Probablemente
el aspecto más difícil de manejar en la confrontación política venezolana sea
todo aquello relacionado con el estímulo del Estado a las distintas formas de
violencia.
No hay expresión de violencia en Venezuela en que la actuación
estatal no sea de tolerancia. El Estado, a lo largo de todos estos años, ha
mostrado falta de voluntad política para combatir la complicidad del crimen con
sectores corrompidos en los organismos de seguridad; por otra parte, arman a
grupos paramilitares que combinan acciones armadas contra la oposición y
sectores sociales descontentos con actividades del hampa común; a lo cual le agregan un permanente discurso violento
contra el malestar social y la oposición política. El crimen en Venezuela es
consustancial al Estado. La función de control que debería asumir la seguridad
del Estado la viene cumpliendo la violencia política y criminal. De tal manera
que se puede afirmar que la actividad criminal y la violencia en Venezuela son
una política pública.
Pero
lo más grave, a mi juicio, es que si la oposición política no enfrenta el tema
de la violencia estatal con habilidad, tal como lo ha venido haciendo, se
pudieran ver comprometidas las posibilidades de desarrollos políticos pacíficos
y transiciones democráticas futuras.
La
situación venezolana es frágil, en que la violencia política pudiera ser
ampliada selectivamente, no podemos obviar nunca el papel que cumplen en
Venezuela los agentes castrocomunistas, entre otros. En América Latina tenemos
experiencias relativamente recientes muy dolorosas en el campo de la lucha
contra regímenes militaristas y policiacos violentos.
Las
cifras de asesinatos en Venezuela son escandalosas. Se estima que para finales
de este año hayan sido asesinados cerca de 23000 venezolanos. Pero también
diputados y políticos han sido salvajemente agredidos, sin castigo a los
responsables; más la situación infrahumana de los perseguidos y presos políticos,
y el sistemático acoso a las distintas
expresiones de disidencia, crítica e independencia de pensamiento político.
En
fin, luego del próximo 8 de diciembre, quedará demostrada la precaria situación
del régimen. Vienen situaciones turbulentas, el régimen ya anunció el uso
inconstitucional de la Ley Habilitante. Pero para la Alternativa Democrática
las decisiones van a ser más difíciles porque vamos a enfrentar un régimen que,
contra la voluntad mayoritaria, se empeña en profundizar en Venezuela el modelo
totalitario de represión a las libertades económicas, civiles y políticas.
Venezuela,
el próximo 8 de diciembre, se encontrara otra vez en una encrucijada en la que
nos corresponde enfrentar con el voto mayoritario a un Estado ventajista y un
CNE parcializado y tramposo que se niega a auditar los cuadernos de votación y
modernizar el Registro Electoral Permanente REP. Pero en esta encrucijada no
tenemos otra opción, el otro camino es la violencia política hacia donde nos
quieren empujar.
hernanjosecastillo@gmail.com
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