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lunes, 28 de septiembre de 2015

OMAR GONZÁLEZ MORENO, MANIOBRAS PARA ASUSTAR AL PUEBLO

    El emplazamiento de misiles y baterías antiaéreas en barrios repletos de ranchos construidos con materiales de desecho o en zonas residenciales de acicalados jardines en diferentes ciudades del país ha provocado un maremágnum de especulaciones sobre los verdaderos propósitos de esta inusual acción militar ordenada por el régimen de Nicolás Maduro.

    ¿Por qué colocar esos demenciales juguetes de guerra precisamente entre la población civil venezolana? ¿Qué se esconde detrás de esa maniobra? ¿A cuenta de qué exponen esos artilugios bélicos que hieren los ojos de las familias y oprimen el paisaje habitual del venezolano precisamente en este momento y sin ninguna explicación previa?

    A dos meses de distancia de las elecciones parlamentarias que según todas las encuestas las tiene perdidas de calle el régimen madurista, la teoría más difundida es que se trata de una maniobra para meterle miedo a los electores con la posibilidad de una guerra contra un enemigo externo o una matazón contra un enemigo interno.

    Otros añaden que se trata de un simulacro de ocupación del terreno donde habita la población civil, ante posibles desordenes,  en caso de que se vean en la necesidad de suspender las elecciones ante una derrota segura o  se decidan a cometer la locura de ejecutar el mayor mega fraude de la historia.

    Todas estas versiones vienen aderezadas con la creencia de que el régimen de Maduro busca desesperadamente un conflicto con algún país vecino, como Colombia o Guyana, para tratar de explotar el patrioterismo criollo y justificar la implantación de un estado de excepción nacional que le permita salir del trance de una derrota electoral aplastante.

    Sea cuales sean las razones, en lo que todos coinciden es que es una enorme irresponsabilidad del régimen colocar ese tipo de armamento en medio de la población civil, porque podría ocurrir un accidente fatal, y porque viola descaradamente el derecho internacional humanitario que prohíbe convertir a los civiles en blancos militares.  

    Frente a esa oleada de consideraciones, después de varias semanas de estar  mostrando la fuerza militar y el poder de aniquilamiento a un pueblo que pasa horas y horas en las llamadas colas del hambre para conseguir alimentos o medicinas, apareció un general, todo tieso, dentro de su uniforme de campaña, con una escueta explicación:

    “Los ejercicios militares que efectúa la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en el noroeste y el oeste de Venezuela involucran a 7.173 soldados y el uso de 3.323 medios de guerra entre misiles, tanques, aviones, embarcaciones y helicópteros”

    No fue el Comandante en Jefe ni el Ministro de la Defensa quien se encargó de informar tamaño despliegue de tropa y armamento, sino el general Jackson Sánchez, director de los ejercicios de la denominada Campaña Patriota 2015,  dizque programados para conmemorar el décimo aniversario del Comando Estratégico Operacional.

    El general con nombre yanqui se limitó a explicar a través de los medios de comunicación social controlados férreamente por el régimen que el propósito de esas maniobras de dimensiones nacionales era el siguiente: “El objetivo de estos entrenamientos militares realistas es ayudar a los soldados a adaptarse a un terreno desconocido y de hecho se consideran unos ejercicios de guerra no convencional, orientadas a dominar el entorno humano”.

    Agregó el general Jackson,  mostrando todas sus charreteras, arreos y fornituras, que otra de las metas de los ejercicios eran “perfeccionar el trabajo de los comandantes y sus estados mayores”.

     Como para que nadie se equivoque con la trivialidad de su nombre de pila, ratificó la hondura de su compromiso con el proceso al anunciar que otra de las razones de las maniobras militares que comandaba era la de “evaluar la planificación, la ocupación y la preparación de las regiones combativas” y “simular tareas tácticas operacionales conjuntas contra la invasión de fuerzas imperiales”.

    Lo que no precisó el general con nombre yanqui fue el costo de esta operación, pero se calcula que supera con creces lo invertido por el régimen para dotar a las escuelas en el inicio del año escolar o los destartalados hospitales del país

   Tampoco señaló que Maduro a lo largo de sus dos años de gobierno marcados por la más alta inflación, desabastecimiento y recesión de la historia,  ha denunciado al menos una decena de magnicidios, complots, golpes de Estado e intentos de invasión de paramilitares y de potencias extranjeras, para meterle miedo al pueblo; en un  cuento que ya nadie se cree.

    De allí viene el rechazo a esta nueva locura de emplazar esa maquinaria de muerte en calles, barrios y urbanizaciones del país sólo con el morboso afán de  tratar de mantenerse en el poder a costa de lo que sea. La inmensa mayoría de los venezolanos comprende que todo este disparate es ya un epitafio.

Omar González Moreno
programamardefondo@hotmail.com 
@omargonzalez6

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domingo, 2 de noviembre de 2014

ALICIA FREILICH, EL ESTADO PRAN Y SU TRIPLE C (2)

ALICIA    FREILICH
Siete meses  atrás  fue publicada la   nota primera que llevaba este mismo título pero a la luz de los sucesos  actuales  aquel análisis  luce gris y benévolo porque ya  se contabilizan como mínimo   6000 venecubanos  en la acción  fratricida  de los llamados Colectivos locales  que en realidad son Comandos Criminales Cobardes, la  Triple C, el más visible de los grupos paramilitares que sirven de  sustento al  chavismo. Su protagonismo en la matanza de estudiantes el pasado Febrero  es un hecho indiscutible y   no cabe la menor duda de que este régimen trata de igualarse  históricamente con los siniestros  gorilatos a la derecha y a la izquierda que tanto enlutaron a  Chile, Argentina, y ahora persisten ya incrustados hasta  en  organismos internacionales. Es un yihadismo  de  oratoria  populista que obliga  a cambiar el vocabulario tradicional para definir  a la llamada guerra civil.

Guerra es guerra, destrucción  del enemigo. Civilidad es lo contrario, un comportamiento basado en normas que regulan la convivencia entre diferentes, ocupen o no  el mismo sitio  pero  comparten total o parcialmente ciertas costumbres respetando las  naturales  diferencias que marcan a cada individuo. Esto que luce tan elemental, tan simple, tan perogrullada, tomó  al menos dieciocho siglos en  hacerse ley  desde  el cambio luego fallido de la Revolución Francesa  que  dando tumbos sangrientos se consolidó en la Norteamericana y casi un  siglo después  de las luchas independentistas.

Eliminada la esclavitud y reducido un tanto  el caudillismo rural,  cuando se proyectó como revolución republicana  hacia Latinoamérica con los elevados costos de  sacrificadas y heroicas vidas anónimas.

Eso es pan comido para quienes tuvieron el privilegio de estudiar la historia universal en colegios, escuelas y liceos de las  repúblicas  suramericanas donde por fin se pudo incluir en los programas educativos materias primordiales que enfatizaban lo básico de la coexistencia pacífica y de cómo las democracias verdaderas se miden por la manera como tratan a sus minorías étnicas, religiosas y políticas, ya que sumadas ofrecen el saldo auténtico de lo que llamamos civilidad,  civilismo,  civismo.

Por cierto, en su reciente libro  titulado   Civiles  (Editorial Alfa,2014), Rafael Arráez  registra documentalmente este concepto desde semblanzas biográficas de notables venezolanos.

Con su revolución bolivarista, llamada bolivariana, el chavismo consolida una dolorosa y destructiva  guerra  que no podrá recibir el nombre de Civil porque ha creado los cuervos que le roen su entraña, tal cual ha sucedido siempre según  la conocida  frase que admite cómo toda revolución devora a  sus propios hijos y se puede agregar, implosióna  devorada por ellos. Es la  lucha  bárbara,  selvática  ,bestial,  la  pelea  cainita, y el hecho de que  la mayoría de sus víctimas se encuentren indefensas, inertes, o por el contario, también  combaten  armadas pues provienen de la misma cueva, el sello  fratricida de la ambición por el poder total, le otorga precisamente  ese rango de  guerra criminal, nada civil, nada civilista.

Hasta que el cogollo partidista  opositor y la sufriente, sobornada  población mayoritaria no comprenda esta  verdad histórica  y por impulso de sobrevivencia se levante en  desobediente  resistencia civil,  por demás bien definida  y autorizada por su Constitución Republicana, y sea  respaldada por el sector militar cuya conducta civilista viene también muy  pautada por la Carta Magna  que  ha obedecido en fechas como el  23 de Enero, hasta entonces ,  se ahondará el daño moral, espiritual y físico que paraliza  de miedo al conjunto llamado pueblo. El totalitarismo sabe entregarse al poder pero no sabe entregarlo .Es necesario repetirlo infinitamente.

Miremos el espejo inmediato que le sirve de modelo: la humillante condición del  cubano, convertido  por la camarilla castrista  en mendigo ,  jinetero , fusilado al inicio , ahora  torturado, reprimido  y preso,  carne  de intercambio mercenario, despojado de su habitual alegría manifiesta en el arte de su hermosa  música original y entonces quizá el chavista ignorante , el de la masa engañada,  comience a reaccionar.

Esa es la  tarea de pedagogía política,  principalísima,   de quienes pretendan dirigir a  la actual  disidencia venezolana.

Alicia   Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich

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sábado, 26 de abril de 2014

HERNÁN CASTILLO, LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y LAS RELACIONES CIVILES Y MILITARES

¿Qué papel juega la política de seguridad y defensa del Estado en las relaciones civiles y militares venezolanas? 

Ese tema está claro para sociedades democráticas desarrolladas, incluso para América Latina. Pero hoy en Venezuela, como resultado de la profunda ideologización y partidización de las Fuerzas Armadas y la violación del artículo 328 de la Constitución Nacional, un amigo académico, historiador, estudioso de estos temas, dice: “Si ahora en Venezuela no hay una conspiración militar, Venezuela dejó de ser Venezuela”, opinión que lamentablemente comparto.

Es importante el descontento entre los militares venezolanos sobre la conducción y orientación de las Fuerzas Armadas y del país en general, y escandaloso el esfuerzo del Gobierno por ocultarlo. Incluso, hasta el ridículo hacen en tratar de disimular el malestar y aparentar unidad, lo cual simplemente resalta la gravedad del problema militar venezolano.

Tengo esperanzas en que la combinación de la presión que tiene la unidad en la protesta de calle con el diálogo político de la alternativa democrática con el Gobierno, le encuentre una salida constitucional a la crisis venezolana, ante la amenaza de una nueva intervención militar. Ya conocemos en Venezuela las trágicas y sangrientas consecuencias y el atraso cultural que traen para los pueblos los alzamientos militares.

Pero el punto es que en las actuales circunstancias venezolanas, el tema de la función política de los militares supone una respuesta compleja. Los militares deben estar al servicio de la sociedad y el Estado, no al contrario, como desgraciadamente ocurre hoy en Venezuela.

Democracia, entre otras cosas, es respeto, tolerancia y reconocimiento de la oposición política; representación proporcional de las minorías; autonomía de los poderes públicos; respeto a los derechos humanos; libertad de expresión del pensamiento; libertad de organización; respeto a la propiedad privada; y  profesionalismo militar no es más que la subordinación militar al poder civil y el respeto a la Constitución; para la realización plena de la Democracia no es suficiente hacer elecciones. Además elecciones con los poderes públicos parcializados por el Gobierno, con el aplastamiento de la oposición por el peso abusivo de un petroestado corrompido y la intimidación y persecución de la sociedad civil opositora.

De tal manera que la especificidad de las relaciones civiles y militares venezolanas es la política de seguridad y defensa del Estado, pero no de cualquier tipo de Estado, se trata del Estado democrático definido en la Constitución; las palabras socialismo y revolución, entre otras, no existen en la Constitución.

El Estado debe defenderse, pero los límites de la política de seguridad y defensa del Estado son el respeto a los derechos individuales de los civiles, el respeto a los derechos humanos, la garantía del ejercicio libre del pensamiento y la expresión, la información y la protesta pacífica, entre otros. La razón de la existencia del Estado es la seguridad y defensa  de la sociedad civil y sus instituciones, no su destrucción. Si la política de seguridad y defensa del Estado amenaza o pone en riesgo el ejercicio libre de los derechos ciudadanos está amenazando la propia existencia de la sociedad civil. El terrorismo de Estado tiene su naturaleza más profunda en las amenazas a la supervivencia de la sociedad civil.

En definitiva, en los tiempos de la civilización moderna en que la violencia como instrumento para el cambio sociopolítico está superado, tratar de imponerle, caprichosamente y a la fuerza, a Venezuela la esclavitud del atraso de un socialismo estatista fracasado, de vocación tiránica y militar, nos coloca en las puertas de la guerra civil. 

Venezuela ha vivido tres guerras civiles: la Guerra de Independencia, la Guerra Federal y la renombrada Revolución Libertadora. Tenemos que hacer el supremo esfuerzo, por todos los medios, de evitarle a las futuras generaciones la tragedia de una próxima guerra civil, perdemos todo y todos, absolutamente.

Hernan Castillo
hernancastillo@yahoo.com
@CastilloHernan

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lunes, 10 de diciembre de 2012

CARLOS BLANCO, "LOS CIVILES ESTÁN OBLIGADOS A DIRIGIR LA RESOLUCIÓN DE LA CRISIS QUE VIENE", TIEMPO DE PALABRA

PRESIDENCIA INTERMITENTE
En esta columna no se hacen diagnósticos médicos a domicilio, pero en Venezuela se vislumbran nuevas elecciones si el Presidente carece de condiciones para ejercer de forma permanente. 

Sus ausencias frecuentes indican que tendrá que dedicar cada vez mayor tiempo a los temas de su salud, más aún si sólo confía en el Gabinete del doctor Castro. Sus reapariciones preceden nuevas desapariciones. Su estado de salud es exigente y sin hacer pronósticos, parece evidente que cada vez más desatenderá su oficio presidencial. Por cierto, resulta grotesco que Elías Jaua se promueva como candidato en Miranda sobre la base de que el estado necesita un gobernador a tiempo completo -según él, Capriles no lo sería- y no advierta que ese argumento es raro cuando su jefe ejerce la presidencia así como a destajo, en días feriados y fiestas de guardar.
EFECTOS DE LA AUSENCIA.
Chávez no está ni siquiera cuando está. Su concepción de la presidencia, ejercida como capataz de finca, ya no la puede ejercer del mismo modo. Poco a poco se convierte en una referencia elusiva para los suyos: sus capacidades de decisión disminuyen, sea porque atiende otros asuntos, sea porque sus subalternos han pasado a decidir temas y cargos; con éstos, en forma lenta y sostenida, han armado sus propios clanes internos, con recursos e ideas sobre cómo manejar la herencia, ahora en sorda disputa.
Chávez se ha ido transmutando en una excusa. Todo se hace en su nombre pero ni se entera. La desinstitucionalización masiva del país hace que no valgan leyes, ni patrones culturales, ni hábitos organizacionales, ni valores, sino la decisión del jefe o -ahora- de quienes quieren sucederlo.
Esta ausencia periódica de Chávez no sirve para afrontar la crisis económico-financiera, política y social, que las ejecutorias de su bochinche han propiciado. Alguien tiene que hacerlo y, por esta razón, un mutis del jefe una vez cumplida su misión de portaviones, puede crear condiciones para que se retire al dique seco a realizar reparaciones mayores. Entiéndase que ni siquiera se habla aquí de la falta absoluta del Presidente, sino de la falta intermitente que, en términos prácticos, se hace absoluta. En estas condiciones una nueva elección se pondrá a la orden del día. Ninguno de sus lugartenientes tiene la legitimidad y desde luego tampoco el liderazgo para quedarse de facto con el cargo de Presidente.
Un tema adicional es el impacto financiero de las ausencias y resurrecciones del caudillo. Los valores de la deuda se mueven mucho con esa dinámica. Si alguien maneja en forma privilegiada esta información se puede hacer rico en un santiamén. ¿Lo sabe Chávez?
IMPACTOS DE ESA HIPÓTESIS.
No se ignora que puede existir la tentación de mantener el statu quo de manera indefinida. Si Chávez entra y sale de la cámara hiperbárica, y Nicolás Maduro ejerce la presidencia bajo la mirada vigilante de Diosdado Cabello, puede tratar de prolongarse una situación provisional "permanente". Si ocurriera la falta absoluta, los que tengan la sartén por el mango podrían tratar de guaralear la situación para demorar la convocatoria electoral. Sin embargo, si se llega a establecer la idea generalizada de que el Presidente no está en condiciones de ejercer su cargo, las dos facciones básicas dentro del oficialismo se pondrán en movimiento. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello inevitablemente disputarán la sucesión, entre otras razones porque las fuerzas que se han agrupado alrededor de cada uno lo demandarían.
En el campo de la oposición las cosas no estarían mejores. Podría haber quienes consideren conveniente negociaciones con el Gobierno para obtener cargos, y prolongar la situación sin una convocatoria electoral inmediata; pero, si la sucesión se pone a la orden del día porque la intermitencia se agudiza, es casi inevitable que en el mundo democrático se genere una poderosa corriente favorable a una nueva elección presidencial, aunque, en condiciones electorales totalmente distintas a las que han prevalecido.
El problema de la selección del candidato opositor se plantearía de nuevo, ahora con el peso muerto de la derrota del 7-O y del impacto que tendrá el resultado electoral del 16D. Lo que es cierto es que el juego estaría abierto de nuevo. Habría quienes podrían decir que ese problema se resolvió con las primarias; sin embargo es obvio estas fueron para un evento que ya concluyó; además, con la derrota. Habría que articular un nuevo acuerdo político, tal vez más complejo para vencer la tentación de ver los mangos bajitos, que determine cómo se escogería el candidato presidencial opositor. Es obvio que los marginados y excluidos del proceso anterior tomarían las salvaguardas para que esa situación no vuelva a presentarse.
LO QUE SE ESTÁ HACIENDO.
El Gobierno no ha podido "cobrar" todo lo que obtuvo el 7-O. Las cuentas fiscales, el reclamo popular y la salud de Chávez han minado entusiasmos celebratorios y perspectivas de un imperio bolivariano de mil años. El tiempo se le ha puesto chiquito a Chávez y al proceso que encabeza. No quiere decir que la oposición democrática esté mejor; ya se sabe que viene de lo que fue una derrota imprevista para la mayoría opositora, que podría paliarse el 16D o profundizarse si el resultado es adverso.
Esta crisis no tiene centros de resolución, al menos que sean evidentes. El país puede enfrentarse a una situación que sea la desaparición progresiva del papel de Chávez, el intento de sus lugartenientes (desde luego con las resoluciones ad-hoc del TSJ) para mantenerse al mando, una catástrofe económica y financiera, una oposición averiada, la demanda de un nuevo liderazgo, todo lo cual en el marco de una creciente protesta social. La tentación del gobierno es la de meter en su dinámica de falso diálogo a factores de la oposición, como en el tema comunal. Deberá recordarse que este régimen sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena; que el diálogo es hoy un tenteallá que sólo podría ser factible, deseable y productivo con una agenda clara e interlocutores reconocidos por ambos sectores en pugna.
2013. Acá se ha sostenido que la crisis que pretendió resolverse con la elección presidencial de 2012 y el coletazo de la elección de gobernadores, en realidad pareciera que va a vivir su máxima intensidad en 2013, y entonces podría resolverse. Se plantea hacer un esfuerzo por comprender los factores en juego, eventualmente promover entendimientos transparentes que hagan viable esta transición que ya tiene un tiempo de haber comenzado. De lo contrario, aunque nadie lo promueva o quiera, y sin que tampoco ellos lo quieran, los militares podrían verse apremiados a intervenir. Los civiles están obligados a dirigir la resolución de la crisis que viene. Es su deber.
Twitter @carlosblancog

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