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BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL
viernes, 13 de enero de 2012
“EL FRENTE DE ENTENDIMIENTO NACIONAL DE CARA A LOS PROCESOS ELECTORALES QUE SE LLEVARAN A CABO EN EL 2.012.”
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miércoles, 28 de diciembre de 2011
LUIS DANIEL ÁLVAREZ: ESCOGIENDO EL DESTINO
Los venezolanos escogeremos entre dos modelos: la democracia o el adoctrinamiento
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ZAPATERO SALUDA A RAJOY |
sábado, 18 de diciembre de 2010
VAMOS A IMPEDIR QUE EL PRESIDENTE CHÁVEZ ANIQUILE LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA. MOVIMIENTO 2D
viernes, 3 de diciembre de 2010
¿CUÁNDO APRENDEREMOS LA LECCIÓN?. RONNY PADRÓN

Basta con revisar las propuestas programáticas de la Mesa de la Unidad Democrática presentadas el 22 de abril de 2.010, para comprender el meollo de la cuestión. Entre las 100 propuestas que integran tan denso documento solo es destacable el estilo retórico, el mismo que dio lugar al presente horror socialista: La superposición de las formas sobre el fondo.
El perfecto reflejo de una dirigencia demócrata que a sabiendas de los nuevos paradigmas necesarios al país, se resiste aún a los cambios anhelados por quienes confiaron en el hoy tirano Hugo Chávez, y que continúan esperando por una alternativa válida ante el presente caos.
La anterior afirmación podemos precisarla de la siguiente manera: ¿Dónde está el cambio de paradigma en materia económica propuesto por la MUD? ¿Dónde el nuevo paradigma en materia de servicios públicos? ¿Cuál es el nuevo paradigma en Seguridad Social o bien en cuanto a la administración de justicia? y así continuar en todos y cada uno de los aspectos cruciales que conforman el abanico de inquietudes del venezolano de hoy.
Tales silencios no son casuales. Son típicos de una dirigencia negada a aprender una lección. La lección de interpretar que el pueblo venezolano merece algo mejor que el populismo ramplón, ese del estatismo petrolero; que no se conformará con la simple promesa de una Pdvsa eficiente una vez restauremos la Constitución. No. Es tiempo de hablar claro.
¿Por qué insistir en el estatismo petrolero cuando se sabe que la empresa privada es más eficiente y produce a menor costo? ¿Quién se beneficia realmente del estatismo petrolero? Son preguntas aún sin respuesta por parte de nuestros dirigentes demócratas, no solo paralizados ante el avance de la tiranía por el muy humano temor a perder la libertad, algo lógico ante regímenes de esta naturaleza; es que también va ganando terreno una primera conclusión: Nuestra dirigencia demócrata deja ver su desconfianza ante los cambios políticos desde hace tanto esperados.
Sino por qué habrían de mantener el silencio sobre: La necesidad de eliminar desde ya y para siempre el control de cambio monetario, la imperativa privatización de todas las empresas mercantiles gerenciadas por el Estado, comenzando por Pdvsa y siguiendo con la CVG; el otorgamiento en concesión a empresas privadas especializadas de la prestación de los servicios públicos básicos de: electricidad, agua potable, gas doméstico si de veras pretendemos contar algún día con servicios públicos de primera. Aunado a lo anterior por qué la reticencia a debatir públicamente sobre el deber moral de juzgar en territorio patrio y de conformidad con la Constitución a todos los responsables de la actual catástrofe gubernativa encabezada por el teniente coronel Hugo Chávez, ello a contracorriente de quienes pretenden brindarle "puente de plata" para un escape como en aquel 12 de abril.
El pasado 26 de septiembre la mayoría electoral en Venezuela brindó una nueva demostración sobre su anhelo de cambiar, va siendo hora que nuestra dirigencia demócrata haga otro tanto y demuestre su voluntad de avanzar. No creo sea mucho pedir que quienes pretendan dirigirnos en esta lucha brinden también ejemplo de valentía y autoridad moral en medio de una tiranía a la debemos reiterar: Doblegarán nuestros huesos pero nuestro espíritu jamás. ORA y LABORA.
caballeropercival@hotmail.com
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miércoles, 17 de noviembre de 2010
EL PARAÍSO DE LOS ILUSOS. ALBERTO MEDINA MÉNDEZ
Un grupo de intelectuales, que encontraron en la economía del bienestar un medio de vida, aparentemente honroso, se han ocupado de desarrollar retorcidas teorías, indemostrables por cierto, que permiten su subsistencia personal, y la de toda la casta política a la que han sabido encumbrar y sumar como aliada estratégica.

Si la cosa sale bien, dirán que fue su mérito, su descubrimiento. Si sale mal, es simple, será el perverso efecto del mercado. Sus políticas nunca tienen que ver con los resultados indeseados. Para ellos solo se trata de acertar con las herramientas. Lo cierto, es que ese modo de ver la economía, se ha trasladado a casi toda su visión. Intentan aplicarlo en la vida cotidiana y en todo aquello que la política puede inducir.
Los resultados están a la vista. Una economía con altísimos niveles de intervención estatal gobierna el globo hoy. Solo se trata de matices. En algunos países aun respetan el sistema de precios, aunque solo lo hacen fronteras adentro ya que intervienen fuertemente con regulaciones al comercio internacional para sojuzgar la capacidad de compra de sus ciudadanos y favorecer o perjudicar a los empresarios locales, según como soplen los vientos del lobby doméstico. Subsidios, promociones, ayudas, incentivos, los instrumentos pululan, abundan, sobran y se reinventan a diario.
El máximo paradigma de esta mirada lo constituye la manipulación monetaria. Los Bancos Centrales, los iluminados economistas y políticos que suponen saber como “jugar ese juego”, pretenden hacer de dioses para establecer criterios de emisión de la moneda, niveles de tasas de interés y cuanta variable esté a su alcance. Ellos creyeron encontrar el paraíso cuando un par de malabarismos lineales le dieron resultados de corto plazo. Sabían que luego eso se derrumbaría, pero a esas alturas, el problema ya sería de otros, y encontrar responsables, se convertiría en algo muy simple.
Alguna vez alguien, con el que poco acordamos respecto de su visión, dijo algo así como que “con la economía se puede hacer cualquier cosa, salvo evitar sus consecuencias”. La frase bien vale para casi cualquier ámbito de la vida ciudadana.
Se trata de libertad y responsabilidad. Hacer algo, implica asumir los riesgos y entender que la vida esta repleta de acción y reacción. Cuando en la economía sucede algo, como ahora, como antes, y como seguramente ocurrirá en el futuro, es la consecuencia de otra cosa, y no la causa de nada.
El protagonismo planetario que han logrado los Bancos Centrales, como monopolios estatales de la creación, emisión y distribución del dinero, es el dato más preocupante de la economía mundial de este tiempo. La aceptación generalizada de que esta regla es la correcta, y la discusión publica de tonalidades irrelevantes respecto a la eficiencia de sus funcionarios, el criterio de sus burócratas y la moralidad de los dirigentes que las conducen, parte de la base de una ilusión sin sustento.
La economía no puede ser conducida sin consecuencias indeseadas. No se trata de un rompecabezas. Cuando se intervienen los mercados, y el dinero es solo una mercancía mas en este esquema, es inevitable pagar los costos de esa manipulación.
El mercado tiene sus reglas, se trata de un mecanismo natural, tan básico y lineal como la ley de gravedad. Se pueden posponer efectos, desviar recorridos, acelerar procesos, pero lo que no se puede evitar, es que el mercado actúe más tarde o más temprano.
La inmoralidad de detener los naturales esquemas que propone el mercado, nos lleva irremediablemente a pagar costos impensados, imposibles de medir, de consecuencias inimaginables. Los supuestos problemas que se quisieron evitar volverán sobre nosotros pero con más fuerza, y con la desventaja, de que habremos creído que los superamos, y estaremos perdiendo concentración en corregir las causas originarias del problema.
Le hemos invertido demasiado tiempo a torcer los rumbos, y no a entender los mecanismos bajo los cuales funcionan las reglas universales. Se trata de interpretarlas con inteligencia y no de resistirse caprichosamente a ellas. En el recorrido de este perverso juego, se hacen eficientes negocios que no lo son, se inventan algunos inviables y se castigan a los mejores, bajo el ardid de defender los intereses de todos.
El mundo ha progresado muy a pesar de los detractores del mercado. Las grandes invenciones, los avances en todos los campos no han provenido precisamente del intervencionismo reinante, sino de la creatividad humana.
La guerra de monedas, nos invita hoy a la pulseada mas perversa de esta nefasta visión ideológica que orienta al mundo. La sociedad en su conjunto las aprueba ingenuamente. Sigue creyendo que la economía puede “simularse” para lograr los efectos deseados y evitar los otros. Estamos repletos de historias que cuentan lo contrario. Pero claro, los manipuladores ahora dirán que la culpa la tiene otro. Si sus teorías fueran ciertas, si pudieran demostrarlas con elementos concretos, no conviviríamos los problemas que conocemos. Todo se hubiera resuelto mágicamente y hace tiempo.
Si vivimos de crisis en crisis, y la que viene siempre parece peor que la anterior, tal vez sea tiempo de asumir que sus teorías son erróneas, que sus construcciones intelectuales, son castillos en el aire, que solo han sabido anteponer sus intereses personales para poder vivir de sus retorcidas ideas y hacerle pagar al mundo, a esos que producen con su esfuerzo a diario, el costo de sus políticas, esas que reinventan a diario para poder mantenerlas y sostenerse en el tiempo.
A la economía hay que entenderla, interpretarla, y jugar sus reglas con inteligencia y sobre todo con esfuerzo y responsabilidad. No se trata del ingenuo vicio de someterla. Eso solo ayuda a los que viven de ese lado del mostrador, del lado de los que mueven las palancas. Muchos de ellos conocen bien la historia, pero necesitan de esta parodia infinita para prolongar eternamente ese medio de vida que los aloja en los gobiernos, los alberga en las universidades y les da contención en las organizaciones que viven del favor estatal. Otros, los mas por cierto, entre los que cabe incluir al inmenso universo ciudadano que conforma el electorado, siguen viviendo bajo el paraguas que propone el paraíso de los ilusos.
Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
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jueves, 4 de noviembre de 2010
LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS: ¿DERECHO ADQUIRIDO O MERECIDO?. RONNY PADRON.

viernes, 15 de octubre de 2010
DOS CONCEPTOS ANTAGÓNICOS: LIBERALISMO Y FASCISMO. CARLOS FEDERICO SMITH (*)
En ocasiones al liberalismo clásico se le ha endilgado la canalla etiqueta de ser nazi o fascista, aunque algunos para no aparecer tan extremistas le acusan de ser de extrema derecha. De entrada me parece evidente la intención maledicente de aquella acusación, por lo que conviene sólo hacer unos pocos señalamientos para desmentir totalmente la acusación. No sólo el liberalismo clásico y el totalitarismo son en esencia antagónicos, sino que también el nazi-fascismo persiguió tenazmente a los pensadores y miembros de movimientos políticos liberales, lo cual ocasionó que muchos de ellos tuvieran que emigrar hacia naciones enemigas de los gobiernos nazi-fascistas de Europa en años previos y durante la Segunda Guerra Mundial. Al menos tres de los más grandes pensadores modernos del liberalismo, Karl Popper, Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, tuvieron que huir del nazi-fascismo para encontrar asilo en las democracias liberales de Occidente.
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El liberalismo clásico se opone al totalitarismo, el cual incluye no sólo al nazismo y su versión suavizada, el fascismo, sino también al socialismo extremo del marxismo. Esto no es casual, dada la gran afinidad que hay, como planteamientos totalitarios, entre el nazi-fascismo y el socialismo marxista, lo que da lugar a que surja una aversión natural al liberalismo clásico. Señala Hayek, refiriéndose al nazismo, que “las doctrinas que guiaron a los sectores dirigentes de Alemania (nazi) no se oponían al socialismo en cuanto marxismo, sino a los elementos liberales contenidos en aquél: su internacionalismo y a su democracia. Y a medida que se hizo más claro que eran precisamente estos elementos los obstáculos para la realización del socialismo, los socialistas de la izquierda se aproximaron más a los de la derecha. Fue la unión de las fuerzas anticapitalistas de la derecha y la izquierda, la fusión del socialismo radical con el conservador, lo que expulsó de Alemania a todo lo que era liberal” Friedrich Hayek, Camino de servidumbre, San José: Universidad Autónoma de Centro América, 1986, p. p. 207-208).
Esta antítesis entre liberalismo y fascismo se evidencia en la definición que de este último formula Jonah Goldberg: “El fascismo es una religión del estado. Asume la unidad orgánica del cuerpo político y suspira por un líder nacional que esté a tono con la voluntad del pueblo. Es totalitario en tanto mira todo como si fuera un asunto político y sostiene que cualquier acción tomada por el estado se justifica en el logro del bien común. Toma la responsabilidad de todos los aspectos de la vida, incluyendo nuestra salud y bienestar, y busca imponer la uniformidad de pensamiento y de acción, ya sea por la fuerza o por medio de la regulación y la presión social. Todo, incluyendo la economía y la religión, debe estar alineado con sus objetivos. Cualquier entidad rival es parte del ‘problema’ y por tanto se la define como un enemigo” (Jonah Goldberg, Liberal fascism, New York; Doubleday, 2007, p. 23. El término “liberal” del título de este libro se refiere al uso que de dicho término se hace en EE.UU., que, a diferencia del liberalismo clásico, se caracteriza por una alta dosis de intervención y participación estatal en las más diversas manifestaciones de la vida política… sin duda que muy, pero muy, cercano al fascismo).
De acuerdo con la definición previa, el fascismo hace del Estado una religión, en cuanto a ser una creencia absoluta, como señaló Augusto Turati, apóstol del fascismo, al proclamar que “tal como uno cree en Dios… aceptamos la Revolución (fascista) con orgullo, tal como aceptamos estos principios —aún si nos damos cuenta de que están equivocados, los aceptamos sin discusión alguna” (Citado en Ibídem, p. 419, nota 30. El paréntesis es mío).
En contraste con la visión anterior, en la concepción liberal clásica el Estado esencialmente cumple un papel restringido destinado a asegurar el funcionamiento del orden liberal espontáneo. Mientras que para el liberalismo clásico el cuerpo político no se considera como un órgano independiente que va más allá de los individuos que lo componen, el fascismo considera al Estado como un ente supraindividual. A la vez, el fascismo es totalitario en cuanto mira todo desde el punto de vista político, mientras que el liberalismo clásico busca minimizar el poder político, de forma que el individuo tenga el mayor campo posible de acción.
Mientras que para el fascismo la acción del Estado se justifica en que al actuar lo hace para lograr el bien común, para el liberalismo clásico el interés público y el interés individual son uno e inseparable. De acuerdo con Linda Raeder, la noción liberal Hayekiana del bien común “consiste en asegurar las condiciones abstractas que permiten las actividades de millones de personas quienes no conocen y no pueden conocer las circunstancias e intenciones concretas de cada una de ellas, para que se ajusten entre sí en vez de derivar en un conflicto… tales condiciones surgen de la observación de ciertas reglas —de percepción, de comportamiento, de moralidad y legalidad— que estructuran la operación del mecanismo ordenador que llamamos ‘mercado’” (Linda Raeder, “Liberalism and the Common Good”, en The Independent Review, Vol. II, No. 4, Primavera de 1998, p. 524).
Para el liberalismo clásico la esencia del bien común radica en asegurar reglas generales que permitan la existencia de un orden espontáneo, en donde los individuos tengan la oportunidad y libertad de hacer el mejor uso de sus recursos para lograr sus objetivos disímiles, mientras que para el fascismo cualquier acción estatal que se lleve a cabo lo es para asegurar tal bien común, en donde los individuos deberán ser dirigidos por el Estado —esto es, que le obedezcan y sirvan— en sus esfuerzos por lograr lo que algunos iluminados han definido como bien común.
En tanto que para el fascismo el Estado es responsable de todos los actos de la vida de las personas, en criterio del liberalismo clásico la responsabilidad es fundamentalmente del individuo en libertad de escoger lo que prefiera para el logro de su felicidad propia. “La libertad no sólo significa que el individuo tiene la oportunidad y la responsabilidad de la elección, sino también que debe soportar las consecuencias de sus acciones y recibir alabanzas o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables” (Friedrich A. Hayek, Los fundamentos de la libertad, Op. Cit., p. 87).
El liberalismo clásico estimula la diversidad de toda índole, el fascismo la aborrece y busca la uniformidad de acción y pensamiento, para lo cual acude a la coerción y uso de la fuerza o bien a una regulación que restringe la libertad individual de tomar decisiones propias, así como utiliza la presión social que en su visión siempre define como “nosotros” en contraste con “ellos”. Con tal objetivo en mente fue que Mussolini escribió que, “debemos crear una minoría proletaria lo suficientemente numerosa, suficientemente conocedora, suficientemente audaz como para sustituir por sí misma, en el momento oportuno, a la minoría burguesa… Las masas simplemente la seguirán y se someterán a ella” (Citado en Jonah Goldberg, Op. Cit., p. 38).
Finalmente, de acuerdo con la célebre expresión de Mussolini “todo dentro del estado, nada contra el estado, nada fuera del estado,” todo, como claramente lo señala la definición de Goldberg antes citada, “debe estar alineado” con los objetivos del estado. El papel del Estado en el pensamiento liberal clásico, por el contrario, está claramente restringido al máximo posible y de forma que sea consistente con la conservación del sistema espontáneo en el cual descansa el liberalismo, y en donde se asegure la libertad máxima posible a los individuos. Según Goldberg, el fascismo surgió a partir de la creencia de que “la era de la democracia liberal estaba llegando a su fin. Era tiempo de que el hombre dejara de lado los anacronismos de la ley natural, la religión tradicional, la libertad constitucional, el capitalismo, entre otros, y se elevara hacia la responsabilidad de rehacer el mundo a su imagen propia… Mussolini a menudo declaraba que el siglo diecinueve era el siglo del liberalismo y que el siglo veinte sería el ‘siglo del fascismo’” (Jonah Goldberg, Ibídem., p. 31).
En resumen, la esencia de la diferencia entre el liberalismo clásico y el fascismo fue claramente expuesta por Mussolini al escribir que “en contra del individualismo, la concepción Fascista es por el Estado… El liberalismo negó al Estado en función de los intereses de individuos particulares; el Fascismo reafirma al Estado como la verdadera realidad del individuo” (Benito Mussolini, “Fascism”, en Giovanni Gentile, editor, Italian Encyclopedia, 1932). Afortunadamente, después de una violenta Segunda Guerra Mundial que culminó con la derrota nazi-fascista, casi de las cenizas ha resurgido el liberalismo clásico, el cual hoy día goza de una enorme reputación tanto en la práctica como el campo de las ideas; sin embargo, cabe preguntarse si muchas de las concepciones políticas actuales no convergen hacia el fascismo en vez del liberalismo clásico. La respuesta que se intente dar a esa pregunta bien puede ser razón suficiente para conocer el verdadero alcance del ideario liberal clásico y de motivar la defensa permanente de la libertad.
(*) Carlos Federico Smith es un frecuente colaborador de la Asociación Nacional de Fomento Económico de Costa Rica (ANFE).
Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
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miércoles, 6 de octubre de 2010
¿Y QUIEN DEFIENDE AL CAPITALISMO?. RAFAEL URRIBARRI
Está visto que el principal proposito del Régimen es el de acabar con la economía capitalista, para transformarla en lo que ellos llaman Economía Socialista o Comunal, es decir Comunista.
Lo dice en cada intervención que hace y en cada oportunidad que se le presenta, lo hace para justificar ante el pueblo las "expropiaciones" que están teniendo a lugar:

"Hemos intervenido Agroisleña porque especulaba con el precio de los productos.Fijense , por ejemplo,. que el precio de la Urea vendida por Pequiven es de 17.4Bs, y ellos la vendian a 56,2Bs, imaginese ustedes , que aberración, que especulación,un 210% de aumento, por esto es que tenemos que acabar con el Capitalismo",-Aplausos y vítores de los presentes (y de los ausentes que aún siguen creyendo en él y en estos cuentos).
Lo que NO dice el presidente comandante a los presentes es que el precio de todo producto lleva implicito "los costos" operativos y de ganacia del mismo.
Si Pequiven me vende a mi el Urea en un precio y yo se lo compro a éste porque lo voy a comercializar, entonces debo sumarle mis costos operativos( transporte, almacenamiento, empaque, sueldos y salarios, servicios, y finalmente mi ganancia), esos costos se suman al precio de venta al mayor para obtener el precio de venta al detal o al minorista, como quieran llamarle.Pero eso no lo dice el Comandante.
El lo que sugiere es que la gente trabaje gratis, si ganancia alguna, sin producir el mínimo de riqueza.Que si lo compró en 17,4 pues que lo venda, como mucho en 20.Y es asi como el cree que se puede combatir la infalción.Que en vez de cobrar dinero, le paguen con gallinas , huevos o patillas.Que hagan "trueques" y que vivan en estado contemplativo sin desear ningún tipo de riqueza que represente una mejora o diferencia en su vida con el resto de sus congéneres, eso es el COMUNISMO, según sus propias palabras.
Pamplinas! el ser humano, está comprobado, siempre querra y deseará "tener" y asegurar reservas para su propio bienestar y seguridad personal y familiar( es intrinseco a su naturaleza).
Ya verán que, al pasar Agroisleña a manos del Estado, los nuevos operadores a quien se les entregue el manejo de la empresa, comenzarán a sobornar a los campesinos para entergarlesel producto y les exigiran pagos "bajo cuerda" o comisiones puntuales , hasta afixiarlos, lo cual será peor , en todo caso.
Vemos asi como el remedio "socialista" es peor que la enfermedad que, según él y "ellos" ,es el capitalismo.
Asi llevarán el Pais a la ruina , a la destrucción y a la desolación.
Ya ocurrió en la Union Sovietica, en China, y en Cuba.
EL Comunismo NO FUNCIONA, sino que destruye naciones.
Ojala nuestros empresarios,comerciantes, educadores, catedráticos, periodistas, económistas,políticos y todo aquel que tenga acceso a la divulgación masiva de la información, empiencen a hablar sobre el tema. Comience una verdadera campaña informativa de lo que es el Capitalismo para que pueda ser entendida.
Ciertamente el capitalismo, como formula per se de solucion de los problemas económicos de una nación ,no es tampoco la panacea, se requiere de "CONTROLES" porque la ambición desmedida del hombre (intrinseco también en su naturaleza) lo llevará siempre a ESPECULAR y a incrementar los precios artificialmente. Es alli donde el ESTADO, tiene una responsabilidad, VIGILAR, FISCALIZAR, PENALIZAR o INCENTIVAR( si está actuando correctamente y si demuestra Compromiso Social), al empresario. Pero no a EXPROPIAR, porque con ello lo que está haciendo es AGRAVANDO EL PROBLEMA ( si es que considera que lo hay).
Hay que decirle al pueblo que las naciones progresan cuando se respeta la propiedad privada y se incentiva a la inversion y a la producción de bienes y servicios.
Quienes serán los que van a romper el mito de que el Capitalismo es malo y de que se atreven a defenderlo ante la imposición, presentación y venta que le están haciendo al pueblo de las maravillas del COMUNISMO(Socialismo del Siglo XXI).?
Porqué el miedo?.Hasta cuando el romantisismo infantil de la "izquierda" política de esta pais va a seguir con el pensamiento atávico de la utopía Marxista entre ceja y ceja. Cuando van a dejarse de escinder lo que todos ya saben:
El Comunismo es un Fracaso, No sirve, , No funciona.
Lo único que funciona es la aproximación a la Democracia verdadera, la separación y equilibrio de ´poderes, el respeto a las instituciones. Y un Estado que trabaje en funcion del bienestar Colectivo de TODOS los integrantes de una sociedad, no de un solo sector de ella.
Es necesario que en Venezuela se abra ese debate, urge que se haga y se le hable abierta y francamente a la nación.
Quien defiende al Capitalismo, la iniciativa privada, la generación de riqueza, la propiedad privada?.Quien?
rafaelurribarri@yahoo.com
domingo, 3 de octubre de 2010
CAPITALISMO PARA VENEZUELA, RAUL ZAPATA
Dios nos hizo libres, dotados de libre albedrío, al mismo tiempo que nos exhorto a fructificar y prosperar en abundancia.

El capitalismo es la única forma en que los hombres y los venezolanos en particular, podremos aspirar lograr cada vez mayores niveles de progreso y prosperidad, pero lamentablemente la elite política venezolana parece dudar de nuestra capacidad de trabajo e inteligencia para laborar en un régimen de libertades económicas, sin un estricto control de la elite política gobernante. Nuestros políticos prefieren que la tarea de generar crecimiento económico, este en manos del gobierno, en lugar de confiar en la capacidad emprendedora de los venezolanos.
Sin importarles el fracaso económico y la opresión que el socialismo ha generado fatalmente, a lo largo y ancho de nuestro planeta, durante los últimos años, algunos lo defiende, debido al inmenso poder económico y político que el socialismo pone en manos de la clase política.
El capitalismo, por su parte, ha tenido un enorme éxito, para elevar la producción y la productividad en el mundo, y con ello la calidad de vida de cientos de millones de seres humanos. Con todo y los altibajos periódicos que puedan presentarse, resulta evidente que en el mediano y largo plazo l capitalismo genera crecimiento económico a partir de la capacidad productiva y el talento de los ciudadanos.
El capitalismo no sólo ha logrado aumentar considerablemente la producción del planeta --en las tres última generaciones la producción ha aumentado miles de veces, más que en todas las otras generaciones anteriores juntas— también ha logrado, junto a las libertades individuales que impulsa, una preocupación, anteriormente inimaginable, por la conservación del ambiente. Se invierten como nunca, inmensas fortunas en proteger y reducir a su mínima expresión los daños ambientales --lo que no se observa en las sociedades estatistas, socialistas o comunistas--. En las grandes sociedades capitalistas de hoy, hay más bosques que hace cien años y se protegen especies variadas, que se consideran en peligro de extinción, Los sentimientos de solidaridad y amor cristiano, se han venido cobijando, cada vez en más corazones –expresado de una manera libre y no por la obligación que impone la ley—La solidaridad internacional, ante una calamidad, es un hecho evidente..
El capitalismo impulsa, para lograr mayor éxito, una mayor preocupación y responsabilidad social, de parte de los emprendedores. Se entiende que el compromiso honesto y decidido por sus clientes, sus trabajadores y su entorno social, es lo que garantizar una presencia prolongada y exitosa, en el competitivo mundo de hoy. Se reclama capacidad productiva, pero además evidencia de ocupación por el presente y futuro de la raza humana.
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viernes, 24 de septiembre de 2010
DERECHOS NATURALES 1, NELSON MAICA C

viernes, 20 de agosto de 2010
IZQUIERDAS Y DERECHAS, ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA
"El socialismo es el comunismo" Fidel Castro
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La desaparición de la Unión Soviética, y con ello de la Europa del Este y del polo de aglutinación del comunismo a nivel planetario, han terminado por asestarle un golpe mortal al socialismo y, tras suyo, a la nomenclatura tradicional en que se dividían los campos políticos, según los cuales las agrupaciones de fuerzas se encuadraban en las izquierdas o las derechas. Siendo estas últimas el campo de gravitación del conservadurismo y la defensa del statu quo mientras que aquellas lo eran de la contestación y el progresismo. Hasta entonces, 9 de noviembre de 1989, en el imaginario colectivo, la diferencia entre izquierdas y derechas fue siempre un sucedáneo de la divisoria entre “buenos” y “malos”.

Desde la caída del muro, y con él la del auto de fe de que el progresismo y el futuro descansaban en las izquierdas en todas sus variantes – desde el bolchevismo hasta el reformismo – y el estancamiento y la regresión en el campo de las derechas, el eje de gravitación política se ha desplazado al enfrentamiento entre demócratas y autócratas. Polos de aglutinación que pueden perfectamente atraer hacia sí a derechistas e izquierdistas de todos los colores. Y efectuar con su muy amplia delimitación un corte transversal que atraviesa todas las gamas del espectro político. ¿Qué permite al día de hoy la coincidencia de derechistas e izquierdistas? La lucha contra las dictaduras. La defensa de las libertades democráticas. El enfrentamiento contra el totalitarismo. ¿Qué las une? El liberalismo, en su más amplia acepción. Y la consiguiente defensa de la propiedad privada. Las diferencias que restan hacen a matices en el rol del Estado, el acento en lo social sobre lo particular, la defensa de los más desfavorecidos y el esfuerzo por lograr la igualdad de oportunidades y la prosperidad para todos. Con una conciencia común: el progreso y el bienestar son incompatibles con los totalitarismos. Sólo son verdaderamente posibles en democracia y bajo el irrestricto respeto a la propiedad privada y al libre mercado. Dos aspectos de un mismo fenómeno.
¿Quién puede afirmar hoy en día que el más que semi centenario régimen cubano representa la contestación y el progresismo y el gobierno de Sebastián Piñera el del conservadurismo y la regresión? Obviando los fanatismo de viejo cuño que siguen imperando como una rémora en sectores sociales anclados en el pasado, carentes de toda auténtica incidencia en los destinos de sus respectivos países, nadie con dos dedos de frente puede salir a defender al uno porque representa el futuro – tras medio siglo de fracasos y una feroz dictadura totalitaria – y el otro el conservadurismo – cuando intenta una reforma en profundidad que permita que su país de el salto definitivo hacia la prosperidad y el desarrollo propios del primer Mundo.
La encrucijada en que se encuentran los pueblos latinoamericanos, y que se ha hecho crucial en nuestro país, no pasa por izquierdas o derechas. Pasa por aquel punto que divide a los ciudadanos y los lleva a optar por soluciones autocráticas y dictatoriales – de cualquier signo ideológico – o por opciones estrictamente liberales y democráticas. Ni en Brasil ni en Colombia ni en Chile, las opciones autocráticas capitalizan más de un diez o un quince por ciento del electorado. Y los partidos que los representan, principalmente los de ascendencia marxista-leninista o castrista, no superan el 5% de los votantes.
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Ciertamente: esa preponderancia de las fuerzas liberales y democráticas depende de cuán estabilizadas se encuentren las sociedades respectivas. A mayor estabilidad de los sistemas políticos y a menor extensión de sus aspectos críticos – particularmente en los ámbitos de la economía y la sociedad – mayor es la fortaleza de los demócratas y menor el de los autócratas. En Venezuela, durante cuarenta años de democracia, las fuerzas del marxismo anti sistema – en todo su espectro – no llegaron jamás a superar el 5%. Que se convertiría en una barrera histórica. Vivimos actualmente las resultantes de la crisis de esa situación histórica. Un grave tropiezo, que hizo que ese 5% se convirtiera en mayoría nacional. Los resultados, once años después, están a la vista.
Es preciso que se produzca una crisis estructural, reproducida en el ámbito político, para que dicha realidad se vea cuestionada y atropellada por los hechos. Basta una herida de cierta envergadura en el tejido socio-político, exactamente como las que permiten a la mosca productora de las miasis atacar los tejidos sanos de un ser vivo y provocar las temibles gusaneras, para que se precipite una crisis en el sistema político de dominación y se trastruequen los términos de la ecuación entre demócratas y autócratas. El fracaso – aparente o real – de las democracias permite la inmediata resurgencia de los genes autocráticos y dictatoriales que reposaban en lo profundo de la genética política. La crisis de la democracia invoca de inmediato el llamado de auxilio al sustrato monárquico y autoritario, siempre al acecho de las democracias. Que puede ser revivido por la izquierda o por la derecha, por el castrismo o el pinochetismo. Ante el caos, espontáneo o inducido, provocado por las crisis de los sistemas de dominación, aparece de inmediato la tentación totalitaria: es el momento de las dictaduras.
En el caso de la crisis venezolana actual, fueron sectores golpistas de las fuerzas armadas – siempre en estado latente y al acecho del Poder desde la derrota del perezjimenizmo en 1958 –, en conjunción con el golpismo civil de izquierdas y derechas, los que provocaron la herida de la subversión, agusanando el frágil sistema de equilibrios en que se asentaba la democracia venezolana. El llamado “Caracazo” no fue el origen de la crisis, pero abrió una profunda herida en el tejido político nacional permitiendo la inoculación de la miasis. Los golpes de estado de febrero y noviembre de 1992 impidieron la sanación de la herida y precipitaron la extensión del daño ocasionado a la democracia. Con la consciente o inconsciente, voluntaria o involuntaria colaboración de algunos de sus propios gestores. La mesa estaba servida para el asalto al Poder.
En países de más sólida conformación estatal, como es el caso chileno, argentino o uruguayo, la respuesta provino de las fuerzas armadas tras un proyecto conservador, profundamente restaurador. Política, social y económicamente de derechas. En sólida alianza con las restantes instituciones del establecimiento – el sistema político y el judicial – las fuerzas dictatoriales se hicieron de inmediato a la tarea de recomponer el sistema de dominación y anular por generaciones el virus de la contestación revolucionaria.
En países de formas estatales más endebles y gelatinosas, la respuesta provino del autoritarismo caudillesco tras un proyecto plebiscitario de masas. Teniendo como antecedentes el peronismo y los distintos caudillismos latinoamericanos del siglo XX. Incluso el castrismo. Aquellas condujeron a formas corporativas y represoras de gobierno. Éstas, a formas populistas y fascistoides. Es el caso de la Venezuela chavista.
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La pretensión de instaurar el comunismo en Venezuela se inserta en la segunda oleada por lograr su instauración a nivel continental desde el asalto al Poder por el castrismo en Cuba. La primera, articulada desde la Habana desde comienzos de los sesenta y que se expresara en la intervención armada de Cuba en Venezuela entre los años 64 y 67, en Bolivia en los años 66 y 67 y en los restantes países de la región en que se estructuran movimientos guerrilleros durante toda la década de los sesenta, culmina con el desastre del allendismo en Chile y las violentas reacciones militares de los setenta y ochenta en el Cono Sur.
La segunda oleada se estructuraría luego de la caída del Muro de Berlín y la debacle de la Unión Soviética y el comunismo mundial en noviembre de 1989 y encontraría su foco de articulación en el llamado Foro de Sao Paulo, que a partir de 1992 reorganiza y orienta las luchas violentas – a través de las narcoguerrillas - y electorales – a través del ataque a las instituciones, el quebrantamiento de sus sistemas de dominación, los golpes de estado y las victorias electorales – hacia el triunfo de su estrategia en Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Actualmente vivimos la crisis de este proyecto estratégico y la debacle del castrismo y del chavismo bolivariano, tanto en Cuba y Venezuela como en toda la región. Los graves problemas suscitados en todos los países del ALBA y la crisis terminal que vive el castrismo en Cuba, que implican un golpe mortal a las pretensiones del comunismo en todos esos países, replantean la problemática política de América Latina. El siglo XXI, que se iniciara bajo la feroz ofensiva del bolivarianismo y el llamado socialismo del nuevo siglo, vuelve a los cauces de la disyuntiva entre democracia o dictadura, progreso o regresión, aislamiento internacional o inserción de la globalización de las sociedades y sus economías.
Es un corte transversal que pone de manifiesto el nuevo sentido de la historia. El espantoso fracaso del castrismo en Cuba y del chavismo en Venezuela, que arrastra consigo el fracaso del comunismo, reinserta la política en los cánones de la sensatez y la cordura. No se trata de asaltar el cielo: se trata de poner pie en tierra, de vencer el caos, la pobreza y la violencia. De aunar esfuerzos para combatir las taras ancestrales del subdesarrollo – el analfabetismo, la miseria, la desigualdad – y organizar nuestras sociedades para permitirles la productividad y la riqueza que hagan posible la distribución equitativa y la reproducción permanente de la prosperidad.