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jueves, 30 de julio de 2015

CRISTIAN SILVA, ¡NO ME MATES CON TU GUERRA ECONÓMICA!

Una mañana,  “por la puerta de mi casa en perfecta formación” pasaron efectivos militares vociferando consignas  que eran una fuerza Chavista, socialista, antiimperialista, Bolivariana y antiguerrillera.
Ese mismo día  el Presidente de la República en  cadena nacional juramentaba  mas de mil Cadetes y una joven Oficial en nombre de sus compañeros graduandos también afirmaba que las Fuerzas Armadas son Chavistas, socialistas, antiimperialistas, antiguerrilleras y prestas  a combatir “la guerra económica”.
En mi condición de ciudadano Venezolano por nacimiento de sesenta y tres años de edad, civilmente hábil, en la plenitud de mis derechos y obligaciones, además como revolucionario activo, nacionalista, desarrollado, demócrata, libre y  autónomo, con el debido respeto y sin ánimo de difamar o injuriar a ninguna institución pública o funcionario , considero pertinente hacer las siguientes observaciones:
1. La Fuerza  Armada Nacional no es propiedad de ninguna persona o grupo en particular, por lo tanto no puede ser  Chavista, (de Chávez), y menos del  PSUV.  Pertenece a todos y cada uno de los ciudadanos Venezolanos y su función es LA DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN  Y  LA SEGURIDAD Y DEFENSA DE LA PATRIA, tal como esperamos su actuación en esta situación limítrofe con Guyana y Colombia.
2. La Fuerza Armada Nacional tampoco es socialista.  En ningún artículo de nuestra constitución vigente   aparece el término  “socialismo”.   El mismo Chávez   lo reconoció cuando dijo: “dentro la constitución, todo; fuera de ella, nada”.
3. La Fuerza Armada Nacional si debe luchar contra los IMPERIOS AGRESORES  de nuestro país.  Pero Estados Unidos  de América no es el único imperio.  También lo es China, país al cual le debemos hasta el alma y la forma de caminar.  También lo es Cuba, pequeño país Caribeño pero nos ha colonizado y llevado a la miseria económica limitando nuestras libertades con los más grandes controles.  Claro, todo con el permiso de la revolución.
4. La tan publicitada “guerra económica” no es de algunos ciudadanos o empresas contra el gobierno y el pueblo, sino  todo lo contrario: es del Gobierno contra  los ciudadanos.  Los hechos así  lo confirman. Es el Gobierno revolucionario  quien en el Estado Sucre destruyó la flota y la industria pesquera;  prohibió la pesca industrial, raciona gasolina a los pocos  pescadores artesanales; permite la delincuencia, la piratería marina y el contrabando de extracción de combustible.    Constituyó la empresa socialista Cubana-Venezolana PESCALBA con  nómina superior a mil trabajadores pero  no ha pescado  un corocoro. (Los sueldos se pagan con los ingresos petroleros).  Destruyó LA GAVIOTA,  impuso el control de cambio, expropió  fincas, hatos,  etc.
Por todo lo expuesto  deduzco que a nuestros dignos y prestigiosos jóvenes Oficiales no se les ha suministrado la  información correcta sobre la realidad nacional.  Basta con observar la angustia del pueblo haciendo colas para   conseguir algún alimento.
Necesitamos una nueva  ASAMBLEA  NACIONAL con cien diputados democráticos para   conquistar la Venezuela llena de comida, libertades y progreso que perdimos… ¡Éramos felices pero no lo sabíamos!... ¡CANDELA! 
Cristian Silva
venezuelacristian@gmail.com

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jueves, 19 de marzo de 2015

JOSÉ TORO HARDY, LA GUERRA ECONÓMICA

Existe un enfrentamiento cada más cruento entre  los fundamentos económicos universalmente reconocidos y las políticas económicas que viene aplicando el gobierno revolucionario de Venezuela.

El gobierno pretende que todos los males que afectan actualmente al país son el resultado de una guerra económica en la cual conspiran contra su estabilidad no sólo la derecha escuálida y el empresariado, sino también países como EEUU (el Gran Satán), España, Colombia (el eje Madrid-Miami-Bogotá), además de un creciente grupo de ex presidentes, parlamentos,  congresistas, políticos y organizaciones del mundo entero que han manifestado su preocupación por la situación de los Derechos Humanos en Venezuela y por la salud de la democracia en el país.

Por otro lado están conspiradores como Ricardo Haussman y Miguel Ángel Santos. Se trata de economistas de enorme prestigio internacional, profesores de la Universidad de Harvard y del IESA. El primero fue Ministro de Planificación y presidente del Banco Central de Venezuela, además de Economista Jefe del Banco Interamericano de Desarrollo y profesor de Economía del Desarrollo en el Kennedy School of Government.

Fue precisamente Haussman quien recientemente analizó ante el Centro Internacional de Desarrollo de Harvard el nuevo mecanismo cambiario del gobierno revolucionario.  Al respecto -según reseña del  Miami Herald-  Haussman estima que  antes de fin de año el dólar en el mercado paralelo habrá alcanzado los 800 bolívares por dólar.

¿Qué está ocurriendo? El gobierno había ofrecido que con el SIMADI le quebraría el brazo al dólar paralelo. Pero  en el SIMDI el dólar se acerca a los 180 bolívares sin mencionar siquiera al paralelo donde avanza sobre los 240.

Mientras tanto, el BCV alimenta una carrera  alocada de crecimiento de la masa monetaria para poder financiar el enorme déficit fiscal. En la medida en que se incrementan los bolívares que circulan, aumenta la demanda de bienes de todo tipo -desde alimentos hasta vehículos, pasando por cualquier cosa- pero como estos bienes no se encuentran en cantidades suficientes, el excedente monetario se desvía hacia la demanda de dólares, con lo cual el dólar paralelo crece a niveles inimaginables.

Lo cierto es que no parece estar solo Haussman en su predicciones. El Fondo Monetario Internacional ha estimado que el PIB venezolano podría caer en un 7% en el 2015, en tanto que Bloomberg  News Survey ha presentado un  estudio en el cual analiza la 15 peores economías  (el índice de países con el peor ranking de miseria para el 2015), otorgándole a Venezuela el dudoso honor de encabezar la lista como la peor economía del mundo.

A la lista de conspiradores hay que agregar a todas las calificadoras de riesgo soberano que existen en el mundo, incluyendo a Dagong (China), que es la que más duramente ha criticado las políticas venezolanas.  Todas, sin excepción, han rebajado dramáticamente la calificación que le dan a la deuda soberana de Venezuela, asomando claramente su convicción de que existe un elevado riesgo de impago,

Todo lo que está ocurriendo es el resultado de muchísimos años de errores. Todos los economistas lo venían advirtiendo. Pero ahora se ha acelerado en el marco de una fuerte caída en los precios del petróleo. ¿Cabe aquí preguntarse, cómo es que Venezuela no hizo ningún esfuerzo para disminuir su dependencia con respecto al petróleo a lo largo del período de mayor afluencia de ingresos petroleros? ¿Cómo es que desmontó el Fondo de Estabilización Macroeconómico que existía para enfrentar los vaivenes en los precios del petróleo?

Por otra parte, nada parece indicar que la escasez de bienes esenciales disminuya. Por el contrario en la medida en que se agotan los inventarios la escasez podría  agravarse. Y ahora, en lugar de crear estímulos para que aumente la producción, surge la sospecha de que podrían estar planeando la venta de reservas de oro del BCV con el objeto de llenar los anaqueles algunos meses antes de las parlamentarias.

Salidas hay, desde luego, pero el oficialismo o no las entiende o no las acepta. Dándole la espalda a la realidad, comprende sí,  a cabalidad, el costo políticos de las medidas que habría que tomar. Por ello ha optado achacarle a una supuesta ¨guerra económica¨ y a una conspiración  interestelar la culpa de todo lo que ocurre.

Aquí no hay ninguna guerra ni ninguna conspiración. Lo que se evidencia, cada vez de manera más contundente, es el rotundo fracaso de un conjunto de políticas económicas y de toda índole,  que nos están aislando y que pretenden enrumbar al país, a cualquier costo, a un tipo de socialismo que nunca funcionó en el mundo donde sólo fue capaz de ofrecer pobreza y gobiernos autoritarios en las naciones que lo padecieron.

José Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy

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miércoles, 4 de marzo de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ “GUERRA ECONÓMICA” ALIMENTARIA? O BUROCRATISMO INEFICIENTE.

La expresión “guerra económica” es nativa de Venezuela, posiblemente creada en un laboratorio situacional y divulgada originalmente por el Presidente a finales del 2013 como una autodefensa implícita frente al fracaso y ralentización (disminución de la velocidad de crecimiento) de nuestra economía, lo cual se venía observando en los últimos años  cobrando mayor resonancia con la caída del precio petrolero en 2014 abonada ante la ausencia de un sistema económico y su correspondiente modelo y de al menos un plan anticiclico. En tal contexto de “guerra”, se intenta desviar la culpa (externalidad) hacia el capitalismo, EEUU, Colombia, Obama, Uribe, “la burguesía apátrida”, empresarios, comerciantes, gerentes de establecimientos, el “golpismo opositor de extrema derecha” y muchos otros; en una evidente manipulación dirigida a sus potenciales electores mayoritariamente ubicados en los estratos de menor capacidad cognitiva, igualmente receptores de transferencias directas de dinero por intermedio de las Misiones. De igual forma, se configura un plan de ataque conformado por la GNB, poder popular, consejos comunales y patriotas cooperantes para enfrentar la “guerra” que impide la distribución de alimentos (¿?) y otros bienes con el fin de provocar escasez (¡!); enfrentando dentro del proceso productivo lo atinente a la fiscalización, vigilancia, seguimiento, supervisión, importación, almacenamiento y acopio, canales de distribución y la comercialización, en aras de (señalan) detectar las formas más sensibles de la “confrontación bélica” como son el contrabando, boicot, especulación, acaparamiento y la usura; hasta confiscar las instalaciones para convertir dicha acción en otra estrategia gubernamental para distraer la atención ciudadana de las verdaderas causas del drama económico.

Es pertinente destacar, que estas y muchas otras formas de control y supervisión se vienen aplicando en Venezuela desde hace más de 7 años, de lo cual se infiere que estamos en presencia de un relanzamiento mediático ya que el Gobierno desde esa época está en capacidad de conocer al detalle lo relacionado con la distribución de los bienes. Veamos:  El Ejecutivo Nacional creó en el año 2008  el Sistema Integral de Control Agroalimentario (SICA) para controlar la distribución de los rubros para cada región del país, y en 2012 la Guía Única de Movilización y Control de Alimentos la cual es expedida por el Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, siendo obligatoria para el movimiento territorial de cada alimento con una vigencia de hasta 7 días, 4 para la movilización del producto y 3 para que la empresa destino cargue en el SICA la recepción del bien; todo bajo la coordinación de la Superintendencia de Silos, Almacenes y Depósitos (SADA), sustituida en 2014 al crearse la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (SUNAGRO) ente que determina y controla qué y cuánta cantidad se debe consumir por persona y zona (¿patrón obligatorio de consumo?), a la luz de la información histórica suministrada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) mediante un estudio denominado Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos (ENCA) que sirve de base para la planificación alimentaria/nutricional y para la determinación del número, tipo y cantidad de comidas por día en la dieta del venezolano; siendo que en el informe 2013 mostró como los 5 primeros alimentos a: (1) Harina de maíz precocida (11,4%), (2) Café negro infusión (8,9%), (3) Arroz blanco (8,5%), (4) Bebidas gaseosas (6,6%) y (5) Carne de pollo (4,6%). Vale la pena destacar que Venezuela cuenta con 21 procesadoras de maíz, 15 de ellas (71,4%) bajo el control del Estado con una producción promedio de 10 mil toneladas mensuales que apenas representa cerca del 11,1% del total nacional (90 mil t/m).
A tenor de lo expuesto, se puede concluir que en el transcurso del proceso revolucionario el Gobierno ha profundizado la aplicación de controles en la cadena agroalimentaria (productores, mayoristas y minoristas) habida cuenta que cada establecimiento debe estar inscrito en el SICA y además cuenta con el apoyo de Superintendencia en Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sudde); lo cual facilita conocer el origen, destino y cantidad de alimentos enviados a cada región, evitando al propio tiempo (es de suponer) el acaparamiento, la escasez y la especulación como estrategias de “guerra económica”; en el entendido que de no ser así el Gobierno estaría (A) inmerso en un burocratismo ineficiente en el marco de la influencia excesiva y vanidosa de los funcionarios públicos en abierta fricción con los intereses de la Patria; o (B) improvisando un socialismo (¿para mantener el poder?) basado en la estatización o nacionalización de la economía mediante la acumulación socialista de capital, incluida (en similitud con la Rusia de 1921) una instancia para combatir la “la hostilidad del mundo externo”, la contrarrevolución y el sabotaje.
En fin, más que estar confrontando un conflicto bélico estamos asistiendo a una “guerra civil alimentaria”, en aras de procurarnos “algún” producto regulado de la cesta básica dentro de un mercado marginal de oferta.
Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com     
@jesusalexis2020

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martes, 24 de febrero de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA GUERRA ECONÓMICA,

Maduro es un ser humano básico, que trabaja en función de pasiones y sentimientos primarios; su intelecto es elemental, su cultura escasa, su capacidad de discernimiento limitada, ahí está razón por la que fue un sujeto exitoso en los procesos de ideologización que llevaron a cabo los cubanos  cuando fue a la isla de Fidel buscando formación política.

Una de las formas más eficientes de adoctrinar a personas como Maduro es implantándole un escenario conspirativo, una versión del mundo donde hay enemigos implacables, imperialistas, colonialistas, esclavistas que están en la búsqueda del dominio mundial, que pueden utilizar cualquier medio y recurso para sus propósitos, entre ellos la manipulación psicológica, la propaganda, el lavado de cerebro y técnicas avanzadas de ingeniería social de las que se valen para desestabilizar a los países y enajenar a sus habitantes; el punto clave de las teorías conspirativas es que se ejecutan en secreto, detrás de una coartada legal y aparente normalidad.

Una vez montado este sistema conspirativo en la mente del sujeto indoctrinado, identificado el enemigo (que por lo general son gobiernos, corporaciones, religiones, que actúan desde el extranjero) y sus procederes (acciones que acusan deterioro en la vida de sus víctimas, en connivencia con factores internos), el método se retroalimenta en lo que Goertzel llama “un sistema de creencias  monológico”, en el que todos los argumentos en contrario finalmente sustentan de alguna manera esas creencias; el fanatismo toma control del sistema y no hay manera de sacar a la persona de este curso de pensamiento.

Una de las características más notables de los sistemas conspirativos es que se alimentan de otras conspiraciones, no importa lo disparatado o irracionales que sean sus argumentos; una vez en funcionamiento, el sistema lo que hace crece y se expande, tomando como argumentos válidos otras conspiraciones, aunque en principio no tengan nada que ver unas con otras.

La parte del encubrimiento es fundamental, la conspiración tiene que estar pasando sin que otros se den cuenta de lo que sucede, una guerra económica de cuarta generación es una guerra secreta, no se utiliza ejércitos ni el despliegue de fuerza, todo es un plan orquestado desde las sombras para arruinar a un país, con la complicidad de los medios de comunicación.

Aunque lo que se observa es que el gobierno, que sufre la supuesta guerra, está cometiendo graves errores de desempeño como administrador del país, que el modelo económico que está aplicando no sirve y no tiene la capacidad de solventar una crisis creada por él; con el fin de ocultarla y salvar su responsabilidad, promueve la idea de la teoría conspirativa.  Es ésta una de las tácticas comunistas más usadas en la historia, desplazar la propia culpa hacia otros, crear al enemigo externo y asignarle todos los males y padecimientos, esto con el fin de preservar el poder, aparentando librar una lucha contra esa guerra económica (que por lo general implica una reducción considerable – muy conveniente - de las libertades individuales).

Los gobiernos chavistas se han caracterizado por el uso continuo del expediente del Golpe de Estado en varias de sus modalidades; Chávez era un aficionado en descubrirlos en pleno desarrollo y en desbaratar sus terribles propósitos; Maduro no se queda atrás, con ayuda de su fiel guardián, Diosdado Cabello, que han develado una serie de atentados y componendas y han llegado a descifrar que sus “cerebros” se encuentran en la Casa Blanca en Washington, sus operarios son todos líderes de la oposición, a quienes amenazan permanentemente con la prisión; son campeones en presentar pruebas (algunas elaboradas en La Habana, otras en el canal oficial VTV, otras en el SEBIN) que invariablemente consisten en grabaciones obtenidas de manera muy oscura y siempre manipuladas, o en confesiones de militares, o comprados o torturados.

El marxismo tiene ya más de un siglo asignándole al capitalismo todas sus fallas e insuficiencias, en una guerra fría de conspiraciones y planes malignos para destruir el socialismo. Si esa idea ha germinado en la mente de algunos hombres, basta con que se active a nivel de la propaganda oficial con la especie de una guerra de cuarta generación, para que la paranoia y el mecanismo asociativo empiecen a funcionar, advirtiendo claramente los tentáculos de la nueva conspiración.

Hofstadter define el pensamiento conspirativo como la creencia en una vasta, insidiosa, planificada red internacional de intrigantes, designada para llevar a cabo actos de naturaleza criminal; más adelante agrega que el plegarse a esa creencia le ofrece la oportunidad a los desposeídos, o a quienes no se sienten bien con su posición en la sociedad, para reafirmar su aislamiento y descontento. No podemos dejar de señalar que, efectivamente, esas teorías funcionan en personas poco educadas y de clases sociales bajas.

Los que creen en esas teorías son personas que se acoplan con la caracterología del fanático, de modo que se hacen impermeables a las evidencias en contrario, expresando una necesidad urgente de ser escuchados y de que los otros se enteren de lo que ellos saben.

El problema de esas teorías conspirativas, en su mayor parte inocuas, es que cuando son promovidas por el gobierno, cuando se convierten en políticas de estado, pueden causar un daño tremendo a la sociedad, ya que desvían la atención de las verdaderas causas de los problemas y hacen imposible conseguir soluciones a las crisis, agravándolas.

Una de las principales características de las teorías de conspiración es que no están soportadas por evidencias o las pruebas de su existencia son muy débiles, por lo que requieren gente que tiene una capacidad de análisis limitado y una gran credulidad.

Los que afirman que la conspiración existe, lo hacen al contrario de la opinión mayoritaria y de las posibles autoridades que pudieran verificarlas; en el caso venezolano, por ejemplo, la crisis de los precios petroleros en el mercado internacional es parte fundamental de la conspiración, para imponer la opinión de que un Imperio se tomó el trabajo de mover el complejo mundo de la energía y provocar el derrumbe de los precios, todo ello para hacerle daño a nuestro país, cosa no sólo es insensata sino presuntuosa.

Culpar del desabastecimiento y la escasez de productos de primera necesidad a los productores y distribuidores nacionales, en lugar de las erráticas políticas económicas comunistas aplicadas en el Plan de la Patria, va en contra de toda la evidencia existente, así ponen a los militares y policías a atacar los almacenes y depósitos de productos para distribución, presentándolos como pruebas de acaparamiento ilegal, como parte de un plan elaborado en el extranjero; ante la opinión de la gente sobre que la culpa apunta al gobierno, los fanáticos expresan que ésa es justamente la creencia que quieren implantarnos, cuando la realidad es otra.

Las enormes colas y el descontento de la gente porque no hay productos para adquirir y satisfacer necesidades son presentadas como una maquinación para desestabilizar al gobierno y endosan la culpa a los comercios; hacen continuos operativos de fiscalización en los establecimientos y todo lo que encuentran es utilizado como prueba de que hay una ofensiva contra el gobierno para tumbarlo… nada ocurre por casualidad, todo obedece a un plan manejado por el enemigo.

No es casual que parte de las evidencias, que el gobierno presenta de esta guerra, son una serie de medidas de seguridad que algunos países de la comunidad internacional han tomado para protegerse del crimen organizado, donde están involucrados altos funcionarios del gobierno socialista de Venezuela, a quienes les han retirado las visas y congelado sus bienes, medidas que corresponden al ejercicio de su soberanía, para la protección de su orden social contra narcotraficantes, lavadores de dinero y corrupción.

Cuando se les hace ver que ningún de los países vecinos sufre de tal ofensiva, ellos lo toman como un argumento a su favor, que prueba que efectivamente la guerra es contra el país y este gobierno, que las medidas que toma el Imperio contra funcionarios violadores de derechos humanos o involucrados con el narcotráfico, son diferentes estrategias para acabar con el gobierno bolivariano socialista… las elaboraciones sobre el tema se hacen cada vez más desatinadas e ilusorias ante el asombro internacional.

La repetición constante de esas premisas sobre la guerra económica contra el país, cuando simultáneamente se concretan políticas de mayor intervencionismo, nacionalizaciones, hechos de fuerza y una cacería de brujas contra el empresariado venezolano, dirigentes de la oposición, ciudadanos comunes que protestan por la escasez y la inflación, agravando aún más la situación económica y social, sólo tiene un final predecible: el estallido social.
Esa cabalgata sobre lo irracional y la locura de un gobierno perdido y sin moral alguna es un espectáculo triste y muy peligroso, sobre todo cuando existen gobiernos e instituciones regionales que le prestan credibilidad a esas componendas y alimentan la paranoia de Maduro y sus adláteres.

Lo peor de este macabro juego conspirativo es que sus operadores terminan por creérselo; a medida que pasa el tiempo y obligados a elaborar más y más sobre esos argumentos fantasiosos, la situación se agrava y el gobierno agrede con más fuerza a su propia población, que indefectiblemente ubica del lado de los conspiradores; la guerra empieza a develar su verdadero rostro, una confrontación intestina entre un pueblo vilmente explotado y un gobierno tiránico que ha desestimado todo respeto por lo humano.

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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domingo, 15 de febrero de 2015

MARIO GUILLERMO MASSONE, LA GUERRA ECONÓMICA REAL

La guerra es real. La ejecuta el Estado venezolano en contra de un enemigo: los venezolanos.
En la Venezuela de hoy toda empresa exitosa es sospechosa, pues el socialismo totalitario no comprende el éxito, ya que el éxito es fruto de la libertad. Además, el éxito de una empresa privada –i.e. Día a Día, Farmatodo- crea una sombra sobre el fracaso de las moribundas empresas públicas, que una vez brillaron con luz propia –i.e. Cada, Diana- antes de ser expropiadas.
“El proceso” ya fracasó. Fue un verdadero proceso de destrucción nacional. La ideología roja llevó a cabo la titánica tarea de destruir al país con otrora más riqueza del continente sudamericano. Y lo hizo de principio a fin.
Ahora quedan escombros por doquier. Están hechos de todas las tierras y todas las empresas exitosas, que hoy son apenas un recuerdo en la memoria colectiva de los venezolanos. Entre las ruinas quedaron en pie Farmatodo y Día a Día, gracias a las cuales más o menos se resolvía. Pero eso también es pasado. El poder innoble las invadió y las saqueó.
Porque hoy, en Venezuela, la ley es el arma para asesinar las libertades y sus frutos. El malandraje del Estado ha sido legalizado, entre otras, en la “ley de precios justos”. La conducta del poder es hoy la conducta del hampón. La conducta del gánster en el poder. A una burda invasión se le da el argot legal de ocupación temporal. A un descarado saqueo le llaman venta a cielo abierto. Al desvío de un camión de alimentos de Polar, al delito de robo según el Código Penal, a eso como que no le encuentran un nombre para la conducta delictual cometida por esos funcionarios públicos.
Las colas son el resultado directo de la escasez, En Derecho, es una relación causal. El Estado venezolano actual, esta asociación de forajidos en el poder, culpa a los dueños y gerentes de los establecimientos por la existencia de colas a sus afueras. Esto es lo propio del totalitarismo: culpar al inocente de los actos propios. Porque al ser las colas el resultado de la escasez, y la escasez, a su vez, el resultado directo de la acción del Estado, el único culpable de las colas es el Estado. Lo peor es que es una culpa con dolo, es decir, con intención.
El ataque al capitalismo ha sido una forma soterrada de anular la libertad. Toda empresa privada es en este momento enemiga pública del Estado. Ya no hay caretas. La guerra es frontal. El ejercicio del poder va por la destrucción nacional absoluta. Que no quede nada en pie y todo en ruinas parece ser la orden.
Mario Massone
mariogmassone@gmail.com
@massone59

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lunes, 9 de febrero de 2015

VICENTE BRITO, "EL GOBIERNO SUSTITUYE LA GUERRA ECONÓMICA POR CONFRONTACIÓN POLÍTICA CONTRA LOS PRIVADOS.", RED POR LA DEFENSA AL TRABAJO, LA PROPIEDAD Y LA CONSTITUCIÓN.-

Es evidente que el gobierno sustituye la guerra económica por la confrontación política contra los privados, lo cual nos indica que en su estrategia de dominio de la opinión pública, ha escogido al sector privado como su contendiente. La prueba más evidente es que en las intervenciones de los voceros públicos, el tema de opinión es demostrar como el sector privado viene realizando una macro estrategia para fomentar la escasez y elevar precios para minimizar la capacidad de consumo de los venezolanos y desmejorar su calidad de vida, lograda por las políticas gubernamentales desarrolladas en los últimos años.
La toma de empresas y tierras vuelve a ser el factor protagónico de la estrategia gubernamental, ahora más necesaria ante la compleja situación de las finanzas públicas por la baja del precio del petróleo y las necesidades crecientes de importar ante la dramática caída de la producción nacional y verse el gobierno imposibilitado por no tener los dólares necesarios para realizar esas importaciones.
La acción pública es revisar depósitos, ver cuánto inventario de mercancías tienen en existencia, verificar precios y lograr la justificación para demostrar la disposición de esa empresa de "provocar escasez y especular subiendo precios "como parte de un plan denominado "guerra económica" para generar las largas colas y las dificultades que tenemos los Venezolanos para conseguir alimentos y demás productos necesarios para cubrir nuestra necesidades. Esto le resulta fácil de lograr y demostrar cómo la empresa privada lleva adelante un plan maquiavélico contra el "pueblo", lo cual justifica la acción gubernamental de confiscar mercancías, tomar empresas y meter presos a directivos y socios de estas.
Así el gobierno trata de tapar el desastre que tienen las empresas y tierras públicas que fueron tomadas por ellos de los privados, que producen muy poco o nada a pesar de tener recursos de miles de millones de dólares para importar y de bolívares para cubrir sus infinitas perdidas. Lo podemos observar en AgroVenezuela donde se colocaron más recursos en los últimos años que lo que se invierto en la producción de alimentos en Uruguay y Argentina donde producen hasta 10 veces lo que nosotros, que disminuimos producción y no se lograran las metas establecidas, que no lograron ni un 25% de lo estimado.
Los venezolanos si conocen la realidad de la situación que los angustia y sabe que esa responsabilidad la tiene la política de gobierno denominada socialismo SIGLOXXI, que sustituyó a buena parte del sector productivo privado por público. Al recorrer el país observamos grandes extensiones de tierras abandonadas, agroindustrias paralizadas y buena parte de los equipos y maquinarias en mal estado, eso sí es la guerra económica, generada por una gerencia publica ineficiente y malversadora en el manejo de grandes recursos públicos para producir, que solo logro la actual situación que padecemos los venezolanos.
Hoy los privados somos victimizados por la estrategia de opinión publica desarrollada por el gobierno que ha decido confrontarnos políticamente para fortalecerse electoralmente, para las próximas elecciones de la Asamblea Nacional.
Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución

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domingo, 18 de enero de 2015

DANNY DEWARD RAMÍREZ MOLINA, LA GUERRA ECONÓMICA Y OTRAS FABULAS DEL RÉGIMEN

DANNY  DEWARD RAMÍREZ MOLINA,
Hola saludos a todo el pueblo venezolano, tenía días sin escribir pero como  estamos pasando por un difícil momento en todo el territorio nacional y como no soy de la oligarquía que gobierna, si no soy como el 99% de la nación un venezolano más me ha tocado hacer  cola para comprar alimentos, hacer 3 o 4 colas diarias para comprar algo, ver como el poder adquisitivo de bolívar se esfuma (aclarando que poder adquisitivo no es tener mucho dinero para comprar poco, es comprar mucho con poco dinero), tener que cargar bolsas negras guardadas para que no vean que llevo y no me roben, encerrarme temprano para evitar ser asesinado o robado, y como todo nos ha tocado  hacer maromas para que el sueldo alcance y lograr sobrevivir en esta rica nación pobre.

Hoy he decido escribir sobre muchas de las cosas que dicen los voceros desesperados del régimen, en su afán por mantener el engaño y lograr apoderarse hasta del último céntimo de nuestras reservas, por eso hablare de algunas de sus mentiras o por lo menos de las más populares y que se repiten día a día en el sistema de propaganda del PSUV.

Según el gobierno de Nicolás en Venezuela desde hace tiempo (desde que murió Chávez) se desarrolla una guerra económica, esta fantasía revolucionaria está basada en la teoría que un grupo político de extrema derecha fascista,  que siempre ha tenido el poder en el país,  se ha dedicado a quebrar sus propias empresas, a destruir la infraestructura que construyeron hace mucho, solo con el fin de derrocar la “revolución”.

Podríamos comenzar esta historia como cualquier fabula leída en la infancia de tío tigre y tío conejo diciendo: era una vez un pueblo trabajador, prospero que eligió en un arrebato de pasión un gobierno fascista, dirigido por un golpista, acompañado de ñangaras, fascistas y ladrones que al  final de 15 años llevaron a la nación ha de hacer colas, pasar hambre, vivir encerrado por la inseguridad,  quebraron la nación, desaparecieron las reservas internacionales,  convirtieron en mendigos a sus habitantes y para culminar acusaron de su ineficacia a quienes en todo ese periodo no habían tomado ni una sola decisión  de gobierno, al pasar el tiempo el pueblo reacciono, ya no les creía nada y con su fuerza lograron cambiar el sistema retomando el camino a la libertad, democracia y prosperidad.

Así más o menos podremos contar en el futuro la historia resumida de la crisis que vivimos como una fábula que nos deja de moraleja que  nunca más debemos alejarnos del pueblo y dejar de lado los orígenes democráticos  y de lucha social que nuestros principios nos enseñan, porque de ser así cualquier oportunista puede crear otro caos y sumir la nación en la situación de crisis que vivimos actualmente.

 Otra de las fabulas de este régimen es la fantasía de que los Estado Unidos quiere apoderarse del petróleo Venezolano y por eso han creado una conspiración mundial para bajarle el precio, claro hay que entender que como  buenos ñangaras quieren ocultar la realidad económica, a mas oferta menor precio, una simple ley que se cumple al pie de la letra en el sistema económico mundial.  Esta fábula la contaríamos así: erase una vez un pueblo gobernado por unos ñangaras que recibieron muchos ingresos productos de los altos precios de sus productos, creyendo que eran lo máximo se dedicaron a despilfarrar el dinero, a importar sus ideales, a comprar lealtades pero como los aliados comprados duran mientras exista dinero, un día los precios bajaron, los ideales se esfumaron, los despilfarros y robos salieron a la luz y los aliados se alejaron, quedando el país quebrado, el pueblo pasando hambre, las empresas sin producción y los ñangaras mintiendo a diestra y siniestra, el pueblo no aguanto, exigió verdades, soluciones y conquisto la libertad perdida. Esta fábula nos deja de enseñanza: ahorra en tiempo de abundancia porque no sabes cuándo llegaran los de austeridad.

La ultima fabula de esta historia de la hablaremos  es la que escucharemos apenas regrese Nicolas de su gira, seguro nos contaran como se hicieron alianzas contra el imperialismo  yanqui para recuperar los precios del petróleo, nos contaran como china ve a Venezuela como el paraíso terrenal en el que tiene que invertir, también nos hablaran  como logramos que la caída de los precios del petróleo se hiciera más lenta y como se derroto al imperialismo y la derecha apátrida que mandaba a la gente a hacer cola para crear una sensación de escases y provocar un estallido social.

Comenzaremos con era una vez un ñangara que dirigía un gobierno en decadencia, sus malas políticas  habían empobrecido su país,  despilfarrado su dinero y destruido  el aparato productivo, su nación comenzó a molestarse, no encontraba comida, sus opositores antes desunidos comenzaban a coincidir entonces viendo que en cualquier momento se daría un cambio para dilatarlo  invento un viaje, monto en un carruaje prestado(alquilado) y recorrió tierras lejanas, converso, hablo, ofreció, suplico y al parecer nada logro, al final regreso a su nación, se dirigió a su pueblo contándole una historia de logros,  proezas, de conquistas y éxitos que traerían al pueblo prosperidad y paz, sin embargo  paso un tiempo sin que las riquezas y prosperidad ofrecida llegara entonces el pueblo hablo promoviendo  el temido cambio, al principio fue difícil parecía que la nación reventaría,  pero el apoyo mutuo, el entendimiento y la cooperación de todos ayudo a  superar lo difícil y  los dirigentes llevaron la nación al desarrollo, prosperidad y paz negado por tantos años.

Con esta fábula podemos aprender que los cambios son inevitables, pero que si no estamos unidos, con claridad, dispuestos a aceptarnos y a reconciliar la nación, no lograremos la prosperidad que deseamos.

 Estas historias, así como muchas otras que semanalmente leemos en los  medios, forman parte de la forma compulsiva que tiene el régimen de mentir, ha dicho tanta mentiras que se podría escribir un libro titulado “Mentiras  de un régimen Fascista”, aunque lo importante no es eso, es que estemos alerta y podamos identificarlas, para que podamos explicar porque las cosas no son como las repiten los doce canales de televisión y las cuatro mil emisoras de radio, que controla el PSUV, si no que tengamos los argumentos para explicarle al país que no es normal hacer cola, no es normal tener anaqueles vacíos, tampoco que mueran 100 personas a la semana en manos del hampa, que los militares cuiden supermercados y la guerrilla de otro país la frontera.

Para culminar quiero invitar a mis compañeros y amigos a que sigamos trabajando  juntos,  para servir  de base para la concertación nacional, e impulsemos el camino hacia la democracia, exigiendo nuestros derechos, haciendo planteamiento claros para solucionar nuestros problemas y sobre todo explicándole al vecino, al amigo, al familiar, al compañero de trabajo como podemos vivir mejor, como se puede corregir el desorden jurídico que existe en el país con una nueva asamblea nacional, se puede defender la descentralización y se puede rescatar la democracia con una agenda conjunta, sin secretos que tenga como norte caminar unidos, construir una  mayoría y abrirle las puertas a la democracia y alcanzar el sueño de todos Una Venezuela Libre y de los Venezolanos.

Danny  Deward Ramírez Molina
E-mail: ramdanny@gmail.com
Twitter: @dannnydeward

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lunes, 22 de septiembre de 2014

ALFREDO SCHMILINSKY OCHOA, "LA GUERRA ECONÓMICA"


Con motivo de mi "Carta a una chavista", un compañero suyo me respondió con una serie de incoherencias, de la cuales lo único que se podía sacar en claro es que Chávez era tan buen Presidente que se había propuesto salvar al mundo, cosa que no lo había intentado nadie antes que él.

Jesús Faría, diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV y que creo que usted debe conocer, describió, a través de una declaraciones dadas por VTV, un panorama que más aterrador y tenebroso no podía ser. Anunció más devaluaciones, más inflación, más recesión, más desabastecimiento, más incremento de la pobreza y demás lindenzas que harían paralizar de terror hasta el más indiferente y despreocupado por el destino del país, o sea, hasta el más apátrida. 

Usted puede, en uso del derecho personal que tiene, de juzgar o interpretar estos hechos como extraordinarios logros del chavismo. Ese derecho, por supuesto, no se lo voy a discutir, cada quien juzga las cosas según mejor le convenga, la "revolución" da para todo. 

Sin embargo, dudo que la madre que va en busca de leche para su pequeño hijo y no la consigue, que vaya a buscar pañales para su bebé recién nacido y tampoco los consigue, que vaya desesperada a la farmacia en busca de un medicameto para su pequeño y salga de ese expendio de medicinas con las manos vacías porque el medicamento no se consigue, esa madre, repito, dudo que vaya a pensar lo mismo que usted. 

Que vaya a pensar que lo hecho por Chávez en "beneficio" del país, haya sido algo tan excepcionalmente bueno, que difícilmente se pueda encontrar experiencia similar en ninguna otra parte del planeta.  Lo menos que podría decir, refiriéndose al Comandante Eterno es:  "¡cómo a este señor, que ha hecho todo lo posible por destruir a su propio país, se le haya podido ocurrir la extravagante idea de que podía salvar el mundo!"  ¿Delirios de grandeza? ¿Megalomanía? Ahí se lo dejo a Jorge Rodríguez para que lo analice. 

Pero, claro, expertos como han sido estos gobiernos no en solucionar problemas sino en inventar excusas, dirá que todo eso es producto de la guerra económica. Yo no dudo que en vista del tremendo desbarajuste en el que nos encontramos sumidos los venezolanos en estos momentos, en nuestro país haya gente descontenta, que esté tratando de crearle dificultades a unos gobiernos que de manera tan grave han comprometido la estabilidad económica y política del país. Pero si de hablar de guerra vamos, no podemos dejar de recordar que al comienzo de su gobierno, Chávez puso de moda aquella canción que fue como una especie de himno para la Revolución Federal, que si bien pudo justificarse dadas las bárbaras condiciones de explotación y esclavitud en que vivían sometidos miles de venezolanos en aquel momento, hoy por supuesto constituye un imperdonable aberración. Me refiero a aquello de..."el cielo encapotado anuncia tempestad, oligarcas temblad, viva la libertad". O aquello de..."a mí me gusta el plomo pa'cá y el plomo pa'allá". ¿No fue todo esto una declaración de guerra contra los sectores productivos del país? ¿Cómo cree usted que pudiera sentirse el inversionista y el productor ante aquella tremebundas amenazas? ¿Se podía sentir garantizada la seguridad de sus inversiones? ¿Podía sentir deseos de invertir y colaborar con el desarrollo económico del país? Yo lo que creo es que si algún deseo podía tener no era otro que el de recoger sus inversiones y marcharse fuera del país.

Pero eso no fue todo, porque después vino la expresión aquella de "exprópiese!" que sin mayores análisis, de una manera absolutamente epiléptica e improvisada, Chávez vociferaba en plena plaza pública, y que más incertidumbre dentro del sector productivo no podía crear. Más tarde, en el colmo de la megalomanía,  como si lo hecho no bastara para ahuyentar la inversión, propuso la reforma de la Constitución para reducir la jornada de trabajo en dos horas. La verdad es que yo no sé qué hubiera pasado en el país de haberse aprobado esa propuesta. Por eso pienso, que la suerte en este caso vino en su auxilio, pues el caos que se habría desatado hubiera sido tan descomunal, que lo que estamos viviendo ahora es pálido ante lo que habría ocurrido. Pero lo curioso y hasta lo risible  de todo esto es que mientra proponía esta descabellada idea, hablaba de hacer de Venezuela una potencia. Y uno no puede dejar de preguntarse asombrado: ¿construir una potencia con vagos y  haraganes? La grandeza de un país, según sabemos, se construye a base de trabajo e incluso de sacrificios. Pero Chávez quería hacerlo al revés, es decir, con los trabajadores acostados en sus respectivas hamacas -donadas tal vez por el ministerio del trabajo- y esperando que los productos cayeran del cielo.                     

La verdad es que todavía quedan muchas cosas importantes que decir para probar que el que ha mantenido una constante, permanente y aniquiladora guerra contra el país ha sido el propio chavismo. Entre ellas la prohibición de efectuar los ajustes de precios después de cada devaluación. Pero esto nos obligaría extendernos más allá de lo razonable. Por eso hemos decidido volver más tarde sobre este tema. Y lo haremos, con el fin evitar que se continúe utilizando para manipular incautos y débiles mentales. Y en cuanto a su respuesta a la carta de la camarada, lo que hizo fue ponerse a divagar sobre hechos y situaciones que nada tenian que ver con lo planteado en esa misiva. Qué bueno hubiera sido que hubiera demostrado que todo lo dicho por mí en ese correo, era falso. Eso habría servido para levantar la moral de una militancia que cada día se siente más abatida y decepcionada.

Alfredo Schmilinsky Ochoa
alfredoschmilinsky@hotmail.com
@alfredosch

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jueves, 23 de enero de 2014

FAUSTO MASÓ, EN NOMBRE DE LA GUERRA ECONÓMICA


Maduro juega con fuego: el dólar y la inseguridad, dos enemigos malos. El hampón cuando asesina lleva la “guerra económica” a su última conclusión: acaba con el odiado burgués. Maduro gracias al asalto de los comercios en diciembre ganó el plebiscito; volverá a usar el argumento de la bendita guerra cuando quiera arrinconar a la oposición, que no sabe a su vez cómo responderle. Solo un ingenuo le pediría a Maduro que explicase públicamente que imprimir dinero provoca la subida de precios, y como viejo militante de la Liga Socialista, también le toca sus fibras íntimas ese discurso contra la burguesía. Pero dar palos de ciego tiene sus riesgos; ahora Maduro nombra ministros descabelladamente, mientras desaparece a Samán con un acto de magia. Ni Maduro ni la oposición saben hacia dónde vamos.

El cazador que confunde una vaca con un rinoceronte, una serpiente con un adorno navideño, malgasta municiones. Le ha sucedido 15 años a la oposición. Este cazador bizco apunta a los colmillos del elefante y le saca los dientes a un gato, mata al dulce conejo mientras la rata se refugia en las cloacas. Igual le ocurre a la oposición, que no logra definir al régimen que enfrenta, y a Maduro, que ignora a qué se refiere cuando habla de socialismo. ¿Es lógico llamar al gobierno una dictadura? Chávez celebraba tantas elecciones que nos resistimos a creer que no habrá una en 2014. ¿Se dirá que Venezuela es una democracia? ¡Por favor! Aquí la Constitución sirve de papel tualé, usado una y otra vez. ¿Calificaremos al país de la nueva Cuba? Se parece, pero hay diferencias; Maduro sueña con fundar un PRI venezolano, pero tampoco sirve esa comparación porque el PRI desarrolló México, contaba con excelentes políticos, técnicos, empresarios; sometió el Ejército al poder civil, se llevaba bien con Washington y con Fidel Castro. Tampoco Maduro es un nuevo Perón; aquí el Ejército manda, en Argentina daba golpes de Estado al peronismo.

El miércoles Maduro no aclaró nada. Mantendrá el 6,30 indefinidamente, pero seguirá el Sicad y habrá cambios, ¿cuáles? Logró que lo oyesen anunciando que revelaría medidas económicas y provocó tal decepción que el paralelo dio un salto mortal. En realidad, nunca en cadena nacional se anuncian devaluaciones ni aumentos del precio de la gasolina. ¿Qué significa fijar la utilidad de una empresa en 30%? Nada. Para la Polar 15% sería una maravilla; para un laboratorio que desarrolla medicamentos, la ruina. Maduro inventó un adversario fácil, las telenovelas. Hace suyo el discurso de tantos intelectuales que llevan décadas culpando a la televisión de la gripe y de la alienación.

A Maduro lo derrotará el dólar, no la oposición. Los centros comerciales ya no sirven de lugar de esparcimiento de los pobres, allí respiran una atmósfera terminal, de fin de mundo. Vivimos una cháchara triste como los pasajeros de tercera clase en el Titanic antes de agarrar tremendo resfrío. La riqueza petrolera hace aguas, el último en irse que no se robe el bombillo. Y, por fin, la guinda de la torta: en Aporrea, Toby Valderrama denuncia que Maduro presentó en la Asamblea un Plan de la Patria que altera el texto sagrado de Chávez. Maduro lo acusó de ultraizquierdista y resucitó a Rosa Luxemburgo, la primera en condenar a Lenin por ser dictatorial. Y, ¡oh, pecado!, Maduro plagió a Teodoro al decir que no hay revolución sin democracia.

@faustomaso

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viernes, 8 de noviembre de 2013

EMILIO NOUEL V., LOS “PROTOCOLOS DE SION” DE RODRIGUEZ TORRES Y “LA GUERRA ECONÓMICA”

En la historia política de los pueblos no son pocos los casos de forja de documentos falsos o de montajes de historias adulteradas con fines aviesos.

Ellos han servido para la persecución de los adversarios, a los que se desea apartar del camino por incómodos, con el propósito de alcanzar o mantenerse en el poder.

Los llamados “Protocolos de los Sabios de Sión”, aún hoy utilizados por algunos antisemitas, son un ejemplo de hasta dónde puede llegar la perversidad en la lucha política y social. Se sabe que fueron fraguados por las autoridades zaristas para justificar los pogroms contra la población judía; y sin embargo, hay muchos que siguen hablando en la actualidad de una supuesta conspiración judía para apoderarse del mundo, en los términos de esos protocolos.

En nuestros predios latinoamericanos, esa práctica perversa es también moneda corriente.

En Venezuela, la dirigencia chavista, incluido el finado Chávez, no es la excepción en el tema. La paranoia delirante ha sido notoria en diversos momentos de este gobierno.

Todos recordamos historias risibles, el ridículo internacional largo y parejo que han protagonizado. El terremoto de Haití generado por la marina norteamericana, tesis estrambótica esgrimida por Chávez, forma parte de esa historia de paranoia.

El Directv que te espía a través de tu televisor del impresentable cínico Carreño. El supuesto envenenamiento de Bolívar desmentido por la ciencia seria.  Las decenas de magnicidios anunciados sin pruebas ni detenidos. Y el gran invento, un cáncer inducido a distancia por la CIA, como causa de la enfermedad y fallecimiento de Chávez.

Obviamente, todo este tinglado retorcido y siniestro tiene efecto en gente sencilla y crédula. Y el gobierno lo sabe. Por tal razón, lo usa para manipular la opinión en función de mantenerse en poder.

Con lo de la “guerra económica” ocurre lo mismo. Es asombroso el caradurismo de los altos funcionarios chavistas. Con su rostro muy lavado y gran solemnidad, oímos y vemos expuestos los presuntos planes de sabotaje económico, incluso ante representantes oficiales de otros países, que para sus adentros se carcajean de tales disparates.

En reunión de Mercosur que tiene lugar en Margarita, el ministro Rodríguez Torres, sin ningún escrúpulo,  habla de un espionaje de EEUU que se habría producido en los últimos años, con vista a “conocer la economía venezolana”, para luego desencadenar una “guerra económica”, fase en la que se estaría en estos momentos.
Según el Ministro, el espionaje buscaba “clarificar las debilidades de la economía venezolana, para lanzar los ataques principales y secundarios”.

Algo más cómico no se había visto antes en este país. La debilidades de la economía nacional las conocemos de sobra los venezolanos y el mundo sin necesidad de espiar. Sólo un ignorante o un cínico podrían haber declarado tal sandez. Sólo uno que cree que tiene imbéciles como audiencia. 
La paranoia reiterada de decir que Venezuela, “el país más rico del mundo”, es “objetivo del imperio estadounidense”, es una demostración adicional del inconmensurable analfabetismo económico del que ni sabe manejar la inseguridad del país. EEUU va en camino, a mediano plazo, de no necesitar comprar petróleo a Venezuela y otros países, y nuestro país, cada día pierde más relevancia económica y política.

Por otro lado,  Venezuela “¿”el país más rico del mundo”?  Una ocurrencia más para reírnos de las excentricidades de quien sólo busca enemigos externos con sus propios “Protocolos de Sion”, para esconder la propia incapacidad, el fracaso estruendoso de su desgobierno económico, el cual pareciera que se profundizará, visto que sólo les pasa por la cabeza seguir insistiendo en lo mismo que hasta ahora resultado dañino para el bolsillo de los venezolanos y la salud de la economía.

A otros con esa farsa de guerra económica.  Está claro que los únicos que han conspirado contra los intereses del país están en el gobierno.

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com

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viernes, 1 de noviembre de 2013

AMÉRICO MARTÍN, SU MAJESTAD, EL MIEDO., DESDE LA CIMA DEL ÁVILA

 “La vida es maravillosa si se la disfruta sin miedo” Chaplin
Hasta donde alcanza la vista la economía de Venezuela no tiene remedio. En términos de crecimiento del PIB a precios constantes –para hablar nada más que de esa variable, a sabiendas del sombrío panorama de las demás- nuestro país, que según el Banco Mundial venía saliendo de dos siniestros años de decrecimiento real (-3.2 en 2009 y -1.5 en 2010) volvió a caer estrepitosamente en el año en curso, esta vez con efectos desastrosos. Y por lo que se avizora, el venidero podría ser letal, si no hay cambios. Hasta el gobierno sabe que en 2013 (Año 14 de la “revolución”) el ruidoso proceso está en trance de zozobrar en medio de explosivas protestas sociales y cambios políticos muy profundos. 
En el nudo de semejante crisis está una fecha fija que arde como una antorcha: el 8 de diciembre. Esa nueva confrontación electoral dará salida al anhelo de cambio que recorre el país como río de azogue encendido, aunque el poder trate infructuosamente de desnaturalizarla o eludirla.
Desde que me conozco y muy especialmente en el ámbito de los intelectuales de la izquierda, escuché el apotegma que luego expliqué y amplié y documenté en muchas ocasiones: la economía más sana es la que tiene como centro al hombre. Si lo sacrifica en nombre de cifras abstractas, estará dominada por una perversidad básica, salvo que para rehabilitarla haya que pasar por momentos dolorosos de ajuste. Pero incluso esos períodos exigentes serán consecuencia de gestiones inhumanas acumuladas en el tiempo o de catástrofes naturales o sociales fácilmente identificables.
El Indice de Desarrollo Humano (IDH) creado por el PNUD,  permite medir sin dudas el efecto de los sistemas ensayados sobre los seres humanos en todos los aspectos relacionados con –préstame tu atrabiliario sentido de humor, Nicolás- la Suprema Felicidad Social. Y para no extenderme mucho, del fracaso del socialismo real o el del siglo XXI hablan las cifras con una silenciosa y demoledora elocuencia. 

Los diez países con mayor IDH son, todos ellos, modelos tradicionales nada revolucionarios. Noruega, Australia y EEUU son los tres primeros. China no figura en el lote, pese a su despliegue económico porque “no solo de pan vive el hombre”, dicho sea con palabras del escritor ruso post y antiestaliniano Vladimir Dudintseva 

Varios de los dirigentes que acompañaron al caudillo Chávez en su hora estelar y habían sido pregoneros entusiastas del mencionado apotegma, hoy ya no cuentan. Con el tiempo su voz fue desapareciendo en la bruma y ellos fueron reducidos a condición muy subalterna. Una mano invisible los ha desplazado para colocar en las posiciones influyentes a militares activos y en menor medida a “cuadros partidistas”, cuyo único combustible es la lealtad incondicional al mandamás de turno, a Maduro, quien pareciera más bien un “mandamenos” dado el incremento de los uniformados en la estructura nacional y regional del  régimen.
Es una degradación continua y amplia. No se trata, como en China, de negarle a sus súbditos derechos humanos elementales a cambio de elevarles el nivel de vida material, pari passu con su acelerado crecimiento en el marco del mercado. Se trata, como en Cuba, de algo peor: reducirles los derechos a su mínima expresión y condenarlos a la decadencia acelerada de su condición de vida.
El pregonado modelo socialista no funciona ni tiene la menor posibilidad de hacerlo. Chávez podía preservar la unidad y en alto la emoción de sus seguidores por su indudable ascendiente, pero lo de Maduro ha sido lamentable. Podría decirse que perdió todas las cartas. No tiene resultados que exhibir, su estilo es deplorable, su aislamiento es sobrecogedor. Si la alternativa democrática hubiera sido más eficaz en convencer a la parte del país que sigue apegada al poder, que el cambio abriría un ancho cauce al reencuentro y la reconciliación, las dudas sobre la competencia de Maduro hubiesen tal vez encontrado una salida pacífica y sin el temor a la retaliación, que el fallecido caudillo sembró en el país.
Por desgracia lo que queda en el arsenal del régimen es eso: el miedo. El arma del miedo es proteica. Se ha intensificado tendenciosamente el rumor sobre desestabilización, conspiraciones y preparativos criminales que van desde el magnicidio a la invasión extranjera. Maduro y Diosdado –los directores de la ruidosa orquesta- amenazan abiertamente con cárcel y dura represión a pacíficos dirigentes democráticos, y tienen el descaro de señalarlos por sus nombres sin presentar pruebas, indicios ni nada parecido. La justicia ha retornado a tiempos del absolutismo monárquico, sin debido proceso, derecho a la defensa ni obligación de fundamentar la acusación con medios de prueba. Se ha deshumanizado el aparato judicial. El bárbaro retroceso es de más de doscientos años.
Maduro no es un hombre informado. Sus desarticuladas emociones no le permiten aprovechar la experiencia histórica. Sintiendo el malestar del país y de la Fuerza Armada, ha querido calmarla entregándole más y más parcelas del gobierno. Trece gobernadores militares y cientos de colegas de uniforme tienen las riendas del poder.
Imposible olvidar la tragedia del presidente Allende. Preocupado porque el orden público se le iba de las manos, se lo entregó al generalato. En el último desfile popular de respaldo al gobierno, Allende saludaba a la multitud desde el balcón presidencial. A su lado, en silencio, Augusto Pinochet, a la sazón el máximo líder militar.
El miedo como política es contraproducente. Se vuelve contra sus autores. Es irrisorio y está condenado a la derrota.
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin

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viernes, 18 de octubre de 2013

JUAN CARLOS DELGADO BARRIOS, ¿LA GUERRA ECONÓMICA O EL FRACASO DEL MODELO DE ECONOMÍA SOCIALISTA?

A la desaceleración de la economía, a la inflación más alta del mundo, al desorden en el manejo de las finanzas publicas que esta dejando las arcas del tesoro nacional vacías, al crecimiento de la deuda externa pese a los fabulosos ingresos petroleros, al gasto público exacerbado por el populismo revolucionario y el crecimiento burocrático desbordado del Estado,  a la parálisis de más del 73% de la producción nacional sustituida por una economía de puertos que importa el 85% de lo que consumimos, a la caída de la capacidad adquisitiva del salario real frente al imparable alto costo de la vida,  al desabastecimiento y a la escasez que ha hecho de las colas para comprar alimentos parte de la cotidianidad del venezolano, al estado financiero de PDVSA, la gallina de los huevos de oro, hoy quebrada y su producción en caída libre, a la buhonerización del comercio que inunda las calles venezolanas, al excesivo número de desempleados que deja el cierre y expropiación de empresas,  a todo esto,  Maduro tiene que  darle una explicación convincente a sus seguidores para contener el descontento progresivo y evitar el deslave de la popularidad.

No pueden achacarle la culpa a Chávez, sería una traición y el reconocimiento abierto al  fracaso de su revolución, mucho menos reconocer el fracaso del modelo de economía socialista, sería ir en contra  del  orgullo comunista que les enseño el maestro Lenin, pasando por Stalin y cercanamente Fidel Castro. Entonces, como lo han hecho sus maestros,  apelan a invocar, para justificar el fracaso y los errores, la presencia de un enemigo externo que amenaza, que sabotea y que impide que se trabaje eficientemente. ¿Cuál mejor que el imperio poderoso y sus aliados apatridas? La estrategia de la transferencia de la culpa  dentro del expediente del enemigo externo, el capitalismo internacional  aliado con los enemigos internos, ahora llamados la burguesía parasitaria.
Hugo Chávez utilizó magistralmente el expediente del enemigo externo imitando a Fidel Castro, la fabula del imperio invasor, esto le permitió la unidad interior de sus seguidores,  se declaro en guerra asimétrica, militarizó, entrenó, armó  y movilizó a la población, se apertrecho de armas en los cuarteles, coloco baterías antiaéreas en sitios estratégicos para enfrentar al imperio. Aunque nunca llego el lobo inmensas fortunas se gastaron en armamento y otros gastos castrenses. Así como en regalos a países “aliados” para conformar una fuerza geopolítica militar contra EEUU en Latinoamérica,  dinero que pudieron ser invertidos en educación, salud, desarrollo agrícola o industrial en Venezuela.
Mientras tanto en la economía, paralelamente, se batallaba para romper y destruir el círculo del capitalismo a los fines de imponer la economía socialista: restricción de las libertades económicas, estatización de los medios de producción, una lucha frontal contra la iniciativa y propiedad privada, control férreo del manejo y asignación de las divisas, control de la producción y distribución de alimentos, todo esto con visos de legalidad apoyado en leyes inconstitucionales.  Lo que condujo como resultado a un cuadro económico desolador que nos ha llevado al día de hoy a vivir la crisis económica más terrible en toda la historia republicana. Estamos frente a un estrepitoso fracaso del modelo de economía socialista.
El régimen luce contradictorio, hay desesperación, han perdido la brújula, si alguna vez la tuvieron, se enfrentan entre ellos, unos que sostienen de que hay que flexibilizar en los controles económicos y reactivar al sector empresarial,  como es el caso de un equipo presidido por Nelson Merentes,  contrario a Jorge Giordani y Rafael Ramírez que se empeñan en que hay que profundizar la economía socialista hasta imponer definitivamente el proceso revolucionario.
Los propagandistas del gobierno proponen alargar la agonía hasta tanto haya un acuerdo que consensúe y resuelva las contradicciones internas, pero que al mismo tiempo sirva para echarle agua al fuego del descontento colectivo en las cercanías de las elecciones municipales, y eso es nada menos, que crear un escándalo, un trapo rojo, denunciando una supuesta “guerra económica promovida por el capitalismo internacional contra la patria”, y que es de tal magnitud que ha conducido a  declarar la emergencia nacional, emergencia que exige que a Maduro la Asamblea Nacional le de una Ley Habilitante para gobernar a Venezuela por la vía de decretos.
 No es tan fácil alcanzar el éxito de lo que se proponen, porque  ni Maduro es Chávez ni las arcas del tesoro público del 2013 son las del 2000. Los sondeos de opinión indican que el 67% de la población no cree en la supuesta guerra económica y que el 68% sostiene que la crisis es producto del fracaso del modelo de economía socialista. Ahora el viento de la tormenta sopla en contra del régimen y las velas están muy rotas, en consecuencia, peligra su continuidad.
juancdula@yahoo.es

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