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domingo, 28 de junio de 2015

EDUARDO GUZMÁN PÉREZ, ENTRE FALACIAS Y FARSAS

Atrapados y sin salida, solo  maniobrando en una interminable agonía ganado tiempo en medio del gran desastre de país  en que termino la “Revolución bonita” .

El protempore presidente solo  le   queda montar show tras show en medio de la tragedia que vivimos los venezolanos: Sin comida sin alimentos y ninguno de los otros  bienes  necesarios para sobrevivir  que poder comprar ,porque no hay nada y lo poco  que hay como el vestido  es incomparable, y con una inflación  de 300% que mantiene azotada el bolsillo de los venezolanos y una cesta alimentaria en Bs. 4.800 equivalente a 6 sueldos mínimos. Y los más grave, sin dólares porque los malversaron y el resto se  los atracaron, solo es cuestión de tiempo. 

Se dedican ahora a montar escándalos-farsas  para tratar de seguir ocultando esta tragedia.   Ahora,  el jefe del régimen cívico militar encontró otros   responsables de como ellos  volvieron este país, una porquería., Es ahora  Donald Trump, expreso Maduro  que “financia la derecha venezolana”. Expreso en otro Show  igualmente que: “Exxon Mobil pretende controlar la salida del Orinoco, debido a la exploración que en el Esequibo venezolano, zona que se encuentra en reclamación…La Exxon Mobil quiere controlar la salida del Orinoco, que es nuestro; es como si nos quisieran controlar el corazón. Esa empresa siempre tuvo complicidad con las oligarquías que nunca defendieron nuestro territorio, nuestra patria”,  Exxon  Mobil es la responsable del gran asalto que han cometido  ellos contra  los dineros públicos  y el desastre de país en que nos convirtieron ellos, solo ellos,  Y siguiendo el show anuncio otro: que el número 2 el capitán Cabello, o el  número  1 porque ahora  no se sabe quién es el número 1: “Va a  anunciar un supuesto complot que se está ejecutando contra Venezuela en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos”.

En tanto,  el pueblo está sometido  bajo el inclemente sol  en las colas para mendigar algo de alimentos y medicinas, poco le paro  a  otra denuncia  que hizo semana pasada  de que: “La derecha y el imperio  desde Miami quieren desestabilizar  la revolución”. Mientras  el presidente Santos se presta para darle oportunidad al régimen  de seguir los espectáculos circenses. Ante un documento que a exprofeso mando a publicar  el régimen sobre la zona en delimitación con Colombia, sobre eso dijo el protempore: La derecha utiliza informaciones falsas para dañar al régimen”. Y el último show  de  esta semana,  es el entierro de unos restos simbólicos  del  Negro Primero para e llevarlos  el Panteón Nacional,  que depositados en  un cofre y en medio de una  espectáculo más,  llevo el numero 2 al Panteón y allí expreso: “Es para mí un honor como presidente de la Asamblea Nacional recibir los restos simbólicos de un guerrero de la patria”. Ni el Negro Primero se salvo. Alea jacta est

Jose Eduardo Guzman Perez
guarauno2000@gmail.com
@guzmanperez1

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viernes, 15 de mayo de 2015

TRINO MÁRQUEZ, EMPRESARIOS: ¡AL PAREDÓN!

Ser empresario independiente en la Venezuela roja se ha convertido en una actividad de alto riesgo. Tiene el mismo peligro que ser reportero de guerra o periodista en una satrapía. El empresario es culpable de antemano de cualquier delito que se le acuse. Ya la expresión “cerdo explotador”, tan socorrida por los marxistas, resulta un insulto infantil. Los cartuchos que se les lanzan son de mayor calibre. 

El empresario es un vende patria, un conspirador o un agente enemigo que debe ser destruido. Al empresariado se le cobra su participación protagónica en los sucesos de abril de 2002 y en el paro de finales de 2002 y comienzos de 2003. El comandante juró vengarse de ellos e inició una cruzada para destruirlos. Su heredero ha continuado la labor de demolición. Las consecuencias de este derrumbe estamos padeciéndolas. Antes, sus efectos letales podían esconderse con importaciones masivas. Se aniquilaba a los hombres de empresa nacionales, aunque se fortalecía a los foráneos. Al menguar los dólares la ruina no tiene máscara que la recubra.

Entre las razones básicas que han producido la inflación, la escasez y el desabastecimiento, se encuentra el persistente acoso por parte del régimen de la empresa privada desde hace más de una década, así como los rígidos controles de cambio y de precios. En su conjunto estos factores, además de la severa legislación, han conducido al cierre de muchos miles de empresas y al desestimulo de la creación de empleos productivos y la inversión nacional y foránea, al punto de ser Venezuela, junto a Haití, el país que registra la menor inversión del continente.
                                                                                             
Los gobiernos de Chávez y Maduro han perseguido y encarcelado a numerosos empresarios, violando el Estado de Derecho. A los dirigentes de Fedecamaras y Conindustria, entre otros gremios, se les amenaza continuamente con expropiaciones y confiscaciones, o se les empuja para que se marchen del país. Contra el eficiente y comprometido grupo de Empresas Polar se ha desatado una campaña de intimidación que lleva a pensar que el Gobierno ha pensado seriamente en su intervención. Los ejemplos de Agroisleña, Lácteos los Andes y Café Fama de América, antes empresas altamente rentables y hoy quebradas, representan una muestra de lo que ocurriría. La toma de Polar sería una catástrofe nacional.

La excusa utilizada en toda esta criminal maniobra es la existencia de una quimérica “guerra económica” cuyas armas serían el sabotaje, el acaparamiento y la especulación, impulsadas por el sector productivo.

Esta es una falacia que no resiste el menor análisis. Numerosos bienes que no se consiguen en los anaqueles y cuyos precios se han disparado en los mercados paralelos, debido a su escasez, son producidos por fábricas pertenecientes al Gobierno, ya sea porque las expropió o las confiscó. En manos del sector público esas factorías, antes eficientes, pasaron a arrojar pérdidas y a producir en muy baja escala. Las cabillas y el cemento son dos ejemplos, entre muchos otros, que ilustran el desmadre. La energía eléctrica falla de forma permanente en todo el territorio nacional, a pesar de que su generación, trasmisión y distribución es monopolio del Estado. Los únicos que se han beneficiado de esta prerrogativa son los bolichicos. La Electricidad de Caracas era una empresa privada que funcionaba con eficiencia y transparencia.
                                                                                             
Es necesario solidarizarse con los empresarios cuyos derechos han sido amputados por un Gobierno que busca la venganza aunque esta provoque la destrucción nacional. La empresa privada resulta fundamental para reconstruir la economía nacional y generar empleos decentes, estables y bien remunerados. Sin su aporte el país seguirá hundido en la crisis que estamos padeciendo, cuyas peores víctimas son las familias más pobres, obligadas a soportar interminables colas para conseguir bienes de primera necesidad y forzadas a pagar el costo de la inflación incontenible, consecuencia de los controles, la incompetencia, el cerco a la propiedad  privada y la corrupción.
                                                                                             
La proclama de guerra a muerte dictada contra los empresarios los está diezmando y, de paso,  arrasa a toda Venezuela.

Trino Márquez                                                                    
@trinomarquezc

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sábado, 11 de abril de 2015

JOSÉ DE JESÚS GUERRA C.: LA SALSA QUE ES BUENA PARA EL PAVO……

El pasado 22 de marzo del corriente, el señor José V. Rangel publicó un artículo en el cual señala que la oposición no aprende y esgrime una serie de consideraciones para demostrar sus dichos. Concluye señalando que “La oposición de hoy no tiene sentido de la política ni capacidad para idear salidas del laberinto en que está metida. O en el que escogió meterse aconsejada  por el odio y el revanchismo. Los últimos desarrollos de la política lo confirman. Se le presentan oportunidades brillantes para hacerlo, como ocurre con la agresión desconsiderada de Obama contra Venezuela que en vez de condenarla la acepta con una actitud complaciente o claramente a favor de la injerencia extranjera. Definitivamente la oposición no aprende, y el destino pareciera condenarla a permanecer atada, eternamente, al error”.

El aspiraría a que la oposición venezolana le sirva de comparsa al corrupto régimen madurista, adhiriéndose a la pantalla distraccionista para continuar con el engaño y la mentira populista, eludiendo así el abordaje de los verdaderos problemas que acogotan a la nación y que ameritan urgentes e ineludibles soluciones que a todas luces, no está en capacidad de proveer.

Convénzase Sr. Rangel, yo como opositor –al igual que muchos- estoy de acuerdo con la decisión Obama, porque la misma nada tiene que ver con la integridad de la nación, ese cuento de la injerencia se lo meten a los ignorantes , a quienes no saben leer, a quienes se dejan manipular con gente como usted. 

La decisión de Obama no es más que un requisito para poder aplicar las sanciones a los siete funcionarios corruptos, solo afecta a quienes están vinculados con hechos de corrupción, narco-tráfico y con violaciones a los derechos humanos. En lo referente a la declaratoria de que nuestro país es un peligro para la seguridad de su nación, usted sabe perfectamente las razones por las cuales se origina esa declaratoria: Los terroristas iraníes, palestinos, libaneses y sirios que intentan entrar a los Estados Unidos o a Canadá con PASAPORTES DIPLOMÁTICOS VENEZOLANOS expedidos en Cuba, y a quienes se les impide el ingreso a esos países ¿o es que usted no lo sabe?, el problema amigo es que usted cree que los venezolanos de a pie no estamos enterados. Obama tiene razón y estoy de acuerdo con su decisión.

Retomando lo de la injerencia, los comunistas usan consuetudinariamente ese término para referirse a la norteamericana, y le pregunto ¿Qué me dice usted de la injerencia cubana en los asuntos de nuestra nación en la que manejan los puertos, las notarías, expiden pasaportes diplomáticos etc, o de la injerencia china, o la iraní, o la paraguaya, la nicaragüense, la brasileña, la boliviana o la ecuatoriana? Los últimos cinco que vienen a nuestro país a vituperar a la oposición democrática, a proferir improperios en contra de nuestra dirigencia democrática y a gritar loas a favor del régimen a cambio de dólares o petróleo, ¿Acaso no se llama eso INJERENCIA EN LOS ASUNTOS DE NUESTRO PAÍS?

Según ustedes, supongo que no, pero cuando vienen expresidentes o dirigentes políticos de otros países democráticos a visitar a nuestros presos políticos y a solicitar su liberación eso si es injerencia según ustedes, o se les acusa de formar parte de ejes de conspiraciones para derrocar al régimen, o sea, que todo es según el color del cristal con que se mire, pues para mí eso no es más que ventajismo del más hediondo, putrefacto, sucio y asqueroso.

Yo tengo como ciudadano otra visión y está basada en el ideario popular en el cual hay un refrán que dice: “LA SALSA QUE ES BUENA PARA EL PAVO, TAMBIEN DEBE SERLO PARA LA PAVA”.

José De Jesús Guerra C.
jjguerrac@gmail.com
@httptwjjguerrac

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sábado, 4 de octubre de 2014

GABRIEL BORAGINA, MITOS Y FALACIAS LABORALES.

Las horas de trabajo obrero no reportan ninguna ganancia al capitalista. Ni aun en el caso que el empresario decidiera obligar a sus empleados trabajar las 24 horas del día los 365 días el año, obtendría ninguna “ganancia” o “lucro” de ese trabajo. Si el producto de dicha jornada laboral de 8.760 horas fueran -por ejemplo- discos de pasta o de vinilo, el valor de esas 8760 horas de trabajo dedicadas a estas "mercancías" sería exactamente igual a cero para el capitalista, sencillamente porque -hoy en día- no tendría a nadie a quien venderle un artículo semejante. 

En consecuencia, ningún capitalista obtiene ningún "lucro desmedido” del trabajo obrero. Es más, ni siquiera obtiene “lucro” alguno. El lucro del capitalista (y también el del obrero) no surge del trabajo, de ningún trabajo, sino que emana del consumidor, nunca del trabajador.

Que las leyes laborales reduzcan las horas laborales no le hace "ganar más" al empleado/obrero, porque las horas laborales -como vimos arriba- no cuentan para nada en el valor final del producto o servicio. Lo que da “valor” al trabajo no es su duración ni su extensión, sino su productividad, pero esta productividad dependerá -a su turno- de la demanda del respectivo objeto producido (producto). Si el artículo producido carece de demanda (como en el ejemplo de los discos de pasta o de vinilo) la productividad laboral será nuevamente igual a cero. Caso este en el que no gana nadie: ni el empresario, ni el obrero/empleado, ni el consumidor. Por el contrario: pierden todos ellos.
En definitiva -como vemos- no existe nexo alguno entre la ganancia del capitalista y el trabajo obrero/empleado. Sin embargo, si es cierto a la inversa: el obrero/empleado obtiene una ganancia del capitalista, que de no existir este jamás conseguiría. Si no existiera ningún capitalista sobre la faz de la tierra, no habría ni obreros ni empleados. Estos quedarían obligados a ser sus propios “empleadores”. Es decir, se retrotraería la situación social a la época feudal y pre-feudal, en la que sólo había una economía de autarquía, o sea, miserable y paupérrima al extremo, en la que cada uno deberíamos hacer nuestros propios alimentos, zapatos, pantalones, camisas, casas, muebles, etc. dado que esta era la situación previa de la gente a la Revolución Industrial. Obreros y empleados deben su misma existencia como tales al capitalista. El capitalismo rescató, de una vez y para siempre, a aquellas gentes de la vida miserable. Lástima que luego el mundo dejó de lado el capitalismo.
Volviendo a la falacias laborales populares: si el trabajador trabaja “mas” horas el empleador no gana “mas” dinero por este hecho.
Por estos mismos razonamientos, las leyes que fijan “salarios mínimos” tampoco consiguen que los trabajadores ganen “mas” dinero, sino que pierdan sus puestos de trabajo. Obtienen el efecto contrario al deseado por el legislador. A medida que el “salario mínimo” sube el desempleo crece de modo más que proporcional. Es una ley inexorable de la economía contra la que el legislador nada puede hacer para cambiarla.
Nuevamente: porque si las ventas finales son inferiores a la cuantía del total de salarios pagados por el producto invendido el capitalista incurrirá en pérdidas.
Numéricamente: si por una silla el capitalista debe pagar (forzado por legislación laboral) un salario mínimo (por ejemplo) de 100.- al obrero carpintero, pero la silla se termina vendiendo en el mercado al precio de 50.- (precio supuesto de mercado) al no poder ajustar el salario a una cifra menor a 50.- la única salida que la ley laboral le deja al capitalista es despedir al obrero carpintero. Lo que es exactamente igual a decir que las leyes de “salario mínimo” generan desocupación. En realidad, son las mismas leyes del trabajo las que originan la llamada precariedad laboral. Si el empleador quiere subsistir como tal (en el ejemplo de la silla, o cualquier otro) deberá contratar “en negro” a quien esté dispuesto a trabajar por el salario de mercado (menor de 50.-). El empleador puede subir el salario y tomar más empleados “en blanco” sólo en dos casos:
1.                Que las ventas de sillas superaran los 100.- por unidad vendida, más un margen de ganancia razonable para el empresario.
2.                Que se derogue el “salario minino” para la actividad.
De no darse los supuestos 1 y 2, la única alternativa que la ley le da al empleador para subsistir como tal es despedir mano de obra “en blanco” y contratarla “en negro”. Resultado al que las mismas leyes laborales empujan a los empresarios y empleadores en general, posiblemente como efecto “no querido” por el legislador laboral, pero las leyes económicas operan de todos modos, con independencia de los deseos y la voluntad del legislador humano. A diferencia de las leyes jurídicas, las leyes económicas son de cumplimento inexorable e irreversible. Jamás pueden ser violadas impunemente por nadie, ocupe la posición de poder que ocupe.
Otro ejemplo demostrativo de la manera en que las leyes laborales precarizan la situación del obrero/empleado es el siguiente: generalmente, estas leyes establecen indemnizaciones por despido que crecen en cuantía conforme aumenta la antigüedad del empleado en el puesto de trabajo. Esta legislación tiene dos efectos inmediatos:
1.                Por el primero, constituye un poderoso incentivo a que el obrero/empleado se interese más en acumular años en el puesto, que a trabajar en sí. “Calentar un asiento" por X cantidad de años en una oficina o una fábrica, le generará una indemnización suculenta.
2.                Del lado del empleador, la misma norma opera como incentivo para despedir personal con poca antigüedad, lo que crea una elevada rotación de empleados.
En suma, el resultado de disposiciones de este tipo origina una altísima inestabilidad en el empleo, hoy llamada precariedad laboral.
En materia laboral es donde más se verifica el famoso refrán que dice que “El camino al infierno está sembrado de las mejores intenciones”. Estas “buenas intenciones” de los legisladores laborales conducen al obrero/empleado a un verdadero infierno laboral, del cual el único retorno es volver al pleno empleo del capitalismo.

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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martes, 2 de septiembre de 2014

ENRIQUE MELÉNDEZ, LA OPOSICIÓN CONTRABANDISTA

         
Ahora resulta que la gran empresa del contrabando, según este gobierno, está en manos de la oposición, y esto para financiarse las guarimbas. Días atrás habían dicho que el pueblo le había pintado una blanca paloma a las guarimbas, y que, por lo tanto, se habían disuelto; pero, ahora, resulta que el dinero del contrabando de la gasolina financia lo que sería esta resurrección de la guarimba.

         Esto acaba de aparecer por todos lados: articulistas resentidos; de aquella vieja izquierda que uno conoció en la universidad, y que hoy son los primeros aprovechadores de la situación, lo pregonan sin pestañeo alguno en la prensa gobiernera; lo reiteran a cada instante diputados y dirigentes del Psuv en los diferentes medios audiovisuales; en los monitores de las sedes de las instituciones públicas; donde, además, abunda la figura de Chávez por todas partes; en la radio interna del Metro de Caracas. En efecto, se trata de una orden bajada de la sala situacional de Miraflores, con el visto bueno del G-2 cubano, y entonces se ha comenzado a jugar con semejante mentira; con lo que demuestran, además, que a ellos les sabe a “merde” ese problema. Los tiene sin cuidado el hecho de que de 700 mil barrios diarios, que se consumen en el mercado nacional de gasolina, una buena proporción se esfuma por nuestras fronteras.
         Porque si fuera verdad lo de la oposición contrabandista, el gobierno debería entonces por dedicarse a investigar y detener a los principales dirigentes, que están metidos en este negocio; lo mismo que mostrar a la opinión pública donde se está llevando a cabo esa guarimba; porque, de lo contrario, el gobierno demuestra que es cómplice de esta situación, y que sólo tiene fuerzas para llegar a denunciarlo.
         Aparte de que asistimos a un nuevo envenenamiento de la gente; a propósito del manejo de esta mentira, y que reafirma una vez más lo que decía Octavio Paz de que la mentira se instituyó entre nosotros casi, constitucionalmente. Es decir forma parte del discurso oficial la mentira, y esto por la ineficiencia de un gobierno determinado; cuando no sabe hacer las cosas; cuando se trata de un problema que lo rebasa; porque, aparentemente, el del contrabando de extracción de la gasolina y de otros artículos de nuestra dieta básica, no tiene solución; al menos que se adopte un conjunto de medidas muy audaces; que dejen muy atrás el presente modelo económico; como ha sucedido en el caso de Irán, de acuerdo a lo que ha revelado el analista financiero Henkel García; un país que ha bancarizado a su población; ha aumentado los precios de la gasolina a casi los estándares internacionales, y una proporción del producto de esa ganancia lo deposita en las cuentas bancarias de los ciudadanos iraníes.
         Pero esto es algo que Nicolás y compañía ni en sueños lo piensan, como dice el viejo adagio español; no sólo por temor a lo que se pueda derivar de allí, sino también porque hay demasiados intereses de detrás de este negocio. Ha trascendido, incluso, que aquí tiene metida la mano hasta la guerrilla colombiana, y de aquí que más de uno diga que Maduro quedó en manos de las mafias, sobre todo, a raíz de la salida de Giordani; que fue el artífice de esta política, sin duda alguna; obsesionado por el control, y lo que menos hizo fue controlar; si es que observamos que por todas partes lo que proliferaron fueron mafias, cuyo caldo de cultivo es, precisamente, dicha política de los controles.
         Giordani mismo despechado consigo mismo reveló que una mafia cambiaria se había birlado del antiguo Cadivi 20 mil millones de dólares, a través de empresas de maletín, y eso sin contar lo que ha obtenido la mafia que medra alrededor de Mercal y Pedeval, que ha dejado podrir miles de toneladas de alimentos; la mafia que medra alrededor de la construcción (“el rey de la cabilla”, le dicen a determinado general, “el rey del cemento”, le dicen a otro, y así sucesivamente); la mafia que medra alrededor de la salud y que, según denuncia de la diputada Deyalitza Aray (Proyecto Venezuela), está sacando 50 toneladas de medicamentos vencidos a través de un barco de la Armada, vía Cuba, y de donde provinieron los mismos, bajo el famoso esquema de la triangulación de importaciones, que se realiza a través de ese país, y, por lo demás, la mafia que medra alrededor del negocio del contrabando de extracción de la gasolina, y que ya ha vuelto millonario de la noche a la mañana a más de uno.
         Yo me pregunto: ¿es que la derecha neofascista, como ellos nos llaman a nosotros, ahora se ha aliado con los poderosos generales de la Guardia Nacional (nada sale o entra al país, sin que este componente militar lo inspeccione), destacados en la zona, y que controlan este negocio a gran escala? Porque hay el contrabandista “guacharaco”; que se lleva sus galones de gasolina; que, en efecto, no lo hace daño a nadie. Son gandolas las que salen por nuestras fronteras, y por supuesto, su paso por alcabalas y aduanas supone una cadena de complicidades; donde más de uno sale buchón, para decirlo a la venezolana. Pero por todas partes se demuestra que es muy infantil esa defensa que esgrime el gobierno, y el que con su muy proceder fascista, le termina echando la culpa al otro de su omisión.
         Ahora, la gran preocupación aquí no es tanto por el insulto de apátrida, que hay en el fondo de dicha acusación contra la oposición, sino que se demuestra que no hay voluntad política para combatir este flagelo; cosa, además, que corroboran las medidas muy tímidas, que se han tomado, como el cierre de la frontera; que viene a ser la misma medida que toma el marido, cuando descubre que la esposa le es infiel: vende el sofá, y la que es considerada, por lo demás, la frontera más viva de la América Latina; aparte de que han detenido a zutano y a mengano; que no han sido presentados a los medios de comunicación, por otra parte.
                  
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

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viernes, 8 de noviembre de 2013

EMILIO NOUEL V., LOS “PROTOCOLOS DE SION” DE RODRIGUEZ TORRES Y “LA GUERRA ECONÓMICA”

En la historia política de los pueblos no son pocos los casos de forja de documentos falsos o de montajes de historias adulteradas con fines aviesos.

Ellos han servido para la persecución de los adversarios, a los que se desea apartar del camino por incómodos, con el propósito de alcanzar o mantenerse en el poder.

Los llamados “Protocolos de los Sabios de Sión”, aún hoy utilizados por algunos antisemitas, son un ejemplo de hasta dónde puede llegar la perversidad en la lucha política y social. Se sabe que fueron fraguados por las autoridades zaristas para justificar los pogroms contra la población judía; y sin embargo, hay muchos que siguen hablando en la actualidad de una supuesta conspiración judía para apoderarse del mundo, en los términos de esos protocolos.

En nuestros predios latinoamericanos, esa práctica perversa es también moneda corriente.

En Venezuela, la dirigencia chavista, incluido el finado Chávez, no es la excepción en el tema. La paranoia delirante ha sido notoria en diversos momentos de este gobierno.

Todos recordamos historias risibles, el ridículo internacional largo y parejo que han protagonizado. El terremoto de Haití generado por la marina norteamericana, tesis estrambótica esgrimida por Chávez, forma parte de esa historia de paranoia.

El Directv que te espía a través de tu televisor del impresentable cínico Carreño. El supuesto envenenamiento de Bolívar desmentido por la ciencia seria.  Las decenas de magnicidios anunciados sin pruebas ni detenidos. Y el gran invento, un cáncer inducido a distancia por la CIA, como causa de la enfermedad y fallecimiento de Chávez.

Obviamente, todo este tinglado retorcido y siniestro tiene efecto en gente sencilla y crédula. Y el gobierno lo sabe. Por tal razón, lo usa para manipular la opinión en función de mantenerse en poder.

Con lo de la “guerra económica” ocurre lo mismo. Es asombroso el caradurismo de los altos funcionarios chavistas. Con su rostro muy lavado y gran solemnidad, oímos y vemos expuestos los presuntos planes de sabotaje económico, incluso ante representantes oficiales de otros países, que para sus adentros se carcajean de tales disparates.

En reunión de Mercosur que tiene lugar en Margarita, el ministro Rodríguez Torres, sin ningún escrúpulo,  habla de un espionaje de EEUU que se habría producido en los últimos años, con vista a “conocer la economía venezolana”, para luego desencadenar una “guerra económica”, fase en la que se estaría en estos momentos.
Según el Ministro, el espionaje buscaba “clarificar las debilidades de la economía venezolana, para lanzar los ataques principales y secundarios”.

Algo más cómico no se había visto antes en este país. La debilidades de la economía nacional las conocemos de sobra los venezolanos y el mundo sin necesidad de espiar. Sólo un ignorante o un cínico podrían haber declarado tal sandez. Sólo uno que cree que tiene imbéciles como audiencia. 
La paranoia reiterada de decir que Venezuela, “el país más rico del mundo”, es “objetivo del imperio estadounidense”, es una demostración adicional del inconmensurable analfabetismo económico del que ni sabe manejar la inseguridad del país. EEUU va en camino, a mediano plazo, de no necesitar comprar petróleo a Venezuela y otros países, y nuestro país, cada día pierde más relevancia económica y política.

Por otro lado,  Venezuela “¿”el país más rico del mundo”?  Una ocurrencia más para reírnos de las excentricidades de quien sólo busca enemigos externos con sus propios “Protocolos de Sion”, para esconder la propia incapacidad, el fracaso estruendoso de su desgobierno económico, el cual pareciera que se profundizará, visto que sólo les pasa por la cabeza seguir insistiendo en lo mismo que hasta ahora resultado dañino para el bolsillo de los venezolanos y la salud de la economía.

A otros con esa farsa de guerra económica.  Está claro que los únicos que han conspirado contra los intereses del país están en el gobierno.

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com

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sábado, 11 de mayo de 2013

AGUSTÍN LAJE, APOLOGÍA DEL INDIVIDUO

BREVE INTRODUCCIÓN
Haciéndonos eco de las expresiones fúnebres clásicas en controvertidos filósofos como Michel Foucault o Friedrich Nietzsche, el presente ensayo podría ser introducido a partir de la siguiente sentencia no menos lúgubre que la de aquellos: “el individuo está muriendo”.
Va de suyo que no nos estamos refiriendo a una muerte física sino moral; no se trata de una muerte producida por una balacera de plomo, sino por un bombardeo sistemático de incisivas ideas; no se trata de una muerte instantánea, sino gradual (de ahí que digamos que “está muriendo” y no que “ha muerto”); y por último, no se trata de una muerte específica sino universal: nadie escapa a ella.
Pero si el individuo efectivamente está muriendo: ¿Qué lo está matando? ¿Cómo se está produciendo su muerte? ¿Qué puede salvarlo (si es que algo puede hacerlo)? Reflexionar en torno a estas preguntas echará luz sobre una nueva forma de dominación que aquí llamaremos “colectivización de las consciencias”, cuya naturaleza y efectos trataremos más adelante.
Nuestro trabajo puede dividirse, a la postre, en los siguientes desarrollos temáticos: una sintética propuesta acerca del significado que deberíamos atribuirle a la idea de “individualismo”, que destierre mitos y falacias muy difundidas sobre él; una reformulación de la clásica idea colectivista de sociedad en tanto que estructura prioritaria y con primacía frente al individuo; consideraciones insoslayables sobre la relación individuo-sociedad;  una aproximación a la “colectivización de la consciencia” como forma de dominación; y finalmente una conclusión que arroje pistas sobre cómo devolverle al individuo su existencia plena.
La libertad, como queda claro, es la cuestión que subyace a todos estos temas. Ella es la protagonista tácita de todo lo que a continuación sigue. En efecto, una apología del individuo y su derecho a existir como tal es necesariamente una apología de la libertad en su sentido más puro.
VERDADES Y FALACIAS SOBRE EL INDIVIDUALISMO
Pocas ideas han sido tan deformadas y vapuleadas como la del individualismo, incluso en el seno mismo de ciertos sectores liberales. Lograr hacer del colectivismo un sistema moral hegemónico requería, precisamente, la anulación de su alternativa lógica a través de un gradual proceso de mutilación de significados. ¿Qué entiende acaso, la mayor parte de la gente, por “individualismo”? Probablemente entienda que se trata más de una actitud que de un cuerpo teórico complejo; y probablemente asocie esta presunta actitud a cuestiones vinculadas a una suerte de egoísmo rapaz y caníbal, insensible a “lo social” y desatendido de los demás.
Esto no es nuevo. El propio Friedrich Hayek se mostró arrepentido de haber usado la palabra “individualismo” para vincularla con los ideales de libertad en los que creía, sobre todo después de haber constatado cómo la gente tendía a malinterpretar su significado profundo.
Pero el individualismo debería ser entendido como algo significativamente distinto a todo lo que generalmente se piensa (¿o se ha hecho pensar?) sobre él. Ante todo, el individualismo correctamente comprendido[1] es una corriente filosófica que encuentra sus pilares fundamentales en el respeto irrestricto por la vida humana en cada ejemplar. Esto es, en verdad, una derivación del previo reconocimiento de que cada hombre es un ser único, inigualable e irrepetible, dueño exclusivo −y por lo tanto también responsable− de su propia existencia terrenal.
Estimo que lo anterior constituye el axioma básico de una verdadera visión individualista.[2] De allí que tal visión otorgue idéntica importancia a cada ser humano en su forma individual y rechace, por consiguiente, doctrinas fundadas en el sacrificio de algunos por el beneficio de otros sostenidas por el criterio de la primacía grupal. En efecto, el común denominador de estas doctrinas (llámense fascismo, nazismo o marxismo) es su origen anclado en visiones colectivistas que relegan al individuo a un segundo plano y ponen al grupo en el centro de atención (llámese al grupo nación, raza o clase).
Pero dado que cada individuo es dueño y responsable de su existencia, para el individualismo el hombre −o mejor dicho, cada hombre particular− es un fin en sí mismo y no un medio de los demás, como alegaría Immanuel Kant. Con lo cual, una visión individualista sólo admite interacciones mediadas por el mutuo consentimiento, esto es, mediadas por voluntades recíprocas.
La voluntad de los hombres, así pues, se constituye en la expresión de su propia individualidad. En efecto, la voluntad es aquello que une y distancia al mismo tiempo a los seres humanos: los une en tanto que todos la tienen, y los distancia en tanto que no existen dos sumas de voluntades completamente idénticas.
En este orden de cosas, la idea de voluntad se encuentra estrechamente ligada a otras dos ideas inseparables: la libertad y la diferencia. Mientras que la primera es la precondición de la realización de las voluntades (¿cómo podría realizarse la voluntad sin el previo goce de la libertad?), la segunda es la consecuencia indefectible de la realización de las voluntades (¿voluntades diferentes no provocan inevitablemente resultados también diferentes?).
Cuando hablamos de voluntad estamos refiriéndonos, en un sentido genérico, a los proyectos personales conscientes de cada vida humana particular. Es claro, en este sentido, que para el individualismo bien entendido no puede haber tal cosa como una “voluntad de coartar voluntades” o una “libertad para arremeter contra las libertades”. Esas son engañosas contradicciones. Si aceptamos que cada individuo es un fin en sí mismo, estamos poniendo desde el inicio un freno a aquellas voluntades que, a través de la fuerza (¿de qué otra forma sino?) pretendan reducir a los demás a la condición de medio, pues tal cosa atentaría contra la propia individualidad que se pretende defender.[3] De aquí que digamos, nuevamente, que el individualismo levanta la bandera de la proscripción de la fuerza en las relaciones humanas.
Frente a estos argumentos, es probable que aquella doctrina que pone al grupo por encima del individuo −el colectivismo[4]− sostenga que las voluntades de los individuos no son sino meras construcciones del entorno social. Esta es, quizás, una de las más difundidas y exitosas críticas que han esbozado intelectuales anti-individualistas contra lo que consideran un ilusorio “hombre átomo”, frente al cuál no han podido mejor cosa que proponer un hombre de plastilina, carente de libre albedrío, moldeable en su totalidad por una suerte de poder paranormal inherente al grupo. La idea más o menos suele ser expresada de la siguiente manera: “el individualismo construye a un hombre inexistente que actúa como átomo aislado sin ser afectado por el marco sociocultural que lo rodea”. Se trataría, por tanto, de un problema ontológico.
¿Pero es el individualismo que proponemos realmente “atomista” e ignora la naturaleza social del hombre? Va de suyo que no. Y basta considerar que, si efectivamente fuese cierto que el enfoque individualista no tuviera en cuenta el hecho de que los individuos interaccionan en un marco sociocultural específico, no existiría necesidad de adjudicarles la condición de fin en sí mismo. Es claro que si la vida del individuo no entrara en contacto con la de nadie más, reivindicarla como un fin y no como un medio sería innecesario por completo, pues ya se daría indefectiblemente lo primero.
Junto a la acusación de que el individualismo deviene en “atomismo”, suele esgrimirse que, en puridad, las voluntades no son formadas por el propio individuo sino por factores socioculturales intrínsecos a la comunidad, concebida como un todo. La verdad es sensiblemente distinta: el individualismo, al no ignorar la realidad social del hombre como se dijo, por añadidura tampoco desprecia las influencias de su propio entorno sociocultural como arguyen sus enemigos. La diferencia esencial radica en que, para el colectivismo, tal entorno es determinante, en tanto que para el individualismo es sólo influyente, puesto que el hombre tiene la facultad del libre albedrío.
Existe, finalmente, una tercera crítica eficazmente divulgada contra el individualismo consistente en sostener que éste caracteriza al hombre como un simple egoísta y termina promoviendo el egoísmo más vil y destructivo. Lo que el individualismo debería decir, empero, es algo muy diferente: todo individuo tiene intereses y deseos personales vinculados a sus proyectos de vida particulares que, siempre que no dañen derechos ajenos, deberían respetarse sin objeción. Tal es el argumento individualista. Ocurre que para explicar esto, los grandes autores liberales del siglo XVIII e incluso algunos del siglo XX (como es el caso de la filósofa y novelista Ayn Rand) utilizaron el vocablo “egoísmo”. Esto brindó la posibilidad a la intelectualidad anti-individuo de asociar falazmente este interés personal con una motivación egoísta en el sentido de interés exclusivo por uno mismo, lo cual es una cosa totalmente distinta.
El interés personal, en términos simples, tiene que ver con aquella estructura interna de preferencias que se va formando y reformando a lo largo de la vida de todo individuo en la cual se define una multiplicidad de cuestiones que para esa persona concreta son de valor y que por tanto motivan sus acciones. Claro que el concepto de valor no refiere únicamente al orden material, sino también al espiritual o intangible. Así como una estructura de valores podría incluir “comprar un automóvil”, también suele incluir “proteger a mi familia”, “alabar a mi dios”, “gozar de la amistad”, o más genéricamente “ayudar a mi prójimo”. Muy distinto a esto resulta la falsa idea de interés exclusivo por uno mismo, que limita la antedicha estructura a valores exclusivamente de orden material en un individuo aislado por completo del mundo social; algo en lo que, como vimos, un individualismo bien comprendido jamás podría creer.
Pero es evidente que el individualismo que postula al hombre como fin y no como medio, no promueve egoísmo en este último sentido. Lo único que promueve es respeto absoluto frente a cualquier estructura de valores siempre que ésta no implique acciones que pudieran dañar los derechos de los demás.[5] Simplemente entiende que debe dejarse a los hombres perseguir sus proyectos de vida como mejor lo consideren, evitando prescribir coactivamente “modos de vivir” o “fines colectivos”.
¿Cómo resumir entonces, en breves palabras, el verdadero significado ético del individualismo? Estimo que éste está constituido por una serie de ideas morales cuya preocupación está puesta sobre cada hombre en particular como ya se dijo. La ética individualista coloca a todos estos hombres en una disposición perfectamente horizontal en términos de dignidad, aunque no por ello deja de ser consciente de la infinita heterogeneidad que resulta del ejercicio de la libertad. Así pues, advierte que lo único que tienen de igual estos individuos es su condición de fin en sí mismo, y que en todo lo demás (valores, gustos, habilidades, actitudes, intereses, etc.) no existen dos individuos idénticos. El individualismo es, por consiguiente, la idea del respeto recíproco como principio deseable de toda sociedad.[6] Se trata de la idea de que la realidad es demasiado compleja como para que determinados individuos se arroguen el derecho de manejar la vida de los demás a su antojo: se trata, por todo ello, de un ideal de humildad y tolerancia ante todo.
La llamada “sociedad abierta”, o más concretamente el Estado liberal de derecho, es el corolario político de esta serie de ideas morales. Podría decirse que el individualismo es a lo moral lo que el liberalismo es a lo político. La visión que tiene el liberalismo en el terreno de la filosofía política de un Estado mínimo protector de derechos individuales, deviene precisamente de una visión moral individualista previa.[7]
INDIVIDUO Y SOCIEDAD
¿Qué entiende entonces el individualismo por “sociedad”? Pues que se trata de una abstracción que refiere a un determinado número de individuos, una compleja red que entrecruza las voluntades, relaciones e interacciones de esos individuos, y el significado intersubjetivo que éstos mismos le conceden a sus acciones. Ni más ni menos que eso. El concepto de “sociedad”, de esta forma, no carece de importancia para el individualismo en tanto que concepto analítico. Lo que éste rechaza es la idea de sociedad como concepto moral.
Para el individualismo la sociedad no tiene fines, no piensa, no siente, no actúa ni elige. Son los propios individuos de carne y hueso los que definen propósitos, piensan, sienten, actúan y eligen. Y son precisamente éstos los que tienen la capacidad de crear conceptos como el de “sociedad”, cuya existencia sería imposible sin la previa existencia del individuo.
A los efectos de ilustrar lo anterior, piense en una civilización cuyos miembros, por alguna catástrofe natural, mueren de repente. ¿No muere junto a ellos la sociedad? Ahora piense que, inmediatamente después de estas muertes, un grupo de personas sin contacto social previo es depositado en ese mismo sitio donde habitaban todos los hombres muertos: ¿Acaso estos nuevos habitantes serán dotados por “la sociedad” de los patrones culturales y los significados compartidos de los fallecidos? La respuesta es claramente negativa, toda vez que el intercambio cultural no lo hace la “entidad” sociedad, sino los propios individuos, como emisores y receptores de cultura.
En este orden de ideas, el individualismo concibe al individuo −y no a la sociedad− como productor, reproductor y modificador de cultura. Los factores socioculturales, consecuentemente, no resultan determinantes como el colectivismo los propone, sino simplemente influyentes. El libre albedrío hace que esto sea así. Basta con mencionar que las normas culturales no vienen dadas automáticamente sino que deben ser aprehendidas por interacciones e incluso pueden ser rechazadas, lo que reafirma el papel activo del individuo en su entorno sociocultural. Téngase en consideración la proliferación de subculturas e incluso de contraculturas. ¿No es esto una reafirmación del libre albedrío del individuo? ¿No son éstas pruebas contra los argumentos deterministas del colectivismo?
Por todo esto, es claro que el individualismo acuerda con la idea de que el individuo es influenciado por su medio sociocultural, pero entiende que esta influencia no es otra cosa que el producto de las interacciones que acontecen entre los propios individuos. Después de todo, sin individuos no hay interacción, y sin interacción no hay cultura ni sociedad.
LA COLECTIVIZACIÓN DE LAS CONSCIENCIAS
Dicho todo lo anterior, resulta claro que concederle a la sociedad existencia separada y superior al individuo significa, en la práctica, concederles a determinados individuos −aquellos que se adjudicarán para sí la voz de esta entidad supuestamente rectora y casi fantasmagórica− un estatus superior al del resto de los individuos. Es por ello que el colectivismo es, por definición, una doctrina de dominación.
Colectivizar la consciencia del hombre implica, a la postre, enseñarle a éste que la sociedad es una entidad metafísica distinta y superior, a la cual se debe por completo; que él es una insignificante parte de ese todo mayor, al modo de una pieza de engranaje que en cualquier momento puede ser descartada. El hombre entenderá que “la sociedad quiere”, “la sociedad exige”, “el bien de la sociedad es…”, perdiendo de vista no sólo su propia individualidad, sino la individualidad misma de sus pares. El hombre estará desconcertado, sentirá que “sociedad” es todos menos él, pero no advertirá que en realidad es ninguno excepto aquellos que se apoderaron discursivamente de su representación. Tal es el síntoma de una consciencia colectivizada.
Semejante manipulación no podría realizarse sin antes reconfigurar el sistema moral, enseñándole a ese mismo hombre que el interés personal es malvado; que la realización moral nada tiene que ver con sus deseos y aspiraciones personales; que para ser moral necesariamente debe salir perdiendo en beneficio de otros (o más concretamente, en beneficio de la sociedad). La separación de lo moral y lo práctico colocará al hombre en una mortífera disyuntiva, tal como sostuvo Ayn Rand en su ética objetivista: ¿Se elige ser moral o se elige ser racional? De esto sólo puede devenir la pérdida de la independencia y la autonomía, condición necesaria para destruir la individualidad del hombre.
Irónicamente, esta reconfiguración moral no es sino un retraimiento a sistemas éticos arcaicos que caracterizaron los tiempos de la premodernidad, cuando el grupo o la tribu necesariamente prevalecía por sobre los individuos, fusionando a éstos en la entidad supraindividual, como ocurre en las comunidades de hormigas, termitas o abejas. Estas concepciones instintivas se volvieron sistemáticas, reflexivas y conscientes en el desarrollo de la filosofía griega clásica. Y no es casualidad que esta forma de pensar condujera a Platón, por ejemplo, a realizar el primer esbozo de una sociedad totalitaria en La República. Tampoco es casualidad que Sócrates, defensor de la autonomía individual, terminó siendo condenado a muerte por sus ideas. Imbuido del código moral colectivista que dominaba la polis, sin embargo, el filósofo prefirió morir antes que rebelarse o escapar. Y es que la expresión política de la moralidad colectivista es, en última instancia, el totalitarismo.
El individualismo, por el contrario, fue un signo característico de la modernidad, que liberó a las partes de la opresión del todo.[8] La idea de derechos individuales, el mayor logro ético de la civilización, jamás hubiera podido ver la luz sin el desarrollo de una previa concepción del individuo como entidad central, relevante, y carente de respeto como fin en sí mismo. Desde entonces, el retroceso de estos derechos básicos es proporcional al avance filosófico del holismo colectivista. Los totalitarismos del siglo XX, de hecho, fueron una consecuencia de la contraofensiva de la intelectualidad anti-individualista del siglo XIX.[9]
Extinguidos los totalitarismos del siglo XX, y particularmente tras la implosión comunista, el “fin de la historia” de Francis Fukuyama vino a resumir las creencias y expectativas que caracterizaron el cierre del siglo pasado. Se pensó, en concreto, que el triunfo de la libertad individualista por sobre la opresión colectivista era un punto de no retorno. El “fin de la historia” era de libertad y democracia; no de servidumbre y dictadura. Pero analizar por un instante el giro que han tomado las cosas nuevamente, y advertir el poder que están recobrando las distintas versiones del colectivismo bajo la forma política del populismo y del llamado “Socialismo del Siglo XXI”, nos debería enseñar que la historia no se mueve por sí sola hacia un fin determinado y preestablecido, sino que los hombres la hacen y, por tanto, está sujeta a lo contingente e impredecible.
Resulta evidente que la dominación colectivista que hasta fines del siglo pasado se intentaba instalar políticamente con arreglo a la violencia revolucionaria, hoy ha tomado una forma mucho más sutil. Así pues, si lo que antes se intentaba era la destrucción física o el sometimiento coactivo del individuo, lo que ahora se intenta es la destrucción moral y el consiguiente sometimiento inadvertido. Si lo que antes se conseguía era colocar cadenas al hombre, lo que hoy se consigue es que el hombre mismo pida al Estado que se las coloque. Antonio Gramsci fue, en este sentido, un adelantado para su tiempo, pues comprendió que el triunfo del colectivismo vendría de la mano de una modificación del orden cultural y educativo, es decir, moral. El poder ya no brotaría más de la boca del fusil como enseñaba Mao Tse Tung, sino de una alteración embozada y prolongada de la moralidad. Esa alteración es la que aquí hemos denominado como “colectivización de la consciencia”: un retraimiento ético a épocas pasadas del hombre, cuyo sistema moral está haciéndose nuevamente hegemónico en el mundo en general, y en América Latina en particular.
COMENTARIO FINAL
Ante el renacer, especialmente en América Latina, de proyectos políticos fundados en la idea colectivista de la primacía grupal en la que el individuo deviene en medio del todo supraindividual, urge volver a reconocer en el hombre un fin en sí. La relación entre moral y política es recíproca: la una determina a la otra, y la otra determina a su vez a la una. Es por ello que en vano será todo intento de reforma política liberal tendiente a rescatar la importancia de las libertades individuales, si no es acompañado de una reforma moral individualista que siente las bases filosóficas del respeto irrestricto por cada hombre en particular.
Esta reforma moral empieza por desarticular los argumentos con los que el colectivismo ha engañado hasta el momento prácticamente sin resistencia. Aquí hemos intentado brindar respuestas a algunos de esos embustes, procurando rescatar lo que verdaderamente subyace a una visión individualista. La labor, no obstante, es ardua, pero es menester realizarla, toda vez que la lucha por la libertad, en los tiempos que corren, es antes cultural que política.
Aquellos que creemos en la libertad como valor central tanto para el hombre en particular como para la organización social en general, adormecidos por un “fin de la historia” que no fue, debemos despertar de ese sueño profundo e iniciar una contraofensiva filosófica, moral y cultural.
El hombre, como tal, no puede ser colectivizado. Que cada hombre es único e irrepetible, es una realidad que no ha podido ser transformada siquiera por los regímenes más totalitarios de la historia humana que pretendieron hacer del ser humano un “producto en serie”. De ser así, aquellos nunca hubieran caído. Sólo una ilusión, un embuste bien diseminado, una perversa manipulación retórica, pueden colectivizar apenas la consciencia del hombre, llevándolo a aceptar irreflexivamente su propia dominación, algo que está ocurriendo particularmente en nuestra región. La libertad, después de todo, puede ser vulnerada de muchas formas, pero todas tienen un punto de arranque común: el desconocimiento de la individualidad del hombre.
Notas:
[1] Hayek diferencia el “verdadero” individualismo del “falso” individualismo racionalista y constructivista. Ver Hayek, Friedrich. Individualismo: verdadero y falso. Buenos Aires, Centro de Estudios Sobre la Libertad, 1968.
 [2] Nos referimos y referiremos al individualismo en términos morales y no metodológicos (“individualismo metodológico”).
 [3] “Los derechos de los demás determinan las restricciones de nuestras acciones”. Nozick, Robert. Anarquía, Estado y utopía, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 41.
 [4] El vocablo “colectivismo” suele ser utilizado corrientemente para designar regímenes políticos y económicos. Aquí lo utilizamos para designar, además, sistemas morales que, como se dijo, anteponen el grupo a la persona concreta.
 [5] “Una parte del concepto que nos merece la personalidad individual consiste en el reconocimiento de que cada ser humano tiene su propia escala de valores que debemos respetar aun cuando no la aprobemos. […] no nos sentimos con títulos para impedirle la prosecución de fines que desaprobamos, a condición de que dicha persona no infrinja la esfera igualmente protegida del resto de la gente”. Hayek, Friedrich. Los fundamentos de la libertad. Madrid, Unión Editorial,  2008, p. 114.
 [6] “[El individualismo] considera las convenciones no compulsivas de relación social como factores esenciales para resguardar el funcionamiento pacífico de la sociedad humana”. Hayek, Friedrich. Individualismo: verdadero y falso. Buenos Aires, Centro de Estudios Sobre la Libertad, 1968. p. 54
 [7] “La filosofía moral establece el trasfondo y los límites de la filosofía política. Lo que las personas pueden y no pueden hacerse unas a otras limita lo que pueden hacer mediante el aparato del Estado o lo que pueden hacer para establecer dicho aparato”. Nozick, Robert. Anarquía, Estado y utopía, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 19.
 [8] El individualismo filosófico embrionario se puede advertir, no obstante, en el siglo IV a.C. con los cínicos, y tuvo su desarrollo con los epicúreos y los estoicos, todos ellos despreciados por la filosofía hegemónica holista de entonces.
 [9] El holismo colectivista renació en el pensamiento contrario a la Ilustración y a las llamadas revoluciones burguesas.
 (*) Es autor del libro Los Mitos Setentistas, y director del Centro de Estudios LIBRE.
agustin_laje@hotmail.com
@agustinlaje

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jueves, 13 de diciembre de 2012

OCTAVIO LEPAGE, ÚLTIMA OPORTUNIDAD

Cuando Nelson Mandela, después de 27 años de cárcel, fue electo presidente, Sudáfrica era un país desgarrado por odios profundos generados por la discriminación racial (apartheid). Sin embargo, Mandela logró la convivencia. Sudáfrica es hoy un país en paz. ¡Qué diferencia!
En Venezuela se ha producido una saturación de arbitrariedades. La capacidad de los venezolanos para continuar soportando abusos oficiales se está agotando. Está por verse si seguimos cruzados de brazos ante esta arremetida final para implantar el fracaso cubano-soviético, hoy desaparecido del mapa político mundial
Con descaro, digno de mejor causa, poderosos jerarcas del gobierno, como efectista argumento disuasivo, amenazan con que las gobernaciones que gane la oposición el 16 de diciembre no van a recibir los recursos presupuestarios correspondientes, por disposición expresa de la Constitución Nacional.
La amenaza no es del todo desdeñable ya que, efectivamente, en  el periodo de gobierno que acaba de terminar las gobernaciones a cargo de la oposición nunca recibieron la totalidad de los recursos que constitucionalmente le correspondían. Tampoco los recibieron aquellas alcaldías gobernadas por la oposición.
El caso más indignante ha sido el de Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas, que incluso fue despojado de la sede tradicional de la alcaldía. Con estos antecedentes, la amenaza podría tener efecto negativo si no se contrarresta. La verdad verdadera es que ya en Miraflores se tomó la decisión de “esfaratar” (Aristóbulo dixit) gobernaciones y alcaldías, sustituyéndolas por las comunas, si los venezolanos no nos decidimos a impedirlo.
Si la política fuese estática –y no lo es- podría tener fundamento la amenaza. Pero en Venezuela se ha producido una saturación de arbitrariedades. La capacidad de los venezolanos para continuar soportando abusos oficiales se está agotando.
Está por verse si seguimos cruzados de brazos ante esta arremetida final para implantar el fracaso cubano-soviético, hoy desaparecido del mapa político mundial. Por lo demás, a muy corto plazo, la situación económica se volverá insoportable.
Hay que prepararse para resistir esta arremetida final. Sin tomar en cuenta los imponderables, que tienen su propia dinámica incontrolable, un objetivo importante para la oposición es conservar las gobernaciones que ya tiene y conquistar otras: Anzoátegui, Monagas, Sucre, Bolívar, Guárico, por lo menos.
Es de suma importancia el tono de la campaña electoral en estos últimos días. No puede tener ritmo sosegado. Los electores, en buena parte desconcertados por el desenlace del 7 de octubre, requieren que se les inyecte optimismo, entusiasmo, voluntad de pelea y determinación de triunfar. Asimismo, que los venezolanos se den cuenta que sería funesto que este gobierno siguiera actuando sin frenos y sin controles.
Cuando Nelson Mandela, después de 27 años de cárcel, fue electo presidente, Sudáfrica era un país desgarrado por odios profundos generados por la discriminación racial (apartheid). Sin embargo, Mandela logró la convivencia. Sudáfrica es hoy un país en paz. ¡Qué diferencia!
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domingo, 25 de noviembre de 2012

PILIN LEÓN, ¿EL PODER PARA EL PUEBLO?

Definitivamente hay estrategias increíblemente mañosas y engañosas, como las recientes reuniones de partido del Gobierno Venezolano PSUV, donde bajo el amparo de palabras grandes pretender hacer de una reunión partidista e ideológica, un conciliábulo nacional.
Llamarle constituyente a una reunión de partido político debería ser rechazado ampliamente por cualquiera que, con mínimo conocimiento, sepa que las decisiones de un grupo no pueden afectar de manera unilateral la vida de todo un país.
Es por esto que es tan grave que se deja pasar sin mayor reclamo la conformación de las comunas venezolanas.
Estos grupos que a decir del gobierno central serán conformados para entregarle el poder al pueblo “que apoya el comandante presidente y su revolución”, si se ven sin mayores lupas, está clarito que se convertirán en células ejecutorias de las directrices emanadas de la cúpula gobernante y donde jamás, créanlo, tendrán el control ni la autonomía para saberse los dueños de sus propios destinos y muchos menos los de la comunidad que pretenden representar.
 Es así como, dependiendo directamente del orden central, no podrán desviarse de los mandatos, designios u ordenes que los jefes les indiquen, so pena de perder el apoyo económico que les será otorgado una vez se constituyan.
¿Dónde esta entonces el poder del pueblo? En las Voz única del Comandante Presidente.
¿Será que somos tan ingenuos como para creer que lo que el Gobierno Central le aplica a las todavía alcaldías y Gobernaciones venezolanas, dirigidas por lideres opositores, no va a ser aplicado a aquellas comunas que en razón de preservar o trabajar en beneficio de su comunidad, se opongan a las directrices emanadas desde el Gobierno central? Escríbanlo; no tendrán recursos.
Debería ser clamor popular oponerse a este y cualquier otra intención de afianzar y estirar los tentáculos de la seudo revolución Chavista, que lo único que ha hecho por el país es sumirlo en el atraso y en la corrupción.
Por eso es que hoy más que nunca, a pesar de los fracasos, no debemos dejar que ninguna circunstancia haga que perdamos los territorios ganados. No podemos darnos el lujo de retroceder, de no ir a votar, de garantizar que las gobernaciones que tenemos sigan siendo de la oposición y que podamos sumar algunos estados mas,  para balancear las fuerzas que hoy en día están muy inclinadas hacia el poder que ejerce, cada vez mas duramente, el Comandante Presidente
Las Comunas son un ejemplo más del discurso y las políticas de engaño del Gobierno venezolano.
 El primer paso para ejercer el real poder del pueblo es votando y con este derecho botar a quienes no sirven o se sirven del poder para su proyecto particular.
pilinleon@gmail.com

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