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viernes, 5 de junio de 2015

BRÚJULA DIPLOMÁTICA MILOS ALCALAY, EL PREMIO DE LA FAO EN LA ENCRUCIJADA ENTRE LA VERDAD Y LA FICCION

En base a los indicadores enviados por el Gobierno a la FAO -organismo de la ONU dedicado a monitorear las acciones destinadas a erradicar el hambre en el mundo- decidieron premiar al Gobierno de Venezuela por los supuestos logros en el campo del combate a la desnutrición. Esta noticia produjo el rechazo de diversas instituciones y personalidades en el país quienes denuncian que los indicadores enviados para justificar el galardón no reflejan la realidad actual.

La grave situación que experimenta la producción de alimentos, el difícil acceso de la población para asegurar la canasta alimentaria, el disminuido poder de compra, la existencia de anaqueles vacios, la multiplicación de las inmensas colas y las trabas impuestas para que los ciudadanos puedan adquirir alimentos, ha tenido un impacto perverso en la población ya que los índices de desnutrición de los venezolanos, en lugar de reducirse, se ha incrementado en los últimos años.
Esta situación se ha venido agravando desde el año 2012 reduciendo el consumo de leche, carne, cereales y frutas, mientras que el desequilibrio cambiario, impone limitaciones adicionales a la importación de alimentos y la escandalosa inflación encarece los productos cada día. Las previsiones de los expertos apuntan –con la excepción de los meses de la campaña electoral en la que se utilizaran mecanismos populistas- que la situación para el año 2016 será mucho más grave ya que además de la desconfianza de los exportadores de venderle a Venezuela por no cumplir con los pagos acordados, se suma la caída de la producción agrícola  que pronostica una escasez creciente de 50%, con una inflación de 150% o más. 
Los organismos internacionales cada vez ven con mayor desconfianza la información consignada por el Gobierno, como se ha evidenciado estos días con la evaluación en Ginebra sobre la exposición del Ministro Menendez dando cifras cuestionables en el ámbito de situación del cumplimiento de los derechos económicos y sociales. Las cifras manipuladas por el oficialismo, debido a la inexactitud afecta la credibilidad del Gobierno, pero también arrastra a  organizaciones internacionales como la UNESCO, OMS, OPS, que “premian los grandes logros”, que luego son difundidos por los servicios de información oficialista como propaganda tratando de retratar una “Venezuela ideal” muy lejana a la actual realidad acosada por una grave crisis en lo económico, social, institucional y sobre todo ético.
Cuando en Roma el Presidente Maduro reciba en la sede de la FAO el Premio por haber “mejorado  la situación de la Seguridad Alimentaria del país”, y destaque los “logros de la revolución” en la producción y consumo agro-alimentario, se verá evidenciada la contradicción entre la dramática realidad existente, y el de una Venezuela irreal con base a cifras desactualizadas, distorsionadas o irreales, que no contribuyen en nada con el logro de los objetivos que ellas se han trazado, y que pone en entredicho la credibilidad de una institución tan importante como la FAO, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, lo que la coloca en una encrucijada entre la verdad y la ficción.

Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@milosalcalay

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lunes, 27 de octubre de 2014

MANUEL MALAVER, LA CAÍDA DE RODRÍGUEZ TORRES O MADURO EN SU ENCRUCIJADA

Al permisar al ex ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, para que le diera luz verde al director del CICPC, José Gregorio Sierralta, y ordenara a una comisión de ese cuerpo masacrar a cinco miembros de colectivos en el edificio Manfredir, -situado entre las esquinas de Pilita a Glorieta, en el centro de Caracas-, Maduro optó por una de las dos herencias envenenadas que recibió del difunto presidente Chávez: el Ejército o los grupos de civiles armados que aquí se conocen como colectivos.

Albacea del primero, este general, Rodríguez Torres, que estuvo entre los oficiales que lo secundó en la intentona golpista del 4 de febrero del 92, del cual se cuenta estuvo en la unidad de élite comisionada para tomar la Casona, y que luego de la derrota, no lo desamparó hasta su muerte, bien fuera durante el desierto que lo llevó a la conquista de Miraflores en 1998, o, una vez instalado en el poder en los diversos e importantes cargos que desempeñó en los últimos 15 años.
El segundo, los colectivos, tiene un origen más reciente, como fueron los tiempos en que el chavismo empezó a ser minoría en el 2002, y en previsión de una explosión social respaldada por los sectores democráticos de la FAN, se empezó a construir una fuerza armada alternativa, constituida por civiles, que, desde los barrios de Caracas y otras ciudades del interior, contuviera la ofensiva “reaccionaria”.
Aunque dicen que son de origen cubano y que el modelo ya existía en los CDR y la milicia isleña, la realidad es que, a mediados de los 90 ya había “colectivos” en el barrio “23 de Enero” de Caracas, pero exclusivamente focalizadas en las actividades sociales y culturales.
En otras palabras: que lo que planean y llevan a cabo, posteriormente, algunos inspirados como Juan Barreto, Freddy Bernal y Darío Vivas, no es crear una estructura de la nada, sino ideologizar a las que ya existían y fundar nuevas, para darle coherencia, forma y operatividad a una fuerza armada paralela, auténticamente popular y paramilitar.
De más está decir que Hugo Chávez fue de los primeros y más obsecuentes y entusiastas partidarios de los colectivos, que los apoyó con todo, les suministró dotación y financiamiento, y que, si alguna que otra vez discrepó de sus jefes y acciones, fue para ponerlos a salvo de ataques que siempre venían de la oposición y no pocas veces de la FAN.
Por eso no dudamos en afirmar que, con el Ejército, Jorge Giordani y Rafael Ramírez, los colectivos son una herencia chavista, y que si Maduro pudo deshacerse del hombre fuerte de la economía y del de la industria petrolera sin demasiados escrúpulos ni pérdidas políticas, optar entre el Ejército y los colectivos sí lo colocó en una situación extremadamente riesgosa, porque sin el Ejército se podía situar frente a un golpe de Estado, y sin los colectivos, frente a una explosión armada política y social.
Se trataba del desiderátum de un político que llegó a la presidencia sin fuerza propia, que se mantenía por el carisma transmitido de un muerto, y, también, porque los líderes a quienes realmente legó Chávez a Venezuela, a los dictadores sexagenarios cubanos, Raúl y Fidel Castro, se fijaron en él como el empleado que podía obedecer órdenes sin dudar.
El problema de Maduro, entonces, era del más acá, sano y vigoroso y venezolano, pues ahora la política era cada vez menos asunto del “Cuartel de la Montaña”, y más anclada en el país y alejada de dos ancianos que, aparte de sobrevivir en una isla lejana, día a día lucían más enfermos y momificados.
¿Pero de que otra política podía saber Maduro que no fuera de muertos, enfermos, cementerios, ancianos y militares, él que había sido devoto de Satia Say Baba y hablaba con los pajaritos?
Por eso, el país se le volvió cenizas entre las manos, se trituró el mismo mientras pulverizaba al chavismo y todo cuanto oliera a revolución y fue emplazando este país de asesinos y asesinados donde el único tiempo que queda es para morir y enterrar a los muertos.
Fue llamado entonces a capítulo por una de las dos herencias de Chávez que restaban, el Ejército, que le impuso, o trató de imponerle, el desarme y la desaparición de los colectivos.
Objetivo que solo podía lograrse después de una larga y sinuosa negociación, después de remontar una trabajosa cuesta donde no podían faltar uno solo de los dirigentes revolucionarios que detestan a Maduro: Juan Barreto, Freddy Bernal, Darío Vivas y José Vicente Rangel.
De todos los que en los últimos tiempos –sobre todo después de la muerte de Chávez- se han guarecido creando sus “propios” colectivos, sus propias fuerzas armadas, aterrados de que este presidente con una sucesión oscura y espuria, viniera por ellos.
Panorama, entonces, de una revolución feudalizada, de señores de la guerra y de la muerte, preñada de jefes minúsculos y mayúsculos donde cualquier paso en falso, puede significar la pérdida del poder.
Qué Maduro optó por el Ejército y Rodríguez Torres y contra los colectivos, lo grafican los últimos asesinatos: el de Robert Serra y el de José Odremán y cuatro de sus compañeros de los colectivos “5 de Marzo”, “Escudos de la Revolución” y “Bicentenario”.
El de Serra producto de la agria disputa que explotó entre algunos colectivos y el general que quería “desarmarlos”, Rodríguez Torres, que pudo provocar que el diputado cayera entre dos fuegos.
Y el de Odremán, y sus compañeros porque, aparte de discrepar de la “Ley de Desarme Voluntario”, sabía quiénes había asesinado a Serra.
Es significativo que durante el tumulto que se originó durante los sucesos que condujeron a la muerte de Odremán se oyeran voces como: “A Odremán lo van a matar por que sabe quienes mataron a Serra” o “A Odremán lo mataron porque estaban hablando demasiado”.
Pero hay un testimonio mucho más relevante y es del propio Odremán, y es cuando a eso de las 10 de la mañana del día de su muerte se dirige al pueblo de Venezuela: “Me dirijo al pueblo para acusar a Miguel Rodríguez de lo que me pueda pasar”.
Con el pueblo también lo oyó Nicolás Maduro, quien no solo no hizo nada para evitar su asesinato, sino que ahora, 15 días después, es cuando sale a destituir al criminal.
Definitivamente, adosado a la tela de araña que también le tendió el G-2 cubano, policía política de las más anacrónicas y obtusas del mundo, como que no entiende otro lenguaje que el de la violencia, el que sigue imponiendo en las calles de Cuba, y que, casi por un reflejo condicionado, confundió a Caracas con La Habana, y a las Damas de Blanco con los colectivos.
Restan, sin embargo, elementos que solucionar en los asesinatos de Serra y Odremán y cuatro de sus compañeros y el más importante es enjuiciar y llevar a la cárcel a los autores de la “Operación Masacre”: Rodríguez Torres y compañía.
Manuel Malaver
manuhalm912@cantv.net
@MMalaverM                                                                 

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domingo, 18 de mayo de 2014

LUIS MANUEL AGUANA, MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN LA ENCRUCIJADA

Luego de la brutal arremetida a los únicos venezolanos que se han manifestado frontal y pacíficamente en contra de las prácticas comunistas del Plan de la Patria del régimen, el Movimiento Estudiantil ha decidido cambiar su estrategia de protesta cívica. Los estudiantes han manifestado públicamente su intención de ir a una Segunda Etapa de la protesta.

(ver http://www.entornointeligente.com/articulo/2407736/VENEZUELA-Estudiantes-anuncian-segunda-etapa-de-protestas).


En primer lugar los estudiantes no solo han desnudado al régimen en su carácter dictatorial, autoritario y castro-comunista, sino que también han desnudado a la franquicia que actualmente se dice oposición en Venezuela. En efecto, la MUD al utilizar la sangre que han puesto los muchachos en las calles, se ha logrado sentar a “dialogar” con el régimen, que lo pedía desesperadamente, logrando obtener un oxigeno que no tenía desde diciembre de 2013 cuando se les agoto la gasolina electorera.

Una estrategia que incluya la lucha por una verdadera oposición en Venezuela es vital para que cualquier esfuerzo que hagan todos los sectores por sus reivindicaciones sea tomado en cuenta. No sirve de nada si los estudiantes, los trabajadores, los profesores universitarios, los médicos o cualquiera que proteste, indiquen que el régimen esta conculcando nuestra forma de vida republicana y salga luego la MUD a apaciguar los ánimos indicando que este es un mal gobierno del que saldremos con elecciones el 2019. Entonces se hace perentorio redefinir quien es y quien no es oposición en Venezuela.

La generación de una nueva oposición que incorpore fundamentalmente sangre nueva, la de los estudiantes, factores importantes de la Sociedad Civil, partidos y personalidades consustanciados con la verdadera caracterización al régimen como dictadura, insuflaría de nuevo la esperanza del pueblo opositor a salir del régimen de una manera constitucional, sosteniendo esa bandera en la calle consistentemente.

Una nueva fase de esta lucha de los estudiantes debería establecer una propuesta civil inobjetable que no es más que contarnos para un nuevo Pacto Constitucional-una Constituyente-, pero con un árbitro imparcial. Y cualquier propuesta civil pasa por un sistema electoral limpio y transparente. Y una bandera fundamental de una nueva fase en la protesta es obligar al régimen a contarse en Elecciones Autenticas.

Esa propuesta civil debe estar enmarcada en una Lucha NO Violenta que establezca claramente que esta protesta tiene su fondo en el rechazo de un modelo político e ideológico que no queremos la mayoría de los venezolanos y que eso debe dirimirse pacíficamente. Ya en el 2007 el pueblo venezolano rechazó en las urnas esa imposición ideológica que se trató de hacer con la Reforma Constitucional y el Movimiento Estudiantil de entonces tuvo muchísimo protagonismo en eso.

La protesta debe ser encausada para rechazar de una vez por todas lo que el régimen trata de imponernos y que se manifiesta en todos los órdenes de la vida nacional: educación, cultura, economía, Fuerzas Armadas, institucionalidad de los Poderes Públicos, etc.. De esta forma la población no solo tendrá claro el “para que” de la lucha de los jóvenes por su futuro, sino también convocarla activamente a participar en la salida pacífica del régimen de una manera prevista en la Constitución.

Algunos podrían considerar que encausar la protesta de calle a los fines de conseguir objetivos como Elecciones Autenticas es una pérdida de tiempo porque se piensa que la salida no es electoral. Y eso es verdad si se mantiene este CNE. Es por eso que es muy importante dar esa lucha civil para el cambio del Poder Electoral. Pero no una cosa facial como el cambio de unos Rectores por otros, sino la transformación estructural de ese organismo que implique la completa auditoría del Registro Electoral y el cambio de su Ley y Reglamento, redefiniendo el papel de la automatización y sus escrutinios, que regrese a todos los venezolanos la confianza de poder dirimir nuestras diferencias con votos y no con balas.

Algunos amigos me insisten que eso no será posible con un sistema castro-comunista en las riendas del poder porque los comunistas no salen con votos y si salen es con una bayoneta en la cabeza. Pero esa es la verdadera lucha civil por la recuperación de la democracia, la restitución del Poder Electoral. Si no lo aceptan seguirá la lucha en las calles porque ese es el verdadero fondo del problema, y la finalización de este estado de cosas solo será cuestión de tiempo como lo indicó Erica Chenoweth en su extraordinaria conferencia de TED (Nonviolent civil resistance http://youtu.be/y4xcimkAFNc).

Se puede seguir protestando y provocar la suficiente desestabilización para que el sistema cambie de estado. Pero lo que nunca sabremos es a que estado nuevo arribará. Podría ser a uno mejor pero también a uno peor. La Divina Providencia provocó el cambio de estado del sistema con la muerte de Chávez, pero lo que nadie previó fue que el sistema evolucionó a un nuevo estado peor que el anterior.

Sin embargo si la lucha civil No Violenta tiene objetivos claros que se puedan definir más allá del quiebre de las columnas que sostienen al régimen, Gene Sharp dixit, entonces se podría prever el siguiente estado al que puede arribar este sistema inestable.

Los estudiantes, en esta nueva etapa de la protesta cívica, podrían hallarse en una encrucijada: o propician el quiebre del sostenimiento del régimen, lo cual estoy convencido que pueden lograr si como ellos lo han hecho, persisten en debilitar su base de sustentación, con el consiguiente surgimiento de un nuevo estado del sistema cuya naturaleza no se podría prever con exactitud; o introducen cambios en la estrategia que los lleve a exigir una Constituyente como salida prevista en la Constitución-con el consiguiente cambio previo de la institución electoral-, que ponga al régimen en la disyuntiva de aceptar condiciones obligados por la protesta cívica o salir por la puerta de atrás, en cuyo caso cualquiera que sea el estado posterior del sistema, requerirá de una ANC para lograr su estabilidad. En ambos casos la protesta No Violenta en la calle es la herramienta fundamental.

Cualquiera de los dos caminos que se elija pasará por un periodo de inestabilidad política en el que el régimen luchará y será violento en contra de la población manifestante, utilizando ilegalmente todos los recursos que el Estado tiene. Es obvio que esta gente piensa que son eternos y que su subsistencia está asegurada por los militares y el secuestro institucional. La historia es testigo de ese error. Sin embargo, independientemente del camino que se tome y los elementos que se sostengan para ir por uno u otro camino, la suerte está echada: o es dictadura o es democracia. Yo creo que ya esa respuesta la dieron los estudiantes y que esa parte de la lucha el régimen la perdió en el corazón de los venezolanos.

Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana

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sábado, 18 de enero de 2014

RICHARD GONZÁLEZ, VENEZUELA…. EN LA ENCRUCIJADA DEL TERCER EXCLUIDO.

Los acontecimientos que sorprenden el diario acontecer de Venezuela, conducen a pensar que estamos, en la antesala de la HECATOMBE del País. 

Así se desprende de los pronósticos internos y de aquellos que traspasan nuestras fronteras basados en  la opinión de versados internacionalistas. En igual sentido, se escuchan las opiniones  abiertamente o entre murmullos del propio pueblo el sentir de un descontento generalizado. Utilizando un censor, observamos al presidente con un tono elevado y desafiante cargado de odio, pretendiendo imponer su autoridad por la fuerza de las palabras y no por la lógica de la majestad que encierra tal responsabilidad, lo que induce a pensar en lo anteriormente afirmado, que las cosas no están bien y esto lo saben, los administradores gubernamentales del País para quienes aquí no pasa nada y vamos en franco progreso como Nación.

El tema de este artículo proviene del principio, formalizado por Aristóteles, que dice lo siguiente: Toda proposición es verdadera o falsa y entre estos dos valores de verdad no se admite nada intermedio o “tercero”; o, en términos semánticos, si dos proposiciones son contradictorias, al menos una de ellas es falsa. En otras palabras, “una cosa es o no es,  o ante dos cosas contradictorias no cabe término medio”.
Es así como vemos el desaparecer de regímenes totalitarios por la dualidad de sus posiciones políticas dizque obrando en nombre del pueblo y para el pueblo.

Nuestra Carta Magna es violada a diario y utilizada a la vez, como rectora política y lo asombroso del caso es que surgen los argumentos del sector oficialista que avalan tal contradicción en forma solapada y hacen de un hecho ilegal lo contrario, esgrimiendo apego a las normas legales. 

En igual sentido, algunas actuaciones gubernamentales abusivas resultan siendo aceptadas y pasan como verdaderas, cayendo en un plano de disociación cognoscitiva generalizada de la realidad. 

Esto ha permitido que el sistema se haya adentrado en una especie de entropía (desorden social) y da lugar, ante lo anteriormente planteado, que se presenten los siguientes escenarios -según el infrascrito- como homeostasia (equilibrio) propia de las sociedades y el capítulo Venezuela parecería ser destinado a:

- Una implosión social que sin importar quien logre el poder, seguiríamos en las dos posiciones antagónicas (polarización) y lo más probable es que surjan los movimientos insurgentes en la clandestinidad. (Teoría del caos social)

- Los actuales dirigentes de la oposición (salvo contadas excepciones) han perdido credibilidad y liderazgo por lo que no tienen suficiente arrastre ni capacidad de convocatoria producto de su sumisión a los desmanes del gobierno.

- Un golpe de palacio proveniente del propio oficialismo por contar con gente preparada y que está excluida del gobierno. (Teoría del caos social pero controlable)

- Un golpe de estado propiciado por las Fuerzas Armadas procurando restablecer el orden social y Constitucional. Lo grave es que esta institución y las que componen el resto del Estado, forman parte de la descomposición del actual sistema. (Sería lo peor)

Es así como vemos a Venezuela, sumergida en el campo del absurdo porque para el común de los compatriotas, independientemente de la posición política, cada uno defiende su verdad. No existe punto intermedio tal como lo ven los actuales políticos refiriéndome a ambas tendencias. No se trata de Socialismo versus Capitalismo y mucho menos de una inentendible revolución. No hay salida democrática. Por ahora.

El destino alentador y prospero de Venezuela como País, se ve muy lejos y obligatoriamente circularemos por el camino donde las propias leyes del orden lógico se sobrepongan a los hechos. Sobrevivirá quien tenga la razón y no el poder. Esto es una ley matemática. En otras palabras, se cumplirá el Principio del Tercer Excluido.

Richard González.
350richard@gmail.com

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sábado, 16 de noviembre de 2013

PEDRO CORZO, HONDURAS EN LA ENCRUCIJADA. ELECCIONES

Los próximos comicios generales en Honduras serán propicios para que los estrategas del Socialismo del Siglo XXI estrenen fórmulas políticas que hagan posible que Xiomara Castro, esposa del destituido presidente Manuel Zelaya, llegue a la primera magistratura del país centroamericano.
Castro, quien lleva la delantera según  algunas encuestas, es la abanderada del Partido Libertad y Refundación, Libre, creado por Zelaya cuando regresó del exilio en el 2012. La candidata ganó popularidad liderando la lucha para restablecer en el gobierno a su marido.
Paradójicamente el Partido fundado por Zelaya se ha convertido en una fuerza política relevante en muy poco tiempo, ya que aglutina la mayoría de los grupos de la izquierda política y las facciones que abandonaron el Partido Liberal, al que pertenecía el ex mandatario.
A los comicios concurren nueve partidos con diferente orientaciones, pero solo uno de ellos, PLR, Libre, de Zelaya  cuenta con respaldo internacional, al extremo que su agrupación puede recibir apoyo financiero del Foro de Sao Paulo u otros organismos similares, porque en Honduras no hay organismos que regulen el financiamiento de las campañas electorales.
Recientemente miembros latinoamericanos de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, Eurolat, pidieron a las autoridades hondureñas comicios libres y transparentes, pero uno de los vicepresidentes de esa entidad, Leonel Vázquez Búcaro, declaró que la esposa de Zelaya era una mujer de pueblo, de la izquierda y que las posibilidades de que la sociedad centroamericana cambie, están en que Xiomara Castro llegue al gobierno.
Otro que representa el apoyo de la izquierda hemisférica a la candidatura de Zelaya, el verdadero candidato en la opinión de muchos observadores,  fue  el diputado al Parlamento Andino, Pedro de la Cruz,  quien pidió un triunfo para las fuerzas progresistas y democráticas, destacando que este era el momento de la unidad latinoamericana.
Honduras ha sido en los últimos meses sede de convenciones de la izquierda política en apoyo a la candidatura del partido de Zelaya.
Entre otros eventos en agosto del año pasado Tegucigalpa fue la sede del Encuentro Internacional de Mujeres de Izquierda y Progresistas,  miembros del Mecanismo de Mujeres de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, así como de Partidos Políticos miembros del Foro de Sao Paulo.
El objetivo del congreso era apoyar incondicionalmente la candidatura de Xiomara Castro, que posteriormente  declaró su compromiso de “Refundar el país”, una propuesta de los gobernantes de Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA,  que en cuanto llegan al gobierno convocan a una constituyente de carácter originario,  que renueva todos los poderes públicos como si la República se hubiera constituido con su mandato.
El pasado mes de septiembre representantes del Foro de Sao Paulo, reunidos en la capital hondureña dieron a conocer la Declaración de Tegucigalpa en la que manifestaban solidaridad y apoyo “a la lucha del heroico pueblo hondureño por construir una democracia y la soberanía nacional, que hoy se expresa en la candidatura de Xiomara Castro de Zelaya a la presidencia de Honduras”, a la vez que reiteraban que trabajarían a favor de su elección, después de ese pronunciamiento la candidata reiteró su compromiso de convocar a elecciones para una asamblea nacional constituyente.
En octubre la campana de resonancia de la candidata del ALBA fue el Grupo de Parlamentarios y Parlamentarias de América Latina y del Caribe,  quienes se comprometieron a respaldar, “la lucha del hermano pueblo hondureño, por la democracia, la libertad y la justicia, que encabeza en este momento histórico: Xiomara Castro de Zelaya”.
Los demócratas hondureños están enfrentando un reto muy serio que demanda el abandono de protagonismos superfluos que solo facilitan el acceso al poder de quienes están comprometidos con un proyecto que tiene como fin el establecimiento de un régimen qué fundamentado en las instituciones del estado, violentara los derechos ciudadanos.
Los dos candidatos con más opciones frente a  Xiomara Castro son Mauricio Villeda Bermúdez, Partido  Liberal y Juan Orlando Hernández Alvarado por el Nacional, partido del presidente Porfirio Lobo cuyo gobierno por sus pésimos resultados favorece el retorno al gobierno de Zelaya, condición que en cierta medida le resta para convertirse en el candidato nacional que pueda derrotar a la postulante del ALBA.
El regreso de Manuel Zelaya al gobierno, será nefasto para Centro América, pero también para todo el hemisferio, de ahí la necesidad que las fuerzas democráticas del continente, en particular aquellas que padecen el neo comunismo que gestó y promovió Hugo Chávez, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, se apresten a apoyar a quienes en Honduras están comprometidos  en la lucha contra un proyecto que conduce a la sociedad totalitaria que impera en Cuba.
Pedro Corzo 
pedroc1943@msn.com

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martes, 23 de julio de 2013

ALEXÁNDER CAMBERO, LA ENCRUCIJADA DE CAPRILES

Poca agua en la cantimplora para cruzar el inhumano desierto. Un hombre joven emprende una lucha por la supervivencia política, en condiciones francamente difíciles. Su esfuerzo probará la capacidad de resistencia de aquel que representa la esperanza de millones de ciudadanos que aspiran un cambio en libertad.
Henrique Capriles camina en el filo de la encrucijada de la patria; el gobierno ilegítimo está decidido a liquidarlo utilizando las peores argucias que puedan imaginarse, todo el poder del Estado al servicio de arrancar de cuajo el más mínimo espacio para la disidencia. Se compran medios y se cierran espacios, la persecución contra los líderes de la oposición es total. Para ello cuentan con un obsceno poder judicial que hace más espinosos los escenarios. Todo el ardid apunta a instaurar el totalitarismo de manera permanente, dejando las elecciones como un barniz para disimular las profundas grietas que ofrece la miseria en el poder.
Otra situación embarazosa para Capriles nace en sectores de la misma oposición. Algunos sostienen que se entregó la calle dejando que el impulso inicial perdiera fuelle, que aquel pueblo enardecido que salió a exigir que se respetara el verdadero resultado electoral fue conminado a drenar su rabia en la comodidad del hogar. 
La visión opositora que discrepa de esta postura maneja criterios respetables. Salir a la calle para que una jauría de inadaptados y delincuentes al servicio exclusivo del gobierno asesinaran a venezolanos era un verdadero riesgo. Darle argumentos al gobierno para satanizar la lucha y de esa manera aprovecharla para involucrar a dirigentes claves es indudablemente un argumento sólido. Asimismo es necesario escuchar a los que piensan que se cruzaron de brazos mientras el gobierno inefable se levantó para aplastar de manera inmisericorde a la disidencia. 
El gemir de la impotencia hizo que la desesperanza cundiera un tanto y convirtiera el ímpetu inicial en dolorosa frustración. Como vemos, tenemos dos visiones del mismo asunto; la clave es conseguir el necesario encuentro para que ambos enfoques puedan fusionarse completamente, ya que lo perentorio no es la pequeña parcela particular sino la nación en su integridad.
Son muchos los elementos que tendrá que enfrentar Henrique Capriles para encauzar una propuesta de país que es mayoritaria. Que exista disenso con respecto a los métodos no debe alarmar a nadie; el mundo democrático es profundamente heterogéneo. El libre debate de las ideas va construyendo las posibilidades. 
El país cuenta con un nivel de conciencia que va creciendo de manera paulatina y constante. Lo que sí es necesario es acompañar la lucha popular con propuestas organizativas, activar las estructuras familiares para que ellas sean la punta de lanza para conquistar el mundo de los más necesitados. Saber interpretar las expectativas de más de dieciocho millones de pobres es toda una prueba de fuego. No olvidemos que fueron quienes le dieron base de sustentación al proceso boliburgués que resistimos. Es allí en donde debe profundizarse el cambio, reconquistarlos para la salvación de la patria.
Henrique Capriles cruzará el desierto con la reserva en la cantimplora. En ese inhóspito espacio en donde las condiciones atmosféricas presagian tormentas terribles, su empuje marcará la huella por donde caminará la esperanza de un pueblo. Seguramente surgirán emboscadas y trapisondas; algún escorpión preparará el aguijón para el mortal ataque. No obstante, su temple hará posible que los kilómetros de dunas vayan quedando tras las espaldas, mientras el futuro se aparece en el horizonte.
alexandercambero@hotmail.com

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lunes, 8 de abril de 2013

MANUEL FELIPE SIERRA, EL 14-A

El domingo 14 de abril los venezolanos acudirán a una nueva cita electoral para la elección del Presidente de la República. Como en recientes eventos, además de la escogencia del Jefe del Estado, el voto tendrá otra significación: decidir entre el modelo chavista (con todo lo que este significa) o apostar al regreso a la democracia y la convivencia nacional. 

¿Qué escenarios se vislumbran a una semana de la consulta? En primer lugar hay que destacar que se trata de una elección atípica, distinta a las votaciones tradicionales que han modelado la cultura democrática del país. En alguna medida, la nueva votación se asemeja a una segunda vuelta en el sentido que se trata de reparar la ausencia de un Presidente que fue reelecto hace apenas cinco meses.

De tal manera que el 14 de abril de hecho está vinculado a lo ocurrido el 7 de octubre del pasado año. De allí que la convocatoria a la votación se haya formulado en 30 días y que la campaña oficialmente se desarrolle en solo 10. Estas circunstancias le confieren una ventaja a la tendencia que obtuvo la victoria en octubre (con la reelección de Chávez) y la cual fue ratificada en las elecciones regionales de diciembre del mismo año. Ello seguramente explica por qué la mayoría de las encuestas le otorgan al presidente (e) Nicolás Maduro la primera opción. Por supuesto, de ninguna manera ello supone que se trata de un hecho consumado. Por el contrario, a favor de la opción opositora de Henrique Capriles Radonski ahora operan dos factores que no estuvieron presentes en octubre cuando le correspondió enfrentar al presidente fallecido.

En primer término, es evidente que la ausencia de Chávez impacta de diversas maneras al mundo oficialista. Chávez más que el mandatario reelecto era el conductor carismático de un proceso histórico que (más allá del juicio que merezca) ha representado una alteración de la vida nacional. 

Esa condición le confería una fortaleza superior de la cual por supuesto carece el aspirante Maduro. Asimismo el liderazgo de Chávez era un factor de cohesión y unidad en el ámbito del chavismo donde conviven diferentes tendencias y visiones. Maduro, si bien ha basado su campaña en la reivindicación del legado de Chávez (“fue mi padre”, “soy su hijo”, “se me apareció en forma de pajarito y me bendijo”, etc), es obvio que no tiene tal poder catalizador. También es evidente que en los últimos cinco meses se ha acentuado la gravedad de los principales problemas nacionales. La delincuencia registra cifras cada vez más preocupantes; la crisis del servicio eléctrico y el deterioro de la vialidad de ninguna manera han sido enfrentadas eficazmente. A ello se suma un cuadro económico demasiado complejo, que obligó a las recientes devaluaciones de la moneda y a una severa situación de desabastecimiento y escasez, no solamente de los productos básicos sino de los más diversos bienes y artículos. ¿Hasta dónde esta situación no habrá de reflejarse en las nuevas elecciones?

En el ámbito opositor, mientras tanto, Capriles realiza una campaña que corrige fallas e insuficiencias que se presentaron durante la elección anterior. Es claro que su discurso luce más preciso y con señalamientos que lo vinculan a los sectores populares y un reconocido esfuerzo físico que le ha permitido renovar contacto con millones de venezolanos a lo largo y ancho del país. También en torno a su candidatura se han sumado organizaciones provenientes del chavismo mientras se consolida la unidad de los sectores democráticos representados en la MUD y otras expresiones críticas. Por supuesto, deberá enfrentar, como en el pasado, una competencia desigual con un contendor apuntalado en el “ventajismo de Estado”, con el control de todos los poderes públicos y un sistema electoral, que pese a las irregularidades comprobadas y su composición nada transparente y equilibrada, sigue colocado al servicio del candidato Maduro. 

En todo caso, más allá de los números finales, la propuesta democrática deberá acumular el próximo domingo una significativa votación, que abre paso para pronosticar futuras victorias.

@Manuelfsierra

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sábado, 17 de noviembre de 2012

EL MANIFIESTO DE MARIA CORINA

¡Venezolanos! Nos encontramos ante una formidable encrucijada histórica que pone a prueba como nunca la determinación de los venezolanos de vivir en democracia y libertad.
Enfrentamos el mayor y más trascendente desafío: la confrontación entre dos modelos de sociedad, entre dos formas de vida, entre dos conjuntos de valores antagónicos, entre la independencia o el sometimiento a un régimen extranjero.
Compartimos ideales: la justicia como rectora de nuestro proceder, el trabajo como fuente de dignidad, la solidaridad humana como aglutinante del tejido social, la propiedad sin adjetivos y como requisito para la libertad, el respeto al derecho a disentir, la familia como incubadora de ciudadanos responsables, la pasión por la libertad. Tenemos la determinación de construir la Venezuela donde estos valores imperen y estamos dispuestos a liderar esta transformación. Para hacer realidad la sociedad que nos merecemos, primero debemos combatir la pretensión de imponernos un modelo de sumisión y tener el valor de defender nuestros ideales.
Para enfrentar, detener, hacer retroceder y derrotar a un régimen que ha usurpado tanto poder, que ha subordinado la soberanía nacional a los intereses de los sistemas más oprobiosos de nuestros tiempos y que ha acumulado grandes complicidades, lo primordial es partir de un descarnado y preciso diagnóstico de su naturaleza.
No enfrentamos una dictadura clásica. En el mundo de hoy, aun los regímenes más despóticos tienen que guardar ciertas formas. Por eso, las expresiones autoritarias mundiales más recientes adoptan una apariencia democrática para esconder una perversa vocación totalitaria. Manipulan leyes y transforman Constituciones para otorgar “legalidad” a sus arbitrariedades, y recurren a consultas populares y elecciones amañadas para exhibir una supuesta “legitimidad” nacional e internacional.
El socialismo chavista es una neo dictadura que ha contado con recursos económicos gigantescos para desarrollar una campaña política sin precedentes, predicando la justicia social y la inclusión.
El resultado ha sido una sociedad dependiente del Estado, sin capacidad de producción, dividida por el odio, por prejuicios económicos, raciales, generacionales y aun religiosos. El poder se ha concentrado en unas pocas manos, gracias a instituciones postradas y serviles.
Han intentado sembrar el miedo entre nosotros con una estrategia de terrorismo selectivo de Estado, pero millones de venezolanos que hemos perdido seres queridos, empleos y propiedades hoy nos aferramos a lo que nos queda: nuestra dignidad de ciudadanos. Reconocer la naturaleza de este régimen genera la obligación moral de enfrentarlo y la obligación histórica de derrotarlo.
Esta es la más noble causa por la cual una sociedad puede luchar. Para lograr este objetivo, vamos a aglutinar la energía, el talento, el trabajo y el valor de los ciudadanos de nuestra tierra; es imperativo fortalecer y ampliar la unidad entre los venezolanos.
Somos un movimiento que representa a miles de hombres y mujeres que compartimos valores y creencias, en muchos rincones de Venezuela. Luchamos juntos porque: Creemos en una sociedad de ciudadanos responsables, libres y prósperos, que resuelva y trascienda las necesidades básicas de la población y ofrezca oportunidades para la realización de sus aspiraciones más elevadas en democracia y en libertad.
Creemos en un Estado al servicio del ciudadano, no uno que se sirva de éste; con instituciones sólidas y autónomas que garanticen la vigencia de los derechos humanos y rindan cuentas de su gestión de forma transparente y honesta. Creemos en un país que respete y promueva la propiedad de los ciudadanos como fundamento para la construcción de una economía solidaria, abierta al mundo; que garantice y enaltezca el derecho a la propiedad.
Un país de propietarios y emprendedores donde la propiedad es una posibilidad, una oportunidad y no un privilegio.
Creemos en una sociedad solidaria, capaz de engranar la generación de riqueza con un proceso de ascenso y materialización de oportunidades y capacidades para todos los ciudadanos sin discriminación alguna. Creemos en una Venezuela en paz. En un país seguro y libre de los perversos efectos de las industrias del crimen, el narcotráfico y la prostitución. 
En un país con un profundo pluralismo, promotor y defensor del entendimiento y el respeto mutuo, en su seno y hacia el resto del mundo. Es por eso que hoy te llamamos a proseguir en la más noble tarea, la causa por la libertad y la dignidad. 
La nueva etapa de esta lucha se inicia. Vamos a impedir la instauración del estado comunal que aniquila todas nuestras libertades; ello exige enfrentar el  adoctrinamiento en el sistema educativo, defender la propiedad, asegurar nuestro derecho a elegir, recuperar la plena libertad de expresión, erradicar la persecución política. Nos corresponde a nosotros asumir esta responsabilidad y liderar esta ineludible tarea.
Nuestro propósito es convocar y organizar a quienes compartimos esta visión de la sociedad, construir los medios efectivos para la lucha valiente y firme que emprendemos y no descansar hasta liberar y transformar a Venezuela.
María Corina Machado. Noviembre de 2012.-

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sábado, 10 de marzo de 2012

ALCIDES GAMARDO: ¿LA “ENCRUCIJADA” DEL 7 DE OCTUBRE?

 “Hay tiempo y esperanza si combinamos paciencia y valentía. Todos los elementos de disuasión mejorarán y ganarán autoridad… Para entonces, el arma disuasoria puede alcanzar el súmmun y cosechar la recompensa final”. Winston Churchill, 1 marzo 1955)
PARA QUE NO SE OLVIDE…
El deterioro de la institucionalidad democrática del país no es reciente, ni tampoco data de hace trece años –con la institucionalidad republicana siempre hemos estado en deuda. Tampoco es reciente, el deterioro de la calidad y cantidad de los bienes y servicios públicos; solamente que en la última década ha sufrido su peor declinación en los últimos cuarenta años. El resultado fundamental de décadas de descomposición generalizada fue la posibilidad de que, por las rendijas o grietas de la historia, se colara en Venezuela un proyecto político como el castro-chavismo, dispuesto a sustituir las maltrechas formas de la democracia que existían, por la pretensión de un Estado totalitario, justificado con la reivindicación socio-económica de los más pobres. Si hay algún responsable de crear esta lamentable grieta en la historia contemporánea de la Nación, son las elites políticas socialdemócratas y las económicas previas a 1998. Las mismas que hoy se esconden detrás de caras “nuevas” que quieren hacernos creer que no son “hijos” de ese “vientre político”, que por varias décadas desangró a la Nación y se olvido del pueblo, el cual despertó y reaccionó enardecido con el “Caracazo” de 1989. De ese lamentable evento no se dice nada.
Las mismas que han desplegado una campaña basada en el “puro optimismo” sin reconocer los riesgos y complejidades implícitos en este proceso electoral, dada la propensión histórica de los Castro, Chávez y secuaces a no seguir las reglas del juego democrático, como no lo han hecho desde 1992, hasta el presente. Mientras se generan ingentes cantidades de líneas en los diarios, bites en la red, y minutos en radio y televisión para pedir que Chávez diga realmente de qué está enfermo, o para que deje a Jagua “encargado” mientras el vacaciona en La Habana, no se ha hecho el más mínimo esfuerzo por crear las condiciones de transparencia e imparcialidad electoral de las cuales carece, absolutamente, el sistema político actual. Sólo se confía en la “avalancha” de votos opositores que hará “imposible” cualquier subterfugio del comandante-presidente. Pareciera que la sociedad democrática venezolana se resignó a que el perro del vecino –y enemigo de paso- nos “cuide las salchichas”. Como el Concejo Nacional Electoral (CNE) se portó como “manso cordero” el 12 de febrero, y se le dio ampliamente las gracias, ya se olvidaron de todas las marramuncias que hizo, durante dos años, para garantizarle al chavismo la mayoría en la Asamblea Nacional en 2010.
Más aún, el CNE emitió una resolución a principios del año 2011, con la cual, de un plumazo, se voló del mapa electoral unas doscientas organizaciones políticas, regionales y nacionales. La señalada resolución es violatoria de la Constitución, de la Ley de Simplificación de Trámites Administrativos y, por ende, violatoria de los derechos políticos de los venezolanos, en tanto y cuanto, crea todos los condicionamientos posibles para dificultar la renovación de la legalidad partidista y la creación de nuevas organizaciones. ¿Qué dijo al respecto la socialdemocracia agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)? Lo diré: NADA. ¿Será por qué todos los partidos allí apiñados cumplían con las exigencias del CNE -a pesar de lo aberrado de éstas- y en poco les interesó que al resto de los venezolanos, agrupados en organizaciones minoritarias,  se les obstaculizará la supervivencia política? ¿O será que continúa predominando el “credo” socialdemócrata del punto fijismo: “sálvese quien pueda”? Así como a ninguno de los partidos agrupados en la MUD le ha interesado el tema de las condiciones que rigen para las organizaciones políticas y las reglas para competir democráticamente por el poder, tampoco le ha interesado como se violan abiertamente los derechos políticos de todos los venezolanos.
DEL HEDONISMO PUNTO FIJISTA A LA FARSA SOCIALISTA
Por otra parte, lo más lamentable del experimento de la “nueva” izquierda revolucionaria es que (paradójicamente), en vez de sacar a los pobres de la miseria, ha logrado aumentarla por su dedicación a concentrar y mantener a toda costa y evento el poder político, a dominar al ciudadano con el disfraz de la “socialización” de todo, y el control sobre la renta petrolera de la Nación, así como también por dedicarse a financiar la exportación de las ideas comunistas y castristas en el continente. Todo ello, en vez de dedicar semejante esfuerzo –y gasto de recursos-, a crear las condiciones materiales e institucionales que (concretamente), permitieran a la sociedad venezolana disfrutar de mayor calidad de vida: seguridad de personas y bienes, empleo de calidad y mejor remunerado, equidad social, libre y regulada empresa, emprendimiento, innovación, ciencia y tecnología, cuido del medio ambiente e inversión de la renta petrolera, bajo esquemas contemporáneos, que permitieran salvaguardar la seguridad social de los venezolanos y las generaciones no nacidas.
Winston Churchil, un ferviente anticomunista y una de las mentes políticas más preclaras y brillantes del siglo XX, señaló con claridad meridiana:
 “Les declaro, desde el fondo de mi corazón, que ningún sistema socialista puede establecerse sin una policía política […] Ningún gobierno socialista que dirija toda la vida y la industria del país podría permitir expresiones de descontento público libres, agudas o expresadas con determinación. Tendrían que recurrir a alguna forma de Gestapo […]”
Mientras en el mismo periodo -de unos cuarenta años-, Noruega –por ejemplo-, alcanzaba las mayores cotas posibles de calidad de vida -apuntalada por una renta petrolera mucho menor que la venezolana-, el país descendía paulatinamente al foso de los “pobres ricos petroleros”, alejándose, cada vez más, del primer lugar del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas.
Hasta diciembre de 1998 el esfuerzo era de cada quien por salvarse a sí mismo (crecía la pobreza exponencialmente y a nadie le preocupaba, escasas compañías se esforzaban por la responsabilidad social empresarial), y la socialdemocracia creyó que la fama latinoamericana de Venezuela, como ejemplo de “estabilidad democrática”, era suficiente para mantenerse eternamente en el poder político “compitiendo” siempre entre ellos mismos (caimanes de un mismo pozo).
Pero el peor error que se comete, en casi todos los ámbitos de la vida, es dar cualquier cosa por segura. Cuando eso sucede, normalmente pasa todo lo contrario y lo que se creía más estable y duradero, colapsa.
LA “RENDIJA” HISTÓRICA
Las profundas distorsiones en las cuales incurrió la socialdemocracia en la conducción de los asuntos del Estado y el gobierno, su envilecimiento en el poder,  y su manifiesta incapacidad de generar mejoras en las condiciones materiales de vida de los ciudadanos creó la situación ideal para que el esperpento político de Chávez y secuaces aflorara y la población –de todos los estratos sociales en ese momento-, creyeran el cuento de que “freír adecos” resolvería todos los dramas de la Nación. Ya casi todos olvidamos que una línea discursiva de tipo revanchista y reivindicativa -parecida a la de Chávez, pero menos virulenta-, fue la que empleó Andrés Velásquez cinco años antes de 1998, ganando las elecciones presidenciales que luego negoció con Rafael Caldera. Ello demuestra que el país, fundamentalmente, en ese momento, quería una revancha política sobre el establishment imperante. Lo que no se sabía, era que la “revancha” que traía Chávez consigo no se trataba de liberarnos de la dominación no declarada  de las élites políticas y económicas, sino la de “democratizar” la dominación.
Así, la historia venezolana le abrió una puerta a Chávez y acólitos, con sus incompletas lecturas bolivarianas, y luego, con su “pasticho socialista” –producto de mezclar el pensamiento republicano (a la romana) y liberal de Bolívar-, con los ya fallidos experimentos socialistas del siglo XX.
El resultado de más cuarenta años continuados de diseños “institucionales” socialdemócratas y “bolivariano-socialistas” -precarios y personalistas-, está a la vista: 1) un país que contó con la bendición de un recurso tan extraordinario como los hidrocarburos e ingentes cantidades de dólares producto de su explotación, pero empobrecido y endeudado por varias generaciones; 2) unos recursos naturales distintos al petróleo y al gas natural que son la envidia de la mayoría de las naciones del mundo, pero que no han servido para generar riqueza ni, menos todavía, calidad de vida; 3) una socialdemocracia que alcanzó el poder político –continuado y razonablemente estable en 1959 y tuvo cuatro décadas de oportunidad para guiar a Venezuela en la transición de los diseños institucionales positivistas, de principios del siglo XX, a una sociedad republicana y democrática… y no lo logró. Tuvo un buen inicio, pero un pésimo final; y, más lamentablemente, 4) una farsa bolivariana que ha creado más pobres, desvalidos institucionales y pérdida de soberanía como jamás se había visto desde tiempos del gomecismo y del periodo dictatorial 1948-1958. Si durante los cuarenta años de gobiernos socialdemócratas el stablishment se preocupaba por hacer de los venezolanos de a pie unos “buenos empleados” –públicos y privados-; Chávez y secuaces nos quieren convertir en “buenos súbditos”. En fin, dos expresiones distintas de dominación.
¿Y AHORA QUÉ?
El 7 de octubre podría considerarse, por lo pronto, como una encrucijada para la Nación. El punto es que se le ha hecho creer al país que es una “encrucijada” con sólo dos caminos posibles, lo cual es absolutamente falso. El asunto está en que el establishment político actual –con la complicidad interesada de algunos actores-ha sido oligopolizado por el izquierdismo totalitario y la socialdemocracia decadente, la cual cobra una especial atención signada por el antichavismo, no por ser genuinamente una alternativa.
El chavismo llevó a la prepolítica al sistema político venezolano con su aspiración totalitaria y el maniqueísmo “amigo o enemigo, conmigo o contra mí, etc.”. Por su parte, la socialdemocracia –con el cuento de la lucha contra la “tiranía”-, ha monetarizado, del otro lado, la política. Si no tenías una “bola” de plata para inscribir candidaturas en la MUD, no había posibilidad alguna de ejercer el derecho político a aspirar a ser elegido en votación popular. Con el cuento de que “hicimos una vaca” para la campaña, la supuesta democracia opositora queda reservada a los “patricios venezolanos” que tienen los fondos suficientes –propios, puestos por la familia, tomados del erario público, etc. -, para mostrarse al electorado como opción política posible. Todos los demás, a hacerles campaña a ellos en nombre de la “unidad”; como borreguitos porque si no, según algunos, se es “traidor a la patria” (¡por favor!).
El punto, finalmente, es que primero si existimos un significativo grupo de venezolanos que –sin querer ser más papistas que el Papa-, amamos nuestra Nación, que hemos estudiado y reflexionado largamente sobre la realidad del país, así como respecto a la realidad de otros países y regiones y vemos con convicción que el establishment político del país se quedó, hace mucho rato, a la saga del conocimiento propio y necesario para reequilibrar a la Nación y para igualarla, ante todo, a los adelantos institucionales y que en materia de libertades han alcanzado otras sociedades.
El punto, finalmente, es que si existen alternativas políticas consistentes, coherentes e innovadoras para crear un nuevo diseño institucional sin pretender destruir todo lo bueno que hemos alcanzado y sacar a la Nación de la nueva década pérdida en la cual nos metieron los Castro, sus secuaces y Chávez, Pero también para que nos permita dar el salto cuántico necesario para superar la mediocridad de posturas anacrónicas –como la socialdemocracia-, que todavía se expresa a través de “liderazgos” apuntalados con plata y  balurdos eslóganes de la segunda mitad del siglo XX.
El Republicanismo Democrático –aunque es una doctrina política de muy larga data, que tiene sus orígenes en la primera expresión de la República Romana-, ha evolucionado constantemente en su interacción con las demás formas de pensamiento político occidental (especialmente el liberalismo). Es en el presente la doctrina política que mejor recoge y expresa la tradición del pensamiento político y filosófico occidental de intentar establecer límites al poder político, a favor de las libertades ciudadanas. Pero en la contemporaneidad, reconoce que el ejercicio de la dominación dentro de las sociedades puede emanar, no solamente de las instancias políticas, sino también de las dinámicas económicas. Por ende, el Republicanismo Democrático se atreve también a proponer el diseño institucional necesario para que surja, en todos los ámbitos de la vida en sociedad, la libertad como no-dominación, así como los procedimientos que permitan la eficiencia del Estado y los gobiernos en la generación de bienes y servicios públicos (genuinamente públicos).
El Republicanismo Democrático plantea, en síntesis, un modelo de cómo reorganizar las instituciones (reglas de juego), que permitirán el funcionamiento del Estado y los gobiernos a favor del ejercicio pleno de las libertades políticas y económicas, mejorar la equidad en la distribución de la riqueza nacional sin apelar a la “igualación hacia abajo” que pretende el comunismo, ni apelar a las “fuerzas del mercado” y a hacernos “buenos empleados”, como pretenden los liberales, en sus distintas versiones.
El Republicanismo Democrático, también contempla la manera de como generar bienes y servicios públicos en la cantidad y calidad necesarios, al ritmo de la evolución de las sociedades contemporáneas, de la ciencia y tecnología, de la necesidad de preservar el medio ambiente y del inevitable crecimiento demográfico.
La sociedad venezolana está, francamente, alienada por dos fuerzas ideológicas que pugnan –aparentemente-, en sentido contrario, pero que contiene la misma perversidad implícita de estar al servicio de intereses que representa, a fin de cuentas, formas implícitas o explícitas de dominación.
La Nación requiere un nuevo liderazgo para poder entrar al siglo XXI, necesitamos un nuevo diseño institucional y una nueva independencia, no solamente de aspiraciones extranjeras de dominarnos y de usufructuar nuestros recursos, sino también con respecto al Estado venezolano y algunos de nuestros propios conciudadanos con graves patologías sobre el ejercicio del poder.
Un cambio real, de ciento ochenta grados, es absolutamente posible, pero hay que permitirse superar la miopía política.
Alcides Gamardo
terceraalternativavenezuela@gmail.com 
@3raalternativa

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sábado, 11 de febrero de 2012

EDUARDO J. BARRIOS P: ¡HACIA LA TRANSICIÓN!

Venezuela vive uno de sus momentos estelares como nación. En pocas horas se definirá el rumbo político de la oposición venezolana, seleccionando mediante un proceso inédito de elecciones primarias abiertas, al líder para confrontar al proyecto ideológico del Socialismo del Siglo XXI.
El 12 de febrero marcará un antes y un después, no hay vuelta atrás, se iniciará un proceso político estructurado hacia la democracia: ganar, cobrar y gobernar. La fortaleza del proceso que se iniciará luego de los resultados comiciales, es que se tendrá un líder opositor unitario para enfrentar al actual presidente y lo que él representa. Pero también desnudará otras cosas. El mismo representa la madurez de un liderazgo político que accede por muchas razones a “unirse”, particularmente por su supervivencia.


Participaran en estas primarias cinco líderes reconocidos: Diego Arria (73 años), Pablo Medina (64 años), María Corina Machado (44 años), Pablo Pérez (42 años) y Henrique Capriles (39 años). Los estudios de opinión reflejan que existe una polarización entre dos de ellos y las encuestadoras señalan que Capriles tiene la más clara opción de triunfo. Sin embargo, ninguno de los dos, Pérez o Capriles, pueden cantar victoria sin pasar por el cedazo de la medición popular, quien tendrá la última palabra.
Si Capriles resulta el ganador, el rompimiento generacional con el estamento político del pasado se consumará. COPEI y Acción Democrática, enfrentaran sus demonios internos y tendrán que renovarse, desaparecerán o quedaran como lo que son, Partidos Históricos rechazados o aceptados por una sociedad que les endilga todo lo malo pero no lo bueno, de su pasado político.
Al contrario, si Pérez es el ganador, la oportunidad tanto para la nueva generación como para el liderazgo curtido, será incluyente y los cambios necesarios en el seno de los partidos que participaron en este inédito proceso, se realizarán mas temprano que tarde. No hay manera de frenar la evolución natural.
El importante paso del 12F, es el camino al 7 de octubre. Allí se definirá el futuro de los venezolanos. Quien resultare ganador de las primarias, ira  con mucha fuerza y apoyo popular a confrontarse por la Presidencia de la República, con un carismático y autócrata líder sin escrúpulos de ninguna naturaleza.
Si gana el continuismo, el proyecto del Socialismo del Siglo XXI que no es mas que una política de estado, de: igualarnos a todos hacia abajo; remplazo del sector productivo privado por el público; la sustitución de la propiedad privada por la comunal; la educación privada por la ideológica pública; el entreguismo del país al comunismo cubano y al chino, entre otras, se profundizará. El comunismo se afianzará en el país y por primera vez, surgirá de la voluntad de una expresión popular.
Si triunfa la democracia, el proyecto estructurado se iniciará sí quienes tienen el espíritu de desconocer la voluntad popular, dan un paso en falso por ese camino, cobrar será inminente. La calle será pequeña para albergar a millones de venezolanos exigiendo el respeto a su decisión. La Transición, se iniciará. Es decir, la transición política necesaria durante el cambio de un sistema por otro. Es natural que en este tipo de transiciones, convivan en los primeros momentos, elementos de ambos regímenes (por ejemplo: se mantienen los jueces del TSJ, la misma Asamblea nacional, entre otras situaciones semejantes).
Los venezolanos tenemos una cita con nuestro destino, solo nosotros tenemos la ultima palabra. Nos estamos jugando a Rosalinda, que como en el inmortal poema de Ernesto Luis Rodríguez y que en este fragmento en su verso final, retrata nuestra preocupación y animo:

Vino un joropo llanero,
se puso lindo el caney.
Yo jugué mi araguaney,
mi cobija y mi sombrero;
perdí todo mi dinero
-me quedé sin un centavo-,
y para sacarme el clavo
con los nervios amargados,
en la ley de un par de dados
se la jugué a un indio bravo.
Se amontonaron los peones
para ver quién la ganaba;
cada fibra me saltaba
de los soleados pulmones;
se ovillaron mis canciones
en los silencios ignotos,
y dije entre sueños rotos:
"voy jugando a Rosalinda",
¡y el dado en la noche linda
me devolvió mis corotos!...
¡VIVA VENEZUELA!

eduardojbarriosp@gmail.com

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