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viernes, 8 de mayo de 2015

LUIS MANUEL AGUANA, EL COSTO DE LA LIBERTAD

 “…La libertad, en esencia, es la posibilidad que tienen las personas de tomar decisiones sin coerción…”. 
Me encantó esa definición de Libertad expuesta por Montaner (ver Carlos Alberto Montaner en “Reflexión sobre la Libertad” https://youtu.be/jgki0Nbvn0c de la Fundación Libertad) porque aterriza el concepto más allá de toda elucubración teórica.

En la exposición Montaner explica que “los seres humanos necesitamos tomar decisiones con la mayor cantidad de libertad posible, porque queremos relacionarnos con quien nos de la gana, estudiar lo que deseamos, manifestar nuestra sexualidad como la tengamos o como creemos que la tenemos, desarrollar nuestras actividades profesionales tal y como nos apetece…”. Y esto tiene que ver con la cotidianidad de la vida.

En cada uno de esos campos cuando no podemos hacer lo que realmente queremos hacer se produce, según Montaner, “una disonancia o imposición del exterior que nos obliga a hacer las cosas que no queremos hacer, nos obligan a decir las cosas que no queremos decir, nos obligan a aplaudir las cosas que no queremos aplaudir. Esas disonancias van generando angustias personales que a veces se convierten en problemas psicológicos muy severos…”.

Y esto, según el autor cubano, “es lo que hace intolerable las sociedades totalitarias…porque nos dictan nuestras vidas desde el exterior. Un grupo de gente iluminada…que nos dice cuales son las ideas correctas, que es lo que tenemos que pensar del pasado…que es lo que tenemos que pensar del presente…y lo más terrible es podemos ir a la cárcel por pensar cómo va a ser el futuro, porque el futuro ya fue decidido por ellos…”. 

Terrible, ¿verdad? ¿Les suena conocido? El solo hecho de pensar que otros decidan por nosotros nuestro futuro es lo más chocante de este tipo de modelo que se nos está queriendo imponer.

Y todo eso ya está pasando. La imposición obligada de conductas porque el Estado tiene un poder de vida o muerte, ya sea económica o física, sobre la gente es un hecho palpable a todo aquel que viva de la Administración Pública. Se está evidenciando esa disonancia en la gente, con resultados que ya se están viendo. Se están aceptando las humillaciones más aberrantes sin alteración alguna. Esto hace que se profundice el éxodo y los más estudiados se abarroten en las universidades para escapar del país (ver “Trámites para el exterior rebasan capacidad de las universidades”, El Nacional 3-5-2015,
http://www.el-nacional.com/sociedad/Certificaciones-exterior-rebasan-capacidad-universidades_0_620938027.html)

De la Declaración de Independencia de los Estados Unidos tomamos las siguientes líneas: "Sostenemos que estas verdades son evidentes  en sí mismas. Que todos los  hombres son creados iguales. Que su Creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables. Que entre estos derechos se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda  de la felicidad…Y que para asegurar  esos derechos,  los hombres instituyen gobiernos entre ellos, los cuales  derivan sus poderes de los ciudadanos…".

Este párrafo es lo que José Piñera, ex ministro de Trabajo y Previsión Social de Chile y responsable de la reforma al sistema de pensiones de ese país (ver conferencia dictada en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala titulada “Los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América y lecciones para América Latina” en http://newmedia.ufm.edu/pinerapadresfundadores, o leer la transcripción en mi blog en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/09/los-padres-fundadores-de-los-estados.html) llamaba un curso de ciencia política en dos minutos.

Son tan grandes, gigantescas y evidentes esas verdades que el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad es lo que intentan preservar los venezolanos de manera instintiva al escapar de Venezuela, reaccionado al huir de lo que está pasando en el país. Y aunque no se pueda objetar en modo alguno esa reacción instintiva, hay diferentes maneras de preservar esos derechos…

Primero lo obvio: si el gobierno no puede garantizar la vida que se pierde en las calles por una bolsa de comida o un celular, es difícil convencer a alguien de que se quede a esperar que sea el siguiente. Y tal vez estas palabras vayan dirigidas a quienes no les queda otra alternativa que quedarse porque no pueden irse, y porque nadie puede darle a otro lecciones de cómo preservar su vida cuando la ve amenazada.

Pero en cuanto a la Libertad y la búsqueda de la felicidad la cosa va diferente. Estos son derechos que podemos y debemos pelearlos aquí, entre otras razones porque no hay otro lugar donde hacerlo, aunque en ello se nos vaya el primer derecho, el derecho a la vida. La independencia se peleó en suelo venezolano así como la independencia de todos los países fue peleada y ganada en sus propios suelos.

Cuando aquel cubano de la historia de Laureano (ver  “Miami si es ¡ay!” por Laureano Márquez

http://runrun.es/opinion/humor/200271/miami-si-es-ay-por-laureano-marquez.html) le decía que con la libertad el no come, es claro que esa libertad no le funciona porque no es de él y disfruta una prestada en otro país. La libertad se tiene que ganar, no es de otra manera. Esa lección la aprendimos los venezolanos en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, aunque con el tiempo la hayamos olvidado. Incluso fuimos los inventores de la exportación del modelo a 4 naciones más.

Y con la libertad ganada solo es posible la búsqueda de la felicidad de la que hablaba la Declaración de Independencia norteamericana y que es aplicable a todo el mundo. Porque solamente en un ambiente de libertad es posible la existencia de la prosperidad y la búsqueda de la felicidad, ambas igualmente probables porque en libertad eso solamente depende de cada quien, no del Estado, ni de los socialistas, ni de los socialdemócratas, ni de nadie.

Así pues, si nos alcanza el 2019 en las mismas o peores condiciones expresadas por Thays Peñalver (ver Cuando el 2019 nos alcance, Thays Peñalver, El Nacional, http://www.el-nacional.com/thays_penalver/alcance_0_580142163.html) no será porque no sepamos qué es lo que hay que hacer para tener libertad, sino porque sabiéndolo no quisimos enfrentar el costo de lo que significa tener una propia…

Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana

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martes, 6 de mayo de 2014

CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, ¿ES VENEZUELA UNA REPÚBLICA O UNA DICTADURA?, DESDE COSTA RICA

La pregunta que hacemos en el título de este escrito tiene como objetivo dejar claro que el país que se define como República Bolivariana de Venezuela NO ES UNA REPÚBLICA como lo veremos más adelante.


Una buena  definición de la palabra república nos la da la Enciclopedia Wikipedia  y nos dice que  “REPÚBLICA  en sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley (al igual que otros regímenes basados en el Estado de derecho) como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo”.   En la Venezuela de hoy se viola la constitución constantemente  y los abusos contra los ciudadanos se dan todos los días.

Agrega a esta definición  además  que “La república escoge a quienes han de gobernar mediante la representación de toda su estructura con el derecho a voto. El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Muchas definiciones, como la de Enciclopedia Británica de 1922, resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho (incluyendo los Derechos Humanos) como partes fundamentales para una república.   Y  nos aclara que  “No debe confundirse república con democracia  pues aluden a principios distintos; la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo”.  Sin embargo la Constitución venezolana define a este país como una república como lo veremos más adelante. En Venezuela existe el derecho al voto, pero el cuestionamiento al Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido constante.

Por el contrario;  UNA DICTADURA es un gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país e impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente.  Esa es la definición que encontramos en el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española.

Wikipedia agrega a esta definición que “La DICTADURA  es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador) o élite, generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno respecto a la presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los gobernados, y la imposibilidad de que a través de un procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.

Con estas definiciones podemos entender claramente que en Venezuela no existe LA REPÚBLICA, los actuales gobernantes pueden afirmar que es una democracia, pero lo que no dicen es que al gobernar como lo hacen, con instituciones al servicio de quienes  gobiernan y no el de los ciudadanos convierten a su gobierno en una DICTADURA perversa donde se viola la ley constantemente así como los derechos de los ciudadanos todos los días.

El gobierno de Nicolás Maduro  VIOLA LA LEY porque el  Artículo 1. De la Constitución dice que “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional”. VIOLA LA LEY porque en  su Artículo 2.  Se afirma que  “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. VIOLA LA LEY porque  su  Artículo 3.  Dice que “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”. Y por último VIOLA LA LEY porque no han cumplido el Artículo 5.  Dónde se dice claramente que  “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público”.   (Las negritas y el subrayado son nuestros)   

Como vemos, en Venezuela lamentablemente palabras como; soberanía, inmunidad, justicia, ordenamiento jurídico, derechos humanos, seguridad, paz, promoción de la prosperidad, garantías, por mencionar solo algunas, son solo palabras que no tienen ningún significado para quienes gobiernan el país actualmente porque no las cumplen y esto precisamente es lo que hace que sea una dictadura. 

Carlos Vilchez Navamuel
carlosvilcheznavamuel@gmail.com
@carlosvilchezn

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lunes, 28 de abril de 2014

CARLOS BLANCO, DICTADURA DEL SIGLO XXI, TIEMPO DE PALABRA

"Ante la evolución de la dictadura la cuestión es cómo debe evolucionar la resistencia a ésta"

Ha habido renuencia a denominar el régimen chavista como dictadura. Las razones son varias, pero las más importantes son que, por una parte, el término evoca en América Latina a Rafael Leonidas Trujillo, los Somoza, Pérez Jiménez o Pinochet; en segundo término, al sonar exagerado, dado el reconocimiento internacional que Chávez tuvo con su abundancia de elecciones y su proclamado amor a los pobres, la alegación podía perder credibilidad. Durante años -ya vamos para 16- el experimento venezolano gozó de cierto aprecio internacional o, al menos, el reconocimiento estimulado por lo que parecía un personaje pintoresco, exagerado, capaz de provocar la carcajada universal con su comparecencia en el podio de la ONU y olisquear el azufre dejado por el diablo George W. Bush. La mayor parte de la izquierda internacional se sumó al coro de alabanzas, fuese por la vía de la solidaridad ideológica o del convencimiento a través de la persuasiva chequera bolivariana.

Con el tiempo la percepción comenzó a cambiar, lo cual se aceleró con este año de Nicolás Maduro, sin el liderazgo de su padrino y con encomiable capacidad para la torpeza. Sin embargo, hay un importante problema conceptual y, para describirlo, muchos términos se han aplicado al régimen actual y a otros parecidos (el fenómeno no es nuevo). Quien esto escribe prefirió por un tiempo la denominación de neoautoritarismo. Por su parte, la academia ha sido muy prolífica en tratar de describir el bichajo, suerte de ornitorrinco politológico: autoritarismo electoral, autoritarismo competitivo, autoritarismo participativo, semi-autoritarismo, régimen híbrido, autoritarismo "suave", semi-democracia, autoritarismo democrático, democracia autoritaria y autoritarismo deliberativo. Seguramente hay muchos más. Han sido los dirigentes políticos más radicales los que se han atrevido a hablar de dictadura, aunque el término no ha gozado de mucha suerte entre expertos y dirigentes. Veamos el fenómeno.

EL CASO DE FIDEL CASTRO.

El régimen cubano es una dictadura. No hay dudas en el asunto para los sectores democráticos del mundo; pero para la izquierda, aun la que no está muy de acuerdo con la familia Castro, es como diferente, con matices. Fidel no es Pinochet, parece decirse. No muchos habrían querido retratarse con el chileno, pocos dejaron de hacerlo con el cubano, incluido quien esto escribe.

Se puede sostener la siguiente hipótesis. La revolución cubana, al comienzo, pareció alcanzar lo que los líderes históricos de la democracia latinoamericana, como Rómulo Betancourt y Víctor Raúl Haya de la Torre, se habían propuesto: una revolución antiimperialista y nacionalista; la afirmación de la nación frente a EEUU y sus políticas intervencionistas, armadas o no. Sin embargo, en el momento en que Fidel alcanza ese ideal compartido, para conservarlo lo traiciona, al entregarse en los brazos peludos y estranguladores del oso soviético. Por un breve período, Fidel es el símbolo del triunfo de la aspiración latinoamericana, que se había jugado o se jugaría sin suerte en países como México, Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, Chile y Bolivia. Ese momento es el que le da al líder cubano la marca de fábrica que lo va a "diferenciar" de otros dictadores. Después, ya convertido en un dictador más, ha habido siempre quien lo excluya de la caballeriza de los más oprobiosos sea por la gesta de la Sierra Maestra, sea porque es la última reliquia del sueño devenido en pesadilla.

Esta dictadura tan homicida como cualquier otra, pero con rostro humanoide de acuerdo a la feligresía latinoamericana que la acompaña, tuvo la capacidad de transmitir su manto de impunidad parcial al régimen de Hugo Chávez. El Comandante venezolano dejó de ser el militarote que intentó un golpe de estado contra CAP -con quien Castro se solidarizó el 4-F- y mediante el agua bautismal meada de tiburones, Fidel lo apadrinó para entrar en el Panteón de los Revolucionarios. Desde entonces, el proceso autoritario venezolano recibió la acogida que reservada a la revolución cubana por parte de la izquierda latinoamericana. En el momento en que varios de sus representantes resultaron electos como presidentes la protección continental estuvo asegurada, siempre lubricada por el petróleo para evitar los chirridos que la conchupancia con Chávez producía en democracias más sólidas.

LA DICTADURA.

Pero no basta la protección cubana para explicar la condescendencia con el régimen ahora en fermentación y decadencia. Una explicación es que la noción de dictadura no ha evolucionado como lo han hecho los dictadores.

Una dictadura tradicional clausura los partidos políticos. La dictadura del siglo XXI los ahoga: impide el financiamiento estatal y criminaliza el privado, el nacional y el extranjero; sólo les queda la opción de los caminos verdes o la corrupción, que tiene como ejemplo y monumento internacional el caso del PSUV con el uso masivo e indiscriminado de los recursos del Estado.

Una dictadura tradicional cierra los medios de comunicación que no responden a sus órdenes. La dictadura del siglo XXI usa el cierre en casos extremos (RCTV), pero prefiere la expropiación, la compra a través de algún badulaque afín, la censura y, sobre todo, la autocensura. Favorece el control directo de la televisión y la radio por sus impactos inmediatos; en el caso de la prensa escrita, opta por sofocarla al negarle la obtención de papel, al impedir la publicidad de las empresas privadas y de las instituciones públicas.

Una dictadura tradicional utiliza el fast-track para allanar, detener, torturar, y mantener en prisión a sus enemigos. La dictadura del siglo XXI no deja de usar este expediente -en Venezuela se ha visto hasta el hartazgo desde el 12 de febrero en adelante-, pero prefiere el uso de los tribunales para idénticos fines. Obsérvese cómo no hay ni un solo caso político en el que "los juristas del horror" no hayan descargado la guillotina sobre los disidentes.

Una dictadura tradicional no permite a los opositores, salvo por breves períodos, su participación en las instituciones del Estado. Las dictaduras del siglo XXI, con mayor o menor desagrado, tienen que aceptar la participación de los opositores en instituciones como el Parlamento y algunos espacios más o menos controlados, aunque prácticamente inermes.

Una dictadura tradicional no le importa aparecer como tal, aunque siempre en función de un objetivo superior (anticomunismo o antiimperialismo, según los casos); y por esta razón no le importa suprimir las elecciones. Las dictaduras del siglo XXI necesitan una fachada que pueda vender un aire de democracia "no tradicional" y se esmeran en multiplicar las elecciones controladas.

Si así evolucionan las dictaduras la pregunta es cómo debe evolucionar la resistencia a éstas.

www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog

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jueves, 23 de enero de 2014

FAUSTO MASÓ, EN NOMBRE DE LA GUERRA ECONÓMICA


Maduro juega con fuego: el dólar y la inseguridad, dos enemigos malos. El hampón cuando asesina lleva la “guerra económica” a su última conclusión: acaba con el odiado burgués. Maduro gracias al asalto de los comercios en diciembre ganó el plebiscito; volverá a usar el argumento de la bendita guerra cuando quiera arrinconar a la oposición, que no sabe a su vez cómo responderle. Solo un ingenuo le pediría a Maduro que explicase públicamente que imprimir dinero provoca la subida de precios, y como viejo militante de la Liga Socialista, también le toca sus fibras íntimas ese discurso contra la burguesía. Pero dar palos de ciego tiene sus riesgos; ahora Maduro nombra ministros descabelladamente, mientras desaparece a Samán con un acto de magia. Ni Maduro ni la oposición saben hacia dónde vamos.

El cazador que confunde una vaca con un rinoceronte, una serpiente con un adorno navideño, malgasta municiones. Le ha sucedido 15 años a la oposición. Este cazador bizco apunta a los colmillos del elefante y le saca los dientes a un gato, mata al dulce conejo mientras la rata se refugia en las cloacas. Igual le ocurre a la oposición, que no logra definir al régimen que enfrenta, y a Maduro, que ignora a qué se refiere cuando habla de socialismo. ¿Es lógico llamar al gobierno una dictadura? Chávez celebraba tantas elecciones que nos resistimos a creer que no habrá una en 2014. ¿Se dirá que Venezuela es una democracia? ¡Por favor! Aquí la Constitución sirve de papel tualé, usado una y otra vez. ¿Calificaremos al país de la nueva Cuba? Se parece, pero hay diferencias; Maduro sueña con fundar un PRI venezolano, pero tampoco sirve esa comparación porque el PRI desarrolló México, contaba con excelentes políticos, técnicos, empresarios; sometió el Ejército al poder civil, se llevaba bien con Washington y con Fidel Castro. Tampoco Maduro es un nuevo Perón; aquí el Ejército manda, en Argentina daba golpes de Estado al peronismo.

El miércoles Maduro no aclaró nada. Mantendrá el 6,30 indefinidamente, pero seguirá el Sicad y habrá cambios, ¿cuáles? Logró que lo oyesen anunciando que revelaría medidas económicas y provocó tal decepción que el paralelo dio un salto mortal. En realidad, nunca en cadena nacional se anuncian devaluaciones ni aumentos del precio de la gasolina. ¿Qué significa fijar la utilidad de una empresa en 30%? Nada. Para la Polar 15% sería una maravilla; para un laboratorio que desarrolla medicamentos, la ruina. Maduro inventó un adversario fácil, las telenovelas. Hace suyo el discurso de tantos intelectuales que llevan décadas culpando a la televisión de la gripe y de la alienación.

A Maduro lo derrotará el dólar, no la oposición. Los centros comerciales ya no sirven de lugar de esparcimiento de los pobres, allí respiran una atmósfera terminal, de fin de mundo. Vivimos una cháchara triste como los pasajeros de tercera clase en el Titanic antes de agarrar tremendo resfrío. La riqueza petrolera hace aguas, el último en irse que no se robe el bombillo. Y, por fin, la guinda de la torta: en Aporrea, Toby Valderrama denuncia que Maduro presentó en la Asamblea un Plan de la Patria que altera el texto sagrado de Chávez. Maduro lo acusó de ultraizquierdista y resucitó a Rosa Luxemburgo, la primera en condenar a Lenin por ser dictatorial. Y, ¡oh, pecado!, Maduro plagió a Teodoro al decir que no hay revolución sin democracia.

@faustomaso

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domingo, 19 de enero de 2014

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, LLEGÓ LA DICTADURA, DESDE EL PUENTE

Ha sido un proceso de quince años. Las circunstancias de origen y desarrollo son conocidas. La esperanza del resurgimiento democrático se aleja. El régimen está más consolidado que antes de las elecciones del octubre y diciembre del 2012. También del 14-A. Los hechos están a la vista. No se trata de una dictadura cualquiera.


Existe un proceso de adaptación política e ideológica a los esquemas revolucionarios de la Cuba comunista. No hay elecciones que valgan, si aceptamos la verdadera naturaleza de lo que vivimos.

De acuerdo a la DRAE es un dictador “…el que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica… Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás…”

Con relación a la dictadura, además de referirse al tiempo de duración, afirma, “… gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país…Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente”

Pudiera continuar con las referencias, pero creo que basta y sobra con lo señalado.

Quienes dirigen el proceso solo pueden fugarse hacia delante. Prohibido retroceder, vacilar, actos de contrición o arrepentimiento. Debilidades contrarrevolucionarias que los jefes cubanos condenarían. Valen ciertos movimientos tácticos para ganar tiempo, paralizar al adversario y golpear  donde duele. Control total con 41 ministerios y 111 viceministros, alta militarización, represión física e institucional. Los presos, los perseguidos y los exilados, seguirán como hasta ahora. También los probadamente corrompidos saqueadores del régimen. Son intocables.

La historia y la experiencia también señalan instrumentos para ponerle punto final a las dictaduras. Este es el reto. ¿Qué nos pasa? Dios espera nuestra ayuda.

oalvarezpaz@gmail.com 

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