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viernes, 17 de abril de 2015

LUIS MARIN, EL GIGANTE GENTIL, EL IMPERIALISMO

La mayor dificultad de la política exterior de la administración Obama hacia América Latina quizás pueda ilustrarse con el hecho de no poder ponerle ningún nombre, lo que es inusual en la tradición norteamericana.

Desde los tiempos primigenios del Destino Manifiesto, siempre se ha podido identificar algún perfil, como la famosa Doctrina Monroe y derivados, el Gran Garrote de Teodoro Roosevelt, el Buen Vecino del otro Roosevelt, hasta la Alianza para el Progreso del inolvidable John F Kennedy.

De resto, la actitud de EEUU ha oscilado entre el paternalismo y la indiferencia, pero siempre se sabía más o menos a qué atenerse. El problema actual es que no se ve ningún objetivo claro, ni se sabe qué pretende EEUU con LA, cuáles son sus metas, lo que parece algo elemental para definir una política que merezca tal nombre.

Los únicos temas identificables como la inmigración o el narcotráfico, parecen más bien reflejos de la política doméstica hacia el exterior, uno, por los inmigrantes ilegales que ya están en los EEUU, lo que les lleva a preguntarse cómo hacer para retenerlos en sus respectivos países y controlar el flujo migratorio; el otro, por una cuestión de salud pública interna y el elemento externo es idéntico al de inmigración, porque proviene de los mismos países: México, Centroamérica, Colombia, Venezuela, Cuba.

El otro tema recurrente de la energía que concierne esencialmente a Venezuela, por el otro lado, mientras siga fluyendo el casi millón y medio de barriles diarios de petróleo al mercado americano, como que más nada importa.

Es embarazoso escuchar los lamentos de la señora Roberta Jacobson por la forma como se demoniza a los EEUU “por causa” del decreto Obama por el que supuestamente se sancionarían prácticas criminales de elementos que ejercen funciones públicas en Venezuela, motivado por una iniciativa de miembros del Congreso.

Parece ignorar que esa es una política que Fidel Castro ha explotado incansablemente desde antes de que ella y el presidente Obama nacieran y la seguirán explotando después de que ellos pasen a retiro, sería idéntica aunque el decreto no existiera o si lo engavetaran y lo echaran al olvido.

El antiamericanismo es un prejuicio, una tara mental que tiene idéntica estructura que el antisemitismo, no responde a hechos ni móviles concretos sino al odio automático y visceral. Creer que está motivado por lo que su gobierno haga o deje de hacer aún a regañadientes, es como creer que los antisemitas dejaran de serlo si desapareciera el Estado de Israel.

Es un error pensar que el resentimiento contra los norteamericanos es por lo que hacen mal cuando en realidad es por lo que hacen bien: la superioridad técnica, el éxito económico y la potencia militar. Los aspirantes al poder y a la hegemonía global ven en los EEUU el rival a vencer y esgrimen el antiamericanismo como un ariete político.

En el origen fue la admiración de las élites militares y los estratos económicamente más favorecidos, de hecho, este país se llamó “Estados Unidos de Venezuela” (como México o Brasil) desde el fin de la guerra federal hasta la dictadura de Pérez Jiménez quien adoptó la forma centralista “República de Venezuela”.

EEUU se volvió blanco preferido de los sectores levantiscos socialistas y comunistas, que los veían como el poder real detrás de los caudillos y sus oligarquías económicas.

Finalmente, se convirtió en factor de unificación, movilización y organización política, el más eficiente cuanto más irracional desde que se inventó el antisemitismo.

Cierto que esta peste no conoce antídoto; pero lo que está demostrado es que contra ella no funciona la cortesía diplomática.

IMPERIO Y REPÚBLICA

Podría ser una ironía de la historia que esta distinción romana de las formas políticas haya tenido un alcance tan universal, al punto que hasta a los chinos, cuando decidieron derrocar al imperio en la revolución de 1911, no se les ocurrió nada mejor que fundar una república, con las características generalmente aceptadas en occidente, esto es, asamblea legislativa, un gobierno electivo y jueces imparciales.

Otra ironía, quizás mayor, es que hoy en día se identifique como “imperio” a los EEUU, quien según esta clásica distinción nunca lo ha sido, porque siempre, durante toda su historia, ha sido una república constitucional en sentido estricto, jamás ha sido imperio.

No puede decirse lo mismo de México que se fundó como imperio con Iturbide, luego tuvo al archiduque Maximiliano de Austria, con el indiscutible antecedente histórico del Imperio Azteca; o de Brasil con los emperadores Pedro I y Pedro II; ni de Rusia, donde la palabra “Zar” (que a veces se escribe “Csar”) es una aliteración de “Cesar”, para que no quede duda de su origen romano, así el Káiser de Alemania y hasta el Sha de Irán.

Las teorías del imperialismo moderno no tienen su origen en Lenin, como a veces se dice interesadamente, sino en John A. Hobson, un correctísimo gentleman inglés que invento el concepto de imperialismo económico, dando origen a toda esa vorágine de interpretaciones marxistas que ven al fenómeno como una consecuencia necesaria de la expansión del capital financiero.

En verdad Hobson no dirigía su crítica al exceso de ahorro (tan típico de sus rivales economistas escoceses), sino al subconsumo como causa del excedente de acumulación de capital, lo que podría remediarse con mayor distribución de la riqueza, una tesis que hubieran suscrito los benevolentes socialistas fabianos que fundaron al partido laborista.

Tal vez lo más sorprendente es que todo el desarrollo teórico de Hobson, sus cuadros y demostraciones que toma, como Marx, de las cifras oficiales del gobierno, se refiere a la expansión del imperialismo británico y no al capitalismo norteamericano.

Otra tarea, quizás más ardua, sería desentrañar cómo es posible que un término que era sinónimo de majestad y reverencia haya devenido en esa expresión peyorativa, casi de insulto, como se vocifera hoy “imperialismo”.

Seguramente que cuando se definen a sí mismos como “el imperio del sol naciente” o llaman a Hirohito emperador, los japoneses no están pensando en ofender a nadie, como tampoco los romanos tenían desprecio por el imperio respecto de la república como instituciones, ambas muy respetables.

Esto no es raro en los socialistas, acostumbrados a convertir fracasos en fechas patrias, en héroes a los villanos, en monstruos a personas honestísimas, incluso usan beato y beatitud como ofensas; pero no deja de ser desconcertante como pueden llevar la manía de inversión al punto de convertir una república en imperio contra todo sentido, además por antonomasia y con carácter de exclusividad.

Es mentira que Fidel Castro y los comunistas cubanos sean antiimperialistas porque siempre fueron satélites del imperio soviético y la izquierda en general jamás protesta contra las invasiones rusas a países vecinos, ni cuando la URSS ni hoy en día.

La expansión incluso capitalista y financiera de China no despierta la menor resistencia de los supuestos antiimperialistas, ni siquiera cuando perpetraron la agresión contra el Vietnam heroico, tan emblemático incluso para la izquierda norteamericana.

Es incomprensible que los comunistas ateos no solo apoyan la teocracia de Irán sino que pretenden ignorar el milenario impulso imperialista que mueve a los persas a ser una amenaza constante contra occidente; pero en lo inmediato también contra sus vecinos árabes. Israel vendría a ser apenas una suerte de nudo gordiano para abrirse paso, en sentido contrario, de Asia a Europa.

Los cubanos usan la expresión “imperialismo” para rascarse las espaldas con sus aliados izquierdistas y musulmanes en los propios EEUU ocultando el antiamericanismo que los anima y que no es digerible en aquel ambiente cultural.

Aunque en las cartas diversionistas que publican como avisos pagados en el New York Times dirigidas a la opinión pública en general, se cuidan escrupulosamente de no decir ni una sola vez la palabra “imperialismo”, tan abusivamente reiterada en otros ámbitos.

Otra mentira es pretender definir a las FFAA de Cubazuela como “antiimperialistas”, sin aclarar en ninguna parte de la pretendida nueva doctrina qué es lo que entienden por “imperialismo”, ni cómo ese concepto no le es aplicable a Rusia, China, Irán, etcétera.

La incoherencia es inadmisible en el pensamiento, no puede ocultarse en el verbo, pero en la práctica es una ruina.

EL AMERICANO BELLO

La administración Obama ha eliminado de su trato oficial con la tiranía castrista la palabra “comunista”, cuando más, admite que ese sigue siendo un régimen “represivo”.

Pero represivo puede ser cualquier gobierno, como Egipto o Turquía, sin ser antiamericanos; bajo esta expresión cubren al partido único, la oposición prohibida, que no hay libertad de empresa, de expresión, de organización, en fin, al totalitarismo.

Toman este giro no para hacer más digerible su política entre el público americano, todavía refractario al comunismo, sino porque el círculo íntimo no quiere ser ni parecer anticomunista, algo que repudian desde el fondo del alma, como ser “de derecha”.

Con demasiada frecuencia los voceros y defensores del new deal de Obama descalifican a sus críticos diciendo simplemente que son gente “de derecha”, con lo que relevan de toda otra explicación: por supuesto, basta que alguien sea de derecha para que no tenga razón y no hay más que hablar.

A esto estamos acostumbrados en Latinoamérica sobre todo quienes sufrimos regímenes atrabiliarios filocastristas; pero es verdaderamente inquietante que este abuso del lenguaje haya logrado carta cabal en EEUU, con lo que parece demostrarse que si es más fácil que los americanos se latinicen a que los latinos se americanicen.

Otro show espeluznante es el tira y encoge alrededor del trilladísimo decreto de Obama por el cual se aplicarían supuestas sanciones a algunos altos cargos del régimen títere de La Habana en Venezuela por violaciones a derechos humanos.

Ahora dicen y contradicen, que no se dijo lo que era ni era lo que se dijo y todo se convierte un galimatías consecuencia de no llamar las cosas por su nombre y sucumbir al tinglado de imposturas en que convirtieron al sistema interamericano una cáfila de regímenes falsarios que lo han socavado desde adentro.

Lo cierto es que el Secretario de Estado celebra la gran acogida que ha tenido la nueva política hacia Castro entre los gobiernos de la OEA, los mismos que apoyan a su agente Maduro y esto no puede producir sino perplejidad.

Un criterio para medir la pertinencia de una política podría ser la satisfacción que produce en los enemigos, como la frustración de los amigos. Ciertamente la política de Obama tanto hacia Irán como Cuba no pasaría un test de este tipo: si sus enemigos están tan felices, como sus amigos decepcionados, algo deben estar haciendo mal.

La Administración Obama se inventó una Cuba que no existe para reconciliarse con ella y lograr el aplauso de una galería hostil; pero no ganará ni un amigo confiable entre ellos y a cambio perderá a los pocos que todavía miraban a los EEUU con esperanza.

El mito del americano feo se basa en un doble malentendido: Uno, ¿cómo es posible que gente tan bien intencionada sean tan mal recibida? (La arrogancia ofende y es la causa del resentimiento.) Otro, el americano no comprende al nativo y está obligado a hacerlo (si el nativo no comprende al americano, tampoco es su obligación).

Los dos presupuestos son falsos, la verdad siempre se encuentra en la reciprocidad.

Luis Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre

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domingo, 30 de noviembre de 2014

HUGO CESAR RENES, ¿REALMENTE QUEREMOS TERMINAR CON EL NARCOTRAFICO Y CON CUALQUIER TIPO DE CORRUPCIÓN? (PREGUNTA SOLO PARA LOS POLÍTICOS), DESDE ARGENTINA


HUGO CESAR RENES
Desde hace tiempo, Salta sigue siendo la puerta de entrada de casi la totalidad de la cocaína que pasa por Argentina proveniente de Bolivia. Salvador Mazza, Aguas Blancas y sus inmediaciones constituyen el paso más importante para el ingreso de droga al territorio nacional. Las rutas 9, 34 y la 50 son estratégicas, y si sus controles son sorteados, los cargamentos tienen amplias posibilidades de llegar a destino.  

Si bien los grandes volúmenes buscan plataformas de salida hacia Europa, es sabido que el recorrido por el interior del país, es subvencionado con sustancia que se vuelca al consumo interno. La venta doméstica y los problemas generados por el consumo no han escapado a las localidades fronterizas y se ha vuelto pasajero permanente de su paisaje habitual.

Salta no está ajena al crecimiento de esta actividad y decidió adherirse a la “desfederalización” de la ley de drogas, y desde enero de este año la justicia salteña es la encargada de intervenir en las causas por microtráfico en la provincia.

La producción de coca en Bolivia colocó a nuestra frontera en un lugar preponderante en el comercio ilegal de la droga y hasta crímenes mafiosos delatan el incremento de la actividad preocupando seriamente a vecinos de Tartagal, Aguaray y Salvador Mazza. No debemos ser tan ilusos de pensar que Colombia, Perú o Bolivia, producen cocaína para Argentina; pero nuestra ruta de salida al exterior está muy bien “valorada” y genera una acción delictual residual de importancia que afecta dolorosamente de norte a sur.
 
Por otra parte se van agregando otros componentes, como “la “colombianización” de la frontera norte, que inquieta a la Justicia de Salta. Según el presidente de la Cámara Federal de esa provincia, Dr. Jorge Luis Villada, “los datos que tiene el propio Ministerio de Seguridad de la Nación es que hay aproximadamente 4 mil colombianos en la zona del NOA, y una estimación de unos 3 mil colombianos en el NEA”.

En Orán, ciudad de más de 100 mil habitantes, situada a 50 kilómetros de la frontera con Bolivia, los controles son más exhaustivos que en Salvador Mazza y la población local está más controlada, aunque una importante cantidad de habitantes se dedica, de una o de otra manera, al contrabando. Zapatillas, ropa, juguetes, accesorios, esmaltes, cremas, hebillas, se exhiben en mercado de pulgas.

Sin que signifique una estigmatización a ciudadanos de esa nacionalidad, sino por las actividades desplegadas, desde hace dos o tres años comenzaron a afincarse grupos de colombianos. La gran mayoría de los vecinos los conoció vendiendo muebles. Recorrían la  ciudad con carritos ofreciéndolos, y mediante un adelanto y cuotas que todos los lunes pasaban a cobrar, se presentaron en sociedad, para luego pasar a prestar dinero, sin garantías y a cobrar a diario.

El método se da en Orán, Salta, y se repite en otras ciudades. Se estima que allí viven unos 2.000 colombianos. Los vecinos saben que si tienen una necesidad urgente, si se les presenta un negocio o posibilidades de un emprendimiento, los colombianos van a sus casas con el dinero que necesitan. Por otra parte, pequeños traficantes, también son financiados por estos capitales, para adquirir drogas. 

Es un hecho natural recurrir a los colombianos, como única forma de obtener efectivo sin requisitos. El préstamo es fácil, pero si no se cumple, el cobro se puede volver muy violento, como cualquier modalidad mafiosa. Prestamistas sin escrúpulos, algunos ya han sido detenidos con visas vencidas, o careciendo de registro de ingreso al país. Esta actividad usuraria requiere tener mucho capital. De dónde viene ese dinero? Nadie se lo pregunta en voz alta, pero todos sospechan su procedencia…

Como vemos, el narcotráfico corre de la mano del contrabando, la inmigración sin control y la usura. La seguridad de las fronteras merece una política de Estado, seria y profunda, despojada de ideologías y protegida de los cambios de humores políticos, porque la ilegalidad se proyecta por todo el país. HOY NO TENEMOS POLITICAS QUE CONTEMPLEN TERMINAR CON ESTE FLAGELO.

Comprender el narcotráfico como un delito global y transnacional, es indispensable para erradicar el crimen organizado y la inseguridad. No tiene sentido distraer al país de ese objetivo, cayendo en la paradoja de muy bonitos discursos para la tv, vacíos de contenido real y concreto. Es imprescindible una urgente definición de consenso e implementación de políticas públicas, porque están en juego miles de vidas y la salud de tantos “heridos de adicciones”.

Llamar "Salvador Juárez" a Salvador Mazza, no es un juego de palabras, sino una preocupante advertencia sobre una realidad de ilegalidad y violencia que se expande desde la frontera hacia el resto del país.” 29-11-14.

OPINE, QUE TODAVÍA PUEDE...

En azul y blanco,
Hugo Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942

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miércoles, 23 de julio de 2014

FREDDY NUÑEZ, LA CLOACA ROTA

La Fundación Espacio Abierto, organizó un foro el pasado sábado 19,  para discutir el libro “Chavismo, Narcotráfico y Militares” de muy reciente aparición. Se trata de las extensas conversaciones que el periodista Héctor Landaeta sostuvo con la ex magistrada Mildred Camero, quien fue designada por Chávez, Ministra de estado, Presidenta de la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas, (CONACUID) en 1999, cargo que desempeño hasta mediados del 2005. 

Teodoro Petkoff, quien estuvo presente en el acto, es el autor del prólogo,  al final del cual afirma, “No hay dudas, un gobierno serio iniciaría de inmediato una investigación profunda de todo lo planteado en este libro”. Es evidente que esto no ocurrirá. Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, la mentira se convirtió en política de estado. Como parte de esa política,  el gobierno utiliza sin escrúpulos de ninguna naturaleza todos los recursos públicos, para desinformar, adulterar la historia e intentar reescribirla.
Y por supuesto, para imponerla, acude al expediente de sembrar el terror en la población.  Todo aquel que ose enfrentar esa política es perseguido, acusado de traición a la patria, de lacayo del imperio, queda  expuesto al odio público, y pasa a ser una víctima potencial de los maleantes armados del régimen llamados colectivos.
El poder judicial está al servicio del régimen para conculcar  el derecho de los ciudadanos a exponer con libertad sus opiniones, para abrir procesos  a medios de comunicación independientes que intenten rescatar la verdad y difundan informaciones e investigaciones que pongan en evidencia esa política.
Asumiendo todos esos riesgos, Camero y Landaeta, nos entregan este libro que constituye una de las denuncias más graves que se han formulado desde la llegada del chavismo al poder. Es una reláfica de la penetración del narcotráfico en instituciones claves del mundo civil y militar del país, citando casos concretos y nombres de personajes en ejercicio del poder, o vinculados estrechamente a él. 
La organización narcoterrorista farc, (fuerzas armadas revolucionarias de Colombia), está en el centro del entramado. Chávez desde el inicio de su mandato comenzó un proceso de alianza entre su gobierno y las farc, al punto de haber permitido su instalación en territorio venezolano asunto denunciado muchas veces por el presidente Uribe, y uno de cuyos últimos episodios fue una incontrovertible denuncia, técnicamente fundamentada, presentada por Colombia ante la OEA. Allí señalaron con coordenadas precisas, los campamentos de estos forajidos en Venezuela.
Pero acaso bastaría con recordar aquel mensaje ante la asamblea nacional, en la cual entre vítores histéricos de sus diputados y sus barras pagadas, Hugo Chávez exigía se le diera reconocimiento internacional calificándolas de bolivarianas, y llegando a decir con la irresponsabilidad que le era natural, “Venezuela limita por el occidente con las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia”. 
Rabia y vergüenza sentirá usted al leer este libro, hasta podrá oler la podredumbre que emana de un régimen que se parece cada vez más a una cloaca rota.
Freddy Nuñez
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311

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martes, 19 de noviembre de 2013

ENRIQUE G. AVOGADRO, ¿GENEROSIDAD O ESTUPIDEZ?, CASO ARGENTINA

“Lo que nuestra generación ha olvidado es que el sistema de propiedad privada es la más importante garantía de la libertad”. Friedrich A. Hayek
Gracias a Dios, la Conferencia Episcopal en conjunto, y muchos obispos individualmente, han puesto el tema del narcotráfico al tope de la agenda nacional, a despecho de personajes como Anímal Fernández, Perdedor Puricelli, Lancha Scioli, y tantos otros. La Corte, siempre tardíamente y como si fuera un mero espectador y no un poder del Estado, también se hizo eco, pero sin proponer soluciones que excedan su competencia. ¿No hubiera debido hacerlo ya cuando trascendió y se probó que los laboratorios importadores de efedrina habían financiado la primera campaña presidencial de Cristina Kirchner?

El tema, como es obvio, tiene múltiples frentes para el ataque. El primero se vincula a la radarización de las fronteras, a su vigilancia por la Gendarmería y la Prefectura dotándolas de medios y personal, a la creación de nuevos juzgados y cárceles, a la necesaria ley de derribos cuando dispongamos de los aviones de combate necesarios, etc. El segundo es la educación y la integración de los consumidores, para evitar que continúen siendo víctimas del flagelo.

Hoy quiero referirme al tercero, tan eludido por todos por su incorrección política. Me refiero a la política inmigratoria, un arma fundamental que permite a todos los países del mundo –creo que somos la única excepción- decidir cómo quieren ser en el futuro desde el punto de vista demográfico. Pero, tal vez, reclamar un diseño por el estilo en un país que carece de planificación de largo plazo (nadie parece pensar, en la Argentina, más allá del próximo año) resulte una quimera.

Nosotros, en general, carecemos de problemas raciales, religiosos, sexuales o políticos que generen discriminación de ningún tipo. Es más, mayoritariamente tenemos por nuestros hermanos latinoamericanos un cariño enorme, generado por una historia común, por lazos culturales indisolubles, y hasta por el idioma.

Además, es cierto que el preámbulo de la Constitución, cuyo respeto a ultranza predico y exijo permanentemente, habla de los “hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino”, pero ni siquiera ese mínimo requisito es exigido hoy para autorizar la residencia en el país; simplemente, dejamos que cualquiera, aún cuando se trate de un criminal buscado o condenado en su país de origen, ingrese libremente, compre propiedades rurales de importancia, resida en Puerto Madero o en los countries más caros, instale laboratorios de drogas, practique el contrabando de estupefacientes, lave su dinero y envenene a generaciones enteras de argentinos.

Esa política inmigratoria que reclamo –que de ningún modo puede calificarse de xenofóbica, es decir considerar al extranjero un enemigo- tendrá, además de permitir controlar los antecedentes de quienes tengan interés en convivir con nosotros, otros subproductos. La incoherencia de la izquierda, que se manifiesta en contra cualquier limitación al acceso gratuito a la salud, a la educación, a la vivienda y a planes sociales de los extranjeros, que se planifican –o, al menos, debieran serlo- para una determinada población y no para una demanda creciente, incontrolada y desmadrada y, a la vez, se opone al aumento de los impuestos necesarios para financiar esos disparates, es una prueba fehaciente de la esquizofrenia de nuestra sociedad; tampoco en esta área conozco países que apliquen esta forzada generosidad que aquí se impone a los contribuyentes.

Lamentablemente, los países de alrededor sufren, en algunos casos en forma más grave, de problemas sociales parecidos a los nuestros. Y la política de subsidios y de planes sociales implementado, sin filtro de ningún tipo y con mucha intencionalidad política, por el Gobierno nacional, hace que la ciudad de Buenos Aires y hasta el Conurbano actúen como un imán para quienes, en Bolivia, Perú, Paraguay, etc., sufren por la pobreza, la indigencia y, sobre todo, por la falta de un sistema de salud idóneo.

Todos sabemos ya que nuestros hospitales, especialmente los de la ciudad de Buenos Aires, colapsan diariamente por la afluencia de pacientes que provienen de nuestros países vecinos, transportados en los ahora llamados “tours de salud”, similares a los que los argentinos del “deme dos” practicamos a Miami. Esas multitudes, que reciben la asistencia sanitaria de calidad que la excelencia de nuestros médicos habilita, nada pagan por ella, ni siquiera en los costosos tratamientos oncológicos. Sin embargo, cuando viajamos al exterior, descubrimos con asombro que no podemos atendernos gratuitamente en ningún lugar del mundo ante un mero accidente.

Otro tema importante que ha signado los últimos dos meses y sigue haciéndolo hasta hoy es la salud presidencial, y la posibilidad –poco probable quizás- de que su postergado retorno finalmente no se produzca.; si fuera así veríamos entonces como comienza otra vez -¿recuerda la renuncia de Cámpora, el forzado viaje de Díaz Bialet, la asunción de Lastiri?- el juego de las sillas, que se llevará puestos, al menos, a Guita-rrita y a Mueca Rojkes de Alperovich para dejar al frente del Ejecutivo a Julián Domínguez, que cuenta con el consenso de la Iglesia y hasta del grupo Clarín. Qué harán el Vicepresidente o Jaimito cuando sean, por fin, entregados a la picadora de carne de Comodoro Py -¿irán presos pacíficamente o encenderán serios ventiladores?- es un tema que inquieta seriamente a la Casa Rosada.

Mientras tanto, el Gobierno avanza, a paso redoblado, hacia un abismo cada vez más profundo. El proyecto de reforma de los códigos civil y comercial, que la bancada oficialista en el Senado pretende aprobar antes del 10 de diciembre mediante un trámite express en el Congreso, terminará la tarea que la Corte inició, hace pocos días, con la declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios Audiovisuales.

Así como la magra mayoría de 4 a 3 que falló así puso en tela de juicio los derechos individuales, la inseguridad jurídica recibirá –si los tristes tigres opositores no consiguen abroquelarse en un rechazo total al proyecto, que obligue a los legisladores oficialistas que aún dudan a votar en contra- su consagración total y definitiva cuando el texto, como se supone, sea aprobado.

Desaparecerá la garantía constitucional al derecho de propiedad, ya que lo subordinará, del mismo modo que hicieron los jueces supremos con los derechos adquiridos de los licenciatarios de medios, a la voluntad política de las mayorías políticas circunstanciales. En esas condiciones, ¿qué demente querrá venir a invertir a la Argentina?; sin esas inversiones, ¿cómo haremos para recuperar el crecimiento? ¿No sabe el Gobierno que el mundo entero conocerá esta nueva catástrofe de un país que se llamaba Argentina?

Desde su entrada en vigencia, si el Congreso decidiera que nuestra propiedad afecta ¡el paisaje!, por ejemplo, podrá quitárnosla sin que podamos efectuar reclamo civil alguno, ni contra el Estado mismo ni contra los funcionarios que lo hubieran dispuesto, que hoy son responsables personalmente por sus actos.

A partir de ahora, si el Gobierno así lo quiere, todo cuanto poseemos y todo cuanto acordemos con terceros estará sujeto a su voluntad y a su demencial arbitrio. Inclusive, el Estado se inmiscuirá más aún en las relaciones entre particulares, aún cuando éstas no violen la ley; como ejemplo, cuando acordemos obligaciones en moneda extranjera, serán canceladas en pesos, al cambio oficial. En un país con la historia financiera del nuestro, cuyos registros sólo son superados por Venezuela o Sudán, ¿quién contratará en estas condiciones?

No conozco en detalle las cuestiones civiles que el proyecto pretende modificar en lo que al régimen personal se refiere –uniones libres, divorcio express, etc.- y opinaré de ello tan pronto acceda al texto que será ¿discutido? en el Congreso.

Desde el año pasado, la ciudadanía ha salido a la calle, masivamente, por distintas razones; creo que ya mismo deberíamos movilizarnos, pero unificando esta vez nuestro reclamo para evitar este nuevo y terrible dislate. Está en juego toda nuestra forma de vida en sociedad, y si no tomamos conciencia de ello y lo impedimos, habremos firmado nuestra partida de defunción como nación independiente. No se producirán invasiones externas, ni siquiera pacíficas, pero la Argentina se habrá caído del mapa para siempre.

La caída de las reservas, aún de las inventadas por Sonrisitas Marcó del Pont, marca el final de un ciclo económico –la década desperdiciada- que nuevamente llevará a la Argentina a una crisis terminal. El aceleramiento de la inflación, que llegará este año al 30%, hará que cuanto más nos acerquemos a las fiestas de fin de año, la marginación –esa que, según el Indec, puede vivir con $ 8 por día- vuelva a manifestarse con grandes conmociones sociales, y las fuerzas de seguridad no están –ni quieren estarlo- preparadas para enfrentarlas.

En fin, deberemos seguir esperando, al menos hasta mañana, para saber si “Ella” reasume o no la Presidencia. De todas maneras, vuelva o no vuelva, el “modelo” seguirá dando, al borde del abismo, pasos al frente.

Enrique Guillermo Avogadro
Twitter: @egavogadro

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jueves, 5 de septiembre de 2013

CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍN*, JUECES EN PAISES DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI SON INSTRUMENTOS DE REPRESIÓN, CASO BOLIVIA,

De la embajada brasilera al exilio

La existencia de perseguidos, presos y exiliados políticos es una de las notas características de los países del socialismo del siglo XXI. Reiteramos que el exilio generado por la dictadura castrista en Cuba se cuenta por millones, el exilio de la dictadura chavista en Venezuela se cuenta por miles, el exilio de la dictadura cocalera de Evo Morales se cuenta por cientos, el de Rafael Correa en Ecuador por decenas. Parece que cuanto más tiempo retienen el poder, más exiliados producen.

De acuerdo a información del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) al 30 de enero de 2013 existían registrados 774 exiliados bolivianos y con la llegada del senador Roger Pinto a Brasil por persecución política, Evo tiene en su haber por lo menos 775 exiliados, sin contar los que no se han registrado y los que tienen pendientes sus solicitudes de asilo, con los que la cifra puede ser superior a 1.000. Esto ubica a Morales en el tercer lugar de los gobernantes de la región que destierran a sus nacionales, después de Cuba y Venezuela.

Lo típico del exilio del socialismo del siglo XXI es que está ejecutado por la persecución judicial. Todos los exiliados bolivianos por ejemplo, están acusados por Evo Morales en persona o por miembros de su Gobierno de haber cometido delitos de tipificación terrible e infamante, pues lo primero que buscan es liquidar el prestigio y la imagen pública del perseguido. Es usual que el Gobierno acuse a su víctima de los delitos que el propio presidente o miembros de su grupo político han cometido. Hay que insistir en que el mundo observe que los jueces en los países del socialismo del siglo XXI son los instrumentos de la represión, son una nueva forma de policía política y la más grave forma de corrupción.

El caso del senador boliviano Roger Pinto -hoy exiliado en Brasil y acusado de 20 delitos por el Gobierno de Morales- resulta ilustrativo. Este legislador opositor investigaba vinculaciones del Gobierno con el narcotráfico y casos de corrupción, lo que generó la reacción oficialista que poniendo en marcha su sistema de fiscales y jueces lo persiguió y pretendió encarcelarlo hasta forzarlo a refugiarse en la embajada de Brasil en La Paz. El Gobierno brasilero le concedió asilo político y solicitó al Gobierno de Morales el salvoconducto para que el asilado pueda dejar la legación diplomática y viajar al Brasil; el Gobierno boliviano negó tal autorización en reiteradas oportunidades y así pasó más de un año hasta que hace pocos días el senador Pinto “apareció” en Brasil, desatando una controlada protesta Morales y su gente que usando las relaciones de todo el grupo del socialismo del siglo XXI, especialmente las de Cuba y Venezuela, parecen haber logrado que la presidenta de Brasil remueva a su Ministro de Relaciones Exteriores y silenciar al senador exiliado.

Hay muchas preguntas que se hace la opinión pública: ¿por qué el Gobierno de Morales que no otorgó el salvoconducto, permitió la salida del senador para luego calificarla como fuga?, ¿cómo pueden vehículos oficiales del Gobierno de Brasil -aparentemente con efectivos armados- desplazarse por territorio boliviano por aproximadamente 21 horas sin ningún obstáculo?, ¿por qué la inteligencia cubana que controla los servicios en Bolivia permitió la operación o fracasó en este caso?, ¿será como se ha denunciado un acuerdo para saldar este asunto de manera no oficial? ¿por qué la renuncia del canciller brasilero si había tal acuerdo?, ¿será verdad que el canciller renunciante era el último leal del expresidente Lula en el actual gabinete?, ¿cómo se explica el suave reclamo del Gobierno de Morales y la dura reacción de la presidente de Brasil?, ¿por qué el senador Pinto tiene ahora que guardar silencio, dejó de asistir al Senado de Brasil y no puede hacer públicos los asuntos que investigaba?

El tema de fondo es que un senador, por ejercer sus funciones de fiscalización, es judicialmente perseguido y públicamente acusado por Evo Morales, hasta forzarlo al exilio, donde el perseguido parece condenado al silencio; y más grave aún, queda demostrado por éste y anteriores casos, que simplemente no hay oposición posible en Bolivia.

Hace un año -en septiembre de 2012- la Iglesia Católica de Bolivia por medio de la Conferencia Episcopal Boliviana pidió al Gobierno “amnistía para presos y exiliados políticos” como un gesto de “reconciliación”, calificando de “aberrante usar la justicia para perseguir a los disconformes con el proyecto político” de Evo Morales. La Iglesia no había hecho un pedido igual desde el 17 de noviembre de 1977 durante la dictadura militar.

*El autor es abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy


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