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sábado, 26 de abril de 2014

HERNÁN CASTILLO, LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y LAS RELACIONES CIVILES Y MILITARES

¿Qué papel juega la política de seguridad y defensa del Estado en las relaciones civiles y militares venezolanas? 

Ese tema está claro para sociedades democráticas desarrolladas, incluso para América Latina. Pero hoy en Venezuela, como resultado de la profunda ideologización y partidización de las Fuerzas Armadas y la violación del artículo 328 de la Constitución Nacional, un amigo académico, historiador, estudioso de estos temas, dice: “Si ahora en Venezuela no hay una conspiración militar, Venezuela dejó de ser Venezuela”, opinión que lamentablemente comparto.

Es importante el descontento entre los militares venezolanos sobre la conducción y orientación de las Fuerzas Armadas y del país en general, y escandaloso el esfuerzo del Gobierno por ocultarlo. Incluso, hasta el ridículo hacen en tratar de disimular el malestar y aparentar unidad, lo cual simplemente resalta la gravedad del problema militar venezolano.

Tengo esperanzas en que la combinación de la presión que tiene la unidad en la protesta de calle con el diálogo político de la alternativa democrática con el Gobierno, le encuentre una salida constitucional a la crisis venezolana, ante la amenaza de una nueva intervención militar. Ya conocemos en Venezuela las trágicas y sangrientas consecuencias y el atraso cultural que traen para los pueblos los alzamientos militares.

Pero el punto es que en las actuales circunstancias venezolanas, el tema de la función política de los militares supone una respuesta compleja. Los militares deben estar al servicio de la sociedad y el Estado, no al contrario, como desgraciadamente ocurre hoy en Venezuela.

Democracia, entre otras cosas, es respeto, tolerancia y reconocimiento de la oposición política; representación proporcional de las minorías; autonomía de los poderes públicos; respeto a los derechos humanos; libertad de expresión del pensamiento; libertad de organización; respeto a la propiedad privada; y  profesionalismo militar no es más que la subordinación militar al poder civil y el respeto a la Constitución; para la realización plena de la Democracia no es suficiente hacer elecciones. Además elecciones con los poderes públicos parcializados por el Gobierno, con el aplastamiento de la oposición por el peso abusivo de un petroestado corrompido y la intimidación y persecución de la sociedad civil opositora.

De tal manera que la especificidad de las relaciones civiles y militares venezolanas es la política de seguridad y defensa del Estado, pero no de cualquier tipo de Estado, se trata del Estado democrático definido en la Constitución; las palabras socialismo y revolución, entre otras, no existen en la Constitución.

El Estado debe defenderse, pero los límites de la política de seguridad y defensa del Estado son el respeto a los derechos individuales de los civiles, el respeto a los derechos humanos, la garantía del ejercicio libre del pensamiento y la expresión, la información y la protesta pacífica, entre otros. La razón de la existencia del Estado es la seguridad y defensa  de la sociedad civil y sus instituciones, no su destrucción. Si la política de seguridad y defensa del Estado amenaza o pone en riesgo el ejercicio libre de los derechos ciudadanos está amenazando la propia existencia de la sociedad civil. El terrorismo de Estado tiene su naturaleza más profunda en las amenazas a la supervivencia de la sociedad civil.

En definitiva, en los tiempos de la civilización moderna en que la violencia como instrumento para el cambio sociopolítico está superado, tratar de imponerle, caprichosamente y a la fuerza, a Venezuela la esclavitud del atraso de un socialismo estatista fracasado, de vocación tiránica y militar, nos coloca en las puertas de la guerra civil. 

Venezuela ha vivido tres guerras civiles: la Guerra de Independencia, la Guerra Federal y la renombrada Revolución Libertadora. Tenemos que hacer el supremo esfuerzo, por todos los medios, de evitarle a las futuras generaciones la tragedia de una próxima guerra civil, perdemos todo y todos, absolutamente.

Hernan Castillo
hernancastillo@yahoo.com
@CastilloHernan

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miércoles, 5 de febrero de 2014

HERNÁN CASTILLO, MILITARES Y DESARROLLO

En sociedades como la venezolana, con una larga historia de violencia política, resulta impostergable limitar con claridad la función política de los militares, sino queremos continuar cohabitando con ese obstáculo en que se han convertido las Fuerzas Armadas para el Desarrollo nacional.

El artículo 328 de la Constitución involucra directamente a las Fuerzas Armadas en “…la participación activa del desarrollo nacional…” Pero por otra parte, el mismo artículo le impone parámetros según los cuales no tienen militancia política y  parcialidad política alguna; cuando justamente, no hay tema más esencialmente político, que el Desarrollo de la nación.  A lo cual se le agrega el artículo 326, “La seguridad de la nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil…”. Ni los militares son para el Desarrollo, ni a la sociedad civil le corresponde la seguridad del Estado. Es decir, a los militares no les corresponde la formulación de definiciones del Desarrollo, así como también la militarización de la sociedad civil constituye una aberración que amenaza su propia supervivencia.

Los militares no son para el Desarrollo de la nación; los militares son para las operaciones y maniobras que supone la defensa del Estado y la seguridad  de la sociedad, los militares son para la guerra. O en cualquier caso, los militares latinoamericanos, luego del fin de la Guerra Fría, son para enfrentar militarmente las nuevas amenazas que dejó la confrontación mundial entre el comunismo y el capitalismo, o entre la extinta Unión Soviética y Estados Unidos y sus aliados en Europa Occidental.

Involucrar a los militares en el Desarrollo de la nación, tal como lo hace la Constitución, es involucrarlos en una de las más relevantes actividades políticas de la sociedad y el Estado. Así que, en las circunstancias actuales por las que atraviesa el país, no debe ser motivo de sorpresa si un sector de las Fuerzas Armadas se rebela contra la definición de Desarrollo de la nación que hemos tenido durante estos años de gobierno militar bolivariano socialista del siglo XXI, que ni siquiera la seguridad y tranquilidad pública puede garantizar y mucho menos han sido capaces derrotar la violencia que implica la delincuencia común y el crimen.

La definición del tipo de Desarrollo de Venezuela le corresponde a toda la sociedad, no a las Fuerzas Armadas. No obstante, excepcionalmente y en casos puntuales uno que otro militar sobresaliente en actividades académicas y técnicas especializadas pudiera ser cooptado. Pero no como actualmente, en que la sociedad y el Estado venezolano han sido invadidos masivamente por los militares, abandonando sus funciones naturales, y desplazando a la sociedad civil. De tal manera que, la institución militar venezolana, las FAN, históricamente han estado sobredimensionada en relación con la significación de las amenazas, problemas e hipótesis de conflictos internacionales y posibilidades de guerra; pero ahora, unida a la injerencia cubana, los militares amenazan la supervivencia de la sociedad civil democrática venezolana.

Finalmente, un sector de venezolanos está planteando la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pero toda la sociedad civil debería asumir prioritariamente el problema de la intervención política de los militares venezolanos; de lo contrario estaremos condenados a vivir en el atraso del virus pretoriano, implícito en el artículo 328 de la actual Constitución Nacional. Principalmente un sector de las FAN, junto con grupos civiles paramilitares como los Colectivos, La Piedrita, Los Tupamaros y otros, se ha convertido en el brazo armado del PSUV.

@CastilloHernan



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miércoles, 22 de enero de 2014

HERNÁN CASTILLO, EL PRÓXIMO RETO

Pacíficamente no es posible sacar del poder ya, inmediatamente, a este Gobierno pero tampoco la violencia es la mejor opción para el futuro de Venezuela. De tal manera que el próximo reto de la alternativa democrática consiste prioritariamente en continuar, en medio de grandes dificultades, acumulando fuerzas de todo tipo, tal como a mi juicio, exitosamente se ha venido haciendo durante todo este tiempo.

En Venezuela venimos de un colapso total del sistema democrático y su sector dirigente; pero su recomposición, con errores y altibajos, ha sido relativamente rápida. A pesar de la utilización abusiva de todos los recursos económicos y poderes públicos del Estado contra la oposición, la represión, los atropellos y la intimidación, el proyecto socialista militar bolivariano está estancado e incluso en retroceso, en aspectos vitales. En las pasadas elecciones locales del 8 de diciembre la oposición logró la victoria en las principales ciudades del país, en donde el oficialismo tiene dificultades insalvables para crecer, principalmente en los sectores más preparados del país.

No obstante, el próximo reto es complejo; ya que sin llegar a la violencia en la acumulación democrática de fuerzas sociales y de todo tipo, para el cambio político en Venezuela, hay que trabajar simultáneamente también para tratar de dar un salto cualitativo en esta larga lucha. Hasta ahora hemos estado dedicados principalmente a la confrontación electoral, pero en estos dos años venideros que no hay elecciones tenemos que utilizar las alcaldías y los parlamentarios, entre otros recursos, para organizar la movilización y estimular la protesta popular de los sectores más desfavorecidos y golpeados del país por el alto costo de la vida, la escasez de productos y la inflación; luchar por servicios públicos e infraestructura física de calidad; contra el desempleo; por la seguridad pública y la garantía de la vida; por el respeto a los derechos humanos, la propiedad privada y la libertad económica; por la libertad de pensamiento y expresión; por la descentralización política y administrativa del Estado; contra la corrupción administrativa y la regaladera de los recursos de la nación; por la tolerancia y respeto a la representación proporcional de las minorías; por la libertad de los presos políticos, el regreso de los perseguidos y exilados; por la independencia y autonomía de los poderes públicos; en fin, las enormes contradicciones y problemas que tiene el Gobierno tenemos que contribuir a complicarlos. En otras palabras, se trata de darle otra orientación a la lucha contra este gobierno. Están equivocados quienes creen que con la actual gobierno se puede realmente dialogar.

En definitiva, el reto para la Mesa de la Unidad Democrática está en el establecimiento de claros objetivos de la lucha, unidad en la acción, amplitud nacional y una flexible pero firme dirección política. Es decir, hay que darle una nueva orientación a la lucha.

@CastilloHernan

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, TIEMPOS DE BALANCE

Llegamos al final del 2013. El año estuvo esencialmente dominado por la realización de dos grandes eventos electorales. Con motivo de la muerte de Chávez elecciones presidenciales y en diciembre elecciones municipales.


Con respecto a la elección presidencial en abril, ese bufete de abogados del Gobierno, también conocido como Tribunal Supremo de Justicia TSJ, se negó a revisar los cuadernos electorales en donde una pequeña diferencia del 1,49% le dio el triunfo a Nicolás Maduro, en medio de escandalosas denuncias de todo tipo de irregularidades y la abusiva parcialización de esa oficina electoral del Gobierno, también conocida como Consejo Nacional Electoral CNE.  

En cambio, en relación con las elecciones de alcaldes y concejales del pasado 8 de diciembre, la Alternativa Democrática, una vez más luchando contra todas las fuerzas del Estado, insurge con el dominio de emblemáticas ciudades medianas como Barinas, Maturín, Mérida, Valera, Valle de la Pascua y las más importantes ciudades del país como Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, la alcaldía Metropolitana de Caracas y San Cristóbal. Y comienza a penetrar estados como Anzoátegui, Apure, Portuguesa, y Sucre, entre otras.

También el 2013 estuvo dominado por el aplastamiento de la libertad de expresión e información; el acorralamiento a la oposición gradualmente se profundiza. Por otra parte, cada vez es más es peligroso en Venezuela ejercer el derecho a la protesta. Las amenazas con cárcel a líderes opositores abundaron, al igual que las inhabilitaciones y allanamientos de inmunidades parlamentarias sin el debido proceso. La infrahumana situación de los derechos humanos de los presos políticos, militares y policiales fue otra de las características del 2013, entre los que destaca Iván Simonovis, hasta el extremo que sacaron a Venezuela de la CIDH. La alianza del crimen común con los organismos  de seguridad del Estado pudiera alcanzar la espeluznante cifra de 24000 venezolanos asesinados este año, sin castigo a los criminales. La persecución y el secuestro contra militares retirados comienzan a ser prácticas comunes intimidatorias al sector de militares descontentos en las FANB.

Y finalmente, el Estado venezolano con gigantescos ingresos petroleros, como nunca antes los había tenido en toda su historia,  el 2013 estuvo dominado por la agudización de la crisis económica. Como resultado de las contradicciones entre Giordani, Merentes, Rafael Ramírez y los cubanos, la inflación y la escasez de productos básicos hacen estragos en los miserables salarios del trabajador venezolano, al igual que la corrupción administrativa corroe toda la estructura estatal. Las denuncias de corrupción en el manejo del Estado de los dólares preferenciales, pasan los 25000 millones de dólares.

Sin embargo, con los resultados de las elecciones municipales queda demostrado que en Venezuela no hay poder capaz de doblegar la voluntad democrática. En cada nueva elección la república se juegan la vida; ahora el régimen nos amenaza con el uso inconstitucional de la Ley Habilitante para imponer el Plan de la Patria, pero no pasará.

En definitiva, paradojicamente, la salida pacífica y democrática de este régimen de vocación tiránica tendrá que ver con la capacidad de la Mesa de la Unidad Democrática MUD de la movilización popular para luchar por mejores condiciones de vida, por la defensa de la Constitución y el proceso de descentralización política y administrativa del Estado.  Es decir, está quedando demostrado que el triunfo electoral es insuficiente para sacar del poder a este grupo de inescrupulosos, alabarderos de los militares. Cada vez que el régimen pierde posiciones importantes, vacía y le quita facultades legales, administrativas y políticas a los ganadores. Entonces, ¿para qué sirve el voto popular mayoritario y la democracia en Venezuela? qué sentido tiene la lucha electoral y ganar la mayoría, tener más diputados, concejales y alcaldes con el voto, si el régimen no respeta a los adversarios cuando ganan, y los anula quitándoles las atribuciones principales.  

La MUD está llamada a plantear nuevas formas de lucha y renovar las orientaciones políticas. 

Hasta finales del 2015 no tenemos otras elecciones; se trata entonces de comenzar ahora a combinar la agitación política con la lucha social, económica, cultural  y reivindicativa del pueblo venezolano, para salir de este régimen decadente del “socialismo del siglo XXI”.

Hernán Castillo
hernanjosecastillo@gmail.com

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martes, 3 de diciembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, POLÍTICA Y VIOLENCIA EN VENEZUELA

Probablemente el aspecto más difícil de manejar en la confrontación política venezolana sea todo aquello relacionado con el estímulo del Estado a las distintas formas de violencia. 

No hay expresión de violencia en Venezuela en que la actuación estatal no sea de tolerancia. El Estado, a lo largo de todos estos años, ha mostrado falta de voluntad política para combatir la complicidad del crimen con sectores corrompidos en los organismos de seguridad; por otra parte, arman a grupos paramilitares que combinan acciones armadas contra la oposición y sectores sociales descontentos con actividades del hampa común; a lo cual  le agregan un permanente discurso violento contra el malestar social y la oposición política. El crimen en Venezuela es consustancial al Estado. La función de control que debería asumir la seguridad del Estado la viene cumpliendo la violencia política y criminal. De tal manera que se puede afirmar que la actividad criminal y la violencia en Venezuela son una política pública.

Pero lo más grave, a mi juicio, es que si la oposición política no enfrenta el tema de la violencia estatal con habilidad, tal como lo ha venido haciendo, se pudieran ver comprometidas las posibilidades de desarrollos políticos pacíficos y transiciones democráticas futuras.

La situación venezolana es frágil, en que la violencia política pudiera ser ampliada selectivamente, no podemos obviar nunca el papel que cumplen en Venezuela los agentes castrocomunistas, entre otros. En América Latina tenemos experiencias relativamente recientes muy dolorosas en el campo de la lucha contra regímenes militaristas y policiacos violentos.

Las cifras de asesinatos en Venezuela son escandalosas. Se estima que para finales de este año hayan sido asesinados cerca de 23000 venezolanos. Pero también diputados y políticos han sido salvajemente agredidos, sin castigo a los responsables; más la situación infrahumana de los perseguidos y presos políticos, y el sistemático acoso a  las distintas expresiones de disidencia, crítica e independencia de pensamiento político.

En fin, luego del próximo 8 de diciembre, quedará demostrada la precaria situación del régimen. Vienen situaciones turbulentas, el régimen ya anunció el uso inconstitucional de la Ley Habilitante. Pero para la Alternativa Democrática las decisiones van a ser más difíciles porque vamos a enfrentar un régimen que, contra la voluntad mayoritaria, se empeña en profundizar en Venezuela el modelo totalitario de represión a las libertades económicas, civiles y políticas.

Venezuela, el próximo 8 de diciembre, se encontrara otra vez en una encrucijada en la que nos corresponde enfrentar con el voto mayoritario a un Estado ventajista y un CNE parcializado y tramposo que se niega a auditar los cuadernos de votación y modernizar el Registro Electoral Permanente REP. Pero en esta encrucijada no tenemos otra opción, el otro camino es la violencia política hacia donde nos quieren empujar.

hernanjosecastillo@gmail.com

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sábado, 16 de noviembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, ¿PARA QUÉ SIRVEN LOS MILITARES VENEZOLANOS?

La respuesta a la pregunta ¿cuál es la razón de ser de los militares venezolanos? debería ser de Perogrullo: los militares no son para definir al Estado y la sociedad, los militares son para la defensa militar de la nación; ni más ni menos.

Pero en vista de la actual situación por la que atraviesa Venezuela, plantear el tema de la función que deben desempeñar los militares, no supone una respuesta sencilla. El proceso de deformación profesional; o mejor dicho, el proceso de adoctrinamiento partidista han sido tan profundos que se puede llegar a afirmar, sin temor a equivocarse, que los militares venezolanos hoy sirven para cualquier cosa. Por intervenir en las actividades políticas inherentes a la sociedad civil han descuidado aspectos técnicos vitales del apresto operacional militar. Los militares venezolanos han invadido masivamente las mejores posiciones y los más altos cargos en la administración pública y la burocracia estatal, además del activismo en las campañas de proselitismo partidista gubernamental.

LAS NUEVA SITUACIÓN DE LA SEGURIDAD Y DEFENSA NACIONAL

Luego del final de la confrontación política y militar entre la extinta Unión Soviética y Estados Unidos, en América Latina se ha planteado un debate sobre la nueva situación de la seguridad y defensa nacional. Las nuevas amenazas realmente no son nuevas, siempre estuvieron presentes, pero por la carrera por la supremacía militar mundial, estas llamadas nuevas amenazas no ocuparon la prioridad en la lucha.

Pero una vez derrotado el comunismo, la misión de los ejércitos latinos dejo de ser el  combate contra la subversión castrocomunista.

Ahora el combate contra aquellas amenazas que el enfrentamiento entre el Este y el Oeste habían colocado en un segundo lugar, pasa a ocupar la prioridad en la lucha y les plantean nuevas misiones a los militares.

De tal manera que ahora el continente enfrenta una nueva situación en materia de seguridad y defensa que imponen nuevas misiones militares.

Entre las nuevas prioridades tenemos el combate al narcotráfico; al comercio ilícito de armas cortas; las migraciones descontroladas e ilegales; el contrabando de materiales radiactivos; el comercio de personas y mano de obra esclava; el crimen organizado; el terrorismo; los desastres naturales y la conservación del medio ambiente natural; las operaciones humanitarias y de paz, bajo el mandato del derecho y las organizaciones internacionales, entre otras.

LAS NUEVAS MISIONES MILITARES

El punto ahora es que luego del final de la “Guerra Fría” se plantea la redefinición de las tradicionales misiones militares para enfrentar la nueva situación y las amenazas a la seguridad y defensa del Estado.

De tal forma por ejemplo que, en Costa Rica y Panamá  los ejércitos fueron eliminados, ahora tienen unas policías militarizadas.

En Uruguay hay un fuerte debate sobre la eliminación de las Fuerzas Armadas, principalmente por los altos costos.

En Argentina, después de largos años de dominio militar de la sociedad, tal es su desprestigio, que prácticamente su función es decorativa.
En Centroamérica y México los militares tienen funciones equivalentes a la Guardia Nacional  venezolana.

En Bolivia, los militares son para la represión política.

En el Caribe, incluso la propia Cuba ha reducido sus fuerzas militares.

Al igual que casi todo el resto del continente, con una que otra excepción como Chile, Colombia y Brasil, Perú y Ecuador, en medidas cada vez mayores sus militares están dedicados a enfrentar las amenazas a la seguridad y defensa planteadas luego de la caída del Muro de Berlín.

LA SITUACIÓN  MILITAR VENEZOLANA

No comparto la opinión de Gustavo Coronel, en artículos publicados en la patilla.com “Eliminar la Fuerza Armada Venezolana”, y de otros que sostienen que en Venezuela la institución militar se ha convertido en un cáncer social, que tiende a hacer metástasis. Tampoco en mi libro “Militares y control social en Venezuela” planteo en ningún momento la condición parasitaria  de la institución armada, como me lo atribuye Coronel.

No obstante, sí creo que la institución militar está bastante enferma, pero está igual de enferma como el resto de las instituciones del país. Tampoco creo en la eliminación de las Fuerzas Armadas venezolana como plantea Gustavo Coronel. Creo que se trata más bien de reorganizarlas, reducirlas y tecnificarlas para enfrentar eficientemente las amenazas y la nueva situación de  la seguridad y defensa nacional.

Finalmente, una vez que los militares en Venezuela decidieron intervenir en el debate partidista, tal como lo están haciendo hoy, se impone una revisión profunda de la conciencia histórica que ellos como venezolanos tienen de sí mismo y de la significación de su  función en la sociedad y el Estado; si se dejan solos, pueden hacer demasiado daño.

En Venezuela, por el celestinaje castrocomunista, la actualización y modernización de la institución militar presenta  un retraso importante en relación con el nivel alcanzado por las fuerzas militares del continente. Afortunadamente pareciera que Colombia comienza a resolver su guerra civil de mediana intensidad. Y la reclamación territorial a la Guayana Esequiba y el diferendo marítimo con Colombia, los venezolanos no tenemos la intensión ni capacidad de resolverlos por la violencia.

Entonces, sí en América Latina, los militares no son para la guerra, para qué sirven los militares venezolanos?

@CastilloHernan

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sábado, 2 de noviembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, MILITARES Y CONTROL CIVIL


"Militares y control civil en Venezuela” es un libro que escribí con motivo de la preocupación política que me ha ocasionado la ausencia histórica de fuertes controles civiles sobre los militares venezolano.

El libro fue coeditado por la Universidad de los Andes ULA y la Universidad Simón Bolívar USB y se puede adquirir en las principales librerías del país. Es una investigación académica que saca a la luz documentos inéditos del Archivo Histórico del Parlamento Nacional durante los gobiernos de Betancourt y Leoni.

En el libro básicamente se plantea que, sobre la base de la victoria militar, o mejor dicho, sobre la derrota militar de la violencia y la subversión comunista, en los años iniciales de la democracia venezolana, las Fuerzas Armadas han estado prácticamente fuera del control civil.

En los Diarios de Debates, a lo largo de diez años 1959-1969, se demuestra la ausencia de discusión política sobre el control civil de los militares; un grave error, una ausencia, o debilidad de la sociedad venezolana que le ha permitido al sector castrense ir gradualmente conquistando una serie de privilegios, autonomías e independencias que han venido creando las condiciones para el incubamiento y desarrollo del virus pretoriano. Pretorianismo que ha terminado desembocando en el socialismo del siglo XXI, de vocación tiránica, del fallecido teniente coronel Hugo Chávez.

No obstante, también el libro muestra que en las violentas condiciones en que se planteó la lucha política en aquellos años, el Parlamento le dio el respaldo necesario al Ejecutivo (entre los que se encontraban obviamente las Fuerzas Armadas) para instaurar la democracia en Venezuela, a pesar de que careció de la visión para sentar las bases de un sólido sistema de control civil e institucional sobre sus militares.

Durante los años de vigencia de la Constitución de 1961, la contraloría, la supervisión, vigilancia y el control civil sobre el proceso educativo de formación militar y, en general, sobre el funcionamiento de la Institución armada fue débil; el control civil apenas se limitaba al simbolismo del Parlamento de  autorizar algunos ascensos militares que previamente le proponían las distintas Fuerzas al Presidente de la República como Comandante en Jefe.

El Archivo Histórico de los Diarios de Debates del Parlamento venezolano constituye una fuente documental no explorada por los historiadores, de tal manera que este estudio trata de proponer una novedosa línea de análisis de la actuación parlamentaria sobre los problemas de seguridad y defensa del Estado durante los gobiernos de Betancourt y Leoni. El examen de los debates parlamentarios se hace desde una perspectiva histórica, pero el objetivo es político, se trata de hacer un llamado a crear un sistema de control sobre los militares tal como por ejemplo lo tienen las democracias modernas desarrolladas, incluso algunos países latinoamericanos, ya que la libertad y la democracia han sido sumamente costosas al pueblo venezolano.

El libro estudia el proceso formal del debate sobre los problemas de seguridad y defensa recogido en los Diarios de Debates; no se estudia el juego de presiones, los entretelones y el lobby parlamentario de la política de seguridad y defensa y las relaciones civiles y militares venezolanas. Además, no todos los problemas de seguridad y defensa entraron en la agenda parlamentaria, muchos de ellos fueron del manejo exclusivo del Ejecutivo.

Las relaciones civiles y militares son el componente principal de la política de seguridad y defensa del Estado; y el Parlamento debe ser uno de los más poderosos mecanismos de enlace entre la sociedad o el pueblo (como se quiera decir)  y el control civil sobre los militares venezolanos. El control de la sociedad venezolana sobre las armas de la República es extremadamente débil. El país desconoce y está de espaldas a la dinámica de la institución armada venezolana. Las fuerzas armadas venezolanas se han convertido en un tabú propio de sociedades políticamente atrasadas.

La ausencia de controles civiles sobre los militares venezolanos alcanza tan altos niveles, que el  poco control que existía en la anterior Constitución fue eliminado. En la actual Constitución de 1999  todos los ascensos militares dependen de la autorización política del Presidente de la República.

Finalmente, la sociedad civil venezolana tienen el enorme desafío de hacer una revisión completa de la conciencia que los militares tienen sobre ellos mismos y de la significación del papel político que han cumplido en nuestra historia, sobre todo en los últimos años, ya que los militares son para matar y destruir, no para construir.

@CastilloHernan

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domingo, 6 de octubre de 2013

HERNÁN CASTILLO, PERSONA "NON GRATA"

Me desempeñé como diplomático en la Embajada de Venezuela en Londres, justo “when the Falkland war started”, como dicen los ingleses,  hasta 1987 cuando por esos avatares de la política venezolana me vi en la situación de tener que  regresar a Caracas. En esos años, por razones del trabajo tuve que leerme una serie de libros, manuales diplomáticos, textos jurídicos del derecho internacional público que regulan la actividad de las misiones diplomáticas de los Estados. 
Entre ellos la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas (1961) que en el artículo 3 textualmente establece: “1. Las funciones de una misión diplomática consisten principalmente en: a. representar al Estado acreditante ante el Estado receptor; b. proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional; c. negociar con el gobierno del Estado receptor; d. enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante; e. fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor. 2. Ninguna disposición de la presente Convención se interpretará de modo que impida el ejercicio de funciones consulares por la misión diplomática”.

Bueno, resulta que la semana pasada fueron declarados persona “non grata”, por una visita oficial pública que realizaron al estado Bolívar, los funcionarios diplomáticos de la embajada de  Estados Unidos en Venezuela, Kelly Keiderling encargada de negocios, Elizabeth Hoffman secretaria adjunta de asuntos políticos, y David Moo vicecónsul, acusados de saboteo y conspiración cuando realmente lo que estaban haciendo estos diplomáticos estadounidenses era ejerciendo el literal d del artículo 3 de la Convención de Viena, señalado anteriormente; tal como trabajan todos los diplomáticos acreditados en el país, al reunirse con todo tipo de venezolano en actividades políticas, económicas, deportivas, culturales, sociales, etc. 

Y como también como deben trabajar las actuales misiones diplomáticas venezolanas en el mundo. La expulsión de estos diplomáticos, en estas circunstancias, cuando las relaciones entre Estados Unidos tendían a normalizarse, tiene una naturaleza extraña y propósitos inconfesables; ya que si alguien sabe de conspiración en este país son precisamente quienes hoy están en el Gobierno; lo venían haciendo en Venezuela y Latinoamérica desde la década de los años sesenta bajo las órdenes de Moscú, Beijin y La Habana. 

Pero en las próximas elecciones de alcaldes y concejales el 8 de diciembre, a los conspiradores del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, es a quienes el pueblo venezolano va a declarar “gobernantes no gratos” y expulsar del gobierno local con el voto mayoritario.

Hernán Castillo 

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lunes, 23 de septiembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, DE VERDE A MADURO

Entre el paro universitario de comienzos de junio y el período de las vacaciones escolares venezolanas tuve el privilegio de viajar a las ciudades de Austin, Dallas, San Juan de Puerto Rico y algunas islas del Caribe. En los viajes tengo por costumbre visitar librerías. 

También voy a lugares de venta de libros usados, es un extraordinario recurso, se pueden encontrar  maravillas a precios ridículos. La calidad de las bibliotecas públicas y las librerías son una buena medida del nivel alcanzado por los pueblos; no hay naciones y sociedades ricas y prósperas con librerías y bibliotecas pobres.

A pesar de las grandes restricciones y los miserables dólares que el Gobierno les asigna a los viajeros comunes, en relación con la bola de petrodólares que viajan los enchufados, siempre trato de comprar libros que no se encuentran en Venezuela.
En este viaje, entre otros hallazgos, compré por 14 dólares un libro escrito por el periodista venezolano Roger Santodomingo, De verde a Maduro. El sucesor de Hugo Chávez. Es un libro de venta exclusiva en EE.UU., Canadá, Puerto Rico y Filipinas. Editado por Vintage Español, Una división de Random House, Inc. Nueva York, junio 2013. Es interesante su lectura porque la dirigencia oficial, con unas deplorables excepciones, son un grupo de desconocidos personajes; la absoluta mayoría  de ellos mediocres técnicos y políticos, tanto militares como civiles, sin trayectoria y obra que valga la pena presentarle al país, sobre los que se conoce muy poco, entre los que ocupa un  lugar relevante Nicolás Maduro,.
El libro señala, entre otras cosas importantes, la formación de Maduro en Cuba en los años ochenta y cómo pasó de ser un desprestigiado sindicalista del Metro de Caracas y un segundón en el chavismo, a uno de los políticos de mayor poder en Venezuela. También describe cómo, en ese saco de gatos, culebras venenosas, escorpiones, alacranes, alimañas  y cuanto bicho dañino y corrupto hay en el chavismo, Maduro llega a escalar altas posiciones oficiales y fraudulentamente, (eso no lo dice el libro, eso lo digo yo) Presidente.
Estoy convencido de que la larga permanencia en el poder del chavismo en Venezuela tiene su naturaleza en primer lugar en los espectaculares ingresos petroleros que como nunca antes tuvo Venezuela en toda su historia; pero también en el desprecio a la capacidad de Chávez. 
De tal manera que, para no repetir el error de la subestimación personal de nuestros adversarios, recomiendo la lectura de este libro como un aporte para hacer el esfuerzo intelectual y político de colocar en su justa dimensión la capacidad de Maduro en tratar de resolver el desastre en que “su papá Chávez” dejó a Venezuela; para doblegar a quienes en el PSUV y el Gobierno le “pescuezean el Mayorazgo chavista”, y finalmente para resolver las complejas contradicciones y problemas de todo tipo que tiene el socialismo bolivariano como proyecto ideológico de desarrollo social y económico, en el mundo avanzado actual.
@CastilloHernan 
hernanjosecastillo@gmail.com

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miércoles, 11 de septiembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, ENTRE PRETORIANOS Y PRETORIANAS

Pretoriano o pretorianismo es una palabra que la ciencia política, la sociología militar y la historia utilizan para describir la intervención abusiva de los militares en política. 

Sin embargo el DRAE, pretoriano, o pretoriana en femenino, le aplica a los soldados de la guardia de los emperadores romanos, la Guardia Pretoriana. Pero al mismo tiempo el DRAE define al pretorianismo como la influencia política abusiva ejercida por algún grupo militar.

No soy estudioso de los problemas del castellano. Pero en cualquier caso se trata de una palabra que tiene varios significados. Es decir, pretoriano es un término polisémico, por un lado significa guardia personal, que puede ser femenina o masculina. Y por otro lado significa abusiva intervención de los militares en política.

Ahora bien, por primera vez en Venezuela tenemos una mujer militar Ministro de la Defensa, el almirante Carmen Meléndez. Pero lo que quiero destacar con este nombramiento es que la condición pretoriana no depende del género, arma o sexo del militar sino de la abusiva y tipo de intervención militar en política, en este caso en la propia política militar, entre otras. 

Al pretorianismo le es indiferente el arma, jerarquía y el sexo del militar. Por el hecho de ser mujer el nuevo Ministro de la Defensa no debemos plantearnos mayores expectativas con respecto a la orientación pretoriana de la política militar del gobierno; seguiremos viendo la profundización de la desprofesionalización y desinstitucionalización de las Fuerzas Armadas venezolanas y principalmente la postración del Alto Mando al castrocomunismo. Repito, si el nivel de intervención es abusivo y exagerado, ya sea hombre o mujer el militar quien lo hace, se trata de pretorianismo puro y clásico, como a mi juicio es el caso del nuevo ministro.

Pero en cualquier caso, lo que quiero señalar es que, ante la escasa influencia y relación de Nicolás Maduro con los militares venezolanos, pareciera más bien que la designación en esta coyuntura, una vez muerto Chávez,  de una mujer de la Armada como  Ministerio de la Defensa se corresponde más bien con el propósito del sector civil del Gobierno, con Maduro a la cabeza, de comenzar a organizar su propia fuerza militar, ante la posibilidad de que la promoción de oficiales del año 1987, a la que pertenece el teniente Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional tome el control total de la institución militar venezolana, en los próximos años.

De tal manera que los próximos desarrollos políticos en la institución militar  venezolana tendrán que ver con el resultado de la confrontación y alineamientos entre la pretoriana de la Armada almirante Carmen Meléndez, hoy Ministro de la Defensa, con el otro pretoriano del Ejército, teniente Diosdado Cabello.

Finalmente, la sociedad civil venezolana no se debe equivocar, el almirante Carmen Meléndez es una pretoriana más de la más pura y clásica estirpe militar.

@CastilloHernan
hernancastillo@yahoo.com

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