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sábado, 27 de septiembre de 2014

MARIO VARGAS LLOSA, TRES HURRAS POR ESCOCIA

El sentido común con el que han votado los escoceses por permanecer en Reino Unido debería servir para contrarrestar esa movilización irracional que quiere desandar la historia

Me pasé casi toda la noche entre el 18 y el 19 de septiembre prendido del televisor y, raspando las seis de la mañana, cuando la BBC pronosticó que el no a la independencia ganaría el referéndum por más del 10% de los votos, me puse de pie y, en la soledad de mi escritorio, lancé tres estentóreos hurras por Escocia.

Viví muchos años en Gran Bretaña, que me sigue pareciendo el país más civilizado y democrático del mundo, y estaba convencido de que la desaparición de esa nación de cuatro naciones que es el Reino Unido hubiera sido una catástrofe no sólo para Inglaterra y para Escocia, sino para Europa, donde aquella secesión hubiera alentado los movimientos separatistas e independentistas que pululan por toda la geografía europea —en España, Italia, Bélgica, Francia, Polonia, Letonia y varios más— y que, de prevalecer, darían un golpe de muerte a la Unión Europea y retrocederían al continente que inventó los derechos humanos, la democracia y la libertad a la prehistoria de las tribus, las fronteras y el ensimismamiento cultural. La sensatez con que han votado los escoceses en este referéndum debería servir para contrarrestar en algo esa movilización irracional que, en el siglo de la globalización y la lenta desaparición de las fronteras, se empeña en desandar la historia y enjaular a los ciudadanos en prisiones artificialmente fabricadas por el victimismo, la falsificación histórica, la demagogia y el fanatismo ideológico.

Se pensaba que, como en esta consulta votaban por primera vez los jóvenes de 16 años, y los adolescentes suelen ser proclives a la novedad y la aventura, el independentismo atraería mucho voto juvenil. No ha sido así; los sondeos son bastante explícitos: en casi todas las edades la inclinación por una y otra opción ha sido muy semejante, lo que significa que el realismo y su contrario —la sensatez y la insensatez— están parejamente repartidos en el mundo de los filósofos que trajeron la Ilustración a la tierra de Shakespeare. La voluntaria integración de Escocia en Gran Bretaña hace más de tres siglos no la ha privado de fuego creativo propio —intelectual y artístico— y su contribución en este campo a la cultura de lengua inglesa ha sido enorme. Y sin duda lo será más todavía ahora que, como resultado de esta confrontación electoral, gane mayor autonomía y manejo de sus propios recursos (aunque, digamos de paso, lejos todavía de los que disponen en España las regiones y culturas locales).

He estado varias veces en Escocia, pero la que recuerdo con mayor gratitud y nostalgia fue la del año 1985, cuando recibí la más original invitación que pueda recibir un escritor. El Scottish Arts Council me proponía un fellowship, creado en homenaje a Neil M. Gunn, que me obligaba a dar dos charlas, una en Glasgow y otra en Edimburgo, y algunas entrevistas. Pero luego, el mes siguiente, me alquilaron un coche y me dejaron solo por cuatro semanas, vagabundeando por las tierras altas (Highlands), islas y aldeas pesqueras, bosques, castillos, albergues que parecían fuera del tiempo y de la historia, encajados en la literatura y la fantasía más febril, un mes que me pasé leyendo las novelas del simpático Neil M. Gunn, como The Silver Darlings y The Silver Bough, que me recordaban mucho la literatura regionalista latinoamericana, en la que el paisaje estaba a veces más vivo que los seres humanos y cuyas páginas transpiraban una pasión ardiente por las costumbres y ritos ancestrales.

Mi memoria conserva muy fresca esa maravillosa experiencia, sobre todo las pensiones familiares a la orilla de los lagos o en el fondo de los bosques, y sus desayunos opíparos con pescaditos frescos, panes recién horneados y mermeladas hechas por la dueña de la casa. Era octubre, el otoño doraba los árboles y las hierbas de las despobladas planicies, y, como al anochecer comenzaba a hacer frío, la matrona de uno de esos albergues me entregó con la llave de la habitación una botella de agua hirviendo para calentar la cama. Nunca había sido muy afecto a los pubs londinenses, pero en esa excursión por la Escocia profunda visité muchos, por la fantástica atmósfera que reinaba en ellos y sus parroquianos que parecían escapados de novelas góticas y que, sentados junto a chisporroteantes chimeneas, fumaban en pipas de mar y se emborrachaban con cerveza ácida o whisky tibio y cantaban canciones en un inglés que parecía (o era) gaélico.

En casi todas las edades la inclinación por una y otra opción ha sido muy semejante
En ese viaje pude visitar, en Edimburgo, la casa natal de Robert Louis Stevenson. Era una casa privada, no un museo, pero la dueña, una señora muy literaria y muy amable, me la mostró acompañada de mil anécdotas, me invitó a una tacita de té con galletitas y, al despedirnos, me puso en la mano un regalo que resultó nada menos que una edición antigua de las poesías completas de Stevenson.

Tuve menos suerte con Adam Smith. Yo quería llevar unas flores a su tumba y la oficina de turismo, en Edimburgo, me aseguró que estaba enterrado en Greyfriars Kirkyard, cementerio en el que reposan toda clase de personalidades eminentes, además de Bobby, un perro famosísimo porque, al parecer, no se apartó ni un solo día, durante 14 años, de la tumba de su dueño. Me pasé toda una mañana buscando la lápida de Adam Smith, y, por supuesto, nunca la encontré, porque los huesos del ilustre pensador (a quien hubiera horrorizado imaginar que la posteridad lo llamaría un “economista”) reposan en realidad en el cementerio de Canongate, junto a la iglesita de la entrada.

El 'sí' habría dado un golpe de muerte a Gran Bretaña y atizado otras expectativas nacionalistas
Viajé también a Kirkcaldy, donde Adam Smith nació y donde, a lo largo de siete años, junto a su madre, escribió Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), un período que recordaría luego como el más feliz de su vida. El trencito que me llevó de Edimburgo a Kirkcaldy serpenteaba a orillas de un mar bravo, pero hacía sol y cuando llegué a su ciudad natal no parecía otoño sino un alegre y luminoso día de verano. Smith era un solterón muy distraído, propenso a ensimismarse, y, alguna vez, una diligencia tuvo que recogerlo en medio del camino porque, absorbido por sus especulaciones intelectuales, se había ido alejando insensiblemente varias millas de la ciudad. Esta visita fue más bien decepcionante, porque la casa de Adam Smith había desaparecido hacía tiempo y sólo quedaba de ella un pedazo de pared con una inscripción alusiva. Y en el museo de Kirkcaldy —hasta donde recuerdo— sólo encontré del más ilustre nativo de esta ciudad una pipa, una pluma de ganso, unas gafas y un tintero.

Varias veces he vuelto a Escocia desde entonces, al Festival de Edimburgo, por ejemplo, a ver teatro o a hacer lecturas, y a su bella universidad, donde conocí a un gran hispanista, escocés y pelirrojo, con el que hablamos de Tirant lo Blanc, y que, en el curso de una cena, me hizo esta confesión extraordinaria: “Cada vez que explico a Góngora, me pongo cachondo”.

En esta larga noche del referéndum, estos y otros recuerdos se han actualizado en mi memoria, acompañados de un sentimiento de congratulación. Si, seducidos por la simpatía innegable y los argumentos en apariencia inofensivos de Alex Salmond, el ministro principal de Escocia y paladín de la independencia, los escoceses hubieran votado por el sí, hubieran precipitado una crisis de tremendas consecuencias. Habrían dado un golpe de muerte a Gran Bretaña, reduciendo en poderío e influencia internacional a uno de los países más firmemente comprometidos con la causa de la libertad en el mundo, y atizado de manera decisiva las expectativas soberanistas de galeses y norirlandeses, además, por supuesto, de dar impulso y aliento a quienes, en Cataluña, en el País Vasco, en Flandes, en la fantasiosa Padania, en Córcega, etcétera, aspiran a ser cabezas de ratón y, queriéndolo o no, acabarían con la construcción de la Unión Europea y regresarían a ésta a su pasado fragmentario de rencillas, enconos y guerras sanguinarias. Nada de esto ha sucedido y por eso esta mañana un gran suspiro de alivio ha levantado el ánimo, en todo Europa y buena parte del mundo, a los amantes de la libertad.

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domingo, 11 de mayo de 2014

CARLOS ARMANDO FIGUEREDO, TRADUCCION AL ESPAÑOL DEL TESTIMONIO DE MOISÉS NAÍM ANTE COMITÉ SENATORIAL DE RELACIONES EXTERIORES DE LOS ESTADOS UNIDOS

Observaciones tal como hechas para el Testimonio del  Comité Senatorial de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos

Moisés Naím, Asociado Senior PHd, International Economics  Program, Carnegie Endowment for International Peace 8 de mayo de 2014

En la audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado
Traducción de Carlos Armando Figueredo.

Gracias. Presidente Menéndez, gracias, Miembro de Mayor Rango Corque y miembros del comité, por haberme invitado a comparecer ante ustedes hoy. Es un honor estar aquí.

Quisiera empezar sobre una base personal. Paso la mayor parte de mis días de trabajo analizando las tendencias económicas y políticas globales y la capacidad de las naciones de cumplir con sus metas sociales. Para mí, el caso de Venezuela es diferente. Crecí allí, estudié allí, enseñé allí y a principios de los noventa trabajé con un equipo extraordinario de funcionarios gubernamentales como Ministro de Comercio e Industria para llevar prosperidad a un país con una democracia defectuosa pero vibrante. Por más de cuarenta años, los resultados de las elecciones en Venezuela eran bastante impredecibles, se cumplía con las limitaciones a los períodos y los controles y contrapesos ayudaban a ponerle freno a la concentración de poder.

Seré tan desapasionado como sea posible en mi análisis y mi recomendación en cuanto la política de los EU hacia Venezuela. Pero vengo a cumplir con esta tarea con un corazón aquejado. Veo a un país que amo, y que tanto me dio a mi y a mi familia, en una espiral descendiente hacia un caos económico, luchas en las calles, una sociedad profundamente dividida, abusos masivos por parte del gobierno e inimaginable corrupción. El hecho de que este maravilloso país adquiera muchas de las características comunes a estados mucho más pobres y fallidos, y testimoniar como el sufrimiento humano crece es para mí, para mi personalmente, para mi familia y, por supuesto, lo que es más importante, para el pueblo venezolano nada menos que una tragedia.

Venezuela, hoy en día, no es una democracia y, claramente es un fracaso económico. Políticamente, es una autocracia post-moderna. ¿Qué es eso? Es un gobierno autoritario que sabe como parecer democrático a la vez trampeando las elecciones, ahogando a los medios, reprimiendo a la oposición y acabando con lo controles y la verificación, de ese modo concentrando el poder mientras mantiene una apariencia de democracia. Tan solo un ejemplo puede ilustrarlo: durante los catorce años del gobierno de Chávez y uno de Maduro, no hay ni un solo caso en el que los poderes legislativo o judicial se hayan opuesto a una iniciativa o le hayan impedido al presidente que haga lo que a él le parezca, cuando le parezca.

El gobierno, a hurtadillas y efectivamente anuló todos los controles y contrapesos sobre el poder del ejecutivo. La rendición de cuentas y la transparencia se han erosionado sistemáticamente y, para todos los fines prácticos, han dejado de existir desde hace años. 

Dicho esto, compartiré con ustedes cinco pasos prácticos que creo que el gobierno de los EU podría emprender que constituirían una contribución positiva para entender la realidad venezolana, aliviando este sufrimiento y prestándole ayuda a una nación en nuestro Hemisferio para que se aleje de esta horrenda situación.

Es importante, sin embargo, subrayar que cero firmemente que los conflictos en Venezuela sólo pueden resolverlos los venezolanos y que los Estados Unidos no pueden ni deben ser un protagonista en lo que allí está ocurriendo. Las medidas que recomiendo apuntan a facilitar la resolución de conflictos y a aclarar la situación que las autoridades venezolanas están oscureciendo deliberadamente.

Desgraciadamente, mientras hablamos hay otro improbable y sorpresivo poder externo que conduce el juego en Venezuela e interfiere con la voluntad del pueblo allí: Cuba. Espero que el Comité discutirá el papel de definición de Cuba en una próxima audiencia.
.
El contexto para los pasos que recomiendo se trata de una crisis de los derechos humanos grave y mal entendida. Tengo pleno conocimiento del alcance de las detenciones arbitrarias, de la falta de revisión judicial, los secuestros, las palizas, las amenazas, las restricciones a los medios, y el encarcelamiento de jóvenes que protestan en prisiones horribles para brutales delincuentes. 

Sé que ustedes recibirán un informe comprehensivo  y confiable sobre estas y otras violaciones de derechos humanos, proveniente de Miguel Vivanco, de Human Rights Foundation, de manera que no las enumeraré aquí, salvo para comentar que mi más arduo deseo es que esa prácticas que quedaron atrás al finalizar los días de brutales dictaduras militares en América Latina no resurjan. Tristemente, han regresado en Venezuela. El choque más importante en la Venezuela de hoy no es el de la izquierda contra la derecha, los ricos contra los pobres ni siquiera de las buenas ideas contra las malas ideas, o como gobernar un país. No; el problema que define lo diario en Venezuela es la violación al por mayor, aprobada por el estado y ampliamente documentada de los derechos humanos de quienes se oponen al gobierno; las violaciones llevadas a cabo por la guardia nacional y por milicias civiles bien entrenadas de corte delincuencial, los infames “colectivos”.

Bajo esas circunstancias es un reto para los EU intervenir de modo constructivo. En el mejor de los casos, los EU pueden tomar medidas que ayudarán a prestar apoyo a los motores centrales de un cambio para lo mejor: el pueblo venezolano.

Las cinco medidas que recomiendo son:

(1) Ayudar a los venezolanos y al mundo a entender el verdadero impacto de quince años del modelo de gobernar que instauró Hugo Chávez;
(2) Ayudar a desenmascarar y hacer público el nivel de corrupción y de influencia extranjera en el actual gobierno;
(3) Sancionar a los responsables de abusos de los derechos humanos, así como a los oligarcas conectados a la elite de Chávez que han amasado fortunas inimaginables a través de negocios corruptos y empresas delictivas;
(4) Prevenir medidas que alimenten la táctica de “culpar a otros” para evitar responsabilidad por un estado fallido y una economía en colapso que el gobierno venezolano y sus apologistas dentro y fuera de país utilizan con tanta frecuencia; y
(5) Promover que los aliados latinoamericanos abandonen su silencio en cuanto a los abusos gubernamentales en Venezuela que no tolerarían en su propio país. No les estoy pidiendo a los vecinos de Venezuela o a la Organización de los Estados Americanos (OEA) que intervengan en la política venezolana. Pero es absolutamente válido esperar que los gobiernos decentes –y los líderes decentes– no permanezcan indiferentes respecto de la forma cómo el gobierno venezolano reprime a sus opositores.

Ahora, elaboraré brevemente sobre cada una de estas cinco propuestas.

1) Combatir a las Mentiras con Hechos
Una de las herramientas más potentes utilizadas por el gobierno venezolano es la manipulación y el ocultamiento de la información social, económica, política e institucional.

Para enfrentar esta realidad, recomiendo que el gobierno de los EU ejerza la influencia significativa que tiene en instituciones internacionales y nacionales que recopilan datos y publican informes sobre el estado de la economía, la sociedad y las libertades políticas del país, las relaciones internacionales y la seguridad nacional e internacional. Valerse del voto en organizaciones internacionales tales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo, el Banco Interamericano de Desarrollo e incluso la vergonzosamente inefectiva OEA, para promover investigación de calidad sobre la realidad venezolana. Instituciones nacionales de los EU tales como el Servicio de Investigación del Congreso, fundaciones privadas y ONGs podrían comprometerse también.

La primera víctima en una dictadura es con frecuencia la verdad. La realidad venezolana no está siendo presentada por el gobierno ya que no se reportan datos, se manipula o se fabrica. Hay legítimas dudas respecto de lo correcto de los datos relativos a la pobreza y la desigualdad, no se ha llevado a cabo valoración de los programas sociales, el público ignora cuanto cuestan los masivos programas de ayuda a países extranjeros o la naturaleza de las obligaciones que la nación ha adquirido con países como China, Rusia o Bielorrusia. 

Ni siquiera tenemos información confiable acerca de homicidios, secuestros y los crímenes. El gobierno explota hábilmente, con fines de propaganda, sus números y sus beneficios maquillados a partir del vacío de información. 

Recientemente, por ejemplo, el Presidente del Banco Central anunció que los datos sobre escasez de bienes de consumo y medicinas ya no se publicarían.

Haciendo brillar una luz sobre las verdaderas condiciones de la pobreza, la desigualdad, las prácticas laborales, la productividad, la producción petrolera, los saldos fiscales y monetarios, la censura, y, por supuesto, los derechos humanos ayudaría a revelar la falla del liderazgo venezolano en adentrarse en un camino económico y social que le sirva a su pueblo.

No estoy pidiendo que los EU “clasifiquen” explícitamente al gobierno venezolano como una dictadura, sino que los EU usen su poder para combatir a un gobierno abusivo con la fuerza de la información: obtener los hechos reales para que rodos los vean y debatan sobre ellos. Es imperativo ponerles las cosas más difíciles al régimen y sus apologistas a la hora de mentir sobre lo que esté ocurriendo en el país, y de ocultar el impacto devastador de sus políticas

2) Descubrir los Oscuros Secretos

Rumores, casos individuales, revelaciones susurradas, confesiones salvajes e informes esporádicos, todo habla de la influencia cubana sobre las políticas gubernamentales venezolanas, de la enorme influencia de los narcotraficantes y sus cómplices en el gobierno y de la masiva corrupción en el uso de los ingresos y de la contratación. Las agencias de seguridad y fiscales de los EU están bien informadas acerca de cada una de estas realidades. Mi recomendación es que se lleve a cabo una información de auditoría de todos los informes de inteligencia y de aplicación de la ley que dan luces sobre la situación venezolana y difundir la información  que pueda hacerse pública sin amenazar los activos de seguridad ni dañar la necesidad que tienen las comunidades de inteligencia de proteger fuentes y métodos. Estoy seguro de que dicha auditoría hallará que el gobierno de los EU posee información secreta cuya revelación podría arrojar importante luz sobre el funcionamiento del gobierno venezolano y de sus socios cubanos (o  los narcotraficantes en el medio) sin causar algún daño duradero a la inteligencia de los EU.

Es críticamente necesario presentar información, acerca del nivel de influencia extranjera, los flujos ilegales de dinero, la criminalidad gubernamental y las prácticas corruptas en Venezuela y para documentar cómo su gobierno se ha convertido en un importante facilitador del comercio ilícito de drogas, gente y armas. Bajo condiciones de extensa censura de, y coerción a, los medios, el potencial de manipular al público con falsa información es alto. De una vez, el gobierno de los EU podría dar un paso importante para obstaculizar es desinformación al revelar sistemáticamente lo que sabe sobre esas prácticas corruptas

3) Pongan en la mira a los oligarcas bolivarianos y a sus socios

Los EU tienen un número de herramientas para sancionar a los individuos que ingresan al territorio de los EU. Es bien sabido que los mismos individuos corruptos que roban en las arcas del gobierno, aceptan comisiones sobre contratos y legitiman dinero de la droga mientras condenan  a plena voz a los Estados Unidos, también vienen aquí para disfrutar de los bienes y servicios de este país. Estos nuevos multimillonarios, que han amasado fortunas personales inimaginables al apoderarse de fondos públicos, viajan a los EU en jets privados, se aprovechan de los mejores servicios  de salud de los EU, envían a sus hijos a colegios universitarios de los EU y pasan sus vacaciones  haciendo compras en Nueva York, esquiando en Aspen o navegando en yates en Florida. También son fuertes usuarios de bancos de los EU e invierten sus mal habidas ganancias en inmuebles y otros instrumentos de inversión bajo jurisdicción de los EU.

Mi propuesta concreta es ampliar la extensión y el alcance de las sanciones que apunten individualmente contra individuos específicos y sus familias y socios de negocios. Desde que Hugo Chávez llegó al poder, hace quince años, ha sido casi imposible mejorar en el sector privado de Venezuela sin celebrar operaciones comerciales con el gobierno. Es raro que esas operaciones se realicen diáfanamente y sin corrupción. Hay una larga y creciente lista de venezolanos obscena e inexplicablemente opulentos que se hacen pasar por “gente de negocios” pero no son sino delincuentes que se enriquecieron a espaldas de los venezolanos pobres que el gobierno bolivariano tan ardientemente alega representar. Estos ladrones y sus socios deberían ser objeto de sanciones individuales. El gobierno de los EU sabe quienes son.

Negar una visa, congelar cuentas bancarias y limitar el acceso a los EU de los oligarcas de Chávez y sus familias obviamente tendrá un impacto sobre estos individuos. Es gualmente importante, ello hará pública la naturaleza corrupta del régimen e identificará a algunos de sus ricos beneficiarios. Demostrar que los EU no condonan este género de comportamiento corrupto e ilegal, les mostrará a estos individuos, y al mundo, lo que los EU admiten y lo que no admiten.
Traduccion de
Carlos Armando Figueredo
figueredo.carlosar@gmail.com

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jueves, 7 de noviembre de 2013

ALEK BOYD, EL FATUO DISCURSO DE SOBERANÍA CHAVISTA

El comandante, que no dejaba de aludir a la autonomía de Venezuela, confió a Cuba detalles de identidad de todos los ciudadanos venezolanos.

Una de las palabras favoritas del extinto Hugo Chavez era soberanía. En la constitución que la Asamblea Nacional Constituyente le hizo a la medida en 1999, el término es incluido en el primer artículo. La palabra se repite 20 veces a lo largo del documento, a diferencia de las seis de la constitución anterior (1961). El discurso de Chavez está plagado de soberanía: alimentaria, territorial, tecnológica, petrolera, económica, militar... Todos y cada uno de los aspectos del “socialismo del siglo XXI” están revestidos de soberanía. Cabe, por ello, contrastar el uso y abuso del termino en la retórica, con la práctica, y hasta buscar el diccionario, no vaya a ser que la Real Academia haya admitido un nuevo uso, chavista, y no nos hayamos enterado.

Por el año 2000, Venezuela y Cuba, léase Hugo y Fidel, firmaron un “Convenio Integral de Cooperación”, léase Hugo se convirtió en el mecenas en jefe de la dictadura castrista. Venezuela terminaría convirtiéndose en principal y único sostén económico de Cuba. En los innumerables encuentros subsiguientes, los dos líderes acordarían “ampliar y sistematizar la colaboración entre los dos países”. Este mismo diario reportaría en 2010 el alcance de dicha “colaboración”. Bajo ese marco legal es mucho lo que se ha hecho: miles de médicos cubanos -sin certificarse debidamente- trabajan en Venezuela; miles de barriles de petróleo -número exacto sujeto a todo tipo de especulaciones- manteniendo a flote la depauperada economía cubana; miles de “entrenadores” y asesores de seguridad de la inteligencia cubana actuando como fuerza de ocupación en Venezuela; miles de casos de injerencia cubana en asuntos de competencia exclusiva de Venezuela; es decir hay muchos ejemplos, pero a la vez no hay ninguno.

Hoy traemos un caso concreto, con nombres, responsabilidades, montos, y demás detalles. Para muestra, el botón es un pacto llamado “CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS INFORMÁTICOS, DE SEGURIDAD, DOTACIÓN DE MOBILIARIO y ADECUACIONES ELÉCTRICA Y DE REDES PARA LA TRANSFORMACIÓN Y MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA DE IDENTIFICACIÓN, MIGRACIÓN Y EXTRANJERÍA”. El mismo fue firmado por Pedro Carreño, en aquel entonces Ministro del Poder Popular Para Relaciones Interiores y Justicia (MPPRIJ), y Jose Javier Morales, representante de la Fundación Misión Identidad, por la “Parte Venezolana”, y German Sanchez Otero, Embajador de Cuba en Venezuela, y Filiberto Lopez Cosio, en representación de la Sociedad Mercantil ALBET Ingeniería y Sistemas, un ente cubano.

El contrato es, en dos platos, un ejemplo de lo que Hugo Chavez entendía por soberanía: ceder a Cuba el “diseño, desarrollo, suministro e implementación de la solución tecnológica integral para el sistema nacional de identificación del ciudadano a través de una Cédula Electrónica que permita soportar el modelo de prestación de servicios del “Gobierno Electrónico” de la República Bolivariana de Venezuela, garantizando los suministros para el primer año de funcionamiento, los Servicios Informáticos asociados para el adecuado funcionamiento de la solución, la compatibilidad con los sistemas ya instalados y el despliegue de la solución en todos las dependencias de la Oficina Nacional de Identificación, Migración y Extranjería (ONIDEX)”.

Es decir, Venezuela otorga poderes amplios a Cuba -una dictadura comunista- confiando los detalles de identificación de todos los venezolanos, y de paso, se compromete a pagarle algo más de 172 millones de dólares. Para ponerlo aún más claro: es Cuba quien decide qué subcontratista ha de desarrollar las nuevas cédulas, por cuánto, y cuándo y de qué forma han de obtener los venezolanos sus nuevas cédulas electrónicas. Espeluznante.

Entre los “considerandos” uno puede leer afirmaciones sobre las misiones de MPPRIJ, entre cuyas responsabilidades estaría “velar por la seguridad del Estado protegiendo la estabilidad y funcionamiento de las instituciones democráticas y promover la seguridad jurídica de la población a través de los órganos encargados de la identificación y de los derechos humanos de los ciudadanos”.

Pero donde abusan los redactores del acuerdo de lo medianamente verosímil es en afirmar, siempre en los “considerandos”, que “la República de Cuba posee experiencia en las áreas de las tecnologías de información y comunicaciones”. Cuba es de todo menos un polo de desarrollo de nuevas tecnologías de identificación electrónica y/o comunicaciones.

Y es aquí donde debemos acudir a la RAE y revisar la definición de soberanía, a ver si la misma da cabida a la cosmovisión chavista. Quizás Hugo hubiese podido justificar tal acto, en uno de sus discursos de ocho horas. Lo que ha quedado claro, es que la concepción de soberanía chavista nada tiene que ver con la definición. Que un estado que se hace llamar soberano, y cuyo líder pasó una buena parte de los últimos 20 años de su vida pontificando sobre soberanía, permita voluntariamente a un régimen dictatorial inmiscuirse en procesos de cedulación para los cuales se requiere acceso a toda la data de identificación de toda su ciudadanía es algo nunca visto, al menos en lo que respecta a la historia republicana de Venezuela. Y que además pague 172 millones de dólares por ello es una afrenta, no a la soberanía de Venezuela, sino al sentido común, pues Cuba de tecnologías modernas no sabe nada.

Como para demostrar el punto, todos los negocios de la dizque nueva cédula electrónica venezolana se cerraron en La Habana, entre ALBET y subcontratistas seleccionadas por Cuba. ALBET, el ente cubano responsable de “desarrollar” todo lo concerniente al proyecto de cédula electrónica, no desarrolló absolutamente nada. Simplemente acudió al mercado, con los 172 millones de dólares, a buscar subcontratistas que si saben del tema. A La Habana fueron a parar representantes de Bundesdruckerei y de Gemalto. En su empeño por asistir económicamente a su ídolo, Hugo Chavez hizo un “outsourcing” de corrupción a Cuba. El caso específico del sistema de cedulación presentó para ALBET, un instituto con nula experiencia en proyectos del tipo, una oportunidad de oro, amen de la posible transferencia de la data de identificación de venezolanos a Cuba y tecnologías adquiridas con fondos venezolanos.

De colofón, un ejemplo irrefutable de la absoluta ausencia de estado de derecho (inexistente en Cuba) en la Venezuela chavista: la cláusula decimocuarta del contrato, sobre “solución de controversias” establece que “cualquier disputa, controversia o reclamo que se derive de este contrato” tendrá como última instancia para la resolución a “los Presidentes de las respectivas Repúblicas”, léase Hugo y Fidel.

Cabe preguntarse, ¿para qué involucrar a Cuba en procesos como los descritos? Y, ¿cómo puede reconciliarse tal cesión de responsabilidades, de competencia exclusiva del estado venezolano, con el discurso de soberanía chavista?

Alek Boyd es periodista.
Alek Boyd

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lunes, 5 de agosto de 2013

NELSON CASTELLANO HERNÁNDEZ, RELACIONES EXTERIORES CON LA UNIDAD


La imagen internacional de un país es el producto de una serie de acciones, posturas, apoyos a principios y valores que lo definen.

Es consecuencia de un proceso de años, en los cuales se va conquistando el respeto de otras naciones, es arduo el camino para conseguirlo y muy fácil de destruir, nos espera una larga tarea que debemos enfrentar con entusiasmo y profesionalismo.

Solo así superaremos la imagen de país tercermundista, que intenta comprar voluntades para proyectos descabellados, a costa de los intereses nacionales.

El régimen actual abandonó nuestra política de Estado, los conceptos fundamentales de una república democrática y los valores defendidos por Venezuela a nivel internacional, colocó la diplomacia al servicio de un proyecto político.

Tiene años desarrollando una diplomacia bélica, con injerencia en las políticas internas de países vecinos y amigos naturales. Señalada por su apoyo a grupos extremistas, ha permitido la penetración cubana en asuntos de seguridad nacional y perdido espacios de representación en Latinoamérica.

Ha despilfarrado los recursos a cambio del sostén al proceso autoritario que promueve. Se han contraído compromisos internacionales perjudiciales a los intereses nacionales, destinados a favorecer intereses propios a su proyecto: fondos rápidos, armas, apoyos de otros regímenes corruptos, apoyos a proyectos antiamericanos y antisionistas.

Esto ha traído como consecuencia la pérdida de credibilidad internacional, la inclusión de Venezuela en la lista de países que apoyan el eje del mal y la pérdida de influencia seria en la región.

Un nuevo gobierno debe recuperar la confianza de los países, expresando un mensaje dentro de los organismos internacionales, basado en una concepción moderna del Estado, enmarcado en los principios internacionales de justicia social internacional, de respeto a los valores democráticos y por el desarrollo integral de los pueblos. Un mensaje único deberá presentarse ante las organizaciones: ONU, Unesco, CEE, OEA, Mercosur y Pacto Andino, al cual debemos volver.

Deberá promover la integración en Mercosur, bajo el cumplimiento de las condiciones de respeto de los valores democráticos.

Un estudio inmediato deberá realizarse para definir qué compromisos internacionales deberemos mantener y cuáles suspender, tomando en cuenta: los intereses políticos ineludibles, la posibilidad de anularlos por anticonstitucionales y por qué no se cumplieron las normativas establecidas dentro de las leyes. Ej. Ratificación de su contenido por la Asamblea Nacional. Venezuela deberá presentar el principio de responsabilidad compartida frente a países que decidieron contraer compromisos, a sabiendas que el régimen actuaba fuera de la ley.

Paralelamente tendremos que garantizar la protección de los intereses de países aliados y que deseen cooperar con la recuperación del país, es necesario recordar que muchos de nuestros sistemas se encuentran intervenidos por La Habana y es probable que tengamos necesidad de desmontar sistemas de espionaje y boicot.

Necesitamos diseñar una acción geopolítica en la región, que contemple un proyecto distinto para América Latina.

La Cancillería venezolana en conjunto con otros sectores del gobierno, deberá participar en un programa para conseguir cooperación internacional para el rescate de nuestras empresas y mercados, para conseguir inversión, que incluya las garantías necesarias dentro de un marco jurídico.

Este ministerio  promoverá el regreso del talento venezolano y tendrá que acostumbrarse a comunicar sobre los logros en beneficio de su pueblo. Es necesario implementar el concepto de "Diplomacia Cultural", a fin de alcanzar una dimensión internacional, solucionar conflictos, promover el turismo, el regreso de capitales y la creación cultural.

Los pasos para realizar todo esto, presentados en blanco y negro a las instancias que promoverán la nueva política de relaciones exteriores, esperan por condiciones propicias para ser realidad.

nelsoncastellano@hotmail.com



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jueves, 5 de abril de 2012

GERSON REVANALES / ACUERDOS CON CHINA

Es necesario revisar algunos compromisos firmados por el gobierno, no se puede aceptar Acuerdos de Confidencialidad con China ni la entrega de áreas estratégicas a Cuba. Venezuela no es Guantanamo.
Como se ha denunciado desde este “Balcón” uno de los graves problemas de este gobierno ha sido su política exterior y la forma como ha conducido sus relaciones con otros gobiernos; por lo cual, una de las tareas a cumplir antes y después del 7 Oct, es la revisión de los acuerdos internacionales; no como una acción de negación o desconocimiento de los compromisos contraídos por la republica -Venezuela es respetuosa de ellos- sino de hacer un inventario para conocer el grado de profundidad de estos convenios y más importante aún, conocer hasta qué punto ha sido comprometida nuestra soberanía, si es el caso como se sospecha y desprende de algunos acuerdos. El entregar el control, la conducción u operación de los puertos, aeropuertos, registros, CANTV y otros lugares estratégicos a otro gobierno, requiere indiscutiblemente su denuncia. Así es amigos cubanos, que pongan sus barbas en remojo y no precisamente las de su “comandante”.
               Una de las revisiones más apremiantes es China por el variado y excesivo número de compromisos adquiridos en la forma de: acuerdos, actas de intención, addendum, contratos, convenios, memoranda, protocolos. Es de advertir que en la actual situación es bastante difícil. 
El Ministerio de Relaciones Exteriores ha sido destruido físicamente al haber convertido sus instalaciones en albergues (se espera para esta nueva temporada de invierno nuevos damnificados) y el poco personal que queda tiene que trabajar por guardia para compartir escritorios. Moralmente igualmente ha sido acabado: el 90% de sus funcionarios de carrera fue jubilado y desde hace 10 años no se llama a concurso para el ingreso a la carrera, por lo que gerencialmente la disponibilidad para hacer seguimiento a más de 430 acuerdos firmados con China hasta diciembre del 2011 es nula. 
Al Teniente Coronel- Presidente que tanto le gusta sacar relaciones numéricas, porcentajes y estadísticas tendría que considerar que el solo escritorio de China en el Vice Ministerio para Asia necesitaría unos 100 funcionarios; sin contar los acuerdos firmados con el resto del mundo. Pero cuando decimos que hay que revisar la relaciones con China no es simplemente numéricas: 
Es meterle la lupa no solo al Fondo Chino; a los acuerdo sobre Orimulsión, la adquisición de fincas; asignación de minas de oro; sino a convenios como el de Confidencialidad a ser aplicado al Acuerdo para la realización de un estudio de factibilidad para el desarrollo de hidrocarburos, Acema A, área 100 Norte, ubicado en el área Zumano del Distrito operacional San Tomé, de enero del 2005, ó los 5 Acuerdos en materia de Defensa firmados entre 2004 y 2006. De esta revisión saldrán los verdaderos apátridas.

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