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lunes, 9 de abril de 2012

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ / ESPANTOSO RETROCESO MATERIAL Y MORAL / DESDE EL PUENTE

Me cuesta escribir estas notas en Domingo de Resurrección. Regreso del Guárico occidental  ratificando la convicción de que vivimos en un país en ruina material, convertida en un pobre país pobre desde todo punto de vista. Para escribir esta semana me debato entre las inaceptables payasadas, más propias de un burlesco baratero que de la Santa Misa en una instalación militar, protagonizadas por quien en mala hora continúa como Presidente de la República y la conmemoración de los hechos acontecidos entre el 11 y el 14 de abril de 2002, hace diez años. 
Una década en la que el país ha retrocedido espantosamente. Lástima que la improvisación, por una parte, y por la otra la ambición desmedida y oportunista de unos cuantos civiles y otros tantos militares, echaran por tierra la heroica jornada de aquel jueves abrileño. Centenares de miles, hay quienes dicen que se superó el millón de personas, marchando en respaldo a los petroleros injustamente despedidos de PDVSA, rumbo a Miraflores con la consigna de “Chávez vete ya”.
No se ha escrito todavía la verdadera historia. Cada protagonista o analista, tiene su verdad. Pero, aún no existe la verdad verdadera que quede para la historia aceptada mayoritariamente por la nación. Tendrá su hora y se hará justicia con relación a los responsables de la masacre que culminó con veinte muertos y más de un centenar de heridos. La prisión de unos cuantos policías metropolitanos y de mis amigos, los comisarios Simonovic, Vivas y Forero, con quienes tuve el honor de compartir una ínfima parte de lo que ellos han sufrido. La traición al pueblo de convertir a los asesinos confesos en “héroes” y, en fin, de pretender cambiar la historia sobre la base de la mentira y del disimulo. El poder da para eso. Ha sido dicho que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Desde antes de aquellos sucesos hasta la reciente misa en la que el farsante se las echaba del Cristo de este tiempo pidiéndole al Padre que lo libere del supremo sacrificio, Venezuela sufre la más penosa descomposición moral que pueda recordarse a lo largo de su existencia.
En estos días de reflexiones llaneras, entre Calabozo y Camaguán, tierra de mi padre, a orillas del río Tiznados, contemplando la belleza del amanecer, de los verdes pastos que alimentan el ganado que se resiste a ser sustituido por la traición importadora, hasta la tarde con el sol de los venados, hemos ratificado el compromiso por la liberación definitiva de Venezuela. El próximo 7 de octubre será el Día de la Liberación. Se trata de algo mucho más trascendente que lo estrictamente electoral. Tenemos suficiente experiencia en el combate político, pero como muy bien recogió alguien unas palabras de David Ben Gurión, “Todos los expertos lo son en lo que fue, pero no hay expertos en lo que será”, “Para convertirse en un experto del futuro se necesita más visión que experiencia”. Ojala lo que tiene que suceder sea pronto, con el menor trauma posible.
oalvarezpaz@gmail.com 

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LUIS BETANCOURT OTEYZA/ EL PRÓXIMO 11 DE ABRIL DE 2012

 “…las cosas, para hacerlas bien, es preciso hacerlas dos  veces: es decir, que la primera enseña la segunda” Simón Bolívar
El próximo 12 de abril celebraremos otro aniversario, el décimo, de un acontecimiento que nos debe llenar de orgullo a los demócratas, por eso hablo de celebrarlo.
En efecto, ese día el pueblo de Caracas, en una manifestación pacífica nunca vista, marchó espontanea y decididamente hacia el palacio de Miraflores a exigirle la renuncia a Hugo Chávez, y lo logró. En la gesta, las bandas armadas y organizadas del chavismo asesinaron a 19 venezolanos e hirieron a balazos a otro centenar. Los autores de esta masacre fueron fotografiados y filmados infraganti y las imágenes recorrieron el mundo hasta provocar un importante premio a los reporteros de un canal de televisión que a ello se atrevió. No obstante, los criminales fueron aclamados como héroes por el Tirano y condecorados con una orden inventada a tal fin. La matanza no fue peor porque las FAN, llamadas a su ensañamiento, se negaron a ejecutar la orden, en resguardo de su honor y de  una tradición de respeto a la justicia que entonces imperaba en los cuarteles. La consecuencia de estos sucesos fue, como antes anotamos, la renuncia del cabecilla, la caída del gobierno forajido, y la fuga y escondite de los cómplices más conspicuos del chavismo.
MARCHA DEL 11 DE ABRIL
Lo que ocurrió ese 11 de abril de 2002 fue la culminación de una serie de protestas y rebeliones nacidas en la sociedad por el atropello que se ensayaba contra las leyes y los intereses nacionales por un gobierno que promovía, tímida pero decididamente entonces, el enfrentamiento entre los ciudadanos, exacerbando diferencias económicas y creando rencillas sobre bases artificiales de diferencias sociales y raciales, que presagiaban la tragedia que viviríamos desde esos primeros días hasta el infierno de éstos cuando podemos sumar más de 170.000 asesinados por un hampa estimulada por el mensaje de odio y resentimiento social y familiar que aqueja al Jefe y principales acólitos de esa horda que es el chavismo. Esa rebelión cuajó y nos liberó del Tirano, y eso debemos celebrarlo como celebramos otras fechas en honor de la libertad, aun cuando esas gestas no produjeron un efecto duradero pero significan un hito que nos anima todos los años a la lucha por nuestros derechos republicanos y democráticos. Es lo mismo que hacemos con el 19 de abril de 1810, cuando el pueblo de Caracas, desde su Plaza Mayor se manifestó para exigir la renuncia Vicente de Emparan por representar la usurpación, y lo logró; allí nació nuestra independencia, consagrada el 5 de julio de 1811. Luego esa libertad y república se perdieron por traiciones de los Vinoni de entonces, que terminaron por el regreso del despotismo y la entrega en manos de Monteverde del Precursor Francisco de Miranda, aduciendo que fue el único responsable del fracaso de la rebelión, en oscuro proceder de algunos –es curioso cómo se repite la historia con su hado perverso-, y en tan corto tiempo como sólo dos años más tarde, julio de 1812. No obstante a ese aparente fracaso, todos los años en Venezuela celebramos con actos y desfiles la fecha de esa rebelión, entre otras cosas, para recordarnos que lo logramos y que debemos intentarlo cada vez que sea obligado recuperar nuestra Libertad, hoy conculcada, nuestra Republica, hoy desdibujada por un absolutismo casi monárquico, y nuestra Soberanía patria, hoy violada por la férula cubana de los hermanos Castro. Así, los patriotas de entonces lo volvieron a intentar en 1813 con la Campaña Admirable, bajo la inspiración de Bolívar, para caer otra vez ante las huestes del Boves de entonces, también invitadas a la matanza de venezolanos, como hoy, por el mensaje del resentimiento social y racial, que duró victorioso hasta su muerte un buen día en Urica, el 5 de diciembre de 1814. Pero lo volvimos a intentar  años más tarde, 1817, y con el liderazgo del hoy denostado José Antonio Páez y sus llaneros salvados para la causa libertaria, sellamos la Independencia en Carabobo en 1821. Por eso cada vez que vivimos un 19 de abril nos acordamos de aquella rebelión y lo celebramos, y por eso este 11 de abril de 2012 recordaremos la rebelión de Caracas que sacó al Tirano del poder y lo celebraremos. Poco importa que los Vinoni de hoy, civiles y militares, nos hayan robado nuestra oportunidad de libertad y democracia, lo logramos entonces y lo volveremos a lograr, estoy tan seguro como lo estuvieron Negro Primero y los soldados de Páez en Carabobo.
Caracas, 6 de abril de 2012                     Luis Betancourt Oteyza
 Prensa Alianza Popular 

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GONZALO HIMIOB SANTOMÉ / EJERCICIOS DE LA MEMORIA

Diez años. Se dice fácil. Lo que sí es mucho más difícil es llenar esas palabras con todo el contenido que les es propio y les da su significado pleno, al menos esta semana y en nuestra nación. Me refiero, por supuesto, a la conmemoración de los diez años del 11 de Abril de 2002, que se cumplirá el próximo miércoles.
Podría explicar, una vez más, que de las 79 investigaciones penales que abrió el gobierno sobre las diecinueve muertes y las varias decenas de heridos de los días 11, 12 y 13 de Abril de 2002, la gran mayoría de éstas sólo quedaron en la fase preliminar de la investigación, para luego ser sobreseídas o archivadas, garantizando la más absoluta y abyecta impunidad. Podría aclarar que incluso hoy, por boca del Ministerio Público –si es que debemos darle algún crédito- sólo se mantienen activas 27 de estas causas, y que en ninguna de ellas –digo, en ninguna de las investigaciones- se ha producido una condena legítima o válida contra quienes asesinaron y dañaron no sólo a ciudadanos, a seres humanos, sino también al alma de una nación que desde ese momento nunca volvió a ser la misma.
El 11 de Abril de 2002 fue el día en el que los venezolanos revivimos los colores del miedo y de la muerte, y lo que siguió a esas fechas –las persecuciones, el uso de las mentiras desde el poder, la creación novelera de épicas oficialistas inexistentes- no se quedó atrás como muestra de hasta dónde es capaz de llegar quien sólo quiere el poder, por el poder. Si en algún acontecimiento de nuestra historia contemporánea quedará claro que este gobierno falsea los hechos, y que usa sus falsedades para perseguir a quienes se le oponen, y para endiosar y mitificar a un Chávez que fue en esos días de todo, menos valiente y digno, será en éstos, en los sucesos relativos a Abril de 2002.
La única condena que se ha dado en concreto sobre estos sucesos, los que tuvieron lugar en el centro de Caracas y en las cercanías de Miraflores, nunca me cansaré de repetirlo, es absolutamente ilegítima, y sólo sirve a apuntalar una mentira oficial, una versión sesgada y falseada de los hechos –una que por estos días se escuchará en los medios oficiales una y otra vez sin descanso ni tregua- que no se corresponde con la realidad de lo que pasó. Hablo de la injusta sentencia que mandó a la cárcel a los comisarios Vivas, Forero y Simonovis y a los funcionarios de la PM, sin pruebas y sin más lógica o sentido que el de hacer creer, a propios y a ajenos, que se había hecho “justicia”, y que se había descubierto la “verdad” de lo ocurrido, cuando lo cierto es que si en alguna oportunidad el Poder Judicial sirvió como mampara al abuso, a la mentira y a la irracionalidad, fue en ese caso. Al que no me lo crea, le invito a tomarse el tiempo de leer el expediente –un mamotreto elefantiásico tan absurdo y surrealista como las decisiones que en éste se contienen- y a preguntarse, por ejemplo, cómo es que si se suponía que se iba a hacer justicia, quienes fueron captados en video disparando contra la autoridad y contra la marcha de ciudadanos desarmados –los famosos pistoleros de Puente Llaguno- fueron declarados “héroes de la revolución”, y finalmente absueltos; mientras que quienes se dedicaron a evitar confrontaciones asesinas y a proteger a quienes protestaban, fueron condenados como pretendidos asesinos. También podría destacar que esta condena sólo abarca a 2 de los 19 fallecidos en nuestra capital, dejando en la absoluta oscuridad a 17 personas, oficialistas y opositores, que al día de hoy no encuentran ni siquiera una justicia torcida o de parapeto que les tome en cuenta.
Hubo, vale la pena recordarla, otra condena relacionada con los sucesos de Abril de 2002, y en esta también se evidenció cómo al poder no le interesaba la verdad, sino proteger al “líder” de sus propias mentiras y de las mitificaciones que sus acólitos le han creado sobre su personalidad. Me refiero a la condena al Capitán Otto Gebauer, cuyos únicos pecados fueron el haber cumplido en esos días con su deber –trasladando a Chávez desde Caracas hasta La Orchila- y otro, mucho más imperdonable: El de haber visto llorando como plañidera a quien se suponía era el “hombre fuerte” de Venezuela. Por eso se le condenó, en uno de los absurdos judiciales más emblemáticos de estos tiempos, a cumplir una pena de prisión de 13 años, por la supuesta “desaparición forzada” –así se calificó su delito en la sentencia- de un presidente que no sólo nunca fue maltratado o irrespetado mientras fue depuesto del poder, sino que además –por lo menos hasta donde sabemos los venezolanos- jamás “desapareció”.
Y así quedan muchas incógnitas sobre el 11A. Habría que indagar también cómo es que si Chávez no renunció –eso es lo que los medios oficiales nos repetirán una y otra vez estos días- su entonces Vicepresidente, Diosdado Cabello, se juramentó como Presidente, lo cual sólo habría podido hacer ante la constatación de que en efecto Hugo Chávez había renunciado, ¿se trató de una traición?, ¿o será entonces por el contrario que lo que todos sabemos –que Chávez sí renunció- es verdad, y que en consecuencia su mandato es ilegítimo desde 2002?
Lo único cierto sobre el 11A, al día de hoy, es que el gobierno de Hugo Chávez se ha negado sistemáticamente a que la verdad real, la que no admite “versiones” ni “interpretaciones”, se conozca. Hasta hoy, sobre estos sucesos no hay más que la más terrible impunidad, pero no sólo en nuestras fronteras, sino también a nivel internacional. La CIDH, pese a que admitió la causa de varias de las víctimas del 11A, y aun cuando ya está, y desde hace más de seis años, finalizado todo el proceso a la espera de una decisión, aún no termina la CIDH de sentenciar lo que, todos lo sabemos, corresponde: Que el Estado venezolano fue responsable, durante los días 11, 12 y 13 de Abril, tanto por acción como por omisión, de gravísimas violaciones a los DDHH contra sus ciudadanos.
Les invito entonces a hacer un contundente ejercicio de la memoria. No sólo en honor a los que hoy ya no están y aún esperan en los limbos de la injusticia que la verdad, por fin, se imponga, sino también para hacer ver a nuestros jóvenes, que no tienen por qué recordar esos hechos como lo hacemos nosotros, qué es lo que jamás debemos volver a vivir, ni seguir viviendo, si queremos reconstruir el país desde nuestros valores y principios, que no desde la muerte, desde la violencia, o desde el miedo. Me apoyaré también para ello en la salida del libro de Alfredo Romero, “Relatos de muerte en vivo”, un excelente compendio de muchas de las historias de abusos y de muerte que nos han forzado a vivir en los últimos 13 años, para no dejar que se pierdan en las gavetas del olvido tantos hechos, tantas situaciones, y tantos agravios que el tiempo, y la vorágine del día a día, a veces hacen que se desvanezcan. No hay clamor más poderoso que ese: El de quienes aspiran justicia, pero ya no pueden hacerse oír. No podemos, no debemos, permanecerles indiferentes.
@HimiobSantome

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sábado, 31 de marzo de 2012

NOEL ALEJANDRO LEAL ROJAS / HACE UNA DÉCADA MARCHÉ CONSCIENTEMENTE.

11 de Abril del 2002, ya hace una década, diez años, 2 quinquenios, 2 lustros… Cualquier sinónimo que le busquemos suena igual de contundente, como contundentes fueron las balas de ese día, como  contundente es nuestra realidad hoy.

Ese día marché a Miraflores consciente del carácter criminal del proceso revolucionario Neo-Comunista-Fundamentalista que venia arraigándose en nuestro suelo, consciente que sólo la presión de calle obligaría a las Fuerzas Armadas a poner fin a esta locura, consciente que era ridículo tener esperanza en el accionar de los mecanismo regulares de una nación democrática, cuando éstos son regentados por seres pusilánimes comprometidos ideológica o comercialmente con el que había decido cubrir al país con el oscuro manto comunista.
Ese día, cada paso en dirección a la sede de gobierno estaba estimulado por un hermoso sentir patrio, ese que nace cuando se defiende lo fundamental de la vida, el honor, la dignidad, los valores y principios, cuando se defiende la Patria, cuando se defiende a Venezuela. En ese andar vi las caras de tantos, todos imbuidos de una fuerza mágica que no era otra que el anhelo de libertad, muchos tenían muy claro que no habría futuro para ellos ni sus hijos de seguir tolerando el despotismo personificado en el amo de las hordas revolucionarias, otros simplemente sentían que había llegado la hora de decir Basta Ya, muchos consientes como yo,  que el recibimiento seria a fuego y conscientes que no hay honor mas sublime que dar la vida por lo que se ama, ahí cayeron venezolanos que aun no han recibido el homenaje el cual estamos obligados a dar y menos aun hemos recuperado la tierra por la que dieron sus vidas.
Quiero ser muy enfático en ese hecho, la tierra que perdimos, la que nos quitaron, la que entregamos, nuestro comportamiento como venezolanos ha sido vergonzoso para con nuestra historia, hemos sido un pueblo que por el cuidado de las formas perdimos nuestro fondo y con ello el país, hemos tolerado lo intolerable, y hasta hemos llegado al ridículo de aplaudir y defender un marco legal que ha sido usado contra nosotros como mordaza y látigo, hemos legitimado y legalizado las mas aberrantes violaciones al Sentido Común, en fin democráticamente estamos matando a Venezuela.
El 11A fue un grito del otrora Bravo Pueblo, ese que con Virtud y Honor rompió las cadenas de la opresión, ese que hoy duerme bajo los efectos de la complicidad y el miedo, ese que de no reaccionar y recuperar el orgullo de ser venezolano, quedará reducido a la esclavitud ideológica, retrograda y vejadora, humillante y destructora, ese pueblo que con su inmensa Fe y bajo los preceptos del Derecho Natural tiene el poder de reconquistar y reconstruir el país de nuestros hijos.
Enfrentemos de manera consciente nuestra realidad, hace ya una década que marchamos con el pecho descubierto ante esa criminal realidad, hoy diez años después, la situación actual exige de nosotros mas de esa convicción, mas de esa fuerza. Rindamos tributo a una fecha, a una gesta que marcó la historia, que marcó una gran herida abierta en nuestras vidas. Reencontremos a Venezuela donde la dejamos, ella nos está esperando.

@noelleal

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sábado, 16 de abril de 2011

POLÍTICA DE ESTADO. FERNANDO FACCHIN B.(ODIO Y MIEDO)

Las declaraciones de la Fiscal General de la República aparecidas en la prensa del martes 12, mediante las cuales informa sobre la imputación a un grueso número de venezolanos, civiles y militares, por los hechos del 11A, una jornada cívica masacrada por las balas asesinas de la revolución, eso demuestra, sin lugar a dudas, que para el gobierno nacional y sus áulicos, la política de estado está basada en los viles sentimientos del odio y la venganza.

De esta manera buscan atemorizar a la sociedad. K. Adenauer dijo: "En la política hay adversarios y correligionarios, estos últimos son los más peligrosos."

El gobierno ha desarrollado una política sustentada en principios, comportamientos, estrategias y directrices incompatibles con los fundamentos éticos de la democracia y los derechos humanos, se ha "politizado la justicia y, simultáneamente, se ha judicializado la política".

Esta es una práctica sistemática donde las instituciones fundamentales y los órganos del estado se han convertido en círculos de odio y venganza.

Es injusto que por odio político, se desfigure la verdad de la gesta patriótica del 11A.

Cuando el odio es muy intenso, coloca a quien odia por debajo del odiado, sin importar las causas que generen ese sentimiento. En el odio político hay una base de despotismo narcisista. El odio es una proyección visible exterior de lo invisible interior: se odia en los otros lo mismo que la persona odia en sí mismo.

Erich Fromm sostenía que "el odio surge como una respuesta ante una amenaza". La amenaza es el 2012.

La ceguera de un rencor que no perdona produce un sentimiento de repulsa muy intenso que no pocas veces cae en la misantropía, "actitud social y psicológica caracterizada por una aversión general hacia la especie humana".

Es mediocre ese sentimiento de odio expresado por el oficialismo en boca de la Fiscal. Enmascara carencia de otras motivaciones y argumentos que le den impulso. Hay innumerables citas sobre esa vulgaridad. Graham Green dijo que "el odio es carencia de imaginación".

Tennessee Williams escribió que "el odio sólo puede existir en ausencia de inteligencia". Y "cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga", decía Víctor Hugo. El odio y la venganza están camuflados con el caos del fracaso gubernamental manifiesto en los discursos mesiánicos y apocalípticos, que señalan que "sin mí el país se hunde", discurso heredado de la vecina Isla del Caribe.

Lo que en nuestro país se llama "revolución" no es una ideología, es una simbología asociada al culto de una persona que en la medida que se debilita y se aproxima su muerte política, como le está sucediendo, los pocos restos que todavía le siguen se preparan ya para su disipación definitiva, no es posible ante niveles tan bajos de demagogia, populismo, adulación, resentimiento y mentira sustentar un régimen en los estertores de su vida pública, parecen los muertos vivientes de las películas de terror, el jefe de la revolución requiere desesperadamente que se le profese o se simule profesar una lealtad incondicional y como tiene justificadas dudas de todo su entorno el pavor que ello le causa me permite recordar a Sófocles: "Para quien tiene miedo, todo son ruidos". El presidente sabe que sus "condicionales" cuando estén detrás del paraban para estampar su voto en el 2012 van a votar en su contra, por eso tiene miedo, mucho miedo.

No debemos cambiar la esencia de la justicia por el odio y la sed de venganza. El odio y la venganza como elementos comunes de las bajas pasiones, es signo de sociedades dominadas por un poder sin restricciones, hegemónico y excluyente.

Cambian los juicios y los adjetivos, cambian los personajes, pero no suelen cambiar la agresividad verbal y judicial contra la disidencia, persiste el odio, persiste la obsesión por dividir a los venezolanos, persiste la necesidad de sembrar la semilla de la discordia social.

Parecería que la revolución sólo conoce el lenguaje del agravio, la venganza y el odio. Siempre el odio, siempre el rechazo frontal, siempre dos bandos separados, siempre enfrentados por el veneno del resentimiento. Ese estilo de hacer política envilece y rebaja el nivel de nuestra vida cívica.

fernandofacchin@gmail.com
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LAS RATAS Y LOS RATEROS DE CHÁVEZ. ROMÁN JOSÉ SANDIA

La última concentración chavista pagada con el dinero de todos los venezolanos, tuvo como intención máxima continuar ocultando la verdad de los hechos de abril de 2002. En especial, Chávez quiere hacer olvidar la intervención del general Raúl Baduel, quien el 13 de abril lo rescató de la isla de La Orchila, adonde había sido trasladado, después de renunciar al cargo, según informó el jefe del Alto Mando Militar, general Lucas Rincón.

El otro fin del mitin fue permitir, una vez más, que el líder rojo-rojito se explayara en insultos a buena parte de los venezolanos. En medio de decenas de autobuses fletados para la ocasión y entre funcionarios obligados a asistir, bajo la amenaza de perder sus cargos, el líder del socialismo del siglo XXI arremetió verbalmente contra la mayoría del electorado nacional.

Esta vez los epítetos escogidos por el teniente coronel estuvieron referidos al mamífero rata. Un insulto, en realidad, poco imaginativo y que acaba de ser usado por el acorralado Muammar Gadafi, dictador de Libia por más de cuarenta años, contra los rebeldes que aspiran a relevarlo del poder.

“Ratas” y “rateros” ha llamado el señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela a quienes no comparten su forma de llevar los asuntos nacionales. Ha tratado de matizar la injuria agregándole “de la política”, como para arrimar aguas al molino de la antipolítica. Así, los ingenuos que repiten tópicos como “todos los políticos son iguales” o “todos los políticos son ladrones” verán satisfecho su elemental análisis en la palabra estentórea del Primer Locutor de la Nación.

También ha dicho Chávez que este calificativo a quienes se le oponen (52% de los votantes, por lo menos, según los resultados del pasado 26 de septiembre) lo usa con “el perdón de las señoras ratas”. No deja, entonces, Chávez de humanizar a los animales: típico comportamiento de quien quiere más a los no humanos que a sus congéneres. Tal cosa es muy preocupante en un gobernante y hace pensar que las películas del imperialista Walt Disney hicieron estragos en la mente del supremo comandante-presidente cuando era niño. Mickey Mouse es, para Chávez, más digno de consideración y respeto, que cualquier venezolano que no apoye su gestión de más de doce años.

Según el diccionario de la Real Academia Española, rata significa “persona despreciable”. Todos somos libres para despreciar a quien queramos. Es casi imposible conseguir a un ser humano que no desprecie a algún semejante. Usted, amigo lector, seguro que desprecia a alguien o ha despreciado, aunque sea por un momento, a alguien, por alguna razón. Eso pertenece a la naturaleza de nuestros sentimientos.

Habrá quien diga que no. Que él o ella nunca han despreciado a nadie. Bueno, estos son casos excepcionales y dignos de ser considerados como candidatos a la santidad. Pero lo que si no hace nadie, sino Chávez, es usar todos los medios de comunicación de un país para gritar a los cuatro vientos que la mayoría de los ciudadanos de ese país está conformada por “ratas”. Ningún gobernante democrático del globo llega a ese acto de irresponsabilidad y chabacanería.

Los calificativos que les demos a los demás están motivados por nuestra subjetividad. Para mí, por ejemplo, es despreciable que un militar viole su juramento y no use las armas que le ha entregado la Patria para defenderla sino para intentar desplazar del poder a un Presidente legítimo y tratar de asesinarlo. Es despreciable usar los medios de comunicación para alimentar en los ciudadanos más desinformados odios y resentimientos, mediante el uso del lenguaje más indecoroso. Es despreciable derrumbar las instituciones democráticas para erigir una autocracia personalista y militarista. También se puede despreciar a quien nunca debate de frente y en igualdad de condiciones sino sólo habla solo ante focas que aplauden sin parar.

En lo que sí tiene algo de razón Chávez es en llamar rateros a parte de la clase política y empresarial que lo antecedió en el poder. Según el mismo DRAE, ratero es “el ladrón que hurta cosas de poco valor” y si nos ponemos a comparar a quienes robaban en la mal llamada cuarta república con los que meten la mano ahora en el tesoro nacional, los primeros no llegan ni a roba gallinas, como dijo un filósofo de aquellos días. Son humildes rateros ante el desempeño de la robolución: los maletines de Pdvsa, el desfalco del Fondo de Pensiones de los jubilados petroleros, los negocios del rey de Mercal y de los interventores bancarios bolivarianos, la repartición de cupos de bonos y dólares, la desaparición de los millardos de verdes de las ganancias petroleras extraordinarias en los diversos fondos estatales, las comisiones y triangulaciones cubanas y demás regalos internacionales, los millones de kilos de comida de Pudreval, la misteriosa evaporación de la inversión en el sistema eléctrico y un larguísimo etcétera.
Sí, es verdad, eran unos pobres rateros

rjsandia@hotmail.com

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miércoles, 13 de abril de 2011

CONSECUENCIAS DEL 11 DE ABRIL. EDDIE A. RAMÍREZ S.

La semana pasada resumimos  los antecedentes del 11 de abril. Como señalamos, la masacre ocurrida en la Zona de Seguridad de Miraflores fue responsabilidad del teniente coronel. Hoy nos referiremos a las consecuencias. Asustado por la magnitud de la marcha pacífica Chávez ordenó aplicar el Plan Ávila, es decir sacar al ejército para reprimir. La orden no fue obedecida por el general Rosendo y gradualmente los altos mandos de la Guardia Nacional y del Ejército desconocieron al presidente. Éste renunció verbalmente, solicitó lo enviaran a Cuba y acudió voluntariamente a Fuerte Tiuna.

Todo indica que en la oficialidad había un grupo conspirando desde hace algún tiempo y otro que actuó ante la masacre desconociendo a su responsable. Se impuso el grupo de militares y civiles que desconocieron la oferta inicial de permitirle a Chávez irse a Cuba, ante lo cual éste se negó a ratificar la renuncia con su firma. Los videos lo muestran conversando normalmente con generales y almirantes. Fue trasladado a la base naval de Turiamo y de allí a La Orchila. La oficialidad se percató del error inicial y aceptó que saliera a Cuba, por lo que estuvo a punto de firmar la renuncia, pero ya era tarde. Ante las discusiones sobre el decreto de Carmona y la gallera entre oficiales, el general Vásquez Velasco y otros generales decidieron, erróneamente, que era preferible regresar a Chávez. Éste nunca corrió peligro de ser asesinado como sigue alegando, fue evidente su derrumbe moral  y a su regreso a  Miraflores pidió perdón por sus errores.

El 12 de abril nadie movió un dedo para protestar por la salida de Chávez. Solo el día 13 a media mañana y ante el despelote en Fuete Tiuna y en Miraflores, se observaron pequeños grupos de afectos protestando y los oficiales simpatizantes del régimen empezaron a reaccionar. Ni Baduel, ni el pueblo regresaron a Chávez. La responsabilidad fue del comandante del ejército presionado por el descontento de los comandantes  de batallones  ubicados en Fuerte Tiuna que no estuvieron de acuerdo con el Decreto de Carmona.  Los Considerandos de este polémico Decreto señalaban el vacío de poder ante la renuncia del presidente y la ausencia del vicepresidente; así mismo,  varias  violaciones a la Constitución por parte de Chávez,   entre ellas  las ilegales designaciones de los magistrados del TSJ, del CNE, del Fiscal, del Contralor y del Defensor del Pueblo. Por ello  el Decreto los destituía.

Por otra parte, sin ninguna base,  el Decreto destituía a los diputados y   facultaba al presidente de facto para destituir o no   a gobernadores y alcaldes y designar a sus sustitutos.  Estas dos decisiones no se justificaban y no contaron con apoyo político, ni militar. A última hora se intentó cambiarlas, pero ya era tarde.  En descargo de Carmona hay que citar que el Decreto convocaba a elecciones parlamentarias en ocho meses y presidenciales “en un lapso que no excederá de 365 días” y el presidente de facto no podía ser candidato.  Los errores frustraron una gesta cívica que debió tener un final feliz. Por el contrario, gradualmente se estableció un totalitarismo siglo XXI que tendremos que derrotar electoralmente en diciembre del año entrante.

Como en botica:  En su Informe 2010 Pdvsa reconoce que tiene 92.299 trabajadores, pero que desconoce el nivel educativo de 34.150 de los mismos. A la empresa Inspectorate, contratada para auditar el volumen de petróleo exportado por Pdvsa, le rescindieron el contrato, ¿ o los auditores decidieron no avalar mentiras

¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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