económica, militar... Todos y cada uno de los aspectos del “socialismo del siglo XXI” están revestidos de soberanía. Cabe, por ello, contrastar el uso y abuso del termino en la retórica, con la práctica, y hasta buscar el diccionario, no vaya a ser que la Real Academia haya admitido un nuevo uso, chavista, y no nos hayamos enterado.

Por el año 2000, Venezuela y Cuba, léase Hugo y Fidel, firmaron un “Convenio Integral de Cooperación”, léase Hugo se convirtió en el mecenas en jefe de la dictadura castrista. Venezuela terminaría convirtiéndose en principal y único sostén económico de Cuba. En los innumerables encuentros subsiguientes, los dos líderes acordarían “ampliar y sistematizar la colaboración entre los dos países”. Este mismo diario reportaría en 2010 el alcance de dicha “colaboración”. Bajo ese marco legal es mucho lo que se ha hecho: miles de médicos cubanos -sin certificarse debidamente- trabajan en Venezuela; miles de barriles de petróleo -número exacto sujeto a todo tipo de especulaciones- manteniendo a flote la depauperada economía cubana; miles de “entrenadores” y asesores de seguridad de la inteligencia cubana actuando como fuerza de ocupación en Venezuela; miles de casos de injerencia cubana en asuntos de competencia exclusiva de Venezuela; es decir hay muchos ejemplos, pero a la vez no hay ninguno.

Hoy traemos un caso concreto, con nombres, responsabilidades, montos, y demás detalles. Para muestra, el botón es un pacto llamado “CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS INFORMÁTICOS, DE SEGURIDAD, DOTACIÓN DE MOBILIARIO y ADECUACIONES ELÉCTRICA Y DE REDES PARA LA TRANSFORMACIÓN Y MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA DE IDENTIFICACIÓN, MIGRACIÓN Y EXTRANJERÍA”. El mismo fue firmado por Pedro Carreño, en aquel entonces Ministro del Poder Popular Para Relaciones Interiores y Justicia (MPPRIJ), y Jose Javier Morales, representante de la Fundación Misión Identidad, por la “Parte Venezolana”, y German Sanchez Otero, Embajador de Cuba en Venezuela, y Filiberto Lopez Cosio, en representación de la Sociedad Mercantil ALBET Ingeniería y Sistemas, un ente cubano.

El contrato es, en dos platos, un ejemplo de lo que Hugo Chavez entendía por soberanía: ceder a Cuba el “diseño, desarrollo, suministro e implementación de la solución tecnológica integral para el sistema nacional de identificación del ciudadano a través de una Cédula Electrónica que permita soportar el modelo de prestación de servicios del “Gobierno Electrónico” de la República Bolivariana de Venezuela, garantizando los suministros para el primer año de funcionamiento, los Servicios Informáticos asociados para el adecuado funcionamiento de la solución, la compatibilidad con los sistemas ya instalados y el despliegue de la solución en todos las dependencias de la Oficina Nacional de Identificación, Migración y Extranjería (ONIDEX)”.

Es decir, Venezuela otorga poderes amplios a Cuba -una dictadura comunista- confiando los detalles de identificación de todos los venezolanos, y de paso, se compromete a pagarle algo más de 172 millones de dólares. Para ponerlo aún más claro: es Cuba quien decide qué subcontratista ha de desarrollar las nuevas cédulas, por cuánto, y cuándo y de qué forma han de obtener los venezolanos sus nuevas cédulas electrónicas. Espeluznante.

Entre los “considerandos” uno puede leer afirmaciones sobre las misiones de MPPRIJ, entre cuyas responsabilidades estaría “velar por la seguridad del Estado protegiendo la estabilidad y funcionamiento de las instituciones democráticas y promover la seguridad jurídica de la población a través de los órganos encargados de la identificación y de los derechos humanos de los ciudadanos”.

Pero donde abusan los redactores del acuerdo de lo medianamente verosímil es en afirmar, siempre en los “considerandos”, que “la República de Cuba posee experiencia en las áreas de las tecnologías de información y comunicaciones”. Cuba es de todo menos un polo de desarrollo de nuevas tecnologías de identificación electrónica y/o comunicaciones.

Y es aquí donde debemos acudir a la RAE y revisar la definición de soberanía, a ver si la misma da cabida a la cosmovisión chavista. Quizás Hugo hubiese podido justificar tal acto, en uno de sus discursos de ocho horas. Lo que ha quedado claro, es que la concepción de soberanía chavista nada tiene que ver con la definición. Que un estado que se hace llamar soberano, y cuyo líder pasó una buena parte de los últimos 20 años de su vida pontificando sobre soberanía, permita voluntariamente a un régimen dictatorial inmiscuirse en procesos de cedulación para los cuales se requiere acceso a toda la data de identificación de toda su ciudadanía es algo nunca visto, al menos en lo que respecta a la historia republicana de Venezuela. Y que además pague 172 millones de dólares por ello es una afrenta, no a la soberanía de Venezuela, sino al sentido común, pues Cuba de tecnologías modernas no sabe nada.

Como para demostrar el punto, todos los negocios de la dizque nueva cédula electrónica venezolana se cerraron en La Habana, entre ALBET y subcontratistas seleccionadas por Cuba. ALBET, el ente cubano responsable de “desarrollar” todo lo concerniente al proyecto de cédula electrónica, no desarrolló absolutamente nada. Simplemente acudió al mercado, con los 172 millones de dólares, a buscar subcontratistas que si saben del tema. A La Habana fueron a parar representantes de Bundesdruckerei y de Gemalto. En su empeño por asistir económicamente a su ídolo, Hugo Chavez hizo un “outsourcing” de corrupción a Cuba. El caso específico del sistema de cedulación presentó para ALBET, un instituto con nula experiencia en proyectos del tipo, una oportunidad de oro, amen de la posible transferencia de la data de identificación de venezolanos a Cuba y tecnologías adquiridas con fondos venezolanos.

De colofón, un ejemplo irrefutable de la absoluta ausencia de estado de derecho (inexistente en Cuba) en la Venezuela chavista: la cláusula decimocuarta del contrato, sobre “solución de controversias” establece que “cualquier disputa, controversia o reclamo que se derive de este contrato” tendrá como última instancia para la resolución a “los Presidentes de las respectivas Repúblicas”, léase Hugo y Fidel.

Cabe preguntarse, ¿para qué involucrar a Cuba en procesos como los descritos? Y, ¿cómo puede reconciliarse tal cesión de responsabilidades, de competencia exclusiva del estado venezolano, con el discurso de soberanía chavista?

Alek Boyd es periodista.
Alek Boyd

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miércoles, 23 de octubre de 2013

ALEK BOYD , FORTUNA DE CHÁVEZ, MISERIA DE VENEZUELA

Es difícil explicar cómo el país ha podido dilapidar una fortuna más de 15 veces mayor a la requerida para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra

La gran fortuna de Hugo Chávez fue que le tocó gobernar en una era en la cual el barril de petroleo ha estado rondando -hacia arriba o abajo- los 100 dólares. 

Su popularidad soportó exitosamente los embates del tiempo no debido a su carisma, o a sus dotes oratorias, sino gracias a que disponía con absoluta discreción de una cantidad ingente de dinero público, que gastaba como, donde y cuando le daba la gana. Y en ello, fue único, hay que decirlo: el club de los petro-dictadores tiene pocos miembros, y ninguno tan derrochador como lo era Chávez, durante cuyo mandato los ingresos de Venezuela fueron más cuantiosos que aquellos recibidos en los 40 años que le precedieron, según cifras del Banco Mundial.

El malgasto del dinero público en Venezuela sera objeto de estudio por muchos años, por cuanto es difícil explicar cómo un país de menos de 30 millones de habitantes ha podido dilapidar una fortuna más de 15 veces mayor a la requerida para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra, y encontrarse en la miserable depauperación en la que está Venezuela.

Citaré dos ejemplos, uno de negligencia y otro de derroche injustificado. Según estadísticas de la Cámara Venezolana de la Construcción, y de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, entre 1969 y 1998 se construyeron 2.033.481 viviendas:

655.699 entre 1969 y 1978

759.632 entre 1979 y 1988

618.150 entre 1989 y 1998

¿Cuántas viviendas construyó el régimen de Chávez entre 1999 y 2010?

296.047 unidades habitables


Dicho de otro modo, el chavismo construyó (hasta 2010) un 14% de las viviendas construidas en décadas anteriores, por gobiernos que contaban con presupuestos ínfimos en comparación. 

Cabe afirmar: el producto interno bruto combinado de los gobiernos de la democracia, pre arribo del caudillo al poder, fue de 1,6 billones de dólares aproximadamente; el producto interno bruto del régimen de Chavez hasta el 2011 había sido 1,8 billones de dólares aproximadamente, y eso sin contar deuda interna y externa adquirida. El gráfico adjunto ayuda a poner de relieve el inobjetable fracaso en ese aspecto.

Las cifras demuestran que el chavismo ha fracasado rotundamente en utilizar los ingresos percibidos para cubrir el déficit de viviendas que hay en el país. Entonces, en qué se ha gastado el dinero? Pasemos al ejemplo de derroche injustificado, que ningún beneficio aporta a la población: el gasto en armamento.

Según cifras del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) entre 1999 y 2013, el chavismo adquirió armas por un valor de 80.158 millones de Bolívares (12.000 millones de dólares), mientras que cifras de la misma fuente indican que el gasto hasta 1999 había sido de 2.444 millones de Bolívares. El único lugar donde Venezuela se encontraba en estado de guerra -lo cual explicaría tal absurdo malgasto- era en la mente obnubilada de Chávez. Las reservas internacionales de Venezuela en el periodo 1999-2013 se han mantenido -salvo picos excepcionales- entre 15.000 y 30.000 millones de dólares. Aun así, el chavismo no ha puesto reparo en destinar dicho monto en adquisición de material bélico, convirtiendo a Venezuela, quizás único país en la región que no ha sufrido ningún tipo de conflicto armado interno o externo en más de un siglo, en el mayor comprador e importador de armas en la región. ¿Para qué tal despilfarro? ¿Cuántas casas para familias de escasos recursos se habrían podido construir con esos 80.158 millones de Bolívares?

Alek Boyd

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martes, 1 de octubre de 2013

ALEK BOYD, LA HEGEMONÍA COMUNICACIONAL DEL CHAVISMO

El deplorable estado en el que se encuentra la prensa en Venezuela no puede sorprender a nadie. Ya lo decía Andrés Izarra, uno de los multiministros chavistas, poco después de la suspensión de la licencia y robo de equipos a Radio Caracas Televisión (RCTV): “La hegemonía comunicacional yo la lancé como una reflexión en el marco de la construcción del socialismo y lo dije en el sentido gramsciano. Gramsci no habla de hegemonía como lo están haciendo estos intelectuales de derecha, que lo quieren hacer ver como una imposición, como una dictadura, como una coacción sobre la pluridad, sobre la libertad de disentir, en lo absoluto.”

Es evidente que Izarra ha debido leer una versión edulcorada de la propuesta ideológica de Antonio Gramsci. Lo cierto es que en Venezuela, la hegemonía que existía y que mantenía el capitalismo del status quo -según el concepto gramsciano- ha sido suplantada por otra. Un simple enroque. Donde había una pluralidad representada por unos cuantos canales de televisión y periódicos, que en los 40 años previos al arribo del golpista Hugo Chávez al poder criticaban a tirios y troyanos, ahora hay una cuasi hegemonía comunicacional que ha ido apagando una a una las voces críticas. Pongamos ejemplos:

RCTV era el canal de TV con mayor audiencia en Venezuela, su licencia fue revocada en el 2007, y sus equipos robados por el estado venezolano -sin haber pagado hasta el día de hoy la debida compensación. RCTV fue relanzado como TVes y su audiencia desapareció;

Venevisión, tradicionalmente el rival de RCTV, ha erradicado la crítica de su programación desde que en aquella reunión no tan secreta de Jimmy Carter con su dueño (Gustavo Cisneros) y con Hugo Chávez en 2004 se obró el milagro de hacer desaparecer a esa planta del horizonte de blancos mediáticos del chavismo;

Globovisión era el único canal de noticias 24 horas en Venezuela, sus directivos fueron objeto de todo tipo de asedios legales y ataques, hasta que la situación se tornó tan insostenible que decidieron vender a un “grupo de empresarios” (liderados por Raul Gorrín) que se han hecho de oro con el chavismo;

Cadena Capriles, cuyos periódicos Últimas Noticias y El Mundo son, y con mucho, los de mayor tirada en Venezuela, adquirido recientemente por el banquero Víctor Vargas, quien se comenta habría operado como testaferro del gobernador chavista Tareck El Aissami;

El Nacional, uno de dos periódicos (junto a El Universal) considerado como decanos de la prensa en Venezuela, controlado por la exasistente del radical chavista Juan Barreto (Antonieta Jurado) y entre cuyos accionistas mayoritarios se encontraría Danilo Díaz Granados, uno de los operadores financieros predilectos del chavismo.

Tenemos entonces que los medios impresos y de televisión de mayor audiencia en Venezuela han sido o silenciados, o sobornados, o comprados por el régimen o sus testaferros. Habida cuenta del primitivismo que caracteriza la ideología chavista, tenemos que uno de los argumentos favoritos es aquel que mantiene que “los medios están en manos de la oposición”, o aquel otro que propugna que la “revolución bolivariana es víctima de una guerra mediática en su contra”.

El líder de la oposición, Henrique Capriles Radonsky, se ha visto en la necesidad de lanzar un nuevo medio virtual (Capriles.tv) cuyos valores de producción revelan la precariedad de su presupuesto. Este emprendimiento es producto de la disminución del número de medios independientes dispuestos a darle tribuna a sus opiniones. Así de plural es la arena mediática actual en Venezuela.

Mientras el régimen cuenta con una cantidad innumerable de radios comunitarias, canales de televisión nacionales e internacionales, medios impresos, oficinas y agentes de propaganda, sitios web, etcétera, los medios independientes que tradicionalmente proveían una perspectiva alternativa a la linea oficial están ahora en manos de los leguleyos del chavismo.

Es decir, salvo algunas excepciones a nivel regional, los medios de importancia en Venezuela han sido subyugados. Aun cuando las voces disidentes aún presentes en dichos medios no han sido del todo apagadas, en los medios creados por el chavismo -la hegemonía comunicacional de Izarra- no existe la pluralidad, no existe la critica, no existe el cuestionamiento, no existe el derecho a réplica, es decir, en el proceso de contrarrestar a la prensa “enemiga” el chavismo abandonó toda pretensión de objetividad, y presenta una irrealidad tal que ni siquiera sus propios partidarios sintonizan para recibir el dogma.

La hegemonía comunicacional de Izarra no busca, ni pretende, informar. Es proselitismo puro, estilo Gramsci, que solo busca suplantar valores arraigados en la sociedad venezolana por aquellos del “socialismo del siglo XXI”, algo que ni siquiera el mismísimo Hugo Chávez logró conceptualizar.

Alek Boyd es periodista.
alek.boyd@gmail.com

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martes, 17 de septiembre de 2013

ALEK BOYD, EL CANGREJO ELECTORAL VENEZOLANO

Corría el año 2005. La sociedad venezolana estaba aún recuperándose del trauma del paro, luego del golpe, y finalmente el referendo revocatorio del 2004, la jugada maestra de Hugo Chávez. El caudillo, atornillado en la presidencia y con el poder casi absoluto en sus manos, se aprestaba a dar el siguiente asalto electoral: tomar el control de la Asamblea Nacional. Ya Carter y Gaviria se habían marchado. 

La “mediación” -entre chavismo y oposición- de la OEA y el Centro Carter reducida a un estatus de pasajeros en procesos que demostraron -con meridiana claridad- su incapacidad de hacer entender -sobre todo al régimen- la importancia de respetar las leyes electorales. 

Así las cosas, el 23 de noviembre de ese año ocurrió un hecho poco recogido por los medios internacionales: en una auditoría organizada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Fila de Mariches, en presencia de observadores de la OEA y de la Union Europea, un técnico traído por la oposición llamado Leopoldo González conectó su portátil a una de las máquinas de Smartmatic después de una votación ficticia y comenzó a anunciar, en voz alta, “Sr W: Usted voto azul; Sr X: Usted azul, Sr Y: Usted voto rojo; Sr X: Usted...”

Contó un testigo presencial que, cuando estaba el hombre a punto de anunciar cómo había votado el cuarto participante, Jorge Rodríguez - por aquellos tiempos director del presuntamente imparcial CNE - mandó a parar todo e informó abruptamente a observadores internacionales, prensa, representantes de partidos políticos y demás presentes que la auditoría había concluido. 

Lo revelado no era poca cosa: el secreto del voto estaba comprometido en Venezuela. Lo acababa de demostrar un experto en computación. Eso llevó a los partidos políticos venezolanos a cometer lo que muchos expertos -a posteriori- han considerado desde entonces un suicidio político: abandonar el juego y retirarse en masa de la contienda electoral. El resultado era de esperar: una asamblea roja, rojita, totalmente controlada por Chávez, obtenida con el voto de menos del 15% del electorado. Algo habrán de escribir los historiadores al respecto. Un golpe magistral, sin duda.

Ese mismo año, meses antes de que el CNE cometiese la torpeza de permitir a un técnico independiente hurgar las entrañas de las maquinitas de lotería de Smartmatic convertidas en el “mejor sistema electoral del mundo”, sucedió otro evento de similar importancia. El CNE contrató al Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL) para hacer una auditoría del Registro Electoral Permanente (REP), cuyos números eran sospechosos, según la oposición, de haber sido inflados con votantes como Arturo Cubillas y Rodrigo Granda. Poco se supo de la metodología utilizada por CAPEL, aun cuando se esperaba que el método “de registro al campo, y del campo al registro” (mediante el cual las direcciones e identidades de un número representativo de electores inscritos en el REP serían revisadas y corroboradas) fuese utilizado. El CAPEL escogió de forma aleatoria unos 12.000 registros del REP y pidió la data correspondiente al CNE, el cual nunca la entregó. Cables de la Embajada de los EEUU en Caracas publicados por Wikileaks dan cuenta de que el mismo encargado de CAPEL, Ricardo Valverde, admitía en privado que el REP estaba demasiado viciado, es decir, no servía para ser utilizado en elecciones.

Venezuela arrastra esos dos muertos desde el 2005, aparte de aquél del referendo revocatorio de 2004, cuando a ningún observador se le permitió la entrada a la sala de totalización del CNE. Por mucho que chavismo y oposición - más chavismo que oposición - griten a los cuatro vientos que el país tiene el mejor sistema electoral del mundo, la realidad es irrefutable: ni las maquinas de Smartmatic ni el REP han sido debidamente auditados desde, al menos, 2005. Y, cuando se auditaron, los resultados expusieron la poca fiabilidad del sistema. El informe de los observadores de la misma Union Europea afirmó que el código fuente de las máquinas era propiedad del CNE y que, por “razones comerciales”, no estaba disponible a escrutinio público. Y, por ello, ninguna auditoría independiente había sido realizada a ninguna de las partes del sistema electrónico de votación. Más claro imposible.

Desde aquel entonces, a la oposición no se le permite auditar ni el sistema ni el REP, ni se le permite designar expertos independientes que realicen dicha tarea. La oposición no tiene ni voz ni voto a la hora de imponer métodos de auditoría. Las auditorías que lleva a cabo el CNE son a puerta cerrada. En un país donde es prácticamente imposible mantener algo en secreto, nadie ha visto, ni ha escuchado, ni ha presenciado las auditorías que algunos líderes de la MUD irresponsablemente afirman que han sucedido. Los medios no son bienvenidos, los observadores internacionales tampoco y los representantes de la sociedad civil, ni hablar. ¿Cómo puede llamársele a eso “el mejor sistema electoral del mundo”? ¿Cómo puede explicarse que en algunas parroquias el chavismo obtiene -tradicionalmente- el 99% de los votos? ¿Cómo puede reconciliarse la llamada al voto con la denuncia de fraude y un renovado llamado al voto, como ha hecho Henrique Capriles en menos de un año? ¿Es fiable el sistema o no? ¿Es fraudulento o no?

Curiosamente, las denuncias de fraude y/o irregularidades han aparecido en todos los procesos electorales -desde Bolivia pasando por los EEUU hasta Filipinas- en los que ha participado Smartmatic, la empresa de maletín que salió de la nada a garantizarle la estadía en el poder a Chávez. Por otro lado, donde aún se vota manualmente en Venezuela, como las universidades, el chavismo no ha logrado replicar en 15 años ni una de sus “victorias electorales”.

Este cangrejo tiene varias explicaciones. La primera: una oposición comprometida solamente con preservar espacios y con ningún poder político real difícilmente puede obligar a un régimen que lo controla todo a aceptar condiciones electorales, muy a pesar de lo que diga la ley. La segunda: una oposición cuyos líderes subsisten de las dádivas de empresarios conocidos como “banqueros de Chávez” difícilmente va a alterar el status quo. La tercera: una oposición dispuesta a mentirle al electorado, con toda desfachatez, sobre asuntos tan relevantes como la transparencia y la fiabilidad del sistema electoral y sus resultados, mal puede representar el deseo de millones de venezolanos que desean fervientemente ver el fin de la “robolución” chavista. Y la cuarta: una oposición incapaz de movilizar a sus seguidores para el resguardo y salvaguarda de los votos a nivel nacional, nunca logrará el poder político para imponer condiciones (de vuelta al primer punto).

Vienen nuevas elecciones municipales en Venezuela, que se celebrarán el 8 de diciembre. Los resultados serán, como lo son siempre, los que al chavismo le venga en gana. Tirarán un mendrugo por aquí y otro por allá. Se darán el lujo de “conceder” una docena de alcaldías y algo más de concejales pero que nadie se engañe: lo que hay en Venezuela es un cangrejo electoral. Por mucha contorsión argumentativa del líder de la oposición - que si hay fraude hoy, que si no lo hay mañana- nadie puede negar la absoluta parcialidad del árbitro electoral. Nadie puede objetar la falta de auditorías serias, independientes, como las que se llevan a cabo en democracia. Nadie puede desmentir el más grosero y evidente abuso de cuanto recurso del Estado haga falta para favorecer al partido de Gobierno. Y en esas condiciones, votarán los venezolanos otra vez, y quién sabe cuantas más.

Alek Boyd es periodista


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sábado, 7 de septiembre de 2013

ALEK BOYD, LA CORRUPCIÓN APAGA A VENEZUELA

La abundancia de la naturaleza es superada por la infinita corrupción en los gobiernos que han administrado el país

Venezuela es uno de los países con mayores recursos hidrográficos del mundo. La confluencia del Orinoco y el Caroní hacen que Venezuela tenga una de las cuencas orográficas más potentes del mundo, y la Represa de Guri es la tercera central hidroeléctrica del mundo. Aparte de eso, cuenta con los mayores recursos de petróleo en el hemisferio occidental. No obstante lo anterior, un apagón dejó el martes a ese país sin luz. ¿Cómo puede explicarse tal evento?

Recursos naturales desde luego no faltan en Venezuela, pero la abundancia de la naturaleza es superada, y con creces, por la infinita corrupción en los gobiernos que han administrado el país. El ingeniero Jose Aguilar, experto en temas eléctricos, me decía hace poco que todos los argumentos esgrimidos hasta ahora por las administraciones de Chávez y de Maduro, explicando los apagones y carencias del sistema eléctrico en Venezuela, son falsos. 

Ni El Niño, ni la sequía, ni los rabipelados, y mucho menos los actos de sabotaje atribuidos a la oposición -que nunca son probados- son responsables de la crisis eléctrica que afecta a Venezuela.

La causa de todo esto, según Aguilar, es la corrupción: en el nombramiento de ministros, directivos y gerentes que carecen de experiencia y credenciales en el área eléctrica; en las contrataciones -la mayoría de las veces sin licitación- de empresas tanto locales como internacionales que no tienen la capacidad técnica de ejecutar proyectos tendientes a solventar la crisis; y en la corrupción, que hermana a los designados y los contratados en detrimento del país.

Aguilar ha identificado 40 proyectos, la ejecución de los cuales ha debido agregar 17.513 megavatios adicionales al sistema eléctrico nacional de Venezuela. De haberse tomado como referencia justiprecios internacionales, el Estado venezolano ha debido contratar dichas obras a un costo de 14.657 millones de dólares, lo cual representa un costo promedio por kilovatio de 837 dólares. Sin embargo, el costo fue de 23.031 millones de dólares, lo cual representa un sobreprecio de 8.644 millones de dolares, o 1.315 dólares por kilovatio. Pero lo más grave, es que de los 17.513 megavatios de capacidad adicional que el estado ordenó instalar desde 2003 a las diferentes contratistas, sólo 4.360,5 megavatios están disponibles.

El porcentaje de sobreprecio varía y ha sido -hay que decirlo- una constante en la asignación de contratos de obras publicas en Venezuela de toda la vida. Segun estimaciones de Aguilar, la Planta Guanta se construyó con un sobreprecio del 48% -el más bajo de los 40 proyectos observados- mientras que el proyecto de CORPOELEC de Generación Continuada es el que refleja el sobreprecio más alto: 515%.

Derwick Associates, una empresa venezolana que recibió 12 contratos en 14 meses según investigaciones del periodista César Batiz, y cuyos directivos están siendo demandados en Estados Unidos por asociación ilícita y pago de sobornos a altos cargos del régimen chavista, ha incrementado hasta en un 425% (2.340 dólares / kilovatio) los costes en alguno de los proyectos asignados (San Timoteo).

Otro caso interesante es la empresa Argentina IMPSA, del empresario cercano al matrimonio Kirchner, Enrique Pescarmona. Ésta recibió un contrato para construir una planta de 2.050 megavatios en Tocoma, cuyo justiprecio ha debido ser 3.178 millones de dolares, pero que ha costado, según el experto Aguilar, 10.371 millones de dolares, es decir 5.059 dólares por kilovatio. Aún cuando el contrato fue anunciado en 2007 hasta la fecha no hay un solo megavatio disponible en Tocoma. Aguilar agregó que IMPSA, Derwick Associates y muchas de las empresas contratdas simplemente carecen de la capacidad técnica para llevar a cabo las obras que le fueron asignadas, con lo cual han debido recurrir en muchos casos a la subcontratación lo que agregado a la corrupción y coimas incrementa los costos de los proyectos.

Lo que es inobjetable, es que a pesar del gasto multimillonario el Gobierno venezolano, y quienes medran de él, están lejos de resolver la crisis eléctrica que afecta a Venezuela. Y para muestra, el apagón de ayer, que dejo a Venezuela a oscuras.

alek.boyd@gmail.com

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