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lunes, 23 de marzo de 2015

FERNANDO OCHOA ANTICH, LAS AMBICIONES DE MADURO

En verdad, es inexplicable que un gobierno mantenga a su país en medio de un permanente y absurdo espectáculo para tratar de enfrentar el innegable deterioro de la popularidad de Nicolás Maduro. La primera bandera fue la guerra económica. La inmensa campaña de propaganda, tratando de responsabilizar a Fedecámaras, terminó en un inmenso fracaso. De inmediato comenzó el señalamiento sobre el contrabando hacia Colombia. Se incrementaron sin éxito los controles en la frontera. También se prohibió a los buhoneros vender productos de primera necesidad. Después, el ridículo golpe de Estado y el secuestro de Antonio Ledezma. Ahora, la guerra contra los Estados Unidos. Soy el primero en rechazar cualquier injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela, sea esta norteamericana, cubana o de cualquier otro país, pero tampoco se puede obviar dieciséis años de permanentes provocaciones  a los Estados Unidos, responsabilizándolos de todos nuestros males.

         Es imprescindible discutir con la mayor objetividad posible este delicado asunto.  Sus consecuencias pueden ser  muy  dolorosas para Venezuela. La igualdad jurídica de los Estados y el fortalecimiento de la  soberanía nacional fueron principios que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial y bandera fundamental para la independencia de los países del tercer mundo en África y Asia. En estos últimos años ha surgido, en medio de la crítica a la estructura del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una importante modificación del concepto de soberanía, el cual de absoluto empezó a percibirse como relativo. El mundo aceptó que los  derechos humanos, al ser universales y sujetos del Derecho Internacional, se encuentran protegidos por encima de la soberanía de los Estados. La innovación, que este criterio introdujo en la Carta de las Naciones Unidas, obliga a los Estados miembros a tomar medidas para su defensa  y protección en cualquier país. 
         Esta nueva realidad del Derecho Internacional podría justificar  el contenido del decreto de Barak Obama. No se sanciona al gobierno y mucho menos a Venezuela, sino a un grupo de funcionarios, militares y civiles, que a su criterio violaron los derechos humanos durante manifestaciones públicas de protesta. Además, son medidas que se ejecutarán en el territorio norteamericano. La exageración, podría estar en el encabezamiento del decreto, aunque se ha aclarado suficientemente que tiene por finalidad superar un problema de política interna: facilitar la aplicación de las medidas sin la previa autorización del Congreso norteamericano. Realmente, Venezuela no constituye una amenaza para los Estados Unidos. Lo grave, ha sido la desproporcionada respuesta de nuestro gobierno. Las arengas patrioteras de Maduro y la solicitud de una Ley Habilitante, para limitar aún más nuestros derechos ciudadanos, son parte de la típica respuesta de los gobiernos totalitarios.
 Tratar de obtener beneficios políticos internos, poniendo en riesgo la seguridad nacional, es una irresponsabilidad inaceptable. Es verdad, que el decreto del presidente Obama está siendo utilizado para favorecer sus posibilidades electorales. De todas maneras, no creo que el PSUV y la alianza política que lo respalda puedan triunfar.  La crisis política, social y económica  es  de tal gravedad que es muy difícil que eso ocurra.  Lo más descabellado ha sido la intervención de Maduro durante la última manifestación. Imaginarse que Rusia va a respaldarlo en su enfrentamiento con los Estados Unidos es desconocer la delicada situación europea por la crisis de Ucrania. Allí se juegan intereses vitales, tanto rusos como norteamericanos. Lo más sensato sería dejar de jugar a la guerra y dedicarse seriamente a resolver nuestros graves problemas internos para aliviar la tragedia que vive diariamente nuestro pueblo: inseguridad,  inflación y escasez de productos de primera necesidad… 
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoasAntich.

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viernes, 10 de mayo de 2013

FERNANDO OCHOA ANTICH, LAS AMBICIONES DE DIOSDADO

           La violencia que se desarrolló en la Asamblea Nacional no es fácil de explicar. El primer punto a analizar es el origen. Prohibir que los parlamentarios hablen, como lo hizo Diosdado Cabello, es un total absurdo. Sus consecuencias están a la vista: una crisis política en el momento que Nicolás Maduro más necesita del reconocimiento nacional e internacional. 
Un gobierno que surge sin suficiente legitimidad no es capaz de enfrentar la  difícil situación económica y social que vivirá Venezuela. Su interés político inmediato es fortalecerse. Hechos como los ocurridos en la Asamblea Nacional lo impiden totalmente. Además, las declaraciones  de Maduro son inaceptables: el presidente de la República no puede exigir respeto y disciplina al parlamento.  Viola la independencia de los poderes.
         La posición de las rectoras del CNE tampoco es fácil de explicar.   El régimen chavista debería estar más que interesado en que el proceso electoral fuese considerado transparente por la mitad de los ciudadanos que votaron en contra de su candidato. La única manera de lograrlo, como lo ha mantenido con gran inteligencia Vicente Díaz, era satisfaciendo absolutamente las condiciones de la auditoría solicitada por la oposición para lograr su presencia en el momento de realizarla. No haberlo permitido compromete aún más la legitimidad del resultado electoral. El cuestionamiento de Henrique Capriles no se refería a la suma de los votos ni al funcionamiento de las máquinas, sino a las numerosas violaciones que ocurrieron el día de las elecciones en las distintas mesas electorales.
         El tercer punto, inaceptable para un gobierno popular que se inicia, es la exagerada represión. No es fácil enumerarlas porque han sido demasiadas. Me voy a detener en tres: las ofensas y amenazas a Henrique Capriles y a los más importantes líderes de la oposición. Actuar de esa manera limita totalmente cualquier posibilidad de establecer un diálogo constructivo con la oposición. Sin esa posibilidad, un gobierno débil como el de Maduro difícilmente puede tener destino… La represión contra los estudiantes detenidos por la Guardia Nacional y la prisión del general Antonio Rivero, realizada en la propia oficina del ministro Miguel Rodríguez Torres, acusándolo, sin prueba alguna, de  conspiración e instigación al delito son flagrantes violaciones de los derechos humanos.
         El diputado Julio Borges, con una perspicacia política indiscutible, le recomendó esta semana a Nicolás Maduro que se cuidara de Diosdado Cabello. Las razones están a la vista. Los hechos que resumimos en los párrafos anteriores, sólo le  hacen daño a la estabilidad del recién juramentado gobierno. Es imposible que estos  hechos estén ocurriendo de manera casual. Tiene que haber algún interés en juego y una dirección en dichos eventos. Es verdad que inicialmente, al existir la designación de Maduro por parte de Chávez, se consideró que esa escogencia era acertada y fue aceptada por todos, pero el descalabro electoral, perder más de un millón de votos en quince días, ha producido entre los oficiales que se insurreccionaron el 4 de Febrero una profunda inquietud.
         Están convencidos de que el débil liderazgo de Nicolás Maduro no es suficiente garantía de supervivencia de la Revolución Bolivariana. Esta realidad tiene muy angustiado a ese sector. Sus integrantes comprenden que  Venezuela enfrentará una muy compleja situación económica y social que debilitará aún más la imagen de Maduro y la legitimidad de su gobierno, sin que exista ninguna posibilidad de recuperación.  Para colmo, en medio de esa inmensa crisis, habrá que enfrentar los embates, que ya empiezan a observarse, de las elecciones municipales y  parlamentarias. Esta realidad, los ha llevado a presionar a Cabello para que trate de liderar al sector más radical del PSUV para que pueda transformarse en una verdadera alternativa ante Maduro.
         El liderazgo de Cabello se encuentra muy cuestionado. De allí que este grupo piense que la única manera de fortalecerlo es a través de acciones violentas como las vividas en la Asamblea Nacional. También consideran un gravísimo error de Maduro no interpretar cabalmente el rechazo que tiene en la Fuerza Armada la presencia cubana. Su viaje a visitar a los Castros ha incrementado el malestar. Esa lucha interna se irá desarrollando en los próximos meses con un resultado no previsible, ya que también hay que considerar el creciente liderazgo popular de Henrique Capriles. De todas maneras, el grupo que conspiró el 4 de Febrero no se presenta homogéneo, ya que  algunos piensan que tomar el camino de una aventura es peligroso. Prefieren negociar una solución constitucional.
Caracas, 5 de mayo de 2013.
fochoaantich@gmail.com.
@FOchoaAntich. 

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viernes, 22 de julio de 2011

ALBERTO MEDINA MÉNDEZ: AMBICIÓN SIN RUMBO. (DESDE ARGENTINA)

Para muchos la política es el UNICO modo de cambiar la realidad. Se trata de una temeraria afirmación, pero para aquellos que creen en ese paradigma, queda claro que participar de la acción política se convierte en una necesidad, en una forma de compromiso ineludible para quien se interesa en modificar el rumbo de los acontecimientos e influir en ellos.

Pero esa, loable finalidad, la de participar, la de ser parte de, la de involucrarse activamente, tiene sentido si existe un objetivo previamente establecido y si el sendero del cambio está debidamente mensurado.

Por obvio que parezca, la inmensa mayoría de los que conforman la denominada clase política trabajan para el acceso al poder. Argumentan que si no se llega a él, nada resulta posible. Y probablemente tengan alguna cuota de razón, aunque no toda. Pero aun asumiendo esa premisa como válida, el problema es que tanta concentración vinculada a la lucha por los espacios de poder, consigue vaciar el objetivo, y muchos cuando llegan a donde querían, ya no recuerdan siquiera porque estaban peleando.

La desideologización de la política le ha quitado contenido a la actividad partidaria. Todos se han creído el cuento de que lo importante es la gestión y que los sistemas de ideas son fundamentalmente imprácticos.

En realidad, lo que quieren es evitar compromisos con ciertas ideas, que los obliguen moralmente a defender determinados valores, y terminar con ciertas mañas que la política ha instalado, y que no tienen interés en desactivar porque atenta contra la esencia de la corporación.

Todo el esfuerzo está direccionado a conseguir poder. La lucha, los recursos, las energías, están puestas allí. Las intrigas, los movimientos de ajedrez para prever la siguiente jugada del rival y actuar en consecuencia, solo apuntan a ganar la partida.

Se ha hecho un culto, exagerado por cierto, de este costado de la política, necesario, pero no suficiente. Triunfar sirve cuando se sabe que es un medio para, y no se lo considera un fin en sí mismo.

Y la política contemporánea nos muestra que los dirigentes están concentrados en el próximo acto electoral, en reunir votos, en conseguir apoyos y acumular poder, y muy pocas veces en resolver los problemas para los cuales se supone que la política tiene sentido.

Este fenómeno no es nuevo, solo se ha exacerbado en las últimas décadas, y la llegada de un aluvión de mediocres al ruedo, le ha puesto un condimento adicional, que solo ha complicado el escenario básico, ya preocupante por cierto.

Y queda claro que cuando todo el esmero, cuando la totalidad de las acciones cotidianas están orientadas a ocupar el poder, a conquistarlo, a expulsar a los actuales detentadores del mismo, de su sitial para reemplazarlos, o en el caso de los oficialismos, para quedarse ininterrumpidamente, poca dedicación puede otorgársele a lo importante.

Es tan baja, por momentos, la calidad de los políticos, que ni siquiera delegan la creatividad, el desarrollo de programas, el estudio profundo de las cuestiones que merecen atención urgente, a otros, a los especialistas, a los que pueden contribuir con conocimientos y capacidad a lo que ellos no desean invertirle tiempo.

Pocos leen, mucho menos estudian, algunos ni siquiera se esmeran en escuchar a los que saben o tienen algo que aportar. Es tanta la convicción de que lo importante es acceder a los cargos, llegar al lugar que sea, que solo miran ese objetivo como el central, y hasta lo festejan cuando lo consiguen, olvidando que el poder sirve, en tanto y en cuanto se convierte en un mecanismo para solucionar asuntos de relevancia, sino solo termina siendo un “juguete” para el mezquino aprovechamiento de las estructuras de siempre.

Esos que solo se concentran en la búsqueda del poder, lo harán casi adictivamente. Su llegada a una función, a una posición, a una porción de mando, solo es un escalón para el siguiente paso. Para ellos llegar, es solo una parada, un hito, porque desde allí, buscarán el siguiente espacio, una nueva meta que dibujarán en su recorrido, y desde el ámbito obtenido, diagramarán acciones, esas que suponen, los llevará al peldaño que viene.

Y no es que tener ambiciones sea algo intrínsecamente malo. Muy por el contrario, los grandes cambios de la humanidad, las invenciones, los estadistas y patriotas del pasado, tienen como denominador común una ambición sin límites. A ellos, los movía un atributo propio de la esencia humana, que tiene que ver con el “ir por más”. Allí no radica el problema, porque si así fuera deberíamos elogiar el conformismo, la abulia y la comodidad, y esos sí que son pecados que una sociedad no se puede permitir si espera progresar y ofrecerle mejores oportunidades a las generaciones que vienen.

El problema de fondo, no es la ambición. Bienvenida ella. Lo trágico, lo inmoral, pasa por la ausencia de contenidos, por el vacío ideológico, por la falta de claridad de rumbos, por metas difusas que buscan algo sin saber su norte. Si a la política no la enriquecemos con ideas, con objetivos que tengan que ver con cambiar las posibilidades de una comunidad, cualquier esfuerzo es en vano.

Pero lamentablemente, el presente nos muestra que así funciona la política, al menos de eso se trata la dinámica que vemos a diario, y que en buena medida, explica su creciente desprestigio. Todo es poder, solo importa vencer, nadie sabe muy bien con que finalidad real y entonces terminamos creyendo, que en realidad de eso se trata este juego, solo de ganar y de alimentar esta ambición sin rumbo.

Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
skype: amedinamendez
www.albertomedinamendez.com
54 – 03783 - 15602694

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viernes, 22 de abril de 2011

ÉTICA Y MALICIA. ZENAIR BRITO CABALLERO

Alguien dijo que colegios y universidades, como los bikinis, enseñan mucho pero tapan lo principal. La ética, por ejemplo, parece que entró en desuso. Y la malicia se rindió a la necesidad de empleo. A lo que son vulnerables los jóvenes. Y hasta gente inteligente y preparada, con un recorrido académico largo y un ejercicio profesional igual, que se mete en el ocaso de la vida en enredos que terminan por aguarles los años otoñales, que por lógica deben ser los más tranquilos.

Ese fenómeno se da, principalmente, en la política y los negocios, en los que la ambición no se satisface y termina por romper el saco. El poder y la riqueza son alienantes. Quien se sumerge en sus turbulencias no es capaz de salirse, ni quiere hacerlo. Como una gallina amarrada del pescuezo, quien se aferra a sus apetitos jala hasta que se ahorca, pero no afloja. Y hace cualquier cosa por conseguir lo que se propone, sin importarle pasar por encima de cualquier derecho ajeno y sin detenerse en escrúpulos para corromper a quien sea. Con lo que logra pervertir los sistemas, aprovechándose de la ignorancia o la necesidad de los demás. O de la posición dominante, como es el caso de quienes comprometen en ilícitos a sus subalternos, que son los que finalmente enfrentan la justicia, mientras el jefe se sacude las manos y sale indemne

Pero lo que llama la atención es que quien paga el pato, por doloroso que le toque, sigue lamiendo la mano del amo y, distinto al perro, se deja operar una y otra vez. Cómo se explica que un intelectual brillante, con un largo recorrido por el Congreso Nacional, dueño de una apreciable fortuna y de una jugosa pensión, formado en disciplinas jurídicas y de distinguida prosapia, por halagar a un gobernante ambicioso de reelección se brinque por encima de toda legalidad y termine negociando con la justicia la pena menos severa para sus faltas, lo que no borrará el estigma ni concitará la gratitud de nadie.

Porque los beneficiarios de favores conseguidos de esa manera escurren el bulto y dejan a sus amigos colgados de la brocha; y es posible que ni siquiera los vuelvan a saludar. El clientelismo ha pervertido de tal manera los sistemas burocráticos, que los muchachos tienen que hacerse amigos de los políticos, desde los últimos años de carrera, y trabajarles a sus causas, para acceder a un puestico cuando alcancen el anhelado grado. Que es como vender el alma por ingresar a una nómina.

Colegios y universidades tendrán que cambiar su estilo de formar profesionales para la burocracia, e inculcarles a los muchachos valores que los vacunen contra la corrupción, de cuyas consecuencias legales van a ser los trompos pechadores, porque los jefes buscan quién trabaje para sus apetitos y pague sus faltas. Y malicia para no comer cuentos y no firmar cuanto papel les pongan por delante los superiores, después de la palmadita en la espalda o de la invitación a almorzar o a tomarse unos traguitos, que después se les van a indigestar.

britozenair@gmail.com
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viernes, 4 de julio de 2008

*AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ. FUENTE: REVISTA PODER, JUNIO 2008: “ LA UNIDAD DE LAS AMBICIONES”



*AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ. FUENTE: REVISTA PODER, JUNIO 2008: “ LA UNIDAD DE LAS AMBICIONES”


La comunicación de este lector trae una advertencia: No puede perderse de vista que el cuadro político, signado por la incapacidad de este régimen para detener la crisis que se traga el país, ha entrado en su fase final. Y el semestre en curso es crítico, porque puede conducir a una catástrofe.
Si el gobierno no logra entender que carece de salidas y se dispone, en consecuencia, a entregar el mando-poder a un actor emergente constituido por civiles y militares, aquí podría producirse un levantamiento social de impredecible proyección.
¿Podría admitirse que estos señalamientos aciertan en cuanto a lo que nos espera en el corto plazo? ¿Es una verdad irrecusable que este gobierno va a caer?

No ignoramos las inmensas debilidades de un régimen que tiene las tristes credenciales de mantener muy en alto el pendón de todas las miserias y que hoy luce una de las más emblemáticas: la electoral, donde se deja sentado que todo el poder debe recaer en las manos de los revolucionarios del PSUV, para dejar a un lado al 'puño de patriotas' del PPT, PCV, MEP, UPV.
Pero estas posiciones se suplen con la acción de los petrodólares electorales que compra muchas voluntades para 'el proceso'. De modo que el gran bochinche de la implosión a cuchillo limpio no terminará por lo pronto con el régimen.

Y menos en un momento de claro y directo acercamiento al empresariado-burguesía, para impulsar el 'nacionalismo revolucionario' que significaría aumentar, aún más, las groseras ganancias del gran capital bancario, industrial y financiero.

Un tiempo también en el cual la 'revolución' se extiende en la compra de aliados internacionales que obtienen los más rentables beneficios, a la vez que se mantiene la decisión de surtir adecuadamente al mercado norteamericano de las cuotas establecidas. De modo que 'el proceso' tiene hoy muchos dolientes dispuestos a defenderlo.
Está claro, además, que en este momento no existe ningún movimiento estructurado con capacidad para torcerle el rumbo a este 'socialismo'. No es verdad que hay militares en plan de desobediencia que se enfrentan a la dependencia del G2 cubano y que van a salir a manifestar su solidaridad con el Gral. Ángel Vivas Perdomo quien ha sido detenido por pedirle al TSJ si es legal y constitucional el lema de 'Patria, Socialismo o Muerte'.

Y para abundar en los factores de apoyo al régimen, encontramos la continuación del cuadro 'unitario' de 'las oposiciones', caracterizado por los naturales enfrentamientos que, en el mejor de los casos, permiten acuerdos y negociaciones por cuotas de poder. El régimen se despedaza pero cuenta con "la unidad de las oposiciones".

A lo largo de 200 años de vida republicana aquí no ha habido unidad sino pactos partidistas o grupales para el reparto de privilegios. En el pasado esos trámites se hacían a nivel de las cúpulas dirigentes. Pero ante la liquidación de esas instancias, las ánimas solas de los politiqueros se sienten obligadas a conducir y adelantar sus propias negociaciones.
Es la lucha de pequeños caudillos regionales que continúan la escuela que tiene hoy su máxima expresión en el golpista-presidente. El interés prevaleciente no reside en derrotar 'la revolución' sino, en primer lugar, conseguir la figuración de un caudillo en crecimiento que bien se lo merece.
Con este razonamiento se demuestra que el raquitismo político e ideológico de los dirigentes de estas 'oposiciones' nada tiene que envidiar al exhibido por los 'revolucionarios del proceso'. Es la simple suma de ambiciones.

Por ello, y aún en medio de la confusión que prevalece, aquí no se ha entendido a plenitud lo qué ocurre. Con el tiempo veremos la dimensión de lo sucedido el 02D-07: el fraude de mayores proporciones de la llamada historia republicana de este ex-país.
Y entenderemos que lo actuado en ese acto comicial, que termina en el acuerdo-trampa para engañar y burlarse del colectivo, pone de manifiesto algo esencial: la superación de la crisis que padecemos pasa por la liquidación de esos dos frentes de la inmoralidad y carencia de ética.
De modo que el 23N-08 ya está visto y anunciado como continuación del 02D-07. Otro episodio de la tragedia mayor que impone esta profunda y galopante crisis que todo lo carcome.

Una maquinaria extendida de fraude que no va a detener el oficialismo ni los politiqueros de las grandes ambiciones.

Por ello, o creamos una tercera posición con estructuras ideológicas, políticas y organizativas o nos resignamos a hacer del padecimiento, la perversión, la complicidad y la suma de ambiciones, instrumentos a favor de oficialistas y 'oposiciones', para que siga el hundimiento de las posibilidades de construir una verdadera democracia. El deslinde es impostergable.