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domingo, 25 de agosto de 2013

JAMES NEILSON, CUANDO MUEREN LAS NACIONES, DIARIO RIO NEGRO, FUENTE TABANO INFORMA

TÁBANO INFORMA


Río Negro - 23-Ago-13 - Opinión


http://www.rionegro.com.ar/diario/cuando-mueren-las-naciones-1235987-9539-nota.aspx

Columnistas

SEGÚN LO VEO

Cuando mueren las naciones

por James Neilson

Algunas sociedades no europeas reaccionaron frente al desafío planteado por el progreso material de ciertos países occidentales adoptando sus métodos –como hicieron los japoneses– con éxito fulminante, en la segunda mitad del siglo XIX, pero otras optaron por aferrarse a sus propias tradiciones. De éstas, las más resueltas han sido las islámicas. Mientras que China, luego de un intervalo en que probó suerte con una importación occidental, el comunismo, que a juicio de muchos intelectuales era más "progresista" que las alternativas, hace poco más de treinta años eligió combinar el autoritarismo con una variante sui géneris del neoliberalismo, los países musulmanes siguen resistiéndose a cambiar. Si bien todos cuentan con minorías "modernizadoras" significantes, éstas no han logrado imponerse a los comprometidos con versiones inflexibles del islam que no quieren saber nada del desarrollo tal y como lo conciben los demás. Muchos no sólo fantasean con recrear el mundo de más de mil años antes, sino que están más que dispuestos a matar y morir a fin de hacerlo.

Desde un punto de vista filosófico, por decirlo así, puede argüirse que los islamistas tienen razón cuando critican las sociedades de matriz occidental por su hedonismo, inmoralidad, consumismo y, agregarían, vaciedad espiritual. Muchos clérigos occidentales, comenzando con el papa Francisco, y quienes comparten sus sentimientos coincidirían con los islamistas en que, a pesar de los beneficios materiales proporcionados por el progreso económico, la civilización occidental se ha empobrecido y por lo tanto no puede ser considerada superior a la de épocas anteriores. Pero, claro está, aunque es legítimo oponerse al rumbo que han emprendido aquellas sociedades, casi todas, que se han plegado a la globalización y anteponen todo a la marcha de la economía, dando la espalda a las viejas creencias religiosas, las consecuencias concretas de la resistencia islámica ya han sido atroces para muchos millones de personas y es de prever que en los años próximos se hagan cada vez peores.

Desgraciadamente para los países en que la mayoría, o una minoría despiadada, ha decidido continuar la lucha contra la influencia ajena, no es posible negarse a participar del progreso económico, tecnológico y, según los optimistas, social. Por cierto, no han logrado independizarse por completo del resto del mundo países con gobiernos teocráticos como Irán y Sudán. Tampoco lo hubiera conseguido el régimen que los islamistas de Mohamed Morsi procuraron instalar en Egipto antes de que los militares, con el apoyo entusiasta de millones de personas, pusieran fin a un experimento que era claramente destinado a fracasar.

En las décadas últimas, los interesados en temas geopolíticos se han preocupado por la aparición de "estados fallidos", como Somalia, que al resultar incapaces de gobernarse degeneraron en zonas caóticas, paupérrimas y sanguinarias, dominadas por "señores de la guerra" vinculados con delincuentes comunes. Tal y como están las cosas, en el mundo musulmán pronto podría haber más "estados fallidos": Siria, Afganistán, Pakistán y, tal vez, Egipto e Irak.

En todos estos países, el nivel de violencia sectario no deja de intensificarse. Los medios occidentales ya apenas mencionan las muertes causadas por atentados o por matanzas a menos que las bajas se cuenten por centenares. Ya no es noticia que otros cincuenta iraquíes o paquistaníes hayan muerto a manos de sus presuntos correligionarios o, como ocurre con frecuencia, a las de militantes de una secta diferente. En una inmensa región que se extiende desde el norte del África hasta Asia central, están librándose guerras civiles feroces entre sunnitas y chiitas, entre guerreros santos que sueñan con el renacer del califato y "moderados" que preferirían una forma de gobierno menos ambiciosa, entre los partidarios de un dictador determinado y quienes quisieran derrocarlo por motivos tribales o por buscar venganza por los horrores perpetrados.

Entre los más perjudicados por lo que está sucediendo están los cristianos; son blancos de una campaña de exterminación, de genocidio, que se asemeja a la sufrida por los armenios y griegos cuando hace un siglo se hundía el califato otomano. En Egipto, muchos "hermanos musulmanes", impotentes ante los militares, están desquitándose quemando iglesias –más de cincuenta fueron incendiadas en los días que siguieron a la masacre de centenares de islamistas en El Cairo y otras ciudades– y asesinando a cristianos coptos. Algo no tan distinto está sucediendo en Irak, Siria, Afganistán y Pakistán.

Con todo, los musulmanes mismos conformarán el grueso de las víctimas de la marejada de violencia que día tras día está cobrando fuerza y que amenaza con adquirir proporciones equiparables con las de los años de la Segunda Guerra Mundial. No sólo será cuestión de matanzas. Merced en buena medida a la introducción de la medicina occidental, la población de países como Egipto ha crecido tanto que para alimentarla tendrían que dotarse de sistemas económicos mucho más productivos que los tradicionales, lo que sería imposible sin un grado de estabilidad que ya parece inalcanzable. A juzgar por lo que ha pasado en Siria, un país convulsionado rodeado de campos de refugiados en que malviven al menos dos millones de hombres, mujeres y niños que han huido de la confusa guerra civil, estamos en vísperas de una catástrofe humanitaria de dimensiones gigantescas.

Los líderes occidentales quisieran ayudar. En diversas ocasiones, Barack Obama y alguno que otro potentado europeo han dicho que intervendrían si un régimen, como el de Bashar al-Assad o de los religiosos iraníes, cruza "una línea roja", pero sólo se trata de palabras huecas. Ya han aprendido que no les convendría en absoluto involucrarse en los asuntos internos de un país mayoritariamente musulmán porque, de hacerlo, en seguida serían acusados de ser responsables de todo cuanto ocurra. En el pasado, la prevista hostilidad de los ayudados no les hubiera preocupado demasiado, pero en la actualidad se ha consolidado hasta tal punto la idea de que cada pueblo debería asumir la plena responsabilidad por su propio destino, que ningún político occidental que se precie se animaría a señalar que, en muchos casos, exigirlo significaría condenar a millones de personas a una muerte terrible y que por lo tanto insistir en la necesidad de respetar la soberanía de todos los países pero así y todo tratar de obligarlos a democratizarse es sólo un pretexto elegante para no hacer nada salvo lamentar la brutalidad ajena.

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miércoles, 14 de agosto de 2013

DIARIO RIO NEGRO, CRUJE EL ESTADO BENEFACTOR, EDITORIAL, DESDE ARGENTINA

Tábano Informa 

Río Negro - 12-Ago-13 - Opinión

Cruje el Estado benefactor

Editorial


En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos de todos los países desarrollados crearon sistemas de seguridad social que, en las circunstancias imperantes, parecían ser económicamente viables y que contaban con la plena aprobación no sólo de los progresistas sino también de la mayoría de los conservadores. Aunque algunos reaccionarios se manifestaban preocupados por la eventual difusión de lo que llamaban una "cultura de la dependencia", pocos preveían que andando el tiempo las circunstancias cambiarían tanto que hasta los gobiernos socialistas se verían obligados a procurar desmantelar partes del Estado de bienestar porque sería imposible continuar financiándolo. Pues bien: en la actualidad, tanto en Europa como en Estados Unidos, políticos de casi todas las tendencias están esforzándose por convencer a la ciudadanía y, en especial, a los sindicalistas y "los indignados", de que la única alternativa a cortes, a veces draconianos, de los subsidios a los que se han acostumbrado sería la bancarrota. Señalan que, de resultas del envejecimiento de la población, esquemas que eran apropiados para una más joven y con una tasa de natalidad mayor ya no pueden mantenerse. Asimismo, en muchas ciudades norteamericanas, la propensión de miembros bien remunerados de la clase media a abandonar las zonas céntricas, dejándolas a los más pobres, ha privado a los encargados de administrarlas de los impuestos que necesitarían para cumplir con sus obligaciones.

Hace menos de un mes, Detroit, una ciudad que medio siglo antes era la más próspera del país más rico del mundo, se declaró en quiebra porque no había forma de continuar pagando una deuda de aproximadamente 19.000 millones de dólares. Es que en la actualidad Detroit tiene muy poco en común con la ciudad pujante, sede de las empresas automotrices más lucrativas del planeta, de otros tiempos, ya que se ha convertido en una cáscara ruinosa habitada mayormente por pobres de los que, se informa, la mitad apenas sabe leer y escribir. Pero Detroit no constituye un caso único. Según el multimillonario Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, la ciudad que maneja y que para muchos simboliza la riqueza de Estados Unidos, también corre el riesgo de caer en bancarrota en los años próximos porque debe casi 90.000 millones de dólares. Como sucedió en Detroit, los costos de las jubilaciones del sector público en la "Gran Manzana" han aumentado tanto que ni siquiera el dinero que aporta la floreciente industria financiera de Wall Street bastará como para cubrirlos.

La solución más lógica para el problema angustiante que se ha creado consistiría en un acuerdo intersectorial que tendría forzosamente que incluir una fuerte reducción de los beneficios percibidos por los empleados públicos, tanto los aún activos como los pasivos, pero, claro está, es virtualmente nula la posibilidad de que quienes dependen del sistema acepten lo que verían como un despojo. Como tantos otros políticos en el mundo desarrollado ya entienden, es muy fácil y electoralmente provechoso repartir beneficios, pero procurar anularlos no lo es en absoluto. Por lo demás, en países democráticos, es natural que políticos ambiciosos piensen más en el corto plazo o, a lo sumo, en el mediano, que en el largo, ya que otros, que tal vez sean sus adversarios o rivales, tendrían la responsabilidad de encontrar el dinero necesario para continuar costeando los esquemas que se pusieron en marcha cuando se suponía que la economía seguiría expandiéndose a un ritmo muy rápido y que el perfil demográfico no se modificaría mucho en el futuro. En el sur de Europa, y también en ciertas ciudades norteamericanas, la miopía de generaciones de políticos ya ha tenido consecuencias trágicas. Si bien los dirigentes de los países europeos y grandes municipalidades de Estados Unidos que aún son solventes están advirtiendo que, sin reformas drásticas, sus propias jurisdicciones podrían verse frente a situaciones similares, pocos, con la excepción parcial de los alemanes, parecen dispuestos a tomar en serio previsiones pesimistas que atribuyen a la codicia de quienes no dependen del Estado o a la ineptitud de funcionarios poco imaginativos que en su opinión son incapaces de entender que "la austeridad" no sirve para nada.


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sábado, 18 de mayo de 2013

DIARIO RIO NEGRO, BRASIL IMAGEN Y REALIDAD, EDITORIAL, FUENTE TABANO INFORMA, DESDE ARGENTINA

 
TABANO INFORMA

Río Negro - 16-May-13 - Opinión
 http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8
 Editorial
Brasil: imagen y realidad
Aunque muchos europeos y norteamericanos siguen hablando del progreso supuestamente imparable de la economía brasileña, como si no quedara duda alguna de que el gigante sudamericano pronto ocuparía un lugar de privilegio en un nuevo sistema internacional que se vería dominado por los cuatro países "emergentes" del grupo conocido como el BRIC –Brasil, Rusia, India y China–, parecería que tales previsiones ya se han desactualizado. Según datos que acaban de ser difundidos por la consultora EIU (Economist Intelligence Unit), el año pasado el desempeño de la industria brasileña fue el peor de los 25 países considerados "emergentes" al achicarse el 2,6%, más aún que el 1,9% registrado por Egipto. Los dirigentes brasileños no cuestionan las cifras incluidas en el informe de la EIU: saben muy bien que reflejan la dura realidad. Por cierto, son conscientes de que hay una diferencia muy grande entre la impresión generalizada de que Brasil es tan dinámico que no tardará en erigirse en una potencia no sólo regional sino también mundial y lo arduo que le está resultando crecer a un ritmo equiparable con el de China y otros países de Asia Oriental, a pesar de contar con abundantes recursos naturales e inversiones extranjeras cuantiosas. Asimismo, el que Brasil se haya ubicado como "la séptima potencia económica" del mundo se debe exclusivamente a sus dimensiones demográficas; puesto que tiene casi 200 millones de habitantes, no sorprende que su producto bruto sea un poco mayor que el de Italia, que tiene 60 millones, o Canadá, con apenas 35 millones.

Los empresarios brasileños atribuyen el letargo a las deficiencias notorias de la infraestructura de su país, señalando que para aprovechar mejor las oportunidades planteadas por la globalización tendrían que invertir mucho en los puertos, ferrocarriles y carreteras. Parecería que la presidenta Dilma Rousseff comparte dicho diagnóstico, ya que ha pedido a la ciudadanía presionar a los legisladores para que aprueben la privatización de los puertos que son notoriamente ineficaces y dejen de obstaculizar los proyectos ambiciosos de infraestructura que se han anunciado pero que todavía no se han puesto en marcha, lo que ha frustrado los intentos del gobierno por reducir los costos del transporte de productos como la soja, que son muy superiores a los habituales en Estados Unidos.

Con todo, aun cuando Dilma consiguiera eliminar todas las trabas burocráticas y políticas que tanto molestan a los empresarios, impulsar el desarrollo, porque es de eso que se trata, no sería tan sencillo como muchos suponen. Para que Brasil y, desde luego, otros países latinoamericanos como el nuestro, se hicieran más competitivos, tendrían que experimentar una profunda revolución cultural que cambiara las actitudes de no sólo los políticos y funcionarios sino también los empresarios que están acostumbrados a operar detrás de barreras proteccionistas muy elevadas.

En todos los países de la región, a la larga, los más beneficiados por el proteccionismo siempre han sido aquellos empresarios, en especial los vinculados con el célebre lobby paulista, que saben que, desde su punto de vista, es mucho más rentable lograr la ayuda del gobierno so pretexto de que lo único que les interesa es la defensa de los puestos de trabajo de lo que sería concentrarse en desarrollar productos para vender en los mercados internacionales más abiertos. En cuanto a los obreros, han tenido que conformarse con salarios que son una mera fracción de los que ganan sus homólogos en países más competitivos como Alemania mientras esperan que, andando el tiempo, las industrias protegidas locales puedan pagarles más. Otro déficit, claro está, es el educativo. Aunque a juzgar por los resultados de las pruebas internacionales más recientes parecería que el sistema brasileño funciona mucho mejor que el nuestro, sigue siendo llamativamente inferior a los de China, Corea del Sur, el Japón, Estados Unidos y los integrantes de la Unión Europea, lo que, en vista de la importancia creciente de la tecnología y la necesidad consiguiente de contar con una fuerza laboral óptimamente preparada, constituye otro obstáculo que los brasileños tendrán que superar para que la realidad de su país se acerque más a la imagen internacional impresionante, la de una gran potencia emergente, que otros les han creado.
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lunes, 15 de abril de 2013

DIARIO RIO NEGRO, CUANDO ES MEJOR PERDER, EDITORIAL, FUENTE TABANO INFORMA, DESDE ARGENTINA

DIARIO RIO NEGRO

CUANDO ES MEJOR PERDER
EDITORIAL,
Río Negro - 11-Abr-13 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8
De resultar acertados los pronósticos de quienes prevén que el candidato oficialista, el presidente encargado Nicolás Maduro, triunfe por un margen muy amplio en las elecciones venezolanas que se celebrarán el domingo próximo, su rival, el centrista Henrique Capriles Rodonski, tendría buenos motivos para sentirse sumamente aliviado. El extinto caudillo Hugo Chávez ha legado a su eventual sucesor una crisis económica tan insólitamente grave que, en cualquier momento, podrían producirse estallidos sociales. tales como lo que  despejó el camino para la irrupción del populismo militante chavista. 
A pesar de las decenas de miles de millones de petrodólares que mantuvieron llena "la caja" de Chávez, el comandante los despilfarró de manera tan irresponsable que son cada vez más los venezolanos que apenas logran alimentarse ya que, además de los problemas causados por una tasa de inflación que, según se informa, supera el 30% anual, la devaluación más reciente del bolívar ha hecho subir mucho el costo de la canasta familiar mínima porque es necesario importar casi todos los bienes que la conforman. Asimismo, los apagones son rutinarios desde hace años, de ahí las célebres "duchas socialistas" rapidísimas que recomendaba Chávez, mientras que el salvajismo de las bandas de delincuentes, algunas politizadas, que proliferan en los centros urbanos, ha hecho de Venezuela un país más peligroso que Irak o Afganistán.
De triunfar Capriles, le sería forzoso emprender reformas drásticas, o sea, aplicar un "ajuste" que enseguida sería denunciado por "neoliberal", de suerte que tanto en Venezuela como en el resto de la región las penurias resultantes no se verían atribuidas a la estupidez demagógica de Chávez y sus simpatizantes sino a los obligados a luchar contra las consecuencias de más de una década de populismo virulento. En cambio, si Maduro, un personaje gris y truculento, de ideas estrafalarias, gana, como vaticinan las encuestas, los chavistas mismos tendrían que hacerse cargo del desastre que han provocado, lo que por lo menos serviría para que no se difundieran demasiados malentendidos. Aunque podría considerarse muy injusto que sufran en carne propia millones de venezolanos pobres y de nivel educativo rudimentario por el error de dejarse engañar por el "carisma" beligerante de un caudillo idolatrado, en última instancia son los principales responsables de la debacle que está protagonizando un país que, bien administrado, sería tan rico como cualquiera en Europa o América del Norte.
El populismo venezolano es a su modo una versión grotescamente exagerada, para no decir paródica, del fenómeno nefasto que tantos perjuicios ha ocasionado a la Argentina, razón por la que el destino previsiblemente dramático que le aguarda no podrá sino tener repercusiones muy fuertes aquí. Si bien los contrarios al "proyecto" kirchnerista quieren que, para el asombro universal, Capriles logre derrotar a Maduro, el milagro con el que sueñan no les convendría en absoluto, ya que en tal caso los populistas locales no tardarían en achacar al "neoliberalismo" la caída estrepitosa del poder adquisitivo de la mayoría de los venezolanos. Una causa del atraso relativo de todos los países latinoamericanos consiste en la propensión generalizada a culpar a quienes procuran reparar los daños infligidos por regímenes populistas de haberlos provocado o, cuando menos, agravado, al prestar más atención a "los números" que a la dignidad humana. Aunque el chavismo sigue en el poder en Venezuela y virtualmente todos dan por descontado que Maduro lo mantendrá luego de ganar las elecciones del domingo, los defensores del régimen ya están culpando a "los oligarcas" y "neoliberales" por las muchas desgracias ocasionadas por la insensatez del difunto comandante y sus laderos, preparándose así para la guerra propagandística que les espera. 
Gracias al "carisma", al parecer irresistible de Chávez, hasta ahora han conseguido asegurar que, en la conciencia popular por lo menos, lo económico haya permanecido debidamente subordinado a lo político, pero aun cuando Maduro triunfe con comodidad en las urnas, su propia falta de "carisma" podría impedirle imponerse en las batallas postelectorales.
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miércoles, 28 de noviembre de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, LA CLASE MEDIA ANTE EL FUTURO, DESDE ARGENTINA


Río Negro - 26-Nov-12 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/la-clase-1014744-9542-editorial.aspx

Editorial: La clase media ante el futuro

Mientras que se supone que, en América del Norte y Europa, franjas sustanciales de la clase media corren peligro de caer en la pobreza, tema éste que dominó los debates preelectorales entre el presidente norteamericano Barack Obama y su rival republicano Mitt Romney, al procurar los dos convencer al electorado de que serían capaces de impedirlo, el Banco Mundial nos informa que en América Latina la clase media está creciendo a un ritmo muy pero muy satisfactorio, sobre todo en la Argentina donde, asegura, se ha duplicado desde el inicio de la gestión kirchnerista en el 2003, de 9,3 millones de personas a 18,6 millones en el 2009. 

Se trata de cifras impresionantes, pero sería prematuro celebrarlas. 

Según los técnicos del Banco Mundial, para formar parte de la clase media argentina basta con tener un ingreso mensual de entre 300 y 1.500 dólares, pero en Estados Unidos se ubica la línea de pobreza en aproximadamente 1.920 dólares mensuales, razón por la que no es demasiado sorprendente que, conforme a las estadísticas oficiales, la proporción de pobres en el país grande más rico del planeta sea llamativamente mayor que en la Argentina del Indec. 

Asimismo, nadie ignora que la supuesta expansión de la clase media –segmento social al que la pertenencia depende de algo más que el ingreso en un momento determinado– ha sido en realidad el resurgimiento de amplios sectores que se habían hundido pasajeramente a causa de la crisis pavorosa del 2001 y 2002, en la que millones perdieron sus empleos y sus ahorros, sin por eso modificar mucho su escala de valores. 

A diferencia de otros países de la región, como Brasil y Chile, la Argentina tuvo una clase media nutrida en la segunda mitad del siglo pasado, pero por desgracia no hay motivos para creer que a partir de entonces se haya ampliado.

Acaso porque tantos suponen que en los países desarrollados tiene los días contados, últimamente se ha puesto de moda nuevamente hablar bien de la clase media, de ahí las alusiones frecuentes de Obama y Romney a la necesidad de defenderla contra las tendencias económicas que están debilitándola, el informe del Banco Mundial en que se subraya como un hecho muy positivo el que, a juzgar por las estadísticas disponibles, los países latinoamericanos, tradicionalmente célebres por la desigualdad social que los ha caracterizado, estén haciéndose más equitativos, y la afirmación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que "yo siempre me he sentido muy orgullosa de ser parte de esta formidable clase media argentina, pujante, emprendedora". 

Aunque las palabras de Cristina pueden atribuirse a la conciencia de que no le convendría en absoluto perder el apoyo de aquellos sectores de clase media que habían aportado a su triunfo electoral en octubre del año pasado, compartirá la convicción generalizada de que una gran clase media es fundamental para la estabilidad política y que las aspiraciones de sus integrantes, despreciables desde el punto de vista de miembros de ciertas elites culturales y sectas revolucionarias, constituyen el motor principal del progreso social.

Si bien no cabe duda de que en los años últimos la clase media argentina ha recuperado una parte del terreno perdido hace una década, tienen razón quienes señalan que las mejoras que se han registrado distan de haberse consolidado. 

Por el contrario, el malestar que muchos sienten, y que exteriorizaron participando del cacerolazo del "8N" o, según las encuestas de opinión, aplaudiéndolo, se debe a la sensación de que el país está acercándose al fin de una etapa. 

Entre los enemigos más peligrosos de la clase media está la inflación, que se ha visto agravada últimamente por las medidas oficiales que virtualmente prohíben el ahorro. Tarde o temprano, será necesario enfrentarla con ajustes, como los que ya están en marcha en todo el interior, que provocarán más dificultades a los calificados por el Banco Mundial como "vulnerables". 

De frenarse la movilidad social ascendente que, conforme a las estadísticas oficiales, se ha producido a partir del 2003, la clase media dejaría de ser un factor de estabilidad social y política, ya que quienes se sienten defraudados luego de haber confiado en un "proyecto" o "modelo" determinado suelen reaccionar con más virulencia que los que nunca han tenido motivos para esperar que el futuro les resulte mejor que el presente.


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miércoles, 8 de agosto de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, EL LABERINTO EUROPEO, DESDE ARGENTINA

El drama socioeconómico europeo es como un culebrón interminable en que casi todos los episodios son casi iguales. Luego de un breve período de optimismo generalizado causado por una declaración de la canciller alemana Angela Merkel o el jefe del Banco Central Europeo Mario Draghi que da lugar a un par de días de euforia bursátil, se revelan nuevos datos que brindan a los mercados, es decir a los inversores en su conjunto, un pretexto para reanudar sus ataques. 
Mientras tanto, en la franja sureña de la Eurozona sigue aumentando el desempleo, se multiplican las protestas callejeras y los gobiernos, sin dinero, tienen que ordenar ajustes cada vez más dolorosos que, claro está, motivan más protestas en países que nunca han sido dechados de estabilidad. Tal y como están las cosas no sorprendería en absoluto que, a raíz del malestar, en los meses próximos estallaran disturbios sociales incontrolables en Grecia, Italia y España. Asimismo, en Francia, el presidente François Hollande ya se habrá dado cuenta de que se necesitará algo más que las exhortaciones para impedir que empresas emblemáticas como Peugeot-Citroën despidan a miles de trabajadores porque están perdiendo dinero a un ritmo insostenible.
Por ser cuestión de problemas estructurales muy graves, no se ve ninguna "salida" realista del laberinto en que los más de 500 millones de habitantes de la Unión Europea se han metido por razones que fueron netamente políticas, ya que se suponía que adoptar una moneda común serviría para fortalecerla. Puesto que los contrarios a la austeridad no incluyen a los alemanes, austríacos, holandeses y finlandeses, no pueden probar suerte con los programas keynesianos que están suplicando los dirigentes de los países del sur. Aunque éstos advierten que el eventual colapso de la Eurozona tendría repercusiones nada agradables para sus socios del norte, los mandatarios del bloque germánico se ven constreñidos a tomar en cuenta la negativa de sus electorados respectivos a subsidiar sistemas sociopolíticos que a su entender son corruptos, clientelistas y parasitarios.
En principio, los alemanes y quienes comparten sus actitudes tienen razón; muchos españoles, italianos, portugueses y griegos se afirman igualmente indignados por los vicios aludidos y juran estar resueltos a eliminarlos. Sin embargo, también saben que las reformas exigidas no podrían llevarse a cabo de golpe. Aun cuando la mayoría apoyara con fervor una revolución cultural lo bastante profunda como para permitir que las economías de los países mediterráneos emularan a la alemana, se trataría de un proceso que requeriría varios años. Por motivos que son evidentes, tal perspectiva no entusiasma a nadie. Supondría resignarse a una etapa prolongada, sin crecimiento macroeconómico, de desempleo muy alto, miseria para millones de jubilados y desocupados que dependen del Estado por sus ingresos y cortes draconianos que afectarían a los servicios de salud, de educación y muchos otros que en la Europa actual son considerados imprescindibles.
Las autoridades máximas de la Unión Europea han dicho una y otra vez que están decididas a hacer cuanto resulte necesario para salvar el euro. Pronto sabremos si sólo de trata de palabras de circunstancia o si tienen en mente iniciativas ambiciosas, como sería una unión fiscal en que los países de la Eurozona garanticen las deudas de los Estados miembros a cambio de compromisos de reforma que sean política y socialmente creíbles. Parecería que los alemanes están comenzando a llegar a la conclusión de que un arreglo de tal tipo sería el mal menor, pero así y todo no se trataría de una panacea. El nivel alarmante de desocupación, que perjudica sobre todo a los más jóvenes, no sólo del sur de la Eurozona sino también de Francia, no podría reducirse mucho a menos que tanto el sector público como las empresas privadas de los países en apuros tengan acceso a créditos a tasas de interés relativamente bajas, equiparables con las disponibles en el norte, una eventualidad que, por ahora, parece quimérica, ya que ni siquiera los bancos alemanes cuentan con recursos suficientes, razón por la que la agencia crediticia Moody's acaba de calificar de negativas las perspectivas frente a Alemania, Holanda y Luxemburgo, amenazando así con privarlos del rating AAA que todavía ostentan.
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lunes, 30 de julio de 2012

EMILIO J. CARDENAS, LOS BOLIVARIANOS Y LOS DERECHOS HUMANOS, DESDE ARGENTINA, DIARIO RIO NEGRO,


Si el respeto de los derechos humanos fuera solamente el que se debe a la libertad de expresión e información, muy pocas dudas habría acerca de que los llamados "bolivarianos" no los respetan. En rigor, como veremos enseguida, esos gobiernos no solamente violan descaradamente esa libertad sino que embisten constantemente contra ella en su infatigable afán por dominar la opinión pública y violan asimismo muchas otras, incluyendo los derechos humanos.

En los últimos tiempos esto es cada vez más evidente. Y abierto. Las noticias dan cuenta ahora de un informe de Amnistía Internacional en el que la organización acusa a la administración del presidente de Ecuador, Rafael Correa, de utilizar a la Justicia (que en una democracia debiera ser, por definición, un poder independiente) para "frenar las protestas sociales"; esto es, para perseguir –muy especialmente– a los movimientos indigenistas o comunitarios. Prueba de ello es que en los dieciocho meses cubiertos por la investigación de la entidad referida se iniciaron nada menos que 24 procesos judiciales formales contra diversos dirigentes indígenas. La persecución se estructura utilizando la norma ecuatoriana que insólitamente define los cortes de rutas y caminos como actos de "terrorismo".

Con esos procesos persecutorios las autoridades nacionales ecuatorianas intimidan y amedrentan a los opositores y demonizan constantemente las protestas sociales. De manera sistemática, además. Especialmente cuando con ellas se persigue llamar la atención sobre la posible contaminación del medioambiente que pueden generar las explotaciones mineras en algunos territorios tradicionalmente ocupados por los indígenas.

Mientras tanto, las autoridades ecuatorianas procuran, en paralelo, controlar –cada vez más férreamente– los medios de comunicación masiva, como otro mecanismo para consolidar y acrecentar el fenómeno del "hiperpresidencialismo" autoritario que, en general, caracteriza a todos los gobiernos "bolivarianos". Y así cercenan –de mil maneras– la libertad de prensa. Por esto cierran a voluntad estaciones de radio, argumentando cínicamente que lo hacen para "reordenar el espectro radioeléctrico" ecuatoriano, cuando la verdad es que las "reordenadas" son casi siempre emisoras críticas del peculiar –y muy poco democrático– gobierno de Rafael Correa.

En paralelo, un informe reciente de "Human Rights Watch" que lleva la firma del incansable José Miguel Vivanco, acaba de confirmar que en Venezuela, una vez más a través del acaparamiento del poder por parte del Ejecutivo, se atenta constantemente contra los derechos humanos de los ciudadanos, cuyo deterioro es evidente.

Esto sucede mediante la intimidación, la censura y las presiones sistemáticas contra aquellos que son críticos u opositores de la patológica e interminable gestión de gobierno de Hugo Chávez. Quien es opositor no es siquiera, según Hugo Chávez, venezolano. Lo cual es una síntesis de cuán antidemocrático y resentido es, en esencia, realmente el líder socialista caribeño.

Chávez no se cansa de intimidar mediante la recurrencia al abuso de normas jurídicas poco claras. Como es la prohibición de transmitir por los medios de comunicación masiva noticias que "fomenten zozobra en la ciudadanía o alteren el orden público", norma que se utiliza constantemente para sancionar y hasta cerrar o sacar del aire a las emisoras que son críticas de la gestión "chavista".

Otro mecanismo, también agobiante, es el de recurrir a las "cadenas" radiales y/o televisivas, con el que se promueve y proyecta –hasta un nivel de lo que deviene realmente un insoportable hastío– la imagen de los gobernantes de turno, interrumpiendo cualquier otra transmisión, como si la palabra, criterio u opinión de los circunstanciales líderes sobre cuestión alguna, por liviana e intrascendente que ella fuera, debiera ser considerada como lo más relevante en la vida de las sociedades. De no creer hasta para un país como el nuestro, en el que el uso y abuso de las transmisiones en "cadena" es proverbial.
(*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
http://www.rionegro.com.ar/diario/los-bolivarianos-927850-9539-nota.aspx

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miércoles, 4 de julio de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, CHAVEZ POR FRANCO, TABANO INFORMA,

Río Negro - 03-Jul-12 - Opinión



BURLADERO DE LOS DESPRECIADOS POR SUS PUEBLOS
Si el Mercosur aún sirve para algo es para brindar a los mandatarios de sus integrantes un foro en el que pueden pronunciar discursos altisonantes en los que subrayan el respeto que dicen sentir por las reglas democráticas y la libertad de comercio, ya que hace mucho dejó de asemejarse a la unión aduanera prevista en 1985 por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney cuando firmaron la Declaración de Foz de Iguazú. Lejos de actuar como integrantes de "un bloque", los gobiernos de los países miembros de la agrupación privilegian automáticamente sus propios intereses políticos inmediatos, lo que es motivo de frustración para los representantes de otras organizaciones multinacionales que quieren negociar acuerdos económicos con ellos.

Últimamente, las "cumbres" presidenciales se han visto dominadas por reyertas en torno de las medidas proteccionistas inconsultas que aplican los distintos gobiernos, pero, si bien en la que acaba de celebrarse en Mendoza la subsecretaria de Comercio Beatriz Paglieri se ensañó con su homóloga brasileña Tatiana Prazeres –según se informa, el encuentro terminó a los gritos–, el tema principal resultó ser la destitución por el Congreso paraguayo del hasta hace poco presidente Fernando Lugo. Con rapidez impresionante, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aprovechó el episodio para anunciar, con la anuencia de sus colegas, la incorporación inmediata al Mercosur de la república bolivariana de Venezuela, superando así el veto de los legisladores paraguayos. Según parece, a juicio de Cristina, la presidenta brasileña Dilma Rousseff y su par uruguayo José Mujica, Hugo Chávez es un demócrata cabal, a diferencia del paraguayo Federico Franco que, en su opinión, es un usurpador golpista. Según ciertos pedantes, la maniobra que se empleó para favorecer las aspiraciones de Chávez violó las reglas que supuestamente rigen en el Mercosur, ya que a pesar de verse "suspendido" hasta nuevo aviso, Paraguay sigue siendo un miembro pleno del organismo y por lo tanto sería necesario que su gobierno aprobara el ingreso de Venezuela, pero extrañaría que los gobernantes de los demás países se dejaran preocupar por tales detalles.

A juzgar por la retórica de Cristina, el canciller Héctor Timerman y, desde luego, el presidente venezolano Chávez, la razón por la que se sienten tan alarmados por la destitución de Lugo tiene muy poco que ver con su eventual voluntad de defender las instituciones democráticas. Todos han interpretado lo sucedido en términos ideológicos, tomándolo por un nuevo zarpazo derechista contra las fuerzas supuestamente antiimperialistas con las que suelen identificarse. Es legítimo, pues, preguntarse si los tres gobiernos hubieran reaccionado del mismo modo en el caso de que un presidente de perfil conservador, alguien como Fernando de la Rúa, digamos, fuera volteado por quienes se afirmaban partidarios de lo nacional y popular por medios incompatibles con la Constitución vigente. Por desgracia, la respuesta más probable al interrogante es que, en lugar de solidarizarse con el destituido "por el pueblo", festejarían su caída.

Aunque la forma expeditiva en que casi todos los legisladores paraguayos se las arreglaron para remover a Lugo dejó mucho que desear, sería absurdo intentar comparar lo que hicieron con los atropellos constantes de Chávez contra quienes se animan a procurar frenar la "revolución bolivariana" destinada a crear "el socialismo del siglo XXI" que ha emprendido. Si los mandatarios de la Argentina, Brasil y Uruguay realmente quisieran ayudar a fortalecer las instituciones democráticas de la región, hubieran demorado el ingreso de Venezuela hasta que el gobierno de dicho país se manifestara dispuesto a acatar ciertas normas básicas. Por lo demás, no pueden sino entender que debido a la salud precaria de Chávez que le impidió asistir a la reunión de Mendoza, y a la proximidad de las elecciones fijadas para el 7 de octubre, su nuevo socio podría estar en vísperas de cambios drásticos que, de concretarse, les permitiría ahorrarse las dudas en cuanto a su sinceridad democrática planteadas por la decisión conjunta de cerrar la puerta del Mercosur en las narices de Franco para abrirla de par en par a fin de admitir, en nombre del respeto por las instituciones, al sumamente autoritario caudillo caribeño.



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martes, 26 de junio de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, ENREDO PARAGUAYO, DESDE ARGENTINA,

Río Negro - 26-Jun-12 - Opinión



Editorial
Enredo paraguayo



La destitución parlamentaria del presidente paraguayo Fernando Lugo, por mal desempeño de sus funciones, luego de un juicio político apurado, ha planteado a los demás mandatarios de la región un problema muy espinoso. 

No se trataba de un "golpe de Estado", ya que se guardaron las formas constitucionales que, claro está, prevén que en ciertas circunstancias los legisladores pueden remover al presidente, pero motivó alarma legítima el que todo haya sucedido con tanta rapidez que Lugo no tuvo la oportunidad para defender su actuación. 

Con todo, puesto que la mayoría abrumadora de los legisladores paraguayos votó a favor de destituirlo –en el Senado, 39 a favor y 4 en contra, mientras que en la Cámara de Diputados 76 solicitaron el juicio político de Lugo y uno solo se opuso–, era evidente que su posición se había vuelto políticamente insostenible. 

Aunque el expresidente todavía cuenta con cierto apoyo popular y, como sucede en casi todos los países latinoamericanos, los legisladores en su conjunto carecen de prestigio, los intentos de los líderes de los países vecinos por hacer del sucesor de Lugo, Federico Franco, un paria regional, con el propósito de obligar a los paraguayos a restaurar la situación de antes, podrían tener consecuencias nefastas. 

Merced al respaldo que le han asegurado los presidentes Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, Lugo no tardó en abandonar la postura conciliadora, según la que se sometería al juicio político y el veredicto de los legisladores, que había asumido inicialmente para adoptar una mucho más desafiante. 

Tal vez exageraba Franco al afirmar que el conflicto entre quien dice aún representar el Ejecutivo y casi todo el Legislativo entraña el riesgo de una guerra civil, pero se trata de una eventualidad que no puede descartarse por completo.

Además de retirar embajadores para "consultas" y formular vehementes declaraciones condenatorias, muchos gobiernos de la región quieren castigar a los legisladores responsables de la caída de Lugo aplicando sanciones diplomáticas y, tal vez, económicas a su país, pero sorprendería que tales esfuerzos incidieran de forma positiva en la evolución de la política interna del Paraguay. 

Por cierto, la expulsión del Mercosur, como ha propuesto Dilma, no significaría demasiado por tratarse de una organización ya comatosa, y lo mismo podría decirse de la Unasur. En cuanto a otras alternativas que se han planteado, como la que supondría un bloqueo comercial completo acompañado por el cierre de las fronteras, medidas que en el caso de Cuba serían repudiadas por virtualmente todos aunque a pocos se les ocurriría calificar de democrático al régimen de los hermanos Castro, harían aún más graves los problemas económicos y sociales de un país ya desesperadamente pobre y atrasado. 

Todo sería más sencillo si fuera cuestión de un golpe de Estado clásico, pero sucede que los legisladores obraron conforme a las reglas aun cuando lo hayan hecho de mala fe, acatando la letra de la Constitución sin respetar el espíritu.

De todas maneras, la crisis política que estalló en Paraguay, un país crónicamente inestable, luego de la muerte de 17 personas al intentar la policía desalojar a un grupo de campesinos de tierras que habían ocupado, refleja entre otras cosas la debilidad intrínseca del sistema presidencialista. 

A diferencia de lo que sucede en países en los que impera el sistema parlamentario, remover el jefe de gobierno antes de que haya finalizado su mandato es siempre traumático, ya que a menos que opte por renunciar resulta necesario someterlo a un juicio político, algo que los simpatizantes del mandatario perjudicado pueden atribuir a conspiraciones malévolas. 

De haber sido un primer ministro, Lugo hubiera tenido que asegurarse el apoyo de una proporción adecuada de los parlamentarios, pero a juzgar por las votaciones que culminaron con su destitución, se las había arreglado para aislarse hasta tal punto que sólo cuatro senadores y un diputado procuraron frenar el juicio político rapidísimo que, además de poner fin a su mandato, ha brindado a otros mandatarios de la región un pretexto para advertirnos de la supuesta reaparición del espectro del golpismo en América Latina y por lo tanto de la presunta necesidad de tomar medidas autoritarias destinadas a ahuyentarlo.



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viernes, 22 de junio de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, EL EMBROLLO GRIEGO,

Río Negro - 21-Jun-12 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/el-embrollo-902065-9542-editorial.aspx

Editorial
El embrollo griego

No duró mucho el alivio que tantos dirigentes europeos dijeron sentir al enterarse de los resultados de las elecciones griegas en las que el partido conservador, Nueva Democracia, cuyos líderes se afirman comprometidos con el plan de rescate respaldado por la canciller alemana Angela Merkel y por otros mandatarios europeos, consiguió más votos que la alianza izquierdista Syriza del joven Alexis Tsipras que se proponía repudiarlo. Luego de festejar brevemente la victoria de los conservadores, los "mercados" parecieron decidir que no había cambiado mucho y por lo tanto eran aún mayores que antes los riesgos planteados por España e Italia. Si bien se confirmó una vez más que la mayoría de los griegos, incluyendo a Tsipras, quiere que su país siga formando parte de la Eurozona, la misma mayoría se opone a los ajustes que, según sus socios, tendrían que instrumentarse para que continúen llegando los fondos que Grecia necesita para mantener a raya la bancarrota. Mientras que el líder de Nueva Democraciay flamante primer ministro, Antonis Samaras, insistía en que "vamos a honrar nuestros compromisos" pero con toda seguridad se ha convencido de que los alemanes lo retribuirán moderando sus exigencias, Tsipras apostaba a que los demás europeos preferirían subsidiar indefinidamente a Grecia a resignarse al desmoronamiento de la Eurozona. Dicho de otro modo, en el fondo no se trataba de diferencias estratégicas sino de una cuestión de tácticas: Samaras espera que los alemanes lo apoyen porque jura estar decidido a respetar el programa de reformas estructurales y fiscales exigidas por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI; Tsipras asevera creer que la mejor manera de renegociar los acuerdos consistiría en adoptar una actitud mucho más combativa para que la canciller Merkel modificara radicalmente su postura, algo que, claro está, no podría hacer porque le costaría el apoyo de sus compatriotas.

La voluntad de tantos griegos de permanecer en la Eurozona pase lo que pasare puede entenderse. Habitantes de un país pequeño en una región del mundo que es crónicamente inestable saben que es de su interés formar parte de un conjunto grande y fuerte que estaría en condiciones de defenderlos si así resultara necesario. Por lo demás, el euro posibilitó que durante varios años los griegos disfrutaran de un grado inédito de prosperidad al permitirles recibir créditos a tasas de interés apropiadas para Alemania pero, desgraciadamente para ellos, a la hora de comenzar a devolver el dinero descubrieron que su productividad seguía siendo muy inferior a la alemana y que por lo tanto no podrían hacerlo. Mal que les pese a los griegos, tendrán que conformarse con un nivel de vida promedio que corresponda a su propia productividad económica.

Al darse cuenta los mercados de esta realidad desagradable, la huida hacia la calidad de miles de millones de euros privó no sólo al gobierno griego sino también al sistema bancario de los recursos que les hubieran permitido continuar cumpliendo sus funciones básicas, dando en tierra así con las esperanzas ingenuas de quienes habían previsto que el sector privado se vería beneficiado en seguida por el achicamiento del estatal. Aunque en países como Grecia en que hay una burocracia superpoblada y llamativamente ineficiente es claramente necesario que crezca el tamaño relativo del sector privado, por ser cuestión de la fuente principal de riqueza, no se puede cambiar todo de golpe como pretenden quienes están más interesados en el destino del euro que en los problemas de un país periférico. Como ya se habrán dado cuenta los partidarios europeos de un ajuste aleccionador, los más perjudicados no han sido los políticos, sindicalistas, empresarios y financistas directamente responsables de la debacle sino millones de personas, en especial los jubilados, que dependen de instituciones públicas, además de una multitud de empleados y desocupados. Por lo demás, el que todo haga prever que la crisis socioeconómica se prolongará por mucho tiempo más está impulsando un éxodo no sólo de capitales sino también de profesionales talentosos que están trasladándose a Alemania, el Reino Unido, Australia, Canadá y Estados Unidos, lo que plantea un peligro adicional a Grecia en una época en que la importancia relativa de los recursos humanos no deja de crecer.

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viernes, 15 de junio de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, EL TURNO DE ESPAÑA, DESDE ARGENTINA

Río Negro - 14-Jun-12 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/el-turno-897193-9542-editorial.aspx

Editorial
El turno de España

Aunque los voceros del gobierno de Mariano Rajoy insisten en que lo que acaba de recibir España de sus socios europeos no es un "rescate bancario" sino una "línea de crédito" –de aproximadamente 125.000 millones de dólares– que a su modo refleja la confianza ajena en el futuro económico de su país, la mayoría de sus compatriotas entiende que hasta nuevo aviso su gobierno, lo mismo que los de Grecia, Irlanda y Portugal, tendrá que prestar atención a las órdenes procedentes de Bruselas, cuando no de Berlín. 

No se equivocan quienes señalan que el dinero debería servir casi exclusivamente para salvar al sector financiero, en especial la parte conformada por las "cajas de ahorro" regionales, que estaba hundiéndose debido al estallido de una burbuja inmobiliaria gigantesca, pero si bien la falta de crédito está en la raíz de una catástrofe económica que ha llevado la tasa de desempleo al 25% de la población supuestamente activa, pocos creen que el dinero aportado por los demás europeos resulte suficiente como para poner en marcha un proceso de recuperación. Muchos temen que, por el contrario, el mero hecho de que España haya necesitado un paquete de ayuda tan grande tenga consecuencias negativas, ya que los habitualmente escépticos mercados lo interpretarán como evidencia de la incapacidad de su gobierno e instituciones financieras para honrar sus obligaciones, y que como resultado sea forzoso aplicar medidas de austeridad aún más severas que las ya tomadas.

El desastre económico español, a diferencia del griego, no se debe a una combinación de mentiras en torno al estado real de las cuentas nacionales con programas sociales demasiado generosos sino al optimismo excesivo de quienes lograron convencerse de que la prosperidad dependía de la continuación de un boom de construcción alocado que dio a su país una cantidad fenomenal de edificios nuevos que con pocas excepciones aún quedan vacíos. Apostaron al consumo sin prestar la debida atención a la productividad, una fórmula que pareció funcionar muy bien por algunos años pero que no los preparó para enfrentar el período de nerviosismo financiero que se inició en el 2007 y se agravó el año siguiente luego del desplome del banco de inversión Lehman Brothers. A partir de entonces, la Eurozona ha visto una "huida a la calidad" al optar los ahorristas e inversores por sacar su dinero de los bancos de los países del sur periférico para depositarlo en instituciones a su entender más confiables en Alemania o, fuera de la Eurozona, en Suiza, el Reino Unido o Estados Unidos. Mientras persistan dudas en cuanto a las perspectivas del euro, revertir esta tendencia no será del todo fácil, pero a menos que reaparezca el crédito a tasas soportables las economías de la franja mediterránea de la Unión Europea no podrán recuperarse.

Para algunos en nuestro país, entre ellos la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, lo que está sucediendo en buena parte de Europa ha sido motivo de satisfacción. También lo ha sido la idea de que les convendría emular a la Argentina negándose a pagar sus deudas y liberándose de las condiciones impuestas por el FMI o por Alemania. Sin embargo, no se puede comparar la situación en que se encuentran países acostumbrados a un nivel de vida relativamente elevado y un alto grado de cohesión social con la imperante en la Argentina de diez años atrás. Por lo demás, aun cuando España, Grecia, Portugal e Italia contaran con recursos naturales tan abundantes como los nuestros, no bastarían como para permitirles generar los ingresos que precisarían para recuperarse pronto en términos macroeconómicos. Incluso en Grecia, la mayoría es plenamente consciente de dicha realidad, razón por la que quiere continuar en la Eurozona a pesar de las dificultades humillantes que tal actitud ya le ha supuesto. Asimismo, los mejor informados sabrán que en la actualidad nuestras perspectivas no lucen tan brillantes como algunos habrán creído, puesto que al manipular las estadísticas oficiales los encargados de manejar el "modelo" nacional y popular se las han arreglado para emular a sus equivalentes griegos y, lo mismo que los españoles, se abstuvieron de aprovechar los años de crecimiento consumista impresionante para llevar a cabo reformas destinadas a fomentar una mayor productividad por no creerlas necesarias.

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viernes, 25 de mayo de 2012

DIARIO RIO NEGRO, EDITORIAL, BRASIL CONTRA ATACA, DESDE ARGENTINA

Río Negro - 25-May-12 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/brasil-contraataca-883235-9542-editorial.aspx

Editorial
Brasil contraataca

Por ser Brasil un país de tradiciones proteccionistas muy fuertes, siempre motivó cierta sorpresa la presunta voluntad del ahora ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su sucesora, la presidenta Dilma Rousseff, de tolerar las trabas a sus exportaciones ordenadas por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, acaso por entender que no les convendría una guerra comercial en el seno del Mercosur, pero parecería que últimamente han cambiado de opinión, de ahí los golpes que la nación vecina acaba de asestar a nuestros productores de alimentos. A sabiendas de que se trata de bienes perecederos que, a diferencia de los industriales, pueden perder todo su valor en una cuestión de días si se ven demorados en la frontera, los brasileños se han puesto a bloquear la entrada de las manzanas y peras del Alto Valle, privando así a los productores frutícolas de la zona, que ya se han visto perjudicados por la crisis que está afectando a Estados Unidos y la Unión Europea, de uno de sus mercados principales. También han sufrido el impacto de la reacción tardía pero contundente de Brasil la planta de papas congeladas de la multinacional de origen canadiense McCain, en Balcarce, de la que dependen directa o indirectamente varios millares de personas, los productores de vino de Cuyo y la industria pesquera.

Por mucho que proteste el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner contra la decisión brasileña de suspender el otorgamiento automático de licencias de importación, sus esfuerzos en tal sentido servirán para poco. Al fin y al cabo, Dilma se ha limitado a emularla, aplicando su propia versión del ya mundialmente famoso método Moreno que consiste en frenar las importaciones bajo pretextos que a menudo son tan grotescos como el usado para impedir pasajeramente el ingreso de libros foráneos por supuestamente contener tinta venenosa. Para poner fin a esta farsa, los dos gobiernos tendrían que llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio, pero a esta altura la posibilidad de una solución negociada parece escasa porque supondría el inicio de una "invasión" incontenible de electrodomésticos y otros productos industriales brasileños. Así las cosas, Cristina y sus asesores se ven frente a un dilema muy espinoso; para rescatar a los productores rurales excluidos del mercado brasileño podrían verse obligados a sacrificar a algunos fabricantes nada competitivos, además de correr el riesgo de resignarse a un déficit comercial creciente con nuestro socio más importante.

Las represalias que acaba de tomar el gobierno de Dilma a las medidas proteccionistas inconsultas que han sido propuestas e instrumentadas por el secretario de Comercio Guillermo Moreno no podrán sino tener consecuencias penosas. Las economías de casi todas las provincias del interior del país ya están en graves dificultades y por lo tanto no están en condiciones de soportar lo que en otras circunstancias podría considerarse un golpe totalmente injustificable pero que, en vista de la conducta comercial de nuestro gobierno, era previsible. En esta oportunidad se trata no tanto del fruto de las presiones constantes del poderoso lobby industrial paulista que desde hace décadas domina el pensamiento económico de Brasil cuanto de la resistencia de Dilma a seguir permitiendo que su homóloga argentina continúe mofándose con impunidad de los acuerdos bilaterales y de las reglas, escritas o no, que en teoría deberían imperar en el Mercosur, una organización zombie que ya no se asemeja para nada a la unión aduanera imaginada por sus fundadores. Por lo demás, la economía brasileña está perdiendo aliento con rapidez, razón por la que Dilma se ha visto constreñida a devaluar gradualmente el real –en lo que va del año ha bajado casi el 9% frente al dólar estadounidense– con el propósito de estimular la industria alicaída. Dicha estrategia hace aún más difícil la situación en que se encuentra el gobierno de nuestro país que, por motivos notorios, no quiere acompañar a su socio comercial principal devaluando progresivamente el peso por temor a las consecuencias inflacionarias, peligro éste que no preocupa tanto a Dilma, ella misma una economista, porque, a diferencia de Cristina, siempre ha sido consciente de la importancia fundamental de defender la estabilidad monetaria.




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