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viernes, 24 de enero de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LAS TRES RAÍCES DE LA IZQUIERDA,

Cuando hablo de socialismo y marxismo, no hago diferencias con el comunismo, unos soportan al otro como las diferentes partes de un edificio; este trío de doctrinas no sólo se parecen, sino que se tocan y separan para volver a confluir en postulados básicos sobre la naturaleza del hombre y la sociedad.
Pertenecen a un genero de doctrinas que los expertos en ciencias políticas y economía han nominado “Colectivismo”; según el Diccionario de Economía y Finanzas del Dr. Carlos Sabino, es el “Término genérico que se utiliza para designar las ideologías y las propuestas políticas favorables a la supresión de la propiedad privada… Desde el punto de vista económico las posiciones colectivistas proponen la estatización o la conformación de cooperativas organizadas y controladas por el Estado como forma básica de propiedad. También, y como consecuencia de ello, abogan por la planificación central y recusan al mercado como forma de asignación de recursos.”
El comunismo, por supuesto, es mucho más antiguo, algunos autores encuentran antecedentes en la antigua Grecia, con Licurgo en Esparta, con el Rey Agis IV, con Platón que, en su obra La República, expresa la necesidad de que todos los bienes sean comunes, incluso las mujeres.
El comunismo también es visto como una forma de subversión contra el orden establecido, de allí que la figura de Espartaco, el mismo Cristo (en una próxima entrega veremos la relación del cristianismo con el socialismo), los Padres de la Iglesia, en tiempos de Justiniano, que predicaban la comunidad total de bienes y veían el enriquecimiento como falta de honestidad, sean venerados como verdaderos revolucionarios.
Durante la Edad Media tuvieron lugar cruentas rebeliones campesinas contra los dueños de la tierra (la nobleza) buscando aliviar las injustas inequidades sociales; pero fue a mediados del siglo XIX, con la Revolución Industrial, que dos situaciones se hicieron patentes: que la nueva clase burguesa era la dueña de los nuevos medios de producción mecanizados y que había una clase social de privilegiados que acaparaban para sí el grueso de las ganancias (el capital) dejando al proletariado, la gran mayoría, viviendo en la subsistencia.
Es en este momento histórico, que las tres doctrinas conviven en torno a un solo hombre, Karl Marx, quien le daría orden al socialismo utópico, que ya tenía un cúmulo de escenarios planteados en obras literarias y experimentos comunitarios, pero estaba muy fragmentado; Marx le dio unidad y propósito integrándolo a su proyecto histórico, luego vendrían otros como Lasalle que, basándose en la teoría del valor del trabajo de Marx, continuaría su labor entre las clases trabajadoras.
Marx y Engels  se ocuparían de sistematizar el pensamiento comunista, gracias a un encargo de la “Liga Comunista” de Alemania, resultando el panfleto llamado El Manifiesto Comunista (1848), donde aseguran que sólo el proletariado es el llamado a realizar la gran transformación; los autores reniegan de la familia, de la patria, de la clase media, de la religión y predicen la dictadura del proletariado, que abolirá la propiedad privada, el derecho a la herencia y creará ejércitos de trabajadores para servirle al Estado; termina el Manifiesto diciendo: “Los comunistas declaran abiertamente que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente... los proletarios sólo tienen sus cadenas que perder y un mundo que ganar, ¡Proletarios del mundo, uníos!”
El marxismo, que nace de la obra teórica de Marx, como crítica al sistema capitalista, y que desarrolla en El Capital (1867), explora temas como el materialismo histórico, especie de camisa de fuerza que le aplica al devenir de la humanidad, condicionando el orden social a las maneras de producción, y el futuro, a los acontecimientos en el pasado, profetizando que el destino del hombre es, necesariamente, el socialismo.
Pero luego de Marx, cada doctrina tomó una ruta diferente; Lenin se llevó el conocimiento marxista a Rusia y regó su revolución con esa doctrina, de la que resultaría el comunismo soviético; el comunismo de Lenin implicó una reinterpretación del marxismo aplicada a la realidad Rusa, que no era sino una revolución campesina, no industrial, lo mismo hicieron en su momento Trotzky, Stalin, Kushchev, para mencionar sólo los principales reformistas del marxismo leninista.
El marxismo es un método de análisis económico-político usado por algunos partidos políticos que buscaban aplicar las recetas del libro El Capital; sometido a un proceso de diversas interpretaciones, resultó en una plétora de marxismos, sobre todo en Francia, Italia y Alemania, y muchos años después, en Latinoamérica (ya analizaremos el socialismo en Latinoamérica).
El socialismo aunque tuvo su origen organizado en la Revolución Francesa, floreció en Inglaterra estrechamente ligado a las organizaciones laboristas y sindicatos. Una corriente, el Socialismo Fabiano, donde participaron figuras como Bernard Shaw, Sidney Webb y H.G. Wells, le dieron renombre y consistencia ideológica, y se expandió a países donde el régimen parlamentario era una institución respetada y se atuvieron a la consecución del voto y no de la revolución para llegar al poder.
A raíz del Cuarto Congreso de la Internacional, celebrado en Basilea en 1869, cuando se dieron los enfrentamientos entres anarquistas y comunistas, se funda en Alemania el primer partido de los trabajadores socialistas. Cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, los partidos socialistas, congregados en una Nueva (Segunda) Internacional, empezaron a alejarse del comunismo y del anarquismo, para llevar, por medios democráticos, no violentos, los cambios que deseaban en sus países; más que una diferencia de contenido era una diferencia en la forma lo que distinguía a un socialista de un comunista.
En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial surgió en Alemania el partido Nacionalsocialista que, en manos de Hitler, se dedicó, entre otras cosas, a perseguir a los comunistas y hacerlos desparecer como enemigos del Estado; y aunque la propiedad privada seguía, de jure, siendo de los privados, de facto, pertenecía toda al Estado; la fusión indisoluble del partido único con el Estado y el gobierno marcaron este socialismo que mutó en fascismo.
Los socialistas revolucionarios son la cepa más radical del socialismo, en realidad son comunistas disfrazados de nacionalistas, creen en la violencia y los cambios drásticos para alcanzar sus propósitos de poder absoluto sobre la sociedad, para ello apelan a formas harto desfasadas como las comunas, las milicias, el trueque, la democracia tumultuaria, el culto al líder, la sacralización de los valores nacionalistas, el estatismo absolutista y el milenarismo (“para siempre”).
A pesar de que Marx dijo que el capitalismo iba a desaparecer hace más de cien años, el socialismo moderno, ha aprendido a convivir con el capitalismo, y de hecho depende del sistema del libre mercado para llevar adelante su tesis del Estado Bienestar, ha bajado su tono beligerante y se ha concentrado en las reformas sociales y en fortalecer los medios de hacer “justicia social”, por la redistribución a las clases con mayores necesidades de los bienes estatizados. Estas tres ideologías basan su acción principalmente, en la estatización de la sociedad, sacrificando la libertad individual en aras del igualitarismo. – 

saulgodoy@gmail.com

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martes, 30 de noviembre de 2010

TRIFURCACIÓN. EDDIE A. RAMÍREZ S.

Existen tres vías básicas para sustituir un presidente en caso de grave crisis política. 1-Por intervención del ejército, con o sin participación popular.2- Por decisión de los otros Poderes del Estado y 3- Por medio de elecciones. La solución a la dictadura de Pérez Jiménez fue por intervención de las Fuerzas Armadas, previa labor de la sociedad civil y partidos que promovieron huelgas, manifiestos y protestas callejeras.

En tiempo de Carlos Andrés II, para bien o para mal, la crisis se resolvió por actuación de la Fiscalía, de la Corte Suprema de Justicia y del Senado. Sin duda que fue un juicio político. Algunos acusan a quienes promovieron la destitución de haber procedido por resentimiento o por ambiciones políticas. Otros consideran que fue una actuación de buena fe ante las frecuentes protestas callejeras, saqueos, huelgas y dos intentos de golpes militares. Aunque solo faltaban siete meses para las elecciones, no hay duda de que el ambiente era de crisis severa y todos los días se esperaba una nueva asonada militar. Achacarle el deterioro de los partidos a la llamada antipolítica practicada por los Notables y por los medios de comunicación, “Por estas calles” incluida, pareciera una visión simplista. Definitivamente había un malestar generalizado y esperar podía ser la fórmula menos deseable tomando en cuenta una posible insurrección militar, esta vez con apoyo popular. Particularmente no percibimos una relación causa-efecto entre la salida anticipada de CAP y la llegada del Totalitarismo Siglo XXI. Es de justicia reconocer que CAP se creció en la crisis y demostró ser respetuoso de las instituciones.

La crisis actual es mucho más profunda y difícil de resolver que las ocurridas en tiempos del dictador de Michelena y del demócrata de Rubio. Una opción como la de CAP II no es realista ante a sumisión de los otros Poderes. Está planteada la vía electoral, con la que se completa la trifurcación de las opciones. La dificultad está en que el teniente coronel no es un demócrata y puede proceder a desconocer las elecciones. Por otra parte, faltan dos largos años en los que la República corre el riesgo cierto de una total destrucción y los venezolanos estamos expuestos a perder aún más nuestras libertades y propiedades. A pesar de las reiteradas violaciones a la Constitución por parte del régimen actual, una opción tipo 23 de enero de 1958 tiene el inconveniente de que tanto la población civil, como los militares, están divididos en cuanto a su percepción sobre el inquilino de Miraflores. Por ello, como ahora somos mayoría y deseamos soluciones pacíficas, nos inclinamos por la vía electoral con todos sus escollos, sea como solución definitiva o como catalítico de otras opciones si se atreve a desconocer los resultados. Mientras tanto, no podemos callar ni dejar de protestar ante la radicalización gubernamental.

Como en botica: “La rebelión de los náufragos”, de Mirtha Rivero, es de obligatoria lectura para conocer entretelones de la crisis CAP II. Para refrescar lo duro de la dictadura de Pérez Jiménez, recomendamos la lectura de “Contra las Dictaduras Por la República Civil: Semblanza de José Agustín Catalá, de Marco Tulio Bruni Celli. Al cumplirse ocho años de la huelga del 2 de diciembre, nuestro reconocimiento a Carlos Ortega, a Carlos Fernándes y a quienes perdieron todo por defender principios y valores. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com

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sábado, 2 de octubre de 2010

VENEZUELA DESPUÉS DE LAS ELECCIONES PARLAMENTARIAS, CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL (DESDE COSTA RICA)

Pasadas las elecciones parlamentarias de septiembre pasado y con los resultados a la vista debemos de analizar y reflexionar sin ningún apasionamiento lo sucedido.

Estas elecciones demostraron categóricamente que hay tres sectores bien definidos entre los venezolanos a saber; los seguidores del chavismo, la oposición y todos aquellos que se muestran aún indecisos o que se abstienen de votar.

Y aunque hubo una gran participación en estas elecciones estamos claros que no eran las presidenciales donde generalmente hay mayor participación, los números aclaran el panorama, con mas de 17 millones de personas anotadas en el registro electoral, 33,5% de ellos se abstuvo de votar, 30% lo hizo por el chavismo, y otro numero parecido pero superior votó por la oposición.

Así las cosas los chavistas y la oposición tienen que entender que ninguna de las partes posee la verdad absoluta, y que en estas circunstancias su obligación será aprender a negociar para el bien de todo el país.

El presidente Hugo Chávez tendrá que aceptar que ha perdido seguidores, que su verdadero caudal electoral ronda el 30% tal y como algunas encuestas lo afirmaron, que su propuesta tocó techo y que más del 50% de sus compatriotas no comparten el socialismo del siglo XXI.

Tendrá que reflexionar además sobre su papel como presidente, pues en su terquedad de transformar a Venezuela en un estado socialista con “aderezos comunistas” olvidó por completo su verdadero rol como presidente, el cual consiste en gobernar para todos los venezolanos sin importar ideologías o creencias, tendría que atender -si fuera inteligente- las expectativas de esa otra mitad de Venezuela que despreció desde el día que se convirtió en presidente de la nación.

Debería entonces -si fuera inteligente- buscar el diálogo con la oposición, eliminar la confrontación social, debería también -si fuera inteligente- apoyar a la empresa privada en vez de acorralarla, acabar con las expropiaciones, atraer la inversión en vez de ahuyentarla y debería -si fuera inteligente- dedicarse por completo a los asuntos internos como el de la inseguridad.

La MUD que representa ahora al grupo opositor tendrá que mantenerse muy unida, debería consolidarse conformarse como un solo partido de oposición, con una sola ideología, conceptuada con intereses humanistas y liberal, situada al centro de la balanza, pragmática, con ideas nuevas y de cara al siglo XXI, deberá preparar un buen programa de gobierno y escoger muy bien a su candidato de manera que convenza al electorado en las elecciones del 2012.

Además la MUD tendrá que hacer un papel en la Asamblea Nacional en defensa de la democracia principalmente en la búsqueda de fórmulas efectivas para que las instituciones tomen el camino de la independencia y puedan trabajar de forma imparcial.

El abstencionismo siempre va a existir, sin embargo si una parte (10%) de este grupo saliera a votar, los porcentajes en las próximas elecciones presidenciales podrían cambiar sustancialmente el panorama político general, por lo que resulta obvio que ambas tendencias se esforzarán en el futuro próximo por atraerlos a sus filas.

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