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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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lunes, 23 de septiembre de 2013

HERNÁN CASTILLO, DE VERDE A MADURO

Entre el paro universitario de comienzos de junio y el período de las vacaciones escolares venezolanas tuve el privilegio de viajar a las ciudades de Austin, Dallas, San Juan de Puerto Rico y algunas islas del Caribe. En los viajes tengo por costumbre visitar librerías. 

También voy a lugares de venta de libros usados, es un extraordinario recurso, se pueden encontrar  maravillas a precios ridículos. La calidad de las bibliotecas públicas y las librerías son una buena medida del nivel alcanzado por los pueblos; no hay naciones y sociedades ricas y prósperas con librerías y bibliotecas pobres.

A pesar de las grandes restricciones y los miserables dólares que el Gobierno les asigna a los viajeros comunes, en relación con la bola de petrodólares que viajan los enchufados, siempre trato de comprar libros que no se encuentran en Venezuela.
En este viaje, entre otros hallazgos, compré por 14 dólares un libro escrito por el periodista venezolano Roger Santodomingo, De verde a Maduro. El sucesor de Hugo Chávez. Es un libro de venta exclusiva en EE.UU., Canadá, Puerto Rico y Filipinas. Editado por Vintage Español, Una división de Random House, Inc. Nueva York, junio 2013. Es interesante su lectura porque la dirigencia oficial, con unas deplorables excepciones, son un grupo de desconocidos personajes; la absoluta mayoría  de ellos mediocres técnicos y políticos, tanto militares como civiles, sin trayectoria y obra que valga la pena presentarle al país, sobre los que se conoce muy poco, entre los que ocupa un  lugar relevante Nicolás Maduro,.
El libro señala, entre otras cosas importantes, la formación de Maduro en Cuba en los años ochenta y cómo pasó de ser un desprestigiado sindicalista del Metro de Caracas y un segundón en el chavismo, a uno de los políticos de mayor poder en Venezuela. También describe cómo, en ese saco de gatos, culebras venenosas, escorpiones, alacranes, alimañas  y cuanto bicho dañino y corrupto hay en el chavismo, Maduro llega a escalar altas posiciones oficiales y fraudulentamente, (eso no lo dice el libro, eso lo digo yo) Presidente.
Estoy convencido de que la larga permanencia en el poder del chavismo en Venezuela tiene su naturaleza en primer lugar en los espectaculares ingresos petroleros que como nunca antes tuvo Venezuela en toda su historia; pero también en el desprecio a la capacidad de Chávez. 
De tal manera que, para no repetir el error de la subestimación personal de nuestros adversarios, recomiendo la lectura de este libro como un aporte para hacer el esfuerzo intelectual y político de colocar en su justa dimensión la capacidad de Maduro en tratar de resolver el desastre en que “su papá Chávez” dejó a Venezuela; para doblegar a quienes en el PSUV y el Gobierno le “pescuezean el Mayorazgo chavista”, y finalmente para resolver las complejas contradicciones y problemas de todo tipo que tiene el socialismo bolivariano como proyecto ideológico de desarrollo social y económico, en el mundo avanzado actual.
@CastilloHernan 
hernanjosecastillo@gmail.com

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miércoles, 16 de junio de 2010

AYUDA INHUMANA, ROGER SANTODOMINGO

República Dominicana devolvió a Venezuela 51 contenedores con comida podrida donada a Haití

Frente a Puerto Cabello se encuentra fondeado desde el viernes el buque Santa Paula de la naviera venezolana Atlas Marina. Tal y como lo informamos el viernes con carácter de primicia, el buque trae de vuelta a Venezuela una carga de 51 contenedores con 30 toneladas de alimentos podridos cada uno.

La carga había sido enviada por Venezuela como “ayuda humanitaria” para el desahuciado pueblo de Haití. Esta fue presumiblemente una manera altruista que encontró el gobierno venezolano de “reprocesar” parte de las casi 80 mil toneladas de alimentos “vencidos” que compró y olvidó, en algunos casos por más de un año, en Puerto Cabello y en depósitos de PDVAL.

El pueblo de Haití recibió la solidaridad del mundo entero después del terremoto de enero
La generosidad venezolana -quizás partiendo del principio de que “a caballo regalao… no se le huele el conteiner”- no contó con la prohibición impuesta por las autoridades portuarias de República Dominicana que, previendo una amenaza sanitaria, impidió el desembarque del Santa Paula y ordenó regresar la carga a su país de origen.

Los agentes navieros están preocupados pues están incumpliendo otros contratos de carga y un alto funcionario de gobierno quiere esa carga fuera de Venezuela. La embarcación ha solicitado permiso para descargar los contenedores a Bolipuertos y fue inspeccionada por las autoridades que transmitieron “ordenes superiores” de no dejar entrar el barco.

Tratado como esos barcos cargados de enfermos de peste, ni Dianca ni Ucocar han querido hacerse responsables de la carga podrida.

Sin embargo, nuestras fuentes señalan que en este momento hay una gran movilización de guardias nacionales y de agentes cubanos que podrían estar creando las condiciones para bajar la carga, como si su contenido fuese sensible para la seguridad del Estado.

Me explica un marino mercante venezolano que el concepto de ayuda humanitaria es empleado en Venezuela con mucha frecuencia para movilizar miles de contenedores con alimentos que todos los meses parten con destino a Cuba. Sin embargo, como lo explica un funcionario de Bolipuertos, los agentes cubanos que trabajan allí verifican que la calidad de la mercancía que se embarca para su país sea óptima. Los haitianos, ni nadie más, cuenta acá con ese privilegio.

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jueves, 1 de octubre de 2009

PRESOS POLÍTICOS, ROGER SANTODOMINGO, MARTES 29 DE SEPTIEMBRE DE 2009

Casi tanto como la vida, los seres humanos estamos apegados a la idea de la libertad. Vivir para ser subyugado, esclavo o preso de otro ser humano es, para muchos, peor que morir. Sin embargo, es natural que preservemos nuestra vida. No hay que pensar mucho para entender que sólo vivos podemos luchar por ser libres. La vida, entendida así, es el camino a la libertad. Y la libertad no es una cosa que das por sentado sino que te ganas a pulso todos los días.

Los que creemos en la democracia como sistema político y estamos libres, trabajando, estudiando, haciendo nuestra vida, sentimos el corazón un poco oprimido estos días. Porque cuando un estudiante de 22 años como Julio Rivas, es hecho preso precisamente por su lucha por nuestra libertad, un poco de todos nosotros también cae prisionero.

Y no es sólo el caso de Julio; en este momento, en Venezuela hay más de 40 personas que están en prisión porque su acción política pacífica constituye un desafío al poder del gobierno. Ellos son presos políticos y, a diferencia de los presos comunes que son los que han sido condenados por crímenes o delitos contra las personas o sus propiedades , su lucha, en la mayoría de los casos por el bien de los demás, por la defensa de sus derechos, les llevó a perder la libertad.

En una democracia plena no hay presos políticos. En una democracia plena los que opinan distinto y se organizan políticamente para desafiar al que detenta el poder no son considerados delincuentes. En una democracia plena no se ignora a cientos de miles de personas que protestan en las calles por su derecho a ser escuchados, ni tampoco se
desprecia a los que ponen en riesgo su vida en una huelga de hambre exigiendo la liberación de los presos políticos.

Tampoco te dejes confundir cuando un funcionario justifica los encarcelamientos diciendo que "en Venezuela no hay presos políticos sino políticos presos". Es una manipulación simplista que recurre a un estereotipo negativo sobre los políticos. Como cuando te refieres a "los políticos" con un tono casi despectivo, para señalar que algo está mal hecho en el país. Los que hablan así caen en un lugar común, en cierto facilismo para despachar lo que no se comprende a la primera y que, lamentablemente, ignora las dificultades de un oficio, el de los políticos, fundamental para la vida democrática, para la vida en libertad.

Es cierto que el pueblo sufre, pero también hay un camino para encontrar fin a ese sufrimiento y esa es una oportunidad, para los buenos políticos, de hacer mucho bien a los demás.

Cierto que hay políticos que no son tan buenos y los hay también corruptos, pero eso desafortunadamente ocurre en otras profesiones como los médicos, abogados y militares. La exposición natural de los políticos a los medios de comunicación y al escrutinio público los hace un blanco más fácil de la crítica.

Esa exposición es un mal que va con el oficio. Un mal necesario, si me preguntas y aquí volvemos al principio, porque tenemos que tener el derecho a decirle a los que detentan el poder o luchan por conquistarlo lo que pensamos de ellos. Toda causa tiene un efecto y todo lo que hacemos tiene consecuencias. Pero tenemos el derecho de esperar ser escuchados, atendidos, respetados y no temer caer presos por eso.

http://www.rogersantodomingo.com/

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domingo, 30 de marzo de 2008

*ROGER SANTODOMINGO ESCRIBE EN BARÓMETRO: “POLÍTICA DE LA ENVIDIA”


*ROGER SANTODOMINGO ESCRIBE EN BARÓMETRO: “POLÍTICA DE LA ENVIDIA”


El gobierno enfrenta una fuerza más poderosa que la del imperio estadounidense: un resentimiento que secuela en las huestes de la revolución y entre ese pueblo que hasta ahora le ha dado su voto. Se trata de la envidia, una de las fuerzas económicas y sociales más potentes y peligrosas de la historia.

El relato bíblico de Caín y Abel retrata el paradigma.La antigua y fatal tradición establece que no envidiamos más a los que consideramos distintos sino aquellos a quienes consideramos nuestros iguales:nuestros hermanos, compañeros de estudios, camaradas que tuvieron más fortuna y éxitos (una casa más grande, un auto mejor, un sueldo mayor) que nosotros.Pero fue el desarrollo moderno, a partir de las revoluciones francesa y americana, lo que le dio ese poder de transformación n industrial a esta baja pasión humana.


El libro de Alain de Botton, Ansiedad deEstatus (Status Anxiety, Vintage, 2004) recoge, con deliciosa erudición, la paradoja de que en la medida que los occidentales mejoraron su situación económica y se alejaron de las penurias del mundo feudal, fueron aumentando sus expectativas. Con los ideales de igualdad y fraternidad llegó también la ansiedad por la posición relativa en la escala social.


Es este el dilema que se plantea ahora en el feudo chavista en su sentido más amplio (incluyendo a losamos y a los siervos) según noticia publicada este lunes 24 de marzo en El Nacional por la periodista Omaira Sayago: "Ascenso socio económico de los chavistas es un boomerang para el Gobierno".De acuerdo con el reportaje, el gobierno tiene dificultades para aplicar medidas económicas restrictivas que golpeen a la nueva clase media vinculada al gobierno. La nómina del Estado creció 4veces más rápido que la privada y los sueldos de los empleados públicos, efectivamente, aumentaron en más de 50% en los últimos 4 años, mientras que los del sector privado disminuyeron, en términos reales, casi5%.Según esto, antes era más fácil tomar una medida que castigara a la clase media y ahora el gobierno tendría que pensarlo dos veces o prepararse para pagar el costo en pérdida de seguidores.


Sin embargo, hay otro efecto perverso.Jean Jacques Rousseau decía que para hacer a un hombre más rico había dos alternativas: darle más dinero o reprimir sus deseos. El aumento en la renta petrolera ha facilitado al Estado repartir beneficios y, de hecho, disminuir indicadores de pobreza. Pero la expansión del gasto público ha distorsionado la economía, generado inflación y reducido la competitividad del sector más amplio de la población.


Aunque se diga que es malo ser rico, reprimir el deseo de superación ha resultado infructuoso y todos se sienten con derecho a su Hummer.Las desigualdades, ese combustible que tanto alimentó el discurso populista oficial, ahora se le vuelven en contra. Un obrero ve a su vecino chavista mudarse súbitamente del barrio; un artesano ve a su hermano empleado público comprarse un magnífico auto. La riqueza rápida fluye, y no es tanto el trabajo como las conexiones lo que la genera. "Pero si en el exterior están regalando becas con plata venezolana",dice uno. Porque esto es lo peor: no alcanza para todos y, de pronto, aumenta la tasa de ansiedad, el descontento, porque "yo también quiero lo mío" en la repartición que promete igualarnos.La envidia alcanza a los altos representantes del chavismo y se alborota entre ellos. El ejemplo más reciente: un grupo descontento porque unos camaradas se enriquecen con elevadas comisiones de registros y notarías decidieron que había que acabar con ese negocio e investigar a esos aspirantes a oligarcas.


Pero estos reviran: "Ok, camaradas, pero nosotros no somos los únicos haciendo plata, si no fíjense en los hermanos del presidente Chávez".Allí entra en el ahora célebre diputado aguafiestas que, documentos en mano, dice en cámara: "Ok, saquen a mi mamá del registro, investiguen mis fondos decampaña, pero ¿cómo hicieron los hermanos del Presidente para comprarse unas haciendas milmillonarias? No hay cómo, no hay derecho. Esto da rabia". Y ¿qué dirán del Presidente sus hermanos y sus viejos compañeros de lucha?" La política de la envidia alcanza para todos, porque ¿no y que todos éramos iguales?


Roger Santodomingo

sábado, 8 de diciembre de 2007

*ROGER SANTODOMINGO ESCRIBE PARA BARÓMETRO: “IMPRESIONABLES”


El domingo, o para ser más preciso, el lunes 3 de diciembre en la madrugada, mi corazón, impresionado, aplaudía al de Hugo Chávez (ese órgano que dice haber consultado en el momento dilemático de aceptar el resultado electoral). Visiblemente contrariado, el Presidente aparecía en televisión, minutos después del primer boletín del CNE, anunciando, mano en el pecho, la derrota de su propuesta para cambiar radicalmente la estructura política del país. Chávez había cometido un pecado muy humano: soberbio, había subestimado a sus adversarios y sobreestimado sus propias posibilidades. Esto último no es sino la consecuencia de construir murallas alrededor suyo, dejándose aislar de la fría realidad que llevaba un año señalándole, para acomodarse, calentito, en ese mundo de fantasía rojo rojito de sus adulantes.
La paradoja del presidente Chávez la he ilustrado antes con el mito de Ícaro, el personaje clásico cuyo padre le confeccionó alas de cera para escapar de un laberinto que lo mantenía prisionero. Porque, como Ícaro, Chávez no supo comprender el significado de su victoria de hace un año. Como Ícaro, engolosinado con su extraordinario poder, Chávez quiso volar demasiado alto y el sol le derritió las alas, precipitando él mismo su caída.
Sin embargo, sería un error y otro pecado no reconocer que esa madrugada actuó con gallardía. Aún cuando las "cautas sugerencias" de su alto mando no califiquen como "presiones" (¡Magnífica la crónica de Hernán Lugo!*), Chávez tuvo un gesto sin precedentes en un caudillo latinoamericano: reconoció su humillante derrota por un estrecho margen de votos. Aún con todo ese mesianismo y arrogancia de la izquierda iluminada, según la cual el pueblo inmaduro de Venezuela no está en condiciones aún de entender la propuesta socialista parida por una inteligencia superior como la suya, Chávez tuvo la hombría de aceptar el principio elemental de la democracia que dicta la obligación de respetar la voluntad de la mayoría por más estúpida (o "mierda") que le parezca.
Este gesto es uno que bien pudo enrostrar a su George W. Bush, con quien este principio elemental fue puesto en duda con su presidencia (por lo cual nos sentiríamos agradecidos si el mandatario estadounidense se abstuviera de hablar de la democracia venezolana que, demostrado está hoy, está sana para la media latinoamericana, aunque palidezca y esté a años luz del estándar de la consolidada y efectiva democracia del primer mundo). Así que lo confieso, impresionable como soy, me sentí orgulloso y recuperé la esperanza de que este país podría superar sus diferencias y convertirse, nuevamente, en una referencia democrática para la región en un futuro no tan lejano.
La paradoja o esquizofrenia venezolana, detectada recientemente por las encuestas y que ha dado dolores de cabeza a los analistas: el que la mayoría sigue simpatizando con Hugo Chávez, aún cuando no comparta sus propuestas (el cierre de RCTV, el socialismo del s. XXI, el partido único y la política de apartheid y odio de clases y razas), por primera vez fue testeada en las urnas y Chávez sufre sus consecuencias.
Medir la victoria
Ahora bien, el disfrute de la impresión de vivir en un país democrático –con una democracia imperfecta, sí, pero democracia al fin– se ha trastocado ahora cuando Chávez reaparece intentando desbaratar con los pies (o con su lengua) lo que tan difícilmente obtuvo con su proceder: la confianza en su (frágil) talante democrático. Frágil porque un demócrata auténtico no tiene dilemas ante una derrota electoral, más si está en posición de control total del sistema, por lo que se hace imposible imaginar que se cometería un fraude en su contra
Sin embargo, a pesar de la impresionante estupidez política que esto implica, debería aliviar a los observadores el identificar un patrón de acción en un líder imprevisible: se confirma su tendencia a valorar los mecanismos democráticos cuando le son propicios y descalificarlos cuando le son adversos. Es la democracia sólo como instrumento, no como fin. Vuelve a recurrir a la lógica guerrerista, en lugar de tomar la oportunidad y su posición aventajada para buscar consensos para el progreso colectivo. Chávez no tomó la rama de olivo que le ofrecieron sus adversarios y volvió a la carga, huyendo hacia delante, llamando excremento a la mayoría que, efectivamente, expresó su desacuerdo con el socialismo chavista y advirtiendo que él insistirá en su proyecto radical aunque la gente lo rechace.
No obstante, destaquemos otro gesto positivo de Chávez cuando, después de medir su propia derrota, ofreció un consejo gratis a sus adversarios: midan bien su victoria. Y una manera de medir la victoria es entender que Chávez no está muerto y la revolución enterrada, sino que la democracia dio signos de vida y se está produciendo una recuperación de la confianza en el sistema electoral. Si los adversarios de Chávez logran articular una oferta superior de consenso (que incluya al chavismo descontento) y la comunican efectivamente, tienen una oportunidad de oro para lucirse en las elecciones regionales del 2008. Es a partir de allí que podrá trazarse una ruta viable para las elecciones presidenciales.
Porque esto sí pueden asegurarlo: este es el último mandato constitucional de Hugo Chávez. El mito de que de Miraflores sale muerto (mito reforzado por él, claro, que ve magnicidios por todos lados cuando él sólo desea gobernar "hasta el 2050") se cae igual que el mito de su invenciblilidad. Porque en la medida que se conozca más su propuesta de reforma -y su maltrecho carisma empiece a oler aún peor-, sus opciones de apelar directamente al pueblo para pedir un cheque en blanco serán infinitamente menores. El próximo presidente será un sucesor con la bendición del caudillo o uno que, del seno de la nueva oposición, se forje en los próximos cuatro o cinco años de lucha democrática.
Así que no puede uno ser tan impresionable y pisar el peine de la confrontación artificial. Al fracasar esta intentona de reforma radical, quedaron derrotadas también las pretensiones de una minoría desesperada que cifraba su esperanza en un golpe de Estado y que, ante el triunfo electoral, ven conspiraciones en los códigos secretos de la sopa de letras. El discurso del derrotado es revelador, pues no esconde su objetivo: que por supuesto no es tanto el entusiasmar a sus huestes desencantadas (hay que ver que manera tan poco acertada de seducir usando palabrotas) sino apelar al pesimismo y la desesperanza de sus adversarios y despertar el ánimo antidemocrático latente en un sector de la oposición.
De manera que estas Navidades se cargan de esperanzas, sí,¡pero no es como para irse a DisneyWorld!