BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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martes, 13 de diciembre de 2011

RAUL AMIEL: CONTRATO SOCIAL PARA LA PROSPERIDAD DEMOCRÁTICA VAMOS DEL ESTADO POPULISTA A LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR

La existencia de un proyecto de “Visión de País” que la ciudadanía haga suyo, que sea conocido y compartido, puede ser el punto de partida en respuesta a la necesidad de un Gran Acuerdo Nacional que debe tomar la Nación para su recuperación, reconstrucción y reconciliación con plena realización Política, Económica y Social
Un análisis de las demandas del entorno en lo económico, político, social, laboral, patrimonial, etc. es menester. Debemos esbozar un análisis por contraste de los resultados de hoy  versus las demandas no satisfechas; La sociedad fue, es y será implacable cuando no se haya demostrado al menos la intención seria de encaminarse hacia los estándares requeridos en esos resultados.
Debemos ofrecer una exhortación de acción a partir de la visión del país que se requiere construir en el futuro. Un programa que nos involucre a todos, pues sus lineamientos permiten a los sectores, organizaciones y ciudadanos ubicarse en el, porque perciben que tienen allí un lugar, un papel, y saben cual es, que no es otro que, el país que todos queremos poner en marcha.
Es inyectar un shock de optimismo y esperanza. Es un sueño en acción por una verdadera lucha frontal contra la pobreza y la iniquidad.
Deseamos una Venezuela libre y próspera. Pretendemos un Estado responsable, ordenado, eficiente y eficaz, el buen uso del dinero de los venezolanos, la reducción de la inflación, la reducción de la deuda pública, y el mejoramiento de la economía, entre otras cosas.
Una propuesta para una Venezuela de éxito.
El bienestar de la persona humana, la familia y -por tanto- la sociedad constituyen el objetivo de nuestro pensar. El fin de la acción política es la persona humana y su familia. El Estado es útil, pero no como un fin en sí mismo sino como el medio para facilitar las condiciones para que las personas y las familias logren un mayor bienestar.
Oportunidad para todos.
Venezuela debe ser tierra de oportunidades para todos, sin discriminaciones ni privilegios. Todos deben tener, de una vez, oportunidad de un empleo productivo y de cambiar de empleo para lograr mejores condiciones económicas o de otra índole.
Un gobierno para la gente.
Los Venezolanos merecen y necesitan un Gobierno amigable. Un gobierno inclusivo quitará las limitaciones a la iniciativa privada y a la generación de empleos, respetará a las minorías y la libertad de expresión y fomentará el debate nacional con liderazgo y convicción.
Libertad, responsabilidad y orden.
El principal elemento de la libertad es la responsabilidad. El irrespeto a la vida y a la propiedad es incompatible con una vida ciudadana en libertad, libre de temores e inseguridad en las casas, las escuelas o las calles.
Un país de propietarios.
Venezuela debe ser un país de propietarios. Hoy, muchos venezolanos que solo son dueños de su salario y de algunos pocos ahorros. Hoy día, cada familia que lo desee y se esfuerce, debería ser dueña de su casa de habitación, del mobiliario hogareño, de una computadora y de un medio de transporte familiar. Además, los venezolanos podrían, si así lo deciden, ser dueños de una empresa de servicios, agricultura, industria o fondo de pensión e inversión; participar plena y dignamente de la economía nacional y no solo como asalariados. Se puede y se deben titular las tierras en zonas populares urbanas y de las zonas del campo. Todos los ciudadanos tendrán la oportunidad de participar de forma activa en el capital de muchas empresas y en las grandes obras de infraestructura, mediante la titularización, como dueños, en vez de meros espectadores.
Una Venezuela respetada, moderna y visionaria.
Hay que romper las cadenas de la ineptitud y la ineficacia _del presente y del pasado_ que le han puesto freno al desarrollo y la prosperidad nacional. Las acciones deben estar basadas en la participación e inclusión de los pobres que hoy están en la base de la pirámide de ingresos. La infraestructura de carreteras, puentes, represas, acueductos, electrificación, puertos marítimos y aeropuertos, transporte urbano, servicios básicos en salud y educación se han quedado rezagadas bajo los esquemas del estatismo inoperante. Es necesario dar un cambio substancial y profundo para su rescate estructural y la construcción eficiente de nuevas obras.
Es el momento preciso para nuestra oportunidad
Poco a poco se va estrechando en Venezuela el espacio para los análisis, los diagnósticos y las diferentes interpretaciones de la realidad. La mayoría de los análisis y diagnósticos coinciden. Y coinciden porque la realidad ya es inocultable. La quiebra institucional del país salta a la vista. El futuro de las promesas de ayer es la realidad de hoy, quedando claro que con esta interpretación de la democracia (versión socialismo del siglo XXI)  ni se come, ni se cura, ni se educa. Han pasado las épocas en las que se podían minimizar estos fenómenos tratando de taparlos con alguna promesa esperanzadora.
En Venezuela no están fallando aspectos parciales de un sistema aceptable a partir de la nueva constitución del 99. Lo que está fallando, lo que nació fallado de entrada, es el sistema mismo. Construido sobre quimeras que nunca fueron más que hermosas expresiones de deseos; alimentado por utopías infantiles cuya inviabilidad política ha quedado palmariamente demostrada; sostenido por una cantidad increíble de hipocresía y eternamente dependiente de decisiones externas cuyo objetivo jamás coincidió con el interés nacional. El sistema sociopolítico actual — o el "proceso" como han dado en llamarlo — son sencillamente insostenibles.
¿Cómo resolver el problema? En primer lugar, lo que hay que tener en claro es que una crisis sistémica no representa un problema sencillo. Si queremos construir un buen sistema relacional, tenemos que conocer la diferencia entre lo urgente y lo importante; tenemos que saber qué debe hacerse primero y qué debe hacerse después; tenemos que saber qué está bien y qué está mal y, por último, también tenemos que saber por qué está bien lo que se acepta y por qué está mal lo que se rechaza.
¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? Habiendo dicho lo precedente, la pregunta inmediata es: ¿por dónde empezaríamos? ¿Cómo comenzaríamos a construir un nuevo "modelo", distinto del actual, con reales posibilidades de funcionar en forma satisfactoria? La enorme mayoría de la gente seguramente nos contestaría: "Hay que empezar por la economía."
Gran error: la economía es lo urgente. La política es lo importante. En Venezuela la economía anda mal porque la política anda peor. No es la política la que anda mal porque la economía es un desastre. La economía Venezolana no arranca porque no hay decisión política para hacer lo necesario a fin de que arranque o, mejor dicho, no hay ni suficiente poder político ni suficiente voluntad política para tomar las medidas que la hagan arrancar y funcionar decentemente. Peor todavía: ni siquiera hay una estructura política institucional medianamente satisfactoria a través de la cual eventualmente podría canalizarse una voluntad política orientada a recuperar la capacidad económica del país.
Consecuentemente, lo primero que Venezuela necesita es una estructura de poder político correcta que permita tomar las medidas necesarias para restaurar a la economía. En otras palabras: la recuperación del poder político es la condición necesaria que forzosamente debe preceder a la reconstrucción económica. De otro modo, las decisiones políticas tomadas carecerán de credibilidad; la falta de credibilidad inevitablemente se traducirá en falta de confianza y no hay economía en el mundo entero capaz de funcionar sobre la base de la desconfianza y la incertidumbre.
Desde el momento en que el órgano del poder político por excelencia es el Estado, la primer propuesta tiene que ser, pues, la de restaurar al Estado. Y restaurarlo no significa ni desmantelarlo para tener un Estado ineficaz pero barato; ni significa tampoco inflarlo hasta dimensiones elefantiásicas para tener un Estado muy benefactor pero ineficiente y, por añadidura, carísimo.
Lo que necesitamos es un Estado correctamente dimensionado que cuente con:
*          El poder necesario para superar las divergencias internas y lograr una síntesis de las fuerzas y los intereses contrapuestos que desgarran a la sociedad.
*          La capacidad de planificar a largo plazo en función de un futuro positivo para el país, con planes estratégicos coherentes que no resulten tergiversados después a propósito de cada coyuntura electoral.
*          La autoridad moral y el prestigio necesarios para conducir a la Nación construyendo consensos alrededor de objetivos concretos y viables.
LA RESTAURACIÓN DEL ESTADO IMPLICA, ASÍ, TRES GRANDES METAS:
1.         Restaurar las estructuras del poder político para que las decisiones necesarias se puedan tomar en tiempo y forma; y para que, una vez tomadas, se las pueda hacer cumplir de un modo efectivo y persistente.
2.         Realizar el planeamiento estratégico para establecer un nuevo Proyecto de Nación con metas, objetivos, cronogramas, recursos y responsabilidades.
3.         Poner la ejecución en manos de personas capaces y honestas, cuya personalidad, cuyo comportamiento y cuya idoneidad profesional generen la certidumbre necesaria para recuperar la confianza y la fe en el futuro.
Cualquier gran cambio político, en cualquier parte del mundo, en cualquier momento de la historia se ha compuesto de dos elementos principales:
A) Un factor impulsor representado por un cuerpo cultural formado por ideas, opiniones, ideologías, filosofías, mística, dogma, tradiciones, — es decir: todo lo que podríamos incluir en el concepto algo genérico de "ambiente cultural" — y, además,
B) Un factor aglutinante representado por un conjunto organizado de seres humanos que abarcaría a líderes, agrupaciones, partidos, organizaciones, corporaciones, facciones, instituciones, — es decir: todo lo que podríamos incluir en ese otro concepto genérico de "movimiento sociopolítico".
Para poner en marcha esta iniciativa de un “Contrato Social para la Prosperidad Democrática”, los actores sociales para emprenderlas están públicamente disponibles. Hacen falta la lucidez, el coraje y la voluntad política necesarios para asumir este desafío.
Venezuela coexistiendo con la comunidad mundial del Siglo XXI con equilibrada interrelación económica con los demás países, disfrutando de un clima de plena libertad, una democracia efectiva y una sociedad cohesionada, prósperamente rica, sana y abierta a las variables realidades culturales y científicas es posible.
Llegó la hora del Cambio. El protagonista eres tú. Tú eliges. Tú decides.
@raulamiel
raulamiel@gmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

lunes, 12 de diciembre de 2011

ZENAIR BRITO CABALLERO: ES PERENTORIO QUE RESCATEMOS LA ÉTICA Y LA MORAL PÚBLICA

Expresó hace algún tiempo el escritor mexicano Oscar Diego Bautista, que para gobernar y gobernar bien, es necesaria la máxima capacidad, lealtad y excelencia de quienes deliberan y ocupan los cargos en el Estado. Personas que, además, posean integridad acompañada de un conjunto de valores, hechos,  principios, una filosofía que contenga la idea de bien común, así como un espíritu de servicio. Personas que comprendan que el deber está por encima del poder.
Las anteriores palabras, cobran más vigencia que nunca hoy en Venezuela  y en nuestras ciudades, pues lastimosamente nos hemos convertido en la antítesis de lo que debería ser la administración pública. Solo basta observar los hechos a nuestro alrededor que lamentablemente ya se han vuelto cotidianos: Diputados, Gobernadores, Alcaldes, Ex alcaldes, Concejales, inhabilitados, suspendidos, con procesos judiciales, presos, funcionarios con órdenes de captura. Servidores públicos que alguna vez juraron ante Dios y las autoridades cumplir y hacer cumplir las leyes, pero que terminaron desviándose.
Al mirar estos casos, es inevitable lamentar a lo que puede llegar la condición humana con el fin de obtener poder y riqueza, las dos cosas que más anhelamos tener y que se han convertido en el estereotipo más atractivo para una sociedad venezolana carente de valores que ha consentido con prácticas y comportamientos amorales y delictivas, a las que con su silencio cómplice les ha hecho apología.
En los tiempos de antes, como dirían nuestros padres y abuelos, ser un servidor público, era un honor y cualquiera que cayera en desgracia, para utilizar el mismo lenguaje de los ancestros, se consideraba una afrenta no sólo para la familia, sino para la sociedad, hoy ni siquiera nos inmutamos cuando los funcionarios públicos son cuestionados y exhibidos ante la opinión pública, hoy ser servidor público  es solamente el  medio para obtener un fin, que no es precisamente el bien común sino personal.
El escenario actual, en el que diariamente un nuevo escándalo de corrupción aflora, no es más que la radiografía de una enfermedad que ha hecho metástasis en todo los estamentos públicos venezolanos, pero también privados, que han socavado los pilares de los principios, las buenas costumbres, el sentido del deber, la decencia, la honestidad y por supuesto los de la ética pública.
Sólo de esta manera puede entenderse como se fraccionan contratos, se piden sobornos, se ofrecen recompensas, se favorecen a amigos y familiares con contratos multimillonarios, se amañan licitaciones, se inflan precios, se paralizan las obras, disfrazan objetos contractuales, explotan a los trabajadores bajo las garras infames de las cooperativas, se arrastran para delinquir, se roban ó desvían los dineros de la salud, los de la educación, los impuestos, conductas todas ellas que además de delictivas que le causan un monumental detrimento al Estado, son signos de la decadencia total.
Por todo esto, es perentorio que volvamos a los cimientos, a esos que una vez nos hicieron una Venezuela honorable, donde se reprochaban públicamente a los delincuentes fueran del pelambre ó de la alcurnia, aquellos que enseñaban que los dineros públicos son sagrados.
Es perentorio que rescatemos la ética y la moral pública, y no es un discurso ó posición romanticona ó idealista, es que es la única manera en que no terminemos de perdernos y que dejemos las bases firmes para que las generaciones que se están levantando vean un buen ejemplo a seguir.
La administración pública para que sea una verdadera casa de cristal, debe ser transparente en su servicio con los ciudadanos, pues son ellos precisamente quienes justifican su existencia.
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domingo, 27 de noviembre de 2011

RICARDO VALENZUELA: Y VOLVER, VOLVER, VOLVER. REFLEXIONES LIBERTARIAS. (DESDE MEXICO)

Desde que en semanas recientes se diera la noticia de una población mundial contabilizando los 7,000 millones, se ha reiniciado el viejo debate al que diera vida Malthus hace 200 años: “El globo se está echando una carga que ya no puede soportar, la sobrepoblación mundial, advirtiendo el que en pocos años no se podrá tan siquiera alimentar y tal vez tampoco se pueda asentar.”

Los apocalípticos recurren a las imágenes de un África azotada por el hambre y la pobreza. Los optimistas nos invitan a revisar la historia de países como los EU, Canadá, Japón, Alemania, Corea del Sur etc. Los primeros señalan un panorama de canibalismo y hambruna, los segundos acuden a otro de países nadando en sabiduría, riqueza y bienestar. Unos miran el aumento de población como el gran problema, los otros la ven como la gran oportunidad.

Un debate similar ocupó mi mente dese que era niño y siendo estudiante en el Tecnológico de Monterrey, durante vacaciones viajábamos en auto Monterrey-Laredo, después atravesábamos los estados de Texas, Nuevo Mexico y Arizona por la vieja carretera que bordeaba la frontera con EU para luego bajar a Sonora. El panorama era realmente triste, una sola cerca dividía la prosperidad de la pobreza, la modernidad con un doloroso pasado. El pasado con el futuro.

Esa interrogante me persiguió durante muchos años por lo que me di a la tarea de encontrar la respuesta. Esa jornada me llevó inclusive a conocer al legendario Milton Friedman, una experiencia inolvidable. Me ha llevado a una serie de análisis de aspectos políticos, religiosos, antropológicos, educativos y, sobre todo, nuestras herencias mentales, con desenlaces que me dejan impresionado.

En esta exploración he encontrado infinidad de argumentos, sin embargo, el más convencedor lo rescaté en un par de libros del autor, Lawrence Harrison, titulados: “El sueño Panamericano” y “Subdesarrollo es un Estado Mental.” Harrison acaba de publicar la segunda versión de uno de sus libros: “Subdesarrollo es un Estado Mental,” puesto que la primera edición se originó en 1985, y es sumamente interesante analizar los resultados del regreso de la pluma inquisidora del autor, en donde crucifica nuestras conductas ante un mundo completamente confundido que parece haber perdido el mapa y el compás.

En sus obras originales Harrison hace causa común con Octavio Paz para explicar el contraste entre las dos Américas, la heredera de Inglaterra y la heredera de España y Portugal, cuando afirma: “Una, en la que se habla inglés, es la hija de la tradición que fundó el mundo moderno, La Reforma, con sus consecuencias sociales y políticas, democracia y capitalismo. La otra, en la que se habla español y portugués, es la hija de la monarquía católica universal y de la contra Reforma.” Los legados Anglo protestantes e Ibero católicos. Es decir, identifica las causas del progreso y desarrollo en una, y el subdesarrollo en otra, con la herencia protestante Calvinista y la democracia inventada por los padres de la patria americana por un lado, y en la herencia católica—enemiga del capitalismo—y la autocracia política de la corona de España.

En pocas palabras; Mientras los EU se embriagaban de mercados y democracia liberal con base a las ideas de Adam Smith y John Locke, luego  implementadas por Jefferson y todos los presidentes elegidos democráticamente en su primer siglo de vida republicana, en México nos sumergíamos en una serie de sangrientas guerras entre militares sedientos de poder, que nos produciría la dictadura Porfirista y después la revolución que arruinó el país. Mientras en los EU los partidos federalista, demócrata y republicano iniciaban una competencia política feroz, en México el PRI establecía su dictadura perfecta en la que el estado escogería a los ganadores y perdedores, para colgar una piedra en el cuello del país durante los siguientes casi 100 años.

Sin embargo, el libro de Harrison fue publicado hace más de 25 años, el mundo luce muy diferente en estos momentos. La Unión Soviética ya no existe. La mayoría de los países de América Latina son ahora democracias. Los nuevos líderes latinoamericanos “trataron” de erradicar las políticas estatistas para instalar nuevas estructuras basadas en los mercados. En México  podemos comparar la época en la que Echeverría constantemente insultaba a los EU, con esta nueva era en la que nos hemos convertido en socios y, por segunda vez en los últimos casi 100 años, un presidente democráticamente electo ajeno al fatídico pacto de Calles.

A veinticinco años de distancia—con otra elección en puerta—la gran duda para el autor es si realmente México ha resuelto el problema más importante que le impedía lograr un verdadero desarrollo económico, político, social—“sus estructuras mentales”. En un país como el nuestro en el cual la producción, la política y la educación habían sido estructuradas para mantener al partido en el poder, en el cual de nuevo una medieval iglesia católica participa en la formación mental de la sociedad, realmente se dudaba que esas estructuras hubieran cambiado.

Finalmente el autor asegura que cuando en México se presenten estas siete condiciones que siempre han sido saboteadas por el establishment priista, será cuando verdaderamente se inicie nuestro desarrollo:

1] La creación de un ambiente en el cual la gente espere y reciba un tratamiento justo. Desaparezca la familia revolucionaria. Desaparezca la visible mano del Estado para escoger ganadores y perdedores.
2] Un sistema educativo efectivo y accesible: uno que ofrezca herramientas intelectuales y vocacionales básicas; nutra la curiosidad e inquietud intelectual, las facultades criticas, el disentir, y la creatividad y, sobre todo, proporcione las herramientas para resolver nuestros propios problemas, para de esa forma deshacernos de las cadenas del estatismo y la dependencia.
3] Un sistema de salud que proteja a la gente de las enfermedades que debilitan su intelecto y matan. Un sistema de salud preventivo que realmente proteja nuestro capital más importante, el capital humano.
4] La creación de un ambiente que promueva la experimentación y la crítica. Un ambiente que promueva la formación de exploradores, que promueva la formación de tomadores de riesgos.
5] La creación de un ambiente en el que se ayude a la gente a descubrir sus talentos, sus intereses, y conjugarlos con una actividad profesional adecuada que tenga la demanda que sólo los mercados libres producen.
6] Mediante la creación de un sistema de incentivos que premie el mérito y los logros, y castigue nepotismo, irresponsabilidad, la dependencia etc.
7] La creación de la estabilidad y la continuidad que haga posible el planear el futuro con confianza.

¿Qué le responderíamos al Prof. Harrison en estos momentos? Pues no se pudo y ahora, ante una nueva elección, entonamos a ronco pecho el “Volver, volver, volver, al rentismo otra vez.”

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miércoles, 9 de noviembre de 2011

ANÍBAL ROMERO: EL FRACASO MILITAR

Estos pasados trece años de gobierno militar, directo e indirecto, constituyen un grave fracaso para la institución castrense venezolana, fracaso que tendrá hondas repercusiones sobre su devenir.
A pesar de la condena ética que experimentó luego de su caída, el gobierno de Marcos Pérez Jiménez dejó una huella significativa en la autoimagen de la Fuerza Armada (y no solamente allí). De acuerdo con esta percepción, dicho gobierno militar demostró las destrezas tecnocráticas de la institución castrense y su aptitud para el manejo del Estado. Durante los tiempos de la República Civil (1958-1998), esa autoimagen de competencia tecnocrática sobrevivió en la proyección de institutos como el IAEDEN, y en el prestigio atribuido a algunas figuras militares que estuvieron al frente de Ministerios y otras corporaciones públicas.
El actual régimen militar ha echado por el suelo la imagen de capacidad tecnocrática que la FAN quiso labrarse. No pretendo negar que en el mundo militar existieron y quizás existen aún personas profesionalmente solventes, pero no hablo acá de individuos sino de la institución como tal. El gobierno militar que nos rige ha sido destructivo y corrupto. Así lo evidencia el deterioro de Venezuela en todos los órdenes.
Los militares, en segundo lugar, se presentaban como los más patriotas; sin embargo, hoy izan la bandera cubana en sus cuarteles y permiten que su Comandante en Jefe subordine los intereses del país al despotismo castrista.  Decían también nuestros militares ser los más “bolivarianos”, pero ahora muchos de ellos enarbolan el socialismo como referencia principal en su esquema de principios.
No contentos con todo esto, los militares venezolanos de hoy han cambiado su historia. Del orgullo de haber derrotado la guerrilla comunista alentada y apoyada por Fidel Castro y rechazada en Machurucuto, en las montañas del Bachiller y de los Humocaros, esa otrora altiva institución castrense ha pasado en estos tiempos sombríos a reivindicar al Ché Guevara. Pierden así de vista que una institución que cambia su historia no sólo desfigura el pasado, sino que pervierte su presente e hipoteca su futuro.
Digo esto con pesar, pero lo digo firmemente convencido de su verdad. Durante años ejercí la docencia en diversos institutos de educación superior de la FAN. La autoimagen tecnocrática, el patriotismo, el bolvarianismo y el apego a sus logros constitucionales eran valores cultivados con honra. Jamás imaginé que serían tan degradados y en tan corto tiempo.
En una Venezuela distinta, que empieza a vislumbrarse tenuemente en medio de las tinieblas, será imperativo debatir a fondo y con seriedad y honestidad la situación y perspectivas de la institución armada en el seno de una sociedad de ciudadanos libres. Venezuela no debe continuar sometida al arbitrio político de los militares, y éstos deben abandonar por completo las ambiciones de poder político para convertirse en los defensores de un orden democrático regido por las leyes.
En ese camino de reformas a la institución castrense, será necesario que los militares venezolanos realicen un examen de conciencia, y entiendan, para empezar, que lamentablemente se ha agrietado el respeto que alguna vez sintieron los sectores civiles ilustrados del país hacia los militares. El primer paso que debe darse consiste en recuperar ese respeto, no con base al miedo al zarpazo militar, sino con base a la autocrítica y al genuino reconocimiento mutuo entre civiles y militares, en función de reconstruir a Venezuela y sacarla del pantano en que está hundida.
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viernes, 21 de octubre de 2011

ANDRÉS OPPENHEIMER: EL RETO DE COLOMBIA Y PANAMÁ

Colombia, Panamá y Corea del Sur están celebrando la muy demorada aprobación del congreso estadounidense de sus acuerdos de libre comercio con Washington, que el presidente colombiano Juan Manuel Santos denominó “el tratado más importante de nuestra historia”. Pero —al menos para los dos países latinoamericanos— lo más difícil empieza precisamente ahora.

En la nueva economía global, azotada por la crisis, los acuerdos de libre comercio ya no son lo que solían ser.

En el pasado, cuando la economía de Estados Unidos crecía con rapidez, ganar acceso preferencial al mercado estadounidense era un asunto de vida o muerte para países como Colombia o Panamá. Hoy, con una mucho mayor competencia global para exportar a un mercado estadounidense que prácticamente no crece, firmar un acuerdo de libre comercio es importante, pero es mucho más importante inventar nuevos productos, o mejorar los existentes por medio de nuevas tecnologías.

“Un tratado de libre comercio no es más que un ticket de acceso preferencial libre de impuestos al gigantesco mercado de Estados Unidos, pero eso de por si no asegura una demanda de ese mercado por los productos colombianos o panameños”, me señaló Osvaldo Rosales, director de la oficina de comercio internacional de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL).

“Ese espacio hay que asegurarlo con mayor competitividad, mayor calidad y anticipándose a las demandas de los consumidores”, me dijo Rosales. “El desafío para ellos recién empieza”.

Aunque todo indica que tanto Estados Unidos como sus nuevos socios de libre comercio aumentarán sus exportaciones gracias a los nuevos acuerdos, Corea del Sur estará en mucha mejor posición que Colombia y Panamá, gracias a sus grandes avances tecnológicos de las últimas cuatro décadas.

Gracias a su obsesión con la educación, la ciencia y la ingeniería, Corea del Sur ya vende $49,000 millones anuales a Estados Unidos, en gran parte en productos sofisticados como automóviles, camiones y equipos de computación. En comparación, Colombia exporta al mercado estadounidense $15,000 millones anuales, casi todo en petróleo, minerales y otras materias primas, y Panamá le exporta menos de $400 millones anuales, casi todo en mariscos y servicios.

Lo que es mas, las exportaciones manufacturadas de Colombia han caído del 51 por ciento de sus exportaciones totales a Estados Unidos hace cinco años, al 26 por ciento el año pasado, según cifras del propio gobierno colombiano.

Tanto Colombia como Panamá, así como otras naciones latinoamericanas, podrían aprender mucho de Corea del Sur.

Hace apenas 50 años, Corea del Sur era mucho más pobre que cualquier país latinoamericano. En 1970, el ingreso per cápita surcoreano era casi la mitad del de Colombia, y casi un tercio del de Panamá. Hoy, el ingreso per cápita de Corea del Sur es más de tres veces mayor que el de Colombia, más del doble del de Panamá, y mayor que el de cualquier país latinoamericano, según datos de la ONU.

¿Qué hizo Corea del Sur? Creó un sistema educativo de alta calidad, donde los niños asisten a la escuela 220 días al año (a diferencia de los 180 días o menos de clase que tienen los jóvenes en la mayoría de los países latinoamericanos), y los estudiantes de secundaria pasan alrededor de 15 horas diarias estudiando en el colegio y en institutos de tutoría privados después de clase.

Como resultado, los jóvenes surcoreanos de hoy están entre quienes tienen los mejores puntajes en los test PISA internacionales de estudiantes de 15 años, mientras que los estudiantes latinoamericanos ocupan el final de la lista.

Y más importante, Corea del Sur registró en 8,800 patentes de nuevas invenciones en la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos en el 2009, comparadas con las 100 patentes de Brasil —el país latinoamericano que registró más patentes—, siete de Colombia y dos de Panamá. Si, han leído bien: 8,800 patentes versus 100, 7 y 2 respectivamente.

Para ser justos, tanto Colombia y —en menor grado— Panamá han hecho avances importantes en la calidad de su educación en la última década. Colombia ocupa un puesto más alto que el de Brasil, Argentina y Perú en los últimos tests PISA en comprensión de textos, y la Universidad de Los Andes de Colombia ocupó el sexto puesto en el recientemente publicado ranking QS de las mejores universidades latinoamericanas, por encima de cualquier universidad de Argentina, Venezuela o Perú.

Mi opinión: Colombia y Panamá, al igual que Chile y México, tienen una oportunidad de oro para aumentar sus exportaciones y atraer inversiones a largo plazo para vender sus productos al mercado más rico del mundo. Pero para aprovechar plenamente esa oportunidad, tendrán que mejorar la calidad de su educación, tal como lo viene haciendo Corea del Sur desde hace cuatro décadas.

aoppenheimer@elnuevoherald.com

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viernes, 14 de octubre de 2011

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA: EL GOCHO DESCENTRALIZADOR (SESQUIPEDALIA)

Primero que nada, déjenme decirles que lo adeco lo tengo bien lejos. Quizás es que perviven en mí los recuerdos de la prepotencia, el sectarismo y la rapacidad que los caracterizaba luego de tomar el poder en 1945. No dejo de reconocer que los adeístas intentaron modernizar el país en ese primer trienio, procuraron dotar a la nación de una Constitución moderna, aumentaron las posibilidades de estudio en el país —aunque a los que estudiábamos en colegios privados nos fregaron con el 321—, la mujer pudo acceder a derechos que les estaban negados, etc. También reconozco que entre 1959 y 1969 trataron de hacerlo bien en circunstancias terriblemente difíciles. Y lo lograron. Y que cuando perdieron por una ñinguitica de votos, entregaron el poder a su antagonista y le dieron el apoyo que necesitaba, cuando lo necesitaba.

Hoy, sigo mirando con ojo zahorí al partido blanco. Tengo muchos amigos en él. Un par de veces —-no lo niego— he usado su tarjeta para votar porque era la organización que me garantizaba mejor la defensa de mi sufragio. Reconozco que en la circunstancia actual, AD es una necesidad en la república. Pero la ideología adeca sigue lejos de mi manera de pensar. Tiendo a razonar más con la doctrina social de la Iglesia (aunque lo copeyano también lo tengo lejos).

Pero nada de lo anterior me impide reconocer que entre sus filas hubo, y hay, personas de mucha valía, por su intelecto, por su amor a la patria, por su capacidad gerencial. Lo que abundaba, sin embargo, era el “adeco pequeño”. Y digo “abundaba” porque ahora la mayoría de ellos se cambió para el PUS. Son huelefritos por naturaleza —ambilados es otro venezolanismo que les cabe— y van donde les repartan migajas. Reconozco, entonces, como uno de esos prohombres del acciondemocratismo a Carlos Andrés Pérez. De quien se ha escrito mucho últimamente, reconociéndole virtudes y valores que tenía pero que la pugnacidad política impedía ver. Yo quiero, en lo que queda de columna, asomar una faceta suya que toca de cerca a la gente de provincia. Su afán descentralizador.

Me consta de primerísima mano que todo lo que avanzó Carabobo a partir de 1990 se debe a una conjunción de voluntades. La de Henrique Salas por hacer de su tierra natal un arquetipo de avance, respeto al ciudadano, honradez y modernidad. Y la del presidente Pérez, empeñado —en contra de lo que deseaba su partido— en darle a las regiones una oportunidad. Reconozco como el que más la capacidad de trabajo y de convocatoria del gobernador Salas. Pero también habrá que aceptar —el doctor Salas, el primero— que si desde Caracas no se hubiese promulgado lo que el gracejo popular denominó “la Ley DDT” (Delimitación; Descentralización y Transferencia de Competencias) y la Presidencia no hubiese traspasado las capacidades que estaban en manos del Poder Central, no hubiera sido mucho lo que Carabobo hubiese avanzado. A pesar de su pujanza, de su alta concentración de graduados universitarios y de su numerosa mano de obra muy calificada. Creo que la mayoría de los estados del país puede aseverar cosas parecidas.

El puerto de Puerto Cabello dio un salto cualitativo y cuantitativo hacia adelante. No sólo llegaban más buques, se rompía records de toneladas cargadas y descargadas, y se disminuía el tiempo en que los buques tenían que estar fondeados esperando muelle, o estar atracados en uno de ellos; sino que la recaudación se centuplicó, manejada por gente mucho más honorable que la anterior. Lo que redundó en muchas más obras para Carabobo, y más ingresos para la ciudad portuaria, que nunca antes se había beneficiado de tener el primer puerto del país; y, por el contrario, debía sufrir todo lo malo que eso significa. Ahora, con el afán centralizador de la robolución, todo ha vuelto al statu quo ante. Pero peor, las autoridades actuales trajeron, entre otras lacras, a Makled. Hoy algunas de ellas son sus cómplices impunes. Lo mismo puede decirse de las vías terrestres. Más de un carabobeño escuchó de boca de algún pariente o amigo que lo visitaba la frase: “Es que cuando se sale del túnel de La Cabrera, pareciera que se llega a otro país”. Así de bien tenidos estaban la autopista y sus alrededores. Ahora, son una mezcla de pocilga con paisaje lunar, pero aderezado con malandros que celebran que ahora no hay vigilancia. De los aeropuertos, ni se diga. Gracias a la descentralización, lo que los valencianos llamábamos “el gallinero” fue reemplazado por un moderno terminal. Ahora devenido en “la ratonera”, su nuevo apodo. Una instalación que sólo recibe ocho vuelos al día…

La miseria, el enanismo mental y la roñería de Elke Tekonté lo movieron a meter una cadena que impidiera ver la solidaridad del pueblo con CAP durante su sepelio. Como tratar de tapar el sol con un dedo. Por eso, mi tributo de hoy.

hacheseijaspe@gmail.com

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miércoles, 12 de octubre de 2011

RAÚL AMIEL: CAPITALISMO POPULAR.

Expresión que hace referencia a la cada vez mayor accesibilidad de los pequeños inversores a los diferentes productos financieros. Especialmente a las acciones, que otorgan la propiedad parcial de una determinada compañía. Otra acepción es la que promulga la distribución de la propiedad de las empresas públicas entre el mayor número posible de ciudadanos para que se beneficien de los recursos que generen.

El capitalismo ha tenido una muy desafortunada historia. Se ha estigmatizado. La fiesta de las economías terminó, los modelos económicos caducaron por ineficientes; Solo queda un sabor a desesperanza porque se cree que no existen otras soluciones.

El Capitalismo Popular de Cuarta Vía es un sistema de avanzada, que además soporta toda clase de debate y de cualquier clase de autoridad intelectual o fáctica. Tiene los ajustes necesarios para salir exitoso en todas las circunstancias de la vida micro-económica y macro-económica.

Uno de los fundamentos del capitalismo es el libre comercio, que más bien debería ser Buen Libre Comercio. Esta libertad no es para negociar con todo lo que se nos ocurra y como se nos ocurra; es para negociar a favor del bien y en obediencia a los parámetros morales o por lo menos del sentido común, para negociar de la mejor manera posible.

La acción social que proponemos busca hacer inmediata y monetariamente productivos a todos los adultos, esto es realizar el concepto de pleno empleo combinando grandes facilidades de autoempleo o empleo independiente y de emprendimiento empresarial para apoyar así la generación de empleos propiamente dependientes.

Todo ciudadano en una sociedad de Cuarta Vía entiende la actividad comercial como la base principal de toda clase de relación, a la vez se amplía el concepto de lo que es ganar.

El ejercicio de la moral genera o elimina mercados; son los consumidores quienes mantienen los mercados. El consumidor es el rey de la sociedad de Cuarta Vía. El Capitalismo Popular.

En los aspectos básicos el Capitalismo Popular es un sistema de pleno empleo. Esto no es trabajoso ni mucho menos una gran dificultad.

A la hora de implementar el Capitalismo Popular se hace un censo de recursos humanos, naturales, mercados, etc. En base a estos mercados y estos recursos humanos se convoca al pueblo a presentar los proyectos de negocios que luego son organizados según la medición de la demanda proyectada o real del momento.

Todo adulto debe estar vinculado a un proyecto de negocio actual o futuro en lo inmediato. Sea como patrono o como empleado dependiente.

Un modelo de inclusión y superación personal para alcanzar una sociedad de propietarios y emprendedores donde la familia sea la protagonista del desarrollo.

El Capitalismo Popular promueve las inversiones, la productividad y la creación de empleos dignos y estables.
Hasta que no se logra el pleno empleo, todo proyecto presentado es sincronizado con la realidad de su demanda y puesto en marcha. El Estado conduce a que en un plazo de un máximo de seis meses todo adulto se encuentre empleado exitosamente en su propio negocio o en el negocio de otro como dependiente.

Acceso de todo el mundo a la información contable de todo negocio, en especial los de propiedad estatal.

Legalidad y transparencia del derecho a la plusvalía por quien fabrica, distribuye o vende al detalle.

Máxima seguridad en cada instancia evolutiva de los negocios; por más simples que parezcan.

Apertura verdadera en facilidades para todo el mundo a participar de los beneficios de las sociedades por acciones a través de la bolsa de valores.

En síntesis el verdadero cambio revolucionario empezará al devolver, individual y directamente, a todos y cada uno de los ciudadanos, el poder y la riqueza que los gobiernos ilimitados concentraron en unos pocos políticos populistas, serviles funcionarios prepotentes y corruptos entornos privilegiados.

La concentración de poder y de riqueza en quienes manejan el gobierno, causa la falta de libertad, y esta es la causa real de la pobreza. Por ende, se debe transferir el poder y la riqueza usurpada y concentrada por el Estado, a través de los gobiernos mercantilistas y socialistas, a todos y cada uno de los ciudadanos a fin eliminar las bases culturales, jurídicas, políticas, institucionales y económicas del estatismo servil que son la causa de la pobreza masiva.

El Capitalismo Popular tiene una profunda dimensión moral. La confianza, la libertad, la valentía, el respeto y la solidaridad son sus pilares.

Venezuela tiene la capacidad material y humana de producir el más tremendo “milagro económico” de los que se han conocido, hasta ahora, en la historia.

raulamiel@gmail.com

¿CÓMO LOGRAR LA VENEZUELA EXITOSA?, 

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sábado, 1 de octubre de 2011

JUAN ARIAS EL PAÍS (ESPAÑA) LA CLASE MEDIA CRECE CON FUERZA Y YA ES MAYORITARIA EN BRASIL. DESDE RIO DE JANEIRO

La pequeña y mediana burguesía representa el 52% de los votos. Los analistas la consideran una clase conservadora.

En el centro del debate político brasileño reina la novedad de la nueva clase media, que ya es mayoritaria en la sociedad y por tanto capaz de decidir unas elecciones. Políticos, sociólogos, periodistas y analistas sociales bucean en esta nueva realidad preguntándose cómo es esta clase media que, de minoritaria hace sólo 10 años, hoy ocupa el centro de la antigua pirámide social. La estructura social brasileña ya no es piramidal, gracias a los 30 millones de pobres que, en los ocho años de la presidencia del exsindicalista y tornero mecánico Lula da Silva, saltaron de la pobreza a la clase media baja.

¿Cuáles son los anhelos de esta clase que ya representa hoy el 52% de los votos? Muchos interrogantes rodean el nuevo cuerpo social. ¿Es conservadora o progresista? ¿Es favorable o contraria al aborto, al matrimonio de los homosexuales y a la despenalización del consumo de las drogas? ¿Está a favor o en contra de la pena de muerte? ¿Es más o menos sensible a la corrupción política y a los instintos autoritarios?

Las respuestas a esas preguntas dibujarán el nuevo mapa social brasileño. Los analistas consideran que el fenómeno de una clase media mayoritaria “podrá cambiar el futuro rostro de Brasil”.

La estructura social en Brasil se ha modificado, en efecto, radicalmente. Ya no es aquella pirámide en la que la base mayoritaria la formaban los pobres, con un centro minoritario de clase media y una punta de un 5% de ricos. Hoy el 52% de aquella pirámide lo representa la clase media, un 10% los ricos, un 28% es aún de pobres y un 10% de miserables. Juntos, pobres y miserables (estos últimos generalmente analfabetas) ya son minoría y no deciden los destinos del país.

Los expertos no se ponen de acuerdo acerca de lo que significa ser clase media. ¿E solo no ser ya pobre y poder adquirir electrodomésticos? ¿O es la clase media un “concepto cultural”? Hoy se consideran en Brasil de clase media aquellos que ganan desde 1.200 reales (unos 500 euros) hasta 4.000 (unos 1.800 euros). En realidad se trata de varias clases medias, pero que ya han salido de la atávica zona de la pobreza y de la miseria.

Según los analistas políticos, esta nueva clase media, sobre todo la llamada “emergente”, la que acaba de subir el escalón hacia el consumo, es más bien conservadora. Teme volver hacia atrás y tiene aspiraciones de mejora, sobre todo para sus hijos. Por ello no es partidaria de excesivas novedades y aventuras. Prefiere lo conocido. No le gustan los radicalismos ni de izquierdas ni de derechas. Es tradicional y defiende los valores éticos y religiosos.

El miedo de la izquierda marxista es que esta nueva clase media, esté más movida por simbolismos religiosos como el “Dios me ayudará a estar mejor”, predicado por las iglesias evangélicas, que preocupada por la “lucha de clase”, la reivindicación de sus derechos sociales o la lucha por las libertades individuales.

Las diferentes fuerzas políticas están con los ojos puestos en lo que piensa, quiere y reivindica esta nueva clase. De ahí también su mayor sensibilidad a los escándalos de corrupción política como peligro de malversación de dinero público.

Y junto con los políticos, están atentos a los anhelos de esta nueva clase media tanto el mercado de bienes comerciales -pues ya puede y le gusta consumir lo que nunca tuvo gracias también a la apertura del crédito- como el mercado cultural.

Se trata de un universo nuevo aún en ciernes que deberá moldearse y aclimatarse conviviendo con la clase media tradicional “más cultural”, pero también cada vez más sacrificada económicamente ya que no ha crecido en la proporción con lo que ha hecho la clase pobre que de tal se ha convertido en clase media, un salto cuántico para ella.

http://internacional.elpais.com/internacional/2011/09/30/actualidad/1317388088_985128.html

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miércoles, 15 de junio de 2011

ENRIQUE PEREIRA: SOÑEMOS EN GRANDE, UNA MEJOR VENEZUELA.

Basta de comprar sueños al detal, pensemos en grande.

Un mejor país nos pide a gritos que soñemos en grande. Sueños abundantes y retadores que nos dirijan en la dirección de una mejor Venezuela. Una mejor Venezuela que se construya sobre las bases de la paz, el bienestar y el progreso.

Un país no se puede construir con diputados que no entienden su verdadero rol en el juego de la democracia. No podemos soñar grande, cuando escuchamos a una diputada del gobierno, invitar a Maria Corina Machado a hacerse una operación estética. La Asamblea no es una gallera, la Asamblea es el lugar donde el país construye sus sueños. Grandes sueños de país requieren de soñadores, no de pendencieros que continuadamente exhiben actitudes destructivas.

SOÑAR EN GRANDE PARA CONSTRUIR EN GRANDE
Nuestra Venezuela requiere de un plan de país que nos asegure bienestar a todos. El bienestar es la posibilidad de qué cada venezolano pueda tener la oportunidad de trabajar para su progreso, en una sociedad ecológicamente consciente, que cuida el país que le pretende dejar a sus hijos. Un socialismo que habla de proteger el ambiente, enciende todos los dias generadores ineficientes quemando petróleo y llenando nuestros bosques de basura ambiental. El país mejor requiere de políticas de largo plazo y no pañitos calientes que no trabajan en la dirección de nuestros sueños.

El país que soñamos requiere de paz, para lograr la reunificación de sus ciudadanos en torno a los fines que nos son comunes. Basta de presentarnos como una sociedad dividida, como una guerra de clases y como lo que no hemos sido nunca. Basta de escuchar a gobernantes que gritan sus mentiras, para ocultar sus silenciosas verdades. La paz que requerimos comienza por dejar de hablarnos en tono autoritario y dejar de promover actitudes violentas en nuestros ciudadanos. Venezuela será grande, del tamaño de nuestros sueños, cuando nos encontremos en las urnas y le hagamos ver a esta revolución que su mensaje dejo de tener sentido. Queremos paz, queremos vivir en sana paz.

Un país que pide progreso  a gritos no puede manejarse con individuos o grupos que sólo piensan en mantenerse en el poder. La Venezuela que produce progreso para sus ciudadanos, invierte en educación para el largo plazo, salud para sus ciudadanos –bien gerenciadas- y   trabaja para controlar  la anarquía a la que nos ha conducido la revolución.

El derecho a soñar en grande no incluye a personajes que piensan en pequeño. Nuestros sueños se construyen en equipo, es cuchando a todos. Nuestros sueños no se construyen desde un escritorio y un micrófono, sin el concurso de los que seremos receptores de esos sueños.


Un  presidente que no escucha, que solo habla, nos limita el camino que nos queremos trazar, en una tierra llena de recursos y de sueños por desenterrar. Mis sueños no estoy dispuesto a entregarlos, pero los comparto con los venezolanos que luchamos por una mejor Venezuela. Somos la Venezuela de los grandes sueños.

Enrique Pereira @pereiralibre
vienegrande@yahoo.es

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jueves, 9 de junio de 2011

VICTOR MION: ES POSIBLE LOGRARLO…

El haber vivido estos 12 años y espero no sean muchos más, en Venezuela la otrora tierra bendita, me han permitido llegar a una conclusión muy cruel.

Aborrezco a mis padres, desprecio a mis maestros, odio lo que he aprendido. Y como no hacerlo si me enseñaron educación, me instruyeron sobre la honorabilidad y la  dignidad; fui aleccionado sobre respeto al prójimo y se me inculco el poder del estudio y del trabajo, la moral y el civismo;  es decir, tuve casa y familia, tuve escuela.

Pero, no me enseñaron a vivir en esta sociedad en donde se miente, se defrauda, se engaña, se roba, se usurpa, se priva, se estafa, se despoja, se malversa, se asalta, se expropia, se desvalija, se asesina, se secuestra, se extorsiona, se trafica drogas todos los días y no hay ley, ni justicia, ni criterio ni ganas para imponerla, ni quien quiera porque los encargados de hacerlo, lo único que nos ofrecen es “patria, socialismo y muerte”.

El desconcierto que ya está asimilándose en el ADN de todos los venezolanos que vivimos esta pesadilla llamada “socialismo del siglo XXI” solo verá su fin cuando entendamos que la base de la sociedad es la familia y no el estado; que una economía sana es cuando el país goza de una clase media grande, fuerte y prospera y no una economía opresora de estado comunista; que la mejor manera de crecer es el estudio y el trabajo, y no la venta de drogas, el robo o las misiones.
Cuando comprendamos que los gobernantes son nuestros empleados a quienes pagamos para que hagan su trabajo y no nuestros dueños, ni de nuestras pertenencias. Que han de trabajar por nuestro beneficio y no para su propio peculio.

Que las leyes son para nuestra protección y no para parapetarse tras ellas y poder traficar, robar y asesinar impunemente.

Y que solo en libertad y democracia es posible lograrlo.

Arq. Víctor Juan Mión Pivetta
www.vmreporte.blogspot.com
vmreporte@gmail.com
@Mionvi
09.06.2011
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lunes, 4 de abril de 2011

LA VENEZUELA QUE QUEREMOS (3). CARLOS R. PADILLA L.

Desde mi libertad y en procura de la de todos, proponemos reformar la seguridad social, la atención médica y el sistema de jubilaciones y pensiones.
Para expandir la cobertura y aumentar la calidad y excelencia del cuidado médico hay que empoderar a los doctores, enfermeras y personal de hospitales y centros médicos hoy estatales, mediante la dación en pago de los mismos -liquidando deudas pendientes- para que puedan gerenciarlos y administrarlos como propietarios, cobrando por sus servicios, en competencia con los centros hoy privados.
Empoderar a los pacientes más pobres con cupones, para pagar con ellos en los centros de su elección, en igualdad de derechos con todos los demás, en la transición y eliminar las innecesarias imposiciones estatales en la prevención y el tratamiento de las enfermedades.
Así se acabarán las odiosas discriminaciones entre pobres y ricos en los servicios. Para los más pobres se acabarán los largos meses en espera de conseguir por lástima una cita o una cirugía. Para los menos pobres se acabarán los dolores de cabeza y las crisis de nervios a la hora de pagar las cuentas.
En el caso de las Jubilaciones y pensiones. Para expandir la cobertura y aumentar la cantidad y calidad de las prestaciones: se debe empoderar a los gerentes, administrativos y personal profesional del IVSS con la dación en pago (por obligaciones pendientes) de los inmuebles, equipos, activos e instalaciones, para que puedan administrarlos como propietarios, cobrando por sus servicios, y en justa competencia con el resto del sector.
Empoderar a los asegurados más pobres con cupones para pagar las pólizas en los institutos de su elección, transitoriamente eliminando las injustificadas imposiciones estatales en las pólizas y negocios de seguros.
Así se acabarán las jubilaciones miserables, las demoras, las colas y largas esperas y dilaciones para cobrarlas.
Con estas reformas todos tendremos servicios médicos, de enseñanza y previsionales de calidad, y económicos, con profesionales responsables. Y los más pobres: cupones, no promesas demagógicas. 
carlos.padilla.carpa@gmail.com 
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